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EL ARREPENTIMIENTO DE LOS AUTORES


Si hay un defecto que tengo y que me pesa (a veces) es que soy una máquina de spoilers, para comérmelos y para hacer que otros se los coman. Un par de lectores pueden atestiguar que no hay que apretarme demasiado para que suelte datos importantes sobre mis historias. La verdad es que disfruto dejando caer datos sueltos, informaciones a medias, así que aunque al principio me siento culpable, después me divierto mucho viendo cómo se devanan los sesos tratando de encajar el spoiler en la trama.

¿Para qué les cuento todo esto? Fácil, es que cuando los lectores se enteran de cosas que van a pasar pero que aún no han sucedido en las historias, a veces (pero solo a veces, ¿eh?) le piden a uno que medite sobre sus decisiones. Que recapacite. Que no lo haga. "Que por favor, no sea mala, Aileen... aún se puede arrepentir de su maldad". Y esto me hizo meditar en cuando los autores se arrepienten de sus decisiones. En como todos los que escribimos nos enfrentamos en ocasiones a la sensación de que si reescribiéramos tal o cual escena nos quedaría muuucho mejor. O peor (a mi juicio), que si pudiéramos volver atrás, ese asesinato literario que cometimos o esa pareja que juntamos, ya no iría más. Es una situación compleja, cuando uno se decide a escarbar en el asunto. Y como no me puedo quedar con la espinita, voy a expresar aquí lo que pienso sobre el tema.

Primero ataquemos a los escritores publicados... Si hay algo que no me gusta es cuando un autor, en vez de publicar nuevas historias, se dedica (o le obligan a ellos sus editores, no sé) a reeditar sus libros anteriores. Eso de sacar una versión "revisada" o "extendida" de un libro que ya lleva su tiempo en el mercado, siempre logra exasperarme. Entre finales del año pasado y lo que va de este me sucedió con dos autores chilenos a los que sigo. Ambos pasaron de ser nombres poco o medianamente conocidos en el mundillo literario local a ser súper ventas y los dueños absolutos del ránking de los más vendidos. Y como sacan entre dos o cinco libros anuales, se mantienen en dicho ránking casi todo el año. El problema es que de esos cinco libros, dos son reediciones de libros suyos ya publicados. De Baradit, por ejemplo, me faltaba leer una de sus novelas, titulada Synco. Me la compré como en Noviembre del año pasado, la leí, fui a una de sus firmas para tener su autógrafo... ¡y el hijo de su santa madre acaba de sacar la versión extendida! Y yo ahí, con la versión añeja nuevecita de paquete. Entonces yo me pregunto: ¿para qué? Si escribiste un libro, le pusiste el punto final y hasta te lo publicaron, por qué, pasado un tiempo, le agregas cosas. Si fuera corregir errores lo entiendo, pero por qué AGREGAR cosas. Eso me hace pensar en dos opciones: sacan la reedición para ganar plata y le añaden unas cuantas páginas para simular que vale la pena o la seguridad que sienten en cuanto a sus historias pesa menos que mis ganas de trabajar.

En lo personal, tengo una novela ya terminada que está solo publicada en Wattpad. Cuando yo quiera puedo meterme al archivo y corregirlo, o sacarle escenas, ponerle otras, alargarlo, acortarlo, etc. Podría hacerlo, pero cada vez que pienso en las posibilidades que eso pone a mi disposición siento que le estoy siendo infiel a la historia. Que sí, que tiene errores que planeo corregir, pero son más que nada errores narrativos, no nudos de la trama. Para mí el libro está terminado y si alguien lo publicara en físico no solo estaría terminado, sino que además estaría en una caja de cristal sellada al vacío: se puede mirar, pero no se puede tocar.

Si me molesta que los autores le agreguen cosas a sus libros o le añadan otras para que queden más "completas", me molesta aún más aquellos que cambian lo que ya está escrito. Y un escaloncito más arriba, están los que piden "perdón" o anuncian públicamente su arrepentimiento. Sí, hablo de casos como los de Rowling, que se comprometió a a pedir perdón por los personajes que mató año a año. ¿Por qué? ¿Porque sus lectores sufren? Pues si no quería que sufrieran no los mata desde un principio y ya. O se dedica a escribir obras de humor.

¿Qué pasa con quienes publicamos por capítulos y cuyos libros siguen siendo borradores incluso después de que otros los lean? Pues ahí el peligro aumenta. Porque cuando uno está publicando una novela por entregas, se vuelve muy sensible al ánimo de los lectores. Ya ve venir sus reacciones (al menos la mayoría) respecto a tal o cual escena del libro. Sabe que si mata a X personaje, van a sufrir, mientras que si matan al personaje Y algunos puede que se pongan felices. Sucede lo mismo con aquellas cosas que planeamos que hagan nuestros personajes, que pueden provocar reacciones no muy amables en el público y que, tememos, pueda alejarles de nuestro libro. Si la reacción del autor en cuestión es cambiar lo que tiene pensado hacer, y los únicos motivos que tiene para ello, lo niegue o no, es la posible respuesta de sus lectores, esa reacción, al menos desde mi perspectiva, es un error. Y un error grande.

Pero, ¿por qué me parece un error? Fácil de nuevo: porque me huele a que el autor en concreto tiene en demasiado alta estima la opinión del resto. Y el problema es que la opinión del resto le importa no solo para ayudar a ser un mejor autor, sino que se adapta a lo que los lectores quieren. Si siempre estuvo en sus planes ir avanzando por la trama según la respuesta de su público, bien por él. Es una opinión que no comparto, pero tampoco voy a armar una hoguera para tirarlo a ella. Ahora, ¿qué pasa cuando sí sabemos lo va a pasar en nuestra historia y lo cambiamos al notar que no le va a gustar a los lectores?

La verdad, no recuerdo ni una vez que me haya pasado esto, pero no puedo asegurar que nunca ocurra. Es algo de lo que nadie está libre, a mi juicio. Tal vez todo aspirante a escritor, antes de que lo publiquen, piensa como yo: le hace la cruz a las reediciones, a las versiones extendidas, revisadas, a escribir con una mano en el lápiz o sobre el teclado del computador pero los ojos y los oídos bien atentos a lo que sus lectores quieren. Después, cuando se alcanza cierta "fama", puede que uno vaya perdiendo esa perspectiva tan cerrada. Tal vez. Y ojo, tampoco estoy negando la posibilidad de que un autor, mientras escriba su obra, tenga prohibido cambiar cosas ya decididas. Es su obra y puede hacer con ella lo que quiera, además que solo cuando uno se larga a escribir una novela, cuando esas ideas que vagaban por su cabeza toman forma, es posible darse cuenta si funcionan o no. Así que es normal que uno vaya cambiando cosas. También creo que es casi imposible no ceder, aunque sea un poco, al fan service, sobro todo en plataformas como esta, donde uno tiene un contacto tan directo con sus lectores.

Es porque sé todo esto, pero sigo pensando lo que escribí más arriba, que he decidido agarrar todo loq ue he decidido sobre mis novelas a lo largo de los años y separarlas en dos grandes grupos: las decisiones POR TOMAR y las decisiones YA TOMADAS.

Tengo la costumbre de siempre enfocarme en la escritura de un proyecto literario, pero estar pensando constantemente en todos los demás. En el caso de El Club (la novela que escribo en la actualidad) tengo casi todo ya decidido. Me falta más que nada escribirlo y algunas escenas sueltas por ahí. El final está escrito en mi cabeza desde hace mucho y ya tengo un borrador escrito del Epílogo. En definitiva, es algo así como un bebé en sus últimos días de gestación... y con un parto muy largo y doloroso a la vista, pero ese es otro tema. En cuando a mis otras historias, en cambio, el asunto es muy diferente. Para mí son apuntes, ideas sueltas, tramas individuales más o menos formadas con las que algún día espero formar un buen tejido narrativo. Hay muchos aspectos de ellas que aún desconozco y otros que solo puedo entrever. Esas historias, entonces, están plagas de DECISIONES POR TOMAR. En el otro extremo, El Club solo se compone de DECISIONES TOMADAS. Tener claro esto me ayuda a que, cuando subo capítulos de esta historia, sé que por muchas cosas que me digan, no voy a cambiar lo que ya he determinado que irá sí o sí. Aunque solo me guste a mí, aunque haga sufrir a los lectores, aunque otras puedan pensar que otro final sería más apropiado.

Para mí, en definitiva, los autores pueden arrepentirse de cómo está escrito un libro. Incluso, si pueden, es lícito que lo mejoren. Pero siempre que toquetean no la forma, sino el contenido, me pica el bichito de la desconfianza, el que me lleva a preguntarme cuáles son los verdaderos motivos de esto. Probablemente esté siendo dura o intransigente, pero ya he dicho antes que aquí solo dejo mi opinión, la que no tiene por qué estar bien. Solo es lo que es y es mía.


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