30. Nuevo Destino
Capítulo 30.
Nuevo Destino
"No cuentes los días, haz que los días cuenten".— Muhammad Ali.
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Habían pasado dos semanas desde aquella noche donde casi lo hacían. Gracias a todos los Dioses, Astrid no había perdido su primera vez e Hiccup había sido muy comprensivo en ese tema. Sabía su deseo y lo respetaba como tal. Más por encima del suyo.
Aún así, existieron varios cambios a partir de esa noche.
Los dos decidieron compartir cama desde la semana pasada, la rubia se había dado cuenta que el castaño tenía dolores de espalda debido a lo incómodo que había sido el sillón. Cosa que nunca se había puesto a analizar. Pues, cada vez sus movimientos eran más lentos respecto a la postura de su espalda gracias a la incomodidad. Entonces, para tratar de ayudarlo, le ofreció dormir con ella. Después de todo, no era la primera vez y estaban seguros que quizás en un futuro la compartirían por el avance de su relación.
Para su buena suerte, ya llevaban 8 meses conociéndose, y cada vez más ella sentía que Hiccup era la persona con la que le intentaría formalizar una relación. Quería decirle que estaba lista y que casi ya no tenía dudas, quería que los dos fueran novios oficialmente. Se moría por decirle que quería ser su novia.
Pero por ahora, existían otras prioridades. Ya solo quedaban 3 semanas para cumplir los tres meses en Australia y terminar ese proyecto. Aunque el castaño le había explicado que ya casi no le faltaba nada. Sólo necesitaba buscar algunos papeles legales para poder patentarlo como suyo y de pronto, finalizado.
Por otra parte, Toothless y Stormfly también estaban finalizando el suyo. Ambos ya se habían convertido en personas muy especiales para ellos. ¿Y cómo no? Llevaban conviviendo bajo el mismo techo casi los tres meses y se podía presumir que su amistad crecía y crecía.
También se había dado cuenta que la historia que compartía con Stormfly era casi igual a la suya, solo que con diferentes tiempos.
Stormfly había aprendido a cocinar debido a que sus padres fallecieron en un accidente automovilístico, siendo ella la única sobreviviente. Se había quedado sola a tan temprana edad, y no tenía nada más que el consejo de confianza de su padre, quienes la vigilaban y le hicieron el favor de educarla. Aun así, no era lo mismo a una familia.
Pero la tolerancia que le tiene a Toothless, es debido a que él había sido su único amigo desde la cuna de su nacimiento.
— ¡Agh!— Escuchó a Hiccup chillar. Era la séptima vez. Se encontraban encima de la cama, él recostado boca abajo mientras que ella estaba sentada encima de él tratando de aplicarle un masaje para la relajación de sus músculos mientras observaba unos tutoriales en YouTube.
— ¡Deja de ser un llorón!— Le regañó.— Las personas que están siendo masajeadas no están chillando como tú.
— Sí, porque ellas están siendo tratadas por expertos.— Le debatió.
— Y yo estoy tratando de hacerlos tal cual lo hace el vídeo.— Finalizó la conversación continuando con aquel proceso.— Estás muy tenso...
— Lo sé. No me ha servido esta semana.— Respondió un poco más relajado.
— ¿Es por ese proyecto?, Hiccup, estás haciendo lo que puedes. No puedes esforzarte más de lo que tu cuerpo puede dar.— Le aconsejó.— Necesitas un descanso.
— Tú me estás mal acostumbrando a querer descansar cada día.— Se levantó para enfrentarla cara a cara, habían terminado.
— Bueno, no quiero que quedes paralítico por el estrés antes de llegar a ser mi novio oficial.— Le besó su mejilla con ternura. Trataba de meter ese tema poco a poco para no presionarlo.
— Te aseguro a que no pasará nada.— Disfrutó de su beso.— Bien, es mejor que vaya a tomar un baño.— Se levantó despacio.— Tenemos que irnos al aeropuerto.
Había olvidado que el día de hoy irían de vacaciones a Inglaterra para finalizar los proyectos en ese lugar. Abandonarían de una vez Australia.
Antes de que Hiccup se alejara más, aprovechó para ver ese firme trasero que él escondía tras esos pantalones casuales que usaba. No lo dudaría dos veces.
