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20. Confianza

Capítulo 20.
Confianza

"Cuando la confianza es alta, la comunicación es fácil, instantánea y efectiva".

.

Salieron del hospital al verificar que Arthur se encontraba casi estable. Aún tenía varias heridas y le habían pedido descansar por lo menos tres días más. Cualquier esfuerzo era posible que se abrieran las cortadas.

Roselyn seguía sintiéndose mal por aquella mala aventura. El había arriesgado su vida con tal de protegerla y era algo difícil de asimilar. ¿La creía débil? Por supuesto que no. Él no era así.

Quería decirle que quería ayudarlo en cualquier cosa que necesitara pero el recuerdo de la última vez venía a su mente. Él no soportaba verse como una persona inútil.

— Roselyn...— La despertó de sus pensamientos. Habían llegado hacia sus departamentos.

— Oh... ¡Eh, sí!— Reaccionó de inmediato.— Tengo que irme a mi departamento porque...

— No, no tienes que ir.

— ¿Ah, no?— Preguntó confundida y con cierta timidez. Quería pensar que le pediría que se quedara con el, pero era demasiado soñar incluso para ella.

— No porque yo... ¡Necesito tu ayuda!— Informó sin encontrar las palabras correctas. Quería reparar la última vez de sus cuidados.— No voy a poder hacer muchas cosas solo y... Quería preguntarte si tú...

— Por supuesto.— Aceptó.— ¿Quieres estar en tu departamento o en el mío?

— Me gustaría que fuera en el tuy...

— El tuyo será. Vamos.— Entró decidida al departamento del castaño para dar paso al interior.

— No puedo creer que en serio hayas conseguido una copia de mi llave.— Musitó aún sin creerlo.

— Y yo no puedo creer que tu departamento sea mucho más aseado que el mío.— Respondió. Era increíble el orden que él mantenía.— Bien, según la lista dice que no te puedes agachar, ni estirar los brazos con libertad. ¿Qué es lo que quieres hacer?

— Bueno, me gustaría darme un baño. Llevé tres días en el hospital sin una verdadera ducha.— Confesó con cierta timidez.— Aunque esto no es necesario Roselyn, puedes prepararme algo de comer mientras intento hacerlo solo.

— Ni de chiste.— Negó.— Voy a ayudarte en todo porque es lo mínimo que puedo hacer por ti. Casi pierdes tu vida y gracias a mi tienes muchas imposibilidades para realizar. Vamos al baño.— Indicó decidida.— Aunque si no te molesta... Déjate la ropa interior, creo que eso sí lo puedes hacer.

— Sí, por supuesto que sí.— Aceptó de inmediato. Jamás se le había cruzado por la cabeza desnudarse completamente delante de ella. Aún era muy pronto.

Abrió la llave, y con timidez fue quitándose prenda por prenda ante la atenta mirada de la rubia.

Roselyn pensó que ese momento sería mucho más incómodo, pero realmente se perdió su vista en el cuerpo de su amigo. Nunca le había interesado de manera física, pero debía de admitir y reconocer que tenía un gran cuerpo. Podía ver con facilidad sus músculos.

— ¿Qué tanto miras?

— Siempre pensé que tú fuerza era extraña, pero ahora veo todo lo que te escondes debajo de tu ropa.— Apreció los músculos marcados de su abdomen. No esperaba verse fascinada por el cuerpo de él.

— Ammm bueno yo...

— No pedí tu opinión hombre presumido.— Interrumpió mientras tomaba el estropajo y un jabón.— Date la vuelta.— Ordenó con la mejor seriedad que podía.— Oh por Dios...— Si bien creía que en sus brazos eran demasiadas heridas, no podía creer que su espalda estuviera mucho peor. Tenía varias cicatrices, y cortadas en cada milímetro. Perdías la cuenta si comenzaban a analizarlas una por una. Y el tono en la mayoría de las áreas eran tonos púrpuras. La caída había sido mucho peor para Arthur.— ¿No te dolerá el jabón?

— Las heridas están cerradas, no te preocupes.— Señaló.— Roselyn...— Llamó al ver que todavía no comenzaba su tarea.— Deja de sentirte culpable. Fue mi decisión.

— Lo sé pero... No estoy acostumbrada.— Confesó.

— ¿A que te salven?— Respondió burlesco. Sabía que ella tenía la fase de odiar ser la damisela en peligro. Siempre intentaba ser la guerrera que su carácter le mostraba.

— A que mi vida pueda ser más importante que la vida misma de uno.— Musitó perdida entre recuerdos.— Normalmente los hombres siempre piensan más en sí mismos que en mí. O bueno, de hecho todos. Incluso yo. No sé si sea capaz de querer tanto a alguien para incluso dar mi vida.— Confesó con sinceridad.

