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28. Necesidades

Capítulo 28.
Necesidades.

"Nuestras necesidades nunca se igualan a nuestros deseos".— Benjamín Franklin.

.

— ¿Y no te da miedo?— Preguntó Stormfly curiosa.

Esta era una nueva carta a utilizar sobre ella.

Había dialogado con Toothless, y a pesar de que el pelinegro le había dicho que era algo muy peligroso e íntimo, decidió ignorarlo.

Poco a poco se estaba acabando su tiempo en esa misión y ella haría todo lo posible por cumplirla. No perdería.

— ¿Por qué debería darme miedo?— Cuestionó la rubia sin entender. Ambas se encontraban haciendo yoga en un salón mientras que a la lejanía estaban Hiccup y Toothless jugando a saltar la cuerda.

— Es que tener relaciones antes del matrimonio se ha hecho una costumbre muy común entre las personas.— Explicó.— ¿Tú e Hiccup no han hablado de eso?

— Bueno...— Empezó sonrojada.— Hiccup sabe mis deseos de que quiero hacerlo hasta el matrimonio. Y estoy firme con ello. No pienso cambiar de opinión y el tampoco piensa obligarme a hacerlo.

— A eso me refiero. Aquí estás tomando la decisión por ti misma, pero... ¿Hiccup piensa de la misma manera?

Bueno... Ella siempre le había compartido sus opiniones a él. Más nunca le había pedido la suya propia, pero tampoco Hiccup había demostrado interés en el tema de querer compartir sus opiniones.

— ¿A qué te refieres?— Preguntó Astrid intrigada.

Últimamente se había formado un nivel de confianza elevado entre ellas. Juntas hacían ejercicio, preparaban el desayuno y pasaban sus descansos unidas como dos buenas amigas.

Habían pasado dos semanas desde aquel incidente del embarazo, y sus familias habían decidido regresar de nuevo a su continente para continuar con sus labores. Pues, ellos aún tenían muchos planes que realizar por ahora.

— Es decir, Hiccup es un hombre. Es normal que a veces tener una relación avanzada esté en sus deseos.— Mencionó como si fuera experta en el sexo masculino.— A la mayoría les gusta probar. Además, ambos son adultos, saben a dónde están yendo, por lo que veo, su relación es seria. Por lo que no estaría mal hacerlo antes del matrimonio. Después de todo, no es un tabú tener una relación sexual fuera de ese contrato. Aunque...

— ¿Qué?

— No sé qué tan bien estén juntos así, pero puedo notar que a veces existe una tensión sexual entre ustedes. Si Hiccup queda frustrado, es... Dime algo.— La rubia no contestó por andar analizando sus palabras.— ¿Han tenido momentos donde ambos estén desnudos?

— Bueno... Creo que sí.— Respondió sonrojada.— Uno fue cuando caímos contra el piso con una toalla entre nosotros.

— ¿Uno?

— Otro fue cuando jugamos verdad o reto. Habíamos avanzado un poco pero decidí retractarme, y el dijo que iría a tomarse una ducha fría.

— ¡Ay por Dios!, ¡Lo dejaste con las ganas!— Exclamó "sorprendida".— ¿Por qué crees que se fue por el agua fría?

— ¿Por qué hacía calor?— Preguntó con inocencia.

— No. Porque animaste su anatomía.— Respondió. Al parecer Astrid no tenía mucho conocimiento en el área carnal del hombre. Ella tampoco, pero había investigado todo lo que necesitaba saber sobre ellos.— No hay mejor ayuda que un agua muy fría para relajar esa parte. Esto lo sé, gracias a Toothless, así que puedes confiar en mí en estos temas. Nomás no le menciones que te cuento esto.— Rió al ver el rostro de la rubia. Estaba completamente sorprendida y avergonzada.— ¿Una escena más? Llevas dos.

— Bueno, una vez tuvimos un accidente por lo que decidí ayudarle a lavarse la espalda y a ponerle la ropa. Para eso me vendé los ojos. Pero logré... Tocarlo.— Susurró más avergonzada y con una timidez digna de una introvertida.

