Outro
Yoongi balanceaba sin un control medido sus piernas con la debida certeza de quién mantiene el equilibrio, entre sus dedos aquella botella de tequila se movía a su par, las risas, música fuerte, golpes de las bolas de billar, olor a embriaguez, sexo barato, perfumes en exceso y cigarrillos enmarcaban la decadente pero lujosa noche en la que él era (cómo siempre) el rey.
—Yoongi debemos hacer algo ya casi no nos queda dinero.
Giró su rostro hasta enmarcar la silueta algo borrosa de su hermano.
— Tae, disfruta hombre — buscó entre tropiezos un asiento desparramando su anatomía ni bien lo encontró, bebiendo de golpe lo restante de la botella, con sus ojos estudiaba quién sería su próxima presa de la horas entrantes — la noche es joven.
El chico suspiró rascándose la cabeza, sabía que su hermano mayor no haría caso estando en ese estado, tomó su chaqueta y pagó lo correspondiente, tampoco había nada más que hacer, y tomando las palabras del mismo, quiso encaminarse a un sitio en especial, su cama y con el contrario así, lo mejor era tirar por irse de allí en ese momento.
— Bien, tienes las llaves del cuarto, yo iré a buscar algún lugar de dónde sacar más dinero ya que debemos de llegar de alguna manera a la ciudad. Nos vemos Yoongi, no olvides que nos encontraremos en el mismo sitio, ni pienses en llegar tarde.
—Ya vete que cortas la gracia de la noche Taehyung, estoy ebrio pero no cómo para ser idiota — soltó un suspiro — también buscaré más dinero, nos veremos luego.
—Nos vemos Yoongi.
El joven de porte sereno volteó dirigiéndose a la salida dónde Yoongi pudo observar como chocó contra un grupo de adolescentes que riéndose acapararon la atención de todos. Su interés se posó en uno en específico, la mujer detrás de la barra le ofreció otro trago y el aceptó sin apartar la mirada de esa curva pecaminosa de la anatomía del joven de cabellos negros y rostro fino. No era alguien demasiado extravagante ni siquiera sabía si era homosexual, era un chico regular, pero guapo. De ese toque salvaje que se esconde entre miradas que no desean chocar, ya que saben que será el camino mas rápido a la perdición total.
Los siguió mientras todos se dispersaban, en ningún momento cruzaron miradas, pero Yoongi lo tenía preso de sus deseos. Se levantó dirigiéndose hasta dónde ese chico estaba, en una esquina de la mesa de billar sosteniendo el pedazo de madera sin contrincante aparente.
—¿Puedo?—preguntó, tomando partida, más que permiso era una afirmación.
—Creo que no necesitas ninguna aprobación—respondió el joven regalándole una sonrisa.
—Tienes razón—golpeó la bola dando justo en el albo haciendo que las demás saliesen disparadas a los hoyos dejando pocas sobre la mesada verde —. ¿Porque estás tan solo? — su mirada glaciar se entorno a una cálida pero vacía.
— Me abandonaron por buscar una revolcada y tragos — ahora él tomó el control comenzando una pequeña riña de egos — pero ¿quién podría culparlos habiendo tantas tentaciones?
Sus ojos ahora mostraban un incendio que derritió lo helado de sus ojos índigo.
—¿Y tú, no encontraste algún candidato?—la grave voz de Yoongi viajó directo entre su piel haciendo que la misma se erizase.
El chico sonrió, notó el peso de esa mirada sobre sí desde que llegó, también sus amigos y se lo recalcaron, él no mentiría le gustaba ese hombre que estaba frente suyo.
Sus ojos azules, esos cabellos rubios, esa piel vestida de tinta negra y sonrisa pícara. ¿A quién intentaría engañar? Estaba dispuesto a morder las almohadas si era ese ser quién lo sostuviese en el baile del pecado. Él era de armas de tomar, siempre fue muy directo y vaya que estaba babeando por ese porte tan masculino y peligroso del hombre.
— Lo estoy viendo ahora mismo — soltó pasando su lengua filosa de palabras sensuales por sus belfos tan apetitosos, notando cómo el contrario se sorprendía, seguro estaba acostumbrado a chicos dulces que caían en sus redes, él lo hizo pero también era de quién no dejaba en su mente palabras por decir.
