[H.G]
Hermione Granger
The perfect girl, who, in the end, had imperfections.
†††
Sábado, 9 de junio
—Y entonces, Draco insultó a Hermione, y yo intenté hechizarlo, pero como mi varita estaba rota, ¡me hechicé a mi!
Todos en la larga mesa rieron por la extraña anécdota de Ron. Hermione solo sonrió, sin querer recordar ese momento. Sí, estaba en la boda de su enemigo de la infancia, el cual ya habían perdonada desde hacía tiempo, pero igualmente se sentía como una desconocida entre toda esa gente. Aunque la mayoría eran personas con las que ya había hablado anteriormente y también compañeros de Hogwarts, no se sentía totalmente cómoda en esa sala. Su pelirrojo novio sintió su inquietud, así que le acarició la pierna lentamente. Eso provocó un escalofrío en la castaña, y le apartó la mano a Ron, que frunció el cejo.
—Sí, fue realmente divertido —respondió Hermione, sonriendo encantadoramente.
La chica sabía fingir. Era una de las cualidades que había aprendido al largo de los años y que tan bien le iban en esos momentos. No quería estar allí, pero la impresión era lo que realmente importaba, después de todo. Así que, se tragó su orgullo, y bebió de la copa de vino que el camarero le había servido. Las demás personas siguieron hablando entre ellas, y el pelirrojo aprovechó esa ocasión para acercarse al oído de su novia.
—¿Pasa algo, Hermione? Te noto extraña.
Ella suspiró, sintiendo la acelerada respiración de Ron en su sien izquierda. Olía su fragancia de limón, y no pudo más que odiarse por seguir saliendo con ese hombre que no le provocaba ningún sentimiento especial. Cuando habían empezado su relación, a Hermione le pareció estar enamorada, pero puede que solo fuera una simple impresión causada por al guerra, y que no fuera ni siquiera real.
—No, Ron, estoy bien —respondió la castaña restregándose los ojos—. Solo estoy un poco cansada, eso es todo.
El pelirrojo frunció el cejo. No acababa de creerse la escusa de su novia, pero prefirió no decir nada. Cuando Hermione se enfadaba, podía ser mortal.
—Es increíble que el hurón nos haya invitado a su boda después de todo, ¿verdad? —preguntó Ron pasando un brazo por los hombros de la chica.
Hermione se estremeció ante el contacto. Se sentía incómoda con el chico, cada vez que la tocaba, se tensaba, aunque parecía que el pelirrojo no lo notaba. Sus besos, eran amargos, y le dolía el corazón solo de pensar que debía quedarse toda la vida atada a ese hombre. Por no hablar de la poca experiencia de Ron en la cama, y de como ella siempre se quedaba insatisfecha. Sí, su relación era una completa mentira.
—Supongo que se sintió culpable. —Hermione se encogió de hombros—. Yo siempre creí que Malfoy no era tan malo. Puede que se uniera a Voldemort, pero por obligación. Y, aunque se encargó de que nuestros años en Hogwarts fueran un infierno, al fin y al cabo, se ha arrepentido. ¡Hasta ha invitado a Harry a la boda!
El chico sonrió, y luego miró a su novia con cierta sospecha.
—Hablas como si estuvieras enamorada de él —bromeó, y soltó una carcajada.
Hermione pudo notar como sus mejillas se sonrojaban y negó lentamente con la cabeza.
—Cállate, Ronald, solo lo estaba defendiendo.
—Tranquila, cariño, era solo una broma.
Un silencio incómodo invadió el poco espacio que tenía la pareja. La castaña miró al suelo, evitando a toda costa hacer contacto visual con su novio.
—Lo que más me extraña —dijo la chica de golpe—. Es que se esté casando con Astoria Greengrass. Nunca los vi juntos, y tampoco los veo enamorados.
Ron suspiró y asintió. Miró rápidamente la sala para asegurarse que nadie los escuchaba.
