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Perfecto para ti;

(¿Les llegó notificación? TuT)

Eran diferentes, tan diferentes como el día lo es de la noche.

Las pesadas botas de Do KyungSoo atronaban contra los azulejos del pasillo que desembocaba al aula de tecnología. Los murmullos bajos que los estudiantes lanzaban respecto a los tatuajes que asomaban por debajo de la camisa blanca ni si quiera lo turbaban, en lugar de eso, llegaban incluso a divertirle. Estaba tan acostumbrado ya. Antes de girar a la derecha, donde se situaba la puerta para entrar al salón, una figura alta se atravesó en su camino.

No hubo más que un intercambio mudo de saludos por no más que mero protocolo. Eran prácticamente desconocidos, pero Kim JongIn era de ese modo, simpático con todos.

Ellos no podían ser más diferentes uno del otro.

JongIn era un muchacho cándido, portador de una afable sonrisa y de eminentes modales. Sus calificaciones sobresalían por encima del resto porque al parecer, se trataba de una clase de genio. Podría haber sido un buen candidato para la mesa de los rechazados aficionados al estudio, sin embargo, su obvio atractivo físico había hecho que su nombre se convirtiera en una palabra popular y sonada en todo el colegio. Era la representación exacta del hijo y estudiante modelo. Tan opuesto a él.

Do KyungSoo, por el contrario, poseía una expresión que en ocasiones llegaba a causar miedo o incomodidad. Su personalidad intimidaba y no podía importarle menos. Era respetado y querido por algunos, no era tan codicioso y no esperaba más. Las únicas veces en las que se le veía sonreír, era con un motivo oculto, tan sólo para llevarse a alguien a la cama y hasta ese momento, jamás había fallado.

Y quizá era en esa carente similitud que residía la razón por la que de pronto se había interesado en él.

La diferencia entre ambos era tan inmensa como el espacio que había entre un planeta y otro, por lo que se sorprendió tanto de encontrarlo esa noche en un concierto de bandas de rock.

Él ya se encontraba situado en un pequeño espacio lejos del hervidero, disfrutando del vaso de cerveza en su mano, cuando lo vio. No había resultado complicado encontrarlo en medio de tantas personas, después de todo, Kim JongIn destacaba. A pesar de haber asistido a un sitio como ese, no había dejado en casa el estilo pueril y recatado que lucía todos los días, de lunes a domingo. Iba vestido de forma pulcra y con los zapatos relucientes. Se encontraba allí, desencajando en medio de las aureolas de humo y el aroma a alcohol como una colorida flor desencajaría en medio de la maleza. Daba la impresión de no pertenecer allí.

Pero no iba solo, desde luego. A su lado, pudo reconocer a Byun BaekHyun y Kim JongDae, ambos compañeros del chico. A decir verdad, ninguno de los tres parecía pertenecer a un sitio como ese, sin embargo, la duda quedó resuelta cuando divisó a una cuarta persona acercarse a ellos con cuatro latas de cerveza que repartió entre todos.

Contempló entonces su oportunidad para acercarse, y no demoró en comenzar a caminar hacia la esquina donde ellos se hallaban.

—Qué sorpresa encontrarte aquí —fue lo primero que dijo, dirigiéndose a la última persona.

Byun DaeHyun, hermano mayor de BaekHyun y amigo suyo desde la escuela primaria. El muchacho dio un medio giro de forma sorpresiva y no tardó en sonreír al ver de quién se trataba. Se saludaron con un breve y perezoso abrazo.

—Do KyungSoo, mi amigo —expresó con alegría evidente—. No sabía que estarías por aquí hoy, quédate con nosotros, ya está a punto de salir a tocar la primera banda.

No hizo falta que insistiera para que él accediera a quedarse. Los otros tres muchachos se limitaron a saludarlo con un ademán y él respondió de la misma forma, fijando su atención en el único chico —además de su viejo amigo— que le interesaba. Cuando la primera banda de la noche salió al escenario y el sonido sincrónico de los instrumentos comenzó a resonar por medio de todas las bocinas repartidas alrededor del asedio, KyungSoo avanzó un sitio y se situó al costado de Kim JongIn.