Sería quizá la noche, el alcohol o lo que fuere pero si de algo estaba seguro Yoongi era que ese joven estaría aclamando por su nombre en cuestión de horas, esa osadía le gustaba, casi ya no encontraba hombres así y lo seducía ya deseaba saber cómo sería entre las sábanas.
—Yoongi... —habló rodeando la mesa aproximándose más a ese chico, con la presentación de su ser rasgando la cercanía del frío.
—Jungkook—respondió deslumbrando una sonrisa, corriendo su cabello—entonces ¿me llevarás a la cama ahora o jugaremos más a quién provoca más a quién?.
—Ja, joven y osado ¿de que lugar te escapaste niño?—le encantaba, sí, claro que si.
—Del lugar donde me enseñaron a usar mi lengua en menos pláticas y más en la acción, así que ¿nos vamos ahora o fingiremos que somos heterosexuales y que no nos revolcaremos cuáles conejos esta noche?
—Más te vale ser lo que dices— Yoongi lo tomó de la mano, dejó dinero sobre la barra y salió presuroso llegando hasta el estacionamiento—sube —agregó indicando el lugar del copiloto. Una vez dentro Jungkook se lanzó a devorarle los labios a Yoongi, quién sin dudarlo lo tomó de la nuca profundizando el beso, en cuánto sintió las palmas del chico escabullirse entre sus pantalones lo detuvo un hilo de saliva los unía, el beso fue demasiado hambriento—ni pienses que nos revolcaremos en cualquier lugar, esa boquita me la comerá entre cuatro paredes— sentenció dando marcha.
Jungkook sonrió— Me parece bien, quiero montarte con la comodidad de un colchón.
Pequeñas frases osadas que invadían el lívido de ambos, gran jugada de almas sin temor a la muerte, de calle, de inicios violentos, contrato suicida de almas perdidas entre los senderos de la maldad, de la cándida luz obscura de las malas decisiones. Llegaron cuáles presurosos de un tiempo que era traicionero, las vueltas las dieron en medidas precisas, sus manos se buscaban ansiosas, sus labios se unían en un compás homicida de dos cuerpos anhelantes, mentes buscando un placebo al dolor.
Los gemidos eran la orquesta de la noche dónde Yoongi sería el maestro de ceremonia, prefijo camino que armó de su lengua entre los muslos del chico, quién deslumbraba las gotas de sudor y deseo, ojos que le gritaban ser cerrados a causa del placer instantáneo de dos cuerpos conociéndose sin palabras ni cortesías. Golpes fuertes, moretones, chillidos y jadeos, todo mezclándose en un sin fin del recital de la revolcada de la noche. Dos hombres uniendo sus deseos ocultos, palabras sucias, sonrisas toscas y también ansiosas. Egos chocando, siendo la posición lo de menos. Tres, cuatro, cinco quizá fue la cifra de cuantas veces llegaron a tocar el cielo, con repechaje entre equivocaciones de la escena de alto voltaje, sin cámaras fijas marcando las pautas. Exhaustos cayeron ante la gravedad y el sueño, enredados en sábanas que olían a alcohol, sexo y despedidas sin ninguna palabra.
En la mañana Yoongi tapó ese cuerpo que lo entretuvo mucho por las horas muertas en el pasado reciente, no sólo a su anatomía sino intelectualmente, ese chico era muy inteligente. Quizá si no lo hubiese conocido en medio de su huida de la vida, le hubiera invitado un desayuno, cortejándolo manteniendo un contacto más próximo y tranquilo. Pero aquel pensamiento de un escultor de la vida frustrado en las desventuranzas del asesino amor no eran una opción, por lo cuál sólo acomodó las telas, saliendo presuroso. Dejó en recepción el dinero y se montó en su automóvil con rápidez.
El viento le rozaba el flequillo, sus hebras plateadas flotaban deseosas de ser olvidadas cuáles recuerdos que el iba almacenando en el fondo de su inconsciente, debía de ser rápido solo quedaban pocas horas hasta que su hermano lo llamase para decirle que llegaba con retraso y que ya tenía sus nuevas identificaciones.
