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22. Vendetta

Los días pasaban como un soplido vacío del viento, los días se convirtieron en semanas y las semanas en un mes.

¿Algo había mejorado en un mes desde que Oliver se había marchado?

No.

Nada había mejorado pero sí empeorado, como todo en su vida nada iba hacia arriba sino hacia abajo. Cuando creía tocar fondo el universo le demostraba que había un fondo más profundo y que no debería tentarlo.

Era una piltrafa humana, vacía y fácil de llevar. La última noticia desalentadora había llegado ese día, Tessa estaba muy apenada con su madre porque Nick había regresado de su viaje con una chica rubia a la que llamaba novia.

En el momento que Lily escuchó eso supo de inmediato que aquella rubia era Jane, y una ira se apoderó de ella haciendo que apretara de más un envase de agua que estalló bañándola por completo.

—Hay que esperar con paciencia, Nico se dará cuenta que esa jovencita no le conviene—dijo Tessa admirando un precioso bouquet de flores.

Lara las acomodó en un jarrón—.Espero que no tarde mucho en reaccionar. Tess, amiga mía, hay más jovencitos en Inglaterra.

Esa era una verdadera amenaza, lista y directa contra Tessa.

Lily podaba unas flores cerca así que pudo oír bien claro la conversación. A ella no le interesaba ningún otro chico, era Nick sí o sí. Ya a Oliver no lo podría tener jamás, y eso era una de las cosas que más le pesaba. El saber que por un momento tuvo algo lindo, real, suyo.

Quizás si tuviese una amiga, no como Gretchen quién solo le escribía amenazas para que se alejase de Duncan; podría soltar todo lo que sentía por dentro. Todo, desde lo de su familia hasta lo de Oliver.

Si Lara creía que iba a intimidar a Tessa o apresurarla para que empujase a Nick, estaba muy equivocada.

—¿En serio?—Tessa tomó con mano ligera una rosa del bouquet y le quitó un pétalo—, quizás cuando reaccione corra de regreso con Rebecca, ya sabes—sonrió arrancando otro pétalo—, Rebecca Belova es un partido único.

Lara no recibió a gusto ese contrapunteo que tenía ahora con Tessa.

—La sobrevaloras, querida.

Lily afinó mejor el oído cuando escuchó la risa de Tessa, quién había arrancado casi todos los pétalos de la rosa en un parpadeo.

—No lo creo. Ella es astuta, hermosa, tienen un apellido de renombre, viene de dos familias importantísimas y...—Tessa sonrió con esa maña que tienen las mujeres que reconocen las buenas inversiones—, una fortuna quizás inagotable.

Tessa dejó la rosa sin pétalos en una mesa y se despidió. Por supuesto que Rebecca era una muy buena opción pero era demasiado parecida a su hijo, eso quería decir que era mucho más difícil de controlar.

A Lily no le preocupaba la idolatrada Rebecca, era Jane quién la sacaba de sus casillas. La odiaba, ese puesto debía ser suyo, no de ella.

Fue al salón de su casa a ver televisión, por lo menos eso la entretendría un rato largo. Quedó clavada allí cuando vio que en la televisión pasaban Romeo y Julieta, Lily sonrió con ironía sin quitar la vista de la pantalla.

Pensaba mucho en él, demasiado. Extrañaba la voz de Oliver, sus sonrisas de niño... Lo extrañaba como una estúpida. Se sentía como una cobarde porqué había abandonado las clases de dibujo con Úrsula excusándose conque estaba pasando por un mal momento, cosa que no era mentira.

Para alguien que siempre lloraba, fue extraño no llorar cuando la película terminó con el par de amantes muertos.

Ella sonrió y se levantó—.Tomaré un baño, me lo merezco.

Era primera vez en muchísimo tiempo que hablaba para sí misma con buenas vibras. Había decidido no dejarse abandonar y luchar con garras y dientes por Nick. No solo por él, si no por su vida también.

Tenía kilos de menos, estaba palideciendo poco a poco, su cabello se caía de lo débil que estaba... Tenía que verse mucho mejor que Jane Cox.

La ropa cayó al suelo ligera cuando ella se desnudó frente al espejo de su baño, se observó unos eternos minutos avergonzada del reflejo que le devolvía el espejo.

¿Cómo había dejado que eso le sucediera? Todos aquellos que la destrozaron debían pagar, merecían lo mismo.

El fuego ardiente de la venganza estaba encendido al igual que el de los viejos corsos que buscaban una vendetta.

Se dio un buen baño, vistió lo que mejor le quedaba y salió en busca de su madre.

—Mamá—la llamó al verla en el jardín.