—¿Qué dirían tus padres si su se enteran que su perfecto hijo está bebiendo cerveza? —cuestionó con una mueca divertida.

JongIn le miró, tímido al principio, pero entretenido al entender que el motivo de la conversación no era juzgarlo, sino simplemente charlar.

—Me falta menos de un año para cumplir la mayoría de edad —contestó el muchacho, casi con tono de reproche—. De cualquier manera, ellos no se van a enterar.

De todo el grupo, Kim JongIn era el único menor de edad. Supo que lo habían promovido un año durante la preparatoria, debido a sus notas insuperables y cociente intelectual superior. Por ello, a los diecisiete había iniciado su primer año en la universidad de artes.

Totalmente contrario a lo que en un principio creyó, JongIn parecía estar divirtiéndose y las canciones las cantaba sin equivocarse. Había pensado que no existía ninguna afición en común entre ambos, pero se había equivocado. Esa noche, en medio del gentío, JongIn se desenvolvió al igual que el resto, saltó con energía y exclamó hasta que sus pulmones se quedaron sin aire. Cuando sus hombros chocaban, ninguno hacía nada por alejarse. En realidad, la distancia entre los dos era cada vez más corta hasta el punto en el que terminaron quedarse así, hombro con hombro mientras rozaban sus nudillos.

—Es extraño encontrarte aquí —mencionó KyungSoo en medio de una pausa. Los asistentes ya comenzaban a exclamar para que otra banda acudiera al escenario para seguir con el espectáculo. JongIn arqueó una ceja y sonrió.

—¿Por qué?

—No pareces del tipo de chico que viene a este tipo de conciertos.

—Entonces, ¿qué tipo de chico parezco? —La pregunta hizo a KyungSoo reír. Ajustó las mangas de su chaqueta de cuero y con un movimiento, hizo a su cuello crujir.

—No lo sé, quizá del tipo que asiste a la iglesia todos los domingos. Que va a conciertos de bandas cristianas —Le dirigió una mirada sagaz—. Ya sabes, alabaré, alabaré a mi señor.

La carcajada que expresó el menor fue amortiguada por el vocerío que estalló cuando la tercera agrupación de la noche tomó posesión del escenario. Tuvo que gritar más alto para que KyungSoo pudiese escucharlo.

—Te daré un poco de crédito porque estás en lo cierto, sólo en la mitad de lo que acabas de decir —dijo, KyungSoo tuvo que acercarse a él para escucharlo con mayor claridad. Trazó una sonrisa cuando los labios del muchacho rozaron sutilmente su oreja—. Aunque si hablamos de música, disfruto más esto que el coro de la iglesia.

Durante el resto de la noche, KyungSoo se dedicó a disfrutar del concierto y de la, contra todo pronóstico, amena compañía de JongIn. Cuando el evento finalizó y la multitud comenzó a desalojar el lugar, dejando latas de cerveza, vasos de plástico y colillas de cigarrillo esparcidas por el piso, DaeHyun se dirigió a él.

—Me dio gusto verte después de tanto tiempo, KyungSoo. Deberíamos reunirnos un día de estos.

—Eso suena bien.

—Genial, entonces nos vamos. Llevaré a los chicos a sus casas.

Antes de que JongIn lograra marcharse de su lado, él se adelantó.

—JongIn se quedará, yo me encargaré de llevarlo a casa —anunció, ganándose una mueca confusa del menor, pero DaeHyun parecía estar de acuerdo.

—Oh, entiendo, tengan cuidado al volver.

—Te vemos mañana en la escuela —murmuró BaekHyun, mirando curioso a su amigo. JongDae tan sólo les sonrió a ambos antes de seguir al par de hermanos.

—Así que, ¿cuándo acordamos que me llevarás a casa? —KyungSoo se percató de que JongIn sólo fingía sentirse ofendido por haber elegido por él.

—Justo ahora, ¿te molesta?

—Ya que mis amigos se acaban de ir y no hay alguien más que me pueda dar un aventón, supongo que no.

KyungSoo entonces le dedicó una sonrisa, no una a medias, ni una poco perceptible. Era una de sus típicas sonrisas, de las que mostraba cuando quería que alguien le abriera las piernas. Y no estaba lejos de ser así, pero no se le podía culpar por nada. Después de todo, Kim JongIn no parecía estar en desacuerdo.

Tomándolo de la mano, le hizo avanzar hasta la salida del lugar. Bajaron una pequeña rampa hasta el aparcamiento, donde había dejado su motocicleta. JongIn lo miró impresionado, pero sus ojos lucían desprovistos de miedo.

—¿No tenías un auto?

—Sí, pero prefiero a mi esta pequeña —respondió, deslizando una mano sobre el asiento de su lustrosa Boober. Levantando una pierna, moto la motocicleta y viró la cabeza hacia atrás—. ¿No piensas subir?

—Allí voy —JongIn subió detrás de él, aferrándose automáticamente a su cintura debido a la posición ligeramente inclinada a la izquierda en la que se hallaban.

—Toma —dijo pasándole el casco.

—¿Tú no usarás?

—Es el único que tengo.

Al cabo de unos segundos, introdujo la llave y la giró, encendiendo el motor. JongIn se aferró a él con más fuerza, haciendo chocar el pecho contra su espalda.

—Sujétate bien, no queremos accidentes, ¿cierto?

Al comenzar a conducir hacia el exterior, apoyó la barbilla sobre uno de sus hombros, aún con los brazos enrollados en su cintura. Aun a través del grueso material de su chaqueta, era capaz de detectar los veloces latidos del muchacho. Sonrió al ser alcanzado por el fresco viento nocturno que le despeinaba el cabello.

La carretera era el único camino que podían tomar para llegar a los suburbios donde se situaban sus viviendas. KyungSoo hacía deslizar las llantas de su motocicleta con la misma rapidez y elegancia de un jaguar, metiéndose entre los autos y camiones, encegueciéndose por pequeños lapsos bajo las luces altas. Esa noche sólo había bebido un vaso de cerveza, lo cual no resultaba problemático, a pesar de que estaba excediendo el límite de velocidad permitido.

Apresó el labio inferior entre sus dientes cuando las manos del menos fueron más allá de su abdomen, rozando con las puntas de sus dedos el borde de sus jeans. Se estaba comportando de manera traviesa.

—No quiero ir a casa —expresó JongIn una vez que se detuvieron frente a la luz roja de un semáforo. Kyungsoo giró la cabeza hacia él.

—¿Estás seguro? —Quería detectar la veracidad de sus palabras, que JongIn afirmara que sí, que era eso lo que estaba deseando.

—Completamente.

—Si es eso lo que quieres —Cuando la luz cambió a esmeralda, KyungSoo arrancó, esta vez más rápido que antes.

En lugar de seguir derecho por tres kilómetros más como lo dictaba el camino, se inclinó hacia un costado al desviarse por una curva. Las difuminadas luces de los vehículos fueron dejadas atrás a medida que se adentraban por un camino yermo, lo único que lo guiaba era la luz de su propia motocicleta. Se trataba de un camino que KyungSoo ya conocía a la perfección, uno que había tomado muchas veces antes. Siempre acompañado de una persona distinta.

Hizo el vehículo acelerar, puesto que por allí no transitaban muchos autos o camiones. JongIn gritó emocionado.

—¡Más rápido!

Y él, por supuesto que obedeció. Esa noche estaba para cumplir sus caprichos.

No mucho tiempo después, aparcó la motocicleta frente a un edificio no demasiado salto, donde resplandecía un letrero en llamativas luces de neón.

«Hotel».

JongIn bajó primero, y luego lo hizo él. No había muchas personas afuera, además de la pareja que se encontraba besándose junto a la entrada.

—Ve subiendo al ascensor, enseguida te alcanzo —le susurró, acariciando su cintura al acercarse para hablarle en secreto—. Sólo un piso.

JongIn asintió y se adelantó en tanto él se dirigía a la recepción.

—La habitación ciento doce, por favor —solicitó al hombre que atendía, entregando un par de billetes y mostrando su identificación.

—Aquí tiene, diviértase —dijo el hombre con voz ecuánime. Le entregó la llave.

KyungSoo sonrió con astucia al contemplar la hilera de empaques metálicos que había detrás del recepcionista.

—¿Me da también tres de esos? Texturizados, por favor.

—¿Es todo?

—No realmente, también quiero una de esas —pidió, señalando con el dedo hacia el estando donde se mostraban varias botellas de lubricante—. Que sea de fresa.

Pagó los productos que le fueron entregados en una pequeña bolsa negra de plástico. Subió al siguiente piso en el ascensor, colmado de expectación. Durante el relativamente largo viaje en motocicleta, había sentido la ligera dureza chocando contra su trasero. Sabía que JongIn lo quería, y él también.

Lo encontró parado junto a la puerta del elevador, con las manos ocultas dentro de los bolsillos de su pantalón mientras movía un pie con nerviosismo. Viéndolo así, no parecía el mismo chico que pidió no ser llevado a casa esa noche. Haciendo girar la llave en su dedo, se aproximó a él.

—Vamos, habitación ciento doce —le indicó. Asintiendo, JongIn lo siguió de cerca.

KyungSoo abrió la puerta y le dejó entrar primero. Ya ambos en el interior, cerró colocando el seguro y caminó hasta la cama. Se sentó a la orilla, pero JongIn todavía se encontraba parado junto a la entrada, aguardando por una orden, supuso.

Aunque el cuerpo de JongIn divulgaba nerviosismo, en sus ojos KyungSoo vislumbró no más que curiosidad, antelación por lo que podría ocurrir esa noche entre ambos, dentro de esa pequeña habitación de hotel.

Dejó la luz apagada, puesto que las cortinas estaban corridas y por el cristal de la ventana se filtraba la escasa luz de la luna. Con eso era suficiente para ambos. Estirando los labios en una incitante sonrisa, llamó a JongIn.

—¿Planeas quedarte ahí parado por el resto de la noche?

El muchacho, entre apocado y ansioso, caminó a través de la habitación hasta quedar frente a él. KyungSoo no perdió el tiempo, lo sujetó por la cadera antes de tirar de él para hacerlo caer a su lado en la cama. Un sonido de sorpresa fue emitido desde la garganta del menor cuando él se posicionó encima.

Una de sus piernas se coló entre las del más alto, provocando que su rodilla efectuara una suave fricción contra su entrepierna.

KyungSoo sentía un hambre inmensa que sólo podría ser saciada por los labios mullidos y gruesos del muchacho bajo su cuerpo, atrapado entre su pecho y la cama. Era un hambre descomunal de besos, quizá mordidas ocasionales y robos de aliento. No para siempre, no todos los días. Se conformaría con sólo esa noche.

Y no tardó en hacerle caso a sus deseos, atrapando los candentes labios en un beso que desde el inicio fue vehemente. Una de sus manos halló lugar al costado del cuerpo del chico, deslizándola de arriba hacia abajo, y la otra en su mejilla. El cuerpo de JongIn era delgado, sin embargo, se sentía firme y macizo incluso sobre la tela. El menor lo besó con el mismo apetito, saboreando su boca y rodando la lengua por el contorno de sus labios y dientes.

KyungSoo apoyó todo su peso sobre el cuerpo del chico, haciendo rotar la cadera contra su pelvis, donde gracias a la exigua luz, percibió la zona elevada bajo el pantalón. Le robó arrancó de los labios un beso más y comenzó a pasar las palmas de las manos por su torso, tentándolo.

—¿Estás seguro de esto? —cuestionó, imaginando que esa podría ser la primera vez que JongIn se encontraba en esas condiciones.

Sin ser capaz de responder de otro modo, el menor cabeceó repetidas veces.

KyungSoo se quitó la chaqueta y la arrojó fuera de la cama, sin importarle realmente dónde cayera. JongIn se mordió el labio desde abajo y acarició sus fornidos brazos. Lo tenía totalmente dispuesto y no desaprovecharía esa oportunidad.

