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Capítulo 4

POV STILES

¿Por qué esto se me hace familiar? ¿Lo habré escuchado de alguna parte? ¿Lo leí?

¿Dónde?

¿Dónde?

¿Dónde?

Lydia me abre la puerta antes de que termine golpeándome contra ella por estar pegado al libro en mis manos. Pasó página tras página intentando encontrar lo que tanto estoy buscando.

—Se siente como si ya lo hubiese oído antes —le mencionó a Lydia sin despegar mi vista del libro.

"Une pensée que tu ne peux pas saisir" —la escucho decir—. Es francés: "Un pensamiento que no puedes atrapar".

Pasó una mano por mi mentón mientras intentaba hacer las conexiones de todo mi conocimiento de lo que ha pasado en las últimas 48 horas.

Lydia resopla y murmura en francés. Alzo la vista hacia ella.

—Eso es Banshee en francés.

—Bueno, ¿qué dice tu intuición de Banshee sobre esto? —golpeo la hoja del libro con el dorso de mi mano y detengo mi paso volteando hacia ella.

Y no, no voy a captar lo maravillosa que se ve bajo la luz de los faros del estacionamiento y de la luna. Tampoco el hecho de que sus ojos verdes se ven de un tono más oscuro y su piel se ve tan hermosa... No, no. No voy a ir por ahí como años atrás.

—Que no tienes que resolverlo en estos momentos.

—Pero este niño... Él ya no tiene a nadie —niego con pesar mientras vuelvo a bajar la vista a las hojas en donde cada página contaba de cada lugar, en diferentes años, en como hubo una desaparición masiva—. Hay una razón para eso. Debe haberla.

Suspiro leyendo los títulos que no me llevan a nada y cierro el libro alzando la vista a la pelirroja que tengo al frente, quien estaba perdida en sus pensamientos.

—Lleva a este hombre, la dulce familia muere —murmura por lo bajo—. Un asesino en el camino.

Frunzo el ceño.

—¿Riders on the storm?

—¿Qué?

Lydia reacciona al oírme y me mira confundida.

—¿Es la canción Riders on the storm?

Sus grandes ojos se abren ligeramente haciéndolos más grandes y otra vez ese verde en sus ojos.

Rayos.

—Eso es.

—¿Qué cosa? —no estoy entendiendo nada.

—Los Jinetes Fantasma, la Cacería Salvaje —dice Lydia—. Vienen en la tormenta, cabalgando y se llevan personas.

La cacería. ¡Ahora todo tiene sentido!

—Lydia, eres tan lista que podría besarte —apenas soy capaz de controlar las palabras que salen de mi boca.

No puedo dejar de observarla maravillado.

—No me beses —me pide abriendo de más nuevamente los ojos.

Lamí mis labios intentando controlar la emoción que siento y me remuevo dudando un momento.

—No lo haré.

Me inquieto como siempre cuando algo me emociona tanto como ahora.

Me acerco a Lydia poco a poco, titubeando cuando no cambia la expresión de su rostro y por un momento mi vista va a esos regordetes labios rojizos. Vuelvo a vacilar en mi movimiento al recordar cómo se sintieron cuando me besó tiempo atrás, pero de todas formas acorto el espacio entre nosotros evadiéndome de su delicioso aroma y beso su mejilla.

Sintiéndome como un ganador, echo a correr. Debo encontrar a los chicos.

—Lo hice de todos modos —le grito mientras me alejo con una enorme sonrisa en mi rostro.

.

.

(...)

.

.

Casi grito de alivio cuando veo a los chicos y me acerco a ellos corriendo.

—¿Chicos? Chicos —ambos voltean cuando me acerco..

—Hola —saludan ambos.

—Oigan, es la cacería salvaje —los tres comenzamos a caminar—. Es un mito, pero al parecer es real. Como todos los mitos en este pueblo que deberían ser solo pesadillas.

—¿El hombre a caballo?

—Sí, los "Jinetes fantasma" —le respondo a Scott y Ellie detiene su andar haciendo que nosotros también nos detengamos y veo con indignación a un chico que tiene mi número—. Espera. Oye, ese es mi jersey, ¿de dónde lo sacaste?

—El entrenador me lo acaba de dar —se encoge de hombros sin inmutarse y sigue la conversación con sus amigos mientras pasa junto a nosotros.

