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3. Ser idiota es gratis

El día estaba cálido, no de una forma veraniega. Había una humedad en el aire que ya lo estaba atormentando.

¿Acaso Dios no podía poner un aire acondicionado sobre él? De la forma metafórica, aquello ni se lo imaginaba.

—Vamos, vamos, es tu última terapia, no desfallezcas.

La voz de la terapeuta llegaba lejana. Ni en la piscina podía sentir que se refrescaba.

Caminaba mejor. Claro, aún debía tener cuidado pero no necesitaba de sus muletas y ocultaba muy bien el cojeo de su pierna cuando pasaba mucho tiempo de pie. Con el tiempo, aquello desaparecería pero estaba muy bien el no sentirse codependiente de una horripilante muleta.

—¿Cuándo podré montar de nuevo?—sus ojos café se enfocaron en la terapeuta, esperaba una respuesta verdadera.

No se concebía a él mismo fuera del equipo de Polo. No por los caballos, como Nicholas; si no por la oportunidad de ganar ante todo. Eso era lo que lo motivaba a subirse de nuevo a un caballo.

La terapeuta le sonrió, todas las veces que se veían la pregunta era la misma, y la respuesta apenas cambiaba pero ese día tenía una respuesta muchísimo mejor.

Ella tomo su carpeta, le dio vuelta a una hoja, y escribió en ella para luego mostrársela.

Chad parpadeó, no lo podía creer—¿Ya?

—Así es—incluso la terapeuta estaba feliz de no volver a escuchar al castaño preguntando eso.

Estaba más que feliz, incluso se impulsó a continuar su terapia más rápido. Las puertas del recinto se abrieron, tanto él como la mujer que monitoreaba sus avances, se giraron para ver quién había llegado. Era nada más y nada menos que el mismísimo Nicholas Hamilton, tenía la vista cansada y su cámara fotográfica colgada del cuello.

Chad meneó la mano entusiasmado—.Ey, Nico, adivina.

Él lo miró, su amigo se veía feliz, sin previo aviso levantó su cámara y le tomó una foto.

—Te ves animado—farfulló Nick acercándose, revisó la foto y sonrió satisfecho.

Excelente foto.

Chad asintió, sonriente—¡Adivina Nico, puedo volver a montar! Patearé el trasero de Jackson, ya vas a ver.

Sí, iba a destrozar a Jack.

—Igual debes cuidarte, insoportable mariposa—caminó en el borde de la piscina a un lado del castaño.

Chad resopló—.No seas aburrido, Nico, apenas salga de aquí voy a organizar una fiesta. Una grande.

Nicholas entrecerró sus ojos verdes en dirección a él, ya estaba cansado de decirle a Chad que dejase de llamarlo "Nico". Además, ¿acaso no lo había escuchado? Tenía que cuidarse, no armar una fiesta por todo lo alto para celebrar el fin de sus terapias.

Meneó la cabeza—Cállate.

Chad hizo un puchero con los labios, terminó su última vuelta y con ayuda de su amigo, salió de la piscina. Nick le lanzó una toalla que él atrapó aún sonriente, entonces recordó algo, no sabía que hacía Nicholas repentinamente solo por esa zona de la ciudad.

—¿Y tú, en que andas?—lanzó la toalla al asiento mientras tomaba su ropa seca dándole una mirada de reojo a su amigo, iba bien vestido como siempre, pero ese día parecía que se había esforzado un poco en lucir su costosa existencia—.Te ves arregladito, Nico bonito.

Nick lo miró de reojo, levantando una ceja en su dirección—.Modificaba un obsequio para la bruja del demonio.

Ah, por supuesto.

El castaño asintió, su amigo llamaba así de vez en cuando a la rubia de Rebecca. La curiosidad le picó a Chad y siguiendo a su amigo hacia los vestidores, decidió curiosear mucho más.

—¿Le has comprado una casa?

Viniendo de Nicholas Hamilton, eso no le sorprendería. Pero en su interior, aquella sensación amarga se comenzaba a producir, no sabría con que frase o chiste iba a poder ocultar su reacción si Nick le decía que sí. No es que le gustase Becca, cosa que se repetía como un mantra desde hacía años; la cosa era: ¿Por que siempre Nick y no él? ¿Qué tenía de mejor?

Nick meneó la cabeza, riéndose entre dientes—.Aún no.

Él no pudo evitar soltar un suspiro. Más sin embargo, aquello no pasó desapercibido para su querido amigo Nico, quién lo miró de reojo con los ojos oscureciéndoseles rápidamente.

«¿Ya no disimula?» Sopesó el de ojos verdes mirando al castaño. Nick tenía entre ceja y ceja a Chad.

Chad entró a un cubículo para cambiarse la ropa, prefería ducharse en su casa.

—¿Y qué es, Nico? Anda, cuéntale a tu bebito Chaddy—asomó el rostro desde el cubículo y bateó sus pestañas coqueto.

El otro arrugo los labios, resoplando y volteando los ojos—.Eres un anciano comparado conmigo... Y no te voy a decir. Quizás en la graduación.

El castaño salió del cubículo vestido, lucía tan atractivo y sutil que junto a su amigo eran muy difícil de pasar desapercibidos.

Torció los labios algo desanimado—¡Pero falta mucho! Y, no me recuerdes que debo volver a ver las mismas clases.

Había perdido mucho tiempo en reposo, terapias y clínicas. Tendría que volver a ver las mismas clases pero esa vez nada más y nada menos que con sus amigos... Y Rebecca.

Nicholas se negó rotundamente a decirle cuál era aquel obsequio que tenía para la bruja malvada de Becca, luego de ir por un café en la cafetería a la que frecuentaban, The Late's; el dúo se separó aunque si hubiese sido por él no lo habrían hecho.

—¡¿PAPÁ?!—pegó un grito lanzando sus llaves al sofá de la sala.

Silencio total.

Se pasó una mano por el cabello, ¿era posible que su padre estuviese en el trabajo aún? Bueno, no importaba. Tomó su teléfono subiendo las escaleras hacia su habitación, y con el pulgar bajó con rapidez su lista de contactos.

Ashley.
Jolie.
Kristen.
Anabelle.
Fernanda.
Candace.

No, no le interesaba salir con nadie. Ni enrollarse con nadie. Ya no era divertido, ya no le satisfacía el juego de cazador y presa que solía tener con algunas chicas que no importaban las veces que se enrollasen, seguían siendo pícaras para complicarle el juego un rato.

Pero no, en ese momento no le interesaba salir con nadie.

Así que marcó el número de quién siempre le entretenía, al segundo tono contestó su hobby favorito.

—Bebé, ¿no quieres venir a divertirte en mi casa?—ronroneó sacándose la ropa de pie en su habitación.

Se escuchó un gruñido de mala gana desde el otro lado de la línea—.Escupes la poca tolerancia que te tengo, idiota.

Él se carcajeó poniendo su teléfono en altavoz y metiéndose a la ducha.

—¡Vamos, ven, estoy en la ducha!

Oh, disfrutaba tanto de hacer eso.

Gael apretó los labios, dejando a un lado su libro de matemáticas—.Eres una mierda que me roba tiempo, ¿qué quiere su alteza real el príncipe de los ineptos?

A diferencia de Chad, Nick o Becca; Gael pasaba su tiempo libre en clases privadas y cursos para sacar mejores notas. Era aburrido y amargante pero era el sacrificio que debía hacer para permanecer allí.

Él fingió sentirse halagado—¡Aww, solo insultos por la I! Siento que ya me quieres.

—Avísame cuando sientas tu cerebro.

Muy bien, ya era el límite de Gael. Si no quería terminar de aburrirse ese día lo mejor era dejarse de bromitas con él.

Cerró la llave de la ducha después de sacarse el jabón—¿Puedo hacer una reunión tranquila en tu casa?

Gael no lo pensó—:Ni de joda.

—Vale, vale, tendré que decirle a mis papitos.

Oh Santo Dios. ¿Qué había hecho Gael en otra vida para tener ese fastidio de Chad siempre? El pelinegro no le dio mucha vuelta al asunto y colgó la llamada.

Chad no lo podía creer. ¿Acaso ese día todos lo ignoraban?

...

En el mundo, hay muchas clases de padres, pero los Blanchard se ganaban el premio a los más burlones.

Estaba de pie frente a su padre, quién veía un partido de fútbol en la televisión. Tenía exactamente cuatro horas para organizar una fiesta por todo lo alto por haber acabado sus terapias de rehabilitación.

Ethan soltó un suspiro, su hijo se veía adorable—¿Qué?

Adorablemente intenso.

—¿Puedo hacer una pequeña reunión con unos amigos para celebrar que puedo tener una vida normal?

Añadiéndole a su tono lastimero una mirada de ojos cristalizados, solo ocasionó un par de carcajadas de su padre.

No lo podía creer, mejor dicho, sí lo creía—.Chad, solo tuviste un accidente, no te amputaron algo. Deja el drama, hay peores situaciones en el mundo.

Sí, sí, como fuese. ¿Le daría permiso o no?

—Entonces...

¿Si o no? ¡Era sumamente sencillo!

Ethan sonrió—.Dile a tu mamá.

—Pero-

Su padre no lo dejó protestar, porque lo interrumpió—¡GABY, TU CRIATURA TE QUIERE PREGUNTAR ALGO!

Chad apretó los labios en una línea recta y su cara de póquer.

—Te detesto—chistó, yendo en busca de su madre.

Su madre descansaba en el jardín, era su día libre de los restaurantes. Había ido al spa, y en ese momento leía un libro en el jardín tomando el sol. Sí, había escuchado a su esposo pero deliberadamente se había hecho la loca.

Entonces captó de reojo a su hijo saliendo de la casa.

—Sea lo que sea, la respuesta es no.

Él se cruzó de brazos, no era su día—.Pero-

—No.

Insistió—Pero mamá es que-

Gabrielle se bajó sus gafas de lectura y levantó una ceja—Chaddy, ¿ya viste mi deshuesador?

Tragó saliva en seco. Sí, había visto y utilizado muchas veces aquel filoso pero pequeño cuchillo. Discutir con Gabrielle Horowitz era un caso perdido. Jamás le ganaría a su madre. No le quedaba de otra que dar media vuelta y salir de la casa pateando piedrecitas que se conseguía por el camino.

¿Y ahora?

El aburrido y moralista de Gael no daría su brazo a torcer, sus padres mucho menos, ¿pues quién le quedaba entonces?

Siguió pateando piedrecitas por la calle hasta que por accidente una de estas golpeó un gato que cruzaba la misma. El felino lo miró bastante enojado, y él frunció los labios al darse cuenta de que aquel gato tenía unos grandes ojos verdes, fue allí cuando se le encendió el foco.

Por supuesto que su querido Nico no lo abandonaría.

Dio media vuelta y regresó a la casa. Seis horas después, Dust, aquel pub nocturno de moda; estaba preparado para una fiesta por todo lo alto. Todo se lo debía a su querido Nicholas, un chasqueo de dedos y él tenía todo a su disposición.

La música retumbaba por todo lo alto, el parpadeo de luces y el flujo de personas entrando al lugar era como transportarse a otra galaxia.

—Esto es ridículo.

Gael abrió una botella de agua, mirando de mala gana al castaño.

Él se sonrió, tomando la mitad de un limón y metiéndoselo en la boca al pelinegro—.Eso quiere decir que es perfecta.

Mientras ellos se acomodaban en el área VIP por encima del resto de las personas, solo faltaban dos personas.

—¿Y NICO?—levantó de más la voz para poder ser escuchado sobre el ruido.

Gael se encogió de hombros—¿ME VES CARA DE QUE ME IMPORTE?

¡Bah! Que extraño andaba Gael ese día. ¿Acaso estaba molesto porque él había extendido la invitación a todos sus conocidos? Incluyendo, por supuesto, a algunas chicas que le habían gustado a Gael pero habían terminado siendo parte de su colección.

Un murmullo no tardó mucho en llegar cerca de ellos, y ambos chicos se lanzaron hacia el balcón del piso superior para ver el producto del murmullo.

Por supuesto, Rebecca y sus secuaces, Anabelle y Jolie; acababan de abrirse paso entre las personas sonriendo y saludando a quienes las saludaban. Esa noche lucía más hermosa que nunca, sin duda era el hito que jamás completaría.

Una voz masculina irrumpió sus pensamientos—.Qué tal, chicos.

Un corrientazo lo sacudió, y se sintió perder todo color del rostro. Nicholas estaba junto a ellos, por supuesto el listillo de Gael lo había notado pero ese día tenía ánimos de ocasionar problemas entre el grupo, así que no le había comentado a su amigo.

—¡Nico!—envolvió al de ojos verdes en un abrazo.

Nick gruñó, que molesto era que lo llamase Nico.

—Chaddy—le dio dos palmadas en la mejilla sin interés, y luego pasó su mirada al pelinegro—.Ey, hermano acabo de ver a Claude abajo, cerca de la barra.

«¿Claude?» Sopesó Chad, mirando de reojo a Gael quién de pronto parecía animado.

—Ya vuelvo—farfulló el pelinegro, chocó los puños con Nick y bajó tan rápido como pudo.

Bueno, ahora sucedía algo interesante. ¿Quién diablos era Claude? ¿Y por qué Nick sabía de ella pero él no? Ese día no era suyo.

Siguió a Nick, quién se acomodaba en los asientos—¿Y...? Cuenta, anda.

Nicholas le hizo señas a un camarero que se acercó—.No hay nada que decir—le respondió a su amigo y luego se giró al camarero—.Algo suave, y para la señorita Belova algo con fresas sin alcohol.

Chad se acomodó en el asiento, ignorando al camarero que anotaba todo.

—¿Quién es Claude?

El camarero anotó todo y como rutina de todos los empleados le indico a su joven jefe que la señorita Belova estaba en la pista de baile con sus amigas.

—¿Se divierte?—su amigo pasó olímpicamente su pregunta.

El camarero asintió—.Eso creo, señor.

Entonces Chad tuvo que morderse la lengua cuando vio la sonrisa sincera de su amigo. Este le hizo una seña con la mano y el hombre se retiró.

—Eh, Nico ya no me ignores—hizo un puchero logrando ganarse la atención de su amigo—, ¿quién es Claude?

Cansado, el de cabello cobrizo le señaló el barandal que daba hacia la planta baja.

—Una conocida.

Jum. Pues él también la quería conocer, así que se levantó del asiento y se acercó al barandal para ver a la susodicha. Encontró a Gael hablando con una chica de largo cabello negro ondulado, sentados en un apartado del piso inferior. Gael lucía algo cabreado, como siempre; pero feliz.

Gael estaba feliz.

—Ya vengo—murmuró.

Con la fuerza de sus brazos se sostuvo al barandal, pasó una pierna y cuando pasó la otra solo alcanzó a escuchar la maldición que le soltó su amigo tras su espalda. Para su suerte, el apartado en el que cayó estaba vacío y el asiento lo soportó.

Miró hacia arriba y vio a su amigo inclinado en su dirección.

—¡Estoy bien, precioso!

Nicholas le sacó el dedo del medio y desvió la mirada hacia la rubia Rebecca que se reía bailando sola. Disfrutaba el momento.

Por supuesto que lanzarse de la planta superior cumplió con su objetivo: Nadie podía evitar mirarlo.

Se movió entre las personas, sacó una botella espumante del bar y con su encanto habitual se acercó al apartado donde estaba Gael y la chica.

—Eh, cariño nos dejaste botados—hizo un puchero omitiendo deliberadamente a la chica, Gael estrechó los ojos y él mágicamente notó a la chica—¡Hola! Disculpa, Chad Blanchard, ¿tú eres?

Gael resopló, no podía ser cierto.

Ella le devolvió la sonrisa—.Claude.

Okay. Vale. ¿Claude qué?

Descorchó la botella con una mano sin dejar de sonreír, y le guiñó un ojo a la pelinegra. La verdad, era bonita.

De una belleza clásica.

—No creo haberte visto en Eaton, ¿o si?

Entonces Gael interrumpió las miradas que él le daba a la chica—.Va al Westminster, Chad.

Él sirvió dos copas de aquel champán espumoso rosado y le entregó una a la chica, que extraño se le hacía que Gael lo mirase sin inmutarse. Así no era divertido.

Asintió—.Claro, claro. Menos rígido que Eaton pero igual de efectivo, creo que allí transfirieron el año pasado a Tanner después del problema.

Entonces sucedió algo extraño. Algo inaudito para él.

Gael sonrió, y estrujó de forma cariñosa a la chica. Algo bastante personal viniendo de él.

—Claude es su novia.

Shock.

Parpadeó un par de veces como idiota y la copa se le deslizó un poco de las manos pero bebió de ella y mantuvo su sonrisa. ¿Y qué carajos hacía el cara de culo de Gael abrazando y estrujando a la actual novia de Tanner Hamilton?

Claude le dio un beso en la mejilla a Gael y se levantó—.Iré a buscarlo, ha sido bonito verte, primo. Oh, y un placer conocerte, Brad.

¿Primo?

¡¿Brad?!

No reaccionó lo suficientemente rápido para corregirla pues cuando se dio cuenta, la chica había desaparecido.

Gael le dio una palmada en el hombro, y se le acercó al oído—.Te conozco, basura.

Algo patitieso consiguió regresar al VIP dónde solo estaba Gael hablando con un grupo variado de personas. Enfurruñado de mala gana se sentó a beber de la botella directamente, entonces una de las amigas de Rebecca se acercó.

—¿Quieres bailar?—le preguntó.

Nah. No se le antojaba bailar con Jolie en ese momento.

Así que le dio un casto beso en los labios y meneó la cabeza, ella tiró de su mano para levantarlo del asiento y él se dejó hacer. Si no quería bailar por lo menos se podía unir al grupo.

Mientras una chica se prendaba del hombro de Gael, él se dedicó a su pasatiempo favorito: observar a Rebecca.

La buscó con la vista por todos lados hasta que dio con ella. Bailaba de espaldas a Nick, parecían disfrutar de la música y sin problemas él le recogía el cabello repartiéndole besos en la nuca.

Entonces algo brilló, no un brillo común y corriente. Un brillo reconocible en cualquier lugar.

—Gael, idiota, ven acá.

El pelinegro lo ignoró, por fin una chica no estaba fijándose primero en alguno de sus amigos.

Él no podía quitar la vista de aquellos dos, mucho menos cuando Becca le susurró algo a Nick y este enrolló su mano alrededor de aquel cuello de cisne. La besó y luego besó la singular piedra que adornaba la cadena entre los pechos de la rubia.

No, no solo sentía acidez. Sentía que se estaba quemando por dentro. Era puro fuego incontrolable.

Sin previo aviso jaloneo del brazo de Gael hasta un lugar lejos de todos donde no los pudieran escuchar.

—Venga, dime. Seguro tu notaste la piedra nueva de Becca, ¿qué está pasando?

Él sabía que si él no tenía idea de algo, Gael solía saberlo.

El pelinegro asintió y por la forma en que sonrió a él se le revolvió todo—.Es un diamante negro, Claude me ha dicho que todos están muy felices y que Alex le tiene un regalo a su sobrino.

Aquello cada vez era más confuso. Sentía que se iba a desmayar.

—¿Cómo que un diamante negro y por qué están felices?

¡Oh, Gael disfrutaba cada segundo aquello!

Se apoyó en la pared y señaló hacia las escaleras, Nick y Becca subían tomados de las manos entre risas.

—Mientras estaba en el club jugando tenis escuché a Tessa decir que Nicholas estaría hoy destrozando un anillo, no quiere que nadie lo sepa pero su familia es pésima para guardar secretos.

Las piezas encajaron poco a poco en su cabeza. Los Hamilton felices, Nick modificando un regalo para Becca, un anillo destrozado...

—No.

Gael asintió—.Anda, ponte ebrio, olvidarás todo.

Dio media vuelta y atrapó a un camarero del brazo. Tomaría el consejito del cara de culo. En el apartado Rebecca y Nicholas estaban abrazados, él le besaba la mano izquierda y ella lucía risueña.

—No luces feliz—le comentó Nick mientras Becca se iba a tomarse fotos con sus amigas.

Èl se encogió de hombros—.Ya todo me aburre.

Su amigo asintió sin quitarle la vista a la rubia—.Vas tras alguna chica, ella se engancha, te distraes y ya. Que aburrido debe ser.

Pidieron algo de beber, ya llevaban varios tragos encima cuando el alcohol hizo de las suyas.

Estaban ridículamente ebrios. Pero nadie los veía, por la seguridad de su imagen habían cerrado todo el área VIP para alcoholizarse a todas sus anchas.

Por supuesto, Gael estaba furioso por lo irresponsable de aquellos dos.

Becca dormía sobre el regazo de Nicholas, era un milagro que se hubiese dormido.

—Irresponsables de pacotilla, he cerrado el club y ustedes siguen bebiendo, idiotas.

Chad movió la mano arrastrando las palabras con una sonrisa ebria—:Shh, shh, bajito, esta dormida.

Señaló a la rubia.

Nick le hizo señas al pelinegro—.Cárgala, la puedo lastimar si me caigo con ella.

Antes de que Gael pudiese decir algo, Chad se le adelantó, soltando una de sus risas que todo lo cubren.

—La puedes lastimar de muchas formas, Nicky...—canturreó.

En ese momento, el único sobrio del cuarteto se quiso sentar a ver el mundo arder. Y lo hizo.

De pronto Chad tenía ganas de decirle a su amigo que sinceramente, esperaba cualquier descuido lo suficientemente amplio para, por fin, tener a Rebecca en su poder.

La quería en sus manos.

Siempre había sido así, quería y codiciaba aquello que hiciese sonreír a sus amigos.

El alcohol en el organismo de Nicholas repentinamente desapareció, fue como si un interruptor lo hiciese entrar en razón. Con sumo cuidado apartó a la rubia que descansaba sobre él, esta se removió y él la arrulló dejándole un beso en el cabello. Rebecca quedó dormida de nuevo.

—Cárgala—le ordenó a Gael.

Él quiso negarse pero notaba la sonrisa listilla de Chad en los labios, el castaño iba a disfrutar del momento así como él disfrutaba de sembrar el caos.

Levantó a Rebecca en sus brazos, apenas lo hizo Nick atrapó en su puño la camisa de Chad.

Mierda. Él y su bocaza, tuvo que haberse quedado callado. Estaba jodido

—Nico.

La mirada que le daba el de ojos verdes era de asco y repudio. Así que se calló.

Aún agarrado por la camisa fue arrastrado escaleras abajo, por todo el club y luego afuera de este donde el amanecer ya comenzaba a iluminar Londres, fue soltado de golpe contra el suelo.

Desde allí en el suelo recordaba fácilmente las veces que Nicholas les había ordenado desde niños quitarle la vista de encima a Rebecca.

—La lealtad es importante—le recordó Nick mirándolo desde arriba con desconfianza—.Y ser idiota es gratis.

Tomó la mano que este le extendía, Nick le hizo una seña a Gael de que le entregase a Becca; él la sostuvo en sus brazos mientras Nicholas le daba las llaves de su camioneta a Gael para que condujese.

En los asientos traseros iban Becca y él, en los delanteros Gael y Nick.

La rubia se despertó en sus brazos cuando llegaban a la casa de los Hamilton donde todos dormirían. Entre sueños ella le sonrió y él se quiso morir, con la boca cerrada y media dormida podía jurar que era mas linda.

En el pasillo del segundo piso todos se detuvieron frente a sus puertas.

—Descansen—se despidió Nick de sus amigos y se perdió en su habitación.

Gael farfulló alguna de sus malas frases entre dientes e hizo lo mismo.

Solo quedaban él y la rubia.

Ella se miró las uñas distraída solo porque sí—Gracias, por cargarme.

—Cuando quieras, oxigenada.

Becca resopló, pero en verdad agradecía por haberla cargado cuando bajaron del auto hacia la casa pues sus pies estaban a punto de explotar de lo hinchados y doloridos que estaban; así que se acercó para darle un corto abrazo de agradecimiento a él.

Pero un movimiento rápido por parte de él y sus labios se encontraron. Ella soltó un chillido y se alejó horrorizada.

Tanto Nick como Gael salieron de las habitaciones preocupados por el chillido.

—¿Qué pasa?—Nick la revisó en busca de alguna lesión.

Ella miró al castaño. Sus ojos estaban de un café muy claro, pupilas dilatadas y una sonrisa victoriosa de medio lado.

«Anda, díselo. Vamos. Anda» Deseaba él mentalmente sin quitarle la vista de encima.

Al ver que ella no respondía, a sabiendas del mal humor que podía tener Nicholas y sobretodo contra Chad que era su amigo más íntimo; respondió él.

—Nada, se alteró porque le dije oxigenada, ¡ya no aguanta nada!

Gael volteó los ojos y se fue. En cambio Nick le dio una mirada asesina y se ofreció a cargarla hasta la cama pues seguro le dolía caminar.

—Ya déjala en paz, Chaddy.

Él asintió—.Descubrí que tiene neuronas, Nico.

La rubia le dio una última mirada horrorizada llena de odio antes de perderse en la habitación con Nick.

Sí, su centro de gravedad tenía un solo nombre. Nunca esperó ese ataque porque él siempre había sido el telonero.

Los tres sabían lo doloroso que había sido la traición de Yvonne para Nick.

Chad había traicionado.

Y Becca se había callado, otra traición sería fatal para Nick y viniendo de su mejor amigo pues peor.

Gael había callado.

Chad había traicionado.

Rebecca había disimulado.

Y Nick se había hecho el idiota.

Entonces él encontró el hilo perfecto para deshilachar: tomaría los puntos vulnerables.

¡Un juego más! Solo esperaba que su Nico fallara.

N/A: como dijo la todopoderosa Ariana Grande: I see it, I want it, I got it

Capitulo suuuuper largo pero interesante, ¿nop?

Sip.

Chad es un encantooo y un amoooor pero es lo peoooor. Literalmente. O sea, esta en un nivel superior a Gael. And that's the tea

Y dirán: ¡BECCA LE TUVO QUE HABER DICHO A NICK QUE CHAD LE ROBÓ UN BESO!

*SPOILER ALERT*

Sí, tuvo que haberlo hecho. Solo que, a ver, soy Becca y estoy comprometida con un hombre que besa el suelo por el que camino y literalmente su mejor amigo me robó un pequeño pico. Nick lo va a matar, lo va a odiar y cambiará su personalidad al igual que cuando Yvonne lo traicionó.

¿Qué diablos hago? Pues sencillo, me quedó congelada y evito a toda costa la existencia de Chad.

Y sí, eso no funcionó.

Besos, besitos! Espero leerlos🥺Te quiero mucho conchale🥺

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