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27. Bancarrota

Por fin.

Por fin iba a salir de esa tortura, no volvería a ver a Jude, Duncan o Gretchen.

Miró de nuevo con anhelo ese fabuloso internado en Dinamarca, estaba a un paso de irse.

Lily había terminado sus clases unas semanas antes, tenía una magnífica noticia, Jane se había ido. Su rival número uno estaba fuera de combate. Lo único triste, y de lo que ella se compadecía mucho; era que Nick estaba sufriendo debido a la partida de ella, Lily lo entendía, ella había exhalado su último respiro de felicidad cuando Oliver se marchó.

Como todos los dieciséis años anteriores, su cumpleaños pasó inadvertido para todos. Sus diecisiete años no parecían importarle a sus padres y amigos no tenía por lo cual celebró su cumpleaños únicamente con su madre y su padre quienes como regalo les dieron un día entero sin peleas, sin decirle nada.

La ignoraron completamente.

Fue el mejor regalo que pudo haber recibido.

Pasó de nuevo su cepillo de peinar por su cabello, llevaba una gran cantidad de tiempo sentada frente a su tocador.

—Lily—Lara entró sin tocar a la habitación de su hija.

Ella le devolvió la mirada por el espejo—¿Si, mamá?

—Arréglate, iremos a cenar.

No hizo preguntas. Era mejor no tentar su suerte, desde que la adorada Jane se había marchado, su madre la trataba mucho mejor y ella sospechaba que eso era debido a que ahora no había nadie que se interpusiera entre Nick y ella.

La cena sorpresivamente tenía como invitado a su padre, quién las últimas semanas estaba más gruñón que nunca. Y Lily sabía por qué, su querido amigo Ashton tuvo algo pasajero, veloz, con uno de los amigos de Nick; Jasper Tremblay. Ella tenía que admitir que Ashton había subido de categoría en cuanto apariencia pues Jasper no era nada feo, era guapo con un aura de dulzura que emanaba sin esforzarse.

Lo divertido del asunto es que Jasper había desaparecido el mismo día que Jane. Así que el adorado Ashton se había quedado bien solito.

—¿Y bien?—Barry se dignó a levantar la vista de su comida.

Lara lo imitó—.Tu hija planea irse a un internado, ¿qué opinas?

—Opino que es la mejor idea que ha tenido.

Lara no tenía planeado eso, ella aspiraba a que Barry dijese que no y así seguiría con su plan, pero no, Barry había estado de acuerdo con Lily.

Ahora que Jane no estaba, lo más importante para ella era mantener a su hija en el radar de los Hamilton. Y ya sabía que no solo ella quería acomodar a su hija, habían otras conocidas de Tessa que tenían las mismas ideas.

—Pero, ¿estás loco?—inaceptable.

Él miró a Lily, ella pareció suplicarle con la mirada que no se retractase.

—No, es eso o que Alma vuelva—removió su comida como si fuese interesante—, Lily es una asocial.

Mentira no era. Lara pareció querer discutir lo que su marido le decía pero él ya había dado por terminado ese tema de conversación. Existía uno más importante, mucho más importante.

—No es por alarmarlas—les daba igual alarmar al par o no—, pero los números no mienten.

—¿Qué números?—se atrevió a abrir la boca Lily.

Barry lanzó un adolorido suspiro—Tendremos que hacer recortes de presupuesto o nos quedaremos en bancarrota.

Bancarrota. Eso era la cereza en el pastel de desgracias de Lily.

—Eso es imposible—chilló Lara.

—No, me reuní con Joshua y los números no mienten—el tono firme cerró cualquier posibilidad de hacer preguntas.

...

Los números no mienten, cierto. ¿Pero quién dijo que las personas son números? Las personas mienten, ¿o no, Lara?

Cuando tú eres quién lleva tus cuentas es improbable, casi imposible, que estas no cuadren, que los números te mientan. Pero, cuando el amante de tu mujer, es quién lleva tus cuentas... bueno, es como ellos, jamás te dirán la verdad.

Lara creía que Barry era un idiota obsesionado con su trabajo que jamás se daría cuenta que ella tenía un amante; y Barry creía que Lara era una tonta plástica que nunca se enteraría de sus secretos.

Lo cierto es que entre los dos, ambos eran unos estúpidos. Tal para cual.

Gastos, deudas, multas, inversiones... todo falso, un buen teatro montado entre Lara y su amante Joshua, el contador de la familia. Ambos aspiraban secar a Barry e irse a Croacia, o a Hong Kong; Lara solo tenía que asegurar a Lily en un buen lugar donde no le faltase nada y luego irse con su amante en una fuga, no podría cargar con el peso que representaba ella, era impensable.

—...¿Y cuando él se entere?—preguntó mordiéndose el labio.

Joshua soltó una carcajada—.Qué más da, se quedará sin mujer, sin hija y sin dinero.

Lily levantó un poco la cabeza desde su escondite. Había logrado meterse a la casa del contador a través de un hueco que algún perro excavó en los arbustos, estaba toda llena de tierra y rasguñada por ramitas pero veía y escuchaba todo bien.

Ahora no sabía quién era peor, si su madre o su padre.

Lara parecía otra mujer allí junto a él, sonreía de verdad y con mucha facilidad, fue extraño para Lily, nunca había visto esa cara de su madre.

—Ni hablemos de Lily, sigue con lo del internado.

Así qué su madre le comentaba todo a Joshua...

Él pareció sonreír, Lily no lo pudo ver bien desde donde estaba.

—Déjala ser, Lara, ya no le dañes más la vida.

—¡No se la estoy dañando!—eso era lo que menos parecía—, estoy ayudándola, es una asocial.

Guao, noticia nueva.

—Y es tú culpa—señaló Joshua sin inmutarse por la mirada que le dio Lara—, la aislaste, y mírala ahora, esa niña no es normal.

A sabiendas de que ya le había pisado bastante la cola al gato, prefirió cambiar de tema, a Lily no pareció importarle más el asunto y salió de la casa tal cuál como había entrado.

Tenía que darse prisa, ella tenía que quedarse con su Nicholas o corría el riesgo de quedar atrapada en el infierno con su padre.

En casa practicó sonrisas, risas y miraditas listas para que se vieran naturales. Cuando su madre regresase del 'spa' donde ya se sabía qué tipos de masajes le daban, le pediría ir a ver a los Hamilton. Incluso se tomó su tiempo para investigar todos los perfiles en las redes sociales de Nick, tenía una sonrisa obsesiva en los labios mientras bajaba el cursor por la pantalla, habían cientos de fotos de él con sus amigos montadas por toda internet, porque lo que está en la red no es de nadie y de todos a la misma vez.

Le preocupaba Rebecca Belova, había clickeado tanto hacia el pasado que cayó en cuenta de un pequeño detalle. En las redes de Nick era más sutil, una mirada de reojo, un abrazo más íntimo; manos cercanas, una mano en la cintura... Todo aquel que tuviese la intención de saber qué sucedía, lo notaría. No se había molestado en borrar sus fotos con ella, sin embargo tenía muchísimas con Jane. Pero en las redes de Chad... Bueno, Chad no tenía ni un solo problema con evidenciar la relación que había entre sus amigos. Mientras que Gael, él parecía que subía a sus redes sociales todo minuciosamente calculado.

Revisó su ropa, preparó un lindo conjunto parecido a la ropa que Jane usaba en una foto donde aparecía con Nick, se peinó igual y esperó sentada frente a la puerta de entrada.

Emularía a Jane todo lo que fuese necesario.

Se levantó de un salto cuando escuchó el auto de su madre estacionar afuera, ya había llegado y esperaba que Joshua fuese buen masajista porque de verdad necesitaba salir de casa.

Lara pegó un respingo asustada por la repentina aparición de su hija en su campo de visión.

—Santo cielo, Lily, qué susto me diste.

Ella sonrió con sorna.

—Quiero ir a casa de Nicky.

Fin. Claro y raspado, tenía que ponerse en marcha antes de que su madre terminase de poner en marcha su plan contra el tirano de su padre.

Lara pareció complacida y acarició con dos palmaditas la cabeza de su hija, esa era toda su muestra de amor.

—Otro día.

Lily no se esperaba eso, parpadeó confundida y le dio un bajón de ánimos.

—Pero-

—Nicholas no se encuentra bien—se limitó a cortarle su madre pasándole por un lado—, otro día.

Lara tenía muy buenos motivos para alejar a Lily de Nick en esos momentos, principalmente porqué él estaba atravesando un torbellino de emociones que lo estaban succionando hacia sitios oscuros y desconocidos, Lily ya navegaba en esos sitios enfermizos desde hacía mucho tiempo y como la gasolina con fuego, era mejor no mezclarlos; por los momentos, claro.

Cuando el cerillo se consuma, no habrá peligro.

Ya que Lily no podía ir a casa de Nick, tenía que encontrar algo que hacer y su mente la arrastró hacia el nombre de Úrsula Zylka.

Tocó la puerta dos veces antes de entrar, su madre veía una revista de moda veraniega.

—¿Puedo ir al estudio de Úrsula?

Lara levantó la vista con lentitud, sus movimientos lentos y pasivos pusieron de los nervios a Lily.

—Y, ¿más o menos qué se te perdió por allá, Lily Amelie?

Una vocecita que vivía bajo llave en una de las catacumbas del laberinto en la mente de Lily soltó un grito que se pudo escuchar claro. "La virginidad, bruja del demonio" gritó la vocecita azotando los barrotes que la retenían.

—Solo quiero pintar un rato—mintió, pasándole doble llave y electrocutando esa mínima vocecita rebelde.

Lara le concedió su permiso recordándole que debía estar antes de las siete en casa.

Cuando Lily cruzó la calle hacia el edificio dónde estaba el estudio de Úrsula, el chófer de su madre miró con curiosidad hacia el lugar donde había visto a Oliver colgar semidesnudo, pero no había nada, se rió y sacó su periódico para leerlo, tenía que esperar hasta que Lily saliese del estudio luego.

Ella tocó la puerta durante un rato pero nadie abrió, bajó las escaleras hacia el estudio de baile del piso inferior para preguntar por Úrsula.

—¿Úrsula?—repitió la instructora de danza—, ay, cariño, está de viaje.

Demonios, ¿y ahora que iba a hacer ella con su existencia?

—¿No sabe cuando regresa?—preguntó con la esperanza en la lengua.

La instructora meneó la cabeza—.Tengo entendido qué está de viaje visitando a su hijo.

La cabeza de Lily le pareció dar vueltas como loca, su estómago se hizo un nudo y su corazón latió tan fuerte que la asustó.

Oliver, ¿sería feliz con su pequeña familia? Ella aún esperaba que todo fuese falso, todo lo qué pasó entre ellos.

Tenía un pequeño corazón frágil, descosido y medio moribundo que le había regalado, ahora solo había un vacío doloroso en su interior.

Balbuceó una despedida, dio media vuelta y salió maquinalmente del edificio. Para su fortuna la calle estaba vacía cuando cruzó y ningún auto la atropelló, subió al auto que la esperaba y esperó paciente hasta que el chófer se puso en marcha.

¿Adónde iba ahora?

—¿Hacia la casa, señorita?—levantó la vista el chófer por el espejo retrovisor.

Ella reaccionó—.No, lléveme al mercado de Portobello.

El hombre asintió cruzando para cambiar en esa dirección. En el mercado se entretendría viendo a las personas, o las tiendas.

Dicho y hecho, se sentó en un café, pidió un té de manzanilla con leche y estuvo un largo rato viendo las personas caminar. Sonreía cuando veía algo tierno, como una familia de compras; y cuando veía algo irónico, como un panadero sin pan. Después de un rato distraída allí, por el rabillo del ojo percibió movimiento en su mesa y giró el rostro.

—¿Me puedo sentar aquí?—allí frente a ella había una chica esperando una respuesta.

Lily asintió algo tímida, la chica tomó asiento dejando un café en la mesa y sacando un montón de papeles.

Era un espécimen de joven muy extraña para ella; tenía el cabello en ondas de un color dorado teñido en las puntas con sus raíces de un castaño claro, habían diversos zarcillos en el lóbulo de sus orejas y un delineado felino que resaltaba unos grandes ojos oscuros. Lily no sabía si aquella especie era peligrosa o divertida. Resaltaba, sin duda.

