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× Capitulo cuatro. ×

Cuando dan el receso me quedo cerca del curso, aún no hago amistades y prefiero no hacerla, así que me quedo sentado en el suelo cerca de la puerta viendo el celular, una de las cosas buenas de este hotel, más que comida gratis, un plan de estudio, es los servicios modernos que se nos dan, hay internet gratis, y televisión, y esas cosas, así que me estoy descargando uno de mis antiguos juegos de la niñez, pues cuando nos quedamos en la calle tenía como quince o catorce años, actualmente tengo dieciocho así que permanecí lejano a la tecnología por mucho tiempo y tenerlos de nuevo es como una fantasía. Aunque no me dejaré engatusar por esto, la tecnología es tentadora, pero sé que no es digno de vivir así, de maltratos, a pesar de que te den todo.

— Nuevo, ven aquí.

Un grupo de chicas con uniformes muy distintos al de todos están paradas a unos pasos de mi, son tres chicas, con faltas oscuras hasta más arriba de sus rodillas, medias que llegan hasta sus muslos de forma cuadricular, sus pelos van teñidos de colores diferentes, y llevan mucha pintura en su cara, pero son lindas, son llamativas y me están llamando. Me levanto de mi lugar y voy hacia ellas que están esperando por mí.

— ¿Necesitan algo?

— ¿Cómo te llamas?— pregunta una chica de pelo rosa.

— Simón Lewis.

— ¿Tú eres quien enfrentaste al estúpido de Marshall?— pregunta la chica de cabello verde con una sonrisa.

Asiento y estás sonríen, a su manera, como saben hacer todas las personas de aquí, al parecer que se han olvidado de cómo reaccionar a las buenas emociones, solo a las malas, como a la molestia, la ira, el enojo y la tristeza, aún no veo a nadie triste, pero algún día pasará.

— Te adoptamos a nuestro grupo.

— ¿Qué? ¿Adoptar?

Las chicas me miran como si estuvieran analizando todo mi cuerpo, dos de ellas hablan de algunos cambios para entrar al grupo, como aretes, piercing, distinto color de cabello, capaz algunos lentes, o no, y más accesorios a la ropa, la otra chica de pelo azul me mira en silencio.

— Si no entras a un grupo en una semana serás uno de los elegidos de la semana, significa que no te pudiste adaptar y entonces te matarán. Nadie va a querer tenerte en un grupo porque peleaste con Marshall, así que opta por aceptar Simón.

Otra regla más de la que no tenía nada de conocimiento, no sabía de esto, de seguro nuestro jefe lo hizo a propósito para deshacerse de mí de forma rápida, muy inteligente de su parte, pero una vez más soy salvado por otras personas.

— Yo soy Emer— dice la chica de pelo rosa.

— Soy Ali— dice la chica de cabello verde.

— Y Nuria— termina por decir la de pelo azul— ¿Aceptas o no aceptas?

Creo que con todo lo que he pasado no aceptar en esto podría ser el siguiente en entrar a la habitación del líder y no salir más de ahí, podrían matarme como dice la chica, lamentablemente estoy lleno de miedo, y ellas están aquí desde más tiempo que yo, saben lo que pasa y lo que podría pasar, además si ellas me "adoptan" puedo generar confianza y saber un poco más lo que pasa dentro de estas paredes, tendría que ser más inteligente y comenzar a pensar que esto podría beneficiarme.

— Si, acepto.

— Genial, salta esta clase, hay que poner al día a nuestro nuevo recluta.

Una de ellas me lleva del brazo mientras bajamos por las escaleras, algo feo de este hotel es eso, las escaleras, los ascensores están clausurados, entonces tienes que ir de forma tradicional subiendo una y una de esas escaleras, solo hay un ascensor funcionando pero es para estudiantes y si vas más de dos veces o te ven saltando la clase debes pagar, eso dicen estás chicas que hablan, yo solo les creeré. 

Llegamos a un pasillo que es de las habitaciones y veo que mi nombre está frente a las de las chicas, cuando la que era mi habitación estaba un piso más arriba, es como si ya estuviese todo preparado que me acogerían en su grupo y yo aceptaría, la gente es rara aquí así que no dudo que sea cierto, cuando quiero ver me meten a la habitación y estoy rodeado de una habitación con ropa femenina tirada por todos lados, ropa interior colgadas cerca de una ventana y mucha mugre por todos lados. Todas comienzan a rebuscar sus cosas y me hacen sentar en una cama, trato de quedarme quieto para no tocar nada, porque en estos momentos sobresaliendo de abajo de otra cama en una caja veo parte de un consolador.

— ¿Y...? ¿Desde cuándo están aquí?— pregunto.

— Venimos de aproximadamente cuatro o cinco años, somos de otro país, convertidas el mismo día, éramos cuatro, ya sabes, un grupo de chicas que estaban por hacerse mochileras, solo que estos bastardos nos trajeron aquí— explica Ali.

— ¿Le llamas bastardo a Raphael?— pregunto asombrado.

— Ese bastardo no, es una buena persona de alguna manera, estamos hablando de los grupos de Marshall— dice Nuria— esos hijos de puta.

