Capitulo 9
Después de que decidieran dar por finalizado su sándwich humano, decidieron dejar a un lado los juegos por lo que quedaba de noche y decidieron poner una película o en eso estaban.
-Yo quiero ver Cazadores de Sombras- exigía Mery haciendo un puchero.
-Yo prefiero ver Expediente Warren- comentó Marck elevando la película con las dos manos por encima de su cabeza como en la famosa escena de la película del Rey León.
-¿Y si vemos la última que han sacado? Se llama Perfectos Desconocidos, tiene pinta de ser de risa- Nathan les mostró la portada de esta.
-Está bien. Esa será- dio por finalizado el debate sobre películas Lauren y ninguna se opuso. Sabía como manejar a todo el grupo.
Nathan puso la película y todos se acomodaron en el sofá y los que no cabían se acomodaron contra este.
A mitad de la película Laura sentía que los párpados se le iban cerrando hasta que acabó cayendo en un lejano sueño, más allá de la realidad. Minutos después Mery también se quedó dormida, con la cabeza apoyada sobre el hombro izquierdo de Laura.
Cuando la película acabó todos se quedaron en silencio unos segundos asumiendo el final de esta.
-¡No podía imaginarme que fuera gay!- chillaba Lauren haciendo el mismo gesto que el cuadro del Grito.
-¿¡Qué clase de final es ese!? No he entiendo nada- Marck estaba al borde del llanto, la película no lo había dejado satisfecho y amenazaba con escribirle una carta quejándose al director.
-¡¿Cómo pudo regalarle unos pendientes a- Abbie se calló de golpe.
-¡Chicos!- todos miraron a Jackson-Bajad la voz, Laura y Mery se han quedado dormidas y las vais a despertar- dijo sin moverse casi ya que al final de la película la cabeza de Laura había ido a parar a su hombro que ahora servía más de reposa cabeza que de unión entre su cuello y su brazo.
-Que facilidad tiene esta chica para dormirse- Abbie rodó los ojos, pero debía admitir que prefería que fuera su hermano y no Nathan.
-Mery tampoco se queda atrás. Mírala- Marck había tomado el comentario de Abbie como sarcasmo, aunque esa no había la intención de ella.
Mery estaba tumbada de lado en el sofá con la cabeza apoyada en el cojín y los pies encima del pequeño cuerpo de Laura. Un río de baba salía de su boca entreabierta y acababa en el pequeño cojín al que estaba abrazada.
-Mery está ya en el quinto sueño- comentó Nathan conociendo a su hermana y sabiendo que aunque hubiera un terremoto o un incendio allí mismo ella no se despertaría, ni siquiera se movería ni un solo milímetro de su posición. Marck se levantó de su sitio con el móvil en la mano y se acercó a Mery para sacarle una foto.
De momento la melodía de Demons de Imagine Dragons empezó a sonar por la casa. Todos se pusieron a rebuscar por todos sitios su origen hasta que Jackson se fijó que algo brillaba en el bolsillo delantero del pantalón de Laura.
Con mucho cuidado de no despertarla le sacó el teléfono y vio en la pantalla el nombre de Papa, sin pensar descolgó antes de que pudieran colgar desde el otro lado de la línea.
-¿Laura a qué hora vas a venir a casa?- la voz de John retumbaba en los oídos de Jackson.
-No soy Laura señor. Soy... un amigo suyo- no sabía porque había dudado- Se ha quedado durmiendo en el sofá- le explicó rápidamente.
-¿Dónde estáis? Pasaré enseguida a recogerla y la llevaré a dormir a casa- su voz sonaba preocupada y Jackson pensó que tenía miedo de que algo le llegará a pasar aun sabiendo que estaba con ellos.
-No se preocupe, enseguida la llevo yo. No me cuesta nada y también tengo que ir a casa- insistió él.
- Este bien, esperare hasta que la traigas. Buenas noches- y antes de que él pudiera responderle con otro "Buenas noches" el padre de Laura colgó.
-¿Quien era?- preguntó Marck curioso.
-El padre de Laura. Voy a llevarla a su casa y de paso me iré a la mía. Abbie puedes venir cuando quieras- miró la hora en el móvil de Laura que aún tenía en las manos y comprobó que era la 1:56 de la mañana y que con razón su padre le había llamado para saber su paradero.
Apartó con cuidado la cabeza de Laura de su hombro y se levantó del sofá, guardándose el teléfono de esta en su bolsillo de los vaqueros. Cargó a Laura al estilo princesa y después de despedirse de todos y de que Lauren le abriera la puerta caminó unos pocos pasos hasta casa de Laura.
En el porche de la casa se quedó observándola por fuera. La casa era prácticamente como la suya: un gran porche con un banco balancín, dos pilares de estilo romano que sostenían el techo de la entrada, una gran puerta de roble, las paredes de un color creman casi rosado pálido y unos grandes ventanales por los que de día entraba la luz suficiente para alumbrar toda la casa. El segundo piso era más de lo mismo, pero solo constaba de ventanas más pequeñas que las de la planta baja.
Con la mano que tenía por debajo de la cabeza de Laura tocó el timbre emitiendo este una odiosa melodía. Si había algo que él no podía soportar era el sonido de los timbres de las casas. Ese estruendoso sonido.
La puerta se abrió casi al instante y Jackson vio una copia de la misma persona que llevaba entre brazos, pero un poco más mayor.
-¿Eres la hermana gemela de Laura con unos pocos años más?- preguntó extrañado y la madre de Laura se echó a reír. Era la típica frase que los chicos usaban para alagar a las madres de la chica que te gustaba, pero él lo había dicho porque eran iguales.
-Que modesto eres, pero no. Soy la madre de Laura, Mónica- se apartó de la puerta para que él pudiera pasar dentro de la casa.
-Encantado de conocerte Mónica. ¿Dónde está la habitación de Laura?-
-Arriba, la segunda puerta a la derecha- señalo las escaleras que había al final del pasillo que llevaban a la segunda planta.
Jackson subió los escalones y llegó hasta la habitación de Laura y la inspeccionó centímetro a centímetro. Había una gran cama de matrimonio con las sabanas azules empotrada en la pared frente a la puerta y a su lado una mesita de noche. Al lado derecho de la puerta había un gran armario blanco y al lado izquierdo otra puerta y un gran espejo de cuerpo entero. La ventana estaba cerrada y la persiana por bajar.
Dejó a Laura en la cama y la tapó con las sabanas para que no pasara frío durante la noche y se sentó a su lado mirando como dormía, tan tranquila y pacífica como la noche.
Al girar un poco la cabeza pudo ver en la mesita de noche una foto de ella con otra chica. Llevaban la ropa y la cara llenas de distintos colores y le sonreían directamente a la cara. Debajo de la fotografía había una frase "La distancia separa cuerpos, no corazones".
Jackson supuso que se trataba de alguien especial para ella que había dejado en su antiguo hogar, y que probablemente echaría de menos.
Se levantó de la cama y bajó con cuidado la persiana para no despertarla. Bajó las escaleras encontrándose con la madre y el padre de Laura sentados en el sillón del comedor.
-Bueno, yo ya me voy. Que pasen buena noche- se despidió Jackson intentando ir a la puerta pero fue alcanzado por Mónica.
-No nos gustaría que te fueras así y ya, pero ya es demasiado tarde para ponerse a hablar y ofrecerte unas galletas. ¿Qué te parece venirte mañana a comer? Así te conocemos un poco- le ofreció amablemente Mónica.
Jackson pensó que parecía una broma que hace tan solo unas horas Laura y él estuvieran hablando sobre que mañana iría a comer y que ahora fuese su madre quién le invitaba a comer. Pensó que no solo se parecían físicamente sino también mentalmente.
-Está bien, mañana a las 14:00 en punto estaré en la puerta. Buenas noches- aceptó la invitación pasando por alto decirle que su hija ya le había invitado antes y salió por la puerta.
Al llegar a casa su hermana ya estaba durmiendo y sus padres lo mismo. Se puso el pijama y nada más tocar las suaves sabanas de su cama se quedó dormido.
A la mañana siguiente Laura se levantó un poco desorientada. Juraba recordar que estaba en casa de Nathan y Mery, no en su cama.
Se puso sus zapatillas de estar por casa, que había debajo de su cama y fue a buscar a sus padres que se encontraban en la cocina desayunando.
Al entrar en la cocina el olor a café amargo y tostadas recién hechas le llegaron a las fosas nasales haciendo que de inmediato quisiera uno. Nunca se resistía a un buen café por la mañana.
-Mamá. Papá. Quiero preguntaros algo- dijo sentándose en una silla- pero primero quiero un café y dos tostadas, por favor-
Enseguida su madre le dio una gran taza de café junto con un plato con dos tostadas y mermelada de melocotón untada en ellas, seguido de un "Buenos días" y se volvió a sentar en su silla al lado de su marido.
-Buenos días- dijo masticando un trozo de tostada- ¿Me podéis decir como he llegado a mi habitación? Si no recuerdo mal y creo que no lo hago, estaba en casa de Nathan y Mery- le dio otro mordisco a sus tostadas.
-¿Nathan no es el hijo de Luke?- preguntó su padre casi seguro de que era él. Josh solía tener mala memoria a la hora de recordar muchos nombres a la vez.
-Si papá, es el hijo de Luke y su hermana es Mery, te dije ayer que estaríamos en su casa- dijo está refrescándole la memoria a su padre.
-Es verdad, fallo mío, pero ya no me acuerdo de las caras-
-Ayer te trajo un chico a casa, te llevaba en brazos como si fueras una princesita- se río su madre y rápidamente a ella le subieron los colores y no dijo nada más.
Si no recordaba la cara de Nathan eso significaba que él no la había traído a casa sino su padre le habría reconocido, así que ahora su tarea era averiguar quien había sido y agradecerle por ello.
Se acabó el desayuno y subió a su habitación para coger su móvil y llamar a Litzh, pero no lo encontró en ningún sitio. Ni encima de su mesita donde siempre solía dejarlo por las noches, ni en el baño, ni debajo de su cama, ni en ningún rincón de su habitación. Salió al pasillo de la segunda planta y se asomó por la barandilla.
-¡Mamá!- Mónica asustada de su grito se asomó corriendo por la escalera por si le había sucedido alguna cosa- ¿Has visto mi móvil?- se relajó al escucharle decir solo eso.
-No. ¿Tiene que estar en tu cuarto no?-
-No lo encuentro. Voy a volver a buscarlo por si acaso- le respondió y volvió a encerrarse en su cuarto.
Se puso a buscarlo de nuevo pensando que como lo hubiese perdido le iba a dar algo ya que ahí tenía guardado todo: su música, sus fotos con Litzh, todos sus contactos, sus melodías y letras de sus canciones preferidas de la guitarra.
Después de buscar por desesperados minutos se puso de pie enfrente de la ventana y suspiró frustrada revolviéndose la alborotada mata de pelo que aún no se había peinado.
-Cualquiera diría que te has levantado con el pie izquierdo- Nathan y sus chistes malos aparecieron por la ventana de enfrente.
- Ja, ja. Muy gracioso. Pero tú no dirías lo mismo si tampoco encontrases el móvil- se pasó las manos por la cara y de repente se le ocurrió una idea- ¿No estará por casualidad en tu casa no?- dijo esperanzada.
-No. Pero puedes preguntarle a Jackson donde lo dejó ayer-
-¿A Jackson?-
-Sí, él fue quién le contestó a tu padre la llamada cuando te llamó anoche, luego se lo guardó en los pantalones y te llevó a tu casa- explicó mirándole directamente a los ojos a Laura.
