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Las piezas se tuercen

«Durante la semana va a la escuela y toma clases intensivas algunas tardes. Citas en su día libre. Un muchacho normal. Un estudiante de último año bastante aplicado. El hijo del jefe Yagami, Light Yagami: no hay motivo para sospechar».

Raye toma notas en su pequeña libreta, la cual procede a guardar dentro de su gabardina. Observa desde una distancia considerable, y si bien ante sus ojos Light Yagami es inocente, decide que terminará la vigilancia por hoy y luego recopilará toda la información para entregar su informe. No se encuentra lo suficientemente cerca para escuchar lo que hablan, están en una parada de buses y no hay muchas personas alrededor como para despistar, pero tampoco lo considera necesario, ¿que podrían estar hablando dos adolescentes que decidieron salir un sábado cualquiera?

A algunos metros de distancia, Misa enrolla los brazos alrededor del de su amigo, apoyando la mejilla en su hombro mientras sonríe. Fue difícil convencerlo, durante la semana apenas y lo ha visto, se la ha pasado mayormente encerrado en casa bajo la excusa barata de que debe estudiar para el examen de admisión, ¡como si a él le hiciera falta estudiar tanto!

—Me alegra mucho que hayas venido. —Comenta ella, cerrando los ojos por un instante mientras frota la mejilla en su hombro como lo haría un gatito.

—Tampoco es como que me hayas dejado otra opción —suspira—, una llamada más y podrías estar siendo procesada legalmente por acoso.

—Como exageras —se separa de él y cruza los brazos, haciendo un puchero—. Yo que lo único que hago es ser la mejor amiga que puede existir en el mundo —se lleva el dorso de una mano a la frente de manera dramática, acto seguido brinca hacia él y vuelve a enrollarse en su brazo—. Ya verás que nos la pasaremos genial. Kiyomi piensa que...

—¿Kiyomi sabe? —La interrumpe enarcando una ceja y de forma inmediata da un paso hacia un costado para separarla de su cuerpo y poder verla a los ojos.

Misa agacha la cabeza y lo mira hacia arriba.

—No, bueno sí... —se rasca la mejilla con el índice—, pero es porque tú me contagiaste de tu paranoia y yo tenía que saber si ellos estaban detrás. —Se cruza de brazos y gira la cabeza hacia el lado contrario, inflando los mofletes.

Light pone los ojos en blanco. —Como si ellos fueran a admitirlo.

—Que no son ellos y tampoco nadie —Misa se voltea y lo toma de las manos, sonriéndole mientras lo mira a los ojos.

Conoce a Light casi de toda la vida y nunca lo había visto tan ansioso y paranoico, aunque siempre mantiene su temple, puede notarlo en sus ojos. Fue difícil no dejarse llevar y exigirle respuestas a Kiyomi, pero descubrió lo que ya sospechaba: su amigo está viendo fantasmas donde no los hay.

—Confía en mi sexto sentido, ¿sí? —Insiste ella, apretándole suave las manos porque aunque Light no diga nada, lo conoce lo suficiente para saber que no está convencido con todo esto— Ella dice que no tiene idea de lo que hablas y yo le creo.

—¿Y fue ella quien te sugirió planear esta salida? —Cuestiona desviando el rostro hacia otro lado.

—No —la respuesta es inmediata mientras lo toma del mentón para hacerlo volver la mirada—. Me lo sugirió, sí, pero no lo hice por ella. Comencé a insistirte con esto desde antes de hablar con ella porque te quiero, y no iba a permitir que te quedaras el fin de semana encerrado, atormentándote por cosas sin sentido.

Light suspira y asiente, quiere darle fin a la conversación, no porque desee callarla, sino más bien creerle. Viéndolo de manera objetiva, podría decir que Misa está intentando jugar con su mente, algunos le llamarían "gaslighting", porque insiste en convencerlo de que todo está en su cabeza, de que nada es real, pero la verdad es que él quiere aferrarse a eso, aferrarse a la idea de que es su propia mente intentando jugarle una mala pasada. Y junto a las pastillas para dormir que ha tomado últimamente, más el cansancio físico y mental con el que vive día a día, creer que todo es producto de su imaginación no es una idea para nada descabellada.

—¡Por fin! —Exclama Misa levantando los brazos y dando un par de brinquitos cuando ve al autobús acercarse.

Los pasajeros abordan, Light permite que su amiga pase primero. Ir a un parque de diversiones no es algo que él hubiera querido hacer, mucho menos ahora, pero ya está aquí y lo mínimo que puede intentar hacer es distraerse como Misa tanto le ha dicho. Sin embargo, de repente se tensa cuando un hombre decide ocupar el asiento que está justo detrás de ellos. Sus pupilas se mueven de un lado a otro de manera inconsciente y rápida, inspeccionando el lugar. Hay más espacios disponibles, de hecho el autobús va casi vacío, ¿¡por qué justo detrás de ellos!?

—¿¡Light!?

—¿Eh...? —El aludido da un respingo y parpadea antes de voltear hacía Misa.

—¿En qué andas? —frunce el ceño— Te preguntaba si recuerdas cuándo fue la última vez que fuimos a Spaceland.

—Perdón, estaba pensando en que la semana que viene es el examen de admisión y...

—...Y es justamente en lo que no tienes que pensar —interrumpe ella—. Vamos, Light, intenta no pensar en tus notas perfectas por al menos hoy. En cambio intenta disfrutar la vista. —Sonríe, pegando el dedo índice a la ventana, como si el panorama no fuera como el de una ciudad cualquiera.

De igual forma Light se enfoca en el exterior, en los autos pasando, los colores citadinos y en lo bonito que está el cielo ese día. Intenta no pensar en lo que lo agobiaba minutos atrás, la explicación más lógica es que es una simple coincidencia, quizá a ese hombre nada más le gusta el último asiento de los autobuses, eso debe ser todo. De verdad pondrá todo de su parte por pasarla bien, no le va a arruinar los planes a su amiga.

No obstante, de la nada un pasajero se pone de pie y se acerca al conductor, algo que pasa desapercibido para todos hasta que el autobús se detiene de manera brusca.

—¡No he dicho que te detengas! —Grita el hombre, aún dándole la espalda a los pasajeros, pero en un leve movimiento la mayoría logra notar que el conductor está siendo apuntado con un arma en la sien, desatando el pánico en todos— ¡Sigue avanzando si no quieres que te vuele los sesos ahora mismo!

El chofer retoma el camino, conduciendo de manera acelerada debido a los mismos nervios, cosa que al asaltante le importa poco mientras siga haciendo lo que le diga.

—¡Eso es! ¡No se te ocurra detenerte! —amenaza hundiéndole la punta del arma contra la sien antes de voltear hacia los pasajeros.

Todos gritan de nuevo y en un acto reflejo aprietan los ojos mientras intentan encogerse lo más que pueden en sus asientos. Raye traga saliva desde su posición, no sabe si esto se trata de una mala broma o si es una suerte que él esté ahí. Se supone que él no puede sacar su arma, porque eso desencadenará preguntas qué resultarán en la revelación de su identidad, y la presencia del FBI es algo que la policía japonesa desconoce. Sin embargo, mientras sus pupilas erráticas analizan la situación y opciones, un susurro llega hasta sus oídos y corta sus pensamientos.

—No te preocupes... —Light ha envuelto a Misa entre sus brazos, tomándola de la cabeza para pegarla a su cuello— te prometo que no te pasará nada... —continúa con voz suave y pausada mientras ella sigue lloriqueando y temblando.

La situación no es desconocida para ella, ya tuvo una mala experiencia con un acosador y sin mencionar que el asesinato de sus padres fue por un asalto fallido. Light lo conoce de sobra y puede darse una idea lo que está pasando por la cabeza de su amiga, por lo que intenta calmarla pese a que él también tiene el estómago hecho un nudo.

—Si es necesario... —prosigue el castaño—... te juro que soy capaz de atacarlo con tal de cuidarte.

—No creo que eso sea una buena idea...

Una voz llega desde atrás, casi como si estuviera susurrándole al oído, de forma pausada pero inmediata. Light se tensa aunque no lo demuestra. Evita los movimientos bruscos al girar levemente el rostro y ver de reojo al pasajero trasero.

—Si las cosas se ponen feas, yo intervendré... —Raye continúa con precaución mientras se agacha un poco sin apartar la mirada del asaltante, quien sigue cerca del chofer mientras habla por teléfono.

Debido a la distancia no pueden escuchar lo que habla, pero también duda que él pueda escucharlos a ellos.

—¿Y qué nos asegura que no seas un cómplice? —Cuestiona Light, aún viéndolo de reojo mientras abraza de forma más protectora a su amiga.

—¿Un cómplice...? —Misa apenas aparta el rostro del cuello del castaño para buscarlo con la mirada.

—Claro, de todos los asientos disponibles decide sentarse hasta el último. He leído sobre esto, el primero se sube como un pasajero normal y cuando su compañero se une, ambos pueden tener el control desde diferentes puntos. —Light siente que su cuerpo está a nada de descompensarse,cosa que intenta ignorar a la vez que hace su mejor esfuerzo por mantener su expresión y tono seguro.

Raye se muerde los labios, debe sopesar sus opciones, y debe hacerlo rápido al ver al asaltante caminar hacia la primera fila de pasajeros para reclamarles sus pertenencias. Si Light fuera Kira, ese tipo ya estaría muerto de un ataque al corazón, él mismo absolvió al joven de esas sospechas desde antes de subir al autobús, por lo que lo único lógico que se le ocurre es sacar su billetera de su gabardina y extenderle su tarjeta de identificación.

Light toma el plástico, sin embargo un jadeo escapa de sus labios al ver el estampado, al mismo tiempo una idea pasa rápidamente por su cabeza: «¿¡Agente del FBI!?», igual de rápido fallan sus dedos, los cuales dejan caer la tarjeta y va a parar al piso. Sin pensarlo, Light intenta levantarla pero olvida moverse con calma.

—¿¡Qué estás haciendo!? —El hombre grita con los ojos abiertos de par en par, apuntando esta vez en dirección a ellos.

Light se queda inclinado a medio camino, sin saber si es mejor terminar el trayecto para recoger la identificación, o si es preferible volver a su posición anterior. Decide lo segundo al escuchar los pasos agigantados del malhechor acercándose. Sin embargo el hombre se detiene a pocos centímetros y sus ojos brillan.

—¿Misa Misa...? —Se relame los labios, cosa que a Light le da repulsión.

La aludida sólo se encoge y el castaño no duda en volverla a abrazar, casi cubriéndola como si fuera un escudo.

Si bien las alarmas de Light se encienden con solamente ver el gesto de ese hombre, nada lo prepara para el siguiente movimiento y en un abrir y cerrar de ojos ya se encuentra en el suelo, luego que el tipo lo tomara del brazo y lo hiciera a un lado.

Pese al impacto, logra reaccionar de manera ágil y ponerse de pie, sobre todo al ver al asaltante repetir sus movimientos, pero esta vez con Misa, a quien el lugar de lanzarla hacia el suelo, la jala hacia él y la repega contra su cuerpo al rodearla de la cintura con un brazo mientras con la mano que sostiene el arma la encañona contra la cabeza.

—¡Suéltala, maldito!

El castaño se abalanza con claras intenciones, sin embargo su intento se ve truncado por un brazo que de la nada le impide el paso.

—Light, déjame hacerme cargo. —Raye usa su cuerpo entero como muro entre el joven y el atacante. Si bien ya se hacía una idea desde que todo el atraco inició, ahora al tenerlo cerca confirma que ese hombre debe andar bajo efectos de algún estupefaciente. Y si a eso le agregamos que está armado, confrontarlo de manera brusca no es buena idea.

—Sí, niño, deja que los adultos hablemos. —Se mofa el sujeto, mostrando sus grandes dientes al sonreír.

Misa tiene los ojos apretados, eso no impide que gruesas lágrimas sigan manchando sus mejillas de máscara para pestañas. Light no puede ver dicha imagen, el hombre delante de él es más alto y corpulento, y si se ha quedado atrás no es porque así se lo hayan pedido, sino más bien porque se siente al borde del colapso. Jamás dejaría que le pase algo a Misa, pero le está costando respirar y todo está corriendo de una forma que no puede ser normal.