Las chicas encuentran al parecer lo que buscaban, me asusto cuando se acercan y comienzan a tocar mi cara, ya que no tengo lentes me da aún impresión que las personas toquen cerca de mis ojos, ya que siempre estaban mis lentes ahí; trato de negar que hagan algo, ya que he visto agujas de piercing, y algodón, pero estás me agarran y cuando quiero ver... Grito al sentir un pinchazo en mi nariz.

— Solo es un piercing, nada fuera de lo normal, te queda bien— dicen sin soltarme— Emer, has dos agujeros en cada oreja y colócale los aros.

— ¡Están locas!— grito.

Todas estas personas están locas, más que locas, no sé dónde demonios me he metido, porque se me ha ocurrido en mi pequeño cerebro meterme en lo más fácil, ahora siento dolores en mi cara, más los dolores que sabía tener de los golpes dados antes por las otras personas, y mis orejas, todavía no porque la chica está preparando sus cosas, pero lo sentiré... Entonces grito y grito, nadie me va a venir a ayudar porque como jodido estúpido acepte estar en su grupo.

— No grites, ni que te estuviéramos matando.

— ¡Soy una persona que no quiere perforaciones!

— Te verás mucho más guapo— dice Ali.

— ¡¡Ahhh!!

Cuando terminan todo, me hacen ver a través del espejo que tiene colgado un sostén, si antes no me reconocía, ahora es menos, mi nariz lleva un piercing en la nariz dorada de forma circular que entra por ella y sale para unirse, mis orejas tienen aros grises y negro también circulares que hacen que mi cara se vea distinto, tengo un poco de pintura en mis ojos, natural pero se nota, y me han dado accesorios, como una cadena, anillos, pulseras. Los vampiros no son diferentes a los mundanos ¿Por qué me pintan y arreglan tanto? Esto no es un libro para hacerme ver bien.

— Es como me lo imaginé— dice Ali— míralo, elegimos bien, es tan guapo.

La chica de pelo verde y parece la que más demuestra emoción en su voz, saca su celular y me toma una foto de manera imprevista. Eso me incomoda, me lo demuestra y me veo raro, se las demuestra a sus amigas y asienten, sigue diciendo que soy guapo, muy guapo. ¡Mujer rara!

— Okey, Ali acompáñame— dice Emer— vamos a ver si encontramos algún vestuario para Simón.

Eso me parece extraño, ya que su tono se hace muy marcado en cada palabra como si su mensaje de comunicar fuera otro, pero creo que estoy comenzando a sospechar de todo y debo calmarme, ambas chicas se van y me quedo solo con Nuria, esta chica es la que tiene más marcado los rasgos serios, es la que más demuestra que está muy adaptada a este lugar, y su vocabulario es muy inapropiado, pero no le importa y a mí tampoco, creo que cualquier persona merece ser libre de su vocabulario, no me molesta escucharlo porque a veces el significado que tienen o le dan ellos es diferente al que yo veo.

— ¿Cómo fu... fue sus transformaciones?

— Como te contamos, éramos cuatro chicas que estábamos por un proceso de viaje de mochileras, éramos de Argentina y estábamos ya por México, queríamos llegar a Estados Unidos por un sueño americano, y en una fiesta conocimos al estúpido y su grupo, nos drogaron y aparecimos acá, en Brooklyn, en esta nueva vida, ninguna escapó, pues el sueño americano estaba todavía aquí. — Comenta— pero fue frustrante porque no quería terminar de este modo.

Qué feo destino, qué feo lo que tuvieron que soportar, un sueño de adolescentes arrebatados por personas que solo les gusta lastimar, drogándolas para poder hacer lo que quieren, no entiendo porque lo hacen, no entiendo porque arruinan la vida de los demás, estas chicas despertaron después de una fiesta, sabiendo que habían sido drogada y que ya era tarde, con una nueva vida, pudiendo haber sido violadas, y teniendo que conformarse con una nueva vida con reglas, apartadas de su mundo mundano, y perteneciendo para Raphael. Por lo menos yo fui de manera propia a ellos.

— Pero falta una— les digo.

— Ella vino y quiso ir a lo alto en un abrir y cerrar de ojos, pensó que podría dominar todo, y entonces cayó de la cima de manera tan rápida, y murió.

— ¿Qué? ¿La mataron?

Está asiente y busca un pintauñas negro de una caja cerca de lo que parece ser su cama, entonces regresa a mí y me señala de que de mis manos, la cual comienza a pintar una por una de una forma tranquila y correcta, no me molesta pintarme las uñas, no tengo problemas porque no considero que sea considerado como perteneciente a un solo sexo, pintarme las uñas no me hace menos hombre.

— Le ganó la avaricia, creyó que iba por lo correcto y solo la pared la golpeó. Tienes que saberlo, se humilde y lucha, pero nunca dejes que el poder o la avaricia te gané, eso te destruye.

