—Pueden comenzar con sus pruebas, tienen cuatro horas.
Apenas aquellas palabras salieron de la boca del profesor, Oliver giró su prueba y enterró su cabeza en ella listo para comenzar. El que le diesen cuatro horas en vez de las habituales dos horas de clases era algo que lo preocupaba, su mano temblaba y tomar el lápiz era algo catastrófico.
No estaba nervioso solo por ser la prueba final de semestre de esa clase, si no porqué Helen había entrado en trabajo de parto en la madrugada. Estaba tan nervioso y tan enojado por no poder estar allí para recibir a su pequeño hijo, que terminó las preguntas más largas en dos horas, en una hora y media podría terminar el resto de su prueba; luego él, Dave y Peggy tomarían el vuelo que saliese más rápido hacia Londres.
Dos semanas antes Helen había congelado sus clases porque el bebé la agotaba mucho, descongelaría luego y continuaría su carrera. Ella se había marchado a Londres para descansar junto a su familia y darle tregua a Oliver que parecía un zombie viviente casi siempre.
Faltaban quince minutos cuando Oliver se levantó, tomó su mochila rápido y dejó su prueba en manos del profesor antes de salir corriendo. Casi se cae cuando pasó por un pasillo resbaloso de su facultad pero valió la pena cuando vio a David y Peggy con maletas listas esperándolo afuera.
—¿Tienen todo?—se limpió la mano llena de carbón del lápiz.
Peg asintió—.Preparamos tu equipaje, mira—movió una maleta a su derecha para que él la viese—, solo hay que irnos.
Uff. Un alivio, tenía un lujo de mejores amigos.
Un taxi los dejó frente al aeropuerto y los tres corrieron para tomar el avión para el que David había comprado los boletos en línea en el momento que Oliver entró a su prueba.
No se sabía quién estaba más nervioso, si Oliver con su movimiento de pierna infernal, o David con sus preguntas de niño fastidioso.
—¿A quién creen que se parezca?
—Len quiere que a ella—se encogió de hombros Peggy—.Parece obsesionada con eso.
Oliver volteó los ojos—. Si me preguntan a mí, yo solo quiero que esté sano.
Y que se pareciese a él. Pero eso no lo iba a admitir en voz alta.
Sus amigos desecharon lo que había dicho y siguieron conversando. El tiempo de vuelo no pasó precisamente "volando", o no para él, y cuando llegaron a Londres fueron directo a casa de los padres de Oliver.
—Linda casa—halagó Peggy cuando bajaron del taxi—, pero... ¿no deberíamos ir al hospital?
Oliver la miró por sobre su hombro mientras abría la puerta como si tuviese tres cabezas.
—No voy a dejar que mi hijo me conozca todo desechable.
Se señaló así mismo para más énfasis, sí, no se veía como él en su mejor momento.
Una ducha, se afeitó esa barba molesta de algunos días, dejó que Peggy le pasara unas tijeras por el cabello para arreglárselo y ropa adecuada. Listo, estaba guapo como él solo y presentable para ver a su bebé.
Oliver, a sus veintiún años recién cumplidos ya era padre y estaba a punto de desmayarse.
—Esto es ridículo—se rió David pasándole un frasco de alcohol por la nariz a Oliver—, ¿mejor? Tío, eres un cobarde.
Peggy le atinó un golpe en el hombro—.Cállate Dave, no seas insensible.
Esperaron hasta que su amigo se sintió mejor, menos mareado, y terminaron de ir hacia el ala de obstetricia.
Los tres se dividieron para encontrar a los padres de Oliver más rápido, entre el ajetreo a ninguno se le ocurrió llamar para saber donde estaban, que chicos tan listos. Por fin los encontraron, o por lo menos a Úrsula que estaba frente al vidrio de la guardería donde estaban los recién nacidos.
—Mamá—Oliver infló su pecho feliz de verlo.
Úrsula se giró hacia donde provenía la voz de su hijo, tenía la nariz roja e hinchada como un tomate y los ojos rojizos.
Él se apresuró a llegar hasta ella y la sostuvo de las manos, con el corazón en la garganta.
—Mami, ¿qué pasa? ¿Por qué estabas llorando? ¿Y Toby? ¿Helen?—sus preguntas salieron disparadas como un torpedo.
Estaba asustado.
Detrás de él aparecieron Peggy y David que se habían perdido pero lograron escuchar a su amigo y habían llegado hasta allí. Ellos también se acercaron nerviosos.
—Ay, Ollie—Úrsula le acarició la mejilla a su hijo—, ellos están bien.
Un suspiro colectivo se escuchó por el pasillo.
—¿Entonces?—preguntó más relajado y una sonrisa se expandió por sus labios—, ¿está aquí o con Len?
