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—¿Escuchas eso? —Zoe dejó de ver al pequeño colibrí que intentaba desesperadamente entrar a través del ventanal, y miró hacia la cama de al lado, donde una muchacha un poco mayor que ella, se abrazaba de las rodilla y miraba a la nada.
—¿Qué cosa? —Vaciló en preguntar, pues temía cualquier respuesta que pudiera darle su compañera de habitación.
—Las voces, ¿las escuchas?
—No.
—Me dicen cosas. Muchas cosas que quiero hacer, pero ellos no me dejan —Levantó un brazo y señaló la pared de vidrio que dividía la habitación del blanco pasillo; Zoe sabía que con "ellos" la muchacha se refería a los médicos y personal que las atendían, a ellas y a el resto de jóvenes adolescentes que residían en la clínica. La chica había llegado dos semanas después de Zoe, y diez días después esta estaba convencida de que aquella muchacha debería estar en un psiquiátrico más que aquí. Su nombre era Marianella, y era bulímica.
—Zoe —Llamó el enfermero de guardia, Javier —. Ven, tienes visitas.
La muchacha bajaba de la cama y salía de la habitación donde se encontraba, mientras caminaba por el pasillo y posteriormente bajaba las escaleras con Javier detrás de ella, pensaba en todos esos días en los que había estado sin recibir siquiera una visita de sus padres, aunque no sabía porqué no habían ido a verla con anterioridad se alegraba de que por fin estuviesen allí; pero no haber sabido absolutamente nada de ellos en las últimas semana, le hacía cuestionar su importancia. Cuando llegaron al primer piso, Javier señala a la sala de visitas. Debido a que hoy era miércoles, no se recibían a muchas visitas, eso era más los sábados y domingos, entonces la sala probablemente estaría carente de movilidad.
Sin decir nada y obedeciendo, Zoe se encaminaba a la sala, donde solo habían no más de tres personas y sin ninguna vista de sus padre, en su lugar, un muchacho con el cabello oscurísimo que miraba con curiosidad a todas partes se encontraba ahí, sorprendida por su presencia, pues solo se aceptaban visitas de familiares, se acercó a él; y este al notarla, la mira.
—¿Cómo hiciste para que te dejaran pasar? —cuestionaba ella, deteniéndose frente a Andy.
—Tus padres dijeron que era tu hermano —Andy era tan distinto de Zoe que era imposible que eso fuese verdad. Cuando iba a preguntar sobre el paradero de sus progenitores, el muchacho responde —. Están hablando con los médicos.
Ella asentía cuando se sentaba en un sofá detrás de él. A decir verdad, Zoe no había cambiado en lo absoluto en estas semanas, solo que ahora sus mejillas tenían un poco más de color y sus ojos brillaban, tal y como cuando era pequeña. Andy se sentaba a su lado quedando en un silencio que no era en lo absoluto incomodo, y al igual que ella, mira hacia adelante; por otra parte, Zoe quería saber muchas cosas, cómo qué tal iba su verano y si planeaban viajar.
—¿Cómo estás? —Pregunta en su lugar, sintiendo de esa absurda manera que se protegía de algo que pudiese herirla.
—Bien —contesta simplemente — ¿Y tú? —Ella asiente, afirmando en vano, pues nunca se ha sentido tan mal consigo misma. Como una alusión tardía, Andy se quita la mochila que lleva sobre sus hombros, anunciando —. Me había olvidado, te traje algo.
Rebuscaba en su mochila un poco, nervioso, no estaba seguro de si había sido una buena idea, así que en ese momento el nerviosismo salía a flote. Hasta que dio con lo que buscaba, Zoe lo miraba expectante, ¿qué podría haberle llevado él?, cualquier cosa que fuese, la muchacha estaba agradecida por el solo hecho de que estuviese presente en su mente; así que sacaba una ziploc mientras dejaba su mochila de lado, no se había esperado que lo que fuese que Andy se hubiese dado, era un emparedado de jamón, lechuga y queso.
Tímidamente el muchacho le tendió aquello, el emparedado había sido el símbolo del inicio de su amistad (también llamado medio de soborno para que Andy la columpiara cuando iban al parque); conmovida como lo estaba, Zoe acepta aquella muestra de que todo estaba bien entre ellos. Abre la ziploc y saca el emparedado, con su mano pica un pedazo y lo lleva a su boca, donde mecánicamente lo mastica y el sabor se siente tan extraño en su boca, a pesar de llevar unas cuantas semanas internada, pocos eran los avances que había realizado, así que costaba para que aquel pedazo pasara de su garganta. Cuando al fin entra a su estomago, la joven pica otro pedazo y, de manera rápida, lo mete en la boca de Andy.
—Está delicioso. —El muchacho asintió sin decir nada, sorprendido por aquel impulso de su parte. Y ese fue el proceso durante un rato, mientras que Zoe comía un pedazo, Andy tragaba dos, alternado con una charla amena. —Gracias, por el sándwich —murmuraba, estar agradecida en cierto modo la hacía sentirse una mentirosa.
Los ojos de Andy cayeron sobre su cuello.
—Llevas el collar. —Susurra, como si no se esperase tal cosa.
—Siempre lo he llevado, desde que me lo diste, claro —Es lo único que tenía del mundo exterior que era verdaderamente importante.
Sin saber por qué, Andy miraba a Zoe directamente a los ojos, tan oscuros que lograbas perderte por completo en ellos, quizá llevándolo a cualquiera otra dimensión donde realmente sus pensamientos no fuesen claros, y su corazón latiera a un solo son. Al son de Zoe. Ella le regalaba una sonrisa sincera, y ladeaba su cabeza, como si quisiera saber qué cruzaba los pensamiento de su mejor amigo. Extiende las manos y entrelaza los dedos con los suyos.
—Estoy feliz de que estés aquí.
—Y yo estoy feliz de estar aquí —lo hala hacia su cuerpo y lo envuelve entre sus cálidos y delgados brazos, fuertemente. Aspira el aroma que desprende su cabello, queriendo grabárselo para cuando no estuviese con ella. Y, como si su lengua tuviese lengua propia, dice —: Te quiero, Zoe.
Por una fracción de segundo su corazón dejaba de latir. Aquellas palabras que enunciaban inocencia, pero escondían más sentimientos de los que Andy pretendía, tan opuestos a los de Zoe que eran hasta confusos. Lentamente se retiraba del abrazo, no sabía qué podía decir ante eso, pues claramente no sentía las mismas emociones. Sin querer polemizar, se alejó un poco; cuentas claras conservaban amistades, pero ella estaba segura que siendo franca no conservaría esa amistad. Incluso cuando ninguno de los dos estuviese siendo sincero por completo
➳ OH. POR. DIOS. ¿QUÉ FUE ESO? ¿Ustedes qué opinan sobre esa pequeña confesión de Andy?
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