Su vida había sido un caos desde que lo recordaba, escapar de su casa huyendo de su madre alcohólica, su padre que recibía los golpes y los daba, vidrios rotos, su hermano que era menor a llantos insaciables y ni que decir de hambruna lo orillaron a aprender los trucos de la jungla de concreto. Robar al principio, pandillas luego, estafas mas tarde y un sin fin de atajos que se daba para sobrevivir y criar a un niño. Cuando tenía 16 tomó sus pocas pertenencias y huyó de casa, sin mirar atrás de la mano de Taehyung cuando ambos llenos de temor defendieron a su padre y observaron a su madre quemar todo el apartamento. No, no la tuvo fácil, pero sabía que si iba a la estación de policías el sería otra ficha más de muchas, un nombre más escrito en un papel, otro chico rebelde de familia problemática y de raíces tambaleantes, lo separarían de Tae y eso no lo permitió.
Sus comienzos fueron tormentosos pero ahora con 26 años la vida era menos pesada, los errores de su juventud le costaron caro, un trabajo le hizo ganarse enemigos y aunque no sabían, él no se quedaría a esperar que lo acabasen, así que tomando sus cosas salieron ambos, huyendo de todo, identificaciones falsas, dinero ahorrado y un poco más robado era todo lo que necesitaron para embarcarse en su viaje. Sólo debían de cruzar los límites e ir a Londres dónde nadie los encontraría.
Casi se le estaba acabando el combustible de manera que debió de parar en la estación más cercana. Estaba prácticamente vacía, debió de bajar y entrar en la tienda para avisar a los trabajadores que él necesitaba de sus servicios. Una paleta que traía entre sus cosas fue a parar a sus labios, se había prometido dejar de fumar y lo dulce era lo único que lo calmaba. A pasos tranquilos entró y allí al caminar un poco se encontró con el joven.
— Necesito una recarga de combustible — habló, el joven lo observó asintiendo — pero antes deme esas paletas de limón — pidió.
—Claro.
El muchacho se los pasó e Yoongi le extendió el dinero con la cantidad exacta mientras el chico se disponía a guardarlo, Min decidió llevar un par de refrescos para Taehuyng así que lo paró y se fue al fondo a buscarlo, luego de unos instantes oyó las puertas abrirse de manera estrepitosa y gritos.
—¡Deme todo lo que tiene mierda y rápido!
Yoongi lo hubiese ignorado, no lo conmocionó ni nada pues él era de calle, eso era tan básico para él, ya había pasado de robar tiendas de estaciones, pero algo lo hizo orillarse a ver quién era y es que no le gustaba que lanzasen disparos sin razón alguna. Desperdicio de balas decía.
Se agachó un poco tratando de no ser ruidoso, en su espalda baja poseía un arma la cuál sacó, nunca se sabía. Cuándo se levantó observó de lleno al perpetrador de tal molestia a sus tímpanos según el decía.
—¡¿Tú?!— exclamó el joven ladrón quién mantenía el asombró en su piel y el miedo en sus pupilas.
— ¿Que rayos?— Yoongi se quedó estático observándolo — Jungkook baja eso y vámonos ahora —exigió oyendo las sirenas de lejos, el joven había encendido la alarma alertando a los uniformados — ¡ahora!
Lo tomó de las manos temblantes y lo dirigió a la salida trasera pero fue muy tarde los policiales fueron astutos y los esperaban allí.
Jungkook forcejeó golpeándolos pero nada ganó.
—Par de escorias ya verán apenas lleguemos a la estación —escupió el oficial esposando a Jungkook e Yoongi juntos ya que no tenían otras esposas —vamos entren — los empujó causando que Yoongi cayese, el hombre lo levantó muy fuerte y le gritó pero el sólo le giró su rostro ignorándolo.
—Nos arrestaron ¡¿cómo que eso no te inmuta?!— gritó Jungkook apenas los arrojaron dentro del automóvil.
— Debes de ser paciente y controlarte, todo tiene una salida, ser así de impulsivo sólo te llevará a la perdición, espera unos kilómetros y cállate si quieres salir de esta — pronunció el mayor manteniendo su mirada al frente.