Soltó a su madre y él junto a su par de amigos se pegaron al vidrio para ver cual de los bebés era el pequeño Tobías Zylka. Pero ese nombre no apareció en ningún lugar de allí.
—¿Cuál es?—preguntó Peggy revisando de nuevo.
Úrsula señaló a un bebé, era grande, rechoncho y ya tenía cabello. Un cabello extremadamente negro, su piel era muy rosadita, dentro de unos meses cuando estuviese más grande sería de un hermoso color canela oscuro.
El bebé aún no tenía nombre propio, pero tenía el de su madre en una pulsera azul que tenía otros datos.
Oliver se acercó para verlo mejor, el bebé no se aparecía en nada a él cuando era bebé. No tenía la misma nariz, o los labios, no tenía pestañas enroscadas y... y ese no podía ser su hijo. No se parecía en nada a él.
Ni a Helen.
Se parecía más a... a Kyle, pero eso era imposible.
—¿Estás segura que es él?—preguntó lentamente para su madre.
Úrsula asintió apretándose los labios con la mano para evitar soltar un sollozo.
—Creo que necesitas hablar con Helen, cariño.
Sí, lo necesitaba.
Preguntó rápido donde estaba ella, su madre le dijo que estaba en el piso tres en la habitación 127, Oliver se lanzó en esa dirección con el alma en la boca. Afuera de esa habitación, en el pasillo, estaban algunas personas, entre esas los padres de Helen; su padre, dos tías de Helen, una de sus primas y una de las tías de él, la tía chismosa de la familia.
—Oliver—jadeó Patricia, la madre de Helen, al verlo.
Nadie lo trató de detener para evitar que entrase a la habitación, pero todos lo miraron de distintas formas. Su tía y la prima de Helen lo miraron con sorna, los padres de Helen desviaron las miradas luego de una de disculpa y su padre pareció decirle un 'lo siento, hijo'.
Adentro por supuesto estaba Helen, su mejor amiga, Kyle y un tipo que estaba sentado en un mueble en una esquina.
Cerró la puerta tras su espalda, le pasó seguro y se acercó con la vista fija en Helen que parecía desesperada.
—Dime que se equivocaron.
Ella tragó saliva—.Oliver...
—Dime, Helen—apretó la mandíbula para tratar de controlar la ira que se apoderaba de él—. Dime que mí hijo se lo dieron a alguien más por equivocación.
Sus nudillos estaban blancos de la fuerza que estaba aplicando, su mandíbula y cuello delataban venas así como sus antebrazos.
—Oliver, escucha—la amiga de Helen se trató de meter para salvarle el pellejo.
Él le señaló—. Tú te callas, y vete de esta mierda, ¡todos fuera!
Era un asunto entre él y Helen.
A la chica no le quedó de otra que salir de la habitación, el tipo del mueble solo se levantó y Kyle hizo un amago de moverse pero él lo detuvo.
La ira se convirtió en un nudo en la garganta, y relajó el cuerpo como alguien rendido.
—¿Por qué se parece a él?—señaló con la mano a Kyle que mantenía la cabeza agachada.
Helen meneó la cabeza—. Fue un accidente, te lo juro, pensé que era tuyo. No sé cómo pasó.
"Un accidente" eso fue un detonante.
—¡Un accidente!—repitió, encolerizado—, ¡un accidente es cuando te cortas un dedo! ¡¿No sabes cómo pasó?!
Una risa lunática brotó de sus labios y del enojo aferró las manos a la cama de hospital con fuerza.
En la puerta se asomaron todos por el vidrio de esta al escucharlo vociferar con rabia.
—Te diré como sucedió—se relamió los labios porque sentía que se quedaría sin saliva—, tú le abriste las piernas a este bastardo—señaló a Kyle que levantó la vista—, follaron en mí cara, ¡y luego me echaste la culpa a mí! ¿Qué demonios te hice para que me hicieras esto? ¡Maldita sea, ¿qué te hice?!
Kyle decidió que era momento de interceder y revelarle la verdad a Oliver, como tuvo que haberlo hecho en un principio.
—Yo de verdad soy gay—su voz hizo que Oliver voltease el rostro en su dirección, tenía una mirada asesina lista contra él—.Pero Ezra no, tuve que decírtelo, me agradas, eres un tipo genial. Solo te ayudaba con ella pero tuve que haberte dicho la verdad.
—¿Quién es Ezra?—farfulló confundido, desorientado.
Al parecer se había perdido de muchas cosas.
El tipo que no había hablado, y que lo miraba con odio desde que él había entrado en la habitación, dio un paso cerca suyo para quedar en su campo de visión.
—Yo.
