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1. Ahogar mariposas

6 Meses antes. Vacaciones de Verano. Londres, Inglaterra.

—¡ABRE LA PUERTA, SÉ QUE ESTAS AHÍ!

Lanzó un suspiro, que aburrido, tenía que lidiar por cuarta vez con él. Era una "suerte" terrible que tuviesen gustos parecidos.

Estaba solo en casa, gracias a Dios ya no estaba en silla de ruedas y podía caminar más rápido, en teoría; con las muletas que tenía ahora. Aunque si hubiese estado en silla de ruedas aún, sabía que él no dudaría en lanzarlo cuesta abajo a mil kilómetros por hora.

Pero tenía sus muletas, al menos le atinaría un buen muletazo en una costilla, ¿cierto? Podría usarlas como un arma.

Gael siguió aporreando la puerta con ganas de tirarla abajo—¡CHAD, ABRE LA PUERTA, JODIDO LISIADO!

¿Él? ¿Lisiado?

—¡PERO YA CÁLMATE, TE HICE UN FAVOR!

En teoría.

En práctica el favor se lo habían hecho a él.

El auto de Ethan, el padre de Chad; estacionaba frente a su casa cuando vio al pelinegro. Gael tenía las mejillas rojas como un tomate, y de mala gana se sacaba alguna que otra lágrima. Ethan meneó la cabeza, ¿qué sucedía esa vez? Se apeó, caminando muy lentamente hasta la entrada de su casa llamó la atención de Gael, que estaba decidido a esperar a que Chad saliese.

—Eh, ¿qué sucede, Gael?—se sentó con su costoso traje junto al muchacho de semblante triste.

Gael era la tercera rueda que hacía funcionar la bizarra amistad que tenía aquel cuarteto. El muchacho era alto, con un aspecto clásico inglés, llevaba el cabello negro un poco más largo que su hijo, rozándole las orejas; y sus ojos oscuros siempre lucían desinteresados.

Él se encogió de hombros—.Lo de siempre, pedazo de idiota egoísta—cayó rápidamente en cuenta que hablaba era con el padre de ese idiota egoísta, así que se apresuró a agregar:—Con todo respeto, Ethan. Pero es un animal.

Oh, vaya. Sea lo que sea que sucediese esa vez, era muy serio.

Ethan asintió y le dio una palmada en el hombro—.Debo llevarlo a terapia, pero con gusto puedes pasarte por el restaurante después.

¿Cómo?

Gael le dio una mirada de no comprender, y este le guiñó un ojo. Lo que hubiese hecho Chad esa vez, merecía un escarmiento. Se levantó, sacudió su ropa y le dio un último asentimiento de cabeza, del enojo que llevaba se había ido hasta allí desde su casa caminando.

Ethan lo vio alejarse, soltó un suspiro y se levantó, justo en ese momento la puerta de la casa se abrió dejando ver a un Chad usando muletas.

—¿Ya se fue?—asomó la cabeza con cuidado de no ser visto por el enemigo.

Su padre le dio un zape en la nuca al pasar por su lado—.Hasta que no te salga mal ese jueguito, no te vas a detener. Pobre Gael.

El castaño estaba ofendido, totalmente ofendido. Como pudo logró cerrar la puerta e hizo maromas para alcanzar a su padre que iba hacia la cocina.

—Pero si yo no hice nada, ¡no es mi culpa! Además, esa cosa no tiene sentimientos.

Ethan apretó los labios, su hijo no podía estar hablando en serio—.Esa cosa es tu amigo, y sí tiene sentimientos.

Oh, no, eso sí que no.

Su padre, su papito, tenía que estar del lado de él. De su único y primogénito hijo, su criaturita, el favorito... bueno, favorito sí era porque no había otro, ¡pero ese no era el caso!

—Papá, yo no hice nada, ¡mira, ni salgo de la casa!

Claro que Ethan lo miraba. El inteligente de su hijo, en su demostración de pobre angelito; había dejado caer sus muletas quedando de pie a la perfección al levantar los brazos señalándose.

Chad cayó en cuenta y sonrió tenso—.Eh, ya me siento mejor, geni-

Una mueca de dolor no lo dejó continuar, apretó los labios pero prefirió dejarse caer al suelo. Aún le dolía, y ya estaba cansado de eso, ¿cuando sanarían sus fracturas? Apretaba tan fuerte los labios que estaban a punto de sangrarle, pero su padre no perdió tiempo y lo levantó ayudándolo a apoyarse en él.

