25. Nuestro Miedo
Capítulo 25.
Nuestro miedo
"La soledad es valiosa, pero una buena compañía, no tiene precio".
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— ¿Cómo se encuentra?— Toothless era el primero en preguntar con impaciencia. El doctor apenas recién había salido de la habitación de su amiga.
Estaba preocupado por Astrid. Ese hombre no había sido plan de Stormfly. Por lo que aquel suceso fue una pista o quizás una vaga idea de que Hiccup y Astrid no eran los objetivos que tenían. ¿Por qué atacarse entre ellos?
— Se encontrará bien.— Anunció el doctor para la calma de los demás.— Tragó mucha agua, pero lo único que la tiene en mal estado es el cansancio y el estrés. El día de mañana despertará y volverá a la normalidad. Aunque deberían tenerle paciencia si no permanece en buena consciencia.
— Muchas gracias doctor. Lo acompaño a la salida.— Invitó Stormfly con amabilidad. Aunque en el fondo se sentía un poco culpable ante el terrible hecho.
Por otro lado, Toothless se adentró a la habitación para ver la escena. Astrid seguía desmayada mientras que Hiccup yacía a su lado besando con cariño su mano. Si eso no era amor y respeto, no sabía entonces que esperaba Stormfly que fuera.
— Estará bien.— Pronunció como consuelo colocando su mano en el hombro del castaño.— Necesitas ir a descansar. Llevas horas observándola.
— Es que no puedo evitar pensar que es mi culpa. La dejé sola. No puedo dejarla ahora donde más me necesita.— Respondió con tristeza. Muy en el fondo él sabía que los problemas de Astrid habían sido gracias a él. Al que buscaban era a él y la atacaban a ella como si fuera un anzuelo.
No podía permitir aquello.
Astrid no merecía nada de esto por él. ¿Qué podía hacer?
— Ella estará bien. No era algo que planearamos. Además, no podrás cuidarla si no te cuidas a ti primero. ¡Mírate!— Lo levantó con un poco de esfuerzo, Hiccup aún se resistía.— Si quieres cuidarla en serio, primero hazlo tú y después la ayudas. Por lo poco que conozco de Astrid, es que sé que es una chica muy fuerte. Saldrá de esta situación de la mejor manera. ¿O no crees lo mismo?
— Yo...
— Vamos a descansar y después piensas en ella.— Anunció finalmente para llevarlo fuera de la habitación con él.
Los dos se fueron a cenar y después cada quien por su lado. Era mejor descansar antes de alterarse más. Con las emociones a flote, no servirían de nada.
Pero por otra parte, Toothless se dedicó el resto de la noche para investigar nuevamente el paradero de los que deberían ser sus enemigos. Él intuía en la sinceridad de aquella pareja que compartía el departamento con él.
—— 💙 ——
— ¡¡Nooo!!— Despertó de golpe en medio de la oscuridad. Sus lágrimas caían de nuevo con firmeza. El terror parecía acecharla como una sombra constante.
¿Dónde estaba?
Trató de calmarse a sí misma y poner atención a su alrededor. Por lo que podía observar, se encontraba en su habitación de aquel edificio de Australia.
Jamás creyó desear tanto estar de nuevo en su casa. Extrañaba a su abuela, extrañaba a su familia, extrañaba el ambiente de tranquilidad y hogareño que se respiraba en la vacía habitación de ella. Extrañaba todo y lo peor, extrañaba a su mamá.
¿Por qué las mejores personas se tenían que ir de la vida más pronto que los demás?
Aún recordaba la terrible experiencia de casi morir bajo el agua. Aún tenía cierta fobia a lugares con agua profunda. Era por eso que jamás decidió meterse más allá de un metro de la tierra cuando estaban en aquella laguna cuando recién habían llegado a Australia tras un accidente.
— ¿Qué me está pasando?— Se preguntó así misma mientras una pequeña gota salada resbalaba por su mejilla acompañada de más lágrimas.— ¿Por qué estoy siendo tan débil? Jamás me había permitido que un terror me ganara.