— ¡ASTRID!— Se quejó al sentir una fuerte palmada en una pompa.
— Lo siento. Tu trasero es irresistible Babe.— Se excusó divertida saliendo al otro lado de la cama.— ¿Quién diría que mi futuro novio tendrá el trasero más grande que el mío?, ¡Hiccup!— Chilló al sentir un apretón en su trasero. ¿Cómo había llegado tan rápido hasta ella?
— Quizás tengo más que tú, pero el tuyo es mucho más redondo... y firme.— Se alejó de ella así como había llegado y entró al baño para iniciar con su ducha.
Astrid se colocó su vata y salió de una vez hacia la cocina donde Stormfly estaba preparando huevo con salchicha.
— Buenos días Astrid.— Saludó con una sonrisa.— ¿Hiccup ya está listo?
— No, apenas se meterá a bañar. ¿Y Toothless?— Preguntó al no verlo.
— Sigue dormido.— Indicó.— Para ser un hombre dueño de una empresa, ama dormir más que estar despierto.
— Vaya, en eso tiene en común con Hiccup. Pero él prefiere trabajar y trabajar...— Suspiró.— ¿Qué puedo hacer?— Se quejó recargándose contra la pared.— ¿Necesitas ayuda con la cocina?
— Sí. Acomoda los platos y cubiertos en la mesa por favor.— Pidió con suavidad sin despegar su vista del huevo.— Por cierto, ¿Es a las 11 de la mañana que tenemos que estar allá, no?
— ¿A las 12 del medio día, no?— Ambas caminaron hacia la contraesquina de la mesa para leer la información.— ¡Ay no, es a las 10:00, y son las 9:30!
— ¡Tenemos que irnos ya!— Apagó la estufa y colocó todo el huevo en una lonchera acompañado de unas tortillas de maiz frías.— ¡Iré a despertar a Toothless!
La peliazul entró corriendo a la habitación y trató de despertarlo, moviéndolo constantemente, pero el pelinegro parecía tener un sueño profundo. No reaccionaba a ella.
— Bien. A mí manera.— Tomó la esquina de la sábana y la jaló con fuerza llevándose al pelinegro contra el piso.
— ¡¿Pero qué diablos, Stormfly?!— Expresó con molestia sintiendo su cabeza doler.
— ¡Hay que irnos!, ¡El vuelo es en media hora!— Avisó apresurada.— Yo me encargo de guardar tus cosas, ve a comer si quieres.
Por otra parte, Hiccup yacía lavando su cuerpo con la barra de jabón con relajación. Los masajes de Astrid servían un poco, pero por otra parte, dejaba más adolorido algunos lugares.
— ¡Hiccup!— Lo próximo que sintió fue la llave cerrarse impidiendo el paso del agua, junto con una toalla chocando contra su rostro.— ¡Hay que irnos ya, el vuelo es en media hora!, ¡Salte y cámbiate!— Gritó arrastrándolo con ella, haciendo que casi resbalara contra el piso por la humedad de sus pies.
— ¡Astrid, por todos los Dioses, estoy desnudo!— Reclamó tratando de quitarse el shampoo que había caído en sus ojos.
— ¿Y qué?, No es la primera vez que lo veo.— Respondió indiferente pasándole una camisa.— Además... ¿Se te encogió? Recuerdo haberlo visto más largo y grueso la otra vez.
—— 💙 ——
Toothless amaba la comida. Pero odiaba que no estuviera bien preparada, así que se dispuso a calentar las tortillas para completar su desayuno.
Se sentó con pereza en la silla, y colocó cierta cantidad encima de la tortilla para formar el taco que quería. Lo bueno de esta mañana, es que Stormfly le había permitido comer mientras acomodaba sus cosas.
— Bien, señor taco. Es hora de que tenga un viaje a mi estómago.— Comentó divertido, estirando su brazo hasta su boca para dar el primer mordisco...
— ¡YA ESTAMOS STORMFLY!— Gritó Astrid haciendo que el pelinegro se asustara por el escándalo y soltara el taco contra el piso.
— ¡¡Señor taco!!— Exclamó con reproche viendo el desastre de comida y omitiendo la burla del castaño.
Volvió a prepararse uno nuevo, no quería irse sin comer. Repitió otra vez todo el proceso, dispuesto a degustar su comida antes de la llegada de la peliazul.
