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29 - Tercera parte



Adrik se tumbó de espaldas y yo también. Giré la cabeza para verlo, pero se sentó y se ocupó de sacarse el condón con su descarga atrapada en él. Le hizo un nudo y lo dejó a un lado de la cama sobre el suelo para echarlo al bote de basura del baño cuando tuviera ganas de levantarse. Esa era la realidad, los condones no desaparecían repente y a veces los chicos eran tan perezosos que no los desechaban al instante. Quizás también debimos haber ido al baño de inmediato a lavarnos, pero por el momento él solo quería estar allí y, a ser sincera, yo también.

Pero como no dijo nada durante un momento me dio un poco de miedo de que fuera a crearse algún tipo de distancia entre nosotros. Ya sabes, ese temor fijo con el que ahora vivía, de que alguno de ellos fuera a salir con una jugada o de que toda mi verdad saliera a la luz tan de repente.

Sin embargo, en lo que Adrik volvió a acomodarse sobre la cama, completamente desnudo, me tomó por el brazo y me jaló para que me recostara sobre él. El miedo desapareció y eso hice. Me acomodé sobre su cuerpo, mucho más grande y capaz de sostener mi peso sin problema, con mis piernas entrelazadas a las suyas. Dejé descansar la mejilla sobre su pecho para cerrar los ojos un momento, y aferré las manos a sus hombros. Él me colocó una mano en la espalda y comenzó a deslizarla con lentitud y cariño de arriba hacia abajo en una caricia con sus nudillos.

Moví un poco el rostro y hundí la nariz en su pecho para aspirar su natural y tranquilizador olor. Pensé en lo sucedido. Pensé en lo mucho que me había gustado. Tenía las piernas, los brazos, casi todo tan débil, tan tembloroso y tan rendido por el control y el exquisito salvajismo de Adrik que no vi posible volver a caminar. Y tampoco era que quería, eh. Estaba convencida de que lo único que en verdad deseaba era quedarme en esa cama con él, desnudos, para siempre.

No lo sé, me metí en un plan de sueños, ilusiones y felicidad. Me metí tanto que las palabras me salieron en un susurro espontáneo la contra la suave piel de su pecho:

—Te quiero...

—¿Uhm? —respondió él.

Mi mundito de felicidad se rompió. Me di cuenta de que estaba incluso sonriendo cuando mi sonrisa perdió fuerza. Mierda. Lo había dicho bajo para que él no escuchara, pero había percibido algo y había sentido el movimiento de mis labios.

Me puse nerviosa. Decidí recurrir a la vieja confiable.

—Que me duele hasta el pelo —mentí con rapidez entre una risa—. Adrik, por Dios, eres una máquina.

Él soltó una risa tranquila. Su mano ascendió hasta mi lío de cabello, lo enredó entre sus dedos y acarició los mechones.

—Me alegra que te haya gustado —dijo. Sonaba muy sereno, relajado, casi adormilado—. Eres muy sexy cuando follas, ¿sabías? Suenas muy bien.

Me sentí algo apenada por haberlo expresado todo tan deliberadamente, peeero... ya igual no importaba. A él le había gustado, y a mí también me habían gustado sus jadeos, su rostro, su manera de controlar y guiar las cosas...

—Algo bueno debía tener, ¿no? —defendí con diversión.

—Tienes todo bueno, no te preocupes.

Nos mantuvimos en silencio un momento, el suficiente para que mi respiración y mis latidos volvieran a un ritmo normal, casi de relajación absoluta. Disfruté de escuchar la respiración de él, acompasada. Su mano seguía moviendo con pereza algunos mechones de mi cabello. Era un bonito momento, muy tranquilo, pero entonces fui consciente de que en esa posición nuestras partes íntimas todavía se rozaban y pues... Amigo, le acabas de quitar las telarañas al ático, ahora es que quiere ser usado.

Enderecé la cabeza y apoyé la barbilla de su pecho. Lo contemplé. Tenía los ojos cerrados y una expresión de calma y seriedad absoluta. La piel de sus mejillas incluso tenía un ligero y muy varonil tinte rosáceo, de seguro por todo el agite y el salvajismo. El cabello tan revuelto, los labios todavía húmedos... Adrik normal era guapo, Adrik follando era mitológico, Adrik post sexo... era como la imagen de un héroe nórdico.

Ay ya ni modo, lo solté:

—Quiero hacerlo de nuevo.

Y en lo que abrió un poco los ojos, le sonreí ampliamente mostrando los dientes como quien no rompía ni un plato.

Él me miró un momento hasta que la comisura derecha de sus labios se elevó ladinamente.

