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22. Reflexión

Capítulo 22.
Reflexión

"Comprender que hay otros puntos de vista es el principio de la sabiduría".— Thomas Campbell.

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Yacían juntos dentro de una bañera, cada uno con su ropa interior para quitar un poco la posible incomodidad. Aún tenían que bañarse después de un largo día de estar sudados.

Y Roselyn tenía que aplicarle la limpieza diaria a sus heridas. Era mucho más cómodo de esta manera y tardarían menos.

Arthur se encontraba sentado entre sus piernas y el agua estaba nivelada hasta la mitad de sus estómagos.

— ¿Los conoces de verdad?— Preguntó la rubia sin mucha confianza. Aunque debía de admitir que parecían personas normales, había algo que no encajaba con ellos que por alguna razón no les daba la completa confianza.

Aparte de que habían sido personas muy hospitalarias como para recibirlos de aquella manera. Sin embargo, en ese lugar seguía con el papel de secretaria por lo que debería de respetar la decisión de Arthur.

— No conozco mucho a Celine. Pero sí a Anthony. Nos conocimos hace un par de años. Cruzamos unas cuantas palabras relacionadas a nuestro trabajo pero de allí nada más. Debo de admitir que casi no lo reconozco.— Comentó un poco adolorido. Sus heridas parecían arder.— No les tienes mucha confianza, ¿Verdad?

— La verdad no. Pero si dices que los conoces trataré de confiar en ti.— Respondió.— Aunque fue muy noble de parte de ambos ofrecernos una habitación. La verdad no quería seguir batallando con gente tan seca como los habitantes de esta ciudad.— Indicó suspirando agotada.

— ¿Te encuentras bien?— Preguntó deteniendo su trabajo para girarse a verla.

— Avisa que te vas a voltear.— Regañó tomando una toalla de inmediato para cubrirse sus pechos. Tenía un brassier, pero aún no tenía la confianza para que la vieran de esa manera.— Sí, estoy bien. ¿Por qué lo preguntas?

— Porque te noto estresada.— Acarició sus pequeñas bolsas de debajo de sus ojos.

— Es por el cambio inesperado.— Confesó.— Estos últimos 5 meses no han sido los mejores.— Respondió cabizbaja.

— ¿Quieres hablar de ello?— Había volteado los papeles ahora. Roselyn se encontraba entre las piernas de Arthur sentada de espaldas mientras que él deshacía su trenza para comenzar a darle un pequeño masaje con el shampoo incluído.— ¿Qué hacías hace 5 meses?

— Bueno, ahora que recuerdo; era salir una vez a la semana con un chico diferente a una cita programada por mi querida abuela.— Mencionó sarcástica. Odiaba más que nada esas citas.— Me quedaba en casa normalmente viendo películas hasta quedar dormida o tener un poco de actividad en el jardín de mi abuela practicando con el hacha que me había otorgado mi mamá.

— ¿Y qué le sucedió?— Preguntó intrigado. Aún recordaba aquella foto de cuando era niña.

— No lo sé. Simplemente se la tragó la tierra o la perdí en una de mis aventuras.— Respondió extrañada. Jamás se había puesto a pensarlo a fondo.— Mmm... Pues, casi no hacía nada en la mansión. Siempre he estado sola y buscar una travesura era divertido antes de que mi abuela decidiera conseguir sirvientas estrictas que me daban un horario para aprender a tocar instrumentos. Mi abuela quería que aprendiera a tocar varios, así como tú. Pero no, siempre me ha llamado la atención el piano. Ninguno más. Siento que puedo abrir mi alma en este instrumento.

— El piano tiene unas melodías muy buenas si sabes encontrarle el sentido.— Compartió.

— Lo sé.— Limpió su frente ante una gota de jabón resbalando por ella.— Y luego, de un día a otro. "¡Vete a trabajar!, Haz los mandados sola, limpia tu departamento, prepara tu comida, administra el dinero, vive sola".— Repitió las mismas palabras que su abuela le había dirigido la última noche antes de sacarla de la mansión.— Y luego, sí. De un mundo cálido acompañado de personas, me metí a uno donde amanezco sola y me doy cuenta la importancia de tener una compañía. He de decirte que me siento sola. ¿Cómo fue el tuyo al inicio como independiente?