— Es que no has enfrentado la situación.— Comentó.— Es una experiencia que no has vivido y es por eso que no sabes lo que se puede hacer.

— Mmm... Entonces eso se sabrá con el tiempo.— Finalizó tomando el jabón con nerviosismo. Temía lastimarlo más de lo que ya se había hecho.

Pero en un movimiento torpe, el jabón resbaló de entre sus manos cayendo en frente de Arthur. El castaño estaba dispuesto a agacharse pero ella no se lo permitiría.

— ¡No!— Ordenó.— Yo voy por él.— Apresurada se arrodilló con rapidez para alcanzarlo pero fue mala su suerte. El jabón se había resbalado por el suelo junto con ella, haciendo que se mojara de igual manera.

— ¡Roselyn!— Exclamó preocupado estirando sus manos para intentar levantarla. No podía agacharse por el dolor. Así que intentó estirarse hasta donde su cuerpo le permitía.

Ahí estaba ella.

Arrodillada enfrente de él en un intento de mantener la calma y el equilibrio para levantarse. Ambos estaban dentro de la ducha y tenían suerte de estar completamente solos. La situación era demasiado para pensarla de dos maneras.

— ¡Arthur!— Escucharon a la madre del mencionado entrar con la puerta abierta para ver solo las sombras detrás de las cortinas.— ¡Ups, lo siento, no sabía que estaban en eso!— Cerró la puerta nuevamente.

Un incómodo silencio.

— ¿Crees que se hayan visto nuestras posiciones?— Cuestionó preocupada.

— ¡Tomense su tiempo, prepararé algo de comer!

— Sí.— Afirmó sonrojado.— Cielos, es la segunda vez que nos encuentra en posiciones prometedoras.

— Y yo que pensaba que sólo sucedían en novelas.

—— 💙 ——

Terminó de limpiarlo para finalmente ayudarlo a acomodarse una nueva ropa. Tenía que cambiarle los bóxers y para no hacer más incómoda la situación, ella había decidido vendarse para ayudarle con la tarea. Era imposible que el pudiera acomodárselos solo.

— Ya casi llegas.— Informó Arthur conforme la rubia subía la ropa interior.

— Sí, lo puedo aproximar.— Comentó.— Wow... ¿Con qué te hiciste esta bola?, es una anomalía extraña...

— ¡N-No,... Deja... De tocar... Ahí...— Exclamó sonrojado a más no poder.

— ¡¡OH LO SIENTO!!— Chilló alterada. Después de haber acariciado bien podía entender que no era una anomalía. A juzgar por su longitud, podía adivinar que se trataba de su virilidad.— ¡No puedo creerlo!— Se quitó la venda dispuesta a correr lejos de allí ganada por la vergüenza hasta que sintió la mano del castaño detenerla.— ¿¡Qué?!

— ¿En serio piensas salir?— Señaló su ropa. Su blusa estaba completamente pegada a su cuerpo mostrando con esplendor sus curvas. Aunque su brassier era más que nada visible. Sus pantalones estaban aún mojados y éstos pesaban demasiado.

— ¿Tienes alguna idea?— Preguntó preocupada. No podía salir así delante de la mamá de Arthur.

— Ponte esto.— Compartió una de sus camisas. Le quedaban un poco más abajo de sus muslos. Lo suficiente para usarlo como un pequeño vestido.— Después de todo, es mi madre y creo que esto no será nada comparado a lo que piensa de nosotros en este momento.

— De acuerdo.— Aceptó.

Ambos abrieron la puerta y se sorprendieron que la mesa del castaño estaba llena por sus tres primas, su padre, la abuela de Roselyn y la de él, su mamá y para su desgracia, Erick.

— ¡Hasta que por fin salen!— Saludó su padre con una enorme sonrisa.— Era broma lo de mis nietos. Llevénlo con calma.

Ambos se sonrojaron a más no poder.

— ¡Papá!— Exclamó apenado.— ¿Qué hacen todos aquí?, ¿Y qué haces tú aquí?— Señaló a Erick de mala gana. Era a quien menos quería ver.

— Bueno, hemos decidido poner cartas en el asunto.— Hablaron las abuelas con determinación.

— ¿Cartas?— Cuestionó Roselyn confundida.

— Roselyn, sabemos la reunión que tuviste con Camille dentro del baño.— Argumentó Scott con seriedad.

"Oh no..." Pensó la rubia preocupada mientras sentía la mirada de Arthur sobre ella.

— ¿Qué?— Exclamó el castaño.— ¿Cuándo pensabas decirme que te enfrentaste con Camille?