Luego de unos minutos ambos oficiales ingresaron al automóvil dando marcha. Habrían pasado cómo dos o tres kilómetros cuándo sintieron que una de las ruedas comenzaban a fallar, orillaron bajando ambos.
—Haz todo lo que te diga Jungkook oíste — dijo Yoongi sacando una navaja de su bota y se inclinó cortando ciertos cables del área del conductor.
Unos minutos luego de que los uniformados regresasen ya no arrancaba por lo que debieron de ir a la parte delantera y levantar el capó para ver que sucedía.
— Ahora sígueme — Yoongi abrió la puerta con mucho cuidado y estiró a Jungkook.
Ambos comenzaron a correr, sin mirar detrás, sabían que los policías los estarían buscando. Corrieron por todos los rincones, callejones. Dieron con la avenida principal y Yoongi observó a una joven estacionar su automóvil.
— Escúchame bien Jungkook iremos y nos robaremos ese automóvil, iremos con mi hermano y luego te llevaré a tú hogar ¿de acuerdo? Pero deberás de asustar a esa chica. Se ve inofensiva pero debemos de ser certeros. Nada de charlas ni de nada, harás lo que te digo ¿oíste?
El menor asintió.
Ambos se aproximaron a la joven y Jungkook la interceptó dejando la navaja que era de Yoongi deslizarse por su piel causando el temor en la dama. No dijeron nada más que lo esencial.
— Ahora dame las llaves y nadie saldrá herido ¿oíste dulzura?— dijo Jungkook haciendo que la joven soltase las llaves que tenía con fuerza aseguradas entre sus palmas, se las pasó a Yoongi — ahora vete — la soltó.
La chica iba a girar pero en seco Yoongi disparó al suelo — vete que yo no seré compasivo — su tono grave la terminó por acabar de envolver en el terror.
Corrió e Jungkook aprovechó para ingresar dentro del móvil mientras Yoongi comenzó a conducir.
— Lamento esto — dijo Jungkook — no era mi intención en meterte en esto — su mirada se desvío con alta pena era verdad.
— ¿Porqué intentaste robar aquel comercial?— cuestionó Yoongi sin apartar la vista de la carretera.
— Es que los chicos con quiénes estaba me robaron el dinero que tenía y me arrojaron allí, no tenia muchas opciones y pues debía de conseguir efectivo si quería irme.
Yoongi giró a mirarlo con detenimiento, tenía sangre en el labio y su mejilla estaba roja —¿Porque hicieron eso?
— Por qué se enteraron que pase la noche con un hombre y pues cómo imbéciles de intolerantes de mierda me golpearon y así.
— ¿Cómo te rodeaste de gente así?
— No había muchas opciones, eran ellos o nada.
— ¿Y tú hogar?
— Mi madre me odia porque dice que le recuerdo a mi padre y siempre me golpeaba y cosas así, cuando cumplí los 15 salí de ella ya que la demande por los golpes, de allí andaba en casa hogares una cosa llevó a la otra y conocí a ese grupo de uno de los eventos de socialización de la institución donde estaba. Pero siempre supe que eran escorias pero no tanto.
— Ya veo.
— ¿Y tú?
— ¿Yo que?
— Me abandonaste a la mañana.
— Fuiste sólo un revolcón de embriaguez.
— Auch — Jungkook rió — lo sabía pero me pareció un lindo detalle que me dejaste el desayuno y justo lo que más amo.
Yoongi sonrío él no se sabia decir porque lo hizo, no era por estar enamorado ni idioteces así, sólo que le agradaba ese chico no era como los demás — que bien que te gustó.
Lo miró y notó un sonrojo en esa facción tan fina e hipnotizante. El resto del trayecto hablaron de muchas cosas y Yoongi notó que compartían muchos puntos en común.
La charla fue amena y suave cuál pláticas de recién enamorados a punto de conocer el mundo desastroso del contrario.
Al llegar al punto coordinado con Taehyung lo divisó reposando por su automóvil observando de reojo su reloj. Con algo de dificultad bajó siendo acompañado por Jungkook.
— Llegas tar... — el ceño de Tae se frunció al verlo siendo acompañado por un joven — ¿debo preguntar?