— Y, ¿Cómo era la textura?

— Bueno, cuando lo toqué en un principio, era suave, blando.— Recordó pensativa.— Pero conforme tocaba más para ver qué tipo de chichón, o bola tenía; estaba duro.

— ¡Ay no, eso es terreno peligroso!— Señaló sorprendida.— No hay duda ahí.

— ¿De qué?

— Hiccup está necesitado. Seguramente tu primer toque fue más que suficiente para excitarlo.— Indicó.— ¿Sabes si se masturba?

— Sí. Pero no sé si debería contarte.... Hiccup me mataría. No tendría la capacidad para verte.

— Esto es asunto de mujeres, no saldrá nada de mí hacia alguien más sobre lo que platicamos.— Invitó a confesar. Alzó su meñique para entrelazarlo con el de ella como una firme promesa.

Astrid respiró antes de contestar.

— Sí, se masturba.

— Son tres. ¿Otro más?

— Bueno, cuando estuvimos perdidos al principio de llegar a Australia... Nos tocó bañarnos juntos, pero lamentablemente una araña hizo que saltara encima de él y pegaramos nuestros cuerpos.— Comentó.— Hiccup estaba muy tieso. 

— Con eso es más que suficiente. Lo estás matando.— Informó para pensar de Astrid.— Si  Hiccup y tú no tienen relaciones, no queda de otra más que lo obvio.

— ¿Lo obvio?

— ¡Astrid, es capaz de que te deje por su frustración sexual!— Soltó de una vez. Se estaba desesperando por la inexperiencia y la falta de información de la rubia.

— ¿¡Qué?!, ¡Hiccup no sería capaz...

— Nadie sabe el límite de un hombre. Pero, podemos intentar algo.

— Dime qué es lo que sugieres.— Aceptó con un poco de miedo. Jamás se había puesto a pensar en las necesidades de un hombre. Nunca había pensado de Hiccup en esa manera.

— El primer paso es sencillo: Vamos a ver qué tan necesitado está él. Puedes utilizar unas técnicas para ver cómo reacciona.— Informó.— En otras palabras, seducirlo. Toothless y yo nos iremos todo el día de hoy por unos asuntos de nuestra empresa. Por lo que puedes estar segura de que no vamos a llegar a interrumpirlos. De ser ese caso, de una vez te aviso que nos veremos en la fiesta de la compañía. Harán una esta noche en el 4° piso con todos los asociados. Nosotros llegaremos directo allí, ¿Qué tanto estás dispuesta a hacer para no perder a Hiccup de tu lado?

Antes de que pudieran decir algo más, Hiccup y Toothless estaban en frente de ellas. El pelinegro ya estaba listo para irse junto con la peliazul por lo que no tardaron en quedar solos nuevamente.

Un silencio se presenciaba entre la pareja, quién no sabía aún así qué decir o qué hacer.

— Oye... Iré a continuar con nuestro proyecto.— Avisó Hiccup rompiendo la incomodidad. No tenía la menor idea de la plática que había mantenido con Stormfly, pero últimamente habían tenido una distancia.— ¿Tienes algo que hacer?

— Yo... ¡Sí!— Mencionó.— Tengo que ir a hacer unas compras ahorita mismo. Por lo que volveré en la tarde. Nos vemos.— Besó su mejilla para salir corriendo tratando de pasar desapercibida.

Bajó en el elevador, y caminó hacia la salida apresurada. Necesitaba comprar un libro acerca de la seducción. Estaba dispuesta a ver el estado del castaño. Pero había algo que no había notado.

Había salido sin nada en sus manos. Seguramente por el apuro.

Suspiró derrotada y volvió a subir en el edificio hasta llegar a su piso. Se adentró en silencio al apartamento pasando por en frente de la oficina donde trabajaban los dos. Caminó hacia la cocina donde podía ver su bolso y sin dudarlo lo tomó dispuesta a salir lo más pronto posible.

