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Capítulo 6

Suena el despertador y mi cuerpo se siente como si hubiese sido víctima de una estampida de elefantes. No logré pegar ojo en toda la noche debido al mensaje de Alex y, cada vez que el cansancio me ganaba la batalla, ahí se encontraba él nuevamente como protagonistas de mis sueños. Observo el reloj que se encuentra en la mesilla al lado de la cama, las seis y media de la mañana, Alex dijo que estuviese lista a las ocho, no imagino que sucedería si no fuese de esta manera, pero no tengo deseos de comprobarlo.

Miro mi reflejo en el espejo del baño y, para mayor horror, dos grandes sombras oscuras cubren la zona inferior de mis ojos. ¡Oh por Dios! Parezco un enorme panda, me atrevo a decir que ni la mejor base de maquillaje sería capaz de desaparecer completamente mis ojeras hoy, sin embargo, aun así, lo intento y logro disimular un poco. Decido utilizar unos jeans y una camisa blanca, ambos acompañados con deportivas, no pienso vestirme de oficina para estar dando vueltas por todo Manhattan.

Siete en punto, según se acerca la hora acordada los nervios aumentan, agarro la laptop en un vano intento por tranquilizarme y me siento con ella en la isla de la cocina. Tengo muchos correos sin responder y una fecha límite para hacerlo, mi columna: Buenas Vibraciones, estaba resultando ser considerablemente popular en los últimos meses. Para mis lectores no era la sarcástica y negada a la experimentación que mis amigos conocían, sino Megan Parker, una mujer segura de sí misma, llena de positivismo y que siempre puede brindar una solución a cualquier problema. Abro el primer correo que aparece en pantalla y comienzo a leer.

Para: Megan Parker.
De: Preocupada.

Querida Megan, hace unos meses comencé a salir con un chico par de años menor. Es un encanto de persona: romántico, detallista, atento...todo lo que se puede pedir en un hombre. Nos encanta salir juntos e incluso le he invitado a vivir conmigo. Sin embargo, me preocupa mucho lo que puedan opinar nuestros familiares y amigos sobre la diferencia de edad, aunque él parece ajeno a ello. Nunca había estado tan colada por alguien y temo que pudiese cansarse de mí o interesarse en una mujer mucho más joven. Atentamente:

Una chica muy Preocupada.

Para: Preocupada.
De: Megan.

Querida Preocupada, un consejo: vive el momento y no te guíes de lo que piense el resto del mundo, porque si solo haces lo que a ellos le parezca correcto acabaras sin haber vivido. Si estás enamorada, como dices, olvida los prejuicios y disfruta al lado del hombre que tanto te apasiona. No puedo prometerte que estarán juntos eternamente, pero si sigue a tu lado sin importarle el qué dirán, es porque en verdad te quiere. Ten seguridad en ti misma y recuerda que muchos hombres prefieren la experiencia de las mayores que la de alguien menor a ellos. Sean realmente felices si han decidido vivir juntos. Con mucho cariño.

Megan.

Pulso el botón de enviar y continúo revisando par de correo por varios minutos. Siempre me sentía bien luego de dar respuestas a las inquietudes de las lectoras, aunque, también lograban asombrarme muchas veces con los diversos temas y situaciones que planteaban: sexo, drogas, familia, hijos e infinitud de cosas. En muchas ocasiones las situaciones eran muy divertidas, no me extrañaba que a Cath le encantase leerlos.

Reviso el reloj en la pantalla de la laptop, ocho en punto de la mañana. Diablos, me distraje más de la cuenta contestando los correos. Cierro el ordenador, tomo mi bolso y salgo como un rayo por la puerta del apartamento. Comienzo a bajar las escaleras que dan a la entrada del edificio lo más rápido que puedo y cuando finalmente la abro tengo que parar en seco para evitar chocar contra el pecho de Alex.

- ¿Pensé que tendría que subirte a buscar? -comenta mientras corta el paso entre la puerta y la calle.

-Dijiste a las ocho y aquí estoy.

No decimos nada más, nos mantenemos callados, retándonos con la mirada, ninguno se mueve, solo nos quedamos ahí parados y es cuando lo noto: me está envolviendo en su juego.

- ¿Creo que tenemos trabajo que hacer? -respondo con los cinco sentidos en alerta.

Mis piernas tiemblan y ligeros escalofríos me recorren por completo, no me gustan las sensaciones que Alex me hace sentir. Finalmente, sus labios muestran una ligera curvatura a modo de sonrisa. Se aparta a un lado y me señala la calle con una mano.

Atravieso el umbral de la puerta, sin embargo, vuelvo a poner cara de tonta cuando me percato de la presencia de un Aston Martin O-77 de color negro aparcado justo frente a mí, quedo aún más perpleja cuando Alex se acerca para abrir la puerta del pasajero.

- ¿Subes? -pregunta.

