5
— Buenos días.
La fría brisa era refrescante, aún más cuando eras consciente de la rareza de ello en un circuito tan abrumador como lo era Abu Dhabi.
— Buenos días. — Le respondieron amablemente los trabajadores.
Lewis no tenía un plan exacto para ese día. Toto había solicitado su presencia en el paddock como una muestra de apoyo a los nuevos ingresos, y él, tan acostumbrado a seguir sus órdenes, aceptó. No tenía que hacerlo, ni siquiera iba a ser él quien manejara la monoplaza ese día; pero algo dentro suyo no pudo evitar presentarse allí.
La nostalgia era demasiado pesada en esos momentos. Al finalizar de esa carrera, Lewis era oficialmente parte de Ferrari, vestiría de rojo por el resto de sus días.
— ¡Lewis!
El británico giró en sus talones, sorprendido por el grito que lo sacó de la espiral de pensamientos. George se acercaba trotando hacia él, brazos abiertos en espera de un gran abrazo una vez acortara la distancia.
— Hey...
Se vio envuelto entre largos brazos, aplastado en el pecho de su compatriota y sin salida aparente. El perfume de George era más pronunciado en esa posición, los tonos de hierbas invadieron sus fosas nasales, y sin darse cuenta, se encontraba ya extrañando ese aroma sin importancia.
— Pensé que no vendrías hoy.
— Quedarse solo, únicamente iba a empeorar todo. — Habló, aún sin despegarse del pecho de su compañero.
George no respondió, solamente dedicándose a apretujarlo en sus brazos.
•
Se dedicó a recorrer el paddock. Se necesitó de los esfuerzos de todos los integrantes de Mercedes para preparar a Kimi para ese Gran Premio: lo dejaron a la deriva con un simple "Te vemos después".
Con mucha más tranquilidad, manejaba su scooter entre las personas, imitando inconscientemente las maniobras que desarrollaba en pista, en los pequeños pasajes.
— ¡Hamilton! — Ignoró el llamado. Subió la música de sus audífonos al tope y aumentó la velocidad.
Pronto, no fue solo una persona la que lo llamaba, eran decenas. Estaba rodeado por periodistas de diferentes países, fans tratando de sacarse fotos con él y transeúntes que se aglomeraron para ver lo que pasaba.
— Mierda...
Trató de encontrar una vía de escape, un hueco entre los cuerpos aplastados para poder marcharse del lugar. No encontró ninguno.
— ¡¿Cómo se siente, sabiendo que es su último día?!
— ¡¿Hay tensión entre usted y Antonelli?!
—¡¿George Russell seguirá siendo su amigo?!
Lewis soltó un suspiro. Esto no era lo que tenía planeado para el día, pero era plenamente su culpa por alejarse de la parte más segura del paddock.
No quería tener que responder preguntas de su salida de Mercedes, de lo que esto implicaba para sus relaciones personales y profesionales. Era algo que estaba evitando lo más posible, aún cuando grandes directivos ya habían dado su opinión del tema.
—¡¿Asistirá a la boda de Pérez y Verstappen?!
La nueva pregunta le llamó la atención. Una joven, con falda rosada en conjunto con un blazer del mismo color, se apretujaba entre dos hombres corpulentos para tratar de llegar al frente de la muchedumbre.
— Si, voy a ir. — Señaló a la joven, y sin pensarlo respondió.
— ¡¿Su relación con Toto Wolf se ha roto?!
— ¡¿Cree que Fred será mejor director?!
—¡¿Cuando será la boda?!
Una vez más, se concentró en la pregunta de la muchacha.— No puedo decirlo, eso le corresponde a ellos.
—¡¿Ferrari lo hará competir con Leclerc en pista?!
—¡¿Será el primer piloto?!
—¡¿Estuviste en el día del compromiso?!
— Yo ayudé ese día, si. — Agarró con más fuerza la manija del scooter, esperando que todo se acabara rápido.
— ¡¿Estuviste con Verstappen o Pérez?! — Los reporteros se dieron cuenta del patrón de las únicas preguntas que respondía, optaron por seguir ese rumbo con tal de sacar algo de él.
— Con Checo. — Tras pensarlo un poco, decidió agregar — Lo mantuve entretenido por la mañana mientras que Max preparaba todo.
—¿Nos podrías contar que estuvieron haciendo? — La joven del principio se acercó a él, dándole una sonrisa tranquilizadora, consciente de las emociones que el piloto experimentaba.
— Fuimos a desayunar a una cafetería. Max necesitaba mantenerlo alejado por la mañana, no me ocurrió una mejor idea que llevarlo a comprar algo de ropa para que no se preocupara en llamarlo por un buen rato.
— ¿Cómo fue? Me refiero a la pedida.
Lewis sonrió un poco antes de contestar, un poco más relajado con la situación. — Fue como Checo siempre lo imaginó. Soñó con tener algo privado, algo que solo sea entre ellos dos. Max logró hacerlo realidad.
—¿Pérez estaba esperándolo? ¿Ya sabía que Vestappen le iba a pedir matrimonio?
— No — Lewis soltó una pequeña carcajada, suave y cariñosa. — Pero hablábamos de eso. Sergio se imaginaba una boda desde que la relación se estableció lo suficiente para llamarse 'pareja'.
—¡¿Qué hay de la rivalidad entre usted y Verstappen?! — La pregunta vino desde atrás de la multitud. Lewis no logró ver quien fue el que gritó.
— La rivalidad no salió de la pista. — El británico aclaró, tensándose brevemente al recordar el pasado, de cómo a las malas aprendió a seguir esa regla.— Así es este deporte. Debes saber separar tu vida personal con las peleas dentro del circuito. Max y yo nos llevamos bien; no voy a negar que parte de nuestra amistad tiene que ver con Checo.
— ¿Vas a ser el caballero de honor de Checo?
Una pequeña niña, vestida de los colores de Ferrari se escabulló entre las piernas de los periodistas, rodeando a los fans y saliendo ilesa entre los empujones de los adultos. La niña se acercó a él, abrazando el peluche de perro con uno de sus brazos, y mirándolo con los ojos brillosos de emoción.
— Si Checo me lo ofrece, estaré más que conmovido, cariño. — Lewis se arrodilló hasta su altura, alzando una mano para acariciarle el cabello. — Esperemos que me lo pregunte pronto ¿no?
La pequeña se rio y se abalanzó hacia él, buscando un abrazo antes de correr por su madre.
— ¿Algo más que quisiera decirle a sus amigos? — La misma joven del principio le preguntó.
— Realmente estoy feliz por ustedes. — Habló, mirando directamente a la cámara de la reportera y ofreciendo una brillante sonrisa, esperando transmitir su felicidad en ella. — Checo, los sueños que compartimos de jóvenes se están haciendo realidad, estoy muy emocionado por ver cómo el futuro se va a desarrollar ante nuestros ojos. Voy a extrañar las salidas de media noche a lugares muy cuestionables — Lewis rio, recordando las escapadas nocturnas con el mexicano a bares de mala muerte. — Ahora vamos a tener que invitar a Max también; un poco más de caballería pesada no nos vendría mal.
Sentía decenas de cámaras grabándolo, apuntándole desde todas las direcciones, esperando captar su mirada.
— Max, creo en tu capacidad de proteger a los que amas; agradezco que Checo sea parte de esas personas. Sé que no le va a faltar nada, va a recibir el amor que tanto se merece, y este es solo un paso más en sus vidas. Estoy muy feliz por ustedes.
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