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Capítulo 25

Esa mañana, Catherine se había marchado apenas acabada de despertar bajo la justificación de poseer un poco de trabajo acumulado que necesitaba adelantar para la semana venidera, por su parte, Mario también salió temprano, al parecer la cita que tuvo con la chica de la noche pasada resulto de lujo y repetirían hoy, no me dio muchos detalles y yo tampoco se los pregunte, no obstante, por la sonrisa en su rostro y el brillo de sus ojos al hablar de la muchacha, daba a entender que le gustaba mucho y me sentía feliz por él.
En mi caso, estuve limpiando y recogiendo el apartamento gran parte de la mañana. Para mi mala suerte, terminé demasiado rápido y me daba un poco de vergüenza llegar a casa de Alex tan temprano. Estuve revisando un poco del correo de Buenas Vibraciones y respondiendo a las interrogantes amorosas de mis lectoras, perdí un poco la cuenta del tiempo que estuve en esta labor y solo reaccioné cuando mi móvil comenzó a sonar, era Alex.

Alex: ¿Cuánto tiempo me hará esperar la hermosa reina por el honor de su compañía?

Abby: Esperaba a que despertaras, no quería molestar desde tan temprano.

Alex: Cariño, tú nunca molestas, además, me hubiese encantado despertar y tenerte a mi lado.

Abby: Nos veremos en un rato.

Alex: ¿Te paso a recoger?

Abby: No te preocupes cogeré un taxi.

Alex: Te espero con ansias.

Aparto el móvil a un lado no puedo evitar sonreír como una quinceañera enamorada, vuelvo mi atención a los correos cuando el teléfono vuelve a vibrar.

Alex: Casi lo olvidaba, TE QUIERO.

Automáticamente, con solo leer el mensaje, noto como mis neuronas van dejando de funcionar y no logro pensar en nada, todo a mi alrededor da vueltas, no acabo de acostumbrarme a la idea de Alex realizándome una declaración de amor, tal parece una ilusión lo rápido que ha avanzado nuestra relación en tan solo un mes y temo que nuestra pequeña burbuja explote.

Incapaz de seguir respondiendo los correos de los lectores de mi columna, voy a preparar algunas cosas que necesitaré en casa de Alex para este fin de semana: un cambio de ropa, cepillo de dientes, etcétera. Llamo a un taxi y me dicen que en veinte minutos estarán en la puerta de mi apartamento, tiempo que aprovecho para terminar de arreglarme, decido que nada demasiado elaborado: un cómodo vestido veraniego color rojo, tacones negros y el cabello peinado en una alta coleta, debido al calor prefiero no llevar maquillaje, sin embargo, no puedo evitar resaltar un poco mis pestañas con una pizca de máscara d pestañas.

Siento las bocinas del taxi sonar desde la calle, me aseguro de dejarle una nota a Mario diciendo que no regresaré esta noche para que no se preocupe por mí, cierro con llave la puerta y me marcho. Ya es pasado el mediodía cuando llego a la entrada de casa de Alex, el portero del edificio me reconoce y me deja pasar sin ningún tipo de problemas, supongo que Alex le habrá informado de mi visita. Subo al ascensor y presiono el botón del último piso que es en el que se encuentra la casa de Alex. A pesar de que todo el edificio le pertenece, su apartamento se encuentra en la última panta, no puedo evitar sentir curiosidad sobre que habrá en el resto de la edificación.

Finalmente, las puertas del ascensor se abren y encuentro a Alex esperándome en la entrada de su apartamento, de seguro le dijeron que iba subiendo. Mi mirada choca con la suya y siento como una ola de calor comienza a crecer en mi interior. No está sexy, eso es quedarse corto, esta endemoniadamente caliente y lo peor es que es su apariencia natural.

—Llegas tarde pequeña—dice halándome hacia él para depositarme un tierno beso en los labios.

—No sabía que tenía horario de llegada.

—Es que te extrañaba mucho.

Vuelve a darme otro beso antes de tomar la mochila para ayudarme a cargarla hasta dentro de la casa.

— ¿Tienes algo planeado para el día de hoy? —pregunto.

—Había pensado que quizás unas cuantas películas y unas palomitas mientras nos abrazamos en el sofá
—Suena genial.

—Ve eligiendo tú que te gustaría ver en lo que llevo tu equipaje a la habitación y preparo las palomitas.

