Epílogo
Epílogo.
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Trabajar en la vida era algo que había tomado en cuenta desde hace un par de meses. Pero nada la había preparado hasta estarla viviendo.
— ¡Señorita Darcy!— Llamó su secretario tocando varias veces la puerta de su oficina antes de darle el permiso autorizado.— ¡Señorita Darcy, su itinerario ha cambiado de último momento!, El señor Jones ha decidido posponer a una junta el día de hoy en privado a las 9:00 de la noche. La señora Claire dice que la espera en su empresa en...
Sí.
Roselyn estaba enfrentando su nueva vida como la presidenta de su empresa. No llevaba más que un mes organizándose con cada miembro de su área laboral. Para en este caso, había decidido entrevistar personalmente a cada miembro que trabajaba para su empresa.
Su primera actividad era buscar posibles infiltrados o personas que pudieran perjudicar en su herencia.
Con Arthur había aprendido muy bien que debía ser atenta con las personas que la rodeaban, ya no era solo ella; eran todos los que estaban a su lado.
Para su buena inspección, no existían anomalías en los registros, en los documentos e incluso en las cuentas.
Respecto con su personal de trabajo, les había agradado mucho conocer el historial de cada uno de ellos. La mayoría eran padres, algunas madres solteras y otros jóvenes con deseos de emprendimiento. Roselyn trataba de darles lo justo y motivarles en sus áreas. Tenía nuevos proyectos por realizar dentro de su empresa.
Aunque también debía organizar algunas conferencias sociales para relacionarse con los exteriores. Lo cual éste era el trabajo más pesado, muchos se habían interesado en ella debido a las imágenes filtradas sobre ella e Arthur.
Sin embargo, gracias a él los rumores fueron cancelados y él aclaró que no eran nada más que socios. Ella le había explicado que no quería tener a los medios de comunicación encima de ellos, así que su relación para el público era privada.
Aún así... Le molestaba no poder disfrutar de su relación con Arthur de manera libre.
Él la esperaba a veces en su departamento y Roselyn trataba de irse disfrazada para no causar más rumores de los que ya se estaban apagando.
No le gustaba aquello.
¿¡Quién se creía para decirles que ella solo era una socia?!
— Aunque prácticamente yo le dije que lo hiciera.— Murmuró para sí misma.
— Disculpe, ¿Dijo algo señorita Darcy?
— No. Nada.— Mencionó tomando su abrigo para levantarse de su silla.— Vamos a hacer lo que me dijiste. ¿Podrías pasarme la lista para leerla?
— Por supuesto señorita Darcy.
—— 💙 ——
Roselyn deseaba un descanso.
Su abuela jamás le había comentado que tenía que estar tolerando mal educados, hombres que deseaban propasarse con ella.
El último había sido un idiota y ella no resistió en darle un puñetazo en la cara para demostrarle que ella no podía hacer lo que él quería.
Le valía nada si se cerraban sus puertas con esa empresa. No iba a tolerar ese tipo de tratos. Además, ella podía mantener su empresa de pie sola.
Claro, era mentira. Realmente ella estaba sobreviviendo gracias a sus empleados.
Y era por eso que había decidido crear un día a la semana en común dónde estuvieran todos los presentes para crear la empresa en armonía.
En los techos se colocaban adornos, existían rifas para que todos tuvieran probabilidades de ganar, y ella invitaba la comida de ese día.
— Tus empleados se ven muy felices.— Mencionó Celine impresionada al ver que cada uno que pasaba se detenía para agradecerle sus atenciones.
— Un empleado feliz no tendrá motivos para distraerse de la meta.— Pronunció mientras ambas tomaban asiento en la cafetería. Todos saludaban a Roselyn con una sonrisa y le decían una vez más los felices que estaban con el trabajo.— Soy de las que piensan que para tener un éxito, debemos empezar desde lo más bajo. Ya si ellos deciden traicionarme o no, las leyes se harán cargo.
— Tendrían que ser unos estúpidos si piensan hacer algo en contra de la empresa.— Respondió tomando un poco de su malteada.— Tú siempre les estás ayudando y eres muy generosa si me lo preguntas.
Roselyn se sonrojó. ¿Realmente lo era? A veces pensaba que también era muy exigente.
— ¿Sucede algo?— Cuestionó al verla irritada y con un bostezo.— Te ves muy cansada.
— Últimamente no he estado durmiendo bien y he hecho horas extras en la empresa.— Informó.— He tenido problemas en el exterior con otros empresarios. Mi abuela me dirá que no puedo ir golpeando a cada uno que me falte el respeto.
— ¿Y por qué no te tomas vacaciones unos días?— Interrogó.
— Acabo de empezar hace un mes. No puedo hacer eso. Según investigué, los empleados tienen derechos de vacaciones cuando cumplen un año dentro de la empresa. Que sea la presidenta no me quita que también pertenezco a la clasificación de empleada.— Respondió cansada.— No sería justo.
— Y... ¿Cómo te va con Arthur?— Su expresión cambió a una de seriedad.
— ¡Me estresa!— Mencionó irritada.— ¡No me ha hablado en todo el día, ¿Puedes creerlo?!, Entiendo que esté ocupado en su propio trabajo porque también tengo el mío. Pero existen 24 horas, 1440 minutos y NI UN SÓLO mensaje o llamada.
Celine sonrió divertida ante su exasperación.
— No es divertido. ¡Sólo pido su atención aunque sea sólo unos segundos!, ¡No le perdonaré un día más!— Mencionó con decisión mientras se levantaba de su asiento.— Ya se me acabaron los 5 minutos de descanso. Debo de irme.
— Pero... Ya son las 11 de la noche.— Pronunció viendo que ya la cafetería había quedado vacía.— Y además es viernes.
— Sí, pero quiero adelantar trabajo en este momento para despertar media hora más tarde mañana.— Comentó tirando su vaso al basurero.— Nos vemos después.
— De acuerdo, no te explotes demasiado.
Roselyn caminó hacia su oficina cansada nuevamente. Observó su celular una vez más antes de entrar a su oficina. Nada.
No existía señal de su novio.
— ¿Esto es estar en una relación?— Se cuestionó abriendo la puerta para finalmente entrar.
— Si estar en una relación significa separar tiempo para tu pareja, lo es.— Roselyn escuchó la voz de Arthur al fondo de su oficina.
Iba a encender el interruptor pero las luces iluminaron dejándola maravillada al ver que su lugar estaba cubierto por adornos, una mesa preparada al centro con una cena que olía deliciosa.
Su novio le sacó una silla para invitarla a tomar asiento.
Ella se sonrojó.
Todo su mal humor, su cansancio, su estrés desaparecieron al tener solo la presencia de su novio.
Arthur atrapó sus labios en un pequeño y corto beso que la dejaron deseando por más contacto labial.
Se sonrojó más. ¿Hace cuánto tiempo no se habían visto por los horarios de cada uno?
— Arthur...
— Bienvenida a tu oficina Roselyn.— Pronunció tomando asiento a su lado para después indicarle que diera una probada a la cena.
Ella se dejó llevar por la escena.
El resto ya no importó.
En un segundo él estaba escuchándola hablar de todo lo que había realizado en esa semana, escuchaba sus enojos, sus quejas, sus debilidades y las dificultades que se había tenido que enfrentar sola. Cada palabra él la escuchaba con atención. Pero lo que más ponía toda su atención era en su sonrisa.
Adoraba verla sonreír de esa manera y notar ese brillo que ella solo colocaba ante su presencia.
Por otra parte, Roselyn ahora entendía a lo que se refería su abuela.
Claro que ella podía manejar su vida sola y perfectamente. Quizás no necesitaba a nadie para salir adelante, pero también debía reconocer que la vida era mucho más interesante cuando tenía a una persona con la cual podía compartir anécdotas. Cosas con las que no se compartía con un amigo, si no con tu pareja.
Arthur también le comentaba sus días y todos los proyectos que comenzaba a idealizar para dentro de un lapso corto. Ella se interesó en cada palabra pronunciada por sus labios.
"Y si nunca te falla, si tiene miedo a perderte, y si te hace sentir importante todo el tiempo... Es la persona indicada".— Gabriel Arana.
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