× Capítulo dos. ×
El hombre se ha detenido cuando me he hecho ovillo en el suelo y pido entre susurros que se detenga, pido piedad, sé que no puedo morir por golpes porque de alguna manera ya estoy muerto, pero me duele cada golpe que ha dado en mi cuerpo que es imposible expresarlo, esto es mucho peor que los golpes que he recibido en mi vida mundana, este hombre tiene mucha fuerza. Veo como el hombre comienza a alejarse de mí para volver a su lugar, siento mis lágrimas bajar por mi cara y me refugio en la mirada al piso, tengo que ser fuerte, no tienen que ver que soy débil, seco mis lágrimas y me repongo con dificultad por el dolor que se ha posicionado en todo mi cuerpo, los miro, me limpio la sangre que cae de los orificio de mi cara, y me levanto.
— He cumplido, mi madre no va a ser tocada.
Todo el ambiente está pesado, todos me miran, pero sus miradas ya muestran lástima por mí, excepto Raphael, parece divertido por la situación, o es eso lo que supongo, porque su rostro está serio, su mirada fija en la mía, no hay emociones, no hay nada más que seriedad, me da mucho más miedo que me mire después de lo que me hizo hacer, creí que salvaría mi vida, la está volviendo a destruir la primera semana.
— ¿Vas a contar la verdad?— pregunta.
— ¿Qué?
Todos también se sorprenden por la pregunta de Raphael, tan repentina, tan confusa ¿Acaso noto mi mentira y por eso me castigo? Imposible, aunque sea eso, no tiene el derecho de humillarse tanto, de hacerme sentir como si fuera nada, de hacer que me golpeen para su diversión.
— No trabajaste de nada de lo que has dicho, la droga no se compra con centavos, vale plata, mucha plata ¿Entonces qué pasó realmente?
Eso es entrar en mi privacidad, no respetar mi vida, es como si confirmara que ya no soy yo, ya no soy una persona, sino que realmente soy suyo, que puede mandarme, que pueda hacer conmigo lo que quiera, que puede apropiarse de mi vida como si fuera suyo. Creo que me arrepiento de no haber elegido a otro de los jefes, ya me estoy viendo que este no es mi lugar, lo odio, lo odio mucho ¿Por qué me hace esto frente a los demás?
— Me he prostituido desde los dieciséis hasta meses antes de cumplir mis dieciocho, para pagarle los vicios a mi madre, quería olvidar esa mala vida, quería... Quería hacer una nueva vida pero no me lo permitió señor.
— Vete de aquí— ordena Raphael.
Asiento, y salgo casi corriendo de ese lugar, Fran está esperándome en la puerta, me derrumbó cuando está se cierra a la espalda de nosotros y me dejo llorar, creí que no lo haría, he tenido contratos con personas peores, me violaron, me maltrataron, me usaron entre mucho y tuve que chupar muchos de sus miembros sucios rogando no pegarme una enfermedad, si ganaba buenas plata, pero el dolor de mi alma era mucho más grande. Hoy aparecieron todos esos recuerdos.
Fran se arrodilla y golpea mi espalda con un poco de fuerza, creo que es consuelo de su parte, solo que se ha olvidado cómo realizarlo de la forma correcta. Me hace sentir un poco mejor, porque creo que al ser el nuevo soy el único que tiene esos sentimientos mundanos por mi repentina transformación, aunque creo que es una desventaja también, ellos ven mi vulnerabilidad.
— Lo hiciste bien, muy bien Lewis.
— Me han golpeado mucho, si eso es bueno, no quiero ver lo malo.
Algún ruido como una risa sale de sus labios, quiero pensar que es una, porque si lo veo de manera más real parece como un quejido, o algo parecido. No sé lo diré, dejaré que pase.
— Pero lo hiciste por la vida de tu madre, Raphael admira a las madres.
— Me hizo decir sobre mi pasado.
— Solo mentiste, las mentiras se descubren tarde o temprano, él solo acortó los tiempos— dice— vamos, levántate, hay que irnos de aquí, te daré algo para que las heridas curen más rápido.
Cuando llegamos a la cocina, todo es mucho más tenso, una chica me ofrece un vaso y me dice que es la mejor sangre para superar una angustia, y me hace pensar si ellos le hicieron lo mismo, si ellos se aprovechan de los nuevos para su diversión o si le han hecho cosas peores. Fran se ha quedado solo sentado a mi lado, como si fuera una estatua, aunque anota algo en su libreta cada tanto, siento que me está analizando, que está observando cada conducta que hago o lo que digo y lo registra. Pero lo peor de todo es que ninguno cuenta su historia aquí adentro, capaz soy nuevo, o solo que ellos están acostumbrados a estas reglas, a este silencio, a esta sumisión. Entonces un mensaje llega al celular de Fran y este sonríe y me mira.
— Felicidades novato, se te ha permitido unirte a los diurnos, al parecer tu valentía les ha gustado. — Dice— Antes de irte me buscas, te daré tu celular, y te presentare al grupo que se le permite salir.
