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15. Plan

Capítulo 15.
Plan

"Una visión clara respaldada por planes definidos, te da una tremenda sensación de confianza y poder personal."— Brian Tracy.

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Abrió los ojos con lentitud encontrándose cómodamente entre las calidas sábanas mientras los primeros rayos de luz se incrustraban sobre la vitrina. Apenas estaba llegando el amanecer.

Giró su vista y pudo ver el vacío en el lado de su cama. A pesar de que estaban en un intento de relación, Arthur tenía un respeto digno de admirar. Pues, a pesar de que le había ofrecido a dormir con ella, el castaño le había rechazado y había decidido dormir en el sillón de en frente. Lo cual estaba vacío pero podía ver encima de las sábanas dobladas, una pequeña nota:

La junta comenzó desde las 5:00 de la mañana, que por asuntos del país tuvieron que adelantarla. No quise despertarte, pero supongo que despertarás dentro de una hora o dos. Te dejé el desayuno en el mueble que tienes en el otro extremo de la cama. Espero que lo disfrutes. Nos vemos pronto, M'Lady.

Aún no podía creer que Arthur tuviera ese tipo de detalles. Le parecía cada vez más lindo. ¿Así era estar en una relación antes? Debió entonces haberla buscado desde un principio con él.

Siempre en su casa le preparaban el desayuno, pero por personas que necesitaban trabajar a ella por sus propias necesidades. Que te hagan un desayuno porque quieren es una cosa diferente aunque sea lo mismo.

Y en efecto, a su lado se encontraba el desayuno mencionado. Un omelette, y un zumo de naranja. Suponía que Arthur preparó todo con mucha dedicación. La presentación era exquisita y ni qué hablar del sabor.

— Así que... Esto es importarle a otra persona.- Sonrió conmovida mientras comenzaba a degustar todo con calma.

Asomó su vista hacia las calles de la India y logró sorprenderse al ver que estaban completamente vacías. Un humo gris rodeaba la mayor parte del aire de la ciudad debido a la contaminación pero de allí no había más.

Se le hacía extraño que no apareciera ningún solo cuerpo andante en las calles, pero quería suponer que eran las costumbres de ese país. Después de todo, no había investigado mucho sobre ellos. Más que unas que otras advertencias respecto al machismo aplicado.

Y recordando por una parte a Liz, no la había visto desde la oficina. El castaño le había mencionado que ella iría por su parte. ¿Tendría el mismo trato como el que le tocó? Sólo esperaba que no le fuera nada desagradable. Le caía mal, pero no deseaba algo malo hacia los demás.

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Arthur podía sentir la inquietud entre las personas. Ni siquiera habían llevado más que unas horas para declarar las pautas y las exigencias del tratado para cuando avisaron que era mejor apresurar las cosas sin entender el verdadero motivo.

Liz se encontraba a su lado y a diferencia de él, se encontraba desesperada por terminar esta reunión.

Ella sabía que siempre existían varios problemas en la India debido a las inconformidades del pueblo, aunque también no quería permanecer allí por motivos personales. La India nunca se había escuchado en son de paz.

Arthur firmó los papeles finalmente para comenzar a preparar sus cosas para retomar el camino a su hotel. Sin embargo, un empleado entró apresurado para comentarle algo al anfitrión de la reunión.

Otros hombres se colocaron detrás de cada miembro de la junta.

— He de disculparme, pero en estos momentos nos encontramos en una pequeña guerra provocada por las personas.— Informó.— No se preocupen mucho, nosotros nos encargaremos de llevarlos a salvo a su respectivo país.

Y ese era el plan inicial, pero una bomba destruyó el vidrio de la gran ventana provocando una explosión en ese mismo lugar.

Arthur y algunos de los miembros lograron salir vivos, pero otros no volvieron a ver la luz del día.

— ¿¡Pero qué...— Cuestionó Arthur impactado ante tal cosa.

— Señores, por acá tenemos el avión preparado para sacarlos del país.— Informó uno de los del servicio como si lo que hubiera pasado fuera una costumbre.— No tenemos mucho tiempo.

— ¡Vamos Arthur!— Llamó Liz tomándolo del brazo.— Van a matarnos si nos quedamos más tiempo aquí.

— No. No puedo irme.— Negó.— Necesito ir por Roselyn.

— Pero ella...

— Salvate tú. Nosotros encontraremos una forma de salir también.— Mencionó a prisa mientras hablaba con uno de ellos para pedir un poco de ayuda.