—Vamos a la terapia, todavía necesitas las muletas—meneó la cabeza.

Él suspiró con muy pocos ánimos, con ayuda de su padre subió al auto en el asiento de copiloto; Ethan regresó a la casa para buscar las muletas, al guardarlas en los asientos traseros del auto vio de reojo que Chad miraba con algo de tristeza su auto cubierto por una manta en el garaje.

Definitivamente no conduciría en un tiempo.

Se distrajeron hablando, ya habían llegado los resultados finales del concurso de cocina en el que había participado Chad y el ganador, indiscutiblemente, era él. Había asistido estando en silla de ruedas, Gael lo había acompañado en las últimas rondas... Se sentía raro, como algo agrío en el estómago. No, acidez no era.

¿Gastritis?

Nah, de seguro eso no era.

¿Entonces? Ah, que asco, sentía culpa.

La clínica especializada contaba con un piscina interior climatizada especial. Ese día le tocaba eso, luego un rato en la caminadora y después terapia con calor para mitigar el dolor.

Los pasillos de vidrio de la clínica ya se le hacían familiares, al pasar por un salón vio a Jackson. Sintió envidia, Jack ya estaba bien desde hacía meses luego del accidente que ambos tuvieron en el campo de Polo, pero a él aún le quedaban un par de terapias y al final de esa semana lo re evaluaría el doctor.

Se acercó y le dio dos golpecitos al vidrio, Jackson se giró y vio al castaño. Se levantó y salió del salón de espera para saludarlo.

—Tipo, parece que te atropelló un camión—se carcajeó Jack, la verdad Chad se veía bien pero el rostro le cambiaba cada vez que le soltaba alguna broma.

El castaño resopló—.Ya quisieras estar como yo.

Jackson meneó la cabeza—.Nop, claro que no. ¿Terapia?

—No, un cumpleaños.

De ninguna manera, el sarcasmo era de Jack, Chad no lo copiaría—.Oye, consíguete tu propio humor.

Una enfermera se asomó desde el final del pasillo, Chad se tenía que ir así que le lanzó un beso a Jackson que lo miró de mala gana y siguió su camino.

La fisioterapeuta charlaba con la enfermera, era una mujer asiática de unos treinta con cabello negro recogido en una coleta alta.

Ella le dio una mirada, ya conocía perfectamente bien el humor de Chad así que trataba de mantenerse a raya. Aunque el chico era bonito.

—Buenos días, Chad, ¿cómo estas?—se acercó manteniendo su distancia luego de que la enfermera se fue.

Él torció los labios fingiendo pensarlo—.Me quieren matar, ¿puedes creer eso?

—Oh, no me sorprendería.

Chad hizo una nota mental, no dejar que su madre chismease con más personas.

Ese día el mundo conspiraba contra él, nadie lo apoyaba y lo trataban de una manera horrible. Se sacó la ropa quedando en sus shorts de baño y se metió en la piscina con ayuda de los pasamanos. Ya sabía lo que tenía que hacer, así que para distraerse divagó un rato en sus pensamientos escuchando y acatando de vez en cuando las indicaciones de la terapeuta.

Quizás si estaba algo mal con él, pero Aria era realmente bonita. Y risueña... Estaba en sus clases, era algo torpe para las clases y solo estaba sacándole provecho a Gael. ¿Qué importaba? Era una mala persona y él, bueno, él también.

Allí estaba de nuevo esa acidez. También conocida como culpa. ¿Había sido una mala idea salir con ella? Sí, pero nada de que morirse. Bueno, ni siquiera habían salido, ella se había ofrecido a ayudarle con sus terapias cada vez que pudiese salir de Eaton.

—...Chad, Eh, Chad—la terapeuta chasqueó los dedos frente a él repetidas veces.

Él meneó la cabeza sacudiendo esos pensamientos y la miró—¿Hmm?

—No vamos a progresar nada si sigues encogiendo las piernas—ella se encogió de hombros, entonces él lo notó, mantenía las piernas recogidas para evitar sentir dolor al estirarlas—.Vas a continuar percibiendo el fantasma del dolor si haces eso, sé que cuesta pero haz un esfuerzo, te estas acostumbrado a estar así y no es bueno para tu motricidad.

Asintió. Hizo algunas respiraciones con la terapeuta para relajarse, y para llenarse de valor; estiró primero una pierna que se sintió como enderezar un alambre. Claro que sintió dolor, pero después de unos minutos fue soportable. Hizo lo mismo con la otra y poco a poco retomó su terapia.

—¿Cuándo podré montar de nuevo?

La terapeuta le dio una mirada, no sabía como decirle que aquella no era una buena idea—.Todo depende de ti, ¿haz hecho los ejercicios que se te indicaron para la casa?

Nop. Había estado ocupado, se aburría mucho en la casa solo. Veía a Gael varias veces a la semana, también veía alguna amiga, y a sus padres. Desde que habían comenzado las vacaciones no había visto a Nicholas, ni a Rebecca. Hablaba con él casi a diario por teléfono y videollamada, pero nada más que eso.

¿Cuándo volvería su Nico? Ya estaba aburrido de ver la apática cara de Gael.

Y estaba seguro que este lo asesinaría con un pitillo secretamente por la noche en algún momento.

Para cuando se terminó su terapia de calor, en verdad se sentía mejor. La próxima semana cuando lo chequeara el doctor, le daría buenas noticias sí o sí.

Su padre lo esperaba afuera de la clínica, todos estaban siendo desconsiderados con él. Hizo un puchero cuando lo vio y Ethan volteó los ojos evitando reírse, no necesitaba una comedia cuando su hijo era el vivo drama en carne propia.

—¿Adonde vamos?

Sospechoso.

Ethan lo miró de reojo—Pues al trabajo de tu mamá, ni modo, ¿no?

Volvió a hacer un puchero. Que violenta estaba le gente ese día, ¿acaso nadie tomaba en cuenta que estaba chiquito y aporreado?

Estacionaron por la entrada trasera del restaurante, tal vez su madre sí lo mimaría con algún postrecito delicioso. Su padre bajó y entró al restaurante, otra vez se había olvidado de su pobre cachorrito; de mala gana se bajó y decidió usar una sola de las muletas.

Empezaría a caminar sin ella fuese como fuese.

Entonces la puerta del restaurante se abrió, y por un momento creyó que era alguno de sus progenitores que se habían acordado del pequeño Chaddy, pero no.

—Chad, maldito idiota, Blanchard.

Suspiró—Gael, por favor no me pegues tanto, Chesterfield.

El pelinegro estaba muchísimo más calmado, pero eso no evitaría que le diese un buen puñetazo en el rostro al cara bonita de su amigo.

Chad levantó un dedo pidiéndole un segundo de tregua, Gael se lo concedió de mala gana mientras el castaño se apoyaba contra el auto.

Ahora sí, listo. Si el golpe lo tumbaba por lo menos se deslizaría hacia el suelo mas suave.

Hay que pensar primero en la comodidad... y en no volver a terapias.

Gael reunió toda la fuerza que pudo y atinó dos puñetazos seguidos en el rostro del castaño que soltó un quejido y una maldición. Efectivamente se deslizó hacia el suelo cayendo de trasero.

—¿Estamos a mano?—demonios, Gael tenía la mano pesada.

El pelinegro lo miró con rencor, y chasqueo los labios—.Ya luego hablaremos, lisiado.

—Oh, esta bien. ¡Adiós, Gaelcito!

Gael ni se molestó en voltear. Chad era un verdadero idiota.

Tras unos minutos sentado pensando en la inmortalidad del cangrejo, se levantó y entró al restaurante. Su madre lo esperaba con una bolsa de frijoles congelados en la mano.

—¿Cómo puede uno confiar en su familia si la propia familia lo vende a uno?—Gabrielle le sacudió los frijoles por la cabeza y él hizo un morrito—.Mami, me pegaron.

Ella lo miró mal, llevaba su uniforme impecable a excepción de las mangas de su chaqueta recogidas que estaban llenas de diversas manchas de salsas. Tenía varios restaurantes, era una chef de renombre con varias estrellas Michelin en su poder, su carácter era tan filoso como un cuchillo y, siempre se turnaba entre sus restaurantes y el ser madre.

—Chaddy, rebanaré tu carita preciosa si no te portas bien, ¿si, mi niño?

Él tragó saliva, que miedo le daba su madre de vez en cuando—.Sí, mami.

...

Noticia de último momento: Nick estaba de regreso en la cuidad y Gael no lo asesinaría vilmente con una media.

Habían pasado tres días, y en esos tres días ya contaba con muchos logros entre esos: tenías dos estupendos morados, uno en su pómulo y el otro en su barbilla. Ah, si, también caminaba con una sola muleta. Se había propuesto algo y lo lograría.

El auto de Gael se detuvo frente a su casa, este bajo el vidrio y exclamó con voz melódica:—Súbete, lisiado.

—Te odio—farfulló el ofendido castaño subiendo al auto.

El silencio era mortal. Hasta que Gael decidió romperlo, quería respuestas porque se las merecía, estaba cansado de ser el idiota del que todos se burlaban.

—Ajam, y, ¿cómo fue que terminaste enrollándote con Aria? ¡Estas lisiado, que carajos contigo, Chad!

Y ya había perdido los estribos.

Él se guardó su comentario, sabía que Gael lo odiaría infinitamente si lo decía.

Se encogió de hombros—.Ella se ofreció a ayudarme con las terapias, antes nos coqueteábamos... Nada serio, cuando estaba aburrido, ya sabes.

—¡Claro que nada serio pedazo de animal desconsiderado, si lo serio era yo!—oh no, Gael iba a llorar, estaba cansado de que se le salieran unas lágrimas de mala gana cuando se enojaba.

Chad torció los labios—.Percibo un aura violenta, ¿nos calmamos?

—Cállate. No, bueno, continúa.

Gael era un pobre diablo masoquista. ¿Pero quién era él para juzgarlo?

El castaño empujó el asiento del auto hacia atrás para acostarse mejor, relajado. Su amigo le dio una mirada cabreada, estaba tan cansado de Chad, ya ni sabía como es que seguían siendo amigos. Cuando él no lo estaba fastidiando con algún comentario, era Chad quién hacía de las suyas.

—Como decía antes de ser interrumpido por alguien—levantó sus cejas marcadas en dirección al pelinegro que volteó los ojos apático como siempre—, pues, nos entreteníamos y eso.

Gael meneó la cabeza, ¿acaso tendría que ir con un megáfono avisando que una chica le gustaba? Bueno, ni eso detendría a Chad. Él detestaba esa parte de su amigo, el castaño deseaba lo que los hiciese sentir a ellos bien. Era codicioso de la felicidad ajena sin escrúpulos pero su encanto y carisma encubrían todo.

Se las cobraría.

Estiró una mano y desabrochó su cinturón de seguridad y el de Chad, que soplaba un mechón de su cabello distraído. Aceleró el auto, volviendo a su actitud y estado anímico habitual.

—¿Sabes, sonrisitas? Ya no tiene sentido vivir—Chad enderezó su cabeza de inmediato, ¿cómo era la cosa? Gael empujó más el acelerador—.La vida no tiene sentido, soy tu amigo, Nick y yo somos tus amigos y tú, ¿por qué? Lo mejor sería, dejar de vivir.

Diablos. Diablos. Diablos. Gael no podía estas hablando en serio, ¿o sí?

El velocímetro estaba disparado, ¡él manipulador hablaba en serio, demonios!

Chad se sentó, abrochándose el cinturón lentamente—.Eh, Gaelcito, yo sé que tú eres un tipo genial y todo eso, nada más que un poco mierda, ¡pero ey, yo también lo soy, no importa!

«No puede ser mas idiota porque las neuronas no le dan» Masculló para sus adentros el pelinegro.

—Ser el segundo lugar siempre no tiene sentido—él tono lúgubre había asustado lo suficiente a Chad como para pensar en sus errores.

El de ese día había sido subir en el mismo auto que el chico al que le arrebataste la chica con la que salía.

—De hecho, serías el tercer lugar, porque...—Gael le dio una mirada asesina, Chad siempre con sus idioteces—¡AGUANTA, YO NO ME QUIERO MORIR CONTIGO, DEJA QUE POR LO MENOS BUSQUEMOS A NICO! ¡AHÍ SÍ!

El pelinegro volteó los ojos y se abrochó el cinturón, disminuyendo la velocidad hasta detener el auto. Chad tenía los ojos cerrados, hubiese preferido matarse con cualquier otra persona menos con el amargado de Gael.

Abrió un ojo, ¿no se habían estrellado? No, estaban frente a la casa de Nicholas. Qué alivio.

Miró al conductor que le dio una mirada hastiado—.Eres un payaso.

—Y tú muy indiferente, y-

—Ya cállate, Chad.

Aún con gesto amargado, Gael ayudó a Chad a bajar del auto, quién no dudo en abrazarlo diciéndole que lo quería mucho. A él sinceramente le daba igual si el castaño lo adoraba o no.

Tessa abrió la puerta, lucía impecable como siempre, pero su rostro se partió en una mueca de confusión al ver el rostro del castaño.

—¿Pero que te sucedió, Chad? Oh, hola Gael, adelante chicos, entren—abrió aún más la puerta dejando entrar a ambos jóvenes.

Chad estuvo a punto de hablar pero el pelinegro se le adelantó, colocando una mano sobre el hombro de su amigo que lo miró de reojo horrorizado.

—Se cayó.

Tessa frunció el entrecejo, ¿se supone que esos golpes eran una caída?

—No es-

Un apretón en el hombro evitó que continuase su réplica, y Gael agregó con gesto indiferente:—Primero de cara, luego de culo, fue en la ducha. Es que esta lisiado, Tessa.

Bueno, tantos detalles no los necesitaba ella, así que con gusto lo dejó pasar y fue en busca de su hijo que supuestamente estaba en su habitación.

Chad se acomodó en el sillón de la sala, cuando su Nico bajase lo primero que vería sería su carita preciosa. Estaba listo para soltar un "volviste" muy dramático, cuando Tessa apareció luciendo preocupada.

—Nico no está, llamaré a Chris, un momento niños.

El castaño miró de reojo a Gael, que se encogió de hombros, él tampoco sabía que no estaba. Desde la sala lograron escuchar a Tessa hablando con su esposo, el par Hamilton había sido interceptado por los Stewart y estaban en casa de estos, extendieron la invitación sin titubear para Tessa y sus amigos.

—No me sorprende que no le hayan avisado—Gael sonrió con sorna.

Él asintió, haciendo un movimiento con la mano para restarle improvisación—.Tampoco que no te haya avisado a ti, ¿pero y yo?

El pelinegro lo miró con desprecio, se limitó a voltear los ojos y esperar junto a Chad hasta que Tessa regresó.

La mujer les avisó que estaban en casa de los Stewart esperando por ellos, y que ella los alcanzaría luego de arreglarse ya que no se encontraba arreglada como para asistir de una vez.

—Gael, amigo, no me quiero morir—farfulló subiendo de nuevo al auto.

El susodicho resopló—.Si me fuese a suicidar, serías la última persona con quien lo haría.

—¿Y yo que tengo de malo, eh?

Oh, Dios. Chad debía estar de joda. El trayecto desde la casa de Nicholas hasta la de Rebecca era muchísimo más corto, así que después de que Chad se identificó en la entrada, los dejaron pasar hasta la casa.

Quién abrió la puerta fue el padrastro de Rebecca, Angel; el hizo el mismo rostro de confusión que Tessa al verlo, pero prefirió no preguntar y dejarlos pasar.

—Nick y Becca están en el salón del fondo—señaló Angel de forma distraída el pasillo.

Chad levantó el pulgar en alto, no tenía pérdida, él visitaba más a menudo la casa de Becca que Gael, quién lucía desinteresado como siempre.

Ambos chicos se encaminaron por el pasillo hacia la puerta doble que se encontraba semi abierta, con cuidado se asomaron por el espacio abierto, no querían sufrir las consecuencias de interrumpir en el momento incorrecto. Primero se asomó él, como siempre era el conejillo de indias, y claro, el más curioso.

En el sillón de tres plazas estaba Nicholas sentado a todo lo largo, llevaba unos pantalones oscuros y estaba sin camisa; sobre él recostada sobre su pecho estaba Becca. Quizás hablaban en voz baja, ya que él tenía su cabeza agachada hacia ella. En un segundo soltó una risa, sus manos se encerraron alrededor de la cintura de ella y de un movimiento la sentó sobre sus caderas.

Se besaron, claro que lo hicieron; era un momento demasiado íntimo para interrumpir.

Gael impaciente tiró de su brazo y por poco Chad se cae—¿Entramos?

—Shhh.

Se volvió a asomar, y ocurrió una tragedia: un par de ojos verdes lo miraban directamente.

Soltó una maldición entre dientes y sin más remedio, abrió ambas puertas de par en par. Gael pegó un respingo, ¡no le había avisado que abriría la puerta! ¡Estúpido lisiado!

Becca dio un brinco del susto, pero Nick la sostuvo contra su pecho. Todo estaba bien.

—¡NICO, OXIGENADA!—oh, que feliz estaba Chad de verlos.

Chad entendió que lo que parecía un vestido para Rebecca, no era más que la camisa de Nicholas. Y tuvo que hacer un esfuerzo inimaginable para mirar a su amigo. Becca lucía como una diosa, sus piernas, su cabello, su rostro... Todo en ella era tan perfecto que se sentía babear. Estaba loco. Muy loco. Mirar a Becca era como ver el sol salir, ya conocía esa sensación que ella le causaba:

Mariposas.

Siempre le causaba mariposas, era una diosa y él le rezaría de rodillas de ser necesario.

Y la jauría de mariposas se vio ahogada cuando posó con dificultad sus ojos sobre el chico que sostenía la mano de ella.

Nicholas estaba de pie, y lucía tan diferente como Rebecca. Efectivamente había estado haciendo ejercicio, tenía el cuerpo trabajado pero seguía manteniendo su esbeltez. Su cabello cobrizo estaba corto, algo desordenado y sus ojos verdes lucían intimidantes al oscurecerse.

Y a Becca, en ese momento le montaría un altar, estaba como toda una diosa. Su cabello rubio como hebras de oro, aquellos ojos azules como témpanos de hielo y... sencillamente era una diosa.

—Los buscamos en tu casa y no estaban—se quejó Gael para aligerar el ambiente cargado de tensión.

Nicholas reaccionó, sonriendo—.Lo siento, si estaba pero tenía que venir, luego entramos en la piscina y ya no sé dónde quedó mi teléfono.

Realmente se veía avergonzado por eso.

Eso explicaba los cabellos húmedos y que Rebecca estuviese en biquini con la camisa de él puesta.

La rubia se acercó tirando de la mano del de ojos verdes—.Voy a subir por unos shorts para ustedes y volvemos al agua, hace un buen clima, ¿cierto, Nicky?

Él asintió. Rebecca soltó su mano para primero saludar a Chad.

—Con cuidado, soy de cristal—hizo un puchero que la hizo sonreír.

—Ay, por favor, que dramático.

Cuando los labios de la rubia tocaron su mejilla, se quiso morir. Ella olía delicioso, le dio un corto abrazo con su brazo libre y a regañadientes tuvo que soltarla.

Sí, se quería morir.

—A mi ni me abraces—farfulló Gael, ganándose las malas miradas de los otros dos chicos.

Rebecca chasqueó los labios, empujando su cabello tras sus hombros—.Ni me interesaba hacerlo, amargado.

—¿Sabes quién más es un amargado?—Gael estaba listo para enzarzarse en una pelea con ella, a modo de bienvenida.

Pero Chad interrumpió—.Aloo, ¿y los shorts, oxigenada?

¿Por qué la atención se había desviado de él?

Ella asintió, dio un par de pasos fuera de la habitación pero se detuvo en la puerta.

—Nicky, ¿me ayudas?—bateo sus preciosas pestañas.

Él sonrió de medio lado, por ella lo que fuese—.Claro que sí.

Ambos salieron del salón, Gael se asomó para asegurarse de que ya no estaban cerca y luego se cruzó de brazos.

Chad se revolcaba en el sillón, hasta se le había olvidado su dolor por las fracturas.

El pelinegro volteó los ojos—.Tú, despreciable ser humano con carita bonita, estas jodido.

Él lo miró de mala gana—¿Ya se me nota bastante, cierto?

—Ajá.

—Diablos.

N/A: ¡BIENVENIDX NUEVAMENTE A LAS SOMBRÍAS AVENTURAS DE BILLY Y MANDY!

Ok, no.

A modo de bienvenida a este nuevo libro del precioso, encantador y papirruqui de Chaddy. De una vamos haciéndole honor al título 😉

Gracias por acompañarme en esta nueva aventura, un abrazo mental (u know distanciamiento social) y por los comentarios y votos.

Puedes seguirme en mi cuenta de  Instagram: @genmej allí subo notitas, avisos, tengo crisis existenciales, les enseño cosas y fastidio con encuestas y aja.

Te quiero mucho, gracias por estar aquí.

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