—Ya sabes como son estas familias de sangre pura —respondió, negando con la cabeza—. Seguramente se trata de un matrimonio arreglado. Es increíble que hoy en día, los magos sean tan estúpidos como para seguir esta tradición. —El pelirrojo volvió a aprestar atención a su comida—. Como sea, yo siempre pensé que Malfoy acabaría con Pansy Parkinson.
La castaña frunció el cejo.
—Lo dudo.
En ese momento, el pequeño móvil de Hermione, un aparato muggle de alta tecnología y que, casualmente, se había introducido en los magos, vibró indicando que tenía un mensaje. Miró a su novio, que se encontraba muy concentrado en su comida, y después lo abrió. "¿Estás en la boda?". Hermione tecleó un "Sí" y esperó impaciente la respuesta del chico. Pasaron unos segundos, hasta que recibió el siguiente mensaje. "Yo también. ¿Nos podemos ver? Muero por tenerte otra vez entre mis brazos. Estoy justo al lado de los arbustos que hay detrás de la carpa. Te quiero, princesa". La chica se sonrojó, y con una sonrisa, decidió que iría a visitar a su chico. Esperó unos minutos para que no fuera muy evidente a donde iba, y después, tocó suavemente el hombro de su pelirrojo acompañante.
—Ronald, voy un momento al baño —le dijo—. Ahora vuelvo.
Él asintió y le sonrió a su novia. Pobre Ron, tan inocente, no tenía ni idea de las verdaderas intenciones de la castaña.
—De acuerdo, cariño, pero no tardes demasiado, la boda está a punto de empezar.
Hermione se levantó de su asiento y se dirigió a la salida, mientras sentía como las cosquillas de su estómago aumentaban con intensidad.
(...)
Ella caminaba entre la oscuridad, vislumbrando las sombras de los que se encontraban en la fiesta. Los árboles, cada vez eran más altos, y los ruidos cada vez más fuertes. Hermione mantenía la cabeza baja, no quería que nadie la reconociese. ¿Qué diría la gente si se la encontraban sola en el bosque, cuando solo tenía que ir al baño? Tal vez Ron la odiaría para siempre, y Harry, porque seguro que el azabache se pondría del lado de su mejor amigo. Al fin y al cabo, en esa historia, la mala era ella, no él. Y sí, Hermione lo admitía, era malvada. Ron había sido estupendo con la castaña, y ella, en vez de agradecérselo, se refugiaba en los brazos de otro hombre. Si el pelirrojo la descubría, nunca, jamás, la perdonaría. Y entonces, habría perdido a todos sus amigos.
—¿Hermione? —preguntó una voz que la chica reconoció de inmediato.
Vislumbró su figura, y sus trajes de terciopelo. Él se encontraba sentado junto a un árbol, con su varita en mano. Su pelo casi inexistente, se mantenía mojado, y de sus labios escapaba una tierna sonrisa.
—Sí, soy yo —respondió la chica, sentándose junto a él.
En ese momento, el hombre la agarró por sus sien derecha y juntó sus labios con los de ella. Era un beso cálido, y Hermione sintió que volaba. Era mucho mejor que los que Ron le daba. La chica le siguió el beso, y, agarrándolo por la cabeza, lo atrajo hacia ella. Sus lenguas peleaban en un baile perfecto, donde lo única que importaba eran ellos dos. Se quedaron así unos segundos, hasta que la falta de aire los obligó a separarse.
—¿Qué haces por aquí? ¿Draco te ha invitado? —preguntó al castaña al moreno.
El búlgaro negó con la cabeza.
—He venido solo por ti. Sabía que estarías por aquí, y que, con tanta gente, nadie notaría tu ausencia —le explicó Krum encogiéndose de hombros—. Bueno, tal vez el pelirrojo, pero como eres tan lista, seguro que has encontrado una escusa para evitarlo.
Hermione soltó una carcajada y asintió, divertida. La verdad, es que lo echaba de menos. No siempre tenía tiempo para ver a Viktor, y lo necesitaba para poder seguir fingiendo. Él era sus fuerzas, aunque no fueran la misma persona.