- ¿Es tuyo? -es lo único que acierto a contestar.

La gran sonrisa que asoma a sus labios fue suficiente para responder mi pregunta.

- ¿Cómo tienes un Aston Martin así? Solo existen setenta y siete en el mundo.

¡Dios Santo! Este auto vale una fortuna, ni el sueldo de toda mi vida laboral bastaría para cambiarle una llanta, ¿tiene Alex tanto dinero? Mi desconcierto parece divertirlo. Ya había perdido mucha dignidad y no era ni mediodía, por lo que sin necesidad de más palabras o una respuesta suya me acerco a la puerta que Alex sostiene abierta y monto al auto. Cerrando nada más subir, mi acompañante rodea el coche montando él por el lado del conductor.

Rápidamente nos ponemos en marcha, la ola de calor que inundó la gran manzana los últimos días parece haber sido sustituida por un cielo nublado y el olor a lluvia en el aire. El clima ideal para quedarse en casa arropado en cama, con un buen libro entre manos y una humeante taza de café recién hecho. Un suspiro escapa de mis labios sin poder evitarlo ante la tentadora idea de un café caliente.

- ¿Ocurre algo? -escucho que Alex pregunta.

Dejo de contemplar el bello cielo nublado saliendo de mi fantasía para observar al hombre que se encuentra junto a mí.

- ¿A qué te refieres?

-Te ves como soñando despierta-responde Alex sin apartar por un segundo la vista del tráfico, parecía indiferente a mi presencia dentro del auto.

Me demoro en pensar una respuesta, por una parte, solo deseo decirle que no es de su incumbencia y que se ocupe de sus propios asuntos, sin embargo, recuerdo que es un cliente y, como mínimo, debo mantener una relación cordial mientras dure el contrato. Luego de unos segundos pensando me decanto por la segunda opción, ¿Qué daño podría hacer?

-Solo pensaba lo agradable que sería una taza de café oscuro en estos momentos.

- ¿No has tomado café en la mañana?

-No.

- ¿Y desayunado?

-Tampoco.

Sus cejas fruncidas indican que no le ha agradado mi respuesta, pero no dice nada. El ambiente vuelve a tensarse cayendo en un profundo silencio, aprovecho el momento para estudiar con mayor detenimiento a Alex.

Viste únicamente con una camisa blanca de mangas largas y pantalones negros. Portaba el pelo despeinado de manera que asentaba a su look casual y descuidado, la pequeña barba de varios días resaltaba los masculinos rasgos de su rostro brindándole una apariencia fiera y sexy a la vez, como si fuese todo un dios nórdico. Su piel, bronceada natural, no tenía nada que envidiarle a la de un famoso modelo de revistas. Sus fuertes manos agarran el volante con una seguridad que me lleva a imaginar la delicadeza con la que sostendría un cuerpo femenino, pero, a su vez, la rudeza que poseería. Debí pasar varios minutos enajenada en todo él cuándo su fuerte voz retumba a mi lado.

- ¿Ves algo que te agrade?

Siento el calor recorrer mis mejillas, no respondo a su pregunta, no le daría el gusto de seguirle el juego, sin dudarlo contraataque con otra pegunta.

- ¿Cómo sabías mi número de teléfono o donde vivo? Dudo mucho que en la galería te brindasen esa información.

-Solo debes saber que lo que Alex Meelark quiere lo consigue, y créeme preciosa que un número de teléfono y una dirección no son ningún problema para mí.

Su chulería me deja alucinando, ¿Quién se cree que es este hombre? Vuelvo a fijarme en el paisaje urbano y no me permito apartar la vista hasta que llegamos a nuestro destino. Aparcamos cerca de Central Park, el primer lugar en el que nos encontraremos trabajando. Bajamos del coche y agradezco el aire fresco que rosa mi rostro luego de todo ese tiempo en el coche. Alex toma una gran bolsa negra que hasta el momento no había notado, a falta de instrumentos fotográficos en sus manos, imagino que ahí porte la cámara.

Andamos el poco camino que nos queda hasta una zona del parque de gran vegetación. Mientras Alex prepara lo que va a necesitar para realizar las fotos, aprovecho para apreciar la belleza que nos rodea: un pequeño lago capta mi vista, sus aguas verdosas recogen el reflejo de las embarcaciones de las jóvenes parejas que lo surcan, se respira mucha paz y tranquilidad. Antes solía venir mucho a dar un paseo por esta zona, aunque en los últimos tiempos se me había vuelto imposible debido al trabajo.

-Abby, ¿podrías ayudarme por favor?

-Por supuesto, ¿qué necesitas? -pregunto mientras me acerco a su lado.

-Sostén mi bolsa por un segundo mientras preparo la cámara.