Asiento y me quedo mirando unos segundos la espalda de Alex dirigiéndose al dormitorio con mis pertenencias, aprovecho que no me está observando para contemplarle, estoy segura de que si se enterase que le miro en secreto estallaría su ego y no pararía de bromear sobre ello, sin embargo, no puedo apartar la mirada de su ancha espalda y su abultado trasero. Río internamente al pensar que debería ser ilegal que un hombre tuviese un culo tan sensual.
Aparto la mirada cuando Alex comienza a subir las escaleras que dan a los dormitorios y giro mi atención al gran estante donde se encuentran todos los CD, veo varios títulos que me interesan cuando hallo uno en particular que sé que no puedo dejar pasar por alto, sencillamente consta de una de mis sagas preferidas, protagonizada por quien considero de los mejores actores del planeta.

— ¿Algo que te guste? —siento la gruesa voz que se me ha vuelto tan familiar a mis espaldas.

Asiento con una gran sonrisa mostrando los discos de la saga entera de Piratas del Caribe.

—Debí suponerlo, siempre has sido muy fan de Johnny Depp y todas sus cintas.

— ¿Lo recuerdas?

—Jamás olvide nada de en lo que a ti respecta, siempre estuviste en mis pensamientos por más que me decía que no te volvería a ver—el tono de su voz se dulcifica— Gracias a Dios, el destino me dio una segunda oportunidad para estar contigo y decirte lo que nunca tuve el valor de confesarte.

— ¿Y eso que era?

—Que te quiero y estoy enamorado de ti.

Bajo la mirada hacia el suelo con el sonrojo acumulándose en mis mejillas, pero las manos de Alex sostienen mi mentón obligándome a alzar la vista hacia él, hacia sus hermosos ojos azules.

Deslizo la mirada hacia sus labios, tan exquisitos y sensuales que no puedo evitar empinarme hacia su rostro y pasar la punta de la lengua sobre su boca, sin ni siquiera esperar su reacción le beso saboreando y mordiendo lentamente su labio inferior. Su lengua comienza a explorar dentro de mi boca y me deleito en el cálido sabor. Coloco mis brazos alrededor de su cuello y profundizo más nuestro beso, siento el calor creciendo en mi bajo vientre, pero me obligo a mí misma a separarme entre jadeos.

—Si seguimos así no veremos la película.

—Que conste que has iniciado tú, y ahora soy yo quien no puede parar.

Alex vuelve a abrazarme mientras me carga, enrosco mis piernas alrededor de su cintura y comienzo a desabrochar los botones de su camisa, a pesar del temblor en mis manos por la excitación logro retirarle la prenda sin problemas. Sin prisa, pero sin pausa Alex me deposita suavemente sobre el gran sofá y retira mi vestido dejándome solamente en ropa interior, no percibí en qué momento había soltado los zapatos, debieron de caerse cuando Alex me cargo en sus brazos.

Alex se retira sus zapatos, pero continua con el pantalón puesto, cuando intento zafárselo sus manos me detienen.

—La última vez permití que llevaras el control, este viaje me toca a mí hacerte disfrutar como mereces.

No digo nada, solo sonrío y permito que Alex lleve la batuta, decisión que debo admitir no me molesta en lo más mínimo. Me acuesto bocarriba en el sofá mientras Alex deposita un reguero de besos que inician en mi boca, bajan por el mentón y siguen en el cuello, donde, además, deposita una tierna mordida con la suficiente presión para enviar un relámpago de excitación que coloca los pelos de mi piel de punta. Sigue su recorrido hasta la zona de mis pechos donde se deleita quitándome el sostén a la par que chupa y tortura mis pezones. Continúa su camino con su lengua hasta mi ombligo cuando de repente y sin dar explicaciones se detiene.

— ¿Qué ocurre? —pregunto pensando que pueda haber algún problema.

—Tengo una sorpresa para ti.

— ¿Y tiene que ser ahora? —digo con una sonrisa cómplice en el rostro.

—No tardaré, lo prometo—estiro la mano para alcanzar mi vestido y taparme un poco, pero Alex me detiene—Quédate así, no te cubras, prometo que no te defraudará la sorpresa.

La curiosidad mezclada con la situación morbosa del momento, me llevan a seguir su petición. Alex se marcha y le observo, mi intriga no deja de crecer cuando me percato que entra en la cocina, escucho como abre y cierra la puerta de la nevera y unos segundos después regresa con un cuenco blanco entre sus manos. Se arrodilla en el sofá colocándose justo encima de mi cuerpo, cuando no aguanto más la curiosidad pregunto.