—Le dije que tenía que ir al baño. —La castaña se pasó una mano por el pelo, orgullosa de su audacia.
Entonces, Krum sonrió, y ella sintió que se derretía.
—Pensará que te has ahogado en el inodoro, porque no te dejaré irte de aquí fácilmente. —Él la agarró del brazo y la atrajo hacia su cuerpo—. Te quedarás aquí toda la vida, Hermione.
Ella rió e intentó deshacerse de sus musculosos brazos.
—¡No, Viktor, no, tengo que ir a la boda!
El chico la soltó y la abrazó fuertemente. Hermione pudo sentir su aroma a jugador de Quidditch y suspiró con satisfacción.
—Ahora en serio, me tengo que ir, Viktor —susurró ella con trsiteza.
Él asintió y la dejo ir. Hermione se levantó pesadamente y se despidió del hombre con una mano. Iba a empezar a caminar cuando, de la nada, apareció una figura femenina y su amante se escondió detrás de los arbustos para no ser descubierto.
—¡McGonagall! ¿Qué hace usted aquí?
La mujer respiraba aceleradamente y sus ojos estaban ahogados en lágrimas Suspiró y miró a la chica con tristeza.
—Señorita Granger, no debería estar por el bosque en este momento, y menos sola, puede ser peligroso.
La chica frunció el cejo. "No estoy sola".
—¿Qué? ¿Por qué?
McGonagall negó lentamente con la cabeza.
—Quizá, si vuelva a la boda, lo verá —le dijo, señalando la carpa—. Si quiere, la acompaño. No puede ir sola.
Ella asintió confundida y siguió a su antigua profesora. En el momento en el que pisaron el césped de la Mansión Malfoy, Hermione supo que algo no iba bien. La gente se encontraba llorando, asustada. Algunos aurores rondaban por la zona, y Harry no paraba de dar órdenes. Los padre de Draco, hablaban con Astoria, que suspiraba pesadamente. Todo era un caos. Definitivamente, algo muy malo estaba pasando.
†††
Lunes, 11 de junio
Hermione se cruzó de brazos con impaciencia.
—¿Qué? ¿Hablarán o nos vamos a quedar callados?
Los aurores la fulminaron con la mirada y el rubio apuntó algo en su libreta que no parecía demasiado agradable.
—Granger, ¿nos puede decir dónde se encontraba ayer por la noche?
—En la boda.
Goldstein negó con la cabeza, aún mirando a la chica.
—No, tenemos informes que nos indican que usted no se encontraba con los otros invitados a la hora exacta del asesinato de Draco Malfoy. Así que, a menos que tenga algo que ocultar, ¿nos puede decir dónde se encontraba?
Ella suspiró y apartó la vista de los dos agentes.
—Fui a pasear, me molestaba mucho el ruido que había en la boda.
—¿Estaba sola?
Hermione asintió.
—Claro.
—¿Está mintiendo?—preguntó Alvery, y al no tener respuesta de la castaña, confirmó sus sospechas—. De acuerdo, señorita Granger, ¿con quién se encontraba? ¿Con su novio?
Ella negó y sintió como sus ojos se negaban de lágrimas. Ya está, Ron se tendría que enterar, así que, ¿para qué mentir? A la mierda todo.
—No, no era con Ronald —suspiró—. Estaba con Viktor Krum.
El agente rubio levantó una ceja con sorpresa.
—¿El jugador de Quidditch? —Hermione asintió ante la pregunta de Avery-—. ¿Y nos puede decir por qué una chica con novio estaba con el búlgaro a solas? ¿Qué hacían?
Hermione sintió como sus venas se inundaban de rabia.
—¿Usted qué cree? —preguntó con desdén—. No, no estábamos jugando al ajedrez.
Los dos aurores se miraron con complicidad y en ese momento Hermione supo que todos, absolutamente todo el mundo mágico, se iba a enterar de su aventura con Krum. Goldstein apuntó esto último en la libreta y después se giró hacia la chica.
—De acuerdo, gracias, Granger. La avisaremos ante cualquier novedad.
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