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12. El Dios Oliver Zylka

El estudio de Ursula Zylka estaba en una zona bohemia de la ciudad en un edificio industrial reformado, estaba en un ático de paredes altas con grandes ventanales; apenas había un par de muebles pues el resto del lugar estaba repleto de caballetes, botes de pintura, pinceles, lienzos y demás tipo de materiales de un artista. Incluso había un bloque de granito con una escultura a medio hacer, también latas y cerámica que estaban destinadas a ser grandes obras de arte.

—Mamá—Oliver llevaba una caja pesada—, ¿falta mucho?

Ursula le sonrió a su hijo, ella llevaba  unos lienzos nuevos.

—Cinco pisos más, cariño.

—Ay...—gimoteó él.

Ella se rió, realmente solo faltaba un piso, no habían subido por el elevador porque... bueno, porque a ella le gustaba usar a su pequeño hijo de vez en cuando.

Abrió la puerta y dejó pasar primero a Oliver que dejó la caja en una mesa larga que había, él estiró los músculos agarrotados.

Hacía ejercicio pero lo que llevaba en esa caja pesaba como diez elefantes.

—Listo—sonrió satisfecho y la escultura a medio hacer le llamó la atención—, ey, ¿qué hacías aquí?

Viendo a Oliver parado de medio lado, con su perfil y su cabello a contra luz; a ella se le ocurrió una magnífica idea. No necesitaba un modelo si tenía a su hijo.

—Nada importante, cariño, ¿le harías un favor a mamá?

Él la miró de reojo, una vocecita en su cabeza gritó asustada. Su madre no lo estaba viendo como la criaturita que adoraba, lo estaba viendo con ojos de artista.

—Depende—titubeó, inconscientemente trató de esconderse.

Ursula se cruzó de brazos en plan mandón y señaló un punto a su lado.

—Ven acá, Ollie.

Él sacudió la cabeza—¿Para qué?

—Oliver James, ven acá.

Lanzó un suspiró y fue hacia donde ella le indicaba, ya estaba atrapado, su madre sabía que no tenía nada que hacer por el día ya que David estaba con alguna chica y Jude estaba encerrado en un baño de la casa con comida y cartas para que no se aburriese en el día.

Ella lo hizo enderezar la espalda y empezó a dar vueltas alrededor de él. Su contextura era esbelta, no tenía los músculos extremadamente marcados como un adicto al gimnasio pero sí estaba muy bien, los rasgos de su rostro eran fuertes; ese día sus ojos aceitunados estaban más claros y el cabello lo llevaba revuelto como siempre sin contar su tez suavemente tostada.

Sí, tenía a su modelo.

—Hijito mío, ve al baño un segundo y quédate allí hasta que te llame.

Estaba muy atrapado.

Mientras Oliver estaba en el baño llamando como loco a David para que lo socorriese, su madre preparó rápido una idea para su próximo cuadro.

Arrastró un sillón de cuero que tenía hasta una de las paredes de ladrillo lavado, movió algunas plantas de hojas grandes y verdes hacia el mismo lugar y con mucho trabajo movió algunas esculturas sin terminar al mismo lugar, al igual que una caja de madera con una lámpara antigua que usaba para cuando bosquejaba.

Solo faltaba Oliver.

—¿Qué estás haciendo?—la voz del chico la hizo dar un respingo.

Ella suspiró aliviada—. Casi me matas del susto, ven acá.

Tironeó de él y comenzó a desvestirlo. Oliver trató de zafarse de ella pero un par de pellizcos, lo hacían quedarse quieto. En poco tiempo estuvo sin camisa, zapatos, medias y pantalón. Solo le quedaba su bóxer y luchaba mucho para quedarse con él.

—Mamá, ¡así está bien! ¡No voy a quedar todo desnudo frente a ti, qué vergüenza!

Ella chasqueó los labios, era una artista, no estaba viendo a Oliver como su hijo si no como su maniquí.

—Ollie soy tu madre, te he visto desnudo millones de veces.

—¡Cuando era niño!—estaba rojo por completo.

Ursula rodó los ojos, el maniquí se quejaba mucho—. Sí, sí, sí. Y ahora eres un hombre, felicidades bebito, ahora... colabora.

Sacudió la cabeza. Primero le arrancaban la piel antes que el bóxer.

—Ugh, Ollie, te cubres con eso—señaló un pedazo de tela con la que cubría sus pinturas antes de enseñarlas.

—NO.

Ella torció los labios; se acercó hacia unas repisas, de allí sacó una botella de vino sin abrir y una copa más grande de lo normal. Inmensa.

Descorchó la botella y sirvió hasta el tope la copa.

—Ten, valiente—se burló por lo bajo.

Oliver tomó la copa, más que extrañado parecía alucinar.

—¿Para mí?—su madre asintió dejando la botella a un lado sobre la caja de madera—, ¿tú me estas dando alcohol, madre mía?

Ursula le sonrió, guiñándole un ojo cómplice—. Tienes veinte, no doce. De todas formas, no le digas a tú padre, ¿eh?

Él se rió, relajándose.

En ese momento tocaron la puerta del estudio, su madre le hizo seña de que bebiese y se relajase mientras ella regresaba.

Él se sentó en el sofá, con los ojos fijos en la copa full de vino y suspiró. Antes ya había servido como modelo para su madre, entonces, ¿qué más daba? Un cuadro de él semi o totalmente desnudo no era peor que fotos en el internet como Dios lo trajo al mundo, a un chico le había pasado y no había sido nada agradable.

Apresuró la copa a sus labios y de un solo trago bebió la mitad dejando el resto en la copa junto a la botella.

Al Ursula abrir la puerta se encontró con Tessa, y sujeta por esta una chica de rostro dulzón y mirada melancólica.

Se le había olvidado por completo que Tessa le había pedido el favor de servir como mentora a su futura yerna.

—¿Llegamos en mal momento?

Tessa le había asegurado a Lara encargarse ella misma de las clases de Lily, así que la había pasado buscando por la escuela y después de almorzar juntas llevaba a Lily al estudio de Ursula.

Ursula se rió, era agradable tener una pupila—. No, nada que ver. No pueden llegar en mejor momento.

—Bien, bien—y sujetando por el hombro a Lily, casi se la ofreció a Ursula—. Esta es Lily, la hija de Barry y Lara Crisol.

El rostro de Ursula esbozó la viva sorpresa. Estaba impactada.

Estiró las manos hacia las de Lily y la sujetó con cuidado, ya no era una niña, era una joven muy bonita. Pero no de una belleza espléndida, si no de una belleza melancólica y hasta casi rota. Muy desequilibrada. Sus ojos eran profundamente tristes, y su sonrisa dolorosa.

Era una buena modelo para alguna pintura donde quisiese evocar el dolor de la humanidad causado por la sociedad.

—Yo soy Ursula, ¿me recuerdas? Ah, que grande estas.

La sonrisa de Lily fue tímida pero real, sí la recordaba.

—Un poco.

Tessa pareció satisfecha—.Estas en buenas manos con Ursula, yo me tengo que ir, te recogeré a las seis y media.

Lily asintió, Tessa se marchó y Ursula la condujo con cariño hacia el interior del estudio.

—Estaba a punto de comenzar con un nuevo proyecto, pero es bueno que hayas llegado—le comentó Ursula mientras se adentraban, un montón de caballetes no dejaban que Oliver se viese—. Tengo un modelo allí, ¿qué te parece si hoy te enseño a hacer bosquejos?

Lily asintió no muy segura, ¿a qué se refería con 'un modelo'?

Oliver se las había arreglado para quedarse semi acostado de medio lado a lo largo del sofá con la cabeza y la espalda recostados en el apoya brazos del mueble, estaba desnudo y sus grandes manos se las habían arreglado para cubrirse sus partes, su cabeza guindaba hacia atrás con los ojos cerrados suplicándole al cielo que por ningún motivo su madre fuese a sacar esa pintura a la galería o venderla. Deseaba que se quedase allí en el estudio perdida.

Lily no lo había visto, curioseaba las pinturas.

Pero la voz de Ursula hizo reaccionar a ambos personajes.

—Lily—la mención del nombre hizo que Oliver abriese los ojos, pero no se movió, Lily miró a Ursula—, él es mi hijo, Oliver, nuestro compañero por hoy.

Cuando los ojos de ella se fijaron en él, sus mejillas se encendieron de golpe y soltó un chillido.

La reacción, la impresión o Dios sabe qué, hicieron que él se levantase de golpe.

Sus ojos estaban más que espabilados, estaban desorbitados de la impresión y solo atinó a entre abrir los labios cubriéndose como pudo sus partes.

Si Lily estaba roja y muda, Oliver estaba igual o peor.

—¡MAMÁ!—al fin reaccionó y ni él supo como terminó escondido detrás del sofá—¡Mamá, no jodas, estoy desnudo!

—Oh mi Dios—jadeó Lily y se giró dándole la espalda—¡Tranquilo, no vi nada! ¡No vi nada!

Lily pegó una carrera hasta la salida del estudio y al salir se quedó apoyada contra la puerta porque no sabía si se iba a desmayar o a morir de un infarto.

Oliver estaba bien escondido con la espalda apoyada en el mueble y sentado, casi hecho una bolita.

Ursula meneó la cabeza, no esperaba esa reacción. Ahora había perdido a su pupila por culpa del dramático de su hijo.

Tomó el pantalón y la camisa de botones de su hijo y se los dejó caer en la cabeza a este.

—Vístete. Sé amable y ve por mi estudiante.

Él boqueó incapaz de coordinar una palabra.

—¿Yo?

Su madre asintió—. La asustaste, es de lo más tímida, tráela.

Estaba dispuesto a replicarle, ¿es que acaso estaba loca? Pero no le dijo nada cuando vio que ella se hizo la sorda y lo ignoró.

De mala gana se puso el pantalón sin pensar siquiera en el bóxer, y se abotonó un par de los botones de su camisa aunque quedó toda mal abrochada pasó por un lado de su madre descalzo para ir a buscar a Lily.

Recordaba que a veces la puerta se trababa así que giró el picaporte y empujó.

El empuje de la puerta hizo que Lily cayese de rodillas, cuando Oliver salió por el pequeño espacio que logró abrir se dio cuenta que había tirado sin querer a Lily.

Cerró la puerta a sus espaldas y con cuidado la levantó pasándole una mano por la cintura para levantarla.

—Lo siento.

Ella estaba de nuevo encendida como un tomate y él parecía abochornado, ella asintió repetidas veces y se trató de soltar del agarre de Oliver que aún la sostenía.

—Está bien, gracias.

Ni siquiera lo podía mirar a los ojos. No podía. Las piernas le flaqueaban.

Él la sujetó de la muñeca haciéndola caminar hacia el elevador y la hizo subir, marcó el segundo piso y cuando el aparato se puso en movimiento lo detuvo con el botón de emergencia.

—¿Qué haces?—chilló Lily al ver lo qué él hacía.

Oliver apoyó su espalda en una de las paredes del elevador. No lo podía creer, o el mundo estaba lleno de casualidades o era el destino. Frente a él estaba Lily, con su coqueto uniforme de colegiala y sonrojada mirando sus pies con timidez.

—Lo de arriba...—se pasó una mano por el cabello, la voz le salió ronca—, bueno...

Lily lo interrumpió, dando un paso cerca para poner de nuevo el elevador en marcha.

—Tranquilo, no vi nada. Ya me voy,  en serio lo siento mucho.

Trató de apretar el botón pero él la detuvo. Una de sus manos sujetó la muñeca de ella y la otra le levantó el rostro.

Sacudió la cabeza—. Lily, no pasó nada, subamos.

Tenía ese tono dulce en la voz y le hablaba como si fuese algo preciado.

Ella se mordisqueó el labio, su corazón latía como loco al ver los ojos de él pasear por su rostro.

—Si subo—encontró su voz, tímida, cohibida. Él la alentó con la mirada—, ¿tú vas a...? Ya sabes.

Tragó en seco y asintió lentamente, sin darse cuenta sus rostros se estaban acercando.

—¿Desnudarme?—sí, lo había dicho a propósito, quería ver la reacción de ella.

Y la vio. Ella contuvo la respiración.

—Eso—balbuceó tratando de no mirarle los labios o de recordar como se veía en ese sofá.

Sus respiraciones eran pausadas, lentas pero si alguien tuviese rayos láser para ver como se veían sus corazones; ese alguien habría visto dos descarriados.

Estaban tan cerca, pero tan cerca que sus narices estaban a punto de tocarse. Oliver agachó un poco el rostro, su mano corrió suave hacia el cabello de Lily.

—Sí.

Ni siquiera hablaban ya, un susurro casi insonoro les bastaba.

—Hmm—la mirada de ella cayó sobre los labios entreabiertos de él.

Ambos estaban luchando por no sucumbir, luchaban por no ponerle fin al suplicio de ambos. Si Lily se apartaba, si se alejaba, enterraría sus locas ideas y tendría que salir huyendo a Bristol como un cobarde.

Apartó un poco la mano del cabello de ella y la soltó de la muñeca, le estaba dando su salida.

—Puedes apretar el botón—susurró con los ojos clavados en los de ella.

Lily no se movió, estaba perdida, la voz de él la atraía y su cercanía la tenía embriagada. Meneó apenas la cabeza, él soltó un suspiro acunando el rostro de ella con su mano y acariciando su mejilla con su pulgar.

Ella cerró los ojos ante la caricia, suave, delicada; y sus labios se entreabrieron un poco por voluntad propia para él.

Oliver acortó el espacio entre ambos y juntó sus labios con los de ella. Fue un pequeño beso, tan tímido que ninguno de los dos movió los labios.

A Lily le pareció suave y delicada la forma en la que él los hizo encajar con los suyos.

El "beso", si es que a eso se le podía llamar así; duró a lo mucho cuatro segundos pues la realidad pareció golpearlos a ambos.

Se separaron, algo asustados, nerviosos.

¿Qué estaba mal con él? ¿Acaso se le había olvidado que ella era menor?

Y bien, ¿qué más daba? Si la iba a cagar lo iba a hacer como se mandaba.

Miró a Lily, estaba con la mirada clavada en sus pies apretando los labios. Oh, no. Ella nunca había besado a alguien, era un egoísta si se atrevía a arrebatarle esa ilusión.

Estiró su mano hacia ella, rozándola con los dedos—. Lo siento, no pensé lo que hacía.

Ella asintió ocultándose entre su cabello, que idiota, ¿cómo pudo pensar por cinco segundos qué él de verdad la quería besar? Siempre se lo decían, ella apenas era bonita, muy tonta e intolerable.

—Solo fue un error, tranquilo—farfulló rogando para que no se le rompiese la voz.

Oliver frunció el ceño, no había sido un error. Ella sonó algo como... decepcionada, y eso, por muy mal que suene; alimentó una pequeña llama de esperanza en su interior.

Entrelazó su mano con la de ella y la acercó, Lily lo miró pasmada pero él no le dio mucho tiempo. Acarició con delicadeza su mejilla, le regaló una dulce sonrisa y acercó su rostro al de ella.

—No lo fue—quedó sellado entre los labios de ambos.

Esta vez sí movió sus labios, con suavidad, lento, disfrutando del pequeño beso. Fue un beso quizás de diez segundos antes de que se apartasen lentamente, él le sonrió de medio lado y besó su frente.

—Tenemos que subir—le recordó, juntando su frente con la de ella y acariciando sus labios con su pulgar.

Lily asintió soltando un pequeño suspiro.

El elevador se puso de nuevo en marcha, subieron y para que su corazón entendiese que lo que había sucedido era real, Oliver no soltó su mano hasta que estuvieron frente a la puerta del estudio donde le dio un casto y dulce beso antes de soltarle la mano y entrar.

Sí, Lily Crisol le había dado su primer beso a Oliver Zylka.

N/A: *Suspiro infinito* EL AMOOOORSH EL AMOOORSH ESTA EN EL AIRE.

Por eso uso repelente. Nah mentira, ¿alguien más esta sintiendo cositas por estos dos? Porque yo siii.

Pregunta suuuuper importante, ¿que personajes de toda la saga de R&R son tus favoritos?

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