—Necesitaré unos minutos —dijo.

Mi sonrisa se transformó en una mueca.

—¿Y si nos morimos en unos minutos?

—Mi espíritu se acordará de ir a follarte.

Eso me causó risa.

—Siempre tenemos conversaciones muy raras después de hacer algo importante, ¿no te has dado cuenta? —le comenté y de manera distraída moví el dije que colgaba siempre de su cuello en una cadenilla plateada—. Cuando nos besamos por primera vez, por ejemplo.

Adrik volvió a cerrar los ojos. Soltó bastante aire por la nariz. Supuse que estaba en su máxima relajación.

—Estaba nervioso ese día —confesó.

—Yo también.

—¿Estás nerviosa ahora?

—Un poco —murmuré.

—Si te tranquiliza, me dejaste más loco por ti de lo que ya estaba.

Otro silencio. Me cansé de la cadenilla y volví a apoyar la mejilla sobre su pecho. Vi algún punto de la habitación. Se sentía tan cómodo estar sobre él. Su cuerpo era lo suficientemente suave y duro para no ser exagerado y aun así impresionar. De verdad, ¿cómo había estado perdiéndome eso? Esa manera de fo*llar, esa diversión, esa seguridad, ¿cómo había estado tan reacia a entregarme? Por estar tan sumida en mi plan había desplazado por completo lo que Adrik tenía para ofrecerme. De repente me sentí culpable. De repente me sentí arrepentida.

No obstante, traté de descansar como él, pero la verdad era que estaba con un chorro de ganas por hacer más cosas. Y justo eso me hizo darme cuenta de que jamás esperé que aquello sucediera.

—¿Lo creíste? —le pregunté de pronto.

—¿Qué?

—Que íbamos a terminar así.

—No, eras insoportable.

—¿Y ahora?

—Sigues siendo insoportable, pero ya no me molesta.

—Lo tomaré como me quieres.

—Si eso no es querer, ¿qué sería?

Sonreí. Sí, me gustaba mucho su manera de expresarse. Volví a apoyar la barbilla de su pecho para mirarlo de nuevo. Traté de contener la risa pícara que me producía la pregunta que estaba a punto de hacerle:

—¿Podrías decirme exactamente qué son esas cosas que querías ponerme a hacer con la boca?

Adrik, con los ojos todavía cerrados, sonrió con muchísima malicia.

—Son un secreto, debo decírtelas al oído.

Me elevé un poco para que mi rostro quedara junto al suyo. Adrik presionó sus labios contra mi oreja y comenzó a susurrarme cosas bastante sexua*les y creativas. Mientras tanto, su mano viajó con lentitud por mi espalda, descendió hacia mis caderas, acarició mis nalgas y luego se devolvió para hacer el mismo recorrido. Cerré los ojos y me dediqué solo a escucharlo, a disfrutar de la sensación de sus palmas cálidas y expertas. Una sonrisa amplia y cómplice se mantuvo en mi cara. Su aliento y sus caricias me produjeron cosquillas en la piel. Sentí que todo dentro de mí volvía a encenderse.

—Tan frío y serio que te la das, ¿no? —le solté en cierto momento, riendo—. Y mírate, pues, bien perverso.

La punta de su nariz acarició mi mejilla. Sentí su boca ensancharse contra mi oreja en una sonrisa amplia, de seguro muy malévola. Soltó un suspiro pesado y enredó una mano en mi cabello. Lo apretó con suavidad y me hizo mirarlo de frente. Se estaba mordiendo el labio inferior, con la sonrisa fija. Sentí que se me volaba la pantaleta que no tenía puesta.

—Yo acepto que esos somos los peores —me susurró como si fuera un secreto escandaloso—. Pero tú tan ruda que te la lanzas y puedo dominarte fácil en la cama. ¿Cómo te defiendes ante eso, Derry?

Ni siquiera pude dármelas de seria porque la sonrisa se me amplió aún más. Le cubrí la boca con mi mano.

—Cállate —le exigí, divertida y retadora—. Te aprovechas de que estoy tonta por ti, es todo.

Él me mordió la palma de la mano y la aparté. Inclinó la cabeza hacia adelante para darme un beso rápido en los labios y luego la descansó en la almohada.

—"Tonta por mí" —murmuró, pensativo y con la sonrisa ahora de satisfacción—. Voy a recordar eso.

La pregunta era: ¿por cuánto tiempo?

Después de un rato de reírnos por todas las suciedades que propuso, lo dejé descansar porque mañana debíamos regresar a Tagus y enfrentarnos a los grandes problemas.