Lara levantó la vista extrañada al escuchar a su hija con la voz segura y sin mirar el suelo como avestruz.

—No te quedes ahí pegada, dime que quieres, Lily.

Ella sonrió de mala gana.

—Necesito que me lleves a comprar ropa nueva y otras cosas.

Esa repentina petición hizo que Lara la mirase extrañada pero aceptó sin problemas.

Para la hora de la cena Lily estaba sentada religiosamente en la mesa esperando a que su infernal padre llegase del trabajo. Supuestamente. En su habitación había una gran cantidad de ropa nueva, ella tenía un corte de cabello nuevo con un flequillo recto que la hacía ver como una de esas chicas asiáticas amantes del cosplay o como un personaje de manga. Había quemado tal vez toda su etapa de lloriquear y ahora solo iba a enseñarle al mundo que a Lily Crisol había que tenerle cuidado.

Empezaría con Gretchen, porque sabía como y dónde atacar.

El sonido de la puerta la hizo sonreír, su padre entró con su maletín soltando una cadena de maldiciones.

Barry no tardó en hacerse presente en el comedor, listo para la cena sin llegar a saludar a su mujer. Se sorprendió al ver a Lily allí, mirándolo con una sonrisita desequilibrada.

—Niña—saludó tomando asiento en su silla.

Lara salió de la cocina con una bandeja repleta de comida que dejó sobre la mesa y le sonrió de mala gana a su marido.

—Barry, qué novedad tenerte en casa.

—Es mi casa, ¿dónde esperas que esté?

Lily sonrió mientras se llevaba un pedazo de papa a los labios. Sus padres comenzaron con el tira y afloja de todos los días, ella comió tranquila y luego se retiró sin que ellos la notaran. Mientras sus padres discutían aún, ella se escurrió hacia la oficina de su padre en casa.

Una horrenda mueca rompió su rostro, asqueada evitó tocar muchas cosas y se sentó en la computadora lista para desbloquearla.

Lily usó el nombre de su madre, el de ella, su fecha de nacimiento y hasta la de matrimonio de sus padres pero nada de eso era la clave. Revisó los papeles desesperada hasta que encontró una carpeta con una fecha escrita.

Era la única fecha a la vista, tenía que ser esa. La escribió tan rápido como pudo y sonrió aliviada cuando la computadora se desbloqueó.
Cliqueó por aquí y por allá, encontró cosas de las que no se quería enterar y se envió todo a su correo.

Iba a hacer que su padre desconfiara hasta de su sombra, tal como ella lo hacía.

—Como si te importase este matrimonio, La...

Mierda. Barry estaba afuera del estudio, Lily miró en busca de un escondite y solo atinó a meterse detrás de las pesadas cortinas.

Estuvo allí un extenso rato después que su padre entró, estaba ocupado con cosas del trabajo y con su típico mal humor.

¿Por qué su madre no lo dejaba? Desde que ella tenía memoria su padre era un cascarrabias que solo les hacía los días infelices a ambas.

Si ella le dijese a su madre lo que sucedía capaz esta le pediría el divorcio a Barry. Ese sería un sueño dorado.

...

Las piernas le temblaban como gelatina cuando vio el edificio frente a ella.

La escuela.

Una selva repleta del más peligroso animal del mundo, el ser humano; en esa selva ella era un hongo. Todo el mundo la despreciaba, la creían rara, inútil y estúpida. Pero ella, como hongo; también podía ser tóxica. Se estaba llenando de valor para bajar del auto, tenía un pánico terrible de solo pensar en que allí estarían Gretchen y Jude con su pandilla.

Lo peor era la idea de encontrarse con Jude, él le causaba escalofríos con su sola presencia.

—Señorita, creo que llegará tarde si no baja del auto.

Hizo oído sordo a lo que el chófer le recomendaba, pero se obligó a bajar casi con movimientos robóticos.

Cada paso era de plomo, como siempre algunas personas la miraban y cuchicheaban entre ellas. El tema nuevo era que Santa Lily, la rara; se había cortado el flequillo con una tijera cuando se volvió loca.

Ella se mantuvo en silencio, ya varias veces había denunciado que le hacían bullying pero por supuesto solo les daban castigos y regaños a sus compañeros. Nada más de allí.

Tomó asiento en una banca frente al laboratorio de química, el viento meneaba su cabello suelto con flojera.

—¿Por qué tan solitaria?

Cerró los ojos cuando escuchó esa voz, era Jude.

—¿Qué quieres para dejarme en paz?—se atrevió a mirarlo de reojo.

¿Cómo un chico tan guapo como Jude estaba tan podrido?

Él tomó asiento confiado a sabiendas que eso la enojaría mucho más.

—Antes me gustabas—alcanzó un mechón del cabello de ella con sus largos dedos—, pero estuve un tiempo con unas universitarias, son otras ligas.

El cerebro de Lily comenzó a trabajar con rapidez, era obvio que Jude había pasado un tiempo con David, y con Oliver.

Soltó un suspiro involuntario haciendo que él la mirase extrañado.

—Déjame en paz, Jude.

Él miró con detenimiento a Lily, seguía siendo bonita a pesar de su triste semblante eterno y mirada melancólica.

—Viernes, siete en punto, yo paso por ti.

Se levantó para irse pero ella reaccionó rápido y lo detuvo.

Tenía rostro de tortura—.No quiero salir contigo, ¿no lo entiendes? Eres un ser asqueroso, manipulador, repugnante y patético.

—Piénsalo, Lily—trató de tocarle la cara pero ella lo escupió, Jude apretó los labios enojado—. Soy tu mejor opción, créeme.

Ella jamás dejaría que él le pusiese una mano encima.

Se estaba poniendo su bata de laboratorio cuando Gretchen se acercó con una sonrisita estúpida.

—¡Lily, ¿cómo estás?!—estaba tan animada como antes.

La castaña le sonrió con hipocresía natural—.Bastante vuelta mierda, ¿y tú? Ay, Gret, cuidado porqué la temporada de ser padres está abierta.

El estómago se le revolvió, de una u otra forma terminaba pensando en Oliver.

Gretchen quedó en el sitio, no le dijo nada, solo la miró como si ella fuese alguien salida del infierno.

—Realmente necesitas medicarte—tomó asiento a un lado de Lily.

Ella volteó los ojos, esa no era noticia  nueva.

—No me digas.

Era una montaña rusa, estaba arriba unos segundos y luego caía sin cuidado, habían rectas veloces y momentos donde se tambaleaba.

Gretchen observó con cuidado a Lily, ¿quién era esta chica y qué había pasado con la otra Lily?

—¿Quieres ir de compras?

Lily soltó una risa agria, y sin querer dejó que la solución que estaba preparando cayese sobre Gretchen. Esta pegó un grito que hizo que todos se girasen a verla, Lily estaba segura que Gretchen la insultaba y le decía mil babosadas pero ella no la escuchaba, miraba al frente risueña como si nada hubiese sucedido.

A la hora de gimnasia Lily comprendió que Jude tenía razón, tenerlo cerca era su mejor opción.

O eso era lo que pensaba mientras estaba atrapada en el deposito donde guardaban los implementos para gimnasia.

—¡JUDE! ¡JUDE!—ya no gritaba en busca de ayuda.

Gretchen estaba sentada frente a la puerta comiendo un regaliz y pegó un salto cuando escucho que Lily gritaba por el chico.

—¿Crees que debamos buscarlo?—preguntó Duncan.

Gretchen apretó los labios—, No.

Eso le entró por un oído y le salió por el otro al chico, prefería que se lo llevase el diablo antes de enojar a Jude que tenía una fijación por Lily.

Jude estaba esperando a que su madre saliese de su clase para irse a casa. Él era solo un pobre angelito que no hacía nada, todo lo que decían de él era mentira porqué le tenían envidia; según su madre.

Desde que su madre y el padre de David habían regresado, Jude era un angelito dulce y precioso.

—¡Jude!—Duncan apartó a un par de chicos para acercarse hasta donde estaba él.

—¿Qué?—levantó una ceja.

Duncan decidió que para protegerse omitiría que fue él quien ayudó a Gretchen a encerrar a Lily.

—La loca de Gretchen encerró a la loca de Lily en el deposito del gimnasio.

Pan comido.

Torció los labios, a él le daba igual si el par de locas se mataban entre sí. Lily se la pasaba rechazándolo y estaba hasta la coronilla de eso.

—¿Y?

—Qué Lily grita para que la ayudes.

Eso cambiaba las cosas.

Gretchen no esperó la cachetada tan fuerte que le dio Lily cuando Jude abrió la puerta, lo primero que hizo la castaña fue abrir su palma y estrellarla con todas sus fuerzas contra la mejilla de su ex amiga a la cual le giró el rostro dejándole enrojecer el cachete.

Jude se rió—Uy, pobrecilla.

Lily se giró hacia él con el rostro en alto, dispuesta a negociar.

—Hoy, cinco en punto—todo villano necesita un secuaz y el suyo sería Jude—. Estrelle mi teléfono contra una pared así que averigua donde vivo.

Dio media vuelta y salió tan pronto como pudo de allí antes de que todo su valor se fuese al carajo.

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