Entonces como si hubiese estado esperando solo esa información deja su silla y desaparece a través de la puerta, quedo solo en la cocina, con el vaso de sangre que me regalaron, aunque el dolor del recuerdo vivido sigue ahí. No puedo dejar pensar si en verdad todos los que estamos aquí han pasado lo mismo que pase, que sea su ritual de iniciación, si las personas que entran una vez a la semana y no regresa es porque se niegan a hacer lo mismo, si los matan o solo los hacen desaparecer, aunque siempre sale una persona de los elegidos, no sé porque las personas tienen un secreto a esto, porque no hacen nada y porque muchos quieren tener su turno de ir ahí. No importa si ellos quieren hacernos sumisos, que bajemos la cabeza, una cosa es estar agradecido por la mano que me han dado, otra cosa es que tenga soportar tales maltratos, tengo que averiguar que sucede o salir de aquí.
— No pienses tanto, los que piensan tanto tienen sus consecuencias aquí— me dice un chico que revisa en la heladera— por una razón, al llegar a esta vida tu identidad se pierde para ser solo de ellos.
— ¿Alguien no ha hecho nada?— le pregunto preocupado.
— La única que casi pudo cambiar todo esto murió por sus manos, según dicen fue infidelidad de su elegido.
— ¿Elegidos?
— Si, sus elegidos, los mismos que están detrás de ellos en sus reuniones. Pero no busques más, hay mucho peligro para los niños curiosos.
Entonces el chico desaparece, como si nunca hubiese hablando conmigo, y el silencio me rodea, el miedo me está invadiendo, he visto muchas películas y estos casos son muy comunes, pero vivirlo en carne propia y no saber qué hacer da mucho miedo, hace querer huir lo más rápido posible, pero sabes que si lo haces puedes morir, no soy bueno, ellos son un mundo, pueden encontrarme con un chequeo de dedo y matarme en un pestañeo, nadie me creerá, tampoco tengo prueba de que todo esto está ocurriendo realmente, pueden tratarme de loco, puedo sufrir todas las cosas negativas que puede traer esa acción. Todos tienen visiones y opiniones malas sobre este asunto.
— Tú.
Me caigo al suelo por la sorpresa y me arrastro hacia atrás hasta chocar con la pared, el jefe Raphael Santiago esta frente a mi vista, con su misma vestimenta, con su mismos guantes, con esa mirada tan neutra pero ahora considero tan prejuiciosa sobre mí, porque después de que me saco mi verdad a la fuerza, de esa manera tan horrenda, se que a todos les causo asco. Culpa de él, ahora la cuestión es ¿Qué hace aquí? ¿Qué quiere? ¿Quiere seguir con la humillación? El vampiro mayor camina hasta donde estoy y se arrodilla frente a mí, no lo miro, sino que dirijo todo mi cuerpo hacia la dirección izquierda para poder ocultar y protegerme de lo que quiera hacer.
— ¿Me tienes miedo?
Sé que eso es lo que está buscando, que le afirme que con lo que ha hecho le estoy confirmando que soy suyo, que puede hacer en mi todo lo que quiera, que bajaré a sus pies, pero a mí me conocen por distintas cosas en mi vida mundana, por ser fiel a su madre y por nunca rendirse a nadie cuando considero que no hay motivos para hacerlo, estos hombres me hicieron sentir humillado y no van a tenerme, no voy a ser sumiso a ellos, no me quedare quieto ni con los brazos cruzados, aunque sea lo último que haga, y tratare de huir esta misma noche de su lado.
— No.
Su mano llega a mi cuello y presiona con sus dedos en ellos, con fuerza, hace que mi mirada va hacia él, siento como mi cuerpo se afloja y me quedo petrificado mirándole, sus ojos de color avellanas me miran, y lleva una sonrisa con sus colmillos afuera, como si le gustara esto, que alguien le conteste mal y así poder desquitarse, mostrar su poder, con su mano desocupada acomoda su cabello hacia atrás mientras su otra mano, que está en mi cuello empuja mi cabeza hacia atrás cual pego con fuerza en la pared.
— ¿No?
Su agarre desaparece, y este se levanta sacudiendo sus manos, que están escondidos a través de esos guantes, y acomoda su vestimenta, parece una de esas personas que pertenecen a la mafia, que se ha encargado de sus trabajos y ahora se ha estabilizado y limpia todo. Me da mucho miedo lo desquiciado que puede estar.
— He escuchado tanto esto, por tantos compañeros tuyos, que te vas a sorprender el cambio repentino que dan Simón, es mejor que te adaptes y seas como los demás.
— ¿P...por qué me tratas así? ¿He hecho algo mal?
Parece dudar a que responder mi pregunta, así que solo decide retirarse del lugar mientras que yo estoy tirado ahí, mi mano va hacia mi cuello donde su mano estuvo apretando y siento un dolor, no soy mundano, no puede ahorcarme porque no tengo signos vitales, ni aire, ambos lo sabemos, entonces lo hizo a propósito, como forma de advertencia, no puedo evitar llorar por lo sucedido, por mi equivocación al creer que esto de salvar mi vida por ellos harían que fuera mejor. Huiré esta noche, lo haré.