Aunque unos pequeños gemidos la detuvieron antes de que pudiera salir. Con cuidado regresó tras sus pasos, y asomó su rostro entre la pequeña apertura que tenía la puerta que los separaba. Podía ver el cabello castaño de él sobresalir detrás del escritorio. Al parecer, estaba sentado en el suelo detrás del mueble.

Sus brazos hacían pequeños movimientos, indicando que estaba apresurado en lo que sea que estuviera haciendo. Un gemido más fuerte se escuchó.

— Hiccup... ¿Hoy es tu día de masturbación?— Susurró para sí misma, observando con atención.

Volvió a la realidad segundos después y decidió no seguir viendo algo tan íntimo y privado del castaño.

Salió del edificio lo más rápido que pudo.

Mientras más pronto sea la seducción, más rápido sería su respuesta.

—— 💙 ——

Horas más tarde.

Entró decidida al área de trabajo de Hiccup.

No tenía brassier por lo que sus pechos medianos estaban sueltos cubiertos por una blusa floja que ayudaba a no delatarlos en seguida.

En sus manos llevaba un plato de nieve de vainilla con un par de fresas a su lado. Incluso bombones, chocolates y dulces. Tenía varias cartas debajo de la manga.

El castaño yacía pensativo observando su trabajo, estaba ocupado en algún tipo de armamento que no podía distinguir.

— Hola Hiccup. ¿Estás muy ocupado?— Preguntó con timidez. Esto parecía un juego demasiado peligroso.

Estaba ansiosa, había comprado un libro que le recomendaba varias ideas un tanto profundas y muy eróticas para su gusto. Pero estás ideas podían darle la respuesta que buscaba.

Ella no era esa clase de mujer seductora, pero podía intentarlo. Tenía que hacerlo para saber lo que sucedía en Hiccup. ¿Estaría frustrado por la falta de relación sexual?

— No mucho, M'Lady. ¿Pasa algo?, ¿Ocupas ayuda?— Cuestionó levantando su mirada hacia ella. Sus ojos verdes encontraron sus ojos azules. A juzgar por cómo huyeron, creyó que algo estaba tramando. La conocía lo suficiente para saber qué estaba sucediendo con ella.

Por otra parte, Astrid sumó a sus intensos ojos verdes, la manera servicial que tenía Hiccup junto a su hospitalidad. Algo muy característico en él.

Y algo que simplemente ella admiraba. El mundo necesitaba más bondad. Un buen corazón como el que tenía el.

— En la tienda ví algo que se me antojó, y decidí venir a compartirlo contigo.— Mostró el platillo completo de dulces.— Espero que tengas algo de tiempo para mí. Quisiera comer contigo. No hemos tenido mucho tiempo a solas debido a la compañía de Toothless y Stormfly, incluso cuando es hora de dormir.

— Se podría arreglar si te desvelas y no te quedas dormida en 3 minutos una vez que tocas la cama.— Mencionó divertido ante su sonora risa. El rió con ella.— ¿Ya has comido algo?

— Pues a decir verdad, no he comido nada desde la mañana.— Movió sus papeleos hacia un lado en orden para tener ella espacio en el escritorio y tomar asiento en el.

— Se ve delicioso.— Comentó Hiccup observando la bandeja. No era comida, pero algo mínimo a su estómago le caería de maravilla.

— Lo sé. No puedo esperar a que las saborees.— Mostró una fresa mientras se la introducía en la boca. Primer truco: Lanzar frases con doble sentido. Aunque al parecer Hiccup no estaba del todo enterado.— Ponte este lazo en los ojos.

— ¿Para qué?— Preguntó desconfiado. Pensó que sólo iban a comer juntos los dulces.

— Oh, bueno. Quiero jugar a "Sabores". Tú vas a adivinar lo que te estoy dando. ¿Te parece el juego?— Hiccup asintió. Algo le decía que era una travesura de Astrid, pero estaba dispuesto a ver qué clase de travesura era este asunto. Esperaba que no fuera como en esos programas de televisión donde las personas comían insectos, tarántulas, animales marinos crudos. O de esas cosas que para nada le quitarían el hambre.