Idiota.

Hago el intento de ir detrás de él para que me lo devuelva, pero Scott me sostiene sabiendo que si voy, las cosas no iban a terminar bien.

Volteo hacia ellos captando por primera vez que iban con ropa deportiva y con el bolso del equipo.

Abro mi boca más indignado que nunca.

—¿Había entrenamiento? ¿Por qué nadie me dice nada?

—¿Por qué esos jinetes raptarían a los padres de Alex? —Scott coloca una mano en mi hombro para que me enfocara en la conversación.

—Porque es lo que hacen. Se llevan personas, ¿si? Van por ahí recolectando almas y cuando te llevan, desapareces.

—No solo tú, sino todo sobre ti —analiza Ellie.

—Sí, como la habitación de Alex.

Oh...

—¿Entonces Alex es quien sigue? —la pregunta de Scott nos deja alertas.

Los tres corrimos hacia mi Jeep, pero al otro lado del estacionamiento estaba Derek con una cara bastante rara.

—¿Me informan?

Con Scott afirmamos con la cabeza para que Ellie vaya donde Derek y nosotros partimos en mi auto a la estación.

Una vez que llegamos pasamos corriendo directamente a la zona de reclusos. Ahí es donde se supone que Alex se encerró porque sabía que iban a venir por él y nadie le creyó. Maldita sea, a mí tampoco nadie me escuchó cuando presentí que algo no cuadraba.

—¡Hey! No pueden ingresar ahí —la hermana de Hayden sale disparada detrás de nosotros al vernos correr.

Pero al ingresar a las celdas, estás estaban vacías.

—¿Dónde está el niño? —volteo hacia Valerie.

—¿Qué niño?

—Alex, ¿el niño del accidente? —si ella en verdad no recuerda nada, esto confirmará realmente que la cacería salvaje llegó a Beacon— ¿Cuyos padres desaparecieron anoche?

Clarke frunce el ceño luciendo realmente desconcertada con las preguntas.

Ella no lo sabe.

—¿Quién es Alex?

Cada gesto de confusión, cada palabra de Clarke hace más escalofriante la situación.

No puede ser verdad que se hayan llevado a un jodido niño y no lo sepan.

—Muy bien, Clarke, escúchame —digo serio dando un paso hacia ella—. Estaba aquí, ¿verdad? Lo conociste.

Clarke se encoge de hombros sin saber y nos mira como si hubiéramos perdido la cabeza.

—¿Dónde está el sheriff? —le pregunta Scott.

—Tuvo que ir a la preparatoria —nos cuenta—. Hallaron un cadáver —nos mira a ambos y aclara:—. Nadie estuvo encerrado hoy.

Mierda.

—Pueden revisar —me entrega los papeles de registro y se va de ahí.

Comienzo a pasar hoja por hoja y quedó estupefacto.

No hay nada.

¿Cómo es posible que borren a alguien así de fácil? ¿Qué pasa con Internet? ¿Libros? ¿Cómo lo hacen?

Dejo los papeles en el mesón.

—No está aquí —le digo a Scott—. Se lo llevaron.

—No debí dejarlo solo.

—Sabía que vendrían por él —murmuró intentando no dejarme llevar por el terror de que se lo llevaran y me enfoco en la poca información que tenemos.

—¿Y si regresan por todos los que estaban en el camino?

—Entonces sabemos quiénes son los siguientes.

Volteo viendo como su rostro se descompone más por la preocupación.

—Liam y Hayden.

Debemos regresar a la escuela.

.

.

(...)

.

.

Entramos corriendo por el pasillo notando que habían demasiados policías y estudiantes, principalmente los de lacrosse y atletismo.

—Yo reviso afuera. Avísame si los encuentras y si tu papá sabe algo —dice Scott.

—Sí, de acuerdo —asiento, pero lo llamo antes de que se marche—. Oye, Scott. Espera.

Scott se coloca en frente de mí y por un momento, no se como expresarle lo angustiado que me siento por la situación. No quiero que desaparezca, no quiero desaparecer. No quiero que todos los demás lo hagan. ¿Y si me quedo solo? Soy humano, bueno, estuve poseído, pero no podría enfrentar esto solo. Jamás. Siempre hemos sido los tres, y aunque Ellie no esté presente ahora, seguimos siendo los tres.