Me agrada su consejo, le sonrío y asiento para demostrarle que le haré caso, ella termina de pintar y comienza a señalarme cómo debo hacer para que se seque, así que esto soplando mis uñas una y otra vez. Cuando la veo con más atención veo que su cuerpo tiene uno que otros tatuajes, me parece interesante verla, ya que no sabía que los vampiros podían tener tatuajes ¿Si ellas me obligan a hacerme un tatuaje, eso destruiría más mi identidad? Aunque los tatuajes si me agradan, pero no las perforaciones.

— ¿Qué vez?

— Tus tatuajes, creí que los vampiros no podrían hacerse tatuajes— le digo.

— Eso son solos películas y libros, nosotros podemos hacer tantas cosas— dice sonriendo— hasta podemos salir al sol, con nuestras marcas de religión, pero como el grupo de Marshall son todos ateos, ellos no tienen marcas, así que se ha puesto la regla de no salir de noches.

— Eso es estúpido ¿Por qué tenemos que pagar por lo que no puedan hacer ellos?

— Porque es el asesino personal de Raphael. Hace los trabajos sucios, destruye los lugares que Raphael quiere destruir, es su perro.

Sonrío de medio lado porque sé que no he estado muy equivocado cuando lo llame así más temprano, es uno también, solo que con beneficios de su trabajo, pero los perros no duran mucho, son fácil de fallar. Las otras dos chicas llegan y Nuria se distancia, hace como si nunca hubiese hablado conmigo, en cambio las dos chicas vienen hacia donde estoy y me dicen cosas lindas por lo lindo que me queda el color de uñas, y muestran las bolsas de plástico con ropa.

— Lo encontramos en el sótano, tratamos de traer las que vimos parecido al cuerpo de Simón— dice Emer— ¿Te gustaría algún apodo? ¿Simsim?

Asiento y tomo las bolsas diciendo que me voy a cambiar más enseguida, las chicas me cuentan sobre sus vidas de forma individual, que hacían, sobre su familia, sobre sus gustos y sus estudios, es como si entrarán en una nostalgia que no puedo comprender, pero las escucho, porque si ellas quieren contarme debo ser respetuoso y escucharlas. Cuando me piden contar mi historia les cuento muy poco y miento, no le cuento de los trabajos de prostitución, de las violaciones que sufrí porque mis clientes me dieron asco y dije que no y ellos no se detuvieron, las vergüenzas que me hicieron pasar. 

Eso no merece ser contado a desconocidos. Después de un rato, Fran entra por la puerta sin golpear y nos mira, al principio se queda mirando a todas y a mí, de seguro el nuevo cambio de vestimenta, las nuevas perforaciones y la pintura en mi cara, aún me queda la vestimenta que tengo que probarme. Las chicas lo saludan de forma respetuosa y este asiente la cabeza como respuesta.

— Simón, ven.

Me levanto y las chicas también se levantan, las miro asustada por su acción, pero a ninguno de los presentes parece sorprenderle lo que hacen, aprieto la bolsa en mi pecho ¿Habrá problemas?

— ¿Qué hacen?

— Ya eres parte de nuestro grupo, y acá en el hotel ningún grupo anda solo cuando se va a hablar con nuestro líder— dice Emer.

Fran no lo niega, así que parece que es cierto, las chicas me escoltan con Fran caminando delante de nosotros, aún la bolsa está en mis manos, así que la uso como un objeto de protección, subimos por las escaleras y la mano derecha de nuestro líder nos abre la puerta, parece como cuando eligen a los elegidos de la semana, pero esto ya sucedió hace dos días, así que la semana aún no termina y no pueden elegir aún, así que trato de mantenerme calmado. Entonces Raphael está sentado en un sillón con sus guantes puestos, bajo la mirada al instante, las chicas se colocan a mi lado.

— Al parecer conseguiste un grupo, muy particular.

— Si señor— respondo.

— Y te has hecho perforaciones.

— Son reglas del grupo señor— le digo mintiendo.

No sé las reglas del grupo, ni siquiera sé quién es la líder del grupo, supongo que es Nuria, pero parecen muy independientes con sus decisiones, se ven muy fuertes como para obedecer, ahora solo las estoy conociendo, me están contando su historia, no sé cuánto tiempo pasará para que me digan cuáles son las reglas puestas. De seguro Raphael está molesto con esto, porque ellas me contaron que después de una semana el nuevo debía permanecer a un grupo para señalarse adaptado, a mi no me lo dijeron, así que señala que se quieren deshacer de mí, cuando yo vine a ellos por ayudas, esto es una burla para él y debe molestarle.

— Bien hecho, solo trata de no meterte en problemas.

— Si lo dice por lo sucedido con Marshall él me provoco, y lo llame como su nombre correspondiente— me protejo.

Ninguna de las chicas dice nada, son como acompañantes que escuchan y miran todo, sé que también tienen la mirada baja por Raphael, y este no ha pedido que lo miren, así que solo respondo de manera sin contacto visual.

— ¿Cómo lo llamaste?— pregunta.

— Que es tu perro— respondo.

Y me resuena en la cabeza lo que dijo Fran sobre que no todos somos perros de él, sino que lo elegimos, y lo que dijo Nuria de que Marshall si es su perro porque hace los trabajos sucios.

— ¿Y tú lo no eres también?

"Touché"

— Sí, creo que lo soy.  

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