Sin duda...

Esa sería una noche larga.

Con todo lo que había sucedido desde el incendio había olvidado también él cómo ambos terminaron en la situación menos favorecedora contra el fuego y las llamas.

No era que no se lo quería contar. Pero tampoco esperaba que se enterara Arthur de esta manera.

— ¿Y bien?— Todos estaban expectantes a lo que tenía que decir la rubia.

Valery al ver la tensión entre todos, decidió primeramente invitarla a tomar asiento y comer un poco antes de soltar todo lo que tenía que decir.

Roselyn intentó calmarse, pero era imposible comer cuando todas las miradas de reojo caían sobre ella. Pero sinceramente no era para mucha importancia aquel tema, después de todo no la había recordado en esos días.

— ¿Pueden dejar de mirarme?— Cuestionó incómoda haciendo que los demás fingieran que no estaban sobre ella.

— Es que estamos desesperados.— Comentó Scott interesado más por el chisme que por el problema del incendio.

— Padre.— Regañó Arthur. Él también estaba intrigado por la situación, pero suponía que Roselyn tendría sus motivos para no decirle por ahora. Pues habían cosas más importantes por las que estaban pasando como su curación.

— Empieza por favor.— Habló Itzel desesperada. No había esperado más que todo el día. El hospital no era un buen lugar para hablar y ahora podía tener la información que quería.

— Bien, me dijo que tomaría cartas en el asunto sobre la relación que Arthur y yo tenemos.— Confesó. Eso no era mentira.— Me había amenazado de que debería alejarme de él si no quería tener verdaderos problemas.

— Por Dios, la típica ex novia que busca el pasado.— Habló su abuela rodando los ojos.— Cuando tienen a la pareja no la aprovechan, se desvían a otros lados. Pero simplemente se termina la relación y no pueden dar página siguiente como Camille.

Arthur tomó la mano de Roselyn debajo de la mesa sin que los demás los vieran. Quería asegurarle que no pasaba nada en el proceso a una futura relación entre ellos. Estaba cómodo así por ahora.

— Sí eso... ¿Qué más supieron de las videocámaras?— Cuestionó intrigada tratando de evitar sobre su tema.

— No sabemos, solo vimos que después de que entraras al baño, ella te había seguido. Pero después de lo del baño la grabación se perdió.— Indicó Scott quien había hecho los primeros movimientos para las evidencias del evento.

— Entonces queremos suponer que fue un casual incidente de uno de los del personal.— Completó su abuela con tranquilidad.— Ya sabes que ese tipo de eventos mantienen presionados a los empleados así que quizás fue un accidente casual.

— Yo no lo creo así. Casualmente cuando mencionaron el triunfo de mi nieto, las llamas se presentaron. Alguien quería matarlo.— Agregó la otra abuela preocupada.

— ¿Matarlo?, ¿Quién?— Cuestionó Itzel confundida. Nunca había escuchado que existiera envidia a tal grado de querer matar al oponente.

— ¿Y si es una emboscada?— Preguntó alguien más.

— ¡No, ¿Por qué meterse con mi querida bellísima Roselyn?!— Exclamó Erick decepcionado.— Si lo que quieren es a Arthur, hay que dárselos. Roselyn, amor, vente a vivir conmigo. Yo te protegeré.

— ¡¿Cuál que se vaya a vivir contigo?!— Reclamó Scott dándole un zape.— ¡Estás hablando con la novia de mi hijo, futura madre de mis nietos!

— Ni de chiste dejaré a Roselyn contigo.— Habló de una vez el castaño. Había demostrado que Roselyn estaba segura con él. Aunque no podía descartar que tenía cierto enemigo detrás de él. Quizás podía utilizar a Roselyn como carnada.

— ¡¿No te preocupa su vida?!— Reclamó Erick furioso.— ¡Eres importante en la sociedad, apuesto que tienes un montón de enemigos detrás de ti!

— La protegeré.— Aclaró.— Estoy preparado para esto.

— Tiene razón. Arthur sabe defensa personal veterana.— Agregó Scott más relajado.

De pronto una futura pelea se presentó en la mesa. Muchos soltaban sus opiniones al aire y varias opciones chocaban entre sí provocando una pelea mucho más severa.

— ¡BASTA!— Calmó Valery quien no se había metido a la pelea de los familiares.— No tiene caso pelearnos en este momento. Después de todo Arthur y Roselyn van a desaparecer de este continente por un tiempo para irse a Australia.

