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01. Sueños

Él corría, se le hacía tarde para la junta que tenía esa mañana y parecía que ningún taxi podía recogerlo.

Por alguna razón desconocida comenzaba a hacerse de noche con demasiada facilidad y, a pesar de que corría sin descanso alguno, sobre esforzándose por llegar, parecía que no avanzaba absolutamente nada.

Comenzaba a cansarse pero no podía detenerse, de verdad no podía. Lo que antes era una carrera se convirtió en una persecución, él huyendo de algo desconocido, de una sombra que se reía a sus espaldas, llamándolo por su nombre, susurrando lo mucho que lo quería cerca.

Pero él no quería estar ahí, no quería estar con aquello que lo perseguía. Sin embargo, en algún punto la pista recta se convirtió en un agujero profundo, en un hoyo sin fondo que no le permitía salir, pero la risa seguía ahí, burlándose de él, de su miedo, de su angustia y preocupación.

Entonces comenzó a asfixiarse, a quedarse sin aire y con una presión en su pecho que le impedía siquiera moverse. Y comenzaba a despertar, a luchar por despertar de su pesadilla, de ese sueño maldito que lo atormentaba casi a diario.

ㅡSólo estoy soñando, esto es un sueño más ㅡse decía internamente, tratando de aferrarse al raciocinio, a lo poco que su tacto podía sentir.

Porque aún podía sentir lo suave de las sábanas sobre su cama, en la lejanía sus sentidos todavía captaron el frío típico de la habitación.

ㅡNo~, no~, no~ ㅡcanturreó sobre él, porque ahí estaba.

Se encontraba sobre su pecho, ahogándolo con su peso, asfixiándolo hasta el límite de la razón y alimentándose de su pánico, de su miedo a lo próximo que se veía la muerte.

Es un sueño, sólo debo despertar ㅡsí, todo se limitaba a eso, si despertaba el peso se iría de su pecho, podría mover las manos y cuerpo a su gusto, no tendría tanto miedo a morir asfixiadoㅡ. ¡Despierta! ¡Despierta, maldita sea!

No~, tú no puedes despertar aún~ ㅡy ahí estaba la risa nuevamente, taladrando sus oídos y fundiéndose en su cerebro. Lo atormentaba desde dentro y acababa con su razón cuando estaba despiertoㅡ. ¿Qué no te has dado cuenta? Tú no saldrás de aquí, nunca lo harás ¿Y sabes porqué?

Él ya no corría, ya no se movía ni luchaba por soltarse, pero sufría, completamente aterrado de lo que esa cosa pudiera hacerle, de lo realista que se sentía todo a pesar de ser un sueño.

Porque era un sueño ¿verdad?

Él estaba soñando, a pesar de lo vívido del momento, de la asfixia tan realista y del peso sobre su pecho, de la risa taladrante, de lo que sea que se burlaba de él. Todo era un sueño ¿verdad?

Te quedarás conmigo porque me perteneces, porque cada vez el sueño es más largo y en ocasiones llegas a dudar de si ya has despertado. Te quedarás aquí conmigo porque luego de un tiempo no sabrás cuál es el mundo real y lo que tú llamas sueños te atormentará cuando estés despierto.

Y entonces lloraba, su miedo derramándose en gotas pesadas y saladas que brotaban de sus orbes. Él lloraba mientras el otro ser reía, mientras se mofaba de su sufrimiento y tormento, del miedo a seguir viviendo lo mismo o al enfrentarse a la difícil decisión de morir.

No, esto sólo es un sueño, voy a despertar ㅡdijo con la voz quebrada, luchando por aferrarse a lo poco que le quedaba de razón y sentido, aferrándose al diminuto rayo de esperanza.

Aún podía sentir la suave tela, el aire que entraba por su ventana y los límites de su cama. Eso le daba la esperanza suficiente, pensaba que todavía podía despertar.

Entonces el otro ser lo tomaba de las manos, cubría su cuerpo para que no sintiera las corrientes de aire y que no pudiera percibir la colcha que lo cubría.

No~ ㅡahora la voz no sólo retumbaba en su habitación sino que se encerraba en su cerebro golpeando las paredes de su cabeza, incluso podía oír la risa burlona dando directamente en uno de sus oídosㅡ. Tú te quedas conmigo, y si no es hoy será mañana, pero volverás, ya sea por gusto propio o por necesidad. Porque este es tu tormento y estás destinado a pasarlo conmigo.

La voz era tan suave como el terciopelo mismo pero iba cargado de un ápice grotesco, con un tono tan plano que eriza los vellos de la piel y hace a los dientes castañear.

Una suavidad grotesca, una plenitud anormal.

¿Qué tan enfermo estaba como para imaginar eso?

No ㅡlas risas seguían, burlonas y rechinantes.

Y él seguía sin poder despertar.

No ㅡmiedo, angustia, el terror de no poder despertar jamás.

Acéptalo, este es tu lugar, Jungkook ㅡincluso sabía su nombre.

Pero todo era un sueño y él iba a despertar ¿verdad?

Incluso cuando todo se volvía cada vez más negro, cuando la risa hacía más eco por toda su cabeza, cuando creía seguir cayendo por ese pozo sin fondo, él iba a despertar ¿verdad?

¡NO!


Caminó unos pasos más antes de llegar al enrejado negro que tanto conocía, saludó al guardia que se mantenía en la entrada y siguió caminando dentro del recinto.

Pasos firmes y pusilánimes, el cansancio y desánimo eran evidentes. Estaba cansado, no podía mentir. Había trabajado hasta altas horas de la noche, agotando su mente para que no pudiera pensar en ninguna otra cosa que no fuese el dormir o el trabajo que aún le faltaba.

Ya dentro del establecimiento ㅡdonde todo se notaba con extrema blancuraㅡ fue directo a la recepción, saludando al chico que siempre lo recibía.

ㅡSeokJin, buenos días ㅡdijo mientras sacaba un pequeño gafete, algo que el mismo enfermero le había otorgado para evitar posibles problemas en la entradaㅡ. ¿Qué tal estuvo tu día? ㅡpreguntó deslizando el tarjetón sobre el escritorio ajeno.

El azabache sonrió y negó simultáneamente, buscando el cuaderno donde el castaño debía firmar, prueba de que había visitado el centro y que únicamente estuvo el tiempo permitido para un visitante.

ㅡHa estado bastante bien, si me permite decirlo ㅡrespondió viendo al otro firmar, sonriéndole en cuanto hubo terminadoㅡ. ¿Y el suyo?

Jungkook negó al igual que él, pero la sonrisa seguía ahí, tirando de sus labios delgados.

ㅡTodo bien ㅡmintió, temiendo que si decía la verdad pudiese terminar igual que el chico al que iba a visitarㅡ. ¿Mi amigo ya está listo? ㅡcuestionó cambiando de tema, viendo en dirección a las amplias puertas que dividían la recepción y sala de espera de los cuartos con pacientes.

El pelinegro comprendió el gesto de inmediato y asintió, saliendo de la pequeña recepción para abrir las puertas que le cedieron el paso al más joven.

ㅡLo está, ya sabes dónde puedes encontrarlo.

Con un suave "Gracias" el castaño entró y comenzó a recorrer el estrecho pasillo que mantenía diversas puertas una frente a otra, deteniéndose en la que sabía se encontraba el pequeño rubio que visitaba desde algunos días atrás.

Abrió la puerta e ingresó al cuarto cerrando detrás de sí para que pudieran hablar de manera tranquila y fluida.

Ya estando dentro achicó los ojos tratando de ver a pesar de la completa oscuridad que abundaba, producto de mantener las luces apagadas y cortinas cerradas, costumbres del dueño de la habitación.

ㅡJimin, he llegado ㅡanunció mientras se sacaba la chaqueta y comenzaba a acomodar sus cosas sobre la mesaㅡ. Es hora de platicar.

Jungkook haló una de las sillas para tomar asiento en lo que esperaba algún manifiesto de la presencia ajena, su nerviosismo haciéndose presente al sentirse intimidado por encontrarse en la penumbra con alguien padeciendo desórdenes mentales que bien podría matarlo con sus propias herramientas de trabajo.

Durante largos y tortuosos cinco minutos Jeon se mantuvo quieto en su asiento y cuando creyó que había pasado tiempo suficiente cerró sus ojos, pocos segundos antes de que las cortinas fueran abiertas de la nada.

Soltando un suspiro de alivio sus labios volvieron a curvarse suavemente al notar que comenzaba a acostumbrarse y calcular el tiempo en el que el rubio saldría. Aún con los ojos cerrados escuchó cómo la silla era arrastrada y alguien se sentaba sobre ella, justo al frente suyo.

Así que elevó sus párpados dejando ver sus orbes brillantes. Lo primero que observó fue la hermosa sonrisa contraria, los ojos completamente oscuros ㅡse atrevía a decir que más que los propiosㅡ y los mechones rubios despeinados.

ㅡHola ㅡlo escuchó murmurar suavemente, con aquella sonrisa resplandeciente que a cualquier otro generaba un escalofrío.

ㅡHola ¿estás listo? ㅡrecibió un suave asentimiento y encendió su grabadora de sonidoㅡ. Bien, Jimin ¿de qué hablaremos hoy?

ㅡDe los sueños ㅡrespondió inmediatamente el paciente. El castaño escribió eso en su libreta.

ㅡ¿Y qué quieres decirme de los sueños? ㅡel interés fue evidente a pesar de portar un semblante agotado.

ㅡNo recuerdo dónde, pero escuché que los sueños no son tan largos como parecen, en realidad sólo duran los últimos cinco minutos antes de despertarnos ㅡexplicó con sencillez.

En ocasiones como esa, cuando el joven hablaba con tanta naturalidad y raciocinio, Jungkook se preguntaba las verdaderas razones por las que estaba ahí. A simple vista no parecía alguien malo o con algún problema. En los cuatro días que el castaño lo había visitado pudo ver la limpieza con la que siempre lo encontraba y su forma gentil de ser, además de su gran inteligencia.

Pero entonces una voz diminuta, casi inentendible le habla.

¡Claro! Era su voz de la razón, de la conciencia y el raciocinio.

Esa diminuta voz era la que le recordaba el porqué se encontraba ahí, trabajando y entrevistando a un chico de veinte años, lindo y cálido, pero con un historial algo interesante.

[Nombre: Park Jimin]

[Edad: 20 años]

[Nacionalidad: coreana]

[Padre: Desconocido]

[Madre: Desconocido]

[Internado en clínica psiquiátrica de Corea tras acciones violentas y posibles cargos delictivos no comprobados]

[El sujeto presenta ataques de ira (probable padecimiento de esquizofrenia no comprobado) así como periodos de ansiedad o doble personalidad (posible demencia no comprobada)]

["Es un paciente sumamente inteligente, con capacidad de manipular a los demás y jugar con sus mentes" Opinión de médico psiquiátrico en turno]

[Padecimiento: Desconocido]

[Tratamiento: Desconocido]

Sí, el castaño se encontraba con un chico que podía convencerlo de asesinar a alguien sin que se diera cuenta, pero que aparentaba salud tanto física como mental.

ㅡCreo que yo también he oído sobre los sueños, son representaciones mentales de lo que nos sucede a lo largo del día o lo que más nos ha marcado emocionalmente.

Acercando uno de los diminutos dedos a su barbilla, tomó una expresión pensativa que causaba algo de gracia.

ㅡ¿Sabías que no podemos interrumpir nuestros sueños? ㅡpreguntó con emoción burbujeante, haciendo al castaño negar y sonreír.

ㅡNo, no lo sabía ㅡaceptó sin dejar de escribir.

Jimin lo observó en silencio, haciendo garabatos con sus manos sobre la superficie de la mesa, figuras imaginarias que sólo él podía ver.

O quizás no sólo él, sino también el castaño.

ㅡY... ¿Tú sabías que... no podemos saber cuándo estamos en ellos? ㅡel lápiz se detuvo, ya no se escuchaba el grafito contra la hoja de papel.

ㅡNo, no lo sabía ㅡahora había un ceño fruncido de parte del periodista, pensamientos inundando su mente y deformando sus facciones.

ㅡNo podemos, no sabemos cuándo estamos en un sueño ㅡvolvió a decir, la sonrisa se mantenía en su rostro de porcelanaㅡ. Aquellos que dicen saber que están en un sueño es porque en realidad están alucinando ㅡya no era una sonrisa cálida normal, sólo había ironía y burla.

Se quedaron mirando entre ellos en completo silencio por algunos segundos, Jungkook trataba de evaluar los gestos contrarios y darles algún significado, la sonrisa burlona, los dedos jugando sobre la mesa y los orbes negros brillando.

Suspiró antes de volver a sonreír y tomar el lápiz para seguir escribiendo.

ㅡ¿Qué más puedes decirme de los sueños?