— Bien, ¡A come....
— ¡Ya Toothless!— Sintió un golpe en su nuca logrando que tirara también su otro taco.— ¡Observa el mugrero que has hecho, es hora de irnos, vámonos!— Lo tomó de la mano mientras ella cargaba las otras dos maletas para salir de allí.
En un segundo, los cuatro bajaban corriendo por el elevador apresurados al aeropuerto.
"No es mi día". Suspiró Toothless en silencio con un estómago vacío.
Lo único que quedó en esa habitación eran esos dos tacos.
—— 💙 ——
— ¡Toothless basta!— Regañó Stormfly una vez más.
— ¡No he comido nada Storm!— Chilló otra vez.— Por favor.
— Agh, está bien.— Aceptó.— Vamos a buscar algo de comer. Con tal de que no estés fastidiando.
— ¡Sí!
Ambos se despidieron de Hiccup y Astrid para salir finalmente.
Por otra parte, ellos habían llegado al hotel planeado para pasar lo que resta del proyecto. Había sido un largo viaje y aún tenían algunas cosas por realizar.
— Y bien, ¿Cuál es el plan?— Sacó de una bolsa una nieve de galleta para comenzar a comerla. Se la había comprado en el camino al hotel.
— Por esta noche, descansar. Mañana empezaremos a primera hora. Aunque, no estoy tan seguro.— Confesó con desconfianza.
— ¿De qué?
— Siento que estamos siendo vigilados de nuevo.— Respondió pensativo.— Es decir, antes de llegar a Australia hemos casi muerto en todos los días continuos. Incluso en nuestra primera noche allá en el centro comercial. Pero... Después todos esos intentos de matarnos desaparecieron conforme avanzamos en el proyecto. Siento que estamos peligrando. Y creo, que es mejor que vayas de nuevo a mi empresa con mi padre.
Hiccup había aprovechado todo el vuelo para volver a recordar el por qué del presente. Había analizado que los intentos terroristas habían finalizado. Pero... ¿Qué tal si estaban esperando su producto para atacar otra vez?, Quizás ya no tendrían la suerte y persistencia que habían tenido antes.
Incluso ahora Stormfly y Toothless podrían peligrar si seguían a su lado. Hiccup no quería cargar con aquella situación. No quería imaginar a las personas con él en peligro. Quería enviar nuevamente a Astrid a su país para mantenerla a salvo.
— ¿Me crees acaso débil? Por supuesto que no regresaré. Estamos juntos en esto.— Negó de inmediato.— Confía en mi Hiccup. Ambos saldremos de aquí, juntos. Y...— Quería decirle que estaba lista. Después de todo, ya habían pasado varios meses desde que se conocieron y no podía evitar sentirse desesperada por ser su chica oficial.— Hiccup yo...
— ¡Estamos aquí!— La voz de Toothless había interrumpido el momento.— Oigan, hay una feria aquí a unas cuadras, Stormfly y yo queremos invitarlos a salir— Mencionó emocionado pero rápidamente entendió las expresiones en sus rostros. Algo parecía ir mal en ellos, y la respuesta de Hiccup lo confirmó.
— Toothless estamos en una conversación importante.— Habló Hiccup con seriedad.
— Vamos Astrid, por favor.— Rogó. Sabía que si la rubia aceptaba, el castaño tenía que ir también quisiera o no. Ellos merecían un descanso después de estar tanto tiempo encerrados.— Por favor.
— De acuerdo, vamos Tooth.— Asintió. Después de todo habían llegado allí por vacaciones.
— ¡Verán que no se arrepentirán!
Quizás un poco de diversión no estaría mal para nadie.
—— 💙 ——
Se adentraron a la feria donde podían ver varios juegos mecánicos y algunas dinámicas físicas que consistían en ruletas o canicas. La gente pasaba emocionada de un lado a otro acompañados en parejas para disfrutar mejor de las atracciones.
Los 4 decidieron subir a una rueda para observar de mejor manera la ciudad. Todo parecía tan bello y tranquilo, que casi podía presumirse que era perfecto. Stormfly tenía su cabeza recostada en el hombro del pelinegro, quien miraba con gran ilusión todo debajo de él.
