Capitulo 13
-No Marck- le increpó el profesor- Así no conseguirás nada- cerraba los ojos con fuerza y apretaba como si estuviera sentado en el baño. Llevaba haciendo eso, aproximadamente, 5 minutos.
Durante media hora habían estado intentando concentrarse en canalizar sus poderes con su espíritu, con ellos mismos, pero lo único que consiguieron fue casi provocar un maremoto con el agua de Nathan, un pequeño torbellino por culpa de Jackson y un apagón temporal por culpa de Apolo.
-Entonces ¿Cómo?- le preguntó Marck cansado después de intentar por novena vez hacerse uno con sus poderes. Inclusive pensaba que el profesor ya les estaba tomando el pelo y que eso era imposible para ellos.
-Tienes que concentrarte- le recordó por décimo quinta vez y este solo rodó los ojos, se sabía ya esa frase de memoria- Piensa en lo que quieres hacer y conéctate con tu corazón. Sentirás una corriente danzando por todo tu cuerpo y te sentirás unido a ella en cuerpo y mente- todos estaban atentos a su profesor que, aunque no tenía más de 27 años sabía más de la vida que cualquier persona anciana.
Laura se alejó un poco de todos, por precaución, y se concentró conforme les había repetido el profesor en la última media hora. Primero pensó en lo que quería hacer y se repitió 10 veces que quería ser una con sus poderes y poder utilizarlos sin hacer daño a nadie. Después envío esos sentimientos a su corazón mientras respiraba lentamente sin perder la concentración. Era como hacer yoga, tenías que estar relajado y en paz con uno mismo.
Empezó a sentir un conocido calor extendiéndose desde las palmas de sus manos hacia el resto de sus extremidades, sintiendo que cada vez tenía más energía y que el calor se fundía con su piel para hacerse otra capa de su cuerpo.
De momento, en su cabeza se empezaron a dibujar figuras hechas con fuego. Lo primero era un aro de gimnasia rítmica envuelto en llamas rojas y azules que flotaban libres a su alrededor. Seguido aparecieron dos grandes llamas naranjas que bailaban haciendo círculos delante de sus manos. Y por último apareció un arco con flechas normal y corriente sin fuego ni llamas, lo que la desconcertó.
Las ganas de querer dibujar lo que su mente proyectaba fueron tantas que al abrir los ojos vio sus manos envueltas en llamas. No se asustó. Ya estaba unida a su poder en todos los sentidos posibles. Empezó a jugar con las pequeñas llamas de sus manos pasándolas de una mano a otra y viceversa. Empezó a rodearse con ellas bailando a su compás, dejándose llevar por la agradable sensación que le producía en su cuerpo. El aro de fuego volvió a emerger en su visión y tentada a tocarlo movió las manos para crearlo. Primero movió la mano izquierda en círculo hacía la derecha y con la derecha hizo lo mismo, pero en sentido inverso. A los segundos tenía un perfecto círculo delante de ella. Lo tocó sin miedo a quemarse y pero no podía cogerlo era como un fantasma así que se le ocurrió lanzarlo contra una pared para ver si la travesaba y desaparecía, pero antes de que llegara si quiera a tocarla se desvaneció. Se miró las manos de nuevo extrañada. Ella no había sido.
Miró el resto de la habitación y vio a sus amigos mirándola con estupefacción y admiración. Su profesor por el contrario tenía una gran sonrisa en su cara.
-Bien hecho Laura- le felicitó Ellion.
-¿Qué?- le miró dudando.
-Has conseguido hacerte una con tu poder y madremia la que has liado- le dijo este- si no llega a ser porque he parado a tiempo tu esfera de fuego habrías quemado todo el instituto- le recriminó riéndose.
-¿Enserio?- le miró por primera vez a los ojos.
-Si- afirmó el profesor.
-Ellion- habló Jackson a lo que ella también le miró- ¿Porque tiene los ojos rojos? Siempre le pasa cuando usa sus poderes- le dijo-
-Se debe a que sus poderes están con ella como uno solo y como ya os dije intentaran mostrarse de alguna forma hasta que os transforméis- les dijo por segunda vez- En ella son los ojos, pero en vosotros puede ser los ojos, el pelo o incluso el color de la piel- se inventó lo último- ¿Quién sabe? A lo mejor mañana Nathan es un pitufo y Marck es Hulk- se mofó de ellos y los demás le siguieron con sus risas, menos los nombrados que se miraban mutuamente con horror solo de imaginárselo.
Después de media hora más y que solo Ares consiguiera también juntarse con sus poderes y hacer una esfera de luz dorada en su mano todos se fueron a su casa para descansar y pensar en el tema de la obra de teatro que tenían que hacer.
Entró en su casa con cuidado de no hacer ruido por si sus padres estaban echando la siesta. Al pasar por el pasillo de camino a las escaleras escuchó a sus padres hablar desde la cocina y se acercó un poco para escuchar mejor lo que decían.
