3. Llámame
2 Años antes.
Ella no era fan de las grandes fiestas a las que asistían sus padres. Mucho menos a las exposiciones de arte.
Pero su padre había dicho que era obligatorio asistir a esa exposición, últimamente era más raro verlo en casa.
Incluso su madre no estaba en casa, se la pasaba en el club campestre con el grupo de mujeres amigas suyas.
El 90% del tiempo Lily se la pasaba sola con Alma en casa. Estaba decidida al año siguiente entrar en una escuela, con más estudiantes, socializar y esas cosas que hacían los chicos de su edad.
—Este vestido entalla tu cintura, es corto, un abrigo quedará bien—su madre alistaba su ropa en la cama.
Lily lo ojeó, era un vestido blanco corte A. Muy lindo.
—¿Por qué debemos ir a una exposición de arte?—preguntó siguiendo a su madre por la habitación.
Esta la miró por sobre su hombro, con molestia—.Porque tú padre lo ha dicho. Date prisa, cariño.
Lily se duchó, y frente al espejo de su habitación comenzó a arreglarse. La pubertad estaba haciendo efecto en ella, tenía unas curvas delicadas, un poco de busto y trasero, lo suficiente para verse bien. A sus catorce años aparentaba quince y pico, pero aún así era reservada. Y a medida que su cuerpo se desarrollaba su madre la mantenía más oculta, no tenía contacto con chicos de su edad. Solo los veía cuando salía con Alma, una o dos veces a la semana.
Era como si la reservaran.
La galería de arte era sublime, maravillosa en estructura y decoración. Habían muchas personas presentes, era la inauguración de la galería de arte y de la exposición de Ursula Zylka.
Los Crisol entraron, Barry comenzó junto con su esposa a buscar a Conrad y a Ursula para felicitar a esta.
Lily comenzó a divagar por el lugar, habían hermosas esculturas y pinturas. Ella se detuvo en una, era una escultura de metal, grande y se veía pesada.
—Origen—leyó Lily el título de la obra.
Ladeó el rostro, ¿origen de qué? Bueh, eran sólo metales soldados de una buena manera. Nada más.
Siguió caminando y se detuvo de golpe, había un chico alto observando una pintura. Lily lo reconoció de inmediato, era Oliver y usaba un traje a la medida.
Se acercó.
—Hmm... Hola.
Oliver miró a su lado, le costó reconocerla pero lo hizo. Era nada más y nada menos que la escurridiza Lily Crisol. Se veía diferente, en la buena manera.
Sonrió y se giró por completo hacia ella—.El mundo es muy pequeño, ¿No, Lily?
Ella se encogió de hombros. Mierda, ¿por qué cada vez que lo veía él estaba más guapo? O tal vez sólo eran esas hormonas que la estaban haciendo verlo como un Dios. Como una obra de arte más de la galería.
—¿Qué haces aquí?—curioseó ella, nunca jamás creyó verlo de nuevo y menos en una galería de arte.
Él se rió—¿Aquí? ¿Quieres decir aquí en la galería de mi madre el día de su exposición?
Ah... Ya, Lily pasaba pena cada vez que andaba cerca de él.
—No sabía que era de tu madre.
—Eso es porque no has leído los letreros—le guiñó un ojo divertido.
Ella fingió ignorarlo y observó la pintura que él veía antes, era la espalda de algún hombre y se veía muy realista.
—¿Te gusta?—preguntó él mirándola.
Ella asintió, era atractiva la imagen.
Una sonrisa se deslizó por el rostro de él—.Soy yo.
—Oh.
El rubor cubrió el rostro de ella y lo miró apenada, ella estaba idiotizada con la imagen y resultaba que era él.
Un grupo de personas se acercaba para ver las pinturas de esa sección así que ellos se movieron hasta el balcón de ese piso donde no habían tantas personas.
—¿Qué has hecho en este año?—preguntó Oliver mientras se apoyaba en la baranda del balcón.
Ella se quedó cerca—.No mucho, sigo estudiando en casa... Apenas salgo... Es...
—Aburrido—completó él quien la miraba con una ceja levantada.
Ahora sabía que ella estudiaba en casa y que era una especie de ermitaña.
Lily asintió, la verdad si era un poco aburrido.
—¿Y tú?
Oliver sonrió—. Pues, hoy me gradué...
Lily lo miró sorprendida y sonrió radiante—¡Felicidades!
Él se rió y asintió.
—Gracias. También es mi cumpleaños...