— ¿Te acuerdas de nuestra primera cita Stormfly?— Cuestionó con cariño admirando el panorama nocturno. Al igual que Hiccup y Astrid, ellos tampoco tenían tiempo libre como para disfrutar de la vida. Los días se hacían constantes y aburrían.
Era mejor un tiempo así. Sin proyectos, sin planes, sin cartas, sólo siendo 4 individuos saliendo de su burbuja.
— Sí, ¿Cómo olvidarla?— Respondió con una sonrisa.— Fue la primera vez que me prohibieron a ir de nuevo a un lugar.
— Pero antes de todo eso fue demasiado divertido. Cuando todo antes era sencillo.— Comentó con nostalgia.— Pero terminando nuestro proyecto, hay que tener una nueva cita.— Invitó.
— Toothless, ni siquiera hemos terminado y ya estás haciendo nuevos planes.— Se burló divertida ante el entusiasmo de ver por el futuro. Siempre habían sido ellos dos y sinceramente deseaba tener la libertad con él. Le alegraba saber que Tooth aún la tenía en sus planes futuros. Le quitaba la soledad.— Pero si terminamos, tú eliges el lugar a donde iremos. Iré a dónde sea que vayas.
— ¡Qué romántico!— Apreció Astrid. La pareja se había perdido en su mundo y ni siquiera se habían acordado que estaban ellos en frente.
Por otra parte, Hiccup observaba todo en silencio. Las situaciones que ha vivido en estos últimos meses no dejaban de atormentarlo por alguna razón. Temía por la seguridad de Astrid. No quería arriesgarla. Después de todo, esa persecución no era la primera. Quizás vendrían más.
Como hijo heredero de la empresa Haddock y como excelente innovador que era, siempre había sido algo atractivo para las mentes más oscuras y vanidosas de los empresarios que lo rodeaban. No podía salir de ese círculo que su apellido le había traído.
Pero decidió no pensar en ese problema, no quería arruinar el resto de la noche. Después de todo, ir a una feria no era tan mala idea. Y aprovechando aquella plática de Toothless y Stormfly se dió cuenta que Astrid y él no habían tenido una cita.
Llevaban 8 meses, ¡Y ninguna!
Antes de poder ser una pareja oficial, debían al menos tener una para contar.
Bajaron de la atracción y continuaron caminando por los lugares. Decidieron detenerse en una casa laberinto y divertirse un poco. El primero que encontrara a alguien, merecía ser invitado a comer. Un clásico juego de las "Escondidas".
Astrid admiraba el interior de la casa. Tenía diferentes decoraciones, como dentro de una puerta existía un enorme pasillo lúgubre para una buena película de terror, y en otra puerta finalizando el pasillo podía ver el contraste. Era una habitación de varios colores pasteles dando un ambiente más alegre y patético en su opinión.
Caminó hacia otra puerta y pudo ver que se trataba de varios espejos que la hacían perder visualización acerca de la longitud del lugar.
De pronto, pudo observar que en el espejo más chiquito, una cabellera rubia caminaba detrás de ella.
— Nos volvemos a ver Astrid.— Sonrió.
Aquella voz le sonó familiar y por su aspecto sabía de quién se trataba.
— Camicazi.— Mencionó con neutralidad. No esperaba verla para nada en ese lugar. Ni mucho menos de que supiera dónde estaban ellos. ¿Sería una espía?, ¿Estaba relacionada con el grupo terrorista?
— Dime, ¿Cómo te fue encerrada en el baño?— Preguntó con burla.
— Sabía que eras tú en ese incendio.— Acusó caminando hacia atrás. Sea lo que fuera, sentía que estaba en peligro. Ella no era una miedosa, pero si tenía un mal presentimiento era mejor hacer caso.
— Debo de confesar que yo no provoqué ese incendio. Solo quería mostrarte que no vas a escaparte de mí. Ignoraste mis advertencias.— Confesó caminando lentamente hacia ella con las manos escondidas tras su espalda.— Pero... Fue una lástima que como quiera no moriste en ese incidente.— Su voz sonaba decepcionada, como una niña mimada.— Quiero dejarte vivir Astrid, pero no me estás dando motivos. Estás interponiéndote entre el amor de Hiccup y yo. De no ser por ti, él estaría de nuevo conmigo.
— Lo suyo ya pasó. No hay nada que hacer.— Respondió con frialdad.
— Sí, pero en mi caso, aún no acaba. Y tú no estás permitiendo mi plan, eres como un virus.— Comparó.— ¿Y sabes que se hace a los virus?— Comenzó a sacar su mano detrás de su espalda. Tenía una gran navaja.— Eliminarlos.
Astrid corrió hacia uno de los espejos que se ubicaba al final del pasillo. Por el reflejo, observó que le había lanzado la navaja en su dirección. No podía evitarla debido a que los espejos distorsionaban la imagen.
Lo próximo que sintió fue la navaja cortarle mientras que ella cruzaba la puerta automática. Se trataba de un espejo grande como trampa para hacerlos perderse entre sí. Después de todo, eso era un laberinto.
— ¡Te encontré!
— ¡Por Dios!— Chilló asustada mientras se cubría el brazo con dolor. Pero suspiró de alivio al ver que se trataba de Toothless.
— ¡¿Astrid?!— Preguntó preocupado al verla tan exaltada.— ¿¡Pero... ¿¡Que te sucedió?!— Notó la profunda cortada que tenía en su brazo. La rubia intentaba cubrirla sin éxito, pues la sangre comenzaba a resbalar por toda la longitud.
— Toothless... Llévame al hotel, ¡Ahora!— Pidió con impaciencia.— ¡Hiccup no tiene que saber nada de esto, por favor!
—— 💙 ——
Después de haberla ayudado a limpiar la herida y vendarla para que después utilizara una blusa de manga larga, se dispuso a llamar a Hiccup y Stormfly por separado para avisarles que se encontraban nuevamente en el hotel.
La rubia tenía una mirada perdida, inexpresiva. Como si hubiera visto un fantasma en aquel laberinto. Él quería preguntarle para saber sí le decía la verdad, pero sabía que ella no estaba dispuesta a hablar, lo mejor era esperar a que se tranquilizara.
— Por favor. No cuentes a nadie. Lo del brazo...— Sollozó con molestia. Aún ardía su cortada.— Había un espejo que...
— Sé que no fue un accidente. Ahórrate el cuento.— Le interrumpió. Él había visto y escuchado todo. Conocía a esa mujer, Hiccup alguna vez la había llevado a una de las reuniones años atrás. Después de allí, creyó no volver a verla jamás. Nunca pensó que aquella rubia fuera capaz de semejante acto. Él había ayudado a abrir la puerta de espejo para que Astrid pudiera escapar. Y al parecer, ella no se había dado cuenta de que no era automática.— Y tranquila, no pienso decir nada al menos que tú me lo pidas.— Suavizó su mirada.
Cada vez que pensaba en ella e Hiccup, se daba cuenta de que no eran las personas crueles y despiadadas que ellos pensaban. Incluso Stormfly había encariñado con Astrid.
Tenían que cambiar varios asuntos antes de que los tres meses se cumplieran.
— Ya llegamos.— La voz del castaño se adentró a la habitación.
— Bien, los dejo solos.— Habló Toothless poniéndose de pie comenzando a salir, no sin antes desearle suerte al castaño. Sabía lo que pronto haría con Astrid.
— ¿Qué sucedió Ast?— Preguntó Hiccup preocupado. No esperaba que se fuera de esa manera, sin avisar.
— Yo... Tenía dolor de estómago. Ando en esos días pesados del mes. Nada de que preocuparse.— Mintió.
— Bueno, en ese caso buscaré algunas pastillas que puedan ayudarte con tu ciclo.— Sugirió poniéndose en marcha cuando fue detenido por la rubia.
— No te vayas.— Pidió para al instante abrazarlo. Ambos estaban de pie y sin decir nada.— Sólo... Quédate aquí.
Un silencio profundo se hizo entre ellos. Hiccup la rodeó con sus brazos de manera sutil y enterró su cabeza entre su cuello y su hombro de manera relajada. Había sido un largo viaje después de todo.
Por un momento ignoró el problema de los terroristas y se enfocó en ella.
De nuevo aquel recuerdo de la rueda de la fortuna volvió a su mente. No habían tenido ninguna cita para todos esos largos 8 meses y sentía que ya era momento de tener una para los dos. Después de todo, era una de las acciones que pertenecían a la relación.
Este era el momento perfecto. Y no lo perdería.
— Astrid, tengamos una cita.
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