Oliver pasó su vista de Kyle al tipo, que se hacía llamar Ezra; varias veces. Eran exactamente iguales, idénticos, lo único que los diferenciaba era el corte de cabello ya que Ezra lo llevaba al estilo militar, y un lunar en la quijada que Kyle tenía, pero Ezra no. Del resto, eran una copia exacta.
Él se tambaleó y se pasó las manos por el rostro varias veces creyendo estar loco.
—¿Ustedes...?
Kyle asintió con una mueca de disculpa—.Gemelos idénticos, todo un show.
No podía ser cierto. Él meneó la cabeza y lanzó un doloroso suspiro antes de salir de la habitación sin decir nada más, Peggy, David, sus padres y su tía lo siguieron pues ya no tenían nada que hacer allí.
Oliver se sentó en un banco en la plazoleta fuera del hospital y se apoyó en sus rodillas para analizar la situación.
Había gastado ocho meses de su vida cuidando a una mujer que siempre supo que el bebé que esperaba no era suyo, pasó varias noches durmiendo en el suelo junto a la cama de ella sosteniendo un balde cuando las náuseas la atacaban, pasó noches sin dormir, retiró materias de su carrera para poder trabajar más y vendió su camioneta para dar la inicial de una casa. Una casa para Helen y el bebé, pues desde hacía unas tres semanas puso fin a sus intentos de volver a ser una pareja junto a ella. Le acomodó la vida; iba hasta la facultad de ella, entraba a sus clases y tomaba nota para que Helen no se perdiese de nada.
Tuvo que madurar más rápido, dejar de hacer cosas y dejar de lado sus sentimientos.
Dejar de lado a Lily.
Tenía un nudo en la garganta y desde hacía rato que sus pensamientos habían comenzado a fluir, también lo hacían lágrimas por su rostro y no le importaba que las personas lo viesen llorar.
Había hecho todos sus esfuerzos para amar y adorar a ese niño, pero siempre hubo algo en su cabeza que le decía que algo no cuadraba. Él llevaba todos sus movimientos con exactitud, nunca hubo una falla, era cuidadoso. Esa vocecita recordándole que algo no cuadraba era la que le impedía desarrollar sentimientos paternos verdaderos y retomar su relación con Helen.
Dicen que "la sangre llama", ahora comprendía porque Kyle le daba tantas atenciones a Helen, y porqué él no sentía ese tan ansiado lazo. Es que la sangre llamaba a Kyle, no a él. Incluso el bebé se movía y daba pataditas cuando Kyle andaba cerca o le hablaba, pero cuando él lo hacía parecía que el bebé estaba muy ocupado como para prestarle atención a su 'padre'.
—Lo sentimos.
Su padre estaba frente a él, Conrad tenía un dolor inmenso que casi igualaba al de su hijo.
Oliver sonrió, no porqué estuviese feliz, fue una sonrisa de alguien desorientado que rezaba por una explicación.
—¿Por qué me hizo esto?
Excelente pregunta.
Miró al cielo grisáceo, parecía que iba a llover y él solo quería dejar fluir su dolor como las nubes dejarían en libertad las gotas de lluvia. El cielo se compadecía de él, y lloraría junto a él pues era el único que había estado presente siempre.
Conrad tomó asiento frente a su muchacho, estaba orgulloso del hombre a su lado.
—Necesitas pensar, eres un hombre hecho y derecho, de ahora en adelante lo que hagas es tuyo—dejó su mano en el hombro de él y le dio un apretón—, no hiciste nada mal, Oliver.
Él asintió, tenía que saber que él no había hecho nada malo, no era su culpa.
Pensó durante un largo y tendido rato aquello hasta que cuando comenzó a llover decidió irse a su casa donde ya estaban todos.
Estuvo encerrado en su habitación lo que quedaba de día, y solo en la noche fue que Peggy asomó el rostro en la habitación.
Estaba acostado mirando el techo de su habitación.
—Ollie, Kyle está abajo con su hermano y quieren verte.
Ja. Esa debía ser la cereza de su pastel.
—Diles que se pudran en el infierno.
Peggy suspiró, esperaba esa respuesta.
—Ya se los dije, pero vamos Oliver—entró y se sentó en la cama junto a él, dándole un empujón—.Ve el lado bueno, puedes retomar tu vida.
Él levantó la cabeza de la cama—¿Qué vida, Peg?
Lily probablemente lo odiaba. Sus clases no comenzarían de nuevo porque había también congelado estas para poder estar junto a su bebé los meses primordiales hasta que le agarrara el truco para sobrevivir con un recién nacido. Había pedido permiso en su trabajo. En fin, toda su vida se había puesto en pausa para la tan ansiada llegada de su nuevo compañero.