-John no podemos seguir así- le decía Mónica a su marido- Tarde o temprano se lo tendremos que decir todo- su voz sonaba cansada.
<<¿Todavía hay más mentiras?>> Se preguntó Laura cansada de que sus padres no le dijeran de una buena vez toda la verdad.
-¿Crees que no lo sé Mónica?-le recalcó su marido- Pero no quiero decirle aún que cada vez están más cerca de encontrarnos y el verdadero motivo por el que quieren usar su poder- parecía que estaba apunto llorar de impotencia y Laura se preocupó de verdad. Tenía que ser algo muy serio para que su padre estuviera de esa manera.
-Ya veremos que hacemos para evitar que consigan su poder para controlar a todo el mundo- le dijo más serena Mónica- pero primero tenemos que contárselo a ella con calma-
<<¿Usar mi poder para controlar al mundo?¿Qué tiene de especial mi poder?>> Tantas preguntas sin ninguna respuesta concreta para ella.
La cabeza ya le empezaba a doler con tanta información después de haber estado entrenando. Subió los escalones sin hacer ruido y cerró la puerta de su habitación con mucho cuidado. Dejó la mochila a los pies de su cama y se tumbó en ella, boca arriba, sin taparse con las sabanas.
Miraba las líneas del techo que siempre se encontraban unas con otras, haciéndose cada vez más y más preguntas. Y después de unos minutos se quedó dormida con un único nombre en su cabeza. No sabía cómo, pero desde hace ya días el nombre de Jackson era en lo único que pensaba siempre que no estaba ocupada o estaba embobada.
Se despertó sobre las 7 de la tarde ya que el estómago le pedía que comiera algo. Bajó las escaleras y no vio a nadie en el salón. Entró en la cocina y tampoco había nadie.
-¿Mamá?- no hubo respuesta- ¿Papá?- la preocupación ya era notable en su voz. Era muy raro que sus padres no estuvieran en casa a esas horas de la tarde cuando ellos nunca salían por las tardes a no ser que fuera extremadamente necesario.
Subió de nuevo las escaleras para ir a la habitación de sus padres. Nada. Completamente vacía. Sin ningún rastro de ellos. Volvió a bajar al salón y escuchó unas voces masculinas procedentes de fuera de su casa.
Abrió la puerta lo suficiente como para sacar la cabeza y mirar a todos lados. No había nadie. Salió fuera de la casa y cerró la puerta con cuidado. Las voces incrementaban su tono en el lado izquierdo de la casa. Entre la suya y la de Nathan.
Caminó hasta allí y se paró cuando vio tres sombras de hombres corpulentos hablando entre ellos. Los hombres notaron su presencia y se giraron para mirarla y ella palideció. Todos los huesos de su cuerpo pasaron de un estado sólido a ser líquidos como la gelatina. El sudor le bañaba la espalda y la frente.
El primer hombre era más alto que los demás, tenía facciones duras y un gran cuerpo.
El segundo hombre era un poco más bajo que el primero pero mucho más musculado que el primero. Tenía una mirada oscura que de nada le ayudo a Laura con el miedo que ya tenía.
Y el último de todos era el peor. El culpable de sus pesadillas. Él que la torturó en aquel sitio. Era él. El mismo. Tenía una gran sonrisa en su cara. Su cuerpo no era tan musculado, pero estaba en plena forma y ella sabía que si echaba a correr le atraparía enseguida. Algo característico para ella descansaba en su mano. El látigo. Laura tragó saliva con mucha dificultad.
-Vaya, vaya- habló en hombre más bajo de los tres- ¿Veis chicos?- se dirigió a los demás pero ellos no apartaban los ojos de Laura y ella tampoco de ellos- Os dije que la encontraríamos- sonrío este como si hubiera conseguido un premio- pero nunca pensé que ella vendría por cuenta propia- ahora le miró a ella. Tenía unos ojos negros que se confundían con sus pupilas. Dos agujeros negros que te invitaban a sucumbir ante ellos- Pensaba que teníamos que obligar a tus padres a que nos dijeran donde estabas-
Su comentario sacó a Laura de su pequeño estado de shock y miedo. Miró a todos lados buscando a sus padres. Pero no los vio.
-¿Dónde están?- el miedo empezaba a ser sustituido por furia y cólera- ¿Que les habéis hecho?- gruñó apretando las manos a sus lados intentando no hacer algo de lo que después se arrepentiría. No soportaba pensar que les había pasado algo a las personas más importantes de su vida.
-¿Qué?- le desafío el causante de sus cicatrices- ¿Buscas esto?- los hombre se apartaron a los lados dejando a la vista dos bultos en el suelo cubiertos de manchas de sangre.
No podían ser sus padres se repetía mientras se acercaba a los dos cuerpos en el suelo.