El rubio puchereó un segundo y sin quitar la sonrisa por completo comenzó a contarle todo lo que sabía referente a ellos. Hablaron por varias horas, tiempo en el que Jimin le contó sobre los sueños y pesadillas, sobre lo palpables y vívidas que son, donde Jungkook recordó el tormento interno que sufría y del que nadie más tenía conocimiento.

Casi seis horas después unos toques en la puerta los interrumpieron y por ésta se asomó la cabellera oscura de uno de los enfermeros. SeokJin los veía desde la entrada.

ㅡYa es hora, Jungkook ㅡdijo con una mueca de disculpa, notando el inmediato mohín del paciente.

ㅡPero... ㅡexclamó viendo a ambos, su ceño se frunció y de se dio la vuelta dispuesto a cerrar las cortinas en cuanto el castaño abandonara la habitaciónㅡ. Bien, váyanse.

Jeon y SeokJin asintieron, conocían lo violento que podía volverse el chico si le daba un ataque de ira o ansiedad por lo que era mejor evitarlos. Haciendo señas con sus manos el enfermero le indicó al castaño que le esperaría afuera en lo que terminaba de despedirse.

ㅡBien, Jimin. Me voy a casa ㅡdijo mientras reunía sus cosas, apagaba la grabadora de sonido y colocaba la mochila sobre su hombro.

ㅡAdiós, Jungkook ㅡmurmuró dándole la espalda por lo que el castaño lo tomó como una despedida sin más.

Dando cortos pasos hacia la puerta pudo escuchar nuevamente la voz aterciopelada del chico murmurando palabras apenas audibles que le generaron un estremecimiento instantáneo.

ㅡDulces sueños ㅡfue un susurro débil que lo obligó a girar para verlo con sorpresa y pánico siendo evidentes en su mirada.

Jimin seguía sobre su puesto dándole la espalda pero viéndolo a través de las orillas de sus ojos y negándole la oportunidad de ver su sonrisa socarrona.

ㅡQue tengas lindo sueños, Jungkook ㅡdijo nuevamente mientras reía con suavidad y giraba a hacerle un efímero guiño.

El castaño se quedó en silencio por unos segundos sólo atinando a asentir y agradecer antes de salir presurosamente del centro psiquiátrico con los ojos picando por la presión de las palabras contrarias.

¿Buenos sueños? Eso estaba lejos de la realidad, tan lejano como el hecho de poder tocar el sol con sus propias manos.

Con la luz ocultándose por el horizonte y deslizándose a través de su ventana, Jimin sonrió mientras cerraba las cortinas de su habitación y reía gracias a los pensamientos que le inundaban, por la penumbra que lo acompañaba.

ㅡQuizás sí estoy tan loco como todos dicen.

Jungkook volvió a casa con un sentimiento de temor adueñándose de su corazón por el simple pensamiento de tener que posar su cabeza sobre una almohada.

Cuando abrió la puerta de entrada de su departamento no pudo retener las primeras lágrimas que se deslizaron por sus mejillas de manera traicionera, había un frío infernal y una oscuridad anormal que nadie le creía a pesar de llevarlos a su vivienda.

Cerró detrás de sí y encendió todas las bombillas posibles, aquellas que estaban a su alcance. Avanzando un par de pasos dejó salir un grito ahogado al ver como todos los focos se apagaron de manera abrupta.

Claro, lo que sea que vivía con él detestaba la luz.

Sorbiendo su nariz con brusquedad caminó en dirección a la habitación, se despojó de su vestimenta y corrió al interior del baño. No podía verlo ㅡaunque no es como si quisieraㅡ, pero estaba seguro de que ahí se encontraba, escondido a plena vista, alimentándose de su miedo.

Mientras el agua corría por todo su cuerpo las luces parpadeaban, de repente se apagaban y volvían a encenderse. Sabía que estaba jugando con él, con lo poco de buen juicio que le quedaba.

Y es que ya lo había intentado todo, había sido amable, intentó negociar, incluso buscó ayuda de alguien más, pero nada dio un resultado favorable.

ㅡ¿Me estás diciendo que en tu casa vive algún ente o ser de otra dimensión? ㅡel gesto de incredulidad y burla contrarios fue lo que obligó al castaño a tragarse su miedo y fingir una sonrisa.

Riendo forzadamente negó antes de darle otro largo trago a su bebida.

ㅡClaro que no, hombre ㅡel peliazul rió con fuerza cuando le encontró sentido a la "broma".