Le ofrecieron una ropa que pudiera cubrir su rostro y lo enviaron al esBenjanamiento donde unos asistentes lo llevarían al hotel. Parecía que todo esto ya estaba previsto porque tenían unos guardias protegiendo la base del lugar y el transporte preparado.

Arthur salió directo del hotel por una salida escondida. Lo que observó en las calles lo sorprendió. Los puestos estaban destruidos mientras que varios hombres maltrataban a unos uniformados.

Una cosa era ver una guerra en la televisión y otra muy diferente vivirla en carne propia.

No tardaron en llegar al hotel, no estaba muy lejos y al parecer el enemigo no había llegado hasta allí. Pero sabía que no tardarían en aparecer.

Corrió a su departamento buscando con rapidez a Roselyn. Por su suerte, ella se encontraba saliendo del baño con apenas una toalla. Le explicó el problema y le ordenó que se vistiera lo más pronto posible.

Roselyn al principio se extrañó y pensó que todo eso era una locura pero al ver su expresión en terror, no dudó ni un segundo para cambiarse y salir con él hacia donde los esperaban.

Para su mala suerte, aquellos hombres que se supone que los llevarían a salvo, estaban armados pero ahora en contra de ellos. Arthur logró visualizar detrás de un pasillo que ambos estaban platicando con el líder mediante unos comunicadores. A pesar de que hablaban en su propio idioma y de que él no estaba muy familiarizado, logró entender que todo esto era un plan y los matarían a los dos.

— ¿Qué sucede Arthur?— Cuestionó Roselyn en voz baja mientras se escondía detrás de él.

— No son nuestros aliados.— Informó con seriedad pensando en un plan para salir a salvo.- Debemos buscar otra salida.

- No podemos continuar entonces.- Habló Roselyn tratando de pensar en una acción que los pueda beneficiar. Ambos sabían que necesitaban pensar con rapidez. Pues, los disparos se hicieron presentes junto con los gritos de dolor de las demás personas externas al lugar.

— Roselyn, tenem...

— No sin un arma.— Aclaró antes de que el castaño terminara su frase.— Esto es como estar en una guerra para directamente morir. Si queremos sobrevivir un poco tenemos que buscar algo con qué defendernos. No podemos estar en ella con las manos vacías.

— ¿Y qué es lo que piensas hacer?, ¿Esperar un milagro dónde esos hombres vengan armados y pasen de nuestro lado, después tras sus espaldas atacarlos para adeñuarte de lo que tengan?— Preguntó con sarcasmo. La sola idea era ridícula.

Tenían que pensar en un escape pronto. Pero también necesitaban una base para ello.

— Vaya, pensamos igual.— Sonrió divertida señalando a la pareja de hombres que venían hacia su dirección.

Arthur creyó que realmente estaba bromeando pero la seguridad en la expresión de la rubia fue suficiente para saber que estaba dispuesta a hacer tal cosa.

— ¿¡Qué?!, ¡Era... Era...Ugh... ¡Era sarcasmo!!— Reclamó al ver que ella estaba dispuesta.

— Quizás te tomes todo a broma, pero no voy a perder esta oportunidad.— Mencionó estirando sus brazos para prepararse. Esperó a que los hombres cruzaran unos cuantos centímetros.— Esto es una guerra. O atacamos o morimos. Y yo sí quiero vivir Arthur.

— Roselyn, esto es muy peligroso. Además... ¡Ast...— Era demasiado tarde. Tal como había mencionado su plan, Roselyn había salido al instante para tomar un enorme jarrón y así apuñalar contra la parte trasera de la cabeza de aquel sujeto dejándolo caer en un charco de sangre. No era su intención matarlo, o quizás, podía continuar vivo aún.

El otro hombre recargaba su pistola con rapidez y antes de que ella pudiera recoger un trozo del jarrón, una bala había caído peligrosamente cerca de ella.

Arthur le había propinado una patada en el área baja del de sus costillas logrando tirarlo también de manera dolorosa contra el suelo y desmayado.

— ¡¿Estás loca?!, ¡¡Casi pudiste haber muerto!!— Reclamó con enfado al ver lo que tuvo que hacer para salvarla. Si no lo hubiera atacado de forma improvisada, seguramente Roselyn no estaría con él en ese momento.