Entonces la noche llega y ya estoy junto a Fran que me guía a un grupo de jóvenes reunidos, según ellos son los permitidos en salir, y me da curiosidad de porque a los otros no, ya que el grupo es casi la mitad de los miembros del hotel, quiero saber que han hecho para obtener el beneficio de salida, si yo cumplí algo también. Fran me presenta al grupo, todos son distintos al otro en sus rasgos y corte de cabello, pero son iguales en vestimenta y su semblante serio, el grupo es mixto también, las chicas parecen mucho más rudas que los chicos, tienen mucho más accesorios, y mucho maquillaje negro.
— Marshall es el líder de este grupo, tienes que hacerle caso.
Asiento, me está comenzando a arrepentir de irme ya que podría darle problemas a personas que no lo merece, aunque desde el primer momento que salimos por la puerta todo mis pensamientos cambian, Marshall es un patán, es un brabucón, me ha estado dando golpes, se ha burlado de mí y me ha dado sacadillas a cada rato. Cuando llegamos a un restaurante de la ciudad, medio oscuro, andamos detrás de quien se hace llamar el líder, quien tiene un comportamiento muy engreído para mi gusto, y nos quedamos en la barra por tragos y para ver las chicas que pasan por nuestro frente, no pasa tanto para que ellos se distraigan de mi presencia, que me he cuidado de no tomar nada.
Le digo a uno de los chicos que iré al baño, y me escapo por la multitud para salir corriendo por la puerta con toda la velocidad que tengo, buscaré a mi madre y nos iremos de aquí, de esta locura.
Trato de localizarla, trato de llegar a los pasillos del callejón donde estábamos quedándonos pero no la encuentro, les pregunto a los que sabían vernos todos los días y nadie dice nada, hasta que un hombre me da una dirección y voy hacia este, aún me sorprende que nadie haya venido en mi búsqueda, cuando llego a la dirección me sorprendo que sea una casa, me dedico a observar sobre la ventana, entonces la veo, es mi madre, con su cabellera rubia más recortada, bien peinado y lavado, está sentada en un sillón y frente a ella arrodillado hay un hombre que le sonríe y les dice cosas lindas, mi madre aún tiene su cara con esas consecuencias de la droga, pero sonríe para ese hombre, promete que hará su mejor trabajo para mejorar. Alguien la salvó después de que me fui, alguien le está dando una nueva vida, una nueva oportunidad, si me la llevo ¿Podré darle está oportunidad? No creo.
— Ten una linda vida mamá, sal de esa adicción y ama a este hombre que te salvó de las calles. Lamento no haber dado una buena vida.
Escucho un ruido en los arbustos de la casa de al lado y miro una sombra, una persona, de sexo femenino, voy hacia dónde está aquella persona, algo asustado por lo que pueda salir de ahí, pero entonces tocó el arbusto y un "No te acerques" casi en un susurro se oye y me doy marcha hacia atrás, por lo asustada que se nota la voz de la mujer, debe estar ocultándose o siendo una hija rebelde que está por escapar de casa. Me sobresalto, casi gritando por la persona que me toca detrás, pero al voltear es otra chica que me mira con una sonrisa.
— No hagas eso, mi novia no quiere que la descubran mientras escapa conmigo.
— Oh, lo siento.
La chica es muy bonita, sus rasgos son asiáticos, son muy juveniles, se ve muy simpática, como si fuera una persona amable, lleva un conjunto gris de ejercicio, y su pelo tiene un tinte rojizo que la hace ver muy bien, me tiende la mano como forma de saluda y me da una sonrisa sincera.
— Soy Lilit— se presenta— lastimosamente mi novia no se mostrará, es tímida, pero se llama Re... Rekka.
— Soy Simón Lewis— me presento.
— Un gusto, ven dame tu celular, tengamos contacto.
La chica es muy extrovertida y muy amigable, hace amistad muy rápido, muy confiable, ni sabe que no soy una persona, solo ya hizo amistad, y no sé si está bien o no, intercambiamos número y entonces me despide dejándome que me vaya de aquí. No pude ver a su novia, y toda la cuestión fue rara, pero ellas no quieren ser descubierta y yo tampoco, además debo seguir mi viaje. Camino hasta la estación de trenes subterráneos y saco un boleto con la plata que tengo guardada en la cuenta del celular que me dieron los vampiros, iré al país vecino, de seguro todo será mejor, así que espero que llegue mi horario en un asiento del lugar. Siento como alguien se sienta a mi lado, trato de no prestar atención, pero después de unos segundos siento como un miedo interno crecer y entonces al mirar a la persona a mi lado me sobresalto porque la persona que está a mi lado, mirándome muy molesto, es Fran.
— ¿Escapando?
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