— Bueno, a diferencia de ti. También estaba acompañado de mucho personal que me recordaba cada paso que tenía que hacer en el día. Era rodeado a un itinerario pesado tanto como herrero, hijo de padre, hijo de madre, futuro jefe de una de las mejores compañías del mundo.— Recordó cansado.— Me estresaba mi vida así que decidí hablar con mis padres sobre que quería empezar solo. Al principio se negaron diciéndome que tenía todo con ellos, pero finalmente aceptaron después de un debate que duró por horas. Me sentí libre una vez que empecé a vivir en solitario. Me encanta esta vida. No tengo que seguir horarios, ni escuchar las opiniones no pedidas de los demás y puedo hacer lo que quiera. Claro, aún así estoy atado a mis responsabilidades como heredero.

— Wow, a pesar de que vivimos en la misma burbuja, nuestras experiencias y acciones son bien diferentes.— Comentó impresionada. Ella extrañaba su vida, y él la vivía feliz.

— Lo son, tú eras antes una chica mimada y que tenía todo a la mano.— Analizó.— Es normal que te sientas vacía cuando ves que lo que pides no se te dará como lo pides.

— ¡Arthur!— Reclamó por la mención baja sobre ella.— Yo...

— Déjame terminar.— Interrumpió su alegato.— Roselyn, tu cambio fue uno muy brusco. Te quitaron todo de un día para el otro. Y si te analizas ahora, eres mucho mejor que la pobre niña rica sin saber hacer nada. Estoy admirado de ti. Porque aún así, demostraste hacer todo sola. Estás cansada, es normal. Pero mírate ahora. No necesitas de nadie más para tener lo que quieres.

— Vaya, si hablas de esa manera me haces ver que puedo con todo.— Sonrió ante la descripción.

— Porque confío en ti. Sé que cualquier cosa que se te venga en frente, vas a poder enfrentarlo sola. Aunque sí, todos necesitamos compañía en la vida.

— ¿Tú también te sientes solo?

— Lo sentía.

— ¿Lo sentías?

— Lo sentía. Porque ahora estás tú.— Afirmó provocando un silencio cómodo entre ellos.

— ¿Qué?

— Eres alguien a quién no pedí. Y si me hubiesen dado opción, te diría que no.— Sonrió divertido.— Pero como no hubo opción, me di cuenta, sin pensar, que eres lo que necesitaba. Jamás me había dado cuenta de a dónde ni cómo estaba yendo por el camino, hasta que apareciste para ponerme en mi lugar y dejarme ver que estaba destruyéndome paulatinamente creyendo que así debería ser.

— Oh Arthur.— Volteó a verlo frente a frente.— ¡Eres tan lindo cuando incluso no te lo propones!— Lo abrazó cariñosa ignorando que la toalla se había caído. Cada vez tenía un poco más de confianza cuando se trataba de el. Sólo de él.

— Y respecto a tu tema, necesitas una pausa.

— ¿Una pausa?— Cuestionó confundida.

— Llevas esforzándote 5 meses continuos. Debió ser un golpe muy duro cambiar todo, incluso te desvelabas conmigo terminando mi trabajo. Ya has trabajado mucho, es momento que te tomes un descanso.— Indicó.

— Pero, ¿Qué hay de ti?— Preguntó disgustada. No le agradaba la idea que estaba teniendo.

— Roselyn, lo mío lleva años. Ya tengo mi ritmo marcado. Tu apenas vas empezando. Necesitas desaparecer estas bolsas.— Señaló.— No te preocupes por mi.

— Pe-Pero...

— Necesito que descanses. No voy a continuar si tú no estás bien primeramente. Soy tu jefe, y un jefe ve por los suyos.

— Te considero más como un líder. Ser jefe no es lo tuyo. El jefe no se fija en sus empleados, un líder sí.

— Bien, entonces considérame tu líder.

— No necesitas pedir eso.— Recargó su cabeza sobre su pecho. Él tenía razón, no podía continuar si no se daba el descanso que su cuerpo exigía y necesitaba. Agradecía internamente encontrarse con alguien como el.

Levantó su mirada hacia él nuevamente, y ahora no perdió su oportunidad. Le robó un beso.

Un beso que empezó con timidez, siendo correspondido segundos después. Cómo siempre, él no se acostumbraba a sus acciones aún, pero no por eso se hacía para atrás. Sintió sus manos en su cintura, pegándola más contra él. A veces podía ser un apasionado si se lo proponía.

— Arthur, Roselyn, están aquí... Ups, debí tocar.— Era Anthony.— ¡Lo siento!

Ambos se separaron de inmediato, quedando sorprendidos por aquella intromisión no planeada.

— Pensé que habías puesto seguro a la puerta.— Soltó Arthur con timidez.

— Pensé que eso te tocaba a ti mientras preparaba el agua.— Señaló de la misma manera.— ¿Qué habrá necesitado?

— No lo sé. Será mejor terminar este baño de una vez.— Recomendó poniéndose de pie.— Ya deberíamos acostumbrarnos.

— ¿A qué?

— A que nos encuentren siempre en posiciones inadecuadas.

— Estoy completamente de acuerdo.

—— 💙 ——

Entró con sus mejillas encendidas a más no poder cerrando la puerta de golpe. No podía evitar sentirse de esa manera. Sentía una emoción indescriptible. ¿Que debería de sentir?, ¿Ternura?, ¿Sorpresa?, ¿Enojo?, ¿Timidez? Ese par era otra onda.

— ¡Tony!— Exclamó su compañera de habitación sorprendida al verlo tan rojo.— ¿Pero que te sucedió?, ¿Tienes fiebre?

— Esto... Creo que va a ser más difícil nuestra misión.— Musitó aún muy atontado por la situación, recostándose en un salto en la cama.— Arthur y Roselyn... Ellos...

— ¿Qué, qué con ellos?

— Tienen una relación fuerte.— No podía ser tan directo.— ¡Se estaban bañando y besándose juntos!— O sí, podía ser muy directo.— ¡Y... Y yo los ví! Será muy difícil separarlos.

— Ahhh... ¿Ese es el problema?— Preguntó con desinterés.— Es sólo sexo. Créeme, cuando se trata del hombre, será muy difícil que se resista a un cuerpo mejor.— Presumió el suyo.

— No es por hacerte una competencia, pero aunque tengas mejor cuerpo, Roselyn es una belleza prohibida.— Comentó embobado ante el recuerdo. Aunque no vio venir la almohada que su compañera le había lanzado para volverlo en sí.— ¡Oye!

— Deja de distraerte.— Reclamó.— Tenemos un tiempo contado para separarlos. Ellos tienen que alejarse y nosotros tenemos que evitar que hagan una catástrofe.

— No lo sé Line...— Respondió debutativo.— Los ví no sé... Muy enamorados.

— ¡Ja Ja Ja!— Se burló.— Créeme, el amor no existe en estos tiempos siendo más que el interés disfrazado en este.— Comentó con seguridad.— Si es cierto lo que dices, vamos a ver entonces que "tan enamorados" están el uno del otro. Te aseguro que no nos tomara más que unos dos o tres meses.

— ¿Por qué tanto tiempo?

— Ya te lo dije. Es interés disfrazado de amor.— Le recordó.— Si es así, esa chica no lo dejará ir tan fácil cuando se trata de sus ganancias.

— Bueno, entonces hay que empezar de una vez el plan. No nos queda mucho tiempo.

— Oh, claro que vamos a empezar.— Sonrió divertida.

— ¿Cuándo?

— Esta noche.

—— 💙 ——

Salieron de la habitación encontrándose con la pareja de aerolíneas. La situación era incómoda. Anthony no dejaba de estar apenado ante el recuerdo de ellos en la bañera, y ellos no sabían qué cara ponerle de acuerdo a lo imprevisto.

— Ammm... Se nos olvidó invitarlos a cenar. Suponemos que deben estar agotados y que no han comido en todo el día.— Invitó el pelinegro escondiendo su brazo detrás de su cabeza como muestra de timidez.

— Por supuesto.— Asintió Roselyn con una sonrisa.— Nos morimos de hambre.

Seguía sin creer en ellos, algo existía, más en la rubia de rayos azules, que no la reconfortaba.

—— 💙 ——

La cena comenzó en silencio. Roselyn e Arthur estaban sentados en frente de Anthony y Celine, quiénes aún no sabían qué tema empezar para entablar una cálida conversación.

Tony no se dignaba a subir la mirada aún. Pero Line era lo contrario a él así que sonrió. Sería divertido empezar con curiosidades.

— Y... ¿Les gustó probar nuestro baño?— Preguntó con inocencia y cierto interés.

Roselyn estaba tranquila tomando un vaso de agua cuando escuchó apenas las palabras de su compañera. Su impresión fue tanta que no pudo evitar atorarse con el líquido, y escupirlo a su lado. Para su desgracia, al rostro del castaño. Se estaba ahogando ahora sí.

— ¡Oh, lo siento Arthur!— Se disculpó de inmediato sonrojada.— Me atraganté.

— Sí, lo pude notar.— Respondió tomando una servilleta y comenzar a secarse la cara.— Está bien.

— Lo siento, no quise incomodarte.— Habló Celine tratando de contener la risa. Eran un par divertido.— Sólo que no pude evitar preguntar. Anthony me contó del incidente.

