17. Los jinetes Kwahadi
"Dicen que le cortó el cuello a una mujer aunque eso fue hace mucho...
Y que gracias a esa noche lo llaman como lo llaman.
Kai Índigo.
Y que todavía lleva trenzadas en su cabello, y en sus pendientes y joyas, las gemas de ese collar que le arrancó de la garganta.
Dicen que para matarla usó un cuchillo que tenía el filo completamente arruinado, que él se lo arruinó propósito, porque quería que sufriera.
Y así lo hizo.
Sufrió tanto que a pesar de que ahora Kai tiene demasiadas muertes en su haber como para contarlas... la gente todavía habla de ella.
Del mármol inmaculado manchado de rojo.
De los cristales rotos.
De sus gritos.
Y de la última palabra que le dijo:
—Monstruo.
Porque aunque ya no era un niño, ni tampoco era un hombre, aquellos ojos no podían pertenecerle a otra cosa que a un monstruo.
Uno que le tasajeó de tal forma la tráquea para que esta se siguiera esforzando por llevar aire a sus pulmones hasta el último momento.
Dicen que ese collar se lo dió alguien famoso, alguien a quien Kai había prometido matar.
Que ella era la hija de una familia noble, y que su único error fue creerle a ese alguien a quien Kai odiaba: creerle cuando le dijo que si se trataba de ella, seguramente conseguiría La Paz
Pero a Kai no le interesaba la paz.
Y yo no sé cómo sentirme cuando me pone ese mismo collar alrededor del cuello y con la punta de su navaja al centro de mi espalda, me advierte que no me mueva.
Ni cuando me clava sus ojos y baja mi ropa muy lentamente, para dejar al descubierto mi hombro; y luego pega sus labios ahí, en mi piel desnuda.
Y cierra los ojos.
Y no hace nada más.
Y se queda así mucho tiempo."
—Lydia Ferreira
Lydia
Los guerreros Kwahadi son una leyenda en vida.
Creo que no muchos pueden lograr eso: que hablen mucho de ti cuando estas vivo, y que no dejen de hacerlo cuando estas muerto.
Y todo el mundo les tiene miedo.
Miedo nivel: ya se inventan historias en las que ellos son los malos, y esas historias son usadas para asustar a los niños pequeños y para obligarlos a hacer cosas que no quieren hacer.
Al menos cuando el señor y la señora Robinson lo hacían conmigo y mis hermanas funcionaba muy bien:
—"¡Si no aprendes a amarrarte los cordones de tus botines como se debe, el comanche te va llevar!"
—"¡A los comanches les gusta llevarse a las niñas que no se aprenden sus oraciones!"
—"¡Esa cara llena de mocos seguro que le va a gustar mucho a un comanche!"
—"¡Mira que mugrosa has dejado tu ropa! ¿Sabes qué cosa va a pasar? ¡Que al comanche le van a dar ganas de secuestrarte!"
Sip.
Son algo así como el terrible coco del viejo oeste.
Con plumas.
Y a los niños pequeños les parece muy lógico el que los indios necesiten llevarse a un pedazo de carne ateo, llorón, moquiento, sucio e inútil, porque es un ingrediente indispensable para llevar a cabo sus planes maquiavélicos.
Yo no.
Yo no, obviamente.
Pero es que yo no sabía que un comanche era un indio.
Yo pensaba que era... un mapache.
Pero es que suenan muy parecido: comanche, mapache, comanche, mapache, comanche, mapache...
MAPANCHE.
¿Ves?
Y es que a mí me dan mucho miedo los mapaches.
Yo creo que a todo mundo deberían darles mucho miedo.
Es que no sabes todo el mal que alberga en su interior un mapache. Pero yo sí. Lo descubrí esa vez que fuimos a San Diego a ayudar a la hermana de mi madre a mudarse...
Y ¿sabes de qué me di cuenta? De que ahí hay muchos mapaches.
MUCHOS.
Por todos lados.
Y les gustan las paletas gigantes en forma de remolino.
Como la que yo traía.
Y a la que defendí con uñas y dientes.
¡Y si el mapache me mordía, pues yo lo mordía también!
Con la pequeña diferencia de que el mapache no recibió 30 vacunas anti-rabia, en el ombligo, por culpa de eso.