Esta vez la sonrisa de Lily fue de vergüenza, no sabía eso. Ella se abrazó a sí misma, hacía frío afuera, era una noche fría.
—Feliz cumpleaños, Oliver—murmuró con una pequeña sonrisa.
Él se rió entre dientes al verla tan tímida—. Adorable. Gracias, ahora solo me debes el regalo.
—Aún tienes mi lazo—Ella no estaba muy segura de eso pero igualmente lo dijo.
Se vio culpable, sí, aún tenía el lazo de ella. Aunque no se lo quiso decir, no quería que ella creyese que era un pervertido o algo así.
—Y al parecer no me lo piensas devolver... ¿Qué, te combina con alguna camisa?
Increíble. La chica que se le escondía estaba burlándose de él. Una gran carcajada brotó de sus labios, su voz gruesa y pausada sonó alegre.
—Con varias—le siguió el juego.
Lily sonrió más, como si eso fuese posible; él seguía siendo alto, esbelto y guapo. Y ella estaba ahí, toda... ella.
Por primera vez desde que se conocieron pudieron hablar un rato, hablaban sobre temas al azar. Como los animales, las obras de artes y las personas aburridas que estaban allí fingiendo que eran unos expertos en el arte, unas eminencias.
No era como si tuviesen cuatro años de diferencia, hablaban de muchas estupideces y eso hacía sentir cómoda a Lily.
Y todo estaba bien hasta que su madre salió al balcón y vio al par hablando risueños.
¿Pero qué creía que estaba haciendo ese muchacho? Su hija era inmaculada, pura y tonta. Él era mayor, no se aprovecharía de ella, no engatusaría a su hija.
—Lily Amelie, haz el favor de regresar con tu padre—Lara se acercó y alejó rápido a su hija del chico frente a ella.
Le dio una mirada a su hija, estaría en problemas.
Lily miró a su madre que observaba molesta a Oliver, y a este que le regaló una sonrisa.
—Hazle caso a tu mamá, o el coco te va a llevar—irónico, así era él.
Ella se fue directo hacia donde estaba su padre dejando solos a su madre y a Oliver.
Lara señaló al chico con molestia—.Haz el favor de mantenerte alejado de mi hija, o te denunciaré.
Él se rió, apenas estaban hablando. Además, Lily era menor, una chiquilla y él estaba a unos meses de irse a la universidad, no quería problemas y menos con ese tipo de temas.
—Por supuesto, señora Crisol.
La mujer se dio media vuelta y se fue.
Oliver resopló, cuando se fuese de la ciudad las probabilidades de volver a encontrarse con Lily eran nulas.
En fin, estaba seguro que sus caminos jamás se volverían a cruzar. Y de ser así, esperaba verla después, más grande... quizás más mujer.
En algún punto de la noche Oliver apareció cerca de su madre, Lily trató de ir a disculparse por lo que sea que le hubiese dicho su madre a él.
Ella encontró un papel, a una persona le pidió un lapicero prestado e hizo una pequeña notita.
"Lamento lo de mi mamá"
-L.
Se escurrió entre las personas y metió el papelito en el bolsillo de Oliver, él al sentir la intromisión de alguien pegó un salto y miró en busca del abusador.
No vio a nadie, pero sintió algo en su bolsillo, metió la mano y sacó el papelito. Lo leyó y sonrió, levantó la vista y se encontró con Lily junto a su padre. Ella disimuló una sonrisa a la vez que articulaba un 'lo siento'.
Él le sonrió, le dijo que estaba bien y se volvieron a ignorar.
La cosa es que a él se le daba bien ignorarla, lo hacía muy bien pero ella era otra historia.
Es que era guapo, y amable. También tenía un lindo color de ojos, parecido al de los gatos, sin contar su esbelto cuerpo y su sonrisa de medio lado.
La ponía muy nerviosa y toda la noche estuvo rezando para su interior el que él le volviese a hablar, o algo.
¡Diablos!
¿Podía ser cierto? ¿Le gustaba? No, imposible. Es decir, por amor a Dios, era... Ay no, si le gustaba.
Pobre de ella.
Tendría que sentirse satisfecha con tenerlo como amor platónico junto al lado de sus modelos, actores y cantantes. Porque definitivamente Oliver Zylka jamás se fijaría en alguien menor que él, y no tan guapa como muchas chicas.
En conclusión, Oliver estaba fuera del alcance de Lily.
Ya las personas se retiraban cuando Lily fue halada hacia un área de la galería que ya estaba vacía, se asustó un poco pero reconoció a Oliver y se relajó.
Él le estiró un papel.
Con un número de teléfono.
