PERSONAJES REALES
Hace ya varios días me pidieron que escribiera una entrada sobre cómo construir personajes que se sientan reales, tan reales como la gente que conocemos o que vemos por la calle. Sé que este suele ser uno de los aspectos que más quebraderos de cabeza pueden darle a un autor. Lo sé por experiencia propia.
Siento que muchas veces nos obnubilamos tanto con la trama del libro que estamos escribiendo, que nos olvidamos de los personajes, de darles tiempo de evolucionar no solo como pilares de una historia, sino también como personas. Esto es normal y no es algo malo de por sí. He conocido escritores que hacen esto de manera consciente, porque el argumento de lo que escriben les parece más importante. También he notado que a muchos lectores les aburren aquellas escenas que solo sirven para mostrar un aspecto nuevo o profundizar otros viejos de un personaje en particular. Esto tampoco me parece mal, solo que no coincide con mi forma de ver la literatura. Me ha sucedido en algunas ocasiones que me topo con historias muy buenas e interesantes, pero que adolecen de unos personajes que, o son muy planos o muy insoportables.
Por ejemplo, me pasó una vez con una historia que por portada y por trama me llamó de inmediato: se llama "Vieja escuela" de Tobías Wolff. La novela no solo se trata de un internado, sino que está ambientado en una institución que busca potenciar el talento literario de sus alumnos. Son los concursos de cuentos o de poesía los eventos importantes durante el año escolar, lo contrario a la mayoría de los colegios que se centran en los eventos deportivos. Y por si fuera poco, está ambientado en otra época (primera mitad del siglo XX, por lo que recuerdo). Por esos años estaba buscando información sobre internados, así me tiré de cabeza a leer el libro... y me llevé una gran decepción. Era una trama interesante y la ambientación estaba muy bien lograda (saqué varias ideas de él para El Club), pero el protagonista era tan insufrible que di gracias por la poca cantidad de hojas y por el corto tiempo que me llevó leerlo. No, no tengo problemas con que los personajes sean antipáticos o se comporten de manera poco ética o inmoral. Todo lo contrario. Mi problema con este chico (lo nombraría, pero jamás dicen su nombre en todo el libro. Se supone que esto se debe a que el narrador es él, pero meh) es que jamás logré comprenderlo, ni entender sus objetivos, ni ponerme en sus zapatos. Me daba exactamente igual lo que le pasara y cuando hizo algo canalla hacia el final del libro solo pude pensar: "qué hijo de puta más imbécil". Que me ocurriera eso con un protagonista que además era el narrador de su historia, me mató todo el amor que pude tenerle a la novela.
Eso es por dar un ejemplo, pero cosas similares me han sucedido muchas veces. Por ese motivo, desde que comencé a escribir decidí que siempre daría especial atención a los personajes, aunque eso a veces significara hacer un alto en la trama central del libro. Eso me ha llevado a algunos debates con lectores, pero es una decisión de autora que no pienso revocar.
Ahora, ¿cómo construyo a mis presonajes? ¿En qué me fijo?
Vamos a ello:
1.- Lo crucial es el detalle.
Creo que ya dije lo importante que son los detalles para mí, pero lo repito porque donde más me centro en ellos es cuando creo a mis personajes. Y con detalles me refiero a cosas que parecen no importar, que no tienen ninguna incidencia en la trama, pero que ayudan a sentir que el sujeto que aparece entre las páginas del libro podría ser cualquiera que uno conozca.
Habitualmente nos detenemos en la descripción física, pero para mí eso es lo menos importante. Entiendo que muchos lectores necesitan esto para imaginarse bien a los personajes, pero a mí me preocupa más que estos tengan un aire, un forma de moverse, rasgos distintivos. Y no, no me refiero al tono exacto de castaño de su pelo o la forma en que el color azul mar de sus ojos brilla a la luz del sol. Sí, que estos son también detalles que ayudan a formarse una imagen. Pero para mí las personas son más que colores; son, por ejemplo, gestos. Qué cambios sufren sus ojos cuando sonríen, o cuando se enojan; o con qué movimientos demuestran que están nerviosos; o tratar de imaginar el tono de su voz; o si sus carcajadas son largas y bulliciosas o, por el contrario, si se ríe "para dentro". De qué sirve saber que X personaje tiene el pelo rubio oscuro, la piel clara y los ojos color verde esmeralda si ese rostro no tiene movimiento para mí, si no puedo visualizarlo más que como una fotografía.
Los detalles no terminan en lo físico, claro que no. Es necesario también conocer la historia del personaje, su contexto. Suelo decirlo seguido, pero estos detalles no necesariamente tienen que aparecer en el libro. Es difícil que un autor logre transmitir personajes reales si no los siente reales él mismo. Y para eso, muchas veces, debemos conocer cosas de ellos que no todos conocen. Así como pasa con los amigos o con la familia. Un personaje que da la sensación de tener capas aún por descubrir llama más la atención y se siente como alguien que puede salir de la página de un momento a otro.
2.- Los defectos y cualidades precisos.
No es una sorpresa para nadie que si le damos a nuestros personajes un puñado de defectos (aunque sean los buenos de la historia), los hará sentir más reales. Pero, un problema que veo seguido es cuáles son los defectos que se les dan. Me da un poco de risa cuando dicen: "mi protagonista no es el típico protagonista sin defectos. Es súper sarcástico, anti social y esquivo con la gente". ¿En serio? ¿En serio? Díganme la verdad: ¿a quién en la actualidad le cae mal una persona sarcástica? Ya, puede que algunas almas caritativas detesten ese tipo de comportamiento, pero no el mayor porcentaje de la población mundial. Si no piensan lo mismo, pregúntense por qué entonces Sheldon Cooper es el personaje más popular de The Big Bang Theory, o por qué el Sherlock de Benedict Cumberbatch levanta tan fandom. Pues es simple: son personajes buenos, pero antipáticos, que siempre sueltan comentarios geniales e irónicos sin mediar demasiada provocación. Ser anti social tampoco le parece a casi nadie un defecto, por motivos muy similares a los anteriores. En esta época llama la atención esa gente que se queda en un rincón apartado de la fiesta y que te miran de arriba abajo si te acercas a saludarlos para entablar amistad. ¿Por qué pasa esto? No tengo ni idea, pero pasa. Así que ese tipo de "defectos" no son defectos, al menos no para la mayoría de la gente.
Y por defectos de verdad no hablamos que sean psicópatas violentos, con una ira que más parece un volcán en erupción o cosas por el estilo. No, hablamos de defectos que son comunes de encontrar a nuestro alrededor, pero que nos molesten de verdad. Por ejemplo, yo detesto a la gente exagerada, que arma un lío por un vaso roto (hola, mami). También me molestan los que tratan mal a los meseros en los restaurantes, a la gente que habla sin saber, que trata mal a los niños, que se comen toda la comida de la nevera sin importarle el que va a llegar más tarde, y así podría seguir por mucho tiempo. Estos son defectos (para mí) que no vuelven mala a una persona, pero que sí me hacen rodar los ojos o querer estrangular algo, de ser posible algo vivo. Tampoco dejo de querer a mis amigos o a mi familia por tener estos rasgos, solo me recuerdan que son humanos y que como humanos cometen errores. A ellos les puede molestar mi indiferencia, mi impuntualidad, mi flojera, mi costumbre de adelantarme a lo que la gente quiere decir, mi torpeza (pero esa torpeza que no es "atractiva", sino la torpeza torpeza), etc.
Algo que me ayuda mucho es recordar que todos somos intolerantes en algún momento o con algo en particular. Por ejemplo, una de mis partes favoritas de Ron Weasley como personaje (no como persona) es cuando se sorprende y decepciona al enterarse que Hagrid es un semi gigante. En ese instante, Ron, que no suele vanagloriarse por su pureza de sangre, tuerce el gesto al saber que uno de sus amigos es un mestizo y, sobre todo, que su sangre está mezclada con otra de tan baja calaña para un mago como un gigante. Esto no transforma a Ron en una copia de Malfoy, pero nos recuerda que muy en el fondo de él yace algo muy similar a aquello que odiamos en Draco. También recuerdo cuando en el quinto libro, a Harry se lo come la envidia porque Ron fue nombrado como Prefecto y él no. Sí, en ambas ocasiones los dos me cayeron mal y me decepcionaron, pero como autora admiro mucho a Rowling por detalles tan sutiles que cumplen la noble función de volver más reales a sus personajes.