—No—respondió Yoongi —Jungkook, Taehyung y viceversa, bueno ahora ayúdame a deshacerme de estas malditas esposas.
Tae suspiró negando —luego dices que yo soy el imprudente, déjame traer mis cosas.
El pelimarron se acercó y comenzó a hacer lo suyo, estuvo unos instantes hasta que consiguió liberar a ambos chicos.
— Listo — levanto su vista miel a su hermano mayor — tú identificación y los pasajes, tú vuelo sale en una hora el mío también, la dirección de la casa esta allí, rente un automóvil, Namjoon te recogerá apenas llegues, nos encontraremos en la casa y de allí a ser libres así que me voy que aún debo encontrarme con Jimin.
— ¿Lo llevarás?
— Lo amo claro que sí, no lo dejaré aquí en manos de sus tíos. Nos vemos hermano y un placer en conocerte Jungkook. Adiós.
Taehyung no dio tiempo a réplicas y se marchó.
Yoongi observó a Jungkook sobarse la mano dónde antes estaba la esposa. Su piel estaba rojiza.
— Bien aún tengo tiempo de llevarte a alguna estación y de allí puedes irte a tú casa — dijo frío Yoongi. La verdad era que quería pasar mas tiempo con él, conocerlo a fondo, ser amigos o algo más.
— ¿Qué casa?— respondió Jungkook dejando su mirada caer — no tengo nada a dónde volver, mejor te robo el arma y me mato.
Yoongi lo revisó con la mirada — o puedes venir conmigo — Jungkook lo miró sorprendido — si mi hermano llevará a su molesto novio yo puedo llevarte a ti y enseñarte lo que se así para que aprendas a defenderte o no se... olvida lo que dije.
— ¿Por que me llevarías?
— He estado dónde tú, se que se siente el pensar que a nadie le importas, perder la estabilidad, saber que no tienes dónde volver. Yo me mantuve fuerte por Taehyung, él me necesitaba y me convertí en alguien por él, pero tú no tienes a nadie y eso no lo creo justo. Además tienes mucho potencial me parece un desperdicio pensar en que acabarás con tú existencia por una idea pasajera. Mira Jungkook la vida es una puta mierda, no es justa y mucho menos buena, es una jodida mierda llena de obstáculos, pruebas y dolor, pero también tiene una lado bueno, tiene personas que te ayudan y al ayudarte tienes el compromiso de ayudar tú también. Es un circulo todo vuelve, mira me he equivocado muchísimo a lo largo de mi vida y eso me enseñó a tener otra percepción de la misma, no te digo esto esperando que te enamores de mi o tener que deberme algo, no. Lo hago porque si no nos dedicamos a ayudar a los demás la vida seguirá de puta y pues me cansé de eso — Yoongi se rasco la cabeza esperando una respuesta.
— Quiero ir contigo Yoongi — dijo Jungkook con un destello diferente en sus pupilas — quiero.
Yoongi sonrió — Bien, pero esto no será sencillo y deberás de aprender mucho — lo guió hasta el automóvil del cuál Tae le dio la llave.
— ¿Te lo puedo pagar con sexo? — contestó Jungkook causando una risa en el mayor.
— No todo en la vida es sexo Jungkook.
— No pero una parte buena si — río — dijiste que te gusta mi soltura.
— Me agrada que seas abierto pero debes de ser prudente también.
— Sólo soy descarado contigo.
— Bien eso me agrada ahora vamos que si llegamos tarde Tae me asesinará y no quiero oír sus reclamos.
— Yoongi — pronunció Jungkook aproximándose y plantando un beso en los labios del mayor. Un beso diferente como suave y lleno de ilusiones, inocente entre la compañía del descaro del pecado, un beso que no quería más que florecer cómo él — gracias.
Yoongi sonrío, no sabía si lo que hacia estaba bien, pero él estuvo en ese sitio y sabía lo que era que nadie lo ayudase y tener que quemar etapas a golpes. Además de que aunque no lo admitiría Jungkook le gustaba, le agradaba demasiado y quizá, solo quizá funcionaria o quizá no. Pero nada sería comprobado si no lo intentaba.
YOONKOOK
2018
Gracias por leer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro