24. Lara la perfecta
—No.
La palabra salió como una bala que no puede ser detenida. Firme y sin retorno.
Lara miró a su hija como si tuviese tres cabezas que escupen fuego, estaba loca, ¿cómo se le ocurría a Lily pedirle permiso para salir en una cita con un chico?
Aunque la negativa tenía que hacerla sentir mal, ella suspiró aliviada para sus adentros, dejaría tirado a Jude y tendría la excusa perfecta. El hecho de que él perdería la cabeza cuando se encontrase conque Lily no saldría con él la preocupaba, la aterrorizaba. Solo tenía que soportar a Jude y ese tropel de imbéciles por cuatro meses más, se acabaría el año escolar y ella encontraría la forma de meterse en un convento.
Su plan presentaba dos grandes fallas, la primera era que ya no era virgen y no sabía si eso afectaría su ingreso; la segunda era que deseaba terriblemente tener para ella, y solo para ella, al perfectísimo Nicholas Hamilton.
Con Nick estaba segura que no se preocuparía por ser rechazada siempre por su madre, sería adorada y mimada.
Él era su barco a un nuevo mundo. Su ancla, su trofeo a ganar.
—¿Por qué no, madre?
Lara torció los labios molesta—.Parece que no has entendido, y no me importa pero la respuesta es no.
Tuvo que conformarse con eso, se quedó en la sala esperando a que Jude apareciera y fuese echado a patadas por la tirana de Lara Crisol. Él había dicho viernes, y el viernes iba a ser, no un día u otro. Las manecillas del reloj se movieron lento hasta que la puerta de la casa fue tocada, Lara pasó por un lado de su hija ordenándole ni siquiera moverse o tendría problemas y fue a abrir la puerta.
Lily no alcanzó a escuchar lo que su bendita madre había dicho pero no tardó nada en regresar, miró con desaprobación a su hija y se fue a seguir leyendo un libro.
Ella sabía que debía empezar a preparar el terreno para poder irse de esa casa, esperó paciente a que diera la medianoche en el reloj de la sala, su padre no llegó así que fue en busca de su madre.
—¿Puedo pasar?—tocó con sus frágiles nudillos la puerta.
Lara pegó un respingo y colgó la llamada que había estado atendiendo.
—¿Y ahora qué quieres? Pareces una parásita, Lily.
Ella respiró hondo recibiendo eso y se adentró en la habitación, tomando asiento rigurosamente como una muñequita de cristal en un sillón.
Aclaró su garganta para encontrar su voz de valiente—.Cuando terminen las clases, ¿podría ir a un internado?
Estaría sin su familia descompuesta y enfermiza, sin sus compañeros imbéciles, y sin posibilidades de saber algo sobre Oliver Zylka y su fabulosa nueva vida.
Su madre prestó toda su atención a esa extraña petición.
—¿Internado?—no le parecía una mala idea—, es una maravillosa idea, un internado de mujeres será de lo mejor.
Lily era muy ajena a las felicitaciones y tomó lo que había dicho su madre como una. Fue como una limonada sin azúcar para alguien sediento.
—Entonces...
—Ya veremos, todo depende.
Ella parpadeó confundida y desesperanzada.
—¿De qué?
Lara no le respondió, se limitó a echarla de la habitación y enviarla a dormir a ver si esas violáceas ojeras se le quitaban.
Cuando Lily no dormía a toda hora, era porque una ola de insomnio golpeaba su escapatoria rápida a todo.
Era de esperarse que el lunes cuando pisó la escuela, ya todos sabían que Santa Lily tenía complejo de microondas porque había quedado con Jude y jamás había aparecido. Pareció desarrollar una habilidad de camaleón pues se las arregló para que la vieran solo en la entrada y en la salida las siguientes semanas de clases.
Era un fantasma escurridizo y asustadizo como un ratón.
Sus clases iban a pique, necesitaba tener la mejores notas en los últimos exámenes y proyectos para poder salvar su pellejo. Algunos profesores que la tenían en la mira notaron sus cambios y la refirieron al psicólogo de la escuela, el cuál no pudo hacer mucho, Lily con voz nerviosa le había dicho que sus compañeros la agredían. La solución que se encontró fue que estos fuesen castigados todas las tardes después de clases y obligados a dar charlas sobre porque los demás estudiantes no debían repetir sus acciones.
¿Fue la mejor solución? Por supuesto que no, además, no podían expulsar a más de treinta estudiantes.
Lo único bueno que se veía era que Lily estaba ganando de nuevo su peso adecuado. Su madre la obligaba a comer según un menú preparado por un nutricionista, porque el aspecto enfermizo de su hija ya la tenía hasta la coronilla. Y si la ponían a compararla con Jane o Becca, estaba muy por debajo de la vara, por eso aparte de su menú especial también tenía una entrenadora en un gimnasio para que recuperase su masa muscular perdida.