No supe ni qué hora era cuando todavía estaba despierta. Ya no me encontraba encima de él, sino recostada a su lado, mirando el techo. Ambos seguíamos completamente desnudos. Adrik dormía boca abajo con la mitad de la cara hundida en la almohada. La luz del ventanal delineaba sus hombros y su espalda, y hacía ver que sus nalgas eran una curva torneada que parecía imposible de dejar de mirar. De hecho, habría estado admirándolas con descaro sin distracción alguna de no ser por todo lo que pasaba por mi cabeza ya controlada la calentura. Todo lo que acababa de sentir, todo lo que quizás ya no debía hacer...

Un sonido se alzó sobre el silencio de la madrugada y resquebrajó mis pensamientos. Era una notificación de mi celular. No, dos notificaciones. Ambas seguidas e inmediatas. Me apoyé en los codos sobre el colchón. Era raro. Miré a Adrik. No se había despertado. No tuve ganas de moverme tampoco, pero en verdad la cuestión se me hizo extraña y como justo ahora estaba en total peligro no solo por Regan sino también por la persona que se había robado la USB con las pruebas que incriminaban al monstruo de Aegan, no pude ignorar eso.

Salí de la cama con cuidado. A pasos calladitos y suaves llegué hasta el centro de la habitación y recogí mi jean. Saqué el celular de uno de los bolsillos. Desbloqueé la pantalla. Las notificaciones eran de Instagram. Abrí la aplicación, fui a los mensajes y vi el remitente.

Mi mundo se detuvo.

El universo se paralizó.

La mano me quedó rígida sosteniendo el celular.

Mi corazón pareció pausar sus latidos y, de un momento a otro, reanudarlos con una rapidez ensordecedora que creí capaz de causar un infarto.

Henrikd:

Muchas gracias por las pruebas, vengadora.

Era lo único que necesitaba.

Mis dedos se movieron sin conectar con mi cerebro. Abrí el perfil del remitente. Había una sola foto. Era el rostro de Henrik. Era una imagen suya. Mi mente ni siquiera consiguió recordar de cuando, solo me concentré en que lo reconocía, que era real, que aquello en verdad estaba sucediendo. Ese era su cabello castaño algo largo, sus ojos parecidos a los míos, su expresión de calidez familiar y afable que siempre solía inspirar. ¡Ese era mi hermano! ¡Mi hermano acababa de enviarme un mensaje! Pero si estaba muerto... pero si yo lo había visto en el ataúd... pero si él... pero si él...

Permanecí tan aturdida, tan perpleja, tan asustada y confundida que solo desperté en lo que escuché otros dos sonidos de notificación. Giré la cabeza de manera abrupta. Miré hacia la mesa de noche junto a la cama. Provenían del teléfono de Adrik. Me quedé mirando el dispositivo con estupefacción. Después miré a Adrik, no se había movido. De hecho, no se movió ni los segundos después. Entonces, mis piernas sí. Fue de forma automática, casi robótica, como algo programado. Avancé y cogí el teléfono de la mesita. Encendí la pantalla. La notificación se vio en ella sin necesidad de desbloquear. Era de Instagram.

Henrikd: hola de nuevo, Cash #2. ¿Tienes algo para mí?

Me sumí en un caos de emociones y de preguntas. No pude ni respirar más que por la boca. Todo me dio vueltas. Sentí que podía incluso desmayarme. ¿Qué demonios era eso? ¿Qué estaba pasando? Me aterré tanto que de repente escuché unos pasos fuertes acercándose, pero no les di importancia sino hasta que la puerta de la habitación se abrió frente a mí y solo entonces solté el celular de Adrik como si fuera algo muy caliente o muy prohibido.

El teléfono cayó al suelo. Miré hacia la puerta manera súbita. Aegan estaba parado allí, vistiendo tan solo el jean con el que había llegado. Su torso desnudo dejaba a la vista el arte de los tatuajes, pero me fijé precisamente en que llevaba su teléfono en su mano, encendido. ¿Acaso él...? ¿Acaso...? Oh por Dios...

Me observó. Sus ojos felinos, de un gris casi transparente, me recorrieron de pie a cabeza con el ceño fruncido. Recordé que estaba enteramente desnuda y que él me estaba viendo, pero eso no me pareció importante en lo que me di cuenta de que además de confusión, había un destello de estupefacción absoluta en sus ojos. En realidad había una mezcla de muchas cosas en su expresión. Había algo semejante a la furia, al pasmo, pero también algo que parecía miedo, asombro y horror al mismo tiempo.

Como si fuera una línea de conexión, su mirada entonces se deslizó hacia la ropa regada en el suelo y finalmente se posó sobre Adrik desnudo, con las nalguitas preciosas al aire. De golpe me sentí como parte de la escena de un crimen, como si el FBI acabara de llegar y me encontrara con las manos manchadas de sangre, como la única culpable. Un remolino de emociones me abrumó. El estómago se me contrajo y mis pulmones dejaron de funcionar. Me faltó el aire. Me faltó coherencia. Me faltó tanta firmeza que, cuando Aegan soltó el reclamante y odioso grito, me sobresalté y me encogí como si también fuera a lanzarme una bofetada:

—¡Ponte ropa, joder! ¡¿Por qué te quedas ahí parada como una tonta?!

Fue de manera automática, como si todo lo que había construido, toda mi seguridad, mi valentía, mis ovarios de titanios se hubieran ido a la mierda. Obedecí y corrí de nuevo hacia el centro de la habitación para coger mi brasier y mi camisa. Al mismo tiempo, el grito ya había alertado a Adrik, que se estaba removiendo confundido en la cama.

Alzó la cabeza y observó a Aegan, ceñudo y adormilado:

—¿Qué coño te pasa, Aegan? ¿Por qué le gritas y por qué entras así? —fue lo que le dijo de primera mano en un reclamo.

La respuesta de Aegan vino después de dedicarme una mirada muy fría. Fue una mirada vacía, distante, como si toda la furia que antes solía expresarme acabara de convertirse en la más pura indiferencia, en el más puro desinterés. Me miró como si yo fuera una roca puesta allí, insignificante, a la que no había que hacer más que arrojar a la basura. Eso me impactó porque siempre, siempre, tenía una mirada de furia o de rabia para mí, pero nunca una que me indicara que ya ni siquiera tenerme rabia valía la pena.

A pesar de los bombazos de revelación consecutivos, de que mi universo entero acababa de perder todo equilibrio y de que mi cerebro acababa de soltar todos los engranajes, logré reconocer que las palabras de Aegan fueron una orden dirigida a Adrik y también una aclaración para mí:

—Levántate de esa mierda que tenemos un maldito problema.

Sí, él también había recibido un mensaje.

Y sí, estaba segura de que había sido de Henrik.

———

Ajaaaaaa....

POR FAVOR no se adelanten a nada ni digan: yo sabia que así era y así va a ser!!! Nope, les recomiendo que esperen porque esto está más complejo de lo que creen. A partir de aquí vienen cosas muy impactantes. Deberán ser fuertes. Deberán estar preparados. Deberán ponerle hierro a su corazón. Deberán ser como Jude, bien valientes para aceptar todas las verdades. KJkjaskjas bueno ya, estoy exagerando pero sí es posible que queden conmocionados. Pero, ¿eso es lo bueno no? Que la historia les haga sentir mucho.

Voy a mencionar una cosa. Este capítulo iba a traerlo ayer pero sucedió que una persona (quizás muy inmadura o imbécil o malintencionada o resentida) creó una cuenta fake con mi nombre para fines ofensivos. Se robó mis fotos de Twitter y estaba haciéndose pasar por mí. Esto me molestó mucho, i mean, yo siempre soy muy amable con todos, muy graciosa, muy jodedora, muy dedicada a mis historias, pero estas cosas son un tipo de acoso y son muy estresantes. Me enojé tanto que no quería actualizar nada. Ya luego pasó que la cuenta desapareció. Pero no sé qué ser tan desocupado en este mundo tiene el tiempo para hacer algo así y solo causar problemas. Es horrible que, personas que me leen y están en mi grupo, solo tengan malas intenciones. Estoy muy decepcionada. Sé que no son todos, pero lo estoy. Sinceramente, ya he decidido que no puedo confiar en nadie acá.

En fin, vamos con los adelantos:

¿Sus madres nunca les dijeron que los chicos solo quieren una cosa y que cuando la obtienen, ya no necesitan nada de ti?

Aegan tiene mucho que explicar. Tal vez hay que oírlo con detenimiento. Tal vez, hay que juzgarlo de nuevo. O tal vez solo hay que darse cuenta de algo.

El mensaje dice: ¿de nuevo?

Jude jura que vio a su hermano en el ataúd. Pero, ¿era realmente su hermano? ¿o es que ha resucitado?

Y... Aleixandre regresa...

Con algo que pondrá fin a los misterios de los Cash.

Algo que, finalmente, hará que Jude cumpla su propósito inicial.

Con algo que Aegan estuvo esperando durante un tiempo para destruir a su rival.


¡¡¡Estoy en las redecillas!!! Síganme para descubrir los secretos del universo.

Alex...

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