—Es mi número, llámame—oteó a todos lados revisando que nadie los viese—.Me iré en unos meses a la universidad, tengo algo que es tuyo, te lo devolveré.
Oh santo cielos. ¡Tenía su número! Y él le decía que lo llamase. Lo único malo era que se iría en unos meses a la universidad y adiós a la mínima posibilidad de ella.
Sacudió esas ideas y sonrió, atesorando el papel—.Más te vale devolvérmelo, ¿eh?
Él asintió—.Nos vemos luego, Lily.
—Nos vemos luego.
La cosa es que ninguno de los dos se movió, se rieron por eso y cuando ella escuchó que la llamaban se puso de puntillas y dejó un minúsculo beso en la mejilla de él antes de echarse a correr como alma que lleva el diablo.
(...)
La tan ansiada fiesta de graduación, el gimnasio estaba repleto de graduados.
David tenía como pareja a una preciosa chica, y Oliver estaba con su novia, Helen.
Helen con su cabello rojizo de ondas, sus pecas y ojos verdes. Hermosa.
Ella y él apenas tenían unos meses saliendo, hacían una pareja maravillosa aunque Oliver estaba más ocupado pensando en su futura carrera universitaria que en la chica a su lado.
—¡Por Bristol!—celebró David levantando su vaso.
Él y Oliver se mudarían a la ciudad, David estudiaría fisioterapia y Oliver psicología. Habían dado una gran sorpresa a todos cuando salieron con esas ideas.
La mayoría de las personas pensaban que iban a terminar tras las rejas por peleones o sin futuro por andar detrás de un balón. Pero, mandaron a la mierda esas suposiciones.
Helen torció los labios, ella estaba en contra de que su novio se fuese.
—Cariño, ¿podrías traerme un cóctel?
Él se levantó—.Ya vengo.
Se acercó a la mesa por un vaso, tardando más de lo que era necesario en ir de regreso. La noche anterior le había dado su número a Lily, ella le caía bien, era una chiquilla agradable.
El baile de graduación se terminó a las 2 AM. Se suponía que él dejaría a Helen en su casa y luego se iría a la suya pero ciertas cosas pasaron en el transcurso de la noche y terminaron en la casa de él.
Su padre estaba de guardia en el hospital y su madre estaba de viaje a Dios sabe donde en una de sus expediciones en la búsqueda por la inspiración para sus obras y esculturas.
Estaba solo.
Entre besos él y Helen subieron las escaleras, desvestirse el uno al otro fue cosa de segundos, y en parpadeos estaba acostado con ella sobre sus caderas.
Él gruñó ansioso debido a la presión que estaba sintiendo, Helen lo torturaba, lo sabía.
Ella se acomodó sobre él y en ese momento el teléfono de Oliver comenzó a sonar.
—Déjalo que suene—ronroneó la chica besando el pecho de él.
Podía dejarlo sonar, sí. Pero no lo hizo, estiró su mano hacia donde estaba el teléfono y contestó.
—¿Aló?
Lily se mordisqueó el labio, se había robado el teléfono de Alma para llamarlo.
—¿Oliver? Soy Lily... yo... eh...
Él se apoyó en sus codos, una sonrisa le surcó los labios.
—Tú... Eh... ¿Qué?
Helen no lo podía creer ¿Quién era tan importante como para arruinarles el momento? Se levantó y se comenzó a vestir, se iría a su casa.
Lily retorció sus dedos, nerviosa—¿Mañana podrías darme mi lazo? Iré al mercado en Portobello.
Él sonrió—.Claro, te veré ahí.
—Bien—suspiró ella aliviada y feliz—, nos vemos. Adiós, buenas noches.
—Buenas madrugadas.
Ella se rió y cortó.
Él buscó por todos lados a Helen pero no estaba. Al parecer alguien se había quedado sin novia y era hasta mejor.
Ay, Oliver... Qué emocionante debe ser saber que juegas con fuego.
Tenía una infinidad de problemas que le podían caer encima, quizás era mejor no asistir el día siguiente al mercado.
Era lo mejor.
En ese momento.
N/A: ¿A QUIÉN MÁS LE DAN GANAS DE PATEARLO? Pero bueno, si hubiese ido no habría historia... Lo triste es que la dejo plantada. Plantadísima.
¡UN ARROZ CON LECHE BIEN RICO PARA TODOS PORQUE SON UNOS AMORES! Ay, estoy muy feliz de que recibiesen tan bien las nuevas historias. Espero, deseo, y sueño con que les gusten. XOXO.
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