Si con los defectos cometemos errores, también lo hacemos con las cualidades. La bondad extrema, la inteligencia sin reveses, la perseverancia a pesar de cualquier obstáculo... todo eso es muy difícil de encontrar en la vida real. Hay gente buena, sí, pero no existe la gente buena siempre o con todos lo que le rodean. Hasta Jesucristo agarró a latigazos a los vendedores del templo. Hay gente muy inteligente, hay genios, pero qué extraño es que todos los genios estén en los libros, ¿no? Hay personas muy trabajadoras y que, cuando se proponen un objetivo, luchan a brazo partido por él. Pero la gente se cansa, tiene dudas, se deja llevar por el miedo ante el futuro, etc.
En conclusión, hagamos personajes que no sean personificaciones sin matices de sus defectos o de sus cualidades. Se puede ser inteligente sin ser un genio, bueno sin ser perfecto, perseverante sin tener una energía digna de un Superman cocainómano. También se puede ser homofóbico sin ser nazi, mentiroso sin ser un timador, violento sin pegarle a todos por cualquier cosa.
3.- Los diálogos muestran personalidad.
Uno de los errores más grandes en cuanto a diálogos es cuando todos los personajes hablan igual. Sí, muchos autores buscan corregir este error, pero a veces lo hacen más para evitar tener que poner a cada rato acotaciones que por realmente querer que sus personajes tengan una forma de hablar característica.
A esto último yo lo llamo "perfil linguístico". No hay que olvidar que la gente habla de determinada manera por algo, no porque sí. Puede deberse al lugar donde nació (no, no hablo solo de los acentos), a la educación que tuvo, a la gente con la quese ha relacionado, los libros que ha leído, etc. Por ejemplo: ¿se han dado cuenta que con solo escuchar hablar a un nerd podemos saber que lo es? ¿O a un fanático del anime? Hagan la prueba. Me ha pasado varias veces que detecto si alguien es de determinada religión o rama del cristianismo solo por cómo hablan (ojo, no por lo que hablan). Lo mismo me pasa con otros aspectos, como el lugar donde viven o sus aficiones. Si X personaje es una excepción a la regla y no habla como se supone que tiene que hablar, expliquen por qué.
Lo crucial es recordar que los diálogos son una de las armas más importantes a la hora de mostrar en una novela o un cuento cómo es el personaje. Hagan que cada vez que hable se sepa quién es, pero también logren que eso sea consistente durante toda la historia. Y si no lo es, que tenga un motivo.
4.- Rozar la impopularidad.
¿Les pasa que siempre quieren o esperan que los lectores amen a sus personajes? Pues si eso sienten, es súper normal. Porque cuando eso no pasa, nos duele como si odiaran a alguien muy cercano o a nosotros mismos. Pero la verdad es que si escribimos cuidando cada detalle para que nuestro personaje nunca roce la impopularidad, no vamos a poder crear a un personaje que se sienta como alguien de carne y hueso.
En lo particular, me importa más que mis personajes provoquen emociones. Si estas emociones son el cariño, la comprensión, la simpatía, el amor, el odio o el instinto asesino, ya hice mi trabajo. Me gusta que la gente se decepcione de Frank como persona, porque eso es mucho mejor a que se decepcionen de él como personaje. Y así con todos. Y para lograr esto, lo esencial es que yo misma no los idealice. Cuesta, sí, pero es necesario.
4.- Observen.
Otro consejo con el me repito, pero es que no puedo evitar ponerlo en casi todo. Si quieren que sus personajes se sientan más reales, observen a la gente real a su alrededor. Dense cuenta cómo los que nos rodean son tridimensionales, no solo en el aspecto físico, sino también con lo que tienen en su interior. Siempre hay algo que no vemos, algo que no encaja del todo. Es tan común que pidamos consecuencia en los personaes, pero la verdad es que en el mundo en que vivimos, la consecuencia es tan difícil de encontrar como la objetividad.
¿Cuál es el personaje más real que han leído en un libro?
¿Y el menos real?
Gracias por leer y si tienen algo de comer, de ser posible algo salado, mándenlo a Chile :3
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