—Yo solo... Quiero decirte que...

Scott alza las cejas esperando con paciencia a que pueda terminar la maldita frase, pero no puedo.

—Me dices luego.

—Sí, claro.

Scott duda un momento, pero voltea yendo hacia afuera corriendo.

Volteo rápido para correr por el pasillo, pero termino chocando con la mamá de Lydia.

—Perdón.

—Más despacio.

—Perdón, señora Martin —me disculpo— ¿Ha visto a Liam y Hayden? ¿Sabe qué? Olvídelo, ¿ha visto a mi papá?

—¿A quién?

—Mi papá, ¿vino a investigar sobre el cuerpo?

La señora Martin abre los ojos con sorpresa por unos leves segundos, para luego pasar a estar perpleja y confusa.

—¿Quién te dijo lo del cuerpo? —susurra bajo para que solo yo la escuche.

—Mi papá es el sheriff —no estoy entiendo nada— ¿Está bien señora Martin?

Mira por sobre mi hombres antes de posar sus ojos hacia mí.

—Solo espera aquí.

Me rodea y avanza hacia donde están los paramédicos junto a una camilla vacía.

Vuelvo a correr por el pasillo para buscar a mi padre o a la pareja. Pero de milagro veo a Mason.

—Mason, Mason oye —corro hacia él— ¿Dónde está Liam? ¿Liam? —miro hacia atrás de él y viene junto a Hayden— Sí, aquí estás. Liam, Hayden, perfecto —estaba aliviado que no se los llevaran aún—. Los dos tienen que escucharme ahora mismo. Alex desapareció, como sus padres, ¿bien? Los Jinetes fantasma se lo llevaron. No pueden estar solos. Tienen que estar con Scott o conmigo. Porque yo puedo verlos.

Me estoy dando cuenta que me están viendo raro, igual que la mamá de Lydia hace unos minutos atrás.

—¿Por qué rayos me están viendo así?

Hayden comparte una mirada de confusión con Liam y comienzan a susurrar entre ellos no tan disimulado.

—¿Lo conocemos?

—No sé si está en esta escuela.

Su actitud me deja perplejo y doy un pequeño paso hacia atrás.

¿Qué está pasando?

—¿Vienes a esta escuela? —pregunta Mason.

Los tres me están mirando realmente raro, como si no me conocieran.

—¿Cómo te llamas? —me pregunta Liam.

¿Qué?

De pronto lo entiendo.

¿Por qué no te registraste para tomar tu propia foto? —me había preguntado Malia hoy luego de que arruine su foto para el anuario.

Claro que sí —le había respondido.

Está en blanco —señala Ellie cuando muestro el papel del registro.

Había jurado que lo había rellenado, lo hice, pero desapareció.

Oye, ese es mi jersey. ¿De dónde lo sacaste? —le había dicho al chico que llevaba mi número.

El entrenador me lo acaba de dar.

La realidad me golpea desequilibrando mi vida por completo. Mi ansiedad sube haciendo que este a la nada de darme una maldita taquicardia y lo siento, el oxígeno comienza a faltar en mis pulmones.

Debo encontrar a mi papá. Es en todo lo que puedo pensar. Y cuando lo veo caminando hacia mi dirección corro hacia él. Ya nada más importa, solo mi papá.

Él alza su mano hacia al frente cuando estaba a punto de arrojarme a sus brazos. Obligado debo retroceder un paso, pero no me muevo más allá de eso, necesito que me diga que todo está bien, que en realidad él sí sabe quién soy yo.

—Hijo, ¿estás bien?

Un suspiro de puro alivio escapa de mis labios y siento como si hubiese envejecido 20 años, pero no importa. Estoy aliviado de que él sepa quién soy yo. Mientras él no me olvide, todo va a estar bien, podré con el resto.

Me arrojó a sus brazos necesitando de él, de mi papá.

—Ah, gracias a Dios.

—Bueno —dice sorprendido mientras me da una palmada en mi espalda.

Me separo de él para explicarle la locura que está pasando.

—Todos olvidan —le digo de forma agitada—. Todos olvidan todo...

—Oye, más despacio.

Tiene razón. Intento calmar la respiración, pero aún siento el caos que quedó en mi interior tras creer que mi padre tampoco sabía quién era yo.