—Soy Marlie—saludó la muchacha.

Un rubor de vergüenza cubrió las mejillas de Lily, le dio pena que ella la descubriese mirándola como si fuese algo nuevo.

—Lily—farfulló tan bajo que Marlie apenas la logró escuchar.

Fue amable y le regaló una sonrisa abierta. En ese momento Lily pareció tranquilizarse, no era una espécimen amenazadora, lucía incluso algo escandalosa. Quizás era por su conjunto de cualidades, aquellos notables ojos oscuros delineados perfectamente lucían curiosos con sus adorables mejillas. Parpadeó asombrada sin poder contenerse, que interesante era.

Marlie se rió.

—¿Qué, se me torció la raya?

—¡No!—se cubrió rápidamente los labios con las manos, habían levantado de más su tono de voz.

Marlie soltó una carcajada, para ella Lily también era curiosa.

—Ah, que alivio—se encogió de hombros—, bueno, solo dure como dos horas haciéndolo.

Oh...

La conversación fluyó, Marlie pareció comprender el hecho de que Lily fuese tan curiosa y no tuviese nada de tacto para hacer preguntas. Para una persona con una vida social normal o que al menos está en contacto con otros seres una vez al día, sería grosera la forma en la que Lily hacía sus preguntas. Preguntó por el tatuaje en los diversos zarcillos, por su apariencia californiana... ¡Marlie era tan rara! Y le agradaba.

—...Ingeniería, pero por pasión la literatura—movió en alto los papeles que tenía en la mano—, amo los libros.

Lily asintió—¿Por qué estudias si estás de vacaciones?

—Porque la universidad es una mierda.

Eww. Era mejor nunca ir a la universidad entonces, por ejemplo, allí estaba Marlie de visita en Inglaterra y estaba estudiando; qué horror, universidad le sonaba a maldición.

El chófer se acercó a la mesa donde Marlie le explicaba de que iba su carrera, la cuál sonaba muy complicada para su gusto; y le dijo que era hora de irse pues su madre tenía jaqueca y no iba a esperar a nadie para cenar.

Lily se levantó casi a regañadientes, creía haber hecho una amiga nueva y ya se tenía que ir.

—Fue un placer, Marlie—se despidió y en su voz se escuchó las pocas ganas de irse que tenía.

Ella se levantó—.Oye, tú eres de aquí, ¿cierto?

—Ajá—asintió.

Eso era genial, entonces le podría pedir a Lily que fuese su guía turística por la ciudad pues sola estaba muy perdida.

—No conozco la ciudad, si tú-

Lily la interrumpió súbitamente, emocionada—¡Yo te enseño! ¡Londres es muy lindo!

Aunque ella solo conocía algunos lugares a los que había ido con Gretchen, o con Alma cuando tenían clases fuera de casa.

Marlie le extendió un lapicero y un papel—. Anota tu número, así te llamo y nos vemos en un lugar, ¿te parece?

Ough. Pequeño problema... Lily había estrellado su teléfono contra la pared de un baño hacía ya ocho meses, desde entonces no había vuelto a pedir uno por algunas razones, una de esas es que no se lo darían porque había actuado como una 'loca desquiciada', y otra de las razones era que así no se enteraba de nada.

Prefería vivir en el desconocimiento a saber si la reina se había cortado el cabello.

—¿Qué tal si nos vemos aquí a las ocho de la mañana?

Marlie aceptó feliz de la vida, y ella tuvo que apresurarse a irse o tendría problemas con su madre. ¿Lo bueno del día? Había conocido a una persona, ¿lo malo? Un abismo más grande se estaba formando bajo sus pies, y la succionaría.

N/A: ¡Hola hola! Espero se encuentren bien, ¿Qué han estado haciendo? Saben, he decidido tomar el escribir como si fuese un trabajo ya que la universidad esta parada y bla bla bla. Así que... ¡Ahora este es mi trabajo! Y otras cositas que trato de hacer.

Por cierto, limar + e= Marlie.

Besos, ¡LOS AMO DEMASIADO!

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