<<No puede ser>> se dijo una última vez antes de estar donde ellos y comprobar que era verdad. Eran sus padres. Estaban hechos un ovillo en el suelo con sus camisetas manchadas de sangre y con marcas en carne viva por todo el cuerpo y la cara. Lágrimas silenciosas caían por sus ojos.
-¿Papá?- meneó un poco a su padre, pero no hubo respuesta- ¿Mamá?- su madre profirió un leve gruñido que solo ella pudo oír y se agachó de rodillas. Empezó a balbucear palabras y se agachó un poco más para poder entender lo que decía.
-Corre- fue como un susurro que casi no llegó a entender ni escuchar. Puso su oreja lo más cerca posible de la boca de su madre- Corre- le repitió esta vez un poco más alto.
Se apartó de ella. La opción de correr se la había planteado antes de verlos a ellos tirados en el suelo, pero siempre había peros. Estaba el látigo, los 3 mastodontes que tenía delante y el que saliera algún vecino y saliera perjudicado.
-Bien princesa- le dijo el primer hombre de nuevo- ¿Vendrás con nosotros por las buenas o por las malas?- su sonrisa desapareció y ahora estaba tan serio que incluso daba más miedo que antes.
-No pienso ir con vosotros- intentó sonar lo más dura y segura que podía mientras veía al hombre acercarse cada vez más a ella. Sus pulsaciones volvieron a aumentar y las sentía hasta en las orejas, ensordeciendo todo a su alrededor.
-Claro que lo harás- cogió a Laura con extrema fuerza de la muñeca haciendo que chillara de dolor.
Entre forcejeos por parte de Laura y los tirones del hombre se escuchó el chirrido de una ventana abriéndose. Por inercia Laura miró con demasiada rapideza a la ventana de su amigo y lo vio mirándole confundido. Se temió lo peor.
-¿Laura?- parecía que se acababa de despertar de la siesta. Tenía la voz adormilada, los pelos desechos y se frotaba un ojo con la mano- ¿Qué pasa?- miró a los hombres y luego a ella.
-¡Nathan metete dentro y no salgas!- su grito quedó ahogado por el disparo de una pistola.
Laura miro aterrada al tercer hombre con una pistola en la mano apuntando a la ventana de Nathan y ella volvió la mirada arriba para ver como la camisa blanca de su amigo adquiría una mancha roja en el centro del pecho. Su amigo la miró por última vez y cayó para atrás haciendo un estruendoso ruido.
<<No está pasando. No está pasando. No está pasando>> se repetía mientras sentía como todo rastro de cordura desaparecía de ella para dejar paso a la ira.
El inconfundible calor que sentía por todo el cuerpo se profundizo en sus manos haciendo que el hombre la soltara en apenas segundos.
-¡Joder!- chilló mientras se protegía la mano quemada con la otra- ¡No os quedéis parados ostia! ¡Cogedla!- le ordenó a los otros dos que obedecieron enseguida.
Laura ni se inmutó. Una única palabra era la que surgía en su cabeza, resonando con fuerza, profundizando en ella. Haciéndola cada vez más poderosa.
<<Mátalos>>
Una gran oleada de calor salió de su cuerpo en dirección a ellos. Chillaban mientras el fuego les abrasaba. Se retorcían de dolor. Caían al suelo. Les costaba respirar.
De momento todo desapareció y quedó un espacio en negro. Solo se encontraban el hombre que había intentado llevársela y ella lista para volver a atacar.
-Te encontraremos- le amenazó- tenlo por seguro. No escaparas de él- al acabar de hablar desapareció y todo se volvió negro para Laura.
-Laura, cariño- la voz de su madre- Despierta, solo es una pesadilla- abrió los ojos con miedo.
Su madre estaba delante de ella. Su fina cara blanca, sus grandes ojos verdes, su pequeña nariz, su pelo rubio. Era ella. Su madre estaba viva, a su lado.
-¿Todo ha sido una pesadilla?- se preguntó más para sí misma que a su madre- Parecía tan real- se miró las manos sin un rastro de fuego en ellas.
-¿Que has soñado cariño?- su madre le apartaba el pelo sudado de la cara mientras se sentaba en su cama a su lado.
-¿Te importa si te lo cuento mañana?- le preguntó a su madre mientras se cogía las piernas y las juntaba contra su cuerpo- Ahora no quiero hablar- le dijo sincera pero temerosa por lo que había soñado.
-Tranquila, mañana nos lo cuentas- se levantó de la cama- Descansa un poco son las 3 de la mañana- le dio un beso en la cabeza y se fue de su habitación.
Su habitación, que ahora estaba iluminada por la lámpara del techo, se quedó en completo silencio.
-Todo parecía tan real- se volvió a repetir mientras volvía a recordar las palabras de aquel hombre.
<<Volveremos a por ti. No trates de esconderte>>
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