25. Face to Face
Ella era la mujer de sus sueños, verla allí, enterrándose en uno de sus suéteres mientras leía para un examen de la semana próxima era algo adorable de ver.
Un ruido sordo de alguien cayendo fuera del balcón los hizo dar un respingo del susto.
—Ollie—suspiró aliviado.
Oliver entró al departamento todo húmedo, el cabello le goteaba agua y sostenía como si su vida dependiese de ello la toalla sujeta a su cintura.
—Hola Peggy—saludó el recién llegado goteando agua mientras iba de camino al baño del departamento.
Ella dejó sus notas a un lado y sonrió divertida—¡Hola! Ya te van a socorrer, ¡tranquilo!
David soltó una carcajada, se levantó y fue por ropa para su amigo el cuál no tardó nada en salir debidamente vestido y con el secador de Peggy en la mano listo para sentarse en la sala a secarse el cabello.
Lo cierto es que a Oliver le pasaban unas cosas de las más extrañas, y tenía unas ideas de lo más locas. Era único.
David y Peggy contuvieron la risa mientras lo veían muy indignado secarse el cabello húmedo que le goteaba a mares agua.
—Es la quinta vez, Oliver—se rió ella.
—En la semana—completó David mirando el almanaque, apenas era viernes—, y la número treinta en el mes.
Era estúpido pero cierto. Oliver estaba escapando como un ladronzuelo de Helen.
—No es mi culpa, son esas desgraciadas hormonas—lloriqueó, en otro momento quizás estuviese encantado pero no era así—, es un monstruo, ¡un monstruo, chicos!
El par estalló en carcajadas, era difícil tomarlo en serio.
Peggy lo miró con una sonrisa, aún no entendía porqué él le rehuía a Helen y sus insaciables ganas de tener sexo. Sin contar el aumento notable de sus caderas y sus pechos, ya lo habían debatido con Oliver pero él perdía la cabeza lloriqueando y pidiendo auxilio.
Estaba loco.
—Ollie—oh no, ahí estaba ese tono que Peg usaba para dar un ejemplo—, creo que si yo estuviese embarazada, con un montón de hormonas calientes, unos súper gigantes senos e insaciables ganas, mi novio no se rehusaría a nada.
David se desinfló, sí, estaba estancado en la zona de amigos con su compañera de departamento.
Él lanzó por los aires el secador que cayó a salvo en un mueble.
—¡Eso es porque ustedes son novios!
Ella rodó los ojos—. Y tú eres el padre de su hijo, vives con ella, eres su chacha—se burló en lo último—, ¿qué más da que te acuestes con ella?
—Llevas un mes rehuyéndole—señaló David dándole la razón a Peggy.
No es que el embarazo le hubiese caído mal a Helen, no. Le había caído de maravilla, tenía un vivo color rosa en las mejillas con pecas que quedaba de lo más condenado con ese cabello rojizo de ella; se le habían ensanchado las caderas y los senos los tenía más grandes.
Tenía todas las letras de la palabra 'tentación' escritas en su frente.
Para Oliver no había más que tolerancia por ella, no la deseaba, no la amaba, no estaba enamorado de Helen. Últimamente debido a que ella estaba en el sexto mes, la ayudaba a bañarse, vestirse y desvestirse. Ella estaba muy sensible, y cuando era momento del baño él tenía una lucha entre sí mismo.
No entendía porqué no podía ver de nuevo a Helen como... Helen, pues. No era porque se hubiese apagado algo dentro de él, estaba bien despierto y activo, ya se había despertado incontables veces a mitad de la noche o en la madrugada jadeando por algún sueño húmedo, se frustraba completamente al saber la culpable de esos sueños, Lily. Bien, sí sabía porqué no podía ver a Helen con ojos de deseo de nuevo, era porqué como su profesor había explicado una vez:
"La mente es un animal salvaje que se quita las cadenas cuando uno baja la guardia y reclama a gritos sus más profundos deseos"
Y lo único que él quería era estar con ella, con Lily. El corazón le latía lento y doloroso de pensar en ella.
Estaba tan jodido.
Aunque tampoco es como si estuviese haciendo esfuerzos para reestructurar su relación con Helen. Tendría que hacerlos, entonces, quizás así olvidaría a Lily y sus ideas locas.
—¿Creen que deba...?—se pasó una mano por el cuello, nervioso.
Peggy asintió, David sacudió la cabeza. No ayudaban.
—Vamos, de nada sirve que te pongas un anillo de castidad si ya tienes un paquete de camino—se encogió de hombros ella.
David la miró mal—.Pues yo digo que no, ¿sabes lo mal que le caería cuando termine el embarazo y cada quién por su lado?
Cierto.
—Eh—refutó Peggy lo que acababa de decir Dave—, aquí señor amo de casa planea quedarse lo necesario con bebé ballenita y mamá ballena.
Ah sí, ¿había que decir que el bebé, el cuál iba a ser varón, era grande y rellenito?
Peggy lo llamaba bebé ballenita, David baloncito y Oliver pequeño gusanito.
David miró sorprendido a Oliver, que se hizo pequeñito en su sillón.
—¿Hasta cuando? ¿Hasta que tu hijo se vaya a la universidad y tú estés atascado sin poder tener una vida de nuevo?—meneó la cabeza, estaba en contra de que su amigo se abandonase tanto por su hijo—, tío ni de coña se te ocurra hacer eso.
—A Len no le gusta que la despierten a media noche, una vez se le murió una tortuga... ¿me sigues?—y él no planeaba dejar su bebé llevando golpes por la vida.
Se logró escapar de su par de amigos cuando estos comenzaron con una de sus típicas guerritas.
Oteó de lado a lado por el departamento, se deslizó como un espía por el mismo cuando no vio señales de Helen. Se asomó en la habitación de ella, y nada, en la que estaba planeada para Alan, como ya tenía planeado llamarle Helen; pero tampoco estaba allí.
No fue hasta que se acercó a la nevera que vio una nota pegada en la misma.
"Alan y yo estamos con el tío Kyle"
Sonrió con ironía—.Guao, Len. Pensé que solo se había ido el gusanito.
Oh sí, se negaba a llamar al bebé 'Alan', sería el gusanito de papá hasta que encontrara un nombre mejor para él.
Era una suerte tener a Kyle también, como mejor amigo de Helen era una herramienta indispensable. Servía para cuando él no quería ir de compras con ella, o cuando estaba en el campo con su pequeño equipo de niños, o simplemente cuando Oliver le rehuía a Helen.
Salió alegre hacia el balcón para pasarse al de David y contarle que súper Kyle le había salvado el culo de nuevo. Pero al salir se quedó congelado viendo como Dave miraba escondido desde el balcón algo abajo.
—Ey, chiflado—le llamó.
David lo mandó a callar y señaló algo abajo. Él siguió la mirada de su amigo y se encontró con Peggy, ella estaba discutiendo con su novio, un tipo que estudiaba arquitectura; abajo en el estacionamiento.
También se escondió e intento escuchar lo que discutían pero no lo logró. De repente Peggy se dio media vuelta con actitud firme y entró al edificio, Oliver saltó como un rayo al balcón y tiró de David para entrar al departamento. Montaron una escena rapidísimo como si hubiesen estado viendo la televisión y discutiendo la lesión de un jugador para cuando ella entró.
Se apoyó en la puerta y suspiró—¡ES UN IDIOTA COME MIERDA!
—Exclamó la señorita modales.
Dave le clavó un codazo a su agridulce amigo.
—¿Todo bien, Peg?
Ella resopló—.No, me dejó por una griega. Imbécil. En fin, ¿quieren beber algo? Todavía tengo su tarjeta de crédito.
El par dio un salto a la misma vez, medio sonrientes tratando de verse tristes por el corazón roto de su amiga.
—Lo sentimos—aseguró Dave poniéndose una mano en el corazón.
Oliver asintió.
—Está bien chicos, iré a cambiarme.
Ella se fue en dirección a su habitación, apenas la puerta se cerró el par comenzó a bailar y festejar sin hacer ruido.
—Arrivederci, ciao, bambino—canturreó David.
Oliver miró extrañado a su amigo.
—¿Y tú desde cuando sabes italiano?—levantó una ceja.
—Desde que el bambino, ese, le calentaba la oreja a Peggy—sonrió orgulloso.
Oliver soltó una sonora carcajada, era muy cómico ver a David babeando por Peggy.
Ambos salieron disparados cada quien por su lado cuando Peggy les pegó un grito para que se fuesen a arreglar y así poder ir a cenar, antes de irse al pub. Ella de verdad iba a aniquilar la tarjeta de su ex.
Oliver se estaba poniendo sus zapatos cuando su par de amigos aparecieron enfundados elegantemente en un traje y vestido largo.
Él se dio un vistazo, llevaba unos vaqueros, unas botas marrones y una camiseta blanca.
—Una pregunta—dejó sus manos en su cadera—, ¿a qué tipo de restaurante vamos?
—Iremos a una subasta—celebró Peggy moviendo en alto la tarjeta de crédito.
Oliver miró a David en busca de alguna objeción pero su amigo se acomodaba su moño frente al espejo.
Se cambió tan rápido como pudo por un esmoquin negro, Peggy le ayudaba planchándole lo que fuese mientras él se vestía y Dave recogió en la habitación de Helen todos sus vestidos y zapatillas bajitas por si se le hinchaban los pies como ya le había ocurrido.
No tardaron nada en llegar al departamento de Kyle, el cuál se sorprendió al ver a Oliver frente a su puerta vestido de esmoquin.
—¿Me perdí de algo?—Kyle curioseó mirando a David y a Peggy.
—Hola Kyle, iremos a una subasta para la beneficencia—explicó rápido Oliver—, ¿está Len?
Él asintió y dejó pasar al trío de amigos, Helen estaba sentada en la sala viendo una película, al ver a Oliver tan arreglado refulgió en ella la esperanza de una cena elegante y romántica.
—Hola Helen—saludaron a coro los otros dos y el cuento de ella se acabó.
Ella rodó los ojos de mala gana—.Hola chicos, que linda sorpresa.
¿Sorpresa? Sorpresa fue la que se llevó cuando empezaron a apresurarla, vestirla y maquillarla.
—¿Adónde vamos?—preguntó mirando a Oliver que le acariciaba el abultado vientre.
Entre Peggy, Kyle y él la habían arreglado. Helen usaba un precioso vestido rosa perla, largo, de escote corazón que acentuaba sus melones; el cabello recogido en un moño pulcro y con un par de aretes de perlas.
—No lo sé—se limitó a responderle él.
—Subasta. Tengo una tarjeta que joder—sonrió Peggy mirándolos desde el asiento delantero.
No tendría misericordia con esa tarjeta.
El salón de un renombrado hotel los recibió, era la opulencia misma desbordando por cada pared y centímetro del lugar.
—¿Cómo se supone que vamos a entrar?
Todas las personas eran invitadas, no llegaban así como así.
David se puso en modo papá oso—.Tu madre nos invitó, lo siento amigo pero amenazó con llamar a mi hermana.
Demonios. Él había evitado a sus padres durante dos meses desde que habían empezado a preguntar cuando él y Helen viajarían a Londres para tocar, mimar y ver la pancita de ella.
Le tenía pánico a Londres, o más bien, a la idea de ver a Lily.
No había escapatoria así que llevando del brazo a Helen, entró seguido de sus amigos. No solo era una subasta, era una especie de reunión social con música de orquesta en vivo y una cena.
—Oliver James—perdió todo color del rostro cuando escuchó la voz de su madre a sus espaldas.
Todos se giraron atrapados in fraganti. Él fue a hablar pero a un lado de su madre estaba su padre, y Lily. Ellos se quedaron mirándose unos instantes, como si se estuviesen reconociendo.
Contuvo la respiración al verla, estaba tan hermosa y elegante. Llevaba el cabello recogido en un moño romántico con mechones sueltos y un largo vestido negro de hombros descubiertos. Sus labios de corazón de un tono rojizo como las fresas y la mirada dulce como siempre.
—Ya hablaremos—amenazó Úrsula, al parecer ella y Conrad habían estado hablando en el tiempo que él estuvo mirando a Lily—, vengan, tomemos asiento porque la subasta ya comenzará.
Todos hablaban entre todos excepto él y Lily, ella le susurró algo a Úrsula en el oído quien asintió y luego se fue a Dios sabe donde.
Oliver no tardó en desaparecer también de la mesa con la excusa de buscar algo dulce para Helen que tenía antojos de cosas dulces a cada hora.
Se aseguró de perderse entre las personas antes de comenzar a buscar a Lily, quien estaba alejada por un pasillo donde habían otras chicas.
—Hola—se metió las manos en el traje quedando a un metro de ella, quizás.
Lily miró a todos lados nerviosa, no había esperado verlo y menos con su novia. Se estaba muriendo por dentro, su rostro que soportaba el dolor que le causaba no la dejaba esconderse del todo.
—¿Qué haces aquí?
Sonrió—¿Aquí? ¿En la subasta a la que me trajeron engañado?
Ella luchó para no sonreír pero al final lo hizo, pero fue una triste sonrisa.
—Es muy linda—se refería a Helen—, felicidades.
No sonó como unas felicitaciones reales, sonó como alguien a quién le entierran un puñal en el corazón y obligan a suplicar.
Oliver se acercó más a ella, no sabía lo que hacía pero verla le causaba un dulce tormento.
—Estás hermosa.
—Regresa con tu novia—casi tuvo que sacarse las palabras de la boca.
—No es mi novia—dio un paso más cerca, ella se quedó frita—, te debo una explicación.
Lily meneó la cabeza. Ajenos a ellos el presentador estaba hablando desde hacía unos minutos, las personas aplaudían y ninguna de las chicas en el pasillo se fijaban en ellos.
—No me debes nada, solo eres un buen mentiroso—esbozó una cínica sonrisa.
Él fue a discutir aquello pero apresuraron a Lily a subir al escenario con las demás chicas y chicos que estaban del otro lado.
Tuvo que regresar con los demás, faltaba Peggy, que seguro estaba atacando el bar curando su despecho.
—¿Me perdí de algo?—le preguntó a su madre.
Ella le sonrió—. No mucho, la subasta de compañía va a comenzar y... ¡mira, David también se animó!
Oliver jadeó horrorizado. Allí arriba estaban Lily y David con otras personas, dependiendo de quién pagara de más por ellos serían la compañía en la cena de aquella persona.
Se iba a morir.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro