19. El verdadero amor
Un frío aire de invierno bailó entre las faldas de la carpa que cubrían a los invitados.
Las manos de Lily temblaban por completo debajo de la mesa, no solo sus manos, sus labios temblaban y los ojos como dos pozos profundos a punto de derramarse.
—Quita esa patética cara.
Barry tomó de su copa para disimular aquel nocivo comentario contra su hija.
A ella la sacudió un temblor y un sollozo se le escapó de los labios.
En el club campestre al que la mayoría de la crema y nata asistía se estaba efectuando un almuerzo invernal, habían demasiadas personas en ese lugar. Pero el estar rodeada de personas no era lo que la tenía a punto de un colapso, lo que la tenía así era estar sentada en la misma mesa que los Bleu.
Sí, su padre y su amante estaban sentados en la misma mesa como si no fuesen más que conocidos.
Estaba desesperada por un papel de esos que Jude le había dado.
¿Qué tenía que hacer para conseguir uno? ¿Vender su alma al diablo?
—¿Me puedo levantar?—susurró con labios temblorosos.
Su madre la miró de reojo—¿Crees que te puedes levantar? Si te levantas es para ir al baño, arréglate ese maquillaje y siéntete bien.
Lily asintió de forma rápida, pidió una disculpa que se perdió en el aire y salió pitando del lugar. Al momento de salir de la carpa se topó con la rubia aquella reina de las nieves, Rebecca; esta la miró de mala gana y siguió su camino con rostro altivo. Encontró refugio en el baño, pero en vez de arreglarse como le había exigido su madre, sacó su teléfono y marcó el número de Jude; el teléfono ni siquiera repicó, estaba apagado por lo que un desespero más burbujeante de lo normal la hizo lanzarlo contra una pared.
—¡NO...! ¡NO QUIERO ESTO!—su arranque de ira se apoderó de ella y Lily enterró sus uñas en su vestido haciéndolo jirones—¡LO ODIO! Odio mi vida, ¿yo qué hice? ¿Qué hice...?
Tan rápido como la ira la dominó, las lágrimas se embarcaron listas para surcar su rostro. Sus lamentos solo se podían igualar a los de algún alma en pena, poco a poco ella misma se fue calmando, Lily se abrazó a si misma, susurrando para ella palabras que la tranquilizaran.
El sonido de unos tacones la hicieron reaccionar pero no logró levantarse a tiempo, su madre entró y le encontró hecha todo un desastre.
Lara lanzó sus garras al brazo de su hija y la levantó de un tirón—¡Niña! Mírate, ¿qué te hiciste muchachita?
Lily se trató de soltar del brazo de ella con desespero, temblando del miedo.
—Ma-má-
—¡Cállate!—Lara la sacudió para revisarla y le sujetó con afiladas garras el rostro—¿Quieres llorar? ¡Llora pues! Harás que me de un infarto.
Lily logró soltarse del agarre de su madre y se alejó dando traspiés.
—¡No! No quiero ir contigo, ¡te odio!
Salió corriendo tan pronto pudo, apresuró el paso lista para ir directo a la salida cuando le pasó por un lado a un grupo de personas que entraban.
Ursula vio con preocupación como Lily les pasaba por un lado hecha un desastre, apretó el brazo de su hijo que se había quedado absorto mirando también a la chica.
—Cariño, tomen asiento ustedes—se desprendió de su esposo e hijo para ir detrás de Lily.
Se apresuró a ir detrás de Lily que estaba escondida entre los autos en el estacionamiento, no era difícil verla pues llevaba un hermoso vestido de tul color lila despedazado.
—¡Ursula!—se giró, Lara se acercaba preocupada—¡Ay, amiga mía! Mi querida hija fue atacada, ¿no la has visto?
Una alarma se encendió en Ursula que de inmediato sujetó a la mujer con nerviosismo.
—¿Atacada? Dios santo Lara, eso es horrible. Pero, ¿qué sucedió? ¿Dónde?
Ella soltó un sollozo—. No sé, amiga, no sé. Acompáñame adentro, Barry se encargará.
Ursula lanzó una última mirada a la bola vibrante que murmuraba cosas como si hablase con alguien más y asintió, tomó a Lara de la mano y la llevó de regreso a la celebración. Captó por el rabillo del ojo como Oliver estaba aparentemente conversando con un camarero, en la bandeja de copas que el hombre llevaba ya solo quedaban tres de doce copas llenas de champán.
Le hizo una seña con los ojos y Oliver se quedó rezagado pero la siguió sin que Lara se percatara de él.
—Adelántate un segundo, querida Lara, necesito ir al tocador.
Ella asintió, limpiándose una lágrima falsa—Claro, ve.
Barry estaba más ocupado en su conversación con otros hombres importantes que de lo que sucedía y Lara parecía mucho mejor luego que alguien la agasajó por el hermoso vestido que llevaba.
Ursula sostuvo del brazo a su hijo y salieron rápido hacia la recepción.
—¿Viste a la pobre Lily?
Él hizo uso de todas sus fuerzas para no decirle 'sí mamá, la vi, quiero correr detrás de ella'.
—¿Ah?—fingió observar con coquetería a una joven cercana.
Ella le dio un golpe a su hijo—.Ya veo que no, eres un grosero. Creo que tiene una crisis, Ollie.
—Y a mí, ¿qué?
Que lo partiese un rayo.
—¡Oliver!—pegó un alarido, molesta—. Ayúdala, estás a un pasito de ser psicólogo, ¡tiene una crisis!
Él suspiró con fingida mala gana y asintió, Ursula le resumió rápido lo que Lara le había dicho y palideció un poco murmurando un 'haré lo que pueda' antes de salir pitando fuera del club.
Lily estaba escondida entre los autos, Oliver la divisó y corrió directo hacia allí.
—Todo está bien... No llores, si lloras es peor... No llores—estaba abrazada así misma murmurando para ella misma.
Oliver se agachó cerca de ella—.Pequeña, hey, Lily amor.
Ella levantó el rostro mordiéndose los labios para no sollozar más, el dolor dio paso a la viva sorpresa.
—Oliver—jadeó limpiándose rápido las lágrimas—¿Qué- qué haces a-quí?
Él la revisó en busca de heridas o algo pero no podía ver nada, de todas formas le ofreció su mano.
Ella sacudió la cabeza asustada—No, no, no... tienes que irte, ¡Oliver, ¿qué haces aquí?!
Él la sostuvo de la mano y oteó de lado a lado, habían personas llegando y el auto de su padre donde había llegado junto con su familia.
Se pasó una mano por el rostro—No importa qué hago aquí, ¿alguien te hizo algo? Pequeña, mírate, ¿qué sucedió?
Lily lo trató de apartar, no porque no quisiera ser envuelta por sus brazos sino por precaución. Se le había olvidado por completo todo lo que sucedía a su alrededor, su mundo en ese segundo era Oliver y tenía que hacer todo lo posible para mantener a su mundo seguro.
—Vete, ¡vete, estás loco!
Era increíble la fuerza que su frágil cuerpo tenía.
—Basta—Oliver luchó un poco, tratando de sostenerle las manos—. Lily, basta, ¡suficiente! Deja de alejarme, demonios.
Ursula salió en ese momento y vio al par luchando, se le encogió el corazón al ver a la pobre Lily luchar contra su hijo. Esa niña necesitaba más ayuda de la que creía. Ah, pero sus padres parecían haberla olvidado, Barry había desaparecido de pronto y Lara estaba ocupadísima siendo la sombra de Tessa Hamilton que había llegado con su esposo pero sin su hijo.
Pues si nadie iba a hacer nada para ayudar a esa criatura, ella lo haría.
Se encaminó firme hacia el par, Lily fue la primera en notarla, perdió todo el color de su rostro y eso hizo que Oliver se girase.
—Hola Lily—saludó la mujer con tono suave buscando no asustarla pero la chica estaba pálida—, cariño, ¿te quieres ir? Si te sientes mal Ollie puede llevarte a tu casa, ¿si?
Ella miró a Oliver de reojo y sacudió la cabeza nerviosa. No, no quería que nadie los viese juntos y mucho menos arriesgar a que su madre los viese.
Lily tenía que proteger a Oliver.
—¿Cómo que no?—él apretó los labios molesto—, ¡ten sentido común!
—Oliver—apretó entre labios Ursula por el poco tacto de su hijo, él apretó la mandíbula, ella volvió la vista hacia Lily—, cariño Ollie no te hará nada, ve con él, tranquila.
Lily le dio una mirada de reojo a Oliver que se la devolvió con más intensidad, era un claro 'tenemos que hablar y vamos a hablar'.
—Pero mis padres...
Por lo menos ya había aceptado que irse con Oliver era lo mejor.
Ursula le resto importancia con una sonrisa—.Tranquila muñequita, les diré que mi chófer te llevó a tu casa.
—¿Desde cuándo tienes chófer?—preguntó sorprendido Oliver.
—Eres tú—le sonrió y él pareció ofendido, Ursula se acercó a Lily y le dio un pequeño abrazo—.Sé que tus padres son celosos contigo.
Celosos, locos, maniáticos... Había una infinidad de adjetivos correctos para describirlos.
Ursula hizo como dijo, se acercó a los Crisol y les informó que su 'chófer', llevaría a Lily hasta su casa; ellos se limitaron a alegrarse porque podrían disfrutar hasta tarde de la reunión.
Oliver esperó que un camarero saliera, el hombre se le acercó y le dijo qué 'la señora Zylka se encargó de todo' le entregó las llaves del auto y él casi arrastró a Lily hacia el auto. Ella no lloraba, solo estaba callada mirando sus manos.
—Lily, ¿entiendes que es dañino para ti que te prives de esa forma?—le dio una mirada de reojo, la vio tan vacía que se preocupó muchísimo más—.Pequeña, ¿alguien te hizo algo? ¿Alguien te tocó?
Ella meneó la cabeza volviendo en sí.
—Estoy bien.
Él se rió—.Claro que no, iremos a tu casa, te darás un baño y hablaremos.
Lily lo miró de reojo aterrorizada, no quería que la creyese una loca como su madre le había dicho el día anterior.
—¿Por qué?
—¡Porque estas jodida!—Oliver le pegó un golpe al volante haciéndola dar un respingo—. Seis copas de champán para no salir detrás de ti como loco, lo que sea que sucede se debe acabar antes de que...
Se detuvo, sus profesores siempre hablaban de la ética profesional y del cuidado que había que tener con algunos pacientes.
—Antes de, ¿qué?—una ira se apoderó de Lily—¿Antes que decida acabar con todo mi teatro lloroso porque solo quiero atención?
Oliver detuvo el auto de golpe haciendo que las personas de atrás lo insultaran.
Se giró en su asiento hacia ella—¿Quién te dijo eso? Más bien, ¿de dónde sacas esa idea?
No le gritó, no se alteró. Mantuvo un tono pasivo como de quien trata de convencer a alguien con un arma encima de que no dispare.
Lily solo había repetido lo que su padre le había dicho.
—Dijiste que estaba jodida—fue lo único que atinó a decir en busca de esquivar sus preguntas.
Él se pasó una mano por el cabello y asintió—.Sí amor, y lo lamento pero llevo suficiente tiempo viéndote para saber que algo o alguien te jodió, pequeña.
A Lily los apodos dulces que Oliver le decía le entraban por un oído y le salían por el otro, y a él se le salían sin querer. Gracias al cielo ninguno de los dos se daba cuenta de una cosa u otra.
Llegaron a la casa, Oliver le dijo que entrase mientras él encontraba un lugar seguro donde estacionar. Lily dejó la puerta semi abierta para que el pudiese entrar y subió a su habitación como un robot lista para quitarse el maquillaje regado y la ropa jironada.
Cuando salió de su baño se llevó un susto al ver a Oliver observando su habitación con una sonrisita en los labios.
—Es infantil, lo sé.
Él se giró con un peluche de panda en la mano—.Es lindo, pero me preocupa que estos amiguitos te vean mientras te vistes.
—Oh no, tranquilo. Yo los giro.
Ella hablaba muy en serio sobre que los giraba pero a Oliver le causó risa, él siguió caminando por la habitación hasta detenerse en la ventana donde estaba el sillón, un recuerdo lo abrazó y tomó asiento.
—Vaya, desde aquí me veías bien.
Lily dio un par de pacitos algo confundida por esa repentina intromisión.
—Eras lindo—confesó en un susurro.
Él le lanzó una mirada condenada torciendo una sonrisa—¿Y ahora no lo soy?
Oh. Por supuesto que ahora era lindo y una extensa lista de adjetivos deliciosos.
Oliver le hizo seña de que se acercara y ella obedeció tomando asiento sobre el regazo de él que la acercó a su pecho y le dejó un beso en el cabello.
—Ten—giró frente a los ojos de ella una tarjeta de presentación blanca.
Ella la tomó—¿De qué es?
—Lee.
Esa pequeña tarjeta de presentación era la del Dr. Roger C. Holden, reconocido profesor de psicología con diferentes maestrías y dos doctorados todo en el área de psicología; por supuesto también el profesor de Oliver quién lo veía como su pupilo.
Lily soltó la tarjeta como si quemase y se levantó de golpe alejándose lo más posible de Oliver.
—¿Crees que estoy loca?—el dolor era vivo en su mirada.
Por supuesto que necesitaba ayuda, una parte de ella lo sabía pero otra se negaba a pedirla.
Él meneó la cabeza, levantándose y sujetándola con cuidado—.No estás loca, pero algo no está bien y hay que arreglar eso. Es por tu bien.
Ella ya había perdido esa lucha, asintió un poco dejando que él la envolviese en sus brazos.
—¿Qué hacías en la fiesta?
Oh... sí, eso...
Oliver se apartó, metió su mano en su cabello y rió nervioso. ¿Qué le decía? ¿Qué se había vuelto loco porque ella había desaparecido casi una semana completa desde que habían hecho el amor y qué estaba de los nervios creyendo que una Lily malvada solo lo había utilizado y estaba con el tan laureado Nicholas?
—Oliver—dejó sus manos en su pequeña cadera buscando intimidarlo—, ¿sabes lo peligroso que fue eso?
Él torció los labios—.Oh, disculpa pero estaba muy ocupado viendo por qué no aparecías por ningún lado—soltó un suspiro—, fue una medida necesaria.
Lily sonrió. Ojalá Oliver tuviese otro nombre y apellido, ojalá fuese parte de otra familia... ojalá él fuese Nicholas Hamilton, así estarían juntos sin problemas.
Él estaba metido en sus pensamientos como si no entendiese algo, y es que no lo hacía, así que no se dio cuenta cuando Lily se subió a la cama para estar a su altura y tiró de él.
Sus labios impactaron, una corriente los sacudió, una paz y tranquilidad los abrigó dejando que se besaran.
Así se sentía el verdadero amor.
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