Cuando sus labios se apoderaron de la boca salada por tercera vez en la noche, las manos del muchacho se colaron por el borde se su camisa blanca, levantándola un poco, sólo lo suficiente para dejar al descubierto sus pálidos músculos abdominales. Kim JongIn lo acariciaba, tentando, experimentando, probando nuevas sensaciones para él. Se separó de su boca cuando decidió que quería sentir más de esas caricias. Tras sacarse la camiseta con prisas, le sonrió.

—¿No estás muy vestido?

JongIn, un tanto inquieto, comenzó por deshacerse del saco que vestía. Cuando se quitó de encima la camisa, KyungSoo descubrió que su cuerpo era incluso más apetecible de lo que lo parecía con la ropa puesta. Tenía un cuerpo delgaducho, pero eso no evitaba que los pequeños cuadros en su abdomen pudieran distinguirse. Sonrió, inclinando la cabeza y sacando la lengua. Comenzó a deslizarla desde la barbilla del muchacho, ascendiendo por la extensión de su cuello y siguiendo el camino por el centro del pecho. Llegó al borde del pantalón y contempló la v abdominal.

—¿Debería quitarte estos estorbosos pantalones? —JongIn, jadeante, sonrió.

—¿Tú qué crees?

—Estás muy travieso.

—Quiero... hacer muchas cosas contigo.

—Quédate tranquilo. Te dejaré hacer todo lo que quieras.

Dejó a KyungSoo sentado en la cama y se levantó, sólo para quitar sus propios pantalones. La ropa interior de licra negra que llevaba dejaba ver el bulto marcado en su entrepierna. JongIn no retiraba sus ojos de esa zona. KyungSoo dio unos pasos hacia él, anhelando ser tocado.

Ante la invitación silenciosa, JongIn estiró una mano. Primero rozó la dureza con los dedos, antes de atraparla entre su puño. KyungSoo jadeó.

—Quisiera probar su sabor —manifestó, provocando que KyungSoo sonriera.

—¿Nunca te has metido un pene a la boca?

Al tornarse sus mejillas de color granate, supo que estaba en lo correcto. JongIn parecía sentirse incómodo al sacudir la cabeza.

—Jamás.

—De acuerdo, tengo algo con lo que te sabrá mejor.

Extrajo de la bolsa la pequeña botella de color rojo y se la pasó a JongIn.

—¿Quieres hacerlo tú?

—Puedo intentarlo.

KyungSoo se encargó de bajar su propia ropa interior, dejando que su miembro saltara, elevándose con orgullo. Para abrir la botella, no hacía falta ningún tipo de experiencia. JongIn retiró la tapadera y giró el botecillo, presionando para verter un riachuelo delgado sobre la punta del pene del mayor, cubriendo por completo el orificio, desde donde comenzó a derramarse como lava de un volcán.

Un poco del líquido cayó sobre la cama, dejando resbalosas manchas rojas. JongIn volvió a colocarle el tapón al lubricante y lo dejó a un lado.

—Ahora esp... —KyungSoo cerró la boca para no dejar escapar un gemido alto cuando el menor envolvió su miembro con una mano.

—Creo que sé qué hacer —comentó con una mezcla de placer y diversión.

KyungSoo se echó para atrás cuando la mano del chico comenzó a frotar su pene, esparciendo el lubricante y poniéndolo a él más duro, más listo para todo lo que iban a hacer durante esa noche. La mano de JongIn no parecía inexperta, aunque él lo adjudicó a que, seguramente, el chico solía masturbarse con bastante frecuencia.

JongIn subió a sus piernas sin dejar de acariciar el trozo de carne caliente, su mano se encontraba resbalosa por el lubricante, pero también por el líquido espeso y pegajoso que emergía del miembro de KyungSoo.

Para ese momento, KyungSoo no podía contener cada uno de los gemidos que la mano de JongIn le arrancaba. El chico lo siguió acariciando por unos instantes, antes de salir de sus piernas para echarse a su lado, apoyando el pecho en la cama. Sin soltar el miembro, acercó su boca a la punta y aunque KyungSoo sintió el impulso de cerrar los ojos ante el primer contacto de su miembro con los blandos labios, no lo hizo, pues quería ver mientras JongIn lo comía.

El menor hizo una mueca, sosteniendo el sabor en la lengua, descubriendo por algunos segundos.

—Fresa —dijo riendo—. Me habría gustado probarte al natural.

—Entonces sigue, lame todo el lubricante y podrás probarse de ese modo.

Animado por sus palabras, JongIn se metió el miembro a la boca. No era de un tamaño descomunal, como algún actor de película porno, sin embargo, KyungSoo estaba orgulloso de su medida. Sumergió los dedos a través de las hebras de su cabello y lo alentó a ir más rápido. Suspiraba profundamente, expulsando aire caliente por la boca. Gimió cuando JongIn deslizó el miembro fuera de su boca y lo volvió a chupar.

El chico lo hacía con total devoción, era evidente que, pese a no haber estado con un hombre antes, lo disfrutaba. Le encantaba tocar, lamer, chupar el miembro de otro hombre.

Pero KyungSoo no quería ser el único que disfrutara. Además, quería saborear el cuerpo del menor.

Tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para salir de la boca de JongIn. Cuando el chico lo miró, confundido, él simplemente le sonrió.

—Ven aquí —le pidió tomando su mano.

Lo hizo denudarse y una vez que JongIn se sentó en su regazo, con una pierna a cada lado de su cuerpo, comenzó a besarlo. El pene de JongIn se frotaba contra su duro abdomen, sin abandonar esos labios que lo hacían enloquecer, KyungSoo comenzó a acariciarlo, provocando que gimiera en medio del beso. Dejó sus labios sólo para ascender con besos hasta su cuello.

—Estoy ansioso por hacerlo —le dijo, descansando los labios en el pecho del menor. JongIn se aferró más fuerte a él.

—Hazlo... con cuidado.

—Tranquilo, te haré el menor daño posible.

KyungSoo buscó entre el revoltijo de sábanas la botella. Al tomarla, la abrió de inmediato y embarró sus dedos, llevándolos a la parte trasera del menor.

—Debes estar relajado para que todo sea más fácil —indicó, comenzando a dispersar el líquido por la hendidura entre sus glúteos. La espalda de JongIn se alabeó—. Pararé en cualquier momento si me dices que lo haga.

—Sigue —JongIn gimoteó. Él respondió con una fugaz risotada.

—Aún ni empezamos.

—Pero se siente bien,

—¿Esto se siente bien? —preguntó, deslizando los dedos por esa zona. El lubricante lo hacía todo más fácil. JongIn asintió— ¿Y qué te parece si hago esto?

JongIn se estremeció cuando la punta del dedo índice de KyungSoo comenzó a trazar pequeños círculos sobre anillo fruncido. Se mordió el labio al sentir la presión, estaba cediendo. Su propio miembro ya estaba goteante, de la punta brotaban gruesas gotas de líquido diáfano.

El primer dedo se sumergió en su interior con suma facilidad, la excitación era de gran ayuda al momento de relajarse.

—¿Cómo te sientes? —cuestionó KyungSoo con voz ligeramente ronca.

—Es... es raro, pero no me incomoda.

—¿Te gusta?

JongIn asintió.

—Se siente bien.

Con esa respuesta, él comenzó a mover el dedo, acariciando la estrechez de JongIn, quien jadeaba con el rostro oculto en su cuello.

—Dime cuando pueda añadir otro.

—Hazlo ya.

—Muy bien.

Tuvo que sacar el dedo para derramar un poco más de lubricante. Esta vez usó dos para empujar dentro, JongIn se retorció entre sus brazos.

—Recuerda, dime si te lastimo.

—No lo haces —aseguró.

—Para ser virgen, me estás recibiendo muy bien.

KyungSoo detectó las sombras de un sonrojo en las mejillas del menor. Evitó reír para no avergonzarlo.

—¿Alguien ha estado jugueteando?

—Sólo unas pocas veces —rechistó.

Pocos minutos después, KyungSoo ya tenía tres de sus dedos en el interior del muchacho jadeante. JongIn se encargada de hacer rodar en círculos su propia cadera y pelvis, agradándole la sensación de los dedos moviéndose dentro de él.