Ella siempre había sido fiel a utilizar sus miedos como motores para salir adelante y que éstos le llenaran de coraje para tener la capacidad que necesitaba. Esta noche, el miedo parecía volver a pedir una revancha contra su estabilidad emocional.
Necesitaba estar consciente y volver al campo de batalla para enfrentar su presente.
Sin pensar mucho más, tomó su ropa más ligera de licra, y con decisión caminó hacia otra habitación donde tenían guardada una alberca bajo techo. Encendió el área, y cerró la puerta para no molestar con la luz.
Observó el gran cuerpo de agua. Podía calcular unos 50 metros de longitud con un ancho de 7 metros aproximadamente.
Era hora de entrenarse. No podía permitirse fracasar otra vez. No otra vez.
Sí, ella tenía terror a lugares profundos de acuerdo a una mala experiencia. ¿Y qué? Eso no podía detenerla.
Su mamá nunca tuvo miedo de estar muriendo a contra tiempo. Si ella podía vivir feliz sobrepasando todos sus miedos, ella también lo haría. Después de todo, era una guerrera. Así se consideraba.
Y una guerrera podía tener miedo, pero no tenía permitido detenerse por este.
Tenía que luchar sola como siempre lo había hecho. No tenía que existir ninguna diferencia. Aunque aún no encontraba el motivo de su debilidad. ¿Por qué tan sensible?
Necesitaba juntar sus fuerzas. ¿Cómo podía permanecer al lado de Hiccup si ella sola se metía en problemas?
— ¿Qué importa?, Es hora de dejarme de rodeos.— Con decisión dió un clavado contra el agua y comenzó con su entrenamiento.
Pataleaba y por su iniciativa, podía presumir que iba bien. Un brazo adelante, hacia arriba y una pierna entrando al agua en sincronía.
Llevaba ya diez metros y se sentía orgullosa.
Pero de pronto...
Aquel recuerdo.
Otra vez.
Sintió su fuerza fallar y sus mecanismos detenerse. Tenía que salir de allí a como diera lugar. Aprovechó que estaba cerca del perímetro y de un salto al exterior logró salir escupiendo un poco el agua. ¡Que impotencia!
Dentro de su mente pasaban las imágenes comparando el tiempo pasado con el más reciente acerca de su terror al agua profunda.
— ¡No puedo creerlo!— Sus lágrimas volvieron a caer.— ¡No, Astrid!, ¡Eres una guerrera, tienes que acabar tu carrera!— Con molestia se quitó las lágrimas y volvió a acomodarse al inicio de la piscina dispuesta a completar los 50 metros.
Tenía que acabar con ese miedo y continuar con su vida como lo había logrado hasta ahora: sola.
Era patético tener lástima de alguien más. No quería eso. No quería piedad. Ella no la merecía.
Se hundió rápidamente, y con más fuerza y rapidez intentó nadar. Aunque para su mala suerte, ese maldito recuerdo llegaba a ella obligándola a salir volviendo a ahogarse.
— ¡No!— Lloró más fuerte golpeando con enojo sus puños contra el suelo.— ¡No puedo!— Tenía suerte que nadie estaría despierto a esa hora. Sería un ridículo teatro sacado de un circo su escena. La chica más ruda y fuerte, siendo tan sensible y débil por un recuerdo del pasado. Vaya comedia.
Volvió de nuevo al inicio para reintentar lo que había pasado. Respiró hondo antes de volver a adentrarse al agua. Y una vez más, lo intentó.
Fracasó otra vez. Sus recuerdos persistían en atarla hasta el fondo. Como si cargara unas pesadas cadenas que la arrastraban en contra de voluntad hacia lo más profundo de la oscuridad.
Salió del agua con un poco de suerte, respirando agotada mientras más lágrimas caían.
Era una inútil.
— ¿Por qué?— Resopló casi con agotamiento.— ¿Por qué tengo tanto miedo?, ¿Por qué me permito tan siquiera tenerlo?
— Porque eres un ser humano que siente.— Aquella voz...
Era él.
Lo siguiente que sintió fue una toalla cubrirla con delicadeza. De una u otra manera, eso la había tranquilizado nuevamente.
Hiccup se arrodilló delante de ella y con cuidado secó cada una de las lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Cerró sus ojos ante el proceso. Deleitándose del cálido toque que sólo él podría transmitirle.
Era tan mágico como un simple contacto podría eliminar todas las inseguridades que la acechaban.
— Vamos.— La levantó con cuidado a que no se resbalara.
— ¿A dónde?
— A superar tus miedos.— Hiccup le sonrió.
Había visto todo desde que había salido de su cuarto. De hecho, había dormido con ella y se había sorprendido al verla despertarse con tristeza, amargura y con miedo. Claro, él había decidido dormir en el sillón de la esquina. Gracias a eso, ella no le puso atención ya que se encontraban en la oscuridad total.
La había visto adentrarse al baño y cambiarse a un traje más cómodo para la alberca. La había visto salir con prisa hacia el área destinada y verla pelear contra sí misma. Escuchó cada argumento. Cada sollozo, y cada lamento.
La observó intentarlo varias veces con un coraje que era impresionante ver en un ser humano. Astrid era una guerrera. Lo sabía. No lo dudaba. Estaba acostumbrada a pelear sola por todo lo que escuchó.
Aprendió de la manera más cruda, y a juzgar por todo lo que había luchado hasta ahora. Se dió la libertad de interrumpirla.
Confiaba en ella, pero era importante enseñarle a Astrid que tener miedo era normal, y que superarlo sola no era la única solución.
Él la ayudaría a enfrentarlo y a darle una perspectiva nueva.
— ¿Superar mis miedos contigo?— Repitió incrédula.
No.
Ella no podía permitir aquello. Ella sabía que cada ser humano tenía sus propios problemas, Hiccup los tenía. No podía permitirle que ahora cargue con los suyos.
— ¿Pasa algo?— Cuestionó al verla detenida sin continuar la caminata. Su mirada volvió a perderse y la observó apretar sus puños a tal punto que sus nudillos se hicieron blancos. Comenzó a temblar.— Astrid...
— No Hiccup.— Negó.— Son mis miedos, no tuyos. Tengo que hacer esto sola.— Explicó de manera neutra imaginando grandes problemas y una nube gris casi del tono negro rodeándola. Ahora ese aire lo iba a recorrer a él. No quería ser un peso para Hiccup.— Tú no tienes ninguna idea por lo que pasé, por lo que será imposible que entiendas mi miedo. No puedo compartirlo.
— Astrid, sé que tienes miedo debido a experiencias que te orillaron a eso, y no viví lo mismo que tú. Concuerdo con eso. Tienes razón. Pero sin embargo, somos humanos. Sentimos lo mismo y tenemos la oportunidad de compartirlos.— Debatió con calma. Sabía que ella se negaría a la primera.
"Es Astrid." Se recordó mentalmente con una sonrisa.
— Hiccup. No puedo permitir compartir esto. Es mi experiencia. Y aunque te lo explique no lo sentirás de la misma manera. Porque tú no lo viviste.— Luchó un poco más. No podía ser egoísta para encerrarlo en el mundo del que ella vivía.
No quería que los demás pasaran sus experiencias.
Hiccup tenía la fortuna de tener a sus padres vivos, unidos junto a él. Familia que se preocupa por su bienestar y que está a su lado sin importar lo que pase. Él tenía una vida de rosa, mientras que ella... Creció sola. Tenía a su abuela y a su familia, claro. Pero no en las mismas condiciones que él.
Los padres son el círculo principal y elemental de una fuerza familiar, ella no tenía esa fuerza y tenía que conformarse con ella misma.
Siempre lo había estado y así lucharía siempre. No podía invitarlo a un mundo tan feo. No cuando Hiccup disfrutaba del suyo. No quería ser egoísta.
— Escucha Hiccup, no puedo.— Sus lágrimas volvían a caer.— ...No puedo ser egoísta.
Y ahí lo entendía todo.
Con esa simple palabra él había comprendido todo el laberinto por el que Astrid estaba luchando. No quería compartir su miedo por no querer bajarlo de su comodidad.
Tenía que ser más suave.
— Astrid, lo entiendo.
— ¡Tú no...
— También tengo mis miedos.— Continuó sin permitirle renegar.— Eres una guerrera, lo entiendo. Y quizás aprendiste de la manera solitaria, ¿Pero sabes algo? Siempre existe más de una sola solución. Aprendiste de una, entonces, te enseñaré una nueva ahora que no puedes con esa. Permitime ayudarte por favor. Confía en mí. Dejaré que lo hagas sola, pero quiero que sepas, que si caes, estaré para ti. Porque no pienso dejarte sola realmente.
— Hiccup...
— Tus miedos serán mis miedos, no es egoísta. Y además, va con la regla de nuestra posible relación. Esto es de dos. Ya luchaste sola, probaste una y otra vez tu solución. Por favor, déjame enseñarte una nueva.— Estiró su mano con paciencia. Sabía que no sería fácil para ella. Tenía que pensarlo todo lo que quisiera.
Astrid estaba a nada de replicar, pero decidió analizar bien las palabras de Hiccup. ¿Esto conlleva una relación?, ¿Compartir sus miedos?, ¿Podían ser tan egoístas para llevar al otro a un mundo diferente de uno rosa?, No. No podía ser egoísta. No era egoísta.
Entonces, ¿qué era esto? Cuando dos personas se quieren, son capaces de adentrarse al mundo del otro y ser la fuerza que se necesita para completarse. ¿Hiccup estaba dispuesto a ser su fuerza?
Este hombre era increíble.
Aceptó su mano. Señal de que estaría dispuesta a permitirle ver su mundo. Y de paso, aprender del mundo de él.
— Está bien. Enséñame.
—— 💙 ——
Una nueva vez, en frente del que sería el comienzo de su carrera contra el miedo.
Ambos se encontraban en una esquina observando la alberca.
La profundidad era tentadora para retractarse; pero esta vez, estaba acompañada de un nuevo sentimiento. ¿Qué era? No le importaba. Tenía que estar concentrada para lo que tenía que hacer.
El movimiento de las olas del agua ocasionadas por el clavado de la rubia se hicieron sonar, y con ello el nuevo intento.
Pataleaba, se impulsaba, se daba el tiempo de respirar, y volvía a repetir el proceso. Cerca de los 20 metros Hiccup miraba realmente impresionado la tenacidad que tenía para enfrentarse a sus miedos. Cualquiera se retractaría después de hacerlo varias veces, pero ella no. Ella tenía una perseverancia digna de admirar.
Cada cosa que descubría de ella, era impresionante. Esa es la verdadera Astrid, con miedo a todo, pero dispuesta a hacerle frente con coraje.
No cualquiera tenía esa valentía para enfrentar sus miedos.
El quejido de la rubia lo volvió a la realidad. Volvía a hundirse debajo del agua y esta vez no lo permitió. Se lanzó hacia ella y la ayudó como soporte para nadar hacia la esquina.
— Si quieres puedes tomar un descanso... Ya lo has intentado como 12 veces.— Invitó compasivo. Suponía que debía estar agotada pues, eran las 4 de la mañana y ella recién despertaba del desmayo.
— No Hiccup, quiero intentarlo otra vez.— No se iba a rendir.
Astrid podía ser muy terca. Si solo hubiera una manera de contraatacarla...
Sí.
Existía una manera de hacerlo.
— Entonces hagamos algo nuevo.
— ¿Qué propones?
— Gana en la carrera y te permito intentarlo todo lo que quieras, incluso si tardas días, estaré a tu lado todo el tiempo.
— ¿Y si no la gano?
— Te rindes y te vas de la batalla. Harás lo que te ordene y vas a descansar. Es suficiente esta vez.— Declaró con seriedad. Aunque por debajo de ese rostro neutral, existía una enorme sonrisa. Se podía decir que ya la estaba conociendo.
Eso sonaba como un reto. Mucho más divertido.
— Trato.— Aceptó.
Ambos se colocaron en posición. Ella podía sentir su coraje crecer. ¿Cómo se atrevía a apostarle algo así?, ¿Qué no la conocía? Parecía que no sabía con quién se estaba metiendo. Ella era Astrid Hofferson, y no estaba dispuesta a dejarle ganar.
— ¿Y qué piensas ordenarme si "llego a perder"?— Preguntó con curiosidad. Quería ver el nivel con el que se estaba metiendo.
— Mmm... Sería interesante verte como mi sirvienta personal más que una secretaria. Oh... Claro, con un traje que te escogeré.— Se burló divertido al ver su reacción asqueada.
— Hay fantasías que no se pueden cumplir.
— Oh, creeme. Estoy deseando por ver que no me dejas ganar.— Rió por último.
Se colocaron en posición, y de acuerdo a una cuenta regresiva, los dos se lanzaron contra el agua.
Astrid nadaba como una verdadera atleta en competencia. Su coraje la elevaba a continuar mucho más rápido que el castaño. Aunque lamentablemente no podía abandonarlo por varios metros, él también era un buen nadador a pesar de no tener una pierna.
Su miedo estaba a punto de aparecer, pero la imagen de ser una sirvienta para Hiccup lo interrumpió. ¡Ni de chiste se vestiría de esa manera! No podía dejar que ganara esa carrera.
Su miedo desapareció, siendo reemplazado por el momento del presente. Hiccup no debía ganar para su beneficencia.
Sin darse cuenta, ya había salido del otro extremo del agua. Le había ganado.
— ¡Sí! ¡JA!— Se burló divertida y triunfante.— ¿¡Qué decías Hiccup?!— Le preguntó con la mayor de sus sonrisas.— Tus fantasías no serán realidad.
— Esto era lo que quería ver, M'Lady.— Anunció con una sonrisa.— Lo lograste.
— Es obvio, nunca pierdo ninguna apuesta.— Presumió con orgullo.
— Me refería a que no sólo me ganaste a mí.
— ¿A quién más le gané?— Preguntó confundida. No le había entendido.
— A tu miedo.— Respondió satisfecho señalando la alberca detrás de ellos.
Ella observó lo largo del área. Lo había logrado y ni siquiera se había dado cuenta. Y todo gracias a Hiccup.
— Imposible...— Murmuró sorprendida, dándose cuenta.— ¿Cómo... Cómo lo hiciste?
— Yo no hice nada.— Negó con una sonrisa.— Tú fuiste la que hizo todo.
— Pero...
— El miedo es algo que todos tenemos Astrid.— Le recordó.— No quizás de la misma magnitud ni de la misma manera, pero sigue siendo lo que es: sólo un sentimiento. El miedo, no va a desaparecer. Más, es tu decisión el presente que quieras tener. Puedes usarlo como freno, como lo hiciste esas tantas veces sola sin pensar, o usarlo como motor. Como en esta última carrera. Dejaste que el que gobernara fuera el presente.
— Hiccup..
— Esa es la nueva Astrid que me gusta.— La abrazó con cariño rodeando sus brazos por su cintura.
— Gracias.— Correspondió el abrazo de la misma manera. Si le hubieran enseñado esta solución, todos sus miedos anteriores los hubiera superado con éxito instantáneo. ¿Esto era compartir miedo? Quería hacerlo siempre. Con él a su lado. Él le inspiraba esa fuerza que necesitaba.
Volvió nuevamente al presente, y no pudo evitar darle un fuerte golpe en el hombro.
— ¡Auch!— Expresó con dolor.— ¿Por qué fue eso?
— ¡Por imaginar que tenías probabilidad de verme con un traje de sirvienta personal!— Le reclamó sonrojada.
— ¿¡Qué?!— Exclamó aún adolorido.— ¿¡Siempre tiene que ser así?! Porque yo...
Sin esperar un segundo más, lo jaló con rápidez hasta sus labios para robarle un beso que demostraría toda la gratitud que sentía en ese momento hacia él. Lo besaría hasta que sus pulmones los obliguen a respirar el oxígeno que estaban perdiendo en ese acto.
— Podría acostumbrarme.— Finalizó emocionado. Era el beso más largo y romántico que ella había decidido