— ¿Qué es eso?

—Algo con lo que disfrutaremos ambos.
Vuelve a colocar su boca sobre mi vientre y, esta vez, comienza su recorrido en sentido contrario: de mi ombligo a mi boca, donde finalmente deposita un ardiente beso, al tenerle tan cerca siento el dulce, cálido e inconfundible aroma del chocolate.

—Ensuciaras todo el tapizado del sofá si utilizamos eso aquí.

—Créeme que es lo que menos me importa en estos momentos.

En un rápido movimiento, Alex comienza a verter el chocolate derretido sobre mis pechos y abdomen. Jamás había hecho algo así en mi vida, solamente he leído sobre este estilo de juegos en diversas novelas eróticas y todas ellas describían un disfrute descomunal, por lo que no pude evitar sentirme avergonzada y excitada en partes iguales. Nunca tuve una vida sexual muy juguetona, sin embargo, con Alex tenía la necesidad de ser atrevida, me hacía sentirme deseada y bella.

Retira mis bragas con una mano a la par que con la otra vacía las últimas gotas del chocolate líquido sobre mi pubis. Estaba empegostada en cada rincón de mi cuerpo, pero no importaba. Alex comienza a pasar la lengua por mi cuerpo retirando con ella el sobrante de chocolate.

—La mezcla de tu piel con el chocolate es lo mejor que he probado en mi vida.

No respondo, no puedo. Un gemido escapa de mis labios cuando Alex llega a mi bajo vientre y comienza a explorar la zona húmeda de mi deseo. Siento su lengua hurgar en mi interior y sus dedos juguetear con mi clítoris, cierro mis piernas fuertemente a cada lado de su cuerpo intentando contener los temblores que comienzan a formarse por todo mi cuerpo anunciando el orgasmo venidero.

—No te cierres, solo disfruta.

Las palabras de Alex son la gota que rellena el vaso, me dejo llevar por la exquisita sensación orgásmica y me permito soltar los gemidos que se formaban en mi garganta. Aun siento los espasmos por todo mi cuerpo, no obstante, la sonrisa de Alex me afirma que esto aún no ha culminado. Se incorpora de pie solo el tiempo justo para quitarse el pantalón y el bóxer, volviéndose a colocar luego sobre mí.
De una única estocada introduce su longitud en mi interior, a pesar de ya haberme corrido una vez, no puedo evitar sentir nuevamente la excitación crecer en mi interior. Coloco mis manos alrededor de su cuello mientras le beso salvajemente. Alex entra y sale de mí aumentando poco a poco el ritmo de las embestidas hasta que finalmente siento su líquido correr caliente en mí interior. Ambos estamos agitados sobre el sofá intentando recuperar la respiración.

— ¡Mierda! —exclama— He olvidado buscar el condón, lo siento de verdad.

—No te preocupes—le calmo mientras le beso—Tomo la píldora desde los dieciséis años para regular la menstruación, no corro peligro.

—Dios, tú quieres que te vuelva a follar.

—No me vendría mal.

Reímos y nos besamos, ya una vez que los latidos de nuestros corazones vuelven a la normalidad, soy consciente de la viscosidad de todo mi cuerpo aun cubierto de chocolate, y ahora también del semen que comienza a correr por mis piernas.

—Deberíamos tomar un baño—sugiero.

—Me parece una genial idea.

Alex me lleva cargada hasta el cuarto de baño donde tomamos una cálida ducha durante varios minutos en los que incluso nos divertimos bromeando y jugando con la espuma del jabón. Vuelvo a colocarme mi vestido y voy poniendo los CD de Piratas del Caribe a reproducir mientras Alex regresa de la cocina con las palomitas de maíz y unas Coca-Colas.

Miramos la película sin ningún tipo de contratiempos hasta que, casi llegando al final justo la escena donde Jack Sparrow pelea contra el Capitán Barbosa en la cueva, suena el timbre de la puerta.

— ¿Esperas a alguien? —pregunto.

—No, y tampoco me han avisado de la recepción que nadie subía, dame un segundo.

Alex va a abrir la puerta y yo me mantengo viendo la película muy tranquila hasta que siento una voz familiar que me retuerce las entrañas con solo escucharla, giro la vista hacia la entrada y encuentro a Teresa parada en el lobby con una sonrisa y no sé quién expresa más perplejidad en su rostro, si Alex o yo.

— ¿Interrumpo?

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