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5. El asunto O

David despotricaba por toda la sala, estaba furioso con él por haberlo dejado en casa con su insoportable hermanastro.

—Tío, ¿pero que coño se te pasa por la cabeza? ¡Me dejaste con Jude!

Oliver bostezó, entendía que David y Jude se odiasen. No se llevaban bien antes de que sus padres se casasen y menos ahora que estaban casados.

La madre de Jude había sido la profesora que casi hace que expulsasen del instituto a David.

—Relájate, no se mataron ¿o sí?—fingió buscar a su alrededor algún cadaver.

Su amigo resopló y se sentó de mala gana en uno de los sillones de la sala.

—Casi. Vámonos antes de que regrese, salió a comprar algo para su fiestecita—Definitivamente David no toleraba a Jude, ni Jude a David.

Ambos se levantaron, estaban huyendo del chico. El padre de David se había casado con la madre de Jude, y en ese momento estaban de luna de miel, por los próximos... ¿Tres meses? Sí, eso habían dicho.

La jodida luna de miel más larga de la historia.

Por lo tanto David debía cuidar a Jude, y cuidar la casa para que Jude no la derrumbara. La hermana mayor de David se había mudado a Marbella, así que por ese tiempo tanto David como Oliver estarían en la ciudad, luego regresarían a Bristol a estudiar y tener sus vidas normales.

—¿Dejarás que esa cucaracha haga una fiesta?—Oliver amaba sembrar discordia y sentarse a ver todo desde lejitos.

El otro refunfuñó—.Pues sí, pero vendré ¡Ja! Le joderé la fiestecita.

—Suerte con eso—se rió mientras conducía hacia el departamento que tenía rentado con David.

El pelinegro lo miró con malicia, ¿Oliver de verdad creía que se salvaría? No, imposible.

—Y tú vendrás conmigo.

Una gran carcajada brotó de los labios del chico, resopló y miró de reojo a su mejor amigo.

—¿Para qué voy a ir yo a algo de Jude? Si hasta le ofrecí un par de golpes en esa carita de bebé.

Ganas no le faltaban. Oliver llegaba a la violencia cuando ya no soportaba algo, en este caso, Jude; pero el resto era alguien bastante tranquilo. O mejor dicho, agazapado pues bien podría lanzarse al cuello de alguien.

David torció los labios, una buena razón llevaría a Oliver a la fiesta.

—Pues, apuesto que habrá licor—tal vez eso funcionaría.

Él se rió. Gran cosa, licor. Podría ir y comprarse un par de cervezas para luego sentarse a ver un partido de fútbol.

David lo miró mal a sabiendas de que a él eso no lo movía ni un centímetro.

—Vale, vale. Quédate con tu trasero hundido en un sofá—se encogió de hombros, él iría a esa fiesta y le dañaría la noche a Jude.

Sería un poco aburrido, compañía no le caería mal.

Suspiró, compañía femenina sería lo mejor—. Ojalá tuviese una poción o alguna cosa para hacer crecer a las que estudian con Jude.

¿Qué?

Lo miró de reojo, ya casi llegaban al departamento. David tenía unas ideas de lo más locas.

—¿Ah?

David miró a su amigo y levantó las manos en alto a forma de rendición.

—A la muestra un botón, la chica de hoy. Ah pero están las leyes de mierda esas—bufó mosqueado—, me gusta ser un hombre libre. No rejas para mí.

Oliver se quedó en silencio, ¿sería capaz la tímida Lily de ir a una fiesta? Corrección, a la fiesta de Jude.

Si él le decía a David que lo acompañaría de pronto éste iba a perder la cabeza sacando ideas, y apoyaba a su amigo en una sola cosa: No rejas para él tampoco.

Un momento, ¿qué estaba pensando? ¡Ja! Qué loca tenía la cabeza. Por un segundo se había olvidado de Helen, aunque para como estaban las cosas con ella no era tan malo olvidarse de su novia.

