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5. He knows

—No quiero ir a clases. ¡No recuerdo ni como escribir! ¡O como agarrar el lápiz!

Pobrecito.

Se volvió a enrollar en sus mantas, si su madre quería sacarlo de su pequeño bollito, pues le deseaba mucha suerte porque él no saldría de allí tan fácil.

«Ah, no. Tú en la casa no te me vas a quedar» Gabrielle, como excelente madre que era; agarró los videojuegos de su hijo y se los llevó.

A Chad le tomó diez minutos darse cuenta que faltaba evidentemente algo en su habitación, se levantó de la cama y movió cielo y tierra en busca de aquello que había desaparecido hasta que cayó en cuenta de algo: no estaban sus videojuegos, la repisa estaba vacía.

Bajó como un bólido en busca de su madre y la encontró, claro que lo hizo.

Sintió que el piso se le movía en todas las direcciones—¡Pero mamá, ¿qué haces?!

Oh Dios Santo, se iba a desmayar.

Gabrielle lanzó otro CD al fuego y este chisporroteó peligrosamente—.Ah, nada cariño. Pero qué maravilla que te hayas levantado, cepíllate, tus cosas están en el auto.

No se le pasó por la cabeza siquiera refutar aquello; le dió una última mirada a sus videojuegos que había coleccionado desde niño y se marchó en dirección al baño. Cuando pasó por la sala vio a su padre leyendo el periódico, casualmente parecía divertido sea lo que sea que estuviese leyendo.

O tal vez solo disfrutaba poder ver a la poderosísima Gabrielle en acción.

O solo le hacía gracia la cara de tragedia de su hijo.

Él se inclinaba más por la última opción.

Se dió una ducha, se cepilló los dientes, se arregló lo mejorcito que pudo y tomó sus medicamentos. No dejaría que nadie notase que su pierna no había quedado al 100%, él diría que estaba en un 85%; con suerte en algún momento llegaría al 100. Esperaba que fuese pronto.

Hizo ruidos, quejidos y un drama mientras sus padres lo llevaban hacia Eaton. Lo único bueno de ese lugar era fastidiar con sus amigos. Y ver a Becca, claro.

—¿Es necesario esto cada año?—hizo mala cara al ver que Charles Lightwood, el director de Eaton; esperaba para darle la bienvenida.

Su padre resopló—.Mira que yo pienso lo mismo, que fastidio.

¡Bam! ¡Bam!

Dos buenos golpes en la frente de cada hombre en el auto, patrocinados por la fabulosa Gabrielle.

—¡Ay, Gaby pero que necesidad!—joder, su esposa tenía la mano pesada.

Ella volteó los ojos, ignorándolo—.Ustedes dos son unos groseros, deberían ser agradecidos con Charles.

Nah, a ellos les daba igual. La verdad es que estaban acostumbrados a ese tipo de atención, en cambio ella, ella no olvidaba de donde venía y lo mucho que se había esforzado en su vida, estaba agradecida por ese tipo de gestos.

Se apearon todos, Charles comenzó con su bienvenida pero para Chad fue como si estuviese en mute. Lo único interesante en ese momento fue que la joven secretaria de Charles apareció por el pasillo. Esa mujer estaba en sus veintitantos, pero era una de las mejores amantes que podía haber conseguido Chad. Todo el asunto de la diferencia de edad les daba un plus.

—Se puede saber qué carajos estas pensando—siseó Ethan sobre el hombro de su hijo, lo conocía bastante bien. Este lo miró de reojo palideciendo—.Más te vale no hacer una de las tuyas, ¿eh? No eres un niño.

Silencio total.

Si no hubiese sido porque en ese momento llegaba también a Eaton sus amigos, habría muerto allí mismo.

Se despegó de sus padres para reunirse con Gael y Nicholas, que lo saludaron con medio abrazo y una palmada.

—Oye, habíamos quedado en venirnos juntos, ¿juegas al vaquero solitario o qué?—Nicholas entrecerró los ojos viéndolo con suspicacia.

Chad a veces se comportaba extraño.

El castaño frunció el entrecejo, nadie le había dicho nada—.Eh, ¿cuándo quedamos en eso?

¿Acaso las pastillas le estaban dando problemas de memoria?

Algo hizo clic en la mente de Nick que se giró hacia el pelinegro que había permanecido en silencio—.Oh pues, le dije a Gael que te avisase...

El aludido masculló un "Hmm", mirando en otra dirección.

Chad torció los labios, por supuesto que Gael no le había dicho nada—.Ya bájale rencoroso, ni que fuera para tanto.

Oh, oh.

—¡Pero por supuesto que lo es!

—¡No, no lo es!

—¡Que sí!

Maravilloso. Primer día del último año en Eaton, un fabuloso lunes y ellos dos se agarrarían como perro y gato. Nicholas no iba a interceder, dejaría que se matasen a ver si así le bajaban dos.

Pero es que no los soportaba cuando se ponían con ese tipo de cosas.

Sacó su teléfono, sus audífonos y se los puso para escuchar música mientras sus amigos discutían con insultos como "come mocos" y "rata de dos patas que sabe cocinar"; tenía que admitir que Gael sacaba unos creativos de vez en cuando.

—Yo sé cocinar, ¡tú de broma sabes respirar y nadie te dice nada!

Punto para Chad.

Se hubiesen seguido lanzando comentarios pero un lujoso auto se detuvo en la entrada, no muy lejos de donde ellos estaban. Chad cerró la boca y le metió un puñetazo a Gael en el estómago haciendo que se quedase sin aire.

Se pasó una mano por el cabello y se sacudió su ropa—.Venga, al fin te callas, pareces una rocola.

Gael tomó una gran bocanada de aire para recuperarse, y le dio una mirada llena de desprecio—.Nadie dice rocola, hijo de Matusalén.

Estuvieron a punto de enzarzarse en otra pelea pero Nicholas les dio un toque a cada uno en el brazo cuando pasó por entre ellos. Ya se había acabado el show.

¿Qué por qué? Pues Rebecca acababa de llegar.

Tuvo que dar largas zancadas para poder alcanzar a su amigo que ayudaba a su novia con sus maletas. Además, ¿por qué traía tantas cosas? Bueno, era Becca. De ella se podía esperar hasta que se trajese su propia casa.

—¡OXIGENADA!—abrió grande sus brazos y ella lo miró con cierta desconfianza. Entonces hizo un puchero—.Oh vamos, estoy seguro que me extrañaste.

—O tú a ella—susurró Gael al llegar a su lado.

Él le dio una mirada de advertencia—¿Alguna vez te he dicho lo increíblemente sapo que puedes llegar a ser? No lo sé, ¿te pagan o lo haces gratis?

Gael estaba listo para lanzarlo al agua pero Becca no quería lidiar con ellos.

La rubia los señaló—.Me van a dar jaqueca, ya basta.

Ellos no se iban a callar por ella, lo que los hizo mantener la boca cerrada fue la mirada que les lanzó Nick a espaldas de ella.

Al pasar junto al director este se limitó a hacerles un asentimiento de cabeza, en cambio, su secretaria cruzó miradas con Rebecca. Y él reconocía esas miradas, era un "no mires, ni respires, cerca de él".

Soltó un suspiro, ¿por qué siempre preferían a Nicholas antes que a él? No era feo, era bastante atractivo, encantador y... ¡Demonios, que rico era ser él, se encantaba él mismo, que hombre tan guapo!

—...¡Haz algo, Nicky!—el berrinche de Rebecca lo hizo salir de su ciclo de intenso amor propio.

Reaccionó, y le dio una mirada a Gael para que le explicase lo que pasaba.

—Hablaré con Charles—Chad vio en cámaras lenta y con sonidos terroríficos de fondo; como Nick acariciaba con devoción la mejilla de la rubia—.No hagas escándalos, malcriada.

Ella hizo la seña de una cremallera y se quedó quietecita.

Chad trotó junto a su amigo para acompañarlo, porque Becca y Gael parecían querer lanzarse rayos láser—Eh, Nico, ¿qué pasa, qué le pasa?

Él lo miró de reojo, no parecía muy feliz—.La dejaron en la otra torre, sin ninguno de nosotros.

—Oh—vaya problema, gran problema—¿Puedo ver?

Señaló el papel que tenía su amigo en la mano, este se lo entregó y él oteó a lo largo del papel sus ubicaciones. Becca estaba sola, completamente sola en la otra torre. No estaban ni Jolie, ni Anabelle, Gael; Nick o él.

Nicholas entró a la oficina del director como perro por su casa, y más atrás lo hizo él. La joven secretaria se levantó para evitar que entrasen pero fue detenida por la encantadora sonrisa de Chad que se le atravesó.

—Joven Blanchard—se quejó ella, tratando de moverse—, no pueden entrar así a la oficina del señor Lightwood.

Cerró la puerta de un punta pie, estaban solos y a él no le importaba realmente si alguien los veía. La sentó de vuelta en su puesto y pasó por encima del escritorio hacia donde se encontraba ella.

—¿Por qué Becca esta sola? Es muy muy extraño, querida—su mano, reptante y fuerte se deslizó desde el cuello hacia el interior de la camisa de ella, bajando un tirante de su brasier en el camino—¿Tratas de hacer algo?

Charles jamás separaría a Nicholas de Rebecca, se hacían bien, y la única vez que se habían separado por accidente en una clase. Nick estuvo a punto de tumbar una pared para estar en la misma que ella. Por supuesto, Becca era más astuta, y por lo tanto más calmada. Pero era temible cuando se metían entre ella y Nick.

Ella meneó la cabeza, aunque lo cierto es que el trío de chicos le causaban un hambre voraz. Se irían ese año, así qué, ¿por qué no?

Chad la levantó, tuvo que evitar hacer alguna mueca de dolor debido a su pierna pero tan pronto como la levantó, la atrapó contra el estante detrás de ella.

Paseó su nariz de arriba a abajo por el cuello de ella y luego atrapó el lóbulo de su oreja con sus dientes—.Haz que Charles nos cambie, ¿si, querida?

Agudizó el oído, Nick terminaba de hablar con Charles. Justo en ese momento la puerta de la oficina se abrió, y se cerró tan pronto lo hizo.

—Las cosas también se arreglan hablando, Chad—era Gael quién había entrado, él le dio una mirada por sobre su hombro con una sonrisa sin alejarse un poco de la mujer atrapada.

—¡Tsst! Tú también lo haces, ¿qué importa? Ella es dueña de sí misma, déjale la voz quieta.

Gael resopló—Es atractiva, e inteligente.

Gael y él eran como dos líneas paralelas. Podían hacer muchas cosas pero jamás serían iguales.

La joven secretaria giró el rostro, atrapando entre sus dientes y sus labios carnosos el labio inferior del castaño que soltó un gruñido por el atrevimiento.

Gael estuvo a punto de soltar una carcajada.

Era muy divertido cuando le giraban la tortilla a Chad. Y claro que ella había decidido, siempre lo había hecho, solo dejaba que ellos creyeran que tenían algún poder. Ni Chad, ni Gael, tuvieron alguna vez oportunidad contra ella. Como siempre, era el de ojos verdes quién tenía dos neuronas más que sus amigos.

Y Chad lo sabía. Él quería esas dos neuronas para sí, él deseaba todo para sí.

La puerta se abrió y el pelinegro tuvo que estirarse y trancarla, evitando que Nick o Charles salieran de la oficina.

—Ya suéltala—le susurró al castaño.

Este hizo un puchero pero lo hizo, se apartó y le hizo seña de que abriese la puerta.

Lo primero que vieron fue la cara de Nicholas.

Este dio una mirada perspicaz a la mujer y luego a sus amigos. Sonrió.

—Dios los crea y el diablo los junta.

Caminó recto, sin despedirse de Charles y salió en busca de la rubia.

La mujer soltó un suspiro, casi riendo—.Ya escucharon al joven Hamilton, niños. Dios los crea y el diablo los junta.

Él volteó los ojos y tiró del brazo de Gael, ya no tenían nada que hacer ahí.

Su círculo era muy cerrado, hablaron un rato con algunos chicos de temas superficiales hasta que se acercó Jolie, la hija del director y amiga de Rebecca; con un papel en alto.

—¿Y eso?—curioseó él sacándole el papel de las manos.

Jolie frenó en seco, dándole una mirada fastidiada—.Ugh, chismecito Chad. ¿Y Becca? ¡Chismecito!

—Cotorra—masculló Gael por lo bajo, aunque ella lo alcanzó a escuchar.

Dejó sus brazos en jarra y omitió al pelinegro—.Bueno, ¿Nick? No, él no, duh. ¿Y Becca? Es en serio chicos, se va a morir cuando se entere.

¿Qué era tan importante como para que Jolie corriese como alma en pena buscando a Becca? Eso le dio demasiada curiosidad.

De un movimiento rápido Gael le obstaculizó el pasó a Jolie para evitar que la tratase de recuperar.

Aquella hoja era una lista emitida tan solo veinte minutos antes. Todos habían sido cambiados a la torre de Becca, excepto Nick.

Frunció los labios, su habitación estaba muy cerca de la de ella, que delicia.

—¿Por qué Nico no está con la oxigenada?—curioseó sin titubear.

Jolie dio un aplauso feliz, y sin contenerse soltó el chisme—¡Él se lo ha pedido a mi padre! ¡¿Pueden creerlo? Rebecca estará furiosa!

Él captó de inmediato que lejos de preocuparse por la situación que afrontaría su amiga, Jolie parecía estar emocionada. Llena de júbilo. Incluso hasta eufórica de que ellos no estuviesen juntos.

Jolie envidiaba a Becca. Pero, ¿por qué? Lo quería saber. Y lo sabría.

Antes de que pudiese decir algo, una pareja cruzó por una de las esquinas exteriores del edificio principal. Parecían provenir del bosquecillo que se encontraba en las tierras de Eaton; reconoció de inmediato el cabello dorado de la esbelta chica y los reflejos cobrizos del chico.

«A él le encanta ese claro» Se rió para sus adentros, viendo a su amigo acercarse.

Había veces en las que encontraba a su amigo en el claro dentro del bosquecillo, lo habían hecho a propósito para las clases de los chicos de primaria al aire libre. Eran muy puntuales y casi siempre estaba solo.

—¿Qué pasa?—preguntó Becca mirando de su amiga a él, quién aún tenía el papel en la mano.

Quizás se habían estado besando u hablando sin nadie más cerca, como siempre.

Los ojos de Nicholas lo hicieron congelarse, ni siquiera pudo mirarla a la cara. Se sintió débil e indefenso, dirigirle la palabra a Becca en ese momento era un NO rotundo.

Por suerte, Gael dió su humilde opinión—:Que te exiliaron, probablemente te quemen como a las brujas de Salem. ¡Uuuh!

Por el rabillo del ojo vio como Gael hacía un movimiento "fantasmagórico" con las manos, y se aguantaba una carcajada. Él quiso lanzarlo del precipicio mas cercano que encontrase.

Rebecca hizo el amago de quitarle el papel a él, pero Nicholas la abrazó contra su costado por la cintura, aprentándola contra sí mismo a forma de cariño y para detenerla.

Extendió su mano, y él le entregó el papel a regañadientes.

«¡Odio esta sensación! La detesto... No debería sentirla» Contuvo valientemente un suspiro. Sentía que se quemaba por dentro cuando los veía juntos.

Nick dirigió una disimulada mirada a los presentes, que pronto se apresuraron a irse del lugar con excusas tontas. Cuando no hubo nadie excepto el cuarteto, se alejaron, caminando hacia los establos para disimular.

—Ya Barbie no tiene un as bajo la manga, ¿nop?—Gael aprovechó para divertirse metiendo cizaña.

Él volteó los ojos, le gustaba llamar internamente a Gael de una forma muy cariñosa: tres pasitos. Porque cada tres pasos, soltaba algún comentario.

Se sintió aliviado cuando los otros dos hicieron caso omiso del comentario. Ya era suficiente con sus propios pensamientos.

Agudizó el oído, creyendo haber escuchado una risita por parte de Nick antes de que este hablase—:No. Creo que necesita su propio espacio, ya luego tendré suficiente tiempo con ella.

Ahí estaba otra vez esa amarga sensación cuando Nick le dirigió una mirada a la rubia. Una mirada de complicidad que ella le devolvió llevando inconscientemente su mano hacia aquel obsequio que colgaba de su cuello.

—¿Como una eternidad o qué?—se carcajeó Gael, su mirada recayó en Chad con total intención.

Él se acercó abrazándolo por los hombros con sus sonrisa de siempre, y cerca del oído le susurró—:Estas muerto, chiquito.

Sin darse cuenta se tropezaron con Rebecca, pues Nick se había detenido y los miraba por sobre su hombro con gesto calmado.

Sí, en ese preciso momento. Chad sintió terror. Habían tantas situaciones pasándole por la cabeza, que la mejor de todas era que Nick se fastidiase, y la peor era que les dijese de lleno que estaban comprometidos.

O casados.

¡NO, QUE TERROR!

Se vio morir diez mil veces.

No perdió su sonrisa, no la bajó ni un momento hasta que su amigo sonrió—.Ajam. Bueno, estará bien con ustedes cerca, ¿cierto?

—Sin comentarios—chistó Gael rápidamente.

Chad resopló, que fastidio con Gael—.Primero, ese ya es un comentario, querido. Segundo—dirigió su mirada hacia su amigo, quién lo tenía entre ceja y ceja—; no te preocupes, yo la cuido.

Nick siguió su camino haciéndole señas a Gael para que hablasen en privado ambos, y por lo que logró escuchar. Nicholas le iba a pegar la cara a la espalda si seguía de odioso con Rebecca, tenían que estar para ella cuando él estuviese ausente o faltase en algo, no podía seguir de malcriado.

Habían quedado solo la rubia y él. Pero que magnífico.

Siguieron caminando uno al lado del otro—¿No le dirás nada?

Ella lo miró de reojo, molesta—.No, este es mi año. Nuestro año. Sé que no lo volverás a hacer.

Oh pero que linda se le hacía cuando se mantenía en esa calma mortal.

Soltó una risita—.Ganas no me faltan.

Becca se detuvo y lo miró de lleno, estaban bastante cerca, más de lo que creía.

—Que no te sobren—puso sus manos en sus hombros, como si lo abrazase y luego acercó sus labios con dulzura hacia su oreja—.Solo muerta, lo haría. Te quiero, pero yo no soy un juguetito tuyo. Baja tu antenita.

Le dejó un beso en la mejilla, un abrazo y siguió su camino. Cuando él reaccionó se dio cuenta de que en la entrada de los establos, tranquilo y apoyado contra la pared; estaba Nick.

«Él lo sabe, él lo sabe» Sintió que el alma se le estremecía.

No le gustaba jugar de frente, y no ganaría. Estaba perdido, desde que ella apareció aquel primer día de clases ellos estuvieron perdidos.

N/A: He knows, oh he knows... Yo no tengo naaaada que decir excepto dar las gracias por la oportunidad que le das a esta historia,

Pero *drop the mic* Gen fuera, XOXO.

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