—Lo resolveremos juntos.

Suelto un enorme suspiro mientras cierro los ojos por un momento.

Vamos Stiles, relájate. Todo va a estar bien.

—Claro.

Papá coloca una mano en mi hombro y me da un ligero apretón de manera reconfortante.

—¿Por qué no me dices tu nombre?

No...

No...

Él no... Dios... Mi papá no.

De pronto el ruido a mi alrededor se apaga y queda solo... el silencio, la agonía... mi soledad.

Mi corazón se aprieta en mi pecho dolorosamente. Siento como todo da vueltas mientras proceso el impacto de sus palabras, pero no puedo, solo hay silencio, agonía y soledad.

Sobre todo mucho dolor.

Me safo de su agarre en mi hombro mientras mis ojos se llenan de lágrimas.

Él no sabe que soy su hijo.

Doy pasos hacia al frente rodeándolo, haciendo que él voltee hacia mi dirección y ahora recién es que me puedo dar cuenta de la verdad tras su expresión: él solo está cumpliendo con su deber como policía, nada más. Solo quiere ayudarme, pero no como yo quiero.

Hecho a correr sintiendo como mi corazón se estruja más del dolor y solo puedo pensar en encontrar a Scott, a Ellie, pero Ellie estaba con Derek y no tengo la menor idea de donde pueda estar Lydia.

Saco mi celular llamando a Scott. Cuando aparece el cronómetro en la pantalla es cuando llevo el aparato a mi oído.

—¿Scott?

Hola.

Oh, Dios.

Cierro mis ojos sintiendo nuevamente la esperanza y aunque tenga miedo, no puedo ignorar esa voz en mi cabeza que me repite que él si me va a reconocer, que él no pudo haberme olvidado como él resto, que tal vez su rango de alfa le permite ser inmune a la cacería, que tal vez...

—Scott, ¿dónde estás? ¿Dónde estás ahora?

¿Quién habla?

Alejo el celular de mi oído.

Alex, ¿el niño del accidente? ¿Cuyos padres desaparecieron anoche? —le había preguntado a Clarke.

¿Quién es Alex?

—Soy yo —susurré a la nada mientras iba caminando por el pasillo a paso rápido, sin ser consciente de mi alrededor—. Vienen por mí.

Mi cuerpo choca contra alguien y el impacto es como un choque a mi realidad. Me tambaleo hacia atrás, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho mientras intento recuperar el equilibrio. Al levantar la vista, me encuentro con la expresión irritada de Ellie frente a mí, y de repente, una ola de desesperación me invade. Mis manos tiemblan ligeramente a mi lado, y mi respiración se vuelve más agitada mientras mi mente lucha por procesar lo que está sucediendo.

Ella es lo único que me queda.

—Oye, ten más cuidado.

Ella está frente a mí, con su ceño fruncido y su mano levantada como una barrera entre nosotros. No me reconoce, no me recuerda. Y aunque sé que debería estar acostumbrado a esto a estas alturas, el dolor no se hace menos agudo. Es como si cada vez que me olvidan, una parte de mí se desvanece un poco más

Dios, por más que quiera aferrarme a la esperanza, no puedo.

Ella tampoco me recuerda.

—¿Te encuentras bien?

—Tú... Claro que me olvidaste... todos lo hicieron.

¿Cómo puedo ser ahora tan insignificante para ellos? ¿Cómo puede alguien que solía ser tan importante para mí convertirse en nada más que una sombra en sus recuerdos? El pensamiento es abrumador, insoportable.

Papá. Scott. Ellie. Lydia. Todos lo hicieron y todo porque fui a esa maldita casa a investigar el...

—Tú... ¡Oh por dios!

Ahora lo recuerdo, estaba tan enfocado en mí que me olvidé de que yo no estaba solo cuando apareció el Jinete.

Me acerco tomando su brazo sin importarme que ella sea capaz de molerme a golpes por tocarla así.

—¿Recuerdas a Derek? ¿Derek Hale?

Frunce el ceño confundida.

—Si no me sueltas, voy a golpearte.

—Ellie, solo responde.

—No, no lo conozco —me mira molesta y da un paso hacia mi. La advertencia fue clara—. Ahora suelta mi brazo y desaparece de mi vista.

Mi labio inferior tiembla al estar a nada de quebrarme.