Peggy insistió en que él debía hablar con Kyle y con Ezra, así que no le quedó de otra que ir con ellos.
Estos estaban sentados en la sala, David parecía apunto de acuchillarlos y los padres de Oliver escuchaban y meneaban la cabeza a lo que ellos les decían.
—¿Y ahora qué quieren?—espetó entrando de lleno a la sala.
Conrad y Úrsula se levantaron.
—Nosotros los dejamos—se disculpó Conrad y le hizo señas a David—, camina Dave, tengo un dolor en la pantorrilla, ¿será muscular?
David se ofendió.
—Para esto no es lo que estoy estudiando, ¿eh? Qué ofensa, seré fisioterapeuta, no masajista.
Se fueron dejando solos, o no tan solos; a Oliver con el par de hermanos.
Ezra fue el primero en hablar.
—Lo siento.
Oliver levantó una ceja, casi se rió.
—Claro, eso es lo propio que se le dice a alguien a quién le estuviste follando la novia—uy, veneno por aquí y veneno por allá.
Ezra tenía un porte militar, pues lo era; su cuerpo era un poco más fibroso que el de Kyle debido a los entrenamientos pero supo de inmediato que Oliver le haría mucho daño físico si se quedaba a su alcance. Le asustaba un poco, parecía muy calmado, quizás era alguien pasivo-agresivo.
Kyle decidió interceder pues sentía que era culpa suya todo lo que estaba sucediendo.
—Te lo tuve que decir cuando me enteré, no sabes como lo lamento.
Le tuvo que haber dicho, pero no lo hizo.
—¿Desde cuando?—Oliver miró a Ezra—, ¿cuántas veces? ¿Desde cuando me estuvieron viendo la cara de imbécil?
Él no respondió, se había enamorado de Helen y luego se vio envuelto en una tórrida historia de amor fogoso y brutal. Ahora tenía en frente a la persona de quién se habían estado burlando cuando retozaban en la cama, de quién se reían porqué se sentía orgulloso de siempre mantener todo bajo su mira, y de la cuál ellos se le habían escapado. Durante todo un año.
Por mucho que pese la sangre, el agua la disuelve, y la de Kyle con su hermano estaba coagulada porque habían sido unos idiotas él y Helen al burlarse de Oliver.
—Yo los encontré una vez—respondió por su hermano que lo miró dolido, Kyle ignoró esa mirada y continuó—, luego me enteré que llevaban meses.
Eso fue como echarle sal y limón a una herida, Oliver torció el gesto y se sintió el ser más estúpido del mundo. Unos meses; en esos meses él estaba con ella, salían, le regalaba cosas y la trataba como una reina igual que su padre trataba a su madre. La quería, Helen era alguien a quién nadie debía tratar mal o se verían con la ira ciega de él.
Ezra se vio atrapado entre su hermano gemelo que lo había traicionado y su rival, qué parecía no pelear contra él a pesar de todo.
—Planeo hacerme cargo de Caden.
—¿Caden? ¿Llamarás a Toby, Caden?—Oliver le dio una mirada de 'tú debes ser idiota'—, tranquilo, no planeaba pelearlo, porque yo sí sé usar un puto condón antes de follarme a alguien y no me interesa que tan fuerte lo hiciste si es que se te rompió, idiota de mierda.
Del otro lado de la pared que dividía la sala del hall, Úrsula peló los ojos sorprendida de la forma en la que hablaba su hijo, y algo avergonzada de saber detalles de la vida sexual del mismo.
Conrad se atragantó con su café y quiso reírse cuando lo escuchó, Oliver definitivamente era hijo suyo, cuando se enojaba se le salían muchas cosas.
Tuvieron que correr hacia la cocina cuando escucharon los pasos de Oliver y el par de hermanos, estos salieron al hall y Oliver abrió la puerta de la casa.
—Pueden decirle a Helen que done, venda o queme mis cosas, no quiero volver a verla ni saber de ella en su maldita vida.
Ese era el punto final de esa historia.
Kyle asintió un poco y salió de la casa pero Ezra se detuvo en el umbral de la puerta.
—Por cierto, ella siguió con la mentira de que era tuyo porque tu no corres el riesgo de que te disparen en el trabajo—ella solo quería seguridad para su criatura—, serás psicólogo, ¿qué peligro corres tú en un consultorio?
Oliver sonrió, una sonrisa nada buena, nefasta y turbulenta.
—Ser el que se tumba en el diván.
N/A: ¡Boom Bitch! Ollie es... interesante. ¿No? Sip. Admitamos el hecho de que él y Lily... Well, Fire meet Gasoline.
Sooo, capitulo dedicado a Ranulfo por ser el único hombre que ha aparecido por aquí jajajajajaja 🥰
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