Solo que ella no siempre comía, hacía un juego entre sus manos, sus labios y moviendo la comida en el plato fingiendo comer y así se libraba muchas veces de alimentarse porque sencillamente no tenía apetito.
El jueguito tramposo que hacía ocasionó que se desmayase en plena clase de gimnasia.
Abrió los ojos sin saber donde estaba, había mucha luz en la habitación y hacía frío.
Estaba en el hospital.
Sola.
Una enfermera entró a la habitación para revisar como seguía y encontró a la chica mirando a todos lados asustada.
—Hola Lily, soy tu enfermera—le sonrió mientras revisaba el gotero.
La cabeza le dolía horriblemente, debido al golpe cuando se cayó.
—¿Qué pasó?—le dolía más un lado de la cabeza, allí se había golpeado más fuerte.
La enfermera le sonrió por cortesía, anotando algo en un portapapeles.
—Te desmayaste en tu clase de gimnasia. Te trajeron para hidratarte, estás muy débil—había un tinte de regaño en el voz de la mujer—, tú madre bajó a la cafetería un momento.
Ella sonrió un poco dando a entender que había comprendido. La enfermera le aseguró regresar en un rato y se fue. Lily esperó a que su madre se apareciese pero no lo hizo, o no lo hizo mientras ella estuvo despierta, entre sueños reconoció la voz de sus padres que discutían en la habitación sobre quién de los dos era más irresponsable.
Definitivamente ambos eran ganadores, ni más ni menos.
Se hizo la dormida el resto de la tarde, reconoció la voz de Clover Bleu, de Ashton, de Tessa; y por supuesto, Úrsula. Úrsula había tratado de contactar a Lily para invitarla a la subasta que tenía planeada, la atracción principal era aquel cuadro de proporciones realistas que había hecho de su hijo.
Le pareció que a Lily le interesaría asistir pues había estado presente cuando ella lo comenzó.
—Están hermosos esos lirios, Úrsula, muy lindos—agradeció Lara al verla llegar con un precioso ramo de lirios.
Ella sonrió—Muy propios, ¿no ha despertado?
¿Qué iba a saber Lara de eso? Había estado sentada en una esquina leyendo tranquila, bebiendo té y quejándose del asqueroso olor esterilizado de los hospitales.
—Hace rato—mintió con maestría—, ¿te importaría quedarte con ella? Necesito llamar a Barry, estaba tan afligido y preocupado.
No, claro que no. Barry Crisol estaba en ese momento perdiéndose entre su tan amado Ashton.
Úrsula le aseguró que podía tardarse lo que quisiera, ella se quedaría con Lily.
Observó a la chica que al parecer dormía por un largo rato y el corazón se le encogió.
—¿Lily?—dio un salto al verla moverse.
A ella le había picado la nariz y había sido traicionada al moverse.
Abrió los ojos con miedo pero suspiró al ver que solo era Úrsula quién se acercó rápido a su cama.
—Hola—farfulló.
Ella le acarició el cabello—¿Cómo te sientes, pequeña?
A ella se le revolvió todo al escuchar el apodo, se forzó a sonreír.
—Bien—mintió, Úrsula revoloteó los ojos.
Arrimó una silla y se sentó a un lado de ella sosteniéndole la mano.
—En dos meses tendré una subasta, y quiero que tu vengas conmigo, te distraerá.
Oh no. Lily abrió los ojos como platos, si iba tal vez Oliver estuviese allí y ella se moriría solo de verlo.
—No-
Comenzó su negativa pero Úrsula no la dejó terminar.
—Lily—chasqueó los labios—, no aceptaré un no por respuesta.
Úrsula no era quién estaba esperando un bebé, y Oliver de seguro estaría ocupado con su vida nueva en Bristol como para dejar sus asuntos solo para asistir a una subasta de arte con su madre y ella.
—Allí estaré—aseguró con voz débil.
...
El cuerpo de Lily temblaba al estar escondida, quizás eran los nervios de ser atrapada o el dolor de saber que todo era una farsa.
Su familia era una farsa.
Desde su escondite podía ver a su madre ser besada con una pasión innegable por un hombre. Le parecía haberlo visto antes y como un flash le llegó a la mente donde lo había visto, era el contador de su familia.
Joshua MacIntosh.
Era repugnante como la besaba, y la tocaba, e irónico como aquella mujer que se creía una digna dama de la alta sociedad se regocijaba entre aquellas bruscas y lascivas caricias.
Un par de lágrimas se le escaparon y las limpió con el borde de su suéter. Siempre había tenido curiosidad por saber adónde se iba su madre cuando no estaba en el club con sus amigas, o en la casa, pues bien, ya lo había descubierto.
Ambos entraron a la casa y Lily dio por terminada su expedición.