Habían discutido antes de que él se fuese de la ciudad, ya llevaba tres días en Londres y ella no le había llamado. Él lo intentó pero el número de ella sonaba ocupado siempre.

El apartamento que compartía con David era lo suficientemente amplio como para que el desorden de su amigo no se mezclase con el orden de él. Eran tres habitaciones y dos baños, habían quedado en que la habitación más grande sería zona neutra. Ahí cualquiera de los dos podía caer como tronco y el otro no reprocharía.

...

Lily llevaba rato dando vueltas en su habitación, sus padres estaban en casa pero estaban discutiendo y no era una discusión relajada. Eran gritos.

Quería salir huyendo de su casa, era un ambiente que siempre se sentía pesado. Malo. Enfermizo.

Su teléfono sonó encima de su cama y ella saltó hacia la misma, los únicos que tenían su número eran Gretchen, sus padres y... ahora Oliver.

Era su amiga avisándole que la vería en un parque cercano para irse caminando por ahí. Solo caminar y chismorrear, Gretchen conocía un poco sobre todos y para alguien tan cerrado como Lily eso era curioso.

Ella tomó su abrigo y bajó las escaleras lo más rápido que pudo, en ese instante sus padres no discutían pero se comían a besos en la sala.

Su casa era más tóxica que Chernobyl.

Se aclaró la garganta para llamar la atención de estos, al obtenerla sonrió aunque su sonrisa flaqueó.

—¿Puedo salir con Gretchen? Estaremos por la zona.

Su padre torció los labios, no le gustaba que Lily anduviese con esa chica.

—Te he dicho que te consigas otras amigas.

—Un día de estos te presentaré las hijas de mis amigas, son tan lindas y educadas—ofreció su madre con una sonrisa plástica, pareció recordar algo y sonrió más—. Y Tessa, mi querida Tessa tiene un hijo encantador.

Lily asintió. Lo bueno de la oración era que conocería más chicos de su edad y con suerte, alguien mucho mejor que los trogloditas con los que ella estudiaba.

Aunque bueno, Oliver era mucho mejor. El asunto es que también era mayor... Una pena.

Salió de su casa tan pronto pudo. Se abrigó mejor mientras caminaba hacia el parque donde Gretchen la esperaba, era un parque muy grande y encontrar a su amiga le tomaría mucho tiempo.

O eso creyó pero era difícil omitir a alguien vestido de verde neón.

Lily se rió mientras veía a su amiga saltar para llamar la atención—¡Pareces un semáforo!

Gretchen resopló divertida—.Pensé que no me verías, estás media ciega.

Mientras caminaban, Gretchen parloteaba sin parar. Lily solo la miraba con una sonrisa, ella iba al cine, a los bolos, a fiestas y tenía una infinidad de amistades así como de conocidos, Gretchen tenía una vida llena de color y súper activa, ella no. Ella no encajaba, y siempre se sentía bastante incomoda a donde llegase.

Quizás porque las personas la criticaban por ser diferente.

Tal vez porque no lograba encajar.

—...Jude me escribió, insistió mucho en que fuésemos a la fiesta de mañana—Gretchen adoraba a Lily, le parecía frágil e inofensiva—, prometo que te la pasarás bien.

Ella suspiró, retorció las mangas de su abrigo y tuvo que confesar.

—Nunca he ido a una fiesta—susurró por lo bajo.

Gretchen pareció sorprendida pero en vez de soltar un comentario ácido, le pasó un brazo por los hombros a su amiga.

—¡Pues genial! Tú primera fiesta será genial, yo me encargaré—abrazó a la castaña que asintió dudosa.

Solo esperaba no arrepentirse luego... Y claro, que sus padres la dejasen ir a la tan ansiada fiesta.

Lily estaba más callada que de costumbre, eso se le hizo raro a Gretchen.

—Hmm... ¿Qué hay de ti? ¿Algo interesante que contar?—la codeó con una sonrisa.

Ella falsificó una sonrisa—.Nada fuera de lo normal.