—Puedes hacerlo —afirmó, expulsando aliento fantasmal contra el cuello de KyungSoo—. Ya estoy listo.

—¿Es esto lo que quieres, JongIn? —preguntó una vez más, dándole una última oportunidad. Los ojos a medio cerrar del mencionado lo miraron sin entender del todo—. Quiero decir, ¿estás bien con esto? ¿Con perder tu virginidad conmigo en una pequeña habitación de un hotel a mitad de la carretera?

Él jamás había imaginado que Kim JongIn, el chico perfecto, podría estar de acuerdo con tal situación. Pensó que era más del tipo de una relación formal, de regalar o recibir flores, de cenas a la luz de las velas.

—Deja de hablar y hazlo ya —casi suplicó.

Fue todo lo que hizo falta para que KyungSoo lo sostuviera con una mano a cada lado de la cintura para levantarlo y hacerlo caer. La cabeza de JongIn tocó la almohada y él se situó arriba de él.

Sus labios no tardaron en colisionar con los del menor, probando su aliento, sus gemidos y suspiros. Se aseguró de tocar toda la piel a su paso, palpando, acariciando, pellizcando. Sujetó las piernas de JongIn por la parte trasera de las rodillas y lo hizo abrirlas para él. Tuvo que separarse un momento para sacar un preservativo de la bolsa negra que había caído junto a la cama. Miró a JongIn con una sonrisa.

—¿Sabes ponerlo con la boca?

—No, pero puedo intentarlo —respondió, volviendo a sentarse. KyungSoo se colocó de rodillas en la cama, extrajo el preservativo de su empaque y se lo dio a JongIn, quien, agachándose, lo colocó en la punta y con sus labios comenzó a empujar, deslizando. Tuvo que usar la lengua para terminar de cubrir el miembro. Miró hacia arriba con lascivia—. Lo hice bien, ¿no?

—Perfecto.

KyungSoo lo empujó una vez más, levantó una pierna del muchacho e hizo que lo rodeara con ella. De esa forma tenía un mejor acceso a su trasero. Palmeó una de sus nalgas y sonrió, sujetando su miembro para dirigirlo a la entrada del menor.

—Siempre quise saber... —sus palabras fueron interrumpidas por el gemido que escapó de su boca cuando KyungSoo comenzó a introducirse—, cómo lucían tus tatuajes debajo de la ropa.

—¿De verdad? Eres muy curioso —En respuesta, JongIn dio una lamita a la nota musical en tinta azul cerca de sus clavículas.

KyungSoo apretó los párpados, luchando por contenerse a medida que su miembro era succionado. Casi se ponía a maldecir porque JongIn lo apretaba demasiado. Era sensacional. Su pecho cayó sobre el de JongIn cuando entró por completo.

—Dime cuando me pueda mover.

—Duele un poco —musitó—. Pero no es nada que no soporte, muévete ya.

Devorando sus labios, KyungSoo comenzó con embestidas lentas. El calor que envolvía su miembro era sofocante, excitante, enloquecedor. Su pene palpitaba como si pronto fuese a estallar. Los suaves gemidos del menor lo incitaron a continuar, arremetiendo contra él con más fervor y hallando pronto el ritmo.

—Un poco más profundo —JongIn emitió un chillido cuando, al hacerle caso, encontró su próstata—. Ve más rápido

KyungSoo se aferró a la cintura de JongIn con una mano y con la otra, tuvo que sostenerse, apoyándola en la cama. Se movió más y más rápido, más profundo. Deslizando la mano haca abajo, estrujó el trasero de JongIn, robando jadeos de su boca.

—No voy a soportar mucho más —declaró JongIn sin lograr mantener los ojos abiertos. KyungSoo mordió sus labios ya enrojecidos.

—Aguanta un poco.

Siguió deslizándose dentro y fuera. Sacó totalmente su miembro, estremeciéndose ante el contraste del aire frío con la calidez del interior de JongIn. Al frotar la punta en el orificio, estuvo a punto de correrse. Volvió a sumergirse en él, continuando con las rápidas embestidas y mezclando los sonidos de sus bocas en un beso.