ㅡJoder, Kook, por un segundo me había creido esa estupidez ㅡJeon desvió la mirada y cambió de tema en cuanto le fue posible, agradeciendo internamente que su amigo no haya notado el miedo que brotaba de cada uno de sus poros.

Sin embargo, gracias a aquella ocasión pudo darse cuenta de que nadie le creería, de que se encontraba solo contra lo que sea que lo acechaba.

Y temblaba de miedo, porque es normal tenerlo, pero cuando se le teme a algo que no vemos o que no podemos atacar de vuelta es cuando llega el sentimiento de decepción. Aquel sentimiento de inutilidad se apoderaba de su ser al ser consciente de que era incapaz de defenderse de algo que sólo él veía.

Cuando llegó a su cama y se acostó sobre ella fue la primera vez que lo vio. Estaba ahí, justo sobre él en una esquina del techo, con sus ojos rojos brillando, con esa sonrisa deforme y risa taladrante.

Jeon cerró sus párpados lo más fuerte que pudo y deseó no verlo de nuevo, no verlo nunca más a pesar de poder escuchar la pesada respiración que no le pertenecía. Ese ser, demonio o lo que fuese se encontraba ahí, dejándole en claro que no se iría, que lo seguiría a cualquier lado a donde él fuese.

Justo en ese momento se preguntó qué era peor, sus sueños o la realidad igual de cruel. Se preguntó a partir de qué momento su vida se había arruinado tanto, cuándo fue que perdió toda la paz que alguna vez tuvo.

Lo escuchó caminar por el techo y las paredes, riendo como si estuviera haciendo una travesura, como si no fuera el tormento de aquel que se cubría entre las cobijas y rogaba que se alejara.

ㅡNo~, no te escondas~ ㅡdijo, una voz tan parecida a la de sus sueños, tan irreal y siniestra.

ㅡ¡Cállate! ㅡgritó con todas sus fuerzas, lo hizo mientras sentía su garganta desgarrarse al soltar esa única palabra.

Sabía que a ese paso terminaría loco y quizás ese era el plan de lo que sea que lo acompañaba.

El sonido de algo corriendo y arrastrándose simultáneamente se oyó por toda la habitación y terminó su recorrido a los pies de la cama del castaño provocando que éste se encogiera más en su lugar.

Lo sintió halar de las cobijas y sábanas, intentar subir a la cama poco a poco, como si no pudiera hacerlo con facilidad, como si no tuviera piernas. El sólo imaginarlo le provocó terror y sin poder evitarlo comenzó a sollozar bajo, pateando en dirección a donde sentía las sábanas moverse y el colchón siendo presionado.

ㅡNo, no, no ㅡcuando creía que las cosas no podían ser peores pudo sentir como lo tomaba de uno de sus tobillos en un agarre firme y doloroso donde podía percibir huesos en lugar de piel y garras en lugar de uñas.

ㅡ¡Suéltame, suéltame! ㅡla desesperación haciéndose presente y provocando la risa grotesca de lo que sea que lo acompañaba.

Los sollozos se hicieron cada vez más fuertes y su voz se quebró en cuanto sintió a aquel ser arrastrarse sobre él, las huesudas manos ajenas lo sujetaron poco a poco y fue subiendo por todo el largo de su cuerpo hasta dejar el peso sobre su pecho.

Comenzaba a asfixiarlo, no podía respirar como antes y eso le aterraba tanto como lo que sea que se encontraba sobre él.

ㅡ¡Puedes despertar, despierta! ㅡsu miedo era tal que creía que todo era un sueño, así como siempre, sólo era un sueño más.

Aquel ser se rió de nuevo haciendo notar su horripilante rostro, el par de cuencas casi vacías de no ser por los puntos rojos que brillaban en medio de ellas y destacaban entre toda la sangre y piel putrefacta, entre huesos y dientes deformes.

ㅡ¿Quién te dijo que estás soñando? ㅡpreguntó petulante en medio de un rugido gutural.

La pregunta era tan cruel como la realidad y su risa siniestra atormentaba tanto como la verdad.

ㅡ¿Acaso no lo recuerdas? ㅡvolvió a cuestionarㅡ. Luego de un tiempo no sabrás cuál es el mundo real y lo que tú llamas sueños serán tu tormento hasta cuando estés despierto.

La realidad era cruel, pero poco a poco él comenzaba a confundir la realidad.

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