Sus padres peleando... Jude molestándola... Y Oliver invitándola a comer.

¡Eso era nuevo! Oliver, ¿sería bueno contárselo a Gret? Ella era su amiga pero... Mierda, prefería guardarse 'el asunto O' para ella misma. Tal vez ella creyese que era como Christy, una chica muy conocida por cambiar de novio como de ropa interior; Christy no era mala persona pero no muchos chicos la tomaban en serio por eso. Mucho menos después que ella confesó verse atraída por Santiago Ibarra, capitán del equipo de baloncesto y el ejemplo a seguir de Jude; Santiago estaba en último año y muchos murmuraron más de Christy por ahora ir tras alguien mayor.

Gretchen la miró insegura así que ella resopló rendida.

—Ah, Jude me llevó a casa. Bueno, su... hmm... hermanastro.

Oh santo cielos.

¡Esa era una nueva noticia!

Gret tiró de la manga de Lily hasta una banca cercana, se sentaron allí y la pelinegra sonrió.

—Cuéntamelo todo, ami.

Lily se rió—.Tú te fuiste y él llegó, ¡es como una mosca! Entonces no me podían ir a buscar y él se ofreció a llevarme.

Oh. Okay.

—¿Qué tal su hermano?—curioseó Gretchen, no sabía que Jude tuviese un hermanastro.

Ella se encogió de hombros, David era guapo y agradable, chistoso.

—Es más agradable que la plasta de mierda de Jude.

Ambas se rieron. Ya que estaban cerca de la parada de un autobús fueron hacia ella, irían a casa de Gretchen para que esta le prestase ropa a Lily. Ropa más... de fiesta.

Mientras Gret sacaba ropa para que su amiga se la midiese, ella revisaba curiosa algunas fotos de Gretchen. Sí, su amiga era divertida. Ojalá ella pudiese tener un pedazo de esa diversión.

—¿Qué te parece esto? Falda de semi cuero con esta camisa negra, ¡ah, veré si mi hermana tiene una chaqueta a juego!—aplaudió Gretchen antes de salir pitando de su habitación.

Lily se acercó a la cama donde estaban las cosas, ¿falda? Uh, y de semi cuero. Le quedaría muy corta quizás. Y se le vería hasta su pobre alma.

Pasaba.

Gret regresó a la habitación, en vez de una chaqueta traía con ella una pañoleta roja. Linda y delicada.

—¡Ta dan! Esto en tu cabello y serás la reina del lugar—meneó la pañoleta en todas las direcciones para que ella la viese.

A decir verdad la pañoleta le gustaba, quizás hasta le quedaría bien todo el conjunto.

—Después de clases te vienes conmigo, ¿bien? Comemos dulces, vemos alguna película y nos empezamos a cambiar.

Había un pequeñísimo detalle.

Lily se mordisqueó el labio nervioso—.No creo que me dejen ir a la fiesta, ¿sabes?

—¡No pierdes nada con preguntar!—ánimo Gret con una sonrisa gigantesca—, y si no te dejan, te escapas.

Los ojos de Lily se abrieron como dos grandes platos con un par de bombones en medio. ¿Escaparse? Gretchen estaba loca, eso significaría problemas con sus padres y era mejor no tenerlos. Mucho mejor.

Gretchen acompañó a Lily se regreso a su casa, mientras caminaban ella le explicaba que no tenía porqué estar nerviosa. Solo era una fiesta, tenía que relajarse y disfrutar de la diversión. No era nada del otro mundo.

Cuando llegó a su casa empezó a darle vueltas a la idea para decirles a sus padres que tenía una fiesta. La cosa era, ¿y si mejor no les decía? Podría... escaparse.

N/A: ¿Malas decisiones? Síp, sírvanle tres kilos a Lily. Pero bueno, ¿qué es lo peor que podría pasar?

Corre como el viento tiro al blanco!! Te observooo, y Elmo también! Nos estamos leyendo, jujuju. Besos.

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