Observo como coloca el lente en la cámara y recuerdo lo que pensaba sobre sus manos cuando veníamos en el coche, realmente su apariencia de tipo rudo no le hace justicia a la delicadeza con que trata a su cámara. De repente, me percato que no conozco mucho del trabajo que realiza este hombre, no puedo creer que no hubiese investigado un poco antes de venir, me siento avergonzada, no por el hecho de no conocerle, sino más bien por la falta de profesionalidad.

- ¿Qué tipo de fotografías realizas? -preguntó mientras me regaño mentalmente por mi descuido, pero a Alex parece no importarle.

-Soy fotógrafo de paisajes esencialmente-antes de comenzar a fotografiar me observa-Puedes sentarte por algún lugar o dar alguna vuelta, pero mantente cerca por si necesito tu ayuda por favor.

Estaba maravillada con esta nueva faceta de Alex, su lado burlón, creído y chulito parecía haber sido sustituido por una total seriedad, se apreciaba el respeto que siente por su trabajo y la pasión que posee. Como me ha pedido antes, me siento bajo un árbol cercano al estanque y no muy lejos de él, le observo trabajar fotografiando las cristalinas aguas, los arboles e incluso a algunas personas que pasan por ahí, aunque luego de unos minutos dejo de mirar a Alex trabajando y me pierdo en la exquisita tranquilidad de mí alrededor.

Saco unos audífonos junto a mi móvil y pongo el reproductor de manera aleatoria, automáticamente comienza a sonar Perfect de Ed Sheeran y sin evitarlo tarareo al mismo compás de la canción. La música nubla mis sentidos y consigo eliminar cualquier pensamiento de mi mente, la voz de este cantante siempre logra este efecto en mí, solo tengo ojos para observar el lago y sus alrededores hasta que unas pequeñas gotas de agua comienzan a correr por mi rostro.

Veo que varias personas comienzan a marcharse del parque y que Alex se acerca a mí por lo que me quito los audífonos y me pongo en pie.

-Será mejor que nos marchemos, con esta lluvia será imposible seguir fotografiando algo-informa Alex mientras le devuelvo el bolso para que guarde la cámara-Vamos te llevo a casa.

-No es necesario, ya viraré yo luego.
No parece muy convencido con mis palabras.

-Te mojaras si no nos marchamos ya.
Pero yo sigo negativa a abandonar la tranquilidad que tenía minutos antes, además, solo de pensar en volver a estar en el pequeño espacio del coche encerrada con Alex un escalofrió me recorre.

-No te preocupes por mí, vete primero antes que se estropee tu cámara con el agua.

Sin decir nada Alex da media vuelta y se marcha, me invade una repentina decepción y no puedo evitar pensar que me hubiese gustado que me insistiese un poco más, pero sin querer darle muchas vueltas al asunto vuelvo a acostarme sobre el césped, cierro los ojos y disfruto con las gotas de lluvia cayendo sobre todo mi cuerpo. Sé que las personas que quedan a mí alrededor me observan como si estuviese loca, pero no me importa, yo solo disfruto.

Pierdo la noción del tiempo en la que me encuentro de esta manera. Cinco, diez, quince minutos, no sé cuánto ha transcurrido cuando dejo de sentir la lluvia sobre mi cuerpo y sin embargo escucho como cae aún. Abro los ojos y me encuentro con Alex parado a mi lado sosteniendo en su mano derecha una sombrilla mientras que en la izquierda tiene un vaso desechable.

- ¿Qué haces aquí?

-No pensabas que te iba a dejar sola-contesta a la par que toma asiento a mi lado.

- ¿Y tú cámara?

-La he guardado en el coche cuando he ido a buscar el paraguas-y tendiéndome el vaso, continua-Ten, toma-ante mi mirada de desconcierto dice-Has dicho que deseabas tomar un café caliente.

Con recelo tomo el café que me ofrece y doy el primer sorbo, por Dios, es la gloria. No imaginé que tuviese este detalle o que recordase lo que le dije sobre el café.

- ¿Se puede saber qué haces mojándote en la lluvia en medio del parque?

-Disfruto-Alex no parece entender mis palabras por lo que me explico-Hace mucho no tengo este momento para relajarme y disfrutar de la tranquilidad de este lugar, además, amo la lluvia. En ocasiones es necesario vivir el presente y olvidarse del resto del mundo.

Alex parece pensar que me he vuelto loca, sin embargo, coloca la sombrilla a un lado permitiendo que ambos nos mojemos.

- ¿Pero qué haces? Te vas a enfermar.

- ¿Y acaso tu no Súper Woman? -su voz se vuelve más seria sin perder la suavidad en sus palabras-La lluvia te hace ver muy hermosa.

-Idiota-suelto sin ni siquiera pensarlo, tratando de no sonrojarme.

- ¿Tratas así a todos los clientes de la galería?

-Solo a los capullos.

Y sin poder evitarlo ambos reímos por el comentario. Mi sonrisa se amplía aún más al darme cuenta lo mucho que disfruto del momento e incluso de la compañía de Alex.

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