— Lo siento.— Mencionó apenado.

— Sí, lamentamos que él no pueda ser alguien educado y se le complique tocar la puerta antes de entrar.— Comentó con doble intención. La cena sería divertida si el pelinegro armaba una batalla.

— ¡Celine!, Era porque no estaba acostumbrado a tener otros visitantes. Y además, ese era mi baño. Si les hubiéramos dado el tuyo también se te olvidaría tocar.— Se excusó sin dejar de sentir sus mejillas arder por ese recuerdo. Sería algo difícil de superar. No era algo que se veía todos los días.

— Y... ¿Ustedes son pareja?— Preguntó Roselyn tratando de desviar la conversación.

— ¡¿Nosotros?!— Preguntaron al unísono sonrojados a la par. Se miraron entre sí antes de dirigir nuevamente sus miradas hacia ellos.— ¡Ni loco/a andaría con alguien como el!

— ¿¡Qué dijiste?!, ¿¡Alguien como yo?!— Exclamó Celine ofendida.— ¿¡Que quisiste decir?!

— ¡Oh vamos, tu dijiste que no podías andar con alguien como yo!— Debatió de la misma manera ignorando a Arthur y a Roselyn.— Y por lo que veo, yo no soy el problema.

— ¿¡Estás diciendo que la del problema soy yo?!— Reclamó con enojo dejándose llevar por sus sentimientos.— Te recuerdo quién es el que le teme aún a los truenos en las tormentas y...

— Chicos, chicos. No se alter...

— ¡Tu cállate!— Gritaron los dos al unísono. Se habían olvidado del mundo en el que estaban.

— Arthur, creo que será mejor comer y dejarlos solos.— Comentó Roselyn en voz baja viendo de reojo a los otros dos.— Necesitan espacio.

— ¿Te apetece dormir de una vez?

— Sí.

—— 💙 ——

Un nuevo día había llegado. Y con ello, empezaron a partir por el amanecer.

Anthony y Celine tenían una minivan negra que recién habían comprado hace un par de meses. Los 4 subieron y comenzaron su destino hacia Melbourne, donde originalmente debieron haber llegado hace varios días.

Por parte de la pareja de espías, ambos estaban molestos consigo mismos, habían despistado el primer plan. Y no en cualquier asunto, uno donde dejaron sus sentimientos florecer de una manera que nunca debió salir a la luz. Celine estaba molesta más consigo misma, se dejó desviar por su comentario. No debió actuar así en ningún escenario.

Y por otra parte, Anthony sabía estrictamente que tampoco podía liberar sus emociones. Éstas no eran parte del plan y por algo lo habían entrenado para excluirlas.

Entraron a la ciudad más tardar como el medio día y se adentraron al edificio que les habían ofrecido en aquel premio.

Los 4 subieron por varios pisos, siendo cordialmente recibidos por el personal quien los guió al piso donde les darían su lugar de trabajo con la mayor seguridad posible.

— Wow, bellísima vista.— Halagó Anthony observando la ciudad desde arriba. Existían varios edificios y áreas verdes que mejoraba toda la ciudad.

— ¿Y aquí es donde trabajarán sobre su futuro proyecto?— Preguntó Celine caminando hacia el castaño.

— Sí. Se supone que sí.— Respondió un poco incómodo por la cercanía.

— Bien, ¿No les importaría que trabajemos con ustedes?— Cuestionó con algo de emoción.— Anthony y yo también tenemos un proyecto por realizar, y ya que están ustedes, queremos saber si podemos actuar como equipo. Ya sabes, ustedes lo suyo y nosotros lo nuestro. Últimamente tenemos altercados dónde nos están persiguiendo.

— Sí, es por eso que estábamos en la otra ciudad. Nos estaban siguiendo y Australia es un territorio que es fácil perderse.— Comentó Anthony acercándose a Roselyn.— Prometemos no ser muy metiches.

— Pues...— Observó el rostro de Roselyn. Sabía que no estaba del todo de acuerdo. Pero algo de compañía no haría nada malo.— Sí está bien. Pueden hacer su proyecto con nosotros.

— Gracias.— Lo abrazó el pelinegro con emoción. Convivirá más con la rubia.— Por cierto, ¿Qué les parece si salimos de compras?, Tenemos ciertos materiales que comprar, y por lo que veo, ustedes también, ¿O no?

— Pues ahora que lo mencionas... sí.— Asintió.

— Entonces, ¡Vamos!

—— 💙 ——

Caminaban por varios pasillos. Roselyn no se había dado cuenta desde el momento en que Celine se había pegado a Arthur tomándolo del brazo para caminar a la par. ¿Desde cuándo se había dado tanta confianza para hacer eso?

Unos pequeños sentimientos de disgusto comenzaron a crecer dentro de ella. No eran celos. No aún.

La peliazul con amarillo junto con Arthur miraban algunos aparatos tecnológicos delante de ellos. Parecía que el castaño había olvidado su presencia. Ni siquiera la había volteado a ver desde que se había adelantado. ¿Debería hacer algo?

— Mira, el celular deberías comprarlo más para la utilidad en que le vayas a dar. No todos tendrán la misma eficiencia si lo compras por comprar.— Indicó señalando algunos.— Si quieres uno para muchas fotos, o vídeos busca uno que tenga el máximo de megapíxeles estándar. O si lo quieres para trabajos o eventos importantes, tendrás que buscar uno con la mejor batería. O si necesitas otro para estar almacenando una gran variedad y sin que se trabe, busca en la memoria ROM como en la RAM.

— Vaya, sí sabes de tecnología.— Halagó sorprendido. Era increíble conocer a una mujer con estos conocimientos básicos.

— Estudié mucho acerca de esto. Es realmente interesante saber sobre los equipos con los que se van a trabajar.— Comentó con una sonrisa.— ¿Entonces, que utilidad le darás?

— Bueno, realmente es para algo confidencial. Pero supongamos que necesito uno con una buena memoria y velocidad en el momento de aplicar.— Confesó.

— Entonces Arthur, todo será dependiendo de la mejor memoria interna.— Señaló otros celulares un poco más alejados que los principales.— Normalmente ponen los inútiles al frente.

Roselyn escuchaba atenta toda la plática. ¿Qué debería hacer? No podía hacer nada más que observar cada movimiento que su compañera hacía en el cuerpo de Arthur. ¿De dónde tanta confianza?

Aparte de que le incomodaba que Arthur estuviera teniendo una plática fluida y variada con esa mujer. Parecían mejores amigos desde su punto de vista al verlos tan emocionados hablando de un tema como los dispositivos celulares.

Se comparó unos segundos sobre ella misma e Arthur. No le gustó la diferencia.

— ¿Te sientes bien?— Preguntó Anthony sabiendo sobre sus sentimientos.

— Sí, ¿Por qué no debería?— Utilizó su tranquilidad al hablar.

— Es que no has hablado en todo el día.— Mencionó.

— He estado cansada.

— ¡Roselyn, ven!— Llamó Arthur para su sorpresa.

— ¿Pasa algo?— Cuestionó intrigada ante el llamado y llegando hacia él.

— Sólo quería tenerte cerca.— Atrapó su mano entre las suyas y depositó un pequeño beso en esta.— Bien, tenemos más compras que hacer.— Tomó el celular con su mano disponible.— Llegando al edificio, te vas a ir a dormir.

— ¿Pero... Que hay del traba...

— Yo me encargaré, M'Lady.— Respondió suave. Necesitaba verla bien antes de continuar.

— Oye Arthur.— Llamó Celine tomándolo nuevamente entrelazando sus brazos.— Encontré este cel...

— Gracias por querer ayudar Celine, pero por ahora iré a comprar algo para Roselyn.— Mencionó quitando su brazo del de ella para comenzar a caminar.— Recuerdo que dijiste que tenías otras cosas que comprar junto con Tony. Separemos para no estar perdiendo mucho tiempo. Nos vemos en la caja 8.— Indicó entrelazando sus dedos con los de Roselyn para reafirmar el agarre entre ellos y así caminar lejos de allí.

— Uuuh... Vi como te rechazó.— Se burló Anthony ante cada movimiento del castaño.— Quizás la rubia no esté enamorada de él, pero él está loco por ella, tanto para alejarte.

— ¡Cállate! Dame el teléfono.

— ¿Qué harás?

— Es hora de la acción. Plan A.

—— 💙 ——

— Mmm... Dime, si tuvieras que regalar algo brillante a alguien que se convirtió especial para ti en tan poco tiempo, ¿Qué sería?, ¿Un collar o una pulsera?— Preguntó Arthur determinadamente observando los objetos de oro y plata. Ambos yacían en frente de unas vitrinas pertenecientes a una tienda de joyería.

— Mm... Depende de los gustos de la mujer.— Respondió con frialdad. No podía creer que Arthur estaba dispuesto a regalarle algo a Celine. Apenas llevaban un día conociéndose.— Pero... si tuviera que elegir entre esos dos, sería el collar. No me gusta mucho las pulseras. Son fastidiosas al momento de escribir.

— De acuerdo, ¿Y cuáles te parecerían más adecuadas: Las que tienen objetos grandes llamando la atención, o las que tienen pequeños dijes?— Preguntó observándola detenidamente. Él analizaba que no importaba cuál usara, todas l quedarían en la medida perfecta si ella era la que los usaba.

— Odio las que tienen grandes objetos formándolas. Me gustan más las sencillas. De esas que tienen una figura pequeña y ligera pero distintiva a la vez.— Suspiró cansada mentalmente. No tenía humor para esas compras.

Arthur por su parte comenzó en busca de un collar con las características que mencionaba. Necesitaba buscar un objeto que pudiera representarla. ¿Un corazón? Típico de romances. ¿Una luna? Muy común. ¿Un sol? Muy sencilla.

Trató de enfocarse más entre toda la joyería existente.

Y de pronto, ahí estaba. Un collar de oro con la forma de un peculiar dragón.

— Oh, ese collar demuestra fuerza para la persona que lo posee.— Habló una mujer mayor que se encontraba atenta hacia la pareja.— Se trata de un Nadder Mortífero. Tienen la habilidad de ser veloces y ágiles al momento de atacar. Aunque también si logran ganarse su confianza, son muy leales y es difícil que te lleguen a defraudar. A la chica que desea regalarselo seguramente valdrá le gustará. No es cualquier cosa.

— De acuerdo, me lo llevo.— Asintió encantado ante la explicación. Era justo lo que quería.

Se dirigió de nuevo a Roselyn y ambos empezaron a caminar nuevamente entre los pasillos. Parecía un poco molesta.

— Y... ¿Crees que le guste?— Preguntó Arthur tratando de cortar el silencio. Mostró el collar delante de ella.

— Mph... Lo adorará.— Respondió intentando guardar su enojo. Después de todo, no eran nada. ¿O sí? El punto, fueran o no, no tenía porqué enojarse. Él tenía la libertad de hacer lo que quisiera, aunque no esperaba que fuera un descarado en su relación si es que llegaban a formalizarse.

— Perfecto.— La detuvo un instante y sin perder mucho tiempo colocó el collar en su cuello.

— ...¿Qué estás haciendo?— Cuestionó sorprendida sintiendo el pequeño y ligero peso encima de ella. Alzó sus manos hacia el metal y pudo observar el collar. Un dragón.— ¿Es... Para... mí?

— ¿Para quién más si no tú?— Preguntó burlesco al ver que aquella actitud era por celos. No podía creer que pensara que era para otra chica.

— Pensé que para Celine... Dijiste que era para una chica que recién acabas de conocer.— Comentó sin entender.

— Y lo eres.— Asintió.— 5 meses no son nada a lo que me falta por conocerte. Creo que aún me falta mucho tiempo para saber de ti.

— Arthur... No sé que decirte...— Habló acariciando su propio brazo y bajando la mirada. Ahora se reprendía a sí misma por estarse imaginando cosas que no son. No era correcto insinuar los hechos. Incluso aclararlos cuando éstos se mostraban a otro sentido.— ¿Por qué? No es San Valentín y no es ninguna fecha importante que esté enterada.

— No tiene que ser San Valentín para darte algo.— Sonrió ante su inocencia y su falta de vanidad.— Es algo que... Pensé que quedaría perfecto en ti.

— Muchas gracias. Me encantó.— Respondió sincera dándole un pequeño beso en sus labios para tomar después su mano y comenzar a caminar juntos nuevamente. Cada vez se iban acercando más y sus sentimientos por Arthur iban creciendo.

Cualquiera que los viera, dirían que eran una pareja perfecta y maravillosa.

Todo parecía ir en paz, ambos se encontraban en el piso número diecisiete en un centro comercial construido en un edificio grande. Nada podía arruinar aquel momento.

Aunque pronto todo comenzó a escandalizarse. Parecía que había un enorme problema viniendo de los elevadores. Pues, justamente cuando se había abierto uno a larga distancia de ellos, unos balazos comenzaron a escucharse por todo el lugar.

— ¡Roselyn, cuidado!— Exclamó el castaño lanzándose encima de ella para caer juntos contra el suelo, logrando esquivar aquella bala.

— Arthur...

— Tenemos que buscar una protección. ¡Vamos!— Informó levantándose con prisa aprovechando los estantes para esconderse.

— Arthur... ¡Tu brazo!—La bala había perforado. No muy profunda, pero sí lo suficiente para que comenzara a sangrar. Roselyn cortó gran parte de su blusa y de inmediato comenzó a cubrir la herida tratando de cerrar un poco la hemorragia.— Por Dios, tenemos que conseguir un arma.

No permitiría que esta situación los dejara sin oportunidad. Existía momentos dónde el huir no era tan favorable como el buscar con qué protegerse.

— ¡Roselyn, no!— Gritó aterrado sabiendo las acciones que tomaría. Con esfuerzo se levantó y la siguió hasta verla posarse detrás de uno de los pistoleros que se había dirigido a un área solitaria. Sin dudarlo mucho, lanzó una fuerte patada entre sus piernas logrando que cayera adolorido por el golpe en los genitales. Soltó el arma preocupado más por su dolor que por querer matarla.— Eres bien impulsiva Roselyn.

— Pero tenemos un arma.— Mencionó con una sonrisa feliz al saber que había logrado su meta.— Ahora, vamos a ir paso a paso hacia las escaleras de emergencia. Si tenemos suerte, no estarán allí. Así que...— Soltó un balazo detrás de Arthur sin dudarlo. Un atacante le iba a disparar, pero Roselyn era mucho más veloz. Agradecía haber visto tutoriales acerca del uso de una. Eran sencillos.

— Avísame a la próxima.— Ordenó paralizado ante tales acciones.— Será mejor tomar el elevador. Tenemos que encontrar a Celine y Anthony.

— Dicen que están tres pisos arriba de nosotros. En el 20.— Comentó leyendo los mensajes que le habían llegado por parte del pelinegro.— Tenemos que irnos.

Los dos comenzaron a correr, y rápidamente llegaron al elevador, que para su buena suerte se encontraba abriendo sus puertas para cuando ellos estuvieran a pocos centímetros. Cerraron las puertas y marcaron el número 20 en la espera de estar listos para lo que fuera.

Las puertas volvieron a abrirse y lo que vieron era peor que un caos. Algunos estaban listos para matarlos, pero no iba a ser permitido por la rubia quién no dudó a disparar a 2 a la vez.

— ¿De dónde aprendiste a ser tan hábil con las armas?— Preguntó asombrado por la diestría y frialdad que mostraba al usarla.

— Bueno, en casos como estos, los sentimientos ni sirven. Tienes que aprender a vivir con todo o si no, a morir sin nada.— Comentó con sequedad. Era un tema que no usaba mucho.— ¿Cómo está tu brazo?

— Puedo tolerarlo.— Informó.— Busquemos a los otros dos.

— Sí.

Caminaron en posiciones bajas. No podían darse el lujo de verse a plena vista. Y para su buena suerte, el piso número 20 estaba cubierto de telas y ropa que impedían moverse con agilidad y verse con facilidad. Era un excelente lugar para jugar a las escondidas.

Gracias a los mensajes que se enviaban constantemente Anthony y Roselyn, lograron encontrarse en el centro del lugar.

— ¿Están bien?— Preguntó Celine, quién cargaba por igual una pistola junto con Tony.

— ¿De dónde consiguieron esas armas?— Cuestionó Roselyn sorprendida. Eran diferentes a las de aquel bando de pistoleros.

— Siempre cargamos las nuestras en caso de emergencia.— Contestó Anthony con seriedad.— Normalmente estas situaciones son comunes para nosotros. Y nunca se sabe cuándo es indispensable un arma.

— ¿Cuál es el plan?— Preguntó Roselyn intrigada. Aún no se le ocurría ninguna idea y era muy difícil utilizar las escaleras de emergencia.

— Bueno, el plan es simple. Tenemos que llegar nuevamente hacia el elevador y bajar hacia el último piso para llegar a nuestra minivan. No queda otra salida.— Informó Line con decisión.— Es lo más fácil.

— De acuerdo, a comenzar.— Asintieron los demás y empezaron a correr.

Roselyn estaba temerosa. A pesar de tener un arma en sus manos, podía sentir la tensión de escuchar cada vez más cerca los balazos a su lado. Intentó tomar su collar como algo que pudiera darle fuerza, pero su impresión fue no sentirlo. Lo cual la alarmó demasiado.

Buscó con la mirada el camino que tenía por detrás y pudo divisar que se encontraba a unos cuantos metros.

No estaba dispuesta a dejar el primer regalo que le daba Arthur. Sería un completo desperdicio si lo dejaba en ese lugar. Ese collar había demostrado un gran avance en su relación y no estaba dispuesta a perderlo.