— ¿¡Sabes pelear?!— Preguntó sorprendida. Pues la patada que le había lanzado a aquel sujeto no era una normal. Era una muy conocida para ella en una de las artes marciales. Con un buen golpe certero era capaz de dejar noqueado a la persona si se sabía dar en un nervio en específico.

— ¿A qué viene eso ahora?— Cuestionó confundido al ver su expresión.

— ¿¡Tú sabías pelear desde un principio?!— Reclamó con cierta incredulidad. Ella creía a Arthur como un hombre débil.

— No todo es violencia.— Afirmó con desinterés.

— ¡Pero, por Dios, cuando intentaban asaltarnos ni siquiera...

— ¿¡En serio vas a reclamarme eso ahora?!— Respondió ofendido a que le estuviera dando más importancia a ese asunto al que realmente deberían dar a otro en ese momento.

— Es que... Es que...

— Tenemos las armas. Tenemos máximo para... 45 balas. Seguramente éstas son unas sencillas pero poderosas si las sabes manejar y...— Calculó después de vaciar los bolsillos de cada uno.

— Oh, ¿Y ahora sabes de armas?— Replicó con ironía.— ¿Qué más no sé de ti?

— Todo a su debido tiempo, M'Lady.— Le sonrió compasivo. Pues él igual se sentía así últimamente con cada nueva faceta que conocía en ella.

Pero no era el momento.

Necesitaban salir del edificio antes de ser vistos por alguien más.

Corrieron a la parte trasera del lugar donde más adelante existía una salida de emergencia.

Al llegar a las calles nuevamente lograron visualizar que todo estaba rodeado por un humo gris. La masacre era total.

Se escuchaban a la vuelta de ellos las exclamaciones de dolor, de pelea, de cansancio.

— Arthur...— Señaló Roselyn hacia un par de metros en la calle adyacente. Se ocultaron detrás de un puesto abandonado para ver lo que sucedía.

Una señora lloraba y suplicaba piedad. Por el acento podían adivinar que era francesa. La mujer estaba aterrada y llena de polvo por todo su cuerpo. Arthur pudo reconocerla al instante. Era la mujer que era partícipe de la junta también. La había visto esa mañana junto con los demás miembros para algunos tratados de empresas. No creyó que fuera posible.

Observó a la lejanía donde se supone que era el edificio dónde sus compañeros serían enviados a su país de origen cuando desde la azotea de éste estaba en llamas. Al parecer, todo eso estaba planeado. El asesinato de sus compañeros.

Y aquella mujer había escapado de tal desastre para ahora ser capturada por ellos.

A juzgar por sus expresiones y por algunas palabras que Roselyn había aprendido del idioma extranjero, pudieron adivinar que rogaba por su vida.

Uno de los hombres de aquel bando, reconocido con una cinta amarilla en su cabeza, se acercó a ella con una mirada expectante y sin dudarlo la cacheteó con fuerza sacándole un poco de sangre. Le preguntó algo más y acto seguido escupió en su cara.

Roselyn podía sentir la furia crecer en ella. ¿¡Qué tenían en contra con el sexo femenino?!, Estaba dispuesta a salir si no fuera porque Arthur adivinó sus movimientos y la detuvo antes de que hiciera nada.

Él claro que quería ayudar también. Pero tenía la tarea de protegerla principalmente a ella. Se lo había prometido a su abuela y no podía permitir que esos desgraciados hicieran algo en Roselyn.

La abrazó para tratar de tranquilizarla. Aunque claro estaba que no lo lograría. Ambos miraron aún la escena y vieron como le dieron un balazo en su frente quitándole la vida de una vez.

De pronto sintieron como en el suelo los objetos comenzaron a temblar llamando su atención. A unos cuantos metros se encontraban varios indios corriendo hacia su dirección mientras que podían escucharse detrás de ellos unos balazos. Estaban en problemas. Esto era una guerra entre los mismos ciudadanos.

— ¡Tenemos que buscar un refugio!— Tomó de su mano sin pensarlo y juntos, alrededor de los demás indios que ahora no se tomaban la molestia en observar a la rubia, huían de sus perseguidores.

Podían escuchar varias palabras ser exclamadas con terror pero que desgraciadamente no podían entender.

De pronto Roselyn sintió algo pesado caer encima de ella. Le habían dado en la garganta a una anciana logrando que la bala traspasara su cuello y cruzara a unos milímetros, esto había ocurrido en una altura de la casa y ahora esa mujer había caído encima de ella.

Aquello la alarmó de todas las maneras. Dejó a un lado el cuerpo de la señora y rezando porque tuviera su paz en el más allá, se levantó.

— ¡Por aquí!— Gritó Arthur volviéndola hacia el presente. Ambos caminaron por un pasillo estrecho y atravesaron otros más para adentrarse en un laberinto sin fin.

Las personas corrían y tomaban todo de los puestos mientras el caos predominaba en cada uno de los túneles.

Pero poco a poco se estaban quedando rodeados y atrapados por las mismas personas que buscaban el desastre. Estar en la superficie ya no era seguro.

— ¡Vamos por aquí!— Se adentró a un pozo sin dudarlo junto con ella. No necesitaban un segundo más en ese lugar.— Te tengo.— Avisó cogiéndola de la cintura para levantarla con cuidado. Habían caído en un pequeño arroyo de agua sucia.

El olor era insoportable, pero era mejor estar allí que oliendo a sangre.

Al parecer el túnel no estaba vacío, pues a unos varios metros podían divisar una luz.

Decidieron salir primeramente del agua, agradecían que el arroyo no fuera tan profundo y violento.

El lugar iluminado se trataba de una pequeña cabaña subterránea.

Tocaron la puerta.

Pasaron varios segundos mientras escuchaban alguno que otro murmullo del otro lado de la pared. Cuando sentían en que no les iban a abrir, la luz se hizo más grande cuando la puerta por fin se encontraba dándoles paso.

Se trataba de una pareja de adultos de la tercera edad. Ambos eran morenos y de simple vista sus expresiones eran nobles.

La señora le ofreció una toalla a Roselyn que de igual manera le ofreció otra a Arthur. Los invitaron a sentarse mientras les traían algo de comer.

— Seguramente están hambrientos. Coman lo que gusten.— Invitó el anciano con amabilidad.

— ¿Sabe nuestro idioma?— Preguntó Arthur sorprendido.

— Sí, solíamos trabajar en hoteles internacionales. Pero me jubilé el año pasado. No son de por aquí, ¿Verdad?— Preguntó analizándolos en cuerpo completo.

— No. Somos de Europa.— Confirmó bebiendo un poco de lo ofrecido.

— Vaya, tiene una esposa muy hermosa. Con todo respeto.— Halagó observando a la rubia que seguía sin contestar.

— Cariño, ¿Por qué no mejor les damos algo de privacidad?— Propuso al ver la pobre mirada de la chica.— Parece que necesitan hablar. Sientanse bienvenidos. Más tarde volveremos.

— Muchas gracias.— Contestó Arthur viendo cómo finalmente los dejaban a solas. Eran muy amables a comparación de los indios exteriores.— Roselyn...

— ¡Arthur, las vi morir!— Gritó a todo pulmón apoyando con fuerza su cabeza en su pecho.— ¡Las mataron horriblemente!— Chilló aterrada mientras se aferraba más al cuerpo del castaño.— ¡La francesa la mataron con una frialdad tan fea!, ¡Y no sé qué otras cosas horribles más les hacen a las mujeres de aquí, pero Arthur, estoy aterrada, quiero huir de aquí, quiero regresar a casa!, ¡Vámonos ¡Quiero volver a casa!— Chilló una vez más mientras sus lágrimas caían finalmente por sus ojos.— No voy a poder superar aquellas muertes. Fueron dos en menos de una hora... ¿¡Y si... Y si me toca pasar por lo mis...

— ¡No!— Aseguró Arthur adelantándose a lo que diría.— Tranquila Ast, nada malo te va a pasar porque me tienes a mi. Estoy para protegerte.— La abrazó con fuerza apegándola más a él.— No estás sola, estoy contigo.— Besó con cariño su frente y eliminó aquellas resbaladizas lágrimas por sus mejillas.— Voy a sacarte de aquí. Yo te traje y yo mismo te sacaré. No temas.

— Es increíble.— Susurró llamando la atención de él.

— ¿Qué?

— Como haces levantar mi ánimo con tan solo unas palabras. Te quiero Arthur.— Confesó.

Él sonrió ante cómo había bajado su alteración.

— También te quiero Roselyn.— Besó nuevamente su frente.— Ahora, tenemos que idear un plan. Mi padre dijo que mandaría un helicóptero a nuestro hotel al amanecer del día siguiente.

— ¿¡Tenemos que volver de nuevo allá?!

— No podemos organizar un lugar mejor debido a que no conocemos la India.

Tenían mucho que planear por ahora. Sabían que debían ser mucho más fuerte.

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