Tomó su bicicleta y con cuidado salió de entre los arbustos, tenía un buen camino que recorrer hasta su casa.
Lily estaba como siempre, sentada en el sillón de su habitación en silencio, tratando de soportar todo el dolor que llevaba por dentro; cuando su madre regresó a casa muy digna la señora.
—Niña vegetal—la llamó desde la puerta, Lily no se movió ni atendió así que su madre gruñó—, Lily Amelie, estoy hablando contigo.
¿Hablando? Para ella, la estaba era mangoneado.
Sus labios rosa pálidos dejaron escapar un suspiro y se giró hacia su madre.
—¿Si, señora?
—Arréglate, iremos a tomar té y comer bizcochos con Tessa—lo cuál para ambas era una noticia favorecedora—, tiene algo que contarnos.
Asintió y cuando su madre se fue se dispuso a arreglarse. Esa manía suya de organizar y reorganizar sus cosas varias veces no se le había quitado, era algo ya compulsivo. Hizo uso de todo se esmero en arreglarse para verse bien.
Obvio, no pudo hacer mucho. No era una experta en maquillaje, o especialista en estilismo. Vistió una falda recta y una blusa de un color más claro, unas zapatillas bajitas y un lazo sujetando su cabello.
En casa de Tessa, los hombres Hamilton estaban reunidos en el estudio de la casa cuando Lily y su madre llegaron.
—Estás muy linda, Lily—le halagó Tessa al verla.
Estaba más recompuesta desde la última vez que la vio.
Ella sonrió a modo de agradecimiento con unos ánimos que no eran suyos, el trío tomó asiento en la sala de modo que podrían ver cuando Chris, su hermano Alex, o Nick salieran del estudio.
—Creí que ustedes debían ser las primeras en enterarse—sonrió Tessa bebiendo de su té—, antes que los Cox, claro.
Captó la atención de ambas mujeres que las escucharon atentas.
—¿Nicky terminó con la fulana Jane?—el súbito brote de emoción de Lily fue felicitado por su madre con la mirada.
Tessa meneó la cabeza, ojalá fuese eso.
—No aún, pero lo hará—ocultó una sonrisa con el borde de su taza.
—¿Qué es, pues?—se interesó Lara.
Nicholas salió del estudio interrumpiendo la gran revelación de su madre, y esta al verlo decidió llamarlo.
—Nico, ven cariño.
Él se acercó e hizo un movimiento con la cabeza a modo de saludo para las invitadas, pero evitó a toda costa sentarse.
Lily lo miró con intensidad, verlo era todo un placer, era muy guapo y su porte gallardo le envolvía en un cuento de hadas.
—Buenas tardes—saludó con su tono grave y modales impecables.
A Lara le pareció de lo más correcto halagarle—.Nicholas Hamilton, belleza sin igual, una mezcla perfecta de tus padres, ¿cierto hija?
Era cierto que Nick tenía una belleza sin igual con su cabello de cobre y ojos verdes de motas miel.
—Por supuesto, Nick es perfecto.
Lily no pudo detener su verborrea, se le había escapado el pensamiento en voz alta y un tono rosa cubrió sus mejillas.
Él pasó eso por alto, sacó su teléfono al recibir un mensaje y se disculpó.
—Disculpen, es mi novia—masculló.
Incluso nombrando a su novia se veía encantador.
Tessa vio la mirada que le dedicaba Lily a su hijo tras sus pestañas, y decidió que tenía que motivar a la jovencita.
—Awww... Dime que eso no es lo más lindo que has visto—le picó a propósito a la chica.
Nick levantó el rostro confundido—¿Qué?
Lara le siguió el juego a Tessa, y señaló como si fuese obvio—.Tu sonrisa de enamorado, tú novia debe ser una niña muy afortunada.
Esa era una soberana mentira, más afortunada podría ser su hija que la dramática e irracional de Jane Cox.
—Yo opino que es una perra.
La víbora que había destilado veneno puro había sido la cría, Lily, quién había visto llegar a espaldas de Nick a Jane.
—Yo opino que tú, eres una perra—sonrió la rubia devolviéndole el golpe.
Solo se necesitaban cinco minutos de ellas dos solas para que se destrozaran la una a la otra.
Tessa conversó con un fingido cariño con Jane, después que ella y su hijo se marcharon entre Lara y ella arreglaron enmarañarle más la mente a Lily.
Y lo lograron.
N/A: Creo que si todos nos fijamos en los factores... Lily fue una trágica creación.
La mantuvieron aislada de la mayoría de las personas por muchos años, fue reprimida, denigrada, rechazada... maltratada. En definitiva es muy triste, creo que es el resultado de lo que el mundo puede ocasionar en las personas.
Uhh, sería lindo ver sus comentarios y votos😊 Es animante🥺
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