No quiero dejarla ir, pero lo termino haciendo.

—¿Acaso eso es lo que hace la cacería? ¿No le importa nada y solo quita a las personas de la existencia de los demás?

Sé que no va a entenderme, pero da igual. Mi cabeza en estos momentos está llena de preguntas.

Es obvio que ya se llevaron a Derek y lo más probable es que él ya había previsto que eso iba a suceder y fue por Ellie para despedirse.

Y no puedo evitar odiarlo en estos momentos. Él pudo haberme avisado que esto iba a pasar, así yo hubiera podido tener más tiempo para poder encontrar una maldita solución. Pero no, el muy idiota se quedo haciendo despedidas y pasar tiempo con sus...

No puede ser.

—Ellie, ¿Tyler y Madison? ¿Los mellizos?

Aprieto mis puños luchando contra las ganas de abalanzarme contra ella para sacarle la información.

Si se llevaron a Derek, está claro que borraron todo rastro de él, pero los mellizos no han tenido ningún contacto con algún Jinete. Ellos son ajenos a todo lo que sucede, ¿es posible que incluso eso no importe...?

—¿De dónde saliste?

La decepción me da duro.

La conozco tan bien que sé que piensa que me escape de la casa Eichen.

—No importa.

Vuelvo a correr.

Siento como si el mundo entero se tambaleara a mi alrededor. Es un recordatorio físico de lo que ya sabía en lo más profundo de mi ser: he sido olvidado. Por mi propio padre, por mi mejor amigo, y ahora, por Ellie. Cada golpe de esa verdad resuena en mi interior, pesado y abrumador.

Los Jinetes fantasma no pueden venir por mí. Debe haber una maldita solución para esto, pero sé que estoy en una gran desventaja y debo actuar ya.

Lo más probable es que a Derek se lo llevaron en el bosque, a unos cuantos kilómetros de aquí. Lo más probable es que ya deben venir a la escuela y cuando lo hagan, yo debo estar lo suficientemente lejos.

No tengo tiempo que perder, así que respiro profundamente, empujando mi dolor y mi confusión hacia el fondo de mi mente. Me obligo a enfocarme en la tarea que tengo por delante, en encontrar una solución a este caos en el que nos encontramos. Porque aunque ellos puedan haberme olvidado, yo nunca olvidaré lo que significan para mí. Y haré todo lo que esté en mi poder para protegerlos, incluso si eso significa luchar solo contra los Jinetes.

Me apresuro a mi Jeep.

—¡Stiles!

Mi corazón da un vuelco cuando Lydia aparece corriendo.

¿Ella sabe quien soy?

—¿Lydia? —cuando toma mi mano, siento que puedo volver a respirar tranquilo— Me conoces, gracias a Dios, me conoces.

—Te conozco —asiente de forma nerviosa y yo solo quiero besarla en estos momentos—. Pero los demás te están olvidando.

De pronto el aire se torna más frío y violento, las hojas se levantan al compás dando la impresión de que algo pasa.

Son ellos. Ya están aquí.

Me aferro a las manos de Lydia cuando escucho el resoplido de un caballo y al mirar hacia al frente veo a un enorme caballo negro con un jinete, vestido de vaquero y con rostro de muerte.

Está mirándome fijamente. Aunque, no tiene ojos como tal, el espacio en donde se supone que van son dos agujeros vacíos, oscuros.

Aterrador.

—Oye, ¿lo ves?

Lydia voltea donde señalo asustada.

—¿Qué cosa?

—El hombre en el caballo.

—Stiles, si puedes verlos, van a...

Lydia voltea a verme estando más asustada que antes, sus ojos se llenaron de lágrimas cuando nuestros ojos se conectaron.

Tomo su rostro entre mis manos e intento mostrarme fuerte, ya que ella en estos momentos corre el mismo peligro que yo. Si no los ve significa que aún está a tiempo de salvarse y no desaparecer.

De solo pensar que a ella la borren... Dios, no puedo. No cuando siempre he creído que lo mejor que le ha pasado a Beacon Hills es ella.

—Lo sé, vienen por mí —mantengo firme mi agarre, no queriendo que voltee a ningún otro lado—. Tienes que alejarte de mí ahora, ¿sí?

Ahora puedo entender porque Derek se preocupó de mantener a Ellie tranquila y distante.