—Escuche... —Raye extiende los brazos hacia adelante despacio y con las palmas abiertas le hace un gesto pidiéndole calma—... quizá no se ha dado cuenta pero el autobús se detuvo hace pocos minutos. Es cuestión de tiempo para que la policía esté aquí, y la situación para usted no pinta bien... —da un paso lento hacia el frente, el mismo que el otro retrocede—... suelte a la chica y le aseguro que todo estará bien.

—Eso es mentira —responde de inmediato, retrocediendo dos pasos sin dudarlo y apretando con más fuerza la cintura de su presa—, nada estará bien, pero al menos puedo hacer que haya valido la pena... —al decir lo último su voz desciende unos decibeles al mismo tiempo que hunde la nariz en los cabellos dorados de la chica, inspirando profundo—... Podemos pasarla bien, ¿qué dices, muñeca?

—¡Noo! —Misa emite un alarido y se revuelve al sentir una lengua carrasposa lamiéndole la mejilla.

Light abre los ojos de par en par al ver el gesto por sobre el hombro del detective, e inevitablemente se le revuelve el estómago. Todo pasa tan rápido, el tipo da media vuelta para huir con su víctima, confiado en que nadie intervendrá cuando él está armado y los demás no.

Pese a que Raye parece ser un hombre pesado, Light lo hace a un lado con una facilidad que parece increíble, y con la misma agilidad se lanza hacia la espalda del hombre.

—¿¡A dónde crees que vas!? ¡Suéltala, maldito!

Todo sigue en cámara rápida. Hay un leve forcejeo, en el que el sujeto debe tomar la decisión de soltar a Misa y lanzarla hacia el frente para encargarse del muchachito que lo está ahorcando desde atrás.

—¡Ya me tienes harto, mocoso! —Pese a la droga en su sangre, da media vuelta con una velocidad sorprendente, apuntando con el arma hacia su nuevo destino.

Light siente un agarre en el hombro de su chaqueta, pero luego un disparo, seguido de otro. Y los gritos estallan, siendo el de Misa el más agudo.

—¡Liiiight! —La chica corre hacia su amigo, manchándose las zapatillas de sangre al patear el charco que ha formado los borbotones que salen del pecho perforado del asaltante.

El castaño se encuentra sentado en el suelo, luego de que Raye lo haya jalado para apartarlo. Misa cae hincada frente a él.

—No... —murmura ella con los labios temblando, tomando el rostro del otro entre sus manos y revisándolo minuciosamente mientras respira agitada— No te dio... —suelta con cierto alivio y miedo al ver el agujero en el autobús. Demasiado cerca.

—Misa... —él parpadea, respirando errático a la vez que ella lo mira desconcertado—... ¿qué pasó?

—¡Que ese tipo disparó! —lloriquea, rodeándolo con los brazos y escondiendo el rostro en su cuello— ¡Pensé que te había hecho daño!

Si bien el único tiro certero fue el de Penber, el disparo de ese sujeto también podría haber sido letal y eso la hace temblar.

—Misa... ¿por qué lloras?

—¡Por todos los cielos, Light! ¡No es momento para preguntar tonterías! —Farfulla, sin apartarse un poco mientras le sigue mojando la chaqueta con su llanto.

—Lo siento... —murmura, reaccionando al fin y pasándole un brazo por la espalda para abrazarla— ¿Deberíamos ir a casa?

—Me temo que eso tendrá que esperar hasta que se complete el reporte policial. —Raye interrumpe, acercándose a los jóvenes mientras guarda su identificación en su cartera, luego de haberla levantando del piso.

Light voltea hacia arriba desde su posición y frunce levemente el ceño, entre abre los labios como dispuesto a decir algo, pero parece pensarlo mejor y los vuelve a cerrar.

oOo

La puerta se abre de golpe y uno de los oficiales entra por ella a zancadas fuertes. Todos en la sala dan un respingo y de inmediato apartan la mirada en busca del causante de tal alboroto. Todos menos Watari, quien sigue sentado al final del lugar sin mover un músculo, solo manteniendo la laptop abierta que muestra la letra L en la pantalla.

—¿¡Soy el único que encuentra esta coincidencia demasiado sospechosa!? —El mismo agente, notablemente alterado, toma un control que está sobre un escritorio y enciende el televisor que está al frente.

Todos voltean entre ellos extrañados. El hombre sintoniza un canal de noticias, donde una reportera presenta los hechos de un incidente que parece estar en proceso. Ven el alboroto, escuchan los detalles de la reportera y detrás de ella un hombre con rasgos extranjeros parece estar dando su declaración a dos policías. No ven nada extraño más allá de tratarse de una noticia lamentable donde un civil perdió la vida en un autobús mientras los demás pasajeros parecen muy afectados con los sucesos.

—¿¡Qué acaso nadie lee las franjas!? —Insiste al notar el rostro confundido de todos. No es que nadie leyera, sino más bien que estaban procesando todo que pasaron por alto ese detalle— ¿¡Qué hacía un agente del FBI, armado y con identificación, en ese autobús!? No, una mejor pregunta, ¿¡Que hace aquí en Japón y por qué nosotros, la policía japonesa, no estábamos enterados!?

El rostro de todos cambia, si bien no era necesario que expusiera esas preguntas al aire, el que lo haya hecho siembra la duda y los murmullos empiezan, comenzando a verse entre ellos mismos, confundidos.

El mismo agente vuelve a tomar la palabra, pero esta vez dirigiendo la mirada hacia la pantalla al final del salón. —¿Algo qué decir, L?

Silencio. Todas las cabezas se giran hacia el mismo lado, esperando una respuesta.

—Creo que nos estamos alterando —Soichiro interviene, poniéndose de pie despacio para calmar a sus subordinados—. Aunque suene difícil de creer, si puede tratarse de una coincidencia. Me parece que este caso nos tiene un poco paranoicos, ¿no creen?

—Con todo respeto, jefe Yagami, pero no sé si está enterado que su hijo iba a bordo de ese autobús...

—¿Light...? —Murmura por acto reflejo mientras frunce el ceño.

—¿Qué hace un agente del FBI en Japón sin que la policía lo sepa y precisamente en el mismo lugar donde estaba su hijo? ¿Le sigue pareciendo una coincidencia?

La poca y breve calma que Soichiro había logrado sale por la borda y los murmullos vuelven. El jefe Yagami no tiene palabras para hacer entrar en razón a sus subordinados, no puede cuando ni siquiera él entiende, tan solo acierta a apretar más el entrecejo mientras voltea hacia esa pantalla con la letra estilo gótico al medio, pero L no ha dicho nada.

—Sabía que no podíamos confiar en él... —murmura uno mientras da un golpe en el escritorio.

—¿Cómo vamos a confiar en él? —dice en voz suave otro mientras junta sus papeles pero sin atreverse a ponerse de pie— Ni siquiera conocemos su rostro...

Los susurros se combinan, haciéndolos ininteligibles, hasta que Soichiro se aclara la garganta y todos guardan silencio.

—Al igual que ustedes, no estoy contento con la posibilidad de que ahora seamos sospechosos, mucho menos que mi familia esté involucrada. Pero me gustaría escuchar a L, ¿sí hay un agente del FBI, significa que hay más? ¿Acaso somos sospechosos de una investigación que te montaste a nuestras espaldas?

Aunque la respuesta tarda unos segundos en llegar, la voz robotizada congela a todos. —Sí, así es.

Soichiro aprieta los puños y se relame los labios, realmente tenía esperanza de que todo fuera una coincidencia.

—¡Esto es inaceptable! —alza la voz mientras tensa la mandíbula— ¿A tu propia gente? ¿A quienes estamos trabajando contigo para resolver el mismo caso? ¿Y mi familia...?

—Señor Yagami —interrumpe L con calma—, no lo tome personal. Entiendo la molestia y lo mínimo que merecen es una explicación. Desde un principio mencioné que no debíamos descartar ninguna posibilidad por más absurda que les pareciera. También nos ha quedado claro que Kira tuvo cierto acceso a información que no fue revelada al público. Por eso decidí pedir refuerzos externos, Kira podía estar entre nosotros y debía eliminar esa posibilidad.

L lo dice como si no fuera la gran cosa, ni siquiera Watari se inmuta, pero Soichiro conoce a su gente, puede verles la impotencia e indignación. Los murmullos vuelven, solo que esta vez más bajos, nadie parece contento. Soichiro no dice nada por varios segundos, quizá se siente igual de impotente y frustrado que ellos, pero al final del día él es el jefe y debe actuar como tal. Porque antes de esta investigación, estaba su gente.

—Este es un caso que desde un principio requirió que estuviéramos dispuestos a todo —se aclara la garganta, captando la atención de sus subordinados—. Si bien entiendo el punto de L, también los entiendo a ustedes. Mientras L buscaba confiar en nosotros, él perdió la confianza de muchos aquí. Así que si alguno se quiere retirar del caso, pueden hacerlo. Nadie será amonestado ni mucho menos despedido, tienen mi palabra.

Solo acaba de decir lo que está seguro que todos estaban pensando pero que nadie se atrevía a decir. El silencio se vuelve tenso, nadie mueve un músculo y algunos solo se ven entre ellos de reojo, sin saber qué hacer. Hasta que uno tiene el valor de hacer una leve reverencia, tomar sus cosas y salir de ahí. Y a él le siguen muchos más. Hasta que la sala queda casi vacía.

Soichiro suspira al hacer un conteo rápido de cuántos quedan.

—Cinco, ¿eh? Bueno, seis tomándome en cuenta... —murmurando dejando entrever su decepción.

—El hecho que hayan decidido quedarse habla muy bien de su sentido de justicia —comenta L, como si en primer lugar no hubiera sido el causante que más de la mitad abandonara el caso—. Eso me hace confiar en todos ustedes.

—¿Eh? —exclama Ukita, alzando las cejas— ¿L acaba de decir que confía en nosotros? ¿Pero cómo podemos confiar nosotros en él?

—Exacto —secunda Mogi, aliviado de que alguien se atreviera a decirlo—. Escucha, L, todos estamos aquí poniendo nuestras vidas en peligro y seguimos aquí a pesar de que acabas de confesarnos que no has confiado en nosotros, mientras tú solo te dedicas a dar las órdenes a través de una pantalla.

—Lo ideal es que todos estuviéramos trabajando hombro a hombro —continúa Ukita, viendo de reojo a Soichiro, buscando su apoyo—. ¿No lo cree, jefe?

—Estoy de acuerdo con todos ustedes —comenta Yagami, sacándose el celular de uno de los bolsillos—, y espero que L lo tome en cuenta si realmente le interesa nuestra ayuda, pero por el momento, les pido un breve receso, necesito hacer una llamada.

—¿Señor Yagami? —interrumpe la voz robótica al dar media vuelta. El aludido se detiene, volteando por sobre su hombro.

—¿Sí, L?

—Espero que su hijo se encuentre bien.

Soichiro aprieta los labios y asiente con la cabeza, acto seguido retoma sus pasos y sale de ahí.

oOo

Light saca el celular de su chaqueta, sin prisa y sin ninguna emoción en su rostro. La pantalla encendiéndose y vibrando se refleja en sus pupilas vacías, el identificador muestra el nombre de su padre pero no responde, como si su cerebro no le mandara la señal para hacerlo. Solo se queda observando esperando que la llamada finalice, y una vez lo hace, procede a guardar el aparato y levanta la cabeza, volviendo a la realidad que tiene enfrente: patrullas y ambulancias presentes, luces parpadeantes y coloridas que enceguecen, oficiales por todos lados y personas llorando. La escena plantea un caos auditivo pero él apenas y escucha sus propios pensamientos, todo se siente lejano y por momentos no entiende nada.

Misa está unos pasos adelante de él, hablando con dos oficiales quienes están tomando su versión de los hechos.

—¿Hay algo que te gustaría agregar? —Pregunta uno de ellos despacio, dirigiendo tanto su mirada como su cuerpo hacia Light, es ahí que el joven parpadea confuso al inicio, dirigiendo la mirada a uno y luego al otro. El castaño entreabre los labios pero vuelve a cerrarlos al instante siguiente.

—Con lo que yo les he dicho debe ser más que suficiente. —Interviene Misa, retomando la atención de los agentes.

—¿Podemos irnos a casa? —Cuestiona Light con la voz carrasposa luego de haberse mantenido en silencio por tanto tiempo. Tanto su pregunta como su mirada iba dirigida a Misa, pero son los oficiales quienes asienten.

Misa corre antes hacia donde están interrogando a Penber para agradecerle una vez más y luego regresa junto a su amigo.

En un principio inician el trayecto en silencio, a ninguno se les pasa por la cabeza tomar otro autobús de vuelta o pedir un taxi, es como si fueran en piloto automático. Sin embargo, Misa no puede evitar ver de reojo a Light de vez en cuando, quien va a su lado viendo hacia el frente como si no hubiera pasado nada.

—¿Estás bien...? —Pregunta ella, carraspeando la garganta y agachando un poco la cabeza.

—¿Eh...? —Da un leve respingo y parpadea antes de voltear a verla.

—Es que... —se abraza a sí misma, como lo ha estado haciendo desde la última hora—... has estado callado y...

Light parpadea de nuevo, sin embargo parece también reaccionar. Rápidamente se quita su chaqueta y cubre con ella a su amiga, acto seguido le pasa un brazo sobre los hombros y la pega a su cuerpo.

—Perdón... —murmura dedicándole una sonrisa—... es solo... todo es tan raro...

Misa se encoge y asiente, soltando un sollozo. —Se suponía que tendríamos el mejor día de nuestras vidas...

El castaño la abraza con más fuerza y le da un beso sobre los mechones rubios de la coronilla.— Ya, no pienses en eso...

Se quedan en silencio, Misa parece comenzar a soltar lo que había estado intentando retener y su sollozo los acompaña en todo el camino de regreso a casa.

Al llegar al complejo de apartamentos, Light mete la llave en la cerradura y abre la puerta sin dejar de abrazarla. La acompaña hasta la habitación, donde le acomoda los cojines y le ayuda a recostarse antes de cobijarla. Todo lo hace sin pensarlo, en modo automático, como si de pronto algo se hubiera encendido en él y la única orden que tiene es proteger.

—¿Dónde guardas los tés? —le pregunta inclinado hacia ella mientras le pasa un mechón rubio por detrás de la oreja— Te prepararé uno para que te tranquilices.

—¿Bromeas verdad? Sabes hasta donde guardo los tampones. —Responde intentando aligerar el ambiente, pese a que tiene los ojos rojos y las mejillas manchadas de tanto llorar.

—Claro. —Responde con una sonrisa, acto seguido se endereza para dar media vuelta.

—¿Light? —el aludido detiene sus pasos y voltea hacia ella— ¿Estás bien?

—Sí —le asegura con la misma sonrisa—, vuelvo enseguida.

Misa se envuelve más entre las cobijas mientras lo ve marchar. Lo conoce, está segura que él, al igual que ella, no está bien. Solo finge estarlo para no preocuparla, para cuidarla, porque siempre ha sido así. Light siempre ha sido tan fuerte y ella no tanto.

En la cocina, al castaño no le es difícil encontrar bolsitas de té en una gaveta, y solo le toma unos minutos volver a la habitación con una taza humeante en la mano. Sin embargo, al regresar no puede evitar que su mirada periférica capte la pizarra de corcho que está colgada en la pared. Por curiosidad se desvía un par de pasos hacia ella, y sonríe meneando la cabeza al ver la cantidad exagerada de artículos y titulares de periódicos montados unos sobre otros, todos hablando de Kira.

—Cuando me decías que te gustaba ese hombre no pensé que era para tanto. —Comenta caminando hacia la cama, colocando la taza caliente sobre la mesita de noche.

Misa frunce el ceño y se empuja con los pies en el colchón hasta sentarse.

—¿Ahora resulta que si lo recuerdas? —Infla los mofletes a la vez que se cruza de brazos.

Light suelta una risa breve mientras se sienta en la cama al lado de ella y le pasa un brazo sobre los hombros. —Jamás lo olvidaría. 

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