— ¿Australia?, ¿Ganaste Arthur?— Preguntó Roselyn sorprendida mientras le daba un enorme abrazo.— ¡Felicidades!, ¡Te dije que serías el ganador de ese concurso!, ¡Estoy tan orgullosa de ti!— Mencionó con una gran sonrisa mientras dirigía su mirada hacia los padres de él.— ¿Yo debo de ir?— La idea de separarse de su abuela le daba un aire triste. De por sí casi no habían tenido convivencia desde la última cena familiar en dónde había presentado al castaño como su novio.

— Sí. Queremos que vigiles a nuestro hijo por favor.— Pidió la castaña mayor con tranquilidad.— Este es un proyecto importante y sabemos cómo se pone nuestro hijo para tratar de hacerlo de manera perfeccionista. Va a descuidarse por cuidarlo. Así que queremos que vayas como su ayuda.

— De todas maneras le iba a pedir a Roselyn que viniera conmigo.— Mencionó Arthur levantándose de su silla.

— Ooww, ya me ves como equipo para tus proyectos.— Asintió Roselyn encantada.

— Sí.... Y porque no debes estar sola con ese tipo de allá sin que yo esté.— Señaló a Erick quien reclamó por aquella aclaración.

— ¿Y cuando salimos?

— En una hora.— Respondieron todos haciendo que la pareja se sorprendiera.

Dado de que últimamente habían accidentes en torno a Arthur, era mejor irse de una vez y alejados de cualquier chisme sobre su salida.

Tenían que apurarse de una vez.

—— 💙 ——

— ¡Corre Roselyn!— Gritó Itzel corriendo a su lado.

— ¡Correría mejor si no tuviera un enorme sombrero cubriendo toda mi vista!— Reclamó. Era imposible poder ver hacia dónde se dirigía.

— Pero estás conmigo. Estarás segura.— Comentó.— Confía en mi. ¡Vamos!

— Recuerdenme, ¿Por qué estamos sin poder ver y todos cubiertos?— Cuestionó el castaño que iba corriendo a la par de la rubia tomados de la mano mientras eran guiados por los demás familiares que vestían igual.

— Para no levantar sospechas sobre tu partida. Esto tiene que ser un secreto.— Aclaró su padre cuando finalmente llegaron a la autopista.— Bien, es todo.

— ¿No iríamos en un avión normal?— Preguntó al ver un avión diferente. Era uno de su empresa.

— Sí, pero tú padre quería mejor un transporte privado.— Anunció Valery inconforme de la misma manera. A veces Scott podía ser muy sobreprotector.

— ¿Que tal si compartían el avión con el enemigo? Ni de chiste permitiré que suceda eso.— Observó al piloto y se relajó.— Es hora de que se vayan.— Anunció.— No pierdan más tiempo. E Arthur...

El castaño volteó a verlo.

— No importa que pase, cumple tu proyecto que tanto has soñado. Nos veremos después de un buen tiempo.

— Por supuesto papá.— Asintió el castaño para darle un abrazo y entrar de una vez, seguido por la rubia quien también se despedía de su abuela.

—— 💙 ——

Llevaban varias horas de vuelo y al parecer estaban a casi nada de sobrevolar Australia. Ambos estaban emocionados pero también estaban pensativos. Los acontecimientos continuaban en sus mentes, y Roselyn sentía que debía hablarle sobre el tema que no había incluído con la familia. Mientras menos personas lo supieran era mucho mejor.

— Que belleza tiene Australia.— Comentó entusiasmada. Ya habría tiempo después para dramas.

— Es un país muy grande.— Asintió Arthur mientras revisaba algunos protocolos en su celular.— ¿Te he contado la probabilidad de turbulencias en un vuelo?

— ¿Conoces ese dato?— Cuestionó temerosa.

— Sí. También sé la probabilidad de una falla que pueda...

— No me menciones eso mientras estemos en el vuelo.— Negó nerviosa. No era su primer viaje a otro lugar, pero mientras existieran probabilidades de tragedia, prefería ignorarlas.— Prefiero ser ignorante.

— Tranquila, no es como si...— De pronto el avión comenzó a tener unas preocupantes turbulencias haciendo que la rubia cayera encima del abdomen de su falso novio.— Tranquila, son normales en los avio...

— ¡Señor!— Llamó el copiloto algo alterado.— Tenemos problemas.— Indicó desviando la mirada ante la escena incómoda que tenían ellos dos.

Arthur captó de inmediato y levantó a Roselyn a su posición original.

— ¿Qué sucede?

— Perdimos el ala izquierda y la derecha está fallando. Aunque...— Se escuchó una explosión a su lado. Los tres miraron hacia el exterior dónde el humo negro y espeso rodeaba todo el avión.— Estamos cayendo.

— Oh no...

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