Y aunque después mi buscador de Google se llenó de cosas cómo:
>>>¿Puede un humano transmitirle rabia a un mapache?
>>>¿Si muerdo a alguien le puedo transmitir una enfermedad mortal?
>>>¿Un psicoanalista puede hipnotizar a alguien que no sea yo obviamente, para que muerda a un mapache?
>>>¿Puedo invocar fantasmas usando la ouija para que acosen a un mapache?
>>>Si la ouija que hice con una regla de plástico, y un un nacho al que le pegué un sticker de ojito bailarín no sirve, ¿puedo comerme el nacho?
Fue un gran trauma ¿okey?
Hasta les terminé hablando a mis peces gupi de ello...
A mis peces nuevos.
¿¡Por qué sabes que les pasó a los viejos?!
Bueno. Primero te voy a poner en contexto:
Mi mamá siempre fue una fiel creyente del feng-shui.
El feng-shui es una corriente arquitectónica y espiritual que busca equilibrar a los 4 elementos en un mismo espacio.
Todo en busca de tu paz interior, y alinear tus chakras, y blabla...
Ahora que lo pienso, por culpa del feng-shui es que no sé relacionarme con nadie.
Y es que en las relaciones humanas normales, es el otro el que te hace darte cuenta de que estás diciendo pura estupidez.
Pero los peces gupi no hacen eso...
Solo te ven y dicen: blab, blab, blab.
Pero creo que para que me entiendas mejor tengo que regresar al feng-shui.
En cada habitación de nuestro departamento había una lámpara bonita (el fuego; según mi madre), una plantita (a veces eran de plástico, o de cristal, o de porcelana pero lo único que importaba es que fueran verdes), una ventana para que entrara el aire... y una pecera de peces gupi.
Así que cuando yo comenzaba a quejarme de que siempre estaba sola, y a pedirle a mi mamá que me llevara a fiestas infantiles, o que me dejara ir a comer a la casa de alguna amiga, mí madre decía lo siguiente:
—"Oh, Lydia, Lydia, Lydia... ¿Sabes lo que a ti te hace falta? ¡Te hace falta más feng-shui en tu vida!"
Y voilá.
Al otro día aparecían tres nuevas peceras con peces gupis en mi cuarto.
¿Tienes idea de lo traumático que puede ser para alguien que solo habla con sus peces, ir llorando a contarle a sus peces lo que le hizo el mapache, solo para descubrir que el mapache también se los comió?
El caso es que según mi lógica, si yo había sido capaz de despertar en el cuerpo de alguien así, solo porque sí, eso quería decir que todo era posible.
Y si todo era posible... entonces no podía descartar que los mapaches gigantes de verdad existieran y gobernaran.
Pero también cabía la posibilidad de que todo fuera un sueño.
Uno de esos sueños en los que parece que pasan siglos y luego despiertas y descubres que te encariñaste con personas que no existieron nunca.
Pero el caso es que en mis sueños, normalmente había muchos mapaches y lo mejor siempre era huir de ellos.
Myriam fue la primera que se dió cuenta de que cada vez que la señora Robinson o alguna mucama, nos decía algo como: ¿Saben que cosa va a venir a llevárselas ahorita por mal portadas?
Yo salía despavorida gritando: ¡Mapacheeeeeessss!
Mientras ellas gritaban que los comanches.
Myriam se rió mucho de eso.
Y Sabina decidió que era prudente tenerles miedo tanto a los comanches como a los mapaches por igual.
Como sea...
Creo que entiendo muy bien por qué a todo el mundo le parecen monstruosos.
Nadie puede negar que cuando están a caballo, el animal que montan parece más una extensión más de su cuerpo; moviéndose a su entera voluntad como si fuera un tercer brazo o una pierna... tan así que de lejos es muy difícil distinguir dónde empieza y dónde termina el otro.
Cuando he llegado a ver algunos de sus entrenamientos caballo, siempre quedo impresionada por la fuerza que tienen en los muslos y en las caderas.
No los caballos.
Porque la verdad es que no tengo ni puta idea de donde están las caderas de un caballo.
Ni tampoco sé dónde comienzan los muslos y dónde terminan los chamorros.
O si en realidad es un chamomuslo.
Hablo de los comanches, de los Kwahadi en especifico porque son a los únicos comanches que conozco (y los únicos que quiero conocer por favor) y de como le hacen para darle un giro en el último momento, a un animal que pesa muchas veces lo que ellos pesan.
No usan sillas, ni fierros que lastiman al animal en la boca, ni espuelas, ni trucos.
Creo que son lo más parecido a un centauro que existe sobre la tierra.
Es aterrador.
Pero no puedes dejar de mirar.
Y aquí, en el campamento, todas y cada una de sus monturas son muy muy impresionantes, sobretodo la de Kai índigo y la de su mano derecha; ese hombre horrible y malo al que llaman Nobah.
La montura de Kai, se llama Humo, y es un caballo completamente negro; de pies a cabeza, y muy grande. Su pelaje brilla mucho... como si estuviera forrado de terciopelo.
Y digamos que si eres igual de bruta que yo y crees que todo lo que se ve bonito es amigable.
Entonces estás muy equivocada.
Algunas veces he querido sobornarlo con patatas, heno y zanahorias.
Ya sabes, para que me deje tocarlo sin arrancarme un dedo.
Pero todas esas veces terminó prensando mi ropa de quien sabe dónde, y me arrastró hasta el charco de lodo más cercano.
(No olía a lodo, pero por salud mental voy a seguirme refiriendo por los siglos de los siglos, a esa consistencia como si fuera lodo y punto final)
Y por si no fuera suficiente, las veces que no me pare rápido, a su real majestad le molesto mucho que estuviera en SU charco de "lodo", así que regresó a escupirme la zanahoria o la patata en la cabeza.
Y la vez que le insistí: porque siempre suicida y nunca insuicida.
Se giró e hizo pedacitos un craneo de res de un pisotón.
Uno que estaba muy cerca de mi cara.
Y se rompió con con mucha facilidad:
como si fuera la cáscara vacía y seca de un cacahuete.
Ahhhh pero pregúntame si era tan fácil de romper como un estúpido cacahuete, pregúntamelo.
¿Y sabes quien va a contestarte a esa pregunta?
El enorme corte que me hice en el pie cuando le grité; convertida más en "lodo" que en persona y con un chichón en medio de la frente, como si fuera un tercer ojo:
—"¡A mí no me va a intimidar ningún estúpido caballo! ¿Sabías que las aves en proporción tienen el cerebro más grande que tú? ¡Wikipedia lo dice! ¡Ja! ¿Que se siente tener el cerebro del tamaño de un chicle? ¿¡Que se siente!?" —me puse de pie —"¿Te sientes muy malo y muy macho por andar pisando huesitos? ¿Crees que eres el único que puede hacerlo? ¡Pues no mi rey!"
Y... crash.
Intentando darle un pisotón a esa misma cabeza... terminé convirtiendo a mi pie; en una película de Tarantino con dedos.
Fue muy triste.
Pero al menos los niños huérfanos a los que cuido me ayudaron a sacarme de la planta, los pedazos de huesos.
Aunque como la parte que procesa el dolor de mi cuerpo, no sirve, es posible que las astillas de hueso más chiquitas, se hayan quedado ahí, y después se hayan absorbido y ahora sean parte del cosmos.
En fin, la montura de Nobah también es algo más amable, pero en los entrenamientos es mucho más fiero.
No acepta papas, ni zanahorias, ni heno... pero tampoco te obliga a hacer un cosplay de cíclope.
No sé cómo se llama pero es de color canela y con las crines muy negras y con muchas trenzas...
Y aunque sus patas son más gruesas que las del tonto de Humo, el corcel negro es mucho más rápido y un poco más alto.
Y los dos tienen tantas cicatrices en el cuerpo como sus amos... aunque al de Nobah le falta un ojo; el derecho... porque como ya dije, cuando entra en modo guerra, es como si le desenchufarán todo el sentido común.
Y luego está el caballo del guerrero más joven; Kobeh, él monta un caballo pinto, muy parecido a un dálmata. Y se llama: Nieves.
Y es mucho más estético que los otros dos, porque parece la cruza entre un purasangre con cualquier otro caballo, pero definitivamente sacó la complexión del primero.
Y es muy rápido.
Creo que es el más rápido de todos.
—"Tengo que ser valiente cuando me toque a mí... tengo que ser valiente cuando me toque a mí..." —la voz de uno de los niños huérfanos, me hace girarme a voltear a mirarlo. No debe de tener más de 10 años, pero sus ojos ya observan con una atención demasiado adulta todo lo que está pasando.
—"¿Qué cosa?" —le pregunto.
—"Disparar"
Frunzo el ceño... porque no sé muy bien qué decirle con una respuesta como esa.
Es muy temprano y todos estamos aquí; en el claro, en una especie de evento Kwahadi... uno importante por lo que entiendo, aunque no es como si a mí me hubieran dicho nada.
Pero parece que es una prueba que se hace año con año, para que los que pretenden convertirse en guerreros, prueben sus habilidades como jinetes.
Y todo el campamento está acomodado, alrededor de una planicie terrosa, excepto esos que van a demostrar lo que pueden y lo que no pueden hacer frente al resto.
Yo estoy con el resto de los esclavos de Winona, amarrada con una soga a una estaca.
Y Myriam está viva... aunque ya no la he visto.
Winona se la intercambió a Kobeh por algo que él tenía y a ella le gustó, supongo que porque creyó que de todas formas se iba a morir y que era mejor algo que nada.
Algunas de las chicas, entre ellas Kajika, comentaron que aquello no agradó a muchos nobles y ancianos Kwahadi, porque Kobeh todavía no ha tomado a una esposa, pero ya oso tomar a una esclava, y que muchos ojos estaban puestos en él.
Los guerreros que van a probar su valía frente a la tribu, comienzan a ponerse todos a un costado, mientras un puñado de guerreros, trae a a varios hombres; a puntapiés, patadas y golpes de fuete, con tal de que se muevan.
Son todos hombres blancos, y a ninguno de ellos los había visto antes... pero el campamento de los Kwahadi es demasiado grande, el más grande de todos los asentamientos comanche, y todavía no he recorrido cada rincón ni he visto a todos los prisioneros que tienen.
Por ejemplo, sé que el pequeño Russel está aquí en el campamento, en alguna parte, pero nunca lo he vuelto a ver además de esa vez que lo vi de lejos.
Al frente y en una posición céntrica pero aún en el borde, está el jefe de la tribu, a lo alto, en una especie de estructura rocosa pulida: se llama Dequan; y observa con mirada muy atenta todo lo que acontece, mientras porta ese enorme penacho de plumas pardas y rojas, que es tan largo que arrastra sobre el piso incluso cuando se pone pie.
A su derecha hay tres mujeres mayores; sus tres esposas, aunque la más joven me parece algo familiar pero no sé por qué o de dónde.
A su izquierda están sentadas dos mujeres jóvenes, y un asiento vacío que desocupó Kobeh.
Así que creo que son sus hijas y que Kobeh es su único hijo varón.
Imagino que por eso el escándalo con lo de Myriam.
Esta mal que un hombre Kwahadi tome una esclava sin tener esposas. Y está mucho peor que ese Kwahadi sea el hijo del jefe.
Un poco más lejos, están ellos; Winona y Kai.
Como un príncipe y una princesa, atiborrados de joyas y plumas.
Él lleva los enormes cuernos de búfalo en la cabeza, huesos alrededor del cuello; que parecen cráneos de aves, plumas verdes y rojas, y las piedras azules y brillantes anudadas a sus cabello, y también algunos brazaletes de plata, y...mi pendiente de oro blanco, diamantes y esmeraldas.
¿Como demonios llegó ahí mi arete?
Por inercia me llevo la mano a un bolsillo oculto dentro de mi ropa.
Yo tengo el mío, así que ese es el par.
Y como todos los demás guerreros, en su rostro: hay una línea gruesa de carboncillo pintada, una que atraviesa el puente de su nariz y le oscurece los ojos, haciendo que luzcan mucho más amarillos en algunas partes y mucho más negros del contorno: como los de un búho, o una lechuza, o algún animal salvaje que caza de noche.
Winona lleva el cabello recogido en unas trenzas sencillas porque ya no se las hace Myriam, pero van adornadas por una horquilla de jade, cuarzos, y plata, y también muchas plumas verdes.
Y de lejos, es la mujer Kwahadi más arreglada y más ostentosa de todas. Incluso por encima de su madre, la primera esposa del rey de los Kwahadi.
Pero no le basta con demostrar su poder de esa forma, también tiene enredado alrededor de la muñeca, un mechón de cabello de Kai; uno que juega con orgullo entre los dedos, mientras observa el mundo con aires de suficiencia.
El jefe; Dequan, desde su sitio levanta la mano derecha, y dice alguna cosa en su idioma, entonces Kai se pone de pie y comienza a hablar también en su lengua nativa, a dar órdenes, y tanto Nobah, como Kobeh, y dos guerreros más, se apresuran a acomodar en sitio a los prisioneros; amarrándolos de manos y pies, en diferentes esquinas de la arena.
Cuando Kai regresa a su lugar, para tomar su arco y sus flechas, Winona se levanta solo para acariciarle el pecho y acomodarle las plumas, y yo siento un escalofrío extraño porque casi estoy segura de que por un par de segundos, él me mira.
Y ese tipo de miradas, estoy segura de que no se pueden recrear ni con la imaginación.
Kai llama a su caballo, y éste nos salta por encima, solo para acudir al centro del todo; ahí donde está su amo esperándolo.
Entonces lo monta de un brinco... y cuando esperas ver al jinete sobre el caballo... resulta que no está.
No se ve nada.
No se ve un solo rastro de ese hombre.
Pero un montón de flechas salen disparadas mientras el caballo se va girando y levantando nubes de polvo con sus pezuñas.
Y cuando menos te lo imaginas; tres de esos prisioneros están muertos y tienen varias flechas clavadas en el cuerpo; todas en puntos vitales: en la frente, en medio de la cara, en la yugular y en el pecho.
Ya están muertos; pero la sangre les sigue brotando a borbotones, de la vena reventada.
El caballo vuelve a girarse, y es ahí donde me doy cuenta de que, todo el tiempo estuvo ahí... abrazando a su caballo de un costado y de tal forma, que el cuerpo del animal le escondía por completo.
Después suelta un sonido; un sonido animal que suena demasiado poderoso, y Kobeh, y Nobah, y dos guerreros mas, hacen lo mismo que el hizo; girando a sus monturas sobre la arena y matando a dls prisioneros cada quien.
Y aunque no todas sus flechas dan en puntos vitales, los hombres están muertos, y las que no les hicieron una herida mortal, se acercan.
Entonces comienzan a sonar tambores.
Sonidos rústicos.
Hay gritos.
Muchos gritos de emoción.
Entonces el Niño comanche que tengo a lado mío agarra un pedazo de mi ropa sin darse cuenta, y lo estrecha en su puño hasta que los nudillos se ponen blancos.
—"A mi me toca la próxima vez que caiga nieve, ahora es antes porque somos pocos"
Y no necesita explicarme más, cuando tres chicos de entre 11 y 15 años, pasan al centro de la arena e intentan hacer lo mismo que hicieron Kai, Nobah, Kobeh y los otros guerreros.
Al caballo lo montan sin problema, como si hubieran nacido para ello.
El problema viene cuando, toman a su caballo del cuello y las crines, para esconder su cuerpo y disparar... porque aunque dos de ellos lo consiguen, uno de ellos cae y termina muerto a pisotones, por las patas de su propio caballo y el de los otros.
Sus gritos no se escuchan, porque los gritos de emoción de que dos de ellos lo han conseguido, se los tragan.
Esto sucede tantas veces que pierdo la cuenta.
Los cuerpos desmembrados se acumulan en la arena.
Los llantos silenciosos, se pierden entre el público; probablemente de una madre o un padre, que se prepararon toda la vida para ver morir así a un hijo.
Y a los guerreros que lo logran; les espera la gloria, y los gritos.
Las manos del niño que está a lado mío tiemblan, su cuerpo entero tiembla.
De hecho; el resto de los niños huérfanos que tienen una edad cercana a los que ganaron algo o perdieron todo, Justo enfrente de mis narices, parecen estatuas.
—"Los blancos dicen que somos demonios, porque a veces, un montón de caballos y las flechas de un fantasma, los matan" —dice el pequeño, mientras observa el enorme charco de sangre y la carnicería que quedó en la arena.
—"¿Te da miedo convertirte en un fantasma?" —le pregunto.
—"No" —responde —"Yo sé que nunca voy a ser un fantasma. Me voy a caer y la mitad de mi cuerpo va a quedar muy lejos de la otra mitad"
Frunzo el ceño y le agarro la carita para obligarlo a que me vea.
—"O-Oye-" —sus cachetes se ponen un poco rojos, pero no lo dejo seguir hablando.
—"Escúchame bien. Eso que acabas de ver es horrible y no sé cuantas veces lo hayas visto ya, pero estoy segura de que aunque son muchas eso no lo ha hecho más fácil" —lo miro a los ojos —"Pero si alguien puede hacer todo eso, son ustedes. Lo traen dentro... y si por ejemplo yo trajera aquí a los mejores pistoleros blancos a intentarlo, todos acabarían pisoteados por sus propios caballos. TODOS"
—"Porque los blancos son estúpidos"
—"Sí lo son" —le respondo —"Lo somos. Yo en especial"
Y él abre mucho los ojos porque no esperaba que le dijera eso.
Una pequeña lágrima hace su camino cuesta abajo en su carita, empapándome el pulgar.
—"No sé mucho de caballos... pero quiero ayudarte. Voy a hacerlo. Si me dejas... ¿Me dejas?" —le pregunto.
Niega con la cabeza.
—"Ah, ¿así que no me dejas?"
—"¿Por qué lo harías?"
—"Ya te lo dije. Porque soy estúpida"
Eso le arranca una sonrisa chiquita.
—"Escúchame: tú vas a poder hacerlo. Todos ustedes van a poder. Solo necesitan pasar más tiempo con los mejores y observarlos en vez de adorar ahí donde pisan. Observarlos de verdad y aprender sus trucos"
En este momento, hay mucha bulla en el lugar, y Kai está con Nobah a un extremo de la arena.
Entonces aprovecho la distracción y lo señalo.
—"¡Él! ¡Él es muy bueno! ¡Es buenísimo, buenísimo! ¡Tienes que verlo a él! ¡Todos ustedes tienen que verlo todo lo que puedan! ¡Cuando respire, coma, tome agua o lo que sea!"
Entrecierra los ojos como si no me creyera.
Sí.
Tal vez nunca arriesgué mi vida en medio de una arena.
Y lo que hice no se compara.
Pero sí terminé en el hospital varías veces porque tuvieron que hacerme lavados de estómago ya que tenía prohibido ir al baño hasta que hiciera el giro Perfecto... y la verdad es que la perfección es algo bastante difícil de alcanzar.
Sobretodo para alguien como yo.
En ese entonces... me ayudó mucho ver videos una y otra vez, de quienes podían hacerlo; de quienes podían tocar la perfección con las puntas de sus dedos.
Yo sentía que si las veía lo suficiente, lograría robarles un poco de esa magia y meterla en mi propia cuerpo.
Y a veces cuando bailaba, me imaginaba que era ellas y me salía.
—"¿Qué puedes perder si lo haces? ¿Hm?" —le pregunto
Entonces otro niño, esté como de unos seis años de edad se acerca y me abraza por la espalda.
Y yo me quedo enfrascada en una discusión con dos niños más grandes.
Y no sé si los convenzo de algo, puede que no... pero al menos ya no están poniéndole atención a esa pila de cuerpos de chicos que conocían.
Una figura se acerca.
Es tan grande que nos hace sombra a varios tapando el Sol.
Es uno de los jinetes, sobre uno de sus caballos.
Y descubro de quien se trata, mucho antes de levantar la cara y mirarlo.
Lo descubro por qué, el pequeño que me tiene abrazada del cuello, grita con todas sus fuerzas:
—"¡Ah, mira! ¡Vino el guerrero que nos dijo Sophie que veamos porque está buenísimo!"
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Paul
—"¡Necesitamos dar con el asentamiento Kwahadi cuanto antes Slater!" —el señor Robinson ruje, luego de beberse una copa de vino tinto de un solo trago.
Irrumpió a mi estudio de repente.
Sin avisar, ni esperar s ser invitado.
Simplemente las puertas de la finca comenzaron a sonar con fuerza, mientras golpeaban entre sí o contra las paredes y se escuchaban pisadas pesadas contra el azulejo.
Luce desaliñado.
Como si le hubiera pasado un huracán encima.
—"Señor Robinson" —me pongo de pie e inclino el ala del sombrero —"De haber sabido que venía, lo habría revivido de mejor forma..." —hago un ademán para indicarle al mayordomo y a la ama de llaves que lo atiendan.
Uno le quita el sombrero y el otro el abrigo.
Y el hombre se desploma en el asiento de enfrente mientras se pasa las manos por el cabello con nerviosismo y desesperación.
Lo veo tan deshecho, que decido revelarle lo siguiente:
—"Ya sé dónde está él asentamiento Kwahadi" —tomo la botella de vino y le sirvo otra copa —"Lo descubrió hace unos días. Uno de mis hombres regresó vivo para variar"
Eso lo hace pegar un brinco:
—"¿Ya lo sabes? ¿Y bien? ¿¡Entonces a que estas esperando?!" —se empina la copa nuevamente.
—"Estoy reuniendo aliados. Es imposible entrar y salir de ahí con vida sin hombres suficientes y capaces. Para que ese sujeto regresara vivo, muchos murieron"
Esta vez le sirvo agua.
Pero me saco de debajo de la manga un colorante vegetal para que parezca que es otra cosa.
Después de todo, no creo que Sophie Robinson apreciaría que tuviera a su padre en mi estudio, perdido de borracho.
—"¡Ya ha pasado tiempo suficiente!" —se bebe la copa de nuevo y luego la arroja al piso —"¡No podemos esperar más! ¡No lo entiendes Slater! ¡No lo entiendes!"
—"Sé que Sophie está viva..." —suelto —"Y no me pregunte cómo o por qué lo sé, solo lo siento y ya. Y también sé que si algo le pasara, lo sentiría" —no sé si lo que habla por mí es mí terquedad.
Entonces el señor Robinson comienza a sollozar con desesperación y luego estrella el puño contra la mesa de mi estudio.
—"¡Claro que sigue viva! ¡Por supuesto que sigue viva! ¡Porque si ya estuviera muerta, ten por seguro que ya nos habríamos enterado! ¡Ellos habrían venido a arrojarnos su cuerpo ultrajado y deshecho de la peor de las formas!" —su puño se abre y ahí hay un papel arrugado —"Puede que esa niña ahora mismo esté viviendo un calvario, pero eso no se compara con la muerte que le darían si supieran quien es"
Empuja el papel en mi dirección, parece bastante viejo, amarillo y los bordes ya están agrietados.
Y la letra está corrida aunque aún es legible.
El señor Robinson parece completamente derrotado, encorvado y cuando no me muevo, con la mano me indica que agarre el papel.
—"Por favor..." —me suplica.
Así que lo hago.
Lo tomo y lo extiendo para leerlo sin saber muy bien si se trata de algo importante o si solo estoy complaciendo los caprichos de un borracho:
Querido mío...
Aunque no sé si tan querido, porque ahora siento que te odio con todas mis fuerzas.
Con las mismas fuerzas con las que alguna vez te amé.
Has jugado muy bien conmigo. Me has puesto a elegir sabiendo desde el principio qué elegiría... y aquello ha sido lo más ruin que me has hecho.
Y yo he sido tonta, porque a pesar de que te he visto ser ruin y cruel, con los tuyos y los míos y con la mitad del mundo... jamás pensé que también lo serías conmigo.
Amenazas con acabar con esta vida que llevo en las entrañas, si me rehuso a mostrarte cuál es el camino para encontrar a los míos.
Porque soy comanche, y porque solo un comanche puede acercarse a otros comanches.
Y con lágrimas en los ojos no tengo más que aceptarlo, me estás obligando a hacerlo... porque yo amo más que nada en el mundo a esta pequeña vida que todos los días crece un poco más dentro de mi y eso bien lo sabes.
Y me duele muchísimo saber que aunque también es tu carne y tu sangre, tú no le ames.
Que no te importe.
Que tú boca y tu garganta sean capaces de atentar contra su vida con palabras.
¿Como te atreves?
¿Como te atreves a amenazar a tu carne y tu sangre?
Nuestros Dioses nos han enseñado que lo que viene de nosotros es lo más sagrado que existe, ¿es que a caso ese Dios todo poderoso de ustedes, les permite acabar con la vida de sus hijos y seguir rezándole como si no lo hubieran hecho?
¡Pobre, pequeña y miserable criatura que solo cuenta con una madre para defenderla del mundo!
¡Pobre por qué cuando diga sus primeras palabras jamás dirá mi nombre, porque yo ya me habré muerto hace mucho!
¿Sabes que todas las noches sin falta le canto a mi vientre canciones de cuna?
¿Crees que si lo sigo haciendo, recuerde mi voz?
Yo ni siquiera voy a recordar la suya... jamás le escucharé reír, ni podré darle un abrazo cuando esté triste, ni podré limpiar de su rostro, sus lágrimas con mis dedos.
Y lo peor es que sé que es mi culpa.
Es mi culpa, porque al elegirte a ti, creyendo en la unión de dos mundos, lo único que he conseguido es que le den las espalda los dos.
Así que voy a pedirte una cosa... porque entre todas las prometas rotas que tú has roto, como si fueran nada, creo yo que mi vida y el tiempo que te he dedicado, al menos vale una que sí se cumpla.
Si por tus guerras, tú pasado y tus ambiciones has de arrebatarle a una madre... entonces sé un padre.
No te pido que seas el mejor de los padres porque no sé si puedes, porque para eso se necesita amor, y tú no lo tienes.
Pero como a esta criatura le falte comida, cobija o pase frío, no creo que exista un Dios sobre la tierra que pueda perdonarte.
Termino de leer y aprieto el papel con el puño.
La mano me tiembla, cuando lo pongo de regreso en la mesa.
Siempre que se trata de Sophie Robinson es como si me desconociera.
—"¿Qué es esto?" —pregunto, sintiendo como me palpita la mandíbula con fuerza. Haciendo un esfuerzo sobre-humano por no despedazarlo todo a mi alrededor.
—"Eso, señor Slater, es una carta vieja, como puedes ver" —responde con un tono derrotado, tomando de regreso el papel.
—"¿Sophie lo sabe?"
—"¿Que ella es la razón por la que se ha hecho el mayor exterminio comanche hasta ahora? ¿Que su madre traicionó a los suyos porque le dije que sí no asesinaría con mis propias manos a nuestro hijo no nacido?" —niega con la cabeza —"Sophie ni siquiera sabe como se llamaba su madre. Y hoy es el día en que yo todavía no me creo que alguien tan podrido como yo, pudo engendrar algo tan bonito como ella... y ahora estoy siendo castigado por eso"
*
*
*
*
Nota de autor: Holiiii chikistrikis!! Como están??? Yo muy bien, ahorita mientras escribo esto aún no publico, pero ya tengo muchas ganas 🫣
Más por que poco a poco ha ido regresando la cantidad de comentarios que tenía antes la historia y a mí esos comentarios me dan mil años de vida.
Ahora... hablando de la historia 👀
Sophie/Lydia, es una persona que aprendió a evadir la realidad muy cañón, es alegre, buena persona, pero la verdad es que sí le hacen faltan varios tornillos a su cerebrito, (y no por romantizarlo: SI LE FALTAN) y he tratado de que eso se vea poco a poco... sobre todo en la forma en que se va muy lejos de las situaciones reales y feas, a un lugar dentro de su cabeza, que es mucho más bonito y seguro que estar afuera.
Esta relación es sobre un mundo en grises y una brochita de colores que está muy dañada pero que sigue pintando.
Mis capítulos están tomando de nuevo ritmos encontrados... y situaciones opuestas, no se hacerlos de otra forma. Hay días muy tristes que tienen momentos que me sacan carcajadas y al revés.
Así es mi vida y así son mis libros, como un ying yang en licuado.
Por cierto, en mi cuenta de Instagram: @Marluieth hay un fanart precioso de esta historia que también les voy a dejar por aquí.
Si pueden ir a darle likes, ayudarían mucho a que tanto esta historia como la ilustradora tengan más visibilidad 🫶🏻💕
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