Su mano se dirigió al pene del chico, que ya rogaba por ser tocado. Lo presionó, lo acarició y lo agitó. Al cabo de algunos minutos y con algunas embestidas más, el miembro de JongIn expulsó abundantes chorros de líquido blanco y al sentirlo más apretado, él hizo lo mismo dentro del preservativo. No dejó de moverse hasta haberlo arrojado todo.

Al salir de JongIn, se echó a su lado, se quitó el preservativo y lo arrojó al cesto de basura. El muchacho se encontraba agotado a su lado, con la respiración agitada y los ojos aún cerrados. En cualquier otro momento, KyungSoo habría continuado, pero no esta vez. JongIn debía descansar.

—Dime que vamos a repetir esto —pidió JongIn entre respiraciones laxas. Él se apoyó en un codo, volteándose de lado para mirarlo.

Debía ser honesto.

—JongIn —comenzó—. No soy el mejor haciendo promesas, mucho menos cumpliéndolas. No soy un tipo romántico y mucho menos soy la persona a la que podrías presentar a tus padres en una de esas comidas familiares que suelen hacer los domingos.

El chico bufó.

—¿Crees que no lo sé? —emitió un suspiro—. Si no lo supiera, no habría aceptado tener sexo contigo.

KyungSoo sonrió, echando medio cuerpo sobre JongIn y abrazándolo.

—Entonces, si es esto lo que buscas —bisbiseó, rozando con los labios la piel delicada de su cuello—, pasar algunas noches en un hotel, citas sin que nadie lo sepa, ir en motocicleta por la carretera rebasando el límite de velocidad —Lo mordió—, si es eso lo que buscas, nada de romanticismos, de palabras cursis y promesas, soy perfecto para ti.

—Es lo que busco.

—No lo habría imaginado —El menor sonrió.

—¿A qué te refieres?

—¿No es obvio? Kim JongIn, el chico bueno del instituto, guapo, popular, buen hijo. ¿Quién imaginaría que busca este tipo de aventuras?

—Tampoco pareces del tipo que follaría con un cerebrito —se mofó.

—Cualquiera estaría encantado de tirarse a un cerebrito con ese cuerpo.

JongIn lo sujetó por la barbilla e hizo que levantara la cabeza para robarle el aliento en un beso demandante que duró unos pocos instantes.

—Duerme —dijo KyungSoo sin despegarse—. Mañana hay clases.

—Qué aburrido eres.

Al final, fue JongIn el primero en caer dormido. KyungSoo se arrimó más a él, no queriendo despertarlo. Al día siguiente tenía clases temprano por la mañana y él, siendo el profesor, no se podía dar el lujo de faltar.

Contempló por última vez el rostro sereno del muchacho antes de cerrar los ojos. Era cierto todo lo que le había dicho, no podía hacerle promesas porque no era del tipo que se ataba a una sola persona. No podía hacerlo tampoco porque JongIn era hijo de padres homofóbicos. La diferencia de once años de edad también resultaba un problema.

Sin embargo, de pronto la idea de permanecer todas las noches así, compartiendo la cama con ese guapo chico, no resultaba tan descabellada.  

🌃🌃🌃

Regalito por llegar a los 4k seguidores, puede que no sea tanto, pero para mí es mucho, con tan sólo saber que allá fuera, incluso en otros países, hay personas que leen lo que publico, soy feliz TuT

Pues bien, esta idea nació debido a que quería escribir algo basado en Perfect de 1D, canción que conocí porque mi mamá siempre la pone mientras vamos en el carro xD 

También quería escribir un SooKai y aunque en algunos de mis fics he hecho alusión a la versatilidad, este es el primer SooKai como tal~ 

Espero que les haya gustado xu aún es raro para mí escribir este tipo de escenas, los que ya me han leído, sabrán que soy más de fluff, romance, cositas dulces e inocentes XD pero siempre me gusta intentar algo nuevo.

¿Les gusta la portada? Yo la amé, gracias Lila TuT

¿Les llegó notificación de la historia? Porque a muchas personas no <l3 

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