Sin pensarlo mucho, corrió tras sus pasos y logró resbalarse para finalmente atraparlo.

— ¡Roselyn!— Llamó Arthur preocupado al ver que un carro de mandado se dirigía hacia ella y un enorme ventanal. No podía imaginarse una escena así.

El impacto provocaría quebrar el vidrio y sacarla a ella del edificio.

Con su prótesis se impulsó más rápido para llegar hacia ella antes de ser empujados hacia el exterior con los vidrios cayéndose por encima de ellos.

— ¡¡Arthur, Roselyn!!— Chilló Celine. Su intención no era matarlos, era separarlos.

Pidió que se detuvieran a los pistoleros y les ordenó evacuar aquella misión que les había dado.

— ¡¿Pero qué fue eso Celine?!— Preguntó Anthony preocupado.— ¡Por Dios, te dije que esto sería una tontería!

— ¡Lo siento, sólo quería demostrarte que una vez que enfrenten una situación de vida o muerte, ella lo dejaría morir temiendo más por su vida misma!— Explicó asustada corriendo a verlos. Para su buena suerte, Arthur estaba sujeto a un poste de metal horizontal que se encontraba pegado en la pared del edificio. En sus piernas, Roselyn estaba sujetándose con fuerza.— ¡Resistan, haremos una soga con la ropa!— Les avisó dirigiendo su mirada hacia Anthony para que se diera prisa.

Arthur trataba de aguantar lo más que podía. Aunque era difícil ya que estaba sujetándose de aquella varilla con su brazo lastimado. Su sangre no dejaba de salir, y lo que era una camisa de manga larga de color verde, ahora estaba pintándose de un rojo carmín. Poco a poco estaba perdiendo su fuerza. Pues también aplicaba para que Roselyn pudiera sostenerse con firmeza.

Para más mala suerte de los dos, aquella varilla comenzaba a zafarse poco a poco por el peso de ambos. Era obvio que no los soportaría por mucho tiempo.

— Roselyn, resiste. Pronto saldremos de esta situación.— Comentó tratando de darle esperanza. Pero no escuchó ninguna respuesta.

— Arthur.— Habló sin animarse a verlo a los ojos.— Hace unas semanas te dije que no sabía si sería capaz de dar mi vida por alguien más que no sea por mi misma.

— ¿Qué estás tratando de...

— Ahora lo sé.— Interrumpió enfrentando su mirada con una sonrisa.— Sí estoy dispuesta a sacrificar la mía por la tuya.

— Roselyn, no hagas una... ¡¡ROSELYN!!— Gritó preocupado al ya no sentir su fuerza en su pierna.

Se había soltado.

Roselyn sentía el frío viento de la noche chocar contra su rostro. Era mejor cerrar los ojos antes de aquel impacto que acabaría con su vida. Era algo que había decidido y que no estaba dispuesta a retractarse. Aunque le hubiera gustado poder besarlo unas cuantas veces más, y agradecerle por aquel regalo del collar. Su primer regalo.

—— 💙 ——

— No puede ser...

— ¿Qué?— Preguntó el pelinegro ante la atónita mirada de su amiga.

— ¡Roselyn se ha soltado!— Mencionó impresionada desde su lugar.

—— 💙 ——

Podía ser una chica millonaria y todo, pero jamás había recibido un regalo tan puro como el que le había dado Arthur. Nadie jamás le había regalado nada. Nadie más fuera de la familia.

Él era el primero, y el último.

— ¡Te tengo!— Escuchó una voz y de pronto una mano tomando la suya con fuerza.

— ¿¡Pero qué estás haciendo?!— Exclamó enfadada al ver que se había sacrificado por nada.— ¡Me sacrifiqué para que el poste pudiera aguantar tu peso!, ¿¡Acaso eres un estúpido?!

— ¡Habíamos quedado que nuestra relación no tendrá sacrificios porque seremos y somos los dos juntos!, ¡Tu caes, y yo caeré contigo!, ¿Lo recuerdas?— Le reclamó con determinación.— Aunque nunca pensé que esa frase sería literal.— Sonrió burlesco. Incluso en el último momento de ellos, Arthur podía bromear ante la muerte.

— Arthur... Estás loco.— Sonrió compartiendo su opinión.

— Los dos estamos locos entonces, M'Lady.— Con un poco de impulso logró alcanzarla hasta llegar a su rostro. No quería perder la oportunidad de besarla una última vez antes de morir.

Si besarla era lo último que podía hacer, lo haría.

Y así, en medio de todo ese par de segundos antes de su muerte...

Unieron sus labios.

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