No quiero hablar, no quiero decirte nada. Prefiero tragar todo, como siempre hago.

Pero pesa.

Lo puedo sentir en las piernas cuando camino. Pesa tanto que me cuesta moverme. Y me quedo parada viendo como te vas, sonriendo mientras mirás el celular, sin darte cuenta que me quedé atrás, desesperada por no poder moverme, pero aliviada, porque si no estás, no necesito decirte nada.

Pero pesa.

Me volví gris y dejaste de verme. Y yo me quedé callada, revolcándome en la miseria de ser invisible. Me quedé callada porque así es más fácil. Es más fácil tragarse todo.

Pero pesa.

Me quedé parada, viendo como te vas, sin darte cuenta que me quedé atrás.

Dura, muda y gris.

Escribí esto el 3 de mayo de 2020, un domingo oscuro de cuarentena.