Para su sorpresa, ella cortó la distancia personal de los dos, logrando que sus pechos estuvieran casi encima de su rostro.

Hiccup no sabía si Astrid se había dado cuenta o no, pero su blusa dejaba poco a la imaginación. Podía observar con atención antes de que le pusiera el lazo aquellos dos montes que desde su punto de vista, parecían suaves y apetecibles para disfrutar.

Poco a poco sentía algo levantarse dentro de sus pantalones, tuvo que cruzar sus piernas en un intento de que no fuera muy notorio.

Agradecía que Astrid estuviera enfocada tratando de realizar el nudo en aquella tela que tanto insistía en ponerle sobre sus ojos. ¿Estaría consciente de lo que sucedía por su cabeza?

En un movimiento un poco apresurado, logró visualizar que debajo de su blusa no existía ninguna prenda más cubriendo sus pechos. ¿Astrid realmente estaba sin brassier? Esto era algo nuevo e inquietante. Su curiosidad por visualizar más su piel debajo de la fina tela de su blusa. Fue una tentación en la cual quería caer sin importar qué tan perdedor sería.

Pero no.

Esto era algo irrespetuoso y más si ella no estaba consciente de la gran vista que le dejaba ante sus ojos. Así que tragando pesado y tratando de controlar sus emociones allá abajo, cerró sus ojos para no ver nada más.

— Listo.— Exclamó entusiasmada terminando de cubrir su vista.— ¿Estás preparado? Ronda uno.

— Bien.— Sintió como dentro de su boca se aventuraba una temperatura fría. Saboreó con su lengua lo que suponía ser el metal de la cuchara, acompañado de ese sabor...— ¿Helado de Vainilla?

— ¡Bingo!— Respondió emocionada ante su certeza.— Ronda dos.

Lo próximo que sintió dentro de sus labios fue un tacto suave al momento de ser mordisqueado. Podía sentir el líquido tibio resbalar entre su cavidad bucal. Exquisito. Debía de admitir.

— Bombón cubierto con líquido de chocolate.— Mencionó aún saboreando aquel dulce sabor.

— ¿De qué sabor es el bombón?

— Mmm... Dame otro.— Ordenó para sentirlo de nuevo.— Fresa.

— Vaya, tu lengua sí que sabe distinguir.— Felicitó entusiasmada por su certeza. Aunque sinceramente cada alimento tenía el sabor que lo distinguía.

Era hora de la siguiente carta.

Sin esperar un segundo más colocó sus labios sobre los suyos para empezar un beso apasionado. Nunca había dado uno, no con esa intensidad y mucho menos creyó que llegaría este día.

Aprovechando que Hiccup continuaba con gusto aquel beso, ella no lo dudó más y permitió que su lengua entrara a la cavidad de él.

Hiccup podía jurar que era la lengua de Astrid, podía sentirla húmeda. No era tan menso, en ese aspecto. Pero estaba mucho más sorprendido ante aquel acto. Jamás se habían compartido un beso así, normalmente eran cortos y pequeños.

¿Astrid había sido capaz de hacer eso?, No, no lo podía creer.

Llevaban una relación sana lejos de esas acciones.

La vio a ella.

Tan aproximada a su rostro con su lengua al exterior entremezclada con la suya.

Dioses... Ella sería completamente su perdición.

— Astrid...

Lo pronto que sintió fue a la rubia saltar encima de él mientras era abrazado con fuerza por su cuello. Astrid se había sentado arriba de sus piernas, logrando que sus anatomías lograran tocarse por encima de la ropa provocando en él un pequeño gruñido involuntario.

Quería preguntar sus intenciones pero parecía que ella no le daría ninguna respuesta. En cambio, lo abrazó con más fuerza hundiéndolos en un beso húmedo y apasionado.

No esperó algo más, y decidió compartir aquella experiencia que ella había comenzado. Colocó sus manos alrededor de su cintura, asegurándola con firmeza para que no lograra escaparse después. Aunque en la cabeza de Astrid estaba todo menos en ese escape.

Lo que había empezado con un divertido juego de sabores, se había convertido en un momento que sin duda no estaba dispuesta en dejar de recordar para después. Hiccup sí que sabía besar a alguien.

Mientras que ella era inexperta en esas acciones que veía en las telenovelas cuando las parejas se devoraban con pasión, pero la realidad... Era que parecía toda una experta en esos movimientos circulares dónde su lengua peleaba en sí contra la de él. No quería dejar de sentirlo.

Le encantó.

Amaba esto. Y estaba dispuesta a repetir esos besos mucho más adelante.

¿Era correcto?

No le importaba en ese momento.

Aprovecharía todo lo que podía estando con él. Hiccup parecía que tampoco pensaba darle tregua en ese beso, por lo que no les importó que sintieran el aire acabarse entre ellos. Respirarían de manera desigual con tal de no acabar ese momento y ese juego de pasión.

Como si supiera lo que tenía que hacer, comenzó a mover sus caderas de manera involuntaria sabiendo en el peligro en el que se estaba metiendo. Porque debajo de ella, no pudo evitar sentir aquella firmeza que comenzaba a crecer chocando contra su muslo. ¿Era posible?

¿Él estaba excitado con ese beso?

— Astrid... Tenemos que parar.— Habló de un momento a otro, alejándose de ella y cortando el contacto bajándola de el.

Su anatomía no podía estar más incómoda siendo atrapada en esa tela que no la dejaba respirar.

— De acuerdo.

Ella no observaba directamente a sus ojos, y estaba igual de sonrojada que él. El escenario se había quebrado. Ella volvió a estar consciente, y él luchaba por tratar de controlarse.

Astrid quedó sorprendida de ella misma al haber hecho esto. Ella lo había provocado y sin duda le había gustado.

— Te veo más tarde Hiccup.

El castaño suspiró descansado pensando que en serio tomaría su distancia. Pero se equivocó cuando lo llamó una hora después.

— ¡HICCUUUUUP!

Trató de concentrarse en su trabajo, pero el recuerdo de los carnosos y suaves labios de Astrid interrumpían su mente. No podía sacarla de la cabeza y por más que lo intentaba, más caía en ese recuerdo.

Había durado como una hora en la ducha con agua helada con tal de bajar su erección de ese momento. Incluso se había dado placer así mismo con tal de calmar todo su organismo. Pero según volvía a recordar, volvía a levantarse ignorando el agua helada de hace unos minutos.

Ni siquiera se había puesto los boxers cuando Astrid lo llamaba con desesperación. Parecía que necesitaba auxilio.

Corrió hacia la cocina y lo próximo que vio, estaba seguro que lo mataría.

Apretó su toalla en su cintura, tratando de evitar que se notara su erección que otra vez había vuelto a crecer. No se había dado cuenta de lo doloroso que podía ser hasta haberlo experimentado. Llevaba muchos años sin una relación sexual y había sido un tema que él había decidido ignorar, no tenía una relación amorosa por la cual interesarse en el sexo.

La observó.

Astrid se encontraba en el suelo, apoyada en sus rodillas como un pequeño bebé gateando y jugando con sus caderas, ya sin saber si de forma consciente o inconsciente, pero lo estaba haciendo.

Tenía puesto un pequeño short de licra, que dejaba a nada la imaginación de su entrepierna. Podía ver la notable línea de su feminidad apretada, así como su toalla apretaba su miembro.

Tragó pesado para dirigirse a ella.

Esto no podía estar pasando.

— ¿Qué pasa?

— ¿Puedes sostener la linterna por mi?— Salió un poco de los cajones que mantenían encerrada la tubería debajo de la llave.— Hay una fuga de agua y estoy tratando de arreglarla.

Pasó el objeto a sus manos, prestando atención de manera disimulada a dónde quería ver.

Ella le vió excitado.

Y vaya que esta vez no tuvo que hacer nada de tocamientos para ponerlo de esa manera.

Simplemente había seguido los consejos del libro: Ropa apretada y sin brassier. Mientras más cuerpo mostraba, más rápido se vería el resultado.

Aunque debía de admitir que no se sentía incómoda ni mucho menos fuera de lugar estando de esta manera con él. Confiaba en que Hiccup no le haría nada, y que pudiera estar desnuda o no, él la respetaría.

¿Era justo para los dos?

¿Era justo para él?

Tenía que seguir probando si quería saber la respuesta.

Se volvió a adentrar a la oscuridad siendo guiada por la luz que Hiccup le proporcionaba. No era mentira lo de la fuga de agua.

Con una llave, desarmó un poco el tubo para volver a colocarlo de manera correcta, mojando su blusa en el proceso. Necesitaba otra llave especial.

— ¿Puedes pasarme la otra llave?, Está arriba.— Indicó sin mirar atrás.

Era momento de hacer un nuevo truco.

Estiró su mano hacia el exterior sin observar a dónde la dirigía.

— ¡Astr...

— Ups, lo siento.— Podía jurar que estaba mucho más duro a cómo lo había sentido esa mañana. Apretó un poco para confirmarlo, recibiendo un pequeño y ronco gruñido de su parte. Estaba justo en el lugar donde debería.

— Astrid... Esa no es la lla-llave.

— Oh. En serio lo siento. Pensé que estaba allí. Estaba tan duro, que pensé que sí sería el metal.

— ¡Astrid!— Chilló sonrojado, no esperaba ese comentario de su parte.

— No sé nada sobre eso y lo sabes.— Se excusó volviendo a trabajar en el tubo.— Pensé que eran blandos...

— Lo son... Sólo que...— No podía seguir platicando de esto con ella.— Por Dios, sólo termina tu trabajo.— Ordenó de manera autoritaria. La rubia sabía que estaba jugando con fuego, así que era mejor ser precavida.

Salió del lugar olvidándose de su estado.

Hiccup no pudo evitar mirar hacia donde se presentaban esos dos pezones que parecían que estaban a punto de agujerear  aquella blusa mojada. Los dioses lo estaban matando en ese momento. O más bien, Astrid lo mandaría al infierno antes de que el diablo viniese por el.

— ¿Hiccup?— Preguntó preocupada al ver que la mirada del castaño estaba perdida. Aunque no del todo, no tardó tanto en darse cuenta que sus ojos se dirigían hacia sus pechos.

¿Qué debería hacer?, ¿Tacharlo de pervertido y huir?, ¿O descubrir de una vez si él la deseaba?

En el libro le habían mostrado los trucos, más nunca le explicaron los diferentes resultados que podía obtener. Ahora ella estaba nerviosa, pero necesitaba asegurarse acerca del asunto de él respecto a lo sexual.

— Hiccup... ¿Quieres tocarlas?

Aquella pregunta lo trajo nuevamente a la realidad. ¿Había escuchado bien?

— Astrid yo...

— Sé sincero Hiccup.— Lo desafió con la mirada mientras cortaba cualquier distancia entre ellos. Entrelazó sus dedos entre sí con las manos de él y las colocó con decisión en su cintura.— Tú... ¿Quieres tocarme?

No había vuelta atrás. Estaba demasiado adolorido allí abajo como para querer mentir lo que estaba sucediendo en él. Hiccup había evitado cualquier escenario sexual con ella, no deseaba incomodarla ni mucho menos hacerla sentir mal.

Pero ahora su conciencia se había desconectado de su mente. Ya no podía esquivarla.

— Demonios Astrid, sí.— Pronunció alejándose de ella para evitar un contacto.

Estaba perdiendo todo el autocontrol y permanecer tan unido a ella sería su perdición. Preferiría cortarse las manos antes de tocarla. Habían pasado muchos años sin sexo, pero eso no era excusa para liberarse con ella.

Astrid observó el problema que Hiccup estaba teniendo. Lo podía notar debido a sus expresiones. En estos momentos ya era casi muy transparente con ella. Y por otro lado, Astrid no iba a negar que un deseo estaba creciendo con ella. ¿Cómo sería hacerlo? Su mejor amiga le había contado que era una experiencia muy excitante y relajante. Quizás, hacerlo con Hiccup la llevaría a conocer otro mundo.

Confiaba en él como para saber que él no sería esa clase de hombre para sacar provecho de su cuerpo. Era suficiente con ver todo el autocontrol que se estaba forzando en tener.

— Entonces hazlo.

No esperó respuesta, se lanzó hacia él atrapando sus labios en un nuevo beso húmedo dónde las principales protagonistas en la batalla de pasión eran sus lenguas luchando una contra la otra. Cerró sus ojos, para así dejarse llevar por el intenso sentimiento que tenía en ese momento.

Una parte de su cuerpo despertó en ella. Algo que nunca imaginó sentir y mucho menos en la parte que nunca había tomado en cuenta.

Sentía su feminidad, ¿Mojarse?

No era orina. Ella sabía controlarse en ese aspecto.

Entonces, ¿Qué era aquello que ardía en su parte inferior y humedecía su ropa interior?

Las manos de Hiccup despertaron de nuevo sensaciones desconocidas. Las podía sentir acariciar con suavidad su busto, cuando en realidad ella sentía en ese beso la fuerza y presión que el castaño quería realmente usar en ellos. Por todos los Dioses, si esto era solo el principio, estaba deseosa de conocer qué tan lejos podía llevarla Hiccup a sentir en esas acciones.

Hiccup acariciaba todo en su terreno. Jamás había tocado algo tan suave como era el busto de Astrid. Y ese beso... Era una guerra total. No estaba dispuesto a perder esa candente batalla.

Pero no.

No podía continuar con esto por más que ella le había iniciado aquel acto.

— Lo siento.— Astrid sintió el frío cuando el castaño dejó de tocarla.— Yo... Perdóname Astrid.

Antes de que ella pudiera siquiera preguntar, el castaño había salido con rápidez por la puerta de la cocina. No sin antes decirle que la vería próximamente en la fiesta del edificio. De allí, escuchó cómo se ponía su ropa para finalmente salir por la puerta de entrada sin siquiera explicarle nada.

No sabía porqué sentía que él no quería.

¿O quizás...

¿Hiccup no la deseaba?

Era la primera vez que se sentía rechazada. Un crecimiento negativo se aposentó en su sentir. Y aunque quisiera ocultarlo, se molestó ante su huida.

La había dejado sola cuando ella ya había tomado una decisión con él.

—— 💙 ——

— ¿Cómo crees que les esté yendo?— Preguntó Stormfly mientras degustaba de un helado a un lado de Toothless.

— Mal por los dos. Siento que Hiccup tendrá una explosión de emociones.— Respondió el pelinegro tratando de mantenerse calmado. Él entendía los problemas sexuales, el querer experimentar con una pareja. Pero todo este juego parecía que sólo dejaría las cenizas como marca.

— ¿Por qué lo dices?

— No lo sé. Es un juego de fuego, Hiccup no es el típico hombre y siento que esto lo tomará de la manera más personal posible. Te digo que será mala idea si los orillas a esto.— Reclamó con seriedad, observándola. Estar jugando a las cartas era un asunto. Pero manejarlos a los dos en ese ámbito era un peligro. Ni él se atrevería a apoyar ese juego.

— Dijiste que fuéramos observativos. Y pienso hacerlo. Esta noche tengo una sorpresa para Hiccup.— Mencionó alegre mientras recibía la atención de Toothless con miedo.— Contraté a una de las mujeres más bellas de la prostitución para que vayan con él.

— ¿¡Qué hiciste qué?!, ¡Stormfly...— Antes de que pudiera decir algo, un mensaje había sonado en su celular.

— ¿Quién es?

— Es Hiccup.

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