Desearía hacer lo mismo por Lydia.

—¡No voy a dejarte!

Niega horrorizada, pero se mantuvo firme mientras alejaba mis manos de su rostro para sostenerlas entre las suyas. La determinación brillaba en sus ojos, pero también el miedo, el terror que le generaba... esto, lo que va a pasarme.

—Bueno, vamos —miro por sobre su hombro notando que se acerca—. Rápido.

Sin soltar su mano, la insto a que corra conmigo hacia mi jeep.

—¡Por aquí!

Volteo solo un segundo y noto que nos persigue el jinete detrás de nosotros. El viento se vuelve más violento y los truenos se escuchan demasiado cerca.

Doblamos una esquina, pero me detengo y jalo a Lydia hacia mi cuerpo cuando veo que nos bloquea la salida otro jinete.

—Sí, por aquí.

Vuelvo a voltear, pero me detengo cuando otro se acerca y en total hay tres rodeándonos.

¡Maldición!

—¿Dónde están? —Lydia mira a todos lados nerviosa.

—En todas partes —la obligo a retroceder conmigo— ¡Vamos!

Corremos a mi jeep y dejo que ella lleve la delantera.

—Lydia, no los mires. No intentes gritar —le advierto mientras la suelto para rodear el auto y subir por mi lado—. Te llevarán también. No los veas.

—No lo haré —alza la voz para que la escuche y ambos nos subimos al jeep con la respiración agitada.

Busco la llave con las manos temblorosas y me aguanto las ganas de maldecir cuando se me resbalan. Las vuelvo a tomar e intento enfocarme y no mirar hacia los jinetes, sé que están afuera.

Encuentro la llave y la insertó en donde corresponde mientras me permito mirar por un segundo hacia afuera y en efecto, ellos están rodeando el jeep.

—¿Qué haces? Debemos irnos —la voz asustada de Lydia hace que salga de mis pensamientos y me enfoque en ella.

Saco la llave e inclino mi cuerpo hacia Lydia, mi mano buscando la suya con desesperación. Puedo sentir el tiempo corriendo en mi contra mientras intento transmitirle la gravedad de la situación.

—No hay tiempo —murmuro mientras nuestros dedos se entrelazan—. Lydia, van a borrarme. Cómo a Alex, y me vas a olvidar.

La mirada de Lydia se nubla con lágrimas, y su negativa silenciosa me desgarra por dentro.

—No lo haré, no —dice con voz entrecortada, puedo ver el miedo en sus ojos.

—Lydia, lo harás —confieso, sintiendo cómo el peso de la verdad se asienta sobre mis hombros—. Intenta encontrar la manera de recordarme, ¿sí?

Asiente con la cabeza, una mezcla de determinación y tristeza brilla en su mirada. Se que va a lograrlo, ella es la única que puede. Y no lo pienso solo porque quiero que así sea, lo pienso porque ella es la más inteligente y tiene la clase de poder que le permite ser más poderosa que los demás.

Lydia siempre ha sido excepcional, desde el primer día que la vi lo supe y mientras me sumerjo en nuestros recuerdos compartidos, me doy cuenta de que nunca pude ser claro con respecto a mis sentimientos. Se que fue obvio, porque prácticamente babeaba sobre ella todo el tiempo, pero siempre quise decir lo especial que es en mi vida su mera existencia.

—Fuiste la primera chica con la que baile —admito con un suspiro, recordando aquellos momentos que ahora parecen tan distantes y preciados—. Me gustaste desde el primer año, segundo año, tercer año... —continúo, mi voz temblando con emoción contenida— Que salvaste mi vida.

—Y tú salvaste la mía —responde Lydia con voz suave, sus palabras llenas de gratitud y de... algo más, puedo percibirlo.

Mis dedos acarician suavemente los suyos, deseando que este momento nunca termine.

—No olvides... No olvides que te amo —le digo con el corazón lleno de dolor.

Justo en ese momento, un trueno retumba en el cielo, interrumpiendo nuestra desgarradora despedida. Sé lo que está por venir, y sé que no hay escapatoria. El Jinete me separa de Lydia, y siento cómo me arrastran hacia atrás, obligándome a soltar su mano. Su expresión de sorpresa y horror se graba en mi mente mientras desaparezco ante sus ojos.

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