Entonces recordó que no le había dicho a su madre que él iría a comer esa mañana. Rápidamente se despidió de su vecino de ventana agradeciéndole por la información y bajó corriendo las escaleras.
-Mamá- su madre se dio la vuelta con un cuchillo en la mano. En esa posición le había recordado al muñeco de Chucky - Se me había olvidado decirte que un amigo vendrá hoy a comer- estaba preparando algo de comida para acompañar la suculenta lasaña.
-No hay problema hija, pero ayer invité yo a otro chico muy amable a comer también- Laura pensaba en quien podría ser ese chico- No pasa nada. Cuanta más gente seamos, mejor- y volvió a darse la vuelta.
A su madre la hacía feliz que la gente probara su comida, decía que un estomago lleno era una persona feliz y en su casa nunca faltaban ni comida ni sonrisas.
Subió de nuevo a su habitación y como no tenía nada mejor que hacer hasta la hora de la comida decidió cambiarse de ropa e ir a recuperar su móvil.
Se puso un pantalón de maya negro y una sudadera granate corta con capucha junto con sus Convers y bajó a la cocina otra vez.
-Mamá ahora vuelvo voy a casa de Jackson a ver si él tiene mi móvil- le dio un beso a su madre y sin esperar a que contestara cogió las llaves del llavero de la entrada y cerró la puerta detrás suya.
Empezó a recorrer todas las casas mirando en los buzones los nombres de los residentes de cada una, hasta que encontró la que buscaba a tan solo 4 casas a la izquierda de la suya. Tocó al timbre y al poco tiempo la puerta se abrió.
-¿Quién es?- preguntaron al abrir la puerta- Ah, eres tú. ¿Qué quieres?- preguntó Abbie sin disimular su asco.
-¿Está tu hermano?- pasó por alto su tono despectivo.
-Arriba, primera puerta a la izquierda- se hizo a un lado para que ella pasara. Cerró la puerta detrás suya de un portazo y desapareció en otra habitación.
Laura subió las escaleras hasta la habitación de Jackson y llamó a la puerta. No escuchó nada después de haber llamado tres veces y decidió entrar.
Todo estaba a oscuras así que tuvo que tantear con los pies y con ayuda de la poca luz que se colaba de fuera por la rendija de debajo de la puerta. Consiguió llegar hasta la cama donde había un bulto debajo de bastantes sabanas casi parecía un gusano a punto de convertirse en mariposa.
Laura comenzó a zarandearlo para que despertara, pero este no despertaba solo había dado la vuelta de cara a la pared para que no lo molestaran.
-Jackson. Levanta, vamos- no había manera de que despertara. -¡JACKSON!- le chilló cerca de lo que creyó reconocer como su oreja.
Con aquel grito el chico reaccionó, pero no como Laura creía que lo haría. La cogió de la muñeca y la tiró a su lado pegándola a su moldeado pecho. Sentía los latidos del corazón de él como si fueran los suyos propios. Subió una de las manos que tenía apoyadas en su pecho y le pegó en la cara hasta que por fin Jackson abrió un poco los ojos aunque solo fuera para que lo dejaran dormir en paz.
-Jackson ¿Me puedes soltar?- se sentía demasiado nerviosa, nunca había estado en esa posición con ningún chico y mucho menos si el chico dormía con solo un pantalón de chándal y el torso desnudo.
-¿Laura?- escuchar su voz fue lo que consiguió que él despertara del todo y la apartó un poco de su pecho para verle y comprobar que sí que era ella y no estaba todavía soñando. Su sueño y la realidad se le habían parecido demasiado que pensaba que seguía durmiendo. La rubia estaba en los dos, pero en su sueño estaban haciendo algo completamente diferente pero en aquella misma cama.
Se quedaron mirando mutuamente en la espesa oscuridad, pero los dos sabían que si volvían a retomar el tema que había quedado a medias aquella tarde pasada nadie les interrumpiría esa vez.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro