3. Tiempo
Capítulo 3.
Tiempo
"Una de las claves del éxito es saber hasta cuándo trabajar y hasta cuándo descansar."— Fernando Álvarez.
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— Recuérdame, ¿Qué hago aquí?— Cuestionó Roselyn una vez más mientras leía el nombre de la tienda.
Nunca le había interesado las compras para su apariencia física, sin embargo... Allí estaba. Junto con Arthur en frente de una gran tienda de ropa.
— Ya te expliqué.— Habló el castaño un poco cansado. A veces olvidaba que Roselyn era una mujer difícil de tratar.— Esto es para darte una adecuada vestimenta para la cena que se estrena mañana.— Explicó.— Mi padre no va a poder asistir, y aprovechó esta oportunidad para que me vaya adaptando a este tipo de acontecimientos. Además, el plan era ir solo. Pero ya que estas aquí, mi padre ha insistido en llevar a alguien. Aunque específicamente a ti porque eres mi secretaria.
— Eso lo recuerdo, pero la parte que no entiendo, es... ¿Por qué tienes que estar conmigo para comprarme el vestuario?— Preguntó disconforme.— ¿No confías en mí capacidad de gustos para una cena importante?
— Soy el que va a pagar cada centavo. Quiero asegurarme en que seas perfecta.— Respondió comenzando a entrar al local.
— Demonios... No necesito vestirme de seda para lucir excelente. Pero como eres mi jefe, vamos.— Ambos comenzaron a ver los distintos vestidos y los diferentes tipos de vestimentas para escoger máximo unos 7 atuendos diferentes.
Aunque por un lado, Roselyn no podía olvidar todo lo que había pasado en esa mañana. Se la debía a Arthur. Había sido tan caballeroso al haberle permitido dormir en ¡Su oficina!
Ni siquiera se había dado cuenta cuando perdió contra la batalla del sueño. Pero al abrir de nuevo los ojos logró divisarlo con tres tazas de café y un teclado impresionante delante del ordenador. Ese hombre no conocía el descanso. Con una mano bebía el café mientras que la otra estaba enfocada en teclear letra por letra.
Roselyn caminó hacia el probador para empezar con el primer vestido, lo probó y no le gustó.
Comenzó a quitárselo pero lamentablemente el cierre de éste insistía en no bajar y la paciencia no era una de sus virtudes.
Después de intentarlo varios segundos, decidió pedirle ayuda a su jefe. Asomó su cabeza para buscar con la mirada a Arthur y sonrió al ver que estaba a menos de un metro de su puerta. Sin perder más tiempo, tomó de su brazo y lo jaló hacia el interior con ella.
— ¿¡Pero qué estás...
— Si quieres que terminemos esto rápido, ayúdame a bajar el cierre.— Indicó dándole la espalda.— ¡Este pomposo vestido no me lo permite!
— ¿Es que acaso nunca te has probado uno?
— Nunca fui amante de los vestidos.— Notificó.— Y está completamente difícil abrirlo.
— Lo primero que se hace es bajar el cierre antes de ponértelo. ¿Cómo le has hecho para ya tenerlo puesto?
— Yo que sé. Me lo puse como si fuera una blusa. Pero ahora no se quiere quitar. Se atoró en mis caderas y es por eso que quiero bajar el cierre. Me aprieta los pechos.— Comentó ya cansada.
— Bien, voy a intentarlo, aunque no sé cómo diablos hiciste para que quedara más atorado de lo normal. Está completamente atascado con la tela.
— Esto es tu culpa.— Señaló.
— ¿¡Vas a culparme por cada mala cosa que te pase?!— Reclamó molesto. Él tampoco había tenido un día tranquilo y lo que menos quería lidiar era con su secretaria y su vestuario.— Necesito entonces una disculpa.
— Mira Kingston.— Volteó para verlo cara a cara.— Tú fuiste el que quería comprarme ropa para verme perfecta en tu cena. Yo tengo un armario extra grande para cada una de mis salidas. Pero no, prefieres comprarme nueva porque ni siquiera te diste tiempo a ver mi armario.— Señaló cansada.— Jamás estaría en esta situación si no hubieras insistido. ¡Eres bien terco!
— Roselyn, basta. De acuerdo, ya no diré más. Te quitas este vestido y vas a tu gusto. Confiaré en tus elecciones.— Aceptó con un suspiro. Él tampoco quería perder su tiempo con una mujer así.
— ¡Debiste haber hecho eso desde un principio!— Respondió molesta. Si algo odiaba más que nada, es estar de compras.
Sintió como Arthur empujaba su espalda para abajo mientras que colocaba una mano en su vientre y otra en el cierre del vestido. Roselyn decidió colocar sus manos en el banco de madera que se encontraba en frente de ella, tenía que buscar una fuerza contraria a la que él realizaría.
Intentó varias veces jalar el cierre hacia sí, cuando finalmente lo logró. Aunque ambos salieron volando abriendo la puerta por la intensidad y cayendo juntos contra el suelo.
Podían ver a las personas detenerse alrededor mientras que un empleado aparecía para tratar de evitar dejar ver esa escena.
— ¡Mira mamá!— Señaló el niño a los dos adultos.
Ambos estaban en posiciones nada decorosas ante la sociedad.
Roselyn se levantó de inmediato y cerró la puerta de golpe para quitarse rápidamente el vestido y ponerse nuevamente su ropa. Ni siquiera se dió la oportunidad de ver lo que le pasaba a Arthur después.
—— 💙 ——
— Lo siento.— Murmuró mientras degustaban nuevamente algo de comida. Arthur la había llevado a una tienda de hamburguesas y ahora ambos comían de ellas.— Siento que te hayan prohibido entrar de nuevo a esa tienda, y que te cobraran ese vestido. Aparte de la incómoda escena que nos hice pasar a los dos.
— Está bien. Después de todo, fue solo un poco de dinero.— Señaló desinteresado.— Y... Fue un accidente. No esperaba que se rompiera el cierre de esa manera y mucho menos hacer la escena más incómoda. La verdad es que... No tengo planeado volver a llevarte a comprar ropa otra vez.
— Tampoco es que te hubiera permitido obligarme a hacerlo de nuevo.— Comentó de la misma manera. No estaba ofendida, pero sentía que su orgullo debería salir intacto. Claro, evadiendo la disculpa.— Y... ¿Qué se supone que debo de hacer en la junta?
— Ah... encantaría dejarte en tu habitación sola y llevarte solo a la cena. Pero hay rumores fuertes de que hay alguien que no es agrado de nadie. Quiso intentar abusar de una hija de una empresaria. Más, no se pudo hacer nada por un montón de evidencias que nos faltaron.— Informó.— Es alguien importante y tiene mucho poder. Pero su carácter es de un depravado.
— Deberían hacer algo en contra de él.
— Créeme, estamos creando un plan para deshacernos de su presencia y que pague las injusticias que ha hecho. No sabemos a cuántas mujeres habrá violado fuera del rango empresarial.— Respondió pensativo. Ahora que lo pensaba, no quería que Roselyn sufriera ese tipo de escenas.— Creo que será mejor que te quedes aquí.
— ¿¡Qué?!
— No puedo permitirme arriesgarte a una escena así.— Debatió.
— ¿Me ves como alguien que necesita que la defiendan? Si ese tipo es capaz de hacerme algo soy ideal para...
— Roselyn, eres mi secretaria. Cualquier cosa que intentes hacer, incluso la defensa personal vas a terminar perdiendo. Porque no eres nadie a su lado. Así son las cosas.— Puntualizó.
— ¿Y qué voy a hacer mientras no estás aquí?— Cruzó sus brazos en demostración de disgusto.
— Tomate las vacaciones. Yo me encargaré del resto desde allá.— Ofreció.
— No. Ni de chiste.
— Roselyn...
— Voy a ir contigo quieras o no. Si por algo tu padre insistió a que tuvieras a alguien no es para que me dejes de lado a tu antojo.— Debatió recibiendo una expresión fría de parte del castaño.— Bien, no iré a tu lado pero estaré como quiera cerca de ti.
Arthur suspiró agotado. Esta chica lograba sacarle de quicio.
Aunque era mejor tenerla lo más cerca de él a darle una oportunidad al depravado. Ni de loco soportaría tener a su secretaria a la distancia.
Suspiró nuevamente.
No ganaría contra ella. Y estaba seguro que cuando le diera la noticia a su padre de ir solo, él mismo la mandaría por su cuenta para vigilarlo. Tenía que reducir los riesgos.
— De acuerdo. Irás.— Aceptó resignado observando una sonrisa victoriosa en su rostro.— Pero, estarás siempre a mi lado. Cualquier cosa que quieras hacer, ya sea ir al baño, salir a un balcón, observar galerías, ir a pasear lo harás conmigo.
— ¡Hecho!— Le emocionaba la idea de ir a otro país.
— Y como única condición: Tendrás que fingir ser mi novia.— Sentenció.
Roselyn miró confundida. ¿Había escuchado bien?
— ¿Qué quieres decir?— Se animó a preguntar. Quería tener todo en claro antes de armar un problema en su cabeza debido a sus palabras.
— Como mi secretaria no tienes ningún poder.— Empezó apenado.— Pero si te presento como mi pareja romántica te daré el poder necesario para que seas importante en la junta y seas respetada como si fueras yo.— Explicó tratando de que no se mal entienda.— Necesito aumentar las posibilidades para que estés segura. Sé que suena muy apresurado y quizás patético, pero esa es la única condición si insistes en ir conmigo. Más, eres libre de elegir si tomarte las vacaciones o aceptar ser mi novia.
— Esta es la más pésima declaración de noviazgo que haya tenido Kingston. Y eso que he tenido varias propuestas anteriores que he perdido la cuenta.— Reclamó de brazos cruzados sin poder creer lo que se había atrevido a decirle.
Ella no estaba interesada en una relación y mucho menos con él.
— No es una declaración de amor Roselyn.— Aseguró de inmediato.— Tendría que ser demasiado masoquista como para pedirte estar a mi lado de una manera romántica. Aunque no sabía que eras romántica, es decir, no te ves...— Observó su expresión amenazante así que mejor detuvo sus palabras.
Aquella mujer mataba con la mirada.
— ¿Quién te crees que eres para adivinar si soy romántica o no?— Replicó ofendida.— Aceptaré el trato. Y seré la novia más romántica que hayas podido tener solo en la falsedad. Porque en la realidad, sería otra cosa.— Acercó su rostro con determinación con tal de mostrarle que estaba segura de lo que decía.
Arthur cambiaría su forma de pensar de ella. Ella podía. Y claro que lo demostraría.
— No me puedo imaginarte siendo romántica.— Se burló divertido sin dar un paso atrás ante su decisión.— Repasemos algunas cosas.
— Perfecto. Empiezo yo.— Respondió.— Tendrás que buscarte un apodo original. No quiero un "mi amor", "mi corazón", "mi razón de vida para existir".— Aclaró contando los apodos con sus dedos.— Para que pueda existir una relación creíble, se me hace más justo y necesario, romance, no cursilería. Si voy a fingir ser tu novia, es necesario que me ayudes a no querer vomitar sobre ti.
— Vaya, que lindas palabras.— Comentó con sarcasmo.
— Sí.— Lo ignoró.— ¿Es necesario un beso?
— Puedes dármelo en la mejilla si quieres. Normalmente, se vería más adecuado los besos en privado que en público. Así que no te preocupes por los labios.
— De acuerdo.— Aceptó más relajada. Jamás había dado su primer beso y era un momento que quería guardar para una ocasión especial e íntima.— Bien, entonces te veo mañana a primera hora supongo, ¿Verdad?
— Sí.— Asintió.— Aunque vete preparada. Llevaremos a un compañero de la empresa y para tener mejor éxito él también tiene que creerlo
— De acuerdo.
La cercanía que ellos mantenían fijamente era demasiada tentadora hasta tal punto de ser peligrosa. Ella podía sentir su aliento chocar contra el suyo y el suspiro suave que ambos soltaban casi a la par. Sus ojos verdes tenían un brillo curioso, mientras que ella deseaba poder ver el brillo de sus propios ojos.
Cualquier persona que los viera desde lejos, notaría la química explosiva que se mostraba alrededor de la pareja.
La realidad era muy diferente.
—— 💙 ——
Un nuevo día había llegado.
Llevaban más de 15 minutos esperándola. Arthur parecía un poco desesperado. Pues, la junta era demasiado importante y mientras más pronto llegaran mejor. No quería encontrarse con todo el mundo a última hora.
— Tranquilo Arthur, ya llegará.— Animó uno de sus compañeros de trabajo al ver su desesperación.
— ¡Es que no la conoces Patrick, ella suele ser demasiado puntual!— Advirtió con un poco de estrés. Su rubio amigo lo veía con preocupación.
Arthur le había comentado el plan a su padre para que estuviera al tanto de la situación y que tampoco se creara escenas en su cabeza. Su padre aceptó dichoso al observar después las noticias de que su hijo tenía una relación. Aunque fuese falsa, elevarían la imagen de la empresa y eso le ocasionaba una gran satisfacción.
— ¿Cómo es tu novia?— Preguntó Patrick mientras veía a varios metros a cierta rubia caminar hacia ellos. Aunque quería creer que era su imaginación.
— Tiene una estatura promedio. Unos ojos azules, curvas definidas, pechos medianos, cabello rubio ondulado pero normalmente casi liso que le llega hasta el final de su espalda. Es flaca con tez blanca. Y...
— Oh por Dios.— Susurró sorprendido al momento que analizaba a la rubia con todas las descripciones de su amigo.— ¿Ella es tu novia?
— ¿Qué...?.... Cielos...— Arthur giró su mirada para centrarse en la misma rubia que su compañero observaba. Era, ¿Roselyn?
Tenía puesto un vestido verde limón un poco ajustado en la cintura con un delgado cinturón color dorado, mientras que debajo de éste era suelto con un poco de vuelo, un poco más arriba de las rodillas dándole un toque clásico. Llevaba unas zapatillas plateadas que encajaban perfectamente bien con el atuendo. Y un pequeño bolso colgante del mismo color en su hombro izquierdo.
También llevaba un collar de perlas nada exagerado y unas pulseras hechas también con el mismo material utilizado en el collar. Sus aretes eran dos pequeñas esferas de cristal con un pequeño y largo colgante. Sus labios estaban remarcados con brillo sin necesidad de cambiar el color natural de éstos. Ni siquiera llevaba maquillaje. Con un simple delineador era más que suficiente para que sus ojos azules resaltaran en su rostro.
— Buenos días M'Lady.— Saludó con un pequeño beso en su mejilla y tomando de su mano una vez llegó a él.
— Lamento la tardanza... Arthry.— Aún no tenía un apodo para él. Así que decidió usar uno clásico.— Hubo demasiado tráfico y la bola de imbéciles protestantes no me dejaban salir.— Observó al que los acompañaría.— Hola, buenos días.— Mostró una enorme sonrisa.
— Patrick, te presento a mi novia. Roselyn Darcy. Roselyn él es Patrick Ingerman.
— Mucho gusto Sr. Ingerman.— Saludó cordial.
— El gusto es todo mío señorita Darcy.— Tomó de sus manos cautivado por su belleza. Nunca imaginó que su compañero tuviera un gran gusto.
— Por favor, dime Roselyn. Siendo amigo de mi novio, serás mi amigo también.— Permitió con amabilidad.
— Oh por supuesto que sí. Seremos grandes amigos Roselyn.— Continuó sin soltar sus manos sobre los de ella. No hasta que sintió cierta mirada de advertencia por el castaño.— Arthur, ¿Dónde la conociste?, Por Dios, eres realmente hermosa. Jamás creería que una belleza se fijaría en alguien tan como mi amigo.
— ¿Qué es lo que no se cree que sea mi pareja?— Se quejó el mencionado.
— Lo siento amigo, sólo decía. Pero en fin, tenemos que irnos. Nos esperan en la cabaña.— Finalizó comenzando a caminar.
Arthur suspiró ante sus comentarios. Como buena persona que era, tomó las maletas de Roselyn sin permiso alguno para ayudarla a llevarlas. Pero como Roselyn no estaba acostumbrada a ese tipo de atenciones le dió un manotazo.
— ¡Auch!— Se quejó adolorido por el golpe.— ¿¡Pero qué crees que haces?!
— Eso debería preguntarte a ti. ¿¡Qué haces?!— Susurró para no ser escuchada por el tercero. Trató de recuperar sus maletas nuevamente.
— ¿Ayudarte quizás?— Preguntó haciendo notar lo más obvio.— ¿Porque soy un buen novio que carga las maletas de su novia?
— Arthur...
— ¿Qué sucedió?— Preguntó Patrick al ver la mano roja de su amigo. Ni siquiera se había dado cuenta de lo que había pasado segundos atrás.
— Una mosca se estaba comiendo la sangre de mi tesoro.— Roselyn tendría que buscar un mejor apodo.— No podía darle el lujo de ir a compartir su sangre a otras personas.
Sí, esa idea había sido muy extraña. Pero no se le había ocurrido nada más para ese momento.
— ... Okey.— Finalizó su compañero sin más dudas.— Hay que irnos. El jet privado está por acá.
— Por supuesto, claro.— Asintieron los dos comenzando a caminar.
Al parecer no sería tan fácil llevar una relación que cumpliera las expectativas de una real.
Pasaron muchas horas antes de llegar a su destino. Al parecer la reunión sería en una enorme cabaña que los dueños organizadores habían planeado.
Ésta tenía una ubicación lejana a la ciudad, por lo que la naturaleza dominaba en casi todo el área. Antes de llegar allá, existía un enorme lago que rodeaba el lugar que le daba un toque más especial. El clima era fresco por no decir frío, la brisa era suave y no había mucho problema con el Sol.
— Pasen, pasen.— Saludó el dueño con una enorme sonrisa.— Siéntanse como en su casa. Señor Kingston, un gusto volver a verlo por aquí, aunque, ¿A quien tenemos aquí?— Cuestionó al ver a la chica que destacaba entre ellos dos.
— Buenas tardes, señor Holmes. — Saludó.— Déjeme presentarle a mi novia: Roselyn Darcy.
— Buenas noches señor. Encantada de conocerlo.— Estiró su mano, esperando la aceptación siendo bien recibida.
— El encantado soy yo, señorita.— Besó su mano con elegancia.— Eres muy hermosa y me alegro que hayas aceptado a alguien como a Arthur. Puede parecer muy introvertido pero siempre tiene muchas sorpresas para todo. ¿Verdad señor Kingston?, ¿Cómo se encuentra su padre?
— Bastante bien. Sólo que tenía unos asuntos urgentes que necesitaban de su atención.— Lamentó su ausencia.— Pero de igual manera estoy aquí en representación. Y espero que mi novia no sea mucho...
— ¡Oh no se preocupe por ello!— Negó rápidamente.— Tenemos una habitación separada para usted, de igual forma lo dejaremos compartirlo con ella.— Se acercó hacia ellos para estar a una distancia un poco personal.— Pero por si necesitan el dato, las paredes son gruesas. Así que no se molesten en ser escuchados en la noche.
Ambos se sonrojaron al entender las intenciones de sus palabras.
— Está bien.— Aceptó mientras tomaba la mano de Roselyn.— Nosotros, iremos de una vez. Tenemos una larga noche para organizar todo.
— De acuerdo. En la entrada principal está el mapa donde estará ubicada la habitación con su nombre. Espero que sea de su agrado.— Se despidió alzando la mano observando a la pareja cada vez más lejos de ellos.— Y usted señor Ingerman, ¿Le gustaría un recorrido por la biblioteca que tenemos? Me han comentado que tiene un gusto exquisito por los tomos.
— Por supuesto. He escuchado muchos rumores acerca de la gran biblioteca que tiene.— Argumentó entusiasmado comenzando a caminar a su lado.— Dicen que es todo un paraíso.
—— 💙 ——
Entraron hacia la habitación indicada. Era un poco complicado llegar hasta allí debido a la cantidad de pasillos dentro de la cabaña.
Sin embargo, al llegar, Roselyn no pudo evitar mostrar su admiración por el decoro. Todo le parecía impresionante. A pesar de que venía de una familia rica, le gustaba más el estilo antiguo que le daban a este tipo de habiBenjanes. Las paredes tenían un tono verde oscuro, mientras que en los perímetros inferiores tenían marcado con un dolor dorado. Sólo existía una ventana de tamaño suficiente que permitía ver toda la naturaleza en la que habían cruzado para llegar allí.
El piso estaba cubierto por una alfombra suave. Y la cama estaba rodeada de cortinas semi transparentes. Por iluminación, tenían un candelabro que iluminaba tenuemente la habitación.
— Vaya, esta habitación tiene su toque.— Halagó Roselyn dando un pequeño recorrido.— Me encanta la ambientación antigua que le ponen. Siempre he pensado que los muebles viejos son los que más pequeños detalles tienen. Como la mezcla de las figuras de metal. Simplemente, espléndido.— Se aventó en la cama agotada con los brazos abiertos.— Cuánto he extrañado dormir en una cómoda cama. ¡Es el paraíso!
— Jamás te había visto tan feliz por una cama.— Señaló divertido mientras dejaba las maletas en una esquina y se aflojaba un poco la corbata.
— ¿Quién no estaría feliz de disfrutar de un suave colchón con el que el poder dormir sea magnífico?— Habló risueña. Demasiado cansada estaba.— Aunque por cierto, ¿Qué haces?— Preguntó sorprendida al ver que Kingston se había colocado en un pequeño sillón mientras ya estaba tecleando varias palabras en una mediana laptop.
— Estoy empezando el nuevo proyecto para que esté listo una vez que estemos en nuestro país.— Respondió sin despegar su vista de la pantalla.
— ¡Arthur, descánsate un poco!— Ordenó intranquila. Acababan de llegar a la cabaña y no podía creer que lo primero que haga es trabajar.
De lo poco que lo conocía hace días, era que Arthur era un hombre dedicado a su trabajo. A diferencia de los demás, él siempre se quedaba a altas horas de la noche haciendo lo que le correspondía. Si es que no hace trabajo de más.
Incluso con la tenue luz podía observar claramente sus ojeras. Sin embargo, su vista estaba enfocada a la pantalla.
Necesitaba hacer que descansara un poco. Tanto trabajo le podía ser perjudicial.
— Roselyn, estuve sin trabajar unas horas. Ya descansé lo suficiente.— Negó. Pero ni siquiera logró ver cuando la rubia le había arrebatado la laptop de sus manos.— ¡Ey, devuelve eso!
— No.— La alejó antes de que el castaño lograra atraparla con un estirón de brazo. Y así, caminó hacia el lado contrario de donde se encontraba.— Tú no me obedeciste cuando te pedí que descansaras.
— Yo soy tu jefe, se supone que no debo de seguir tus órdenes. En cambio, tú sí deberías seguir las mías, eres mi secretaria.— Protestó levantándose de su asiento para correr hacia ella en un intento de llegar, pero Roselyn tenía más energía para escapar fácilmente corriendo a otra parte de la habitación sin ser atrapada.
— Exactamente. Soy la secretaria y debería estar cuidando por ti.— Agregó.— ¿Qué clase de secretaria sería si dejo que mi jefe se descuide mucho?, Harás que me despidan rápido por no cumplir con mi trabajo en ayudarte.
— Despedirte no depende de los superiores. Tú dependes solamente de mí.— Aclaró corriendo una vez más hacia donde estaba.
— Bueno, pero...— Intentó pensar en algo más. No tenía mucho en qué pelear.— En este momento soy tu novia y tu deber es darme el tiempo que te pido.
— ¿Vas a reclamarme eso ahora?— Preguntó sorprendido mientras lograba atraparla de la cintura, y aprovechando su distracción, la tiró a la cama para mantenerla quieta en un solo lugar.— Eso debiste pensar antes de darme un manotazo.— Le recordó su mala actitud en el aeropuerto.
— ¡Ay por Dios, ¿Vas a reclamarme ese simple golpe?!— Masculló incrédula.
— ¡Tuve que ponerme hielo para evitar la inflamación!, Quizás parezcas una chica frágil pero tu mano parece ser más pesada que la de mi padre.— Comparó aún sin soltarla. Roselyn había escondido la laptop debajo de su espalda para evitar que llegara a sus manos aunque de todas maneras trataba de no aplastarla con su peso.— Quédate quieta y dame la laptop.
— ¿Quieres solo la laptop?— Preguntó con suavidad contra su oreja. Le era divertido verlo tan tímido de repente.— Consíguela por ti mismo.
Arthur comenzó a tratar de forcejear contra sus brazos los cuales se mantenían firmes como una roca a cada lado de ella, evitando el pase abajo de su espalda.
— ¡Roselyn, abre tus brazos!
— ¡No abriré nada!
— ¡Abre...!— Ordenó. Comenzaba a desesperarse por la actitud de su compañera. Realmente era persistente.
— Si quieres que me abra....
— ¡Oh por Dios, lo siento!— Ingerman había entrado pero así como entró, salió de inmediato. Esto sería incómodo para los tres. En la manera en la que estaban no había lugar para ideas santas entre ellos dos.
Todo parecía en un doble sentido. Ella tenía el cabello despeinado, y el la ropa mal acomodada.
Roselyn aprovechó la distracción y escapó de Arthur a tal punto de salir al balcón. Dejando peligrosamente la laptop cerca de la orilla para volver a tomar el control.
El señor Ingerman les había dado privacidad, así que Arthur necesitaba volver a tomar el mando de sus cosas.
— Roselyn, no hagas una locura por favor.— Susurró intranquilo pero sin moverse de la entrada de la puerta. Sus manos estaban alzadas en son de paz.— Haré todo lo que me pidas. Pero cuida esa laptop con tu vida. Seré tu novio esta noche si es lo que quieres pero...
Ella no podía creer las palabras que estaba diciendo su jefe. ¿En serio cree que lo hacía por el hecho de una relación? No pudo evitar reír ante aquello.
— No es eso Arthur.— Musitó divertida negando con la cabeza.— Quiero que descanses, ¿Crees que no me dí cuenta que no has dormido en estos tres días continuos? Sea lo que sea que estés haciendo no está bien para ti. Sólo quiero ayudar. Es decir, si te mueres por alucinaciones me perjudica a mi en cierto modo. Y tengo que mantener este empleo lo más prolongado posible.
— Bien, si me pasa algo dejaré una nota lista para mí padre y te ponga en otro pues...
— No digas tonterías.— Desaprobó con una mueca.— ¡Deja de ser terco y acepta!
— ¡Es que tú no entiendes!, Trabajar es lo más importante en este momento. No puedo darme el lujo de lo que me estás pidiendo.— Debatió aún más desesperado. Ya estaba perdiendo mucho tiempo.
— Oh... ¡Claro que puedes!— Animó con una sonrisa escalofriante acercando la laptop más a la orilla.— ¿Quieres comprobar que esta noche te quedas sin trabajo?
— ¿Roselyn... ¿Qué es lo que...— Captó su idea. Intentó evitar el futuro cometido pero la rubia había sido mucho más rápida.— ¡¡Roselyn!!
La laptop había caído a una piscina.
— UPS. No tienes material para trabajar. ¡Qué lástima!— "Lamentó".
Arthur estaba dispuesto a explotar en ese momento al ver cómo su laptop caía en la profundidad de una piscina. No importaba si iba por ella, cualquier información estaría cancelada y ningún documento podía salvarse. Tardaría días en secar todo el interior de la máquina.
— Arthur...— La sonrisa de Roselyn se estaba esfumando al ver la creciente furia dentro de sus ojos.
Sabía que se había pasado con ese acto, pero ella no podía perder su puesto tan fácilmente. Aún tenía esa competencia con su abuela.
Ver su expresión era tan clara como el agua. Estaba molesto, estaba segura que explotaría contra ella y quizás ganaría el despido inmediato. Apostaba en que iba a ser reclamada de la peor manera.
— Voy a tomar aire fresco.— Cortó ante cualquier palabra que ella pudiera decir. No podía actuar enojado ni mucho menos ser agresivo. Las cosas ya estaban hechas, y fuera lo que fuera a hacer con ella no tenía caso.
No podía creer que el trabajo que había realizado durante el vuelo hasta allí se haya perdido. Era el colmo.
Pero no podía desquitarse con ella. No era correcto tratarla mal. Por más enojado y equivocadas que fueran sus acciones.
— ¿Y qué hay de no separarnos...
— ¿Dijiste que era tiempo de tomarme un descanso no?— Contraatacó lo más pasivo posible. Necesitaba controlar su furia interior.— Bien, es lo que haré: voy a tomar un descanso. Sólo.— Indicó sin esperar una respuesta por parte de ella y salió de la puerta sin voltear atrás.
Roselyn sentía su corazón doler, pero sabía que todo esto era para un beneficio. Al menos este era una manera de pagar.
Y así lo pagaría.
Necesitaba salir a las tiendas en Japón y buscar una nueva laptop para recompensar lo que había sucedido.
— Por favor abuela.— Pidió con insistencia.— Necesito el dinero para unas compras aquí. Pero te mandaré el recibo mediante línea y el dinero te lo daré cuando me den mi primera paga. ¿Está bien?
Buscaba entre varias vitrinas una nueva laptop. Después de aquel suceso con Arthur sabía que debía reencompensarlo de una manera.
— Por algo te mandé a trabajar.— Le recordó de mala manera. Sabía que su nieta cambiaría muy difícil, pero mantener el puesto por varios días era un gran avance. No le tenía esperanza desde el primer día.— Pero de acuerdo, más te vale hablarme con la verdad Roselyn.
— ¿Te he dicho que eres la mejor abuela? Te mando muchos besos y abrazos. Quizás en un mes después te doy una visita.— Se despidió con una sonrisa y continuó caminando por las calles en soledad.
Varios letreros no los entendía, pero aún así se animó a continuar en su búsqueda. Había aprendido un poco del idioma japonés. Y gracias a las vitrinas de varias tiendas podía darse una idea del área del que estaban vendiendo. Con ayuda del GPS y del internet, no había cómo perderse.
— Aquí está.— Señaló hacia una tienda donde mostraba varios equipos electrónicos con marcas que conocía.— Aquí encontraré lo que busco.
—— 💙 ——
Arthur había vuelto de nuevo a la habitación. Ya se había calmado y tomó la decisión de que no debería enojarse con su secretaria. Después de todo, las intenciones eran buenas y puras, no podía culparla por querer ayudarlo. Además, gracias al descanso se había dado cuenta que tenía varias nuevas ideas para el discurso que daría el día de mañana.
Sin duda, todo en ese viaje le esperarían cosas positivas.
— ¡Roselyn, ya volví!— Habló relajado adentrándose en la habitación. Observó que la puerta del baño tenía la luz encendida, por lo que supuso que estaría dentro de allí.— Oye Roselyn quiero decirte que lamento haberme ido de esa manera. No es tu culpa. No te culpo por querer ayudarme a descansar un poco. ¿Qué te parece si dejamos esto de lado y vamos a cenar?— Recargó su cabeza en la puerta, pero para su sorpresa, ésta se había abierto con el pequeño empuje.
Vacío.
Ella no estaba allí.
Buscó en el balcón, debajo de la cama, dentro del armario pero nada. No la había encontrado en ninguna parte.
Se quitó su camisa mojada para tener un poco más de frescura. Había corrido varios metros en el laberinto del jardín de la cabaña. Su camisa estaba sudada y estaba seguro que debería tomar un baño para finalizar su relajación.
Escuchó la puerta ser tocada, y se esperanzó de que fuera su compañera. Pero al primero que vio fue a Patrick. Por su mirada, podía notar un poco de timidez en su rostro.
— Oh... Parece que aún no terminan.— Mencionó al observar su torso desnudo y su cabello mojado de sudor.
— ¿¡Qué?!— Recordó la vez pasada en la manera que los había encontrado. Sus cachetes se encendieron en un rojo intenso. Últimamente los encontraban en posiciones inadecuadas. Y todo gracias a los juegos de la rubia.— Bueno... Esto...
— No te preocupes. Lamento mucho haberlos interrumpido en ese acto pero...
— ¿Has visto a Roselyn?— Le preguntó directo.
— Pensé que estaba contigo.— Negó.
Un mal presentimiento crecía dentro del castaño. Tenía que encontrarla antes de que lleguen los problemas.
—— 💙 ——
— Esta es perfecta.— Asintió gustosa mientras tomaba la caja en sus manos. Ya había encontrado una laptop que sería muy eficiente para su jefe. Tenía suerte de que el japonés que la atendía sabía hablar inglés y le facilitó la comunicación.
Sin embargo, al checar el reflejo por una vitrina en frente de ella, logró divisar lo que se veía en el exterior de la tienda.
Unas pupilas tan profundas con un intenso color oscuro que la hicieron temblar por el temor a recordar por completo. Esos ojos vagamente ella los conocía. Y muy pronto sabía de dónde. Su sonrisa desapareció al instante y el terror la dominó. Dejó caer la caja sorprendida y anonadada.
No podía ser él.
Esto era una mala jugada de su vista.
— ¿Se encuentra bien señorita?— Cuestionó uno de los japoneses ayudándole a recoger la caja.
— S-Sí. Estoy bien.— Se apresuró a tomar la caja con rapidez y cuando volvió a colocar la mirada hacia la vitrina, el sujeto había desaparecido.
"Quizás es producto del sueño que tengo". Se animó así misma mientras se dirigía a salir del local para regresar a la cabaña.
Una vez llegando, primero se encontró con el señor Holmes.
— Buenas noches, señorita Darcy.— Saludó alegre.— ¿El hospedaje le está siendo de su agrado?— Cuestionó con interés.
— Sí, es demasiado cómodo. A mí novio y a mi nos encantó toda la decoración. Tienen un estilo que hacen recordar la belleza de las cosas hechas a mano.— Halagó.
— Muy bien, me encanta escuchar eso. Si hay algo más en que pueda servirle, no dude en pedírmelo. Estoy a sus órdenes.— Ofreció tomando nuevamente su camino para dejarla en paz.
— De hecho... Sí hay algo que me gustaría pedirle.
—— 💙 ——
Entró a la enorme y gigantesca biblioteca que se encontraba en soledad. Era el lugar perfecto para comenzar con su meta.
— Puede usarla el tiempo que necesite. Y tomar los libros que crea que sean necesarios.
— Muchas gracias. Esto es una sorpresa que quiero darle a Arthur y me gustaría que fuera discreto con mi ubicación. Quiero sorprenderlo.— Comentó con una brillante sonrisa. Estaba lista para reparar las cosas.
— De acuerdo, así será.— Asintió.— Parece amarlo mucho para organizar algo así. ¡Les deseo bendiciones en su relación!
— Muchas gracias.— Se sonrojó por el comentario pero trató de enfocarse en el por qué estaba allí.
Una vez que el señor Holmes abandonó la biblioteca comenzó a correr hacia el archivero dónde indicaba cada uno de los libros que existían dentro del lugar así como su ubicación. Quería acabar todo antes del amanecer.
— Espero que con esto estés más feliz Arthur.
—— 💙 ——
— ¿Puedo servirle en algo más señor?— Preguntó la sirvienta. Había entrado para la interrogación que tenía el castaño con cada uno del servicio.
Arthur sabía que necesitaba ser discreto en la búsqueda de la rubia y para eso había pedido ayuda a cada uno de los del servicio. Claro, con el señor Holmes enterado de esto. El dueño había decidido respetar la decisión de Roselyn, aún así permitió ayudar en su búsqueda prestando el servicio en manera discreta.
— Es todo. Cancela a los demás y muchas gracias.— Finalizó mientras buscaba su celular y empezaba su camino hacia la biblioteca.
En cuanto estuviera a su lado, ahora sí que ella debería estar dispuesta a escucharlo sin una sola queja o excusa. No estaba dispuesto a convivir de esta manera con ella. Y estaba seguro que haría lo posible en hacer en que le quede claro que sería la última vez que ella se separaba de él. Nadie la había visto por horas, hasta cuando alguien mencionó que la vió regresar a la cabaña en la madrugada y esconderse en la biblioteca.
5:37 a.m.
— Me vas escuchar esta vez Darcy.— Mencionó irritado mientras se adentraba en la biblioteca sin hacer tanto ruido. Dispuesto a soltar todo el coraje que tenía por estar preocupado en su paradero. Y sí, también estaba dispuesto a mandarla de nuevo a su país si vuelve a hacer una imprudencia como esa.
Estaban en un país solos, ella no tenía conocimiento de dónde podía ir. Podía perderse, podía causar problemas, podían pasar muchas cosas que su mente imaginaba. Estaba molesto y se lo haría saber claramente.
Pero todos esos pensamientos se esfumaron al mirar a la rubia dormir frente a un ordenador encendido. Con cuidado, caminó hacia ella tratando de no hacer un ruido que pudiera despertarla.
Observó su mirada. Unas bolsas bajaban de sus ojos con un tono oscuro. Tenía ojeras y si no mal calculaba, estaba seguro que apenas había caído en un profundo sueño.
16 libros se encontraban alrededor de ella, algunos cerrados y otros abiertos uno encima del otro. Un vaso de agua en la esquina y su mano fija en el ratón.
¿Qué tanto había estado haciendo para tenerla de esa manera?
Intrigado asomó su rostro hacia la pantalla y lo que vio lo sorprendió en todo.
Quitó con suavidad su mano del ratón, y movió los documentos para asegurarse de lo que estaba viendo.
A un lado de la laptop se encontraba una USB muy reconocida para él. Era suya. Y en la laptop se encontraba el documento que tanto le importaba no perder. Sólo que ahora tenía una diferencia.
Estaba completo.
Roselyn se había tomado la molestia de hacer su trabajo. Y como no tenía experiencia en el tema había tomado varios volúmenes de libros acerca de la situación del caso que estaba redactando. Era increíble la capacidad de un vocabulario culto que manejaba su compañera. Casi podía presumir, que ella llegaría a ser una gran veterana para la diplomacia.
Ahora se sentía culpable y agradecido. La laptop era nueva, lo pudo saber por la caja que se encontraba en los pies de ella junto con el ticket con la descripción de la fecha y la hora. ¿Ella había hecho todo eso por él?
Sonrió avergonzado por los pensamientos que hace tan solo unos minutos explotaban en su mente. Rechazó la idea de devolverla a casa. No podía hacerle eso. Y como había pensado desde un principio, ella sólo quería ayudarlo.
Guardó el documento y retiró la memoria para finalmente apagar la laptop y desenchufarlo para guardarlo. Acomodó los libros en sus respectivas ubicaciones y metió la máquina en la caja. Cargó con cuidado a su compañera, con la delicadeza extrema para no despertarla y la guío a la habitación.
Retiró sus zapatillas y la cobijó en la cama. Él se quedaría a dormir en el sillón.
Antes de cerrar los ojos tenía que planear el resto que le esperaba de ese día. Sabía que tenía que buscar una manera de cómo agradecerle. Roselyn había sido tan inteligente para retirar la USB antes de arrojar la laptop a la piscina. Con eso había salvado todo lo que él había creído por perdido.
Estaba dispuesto ahora a complacerla.
Había aprendido algo nuevo: No todo era trabajo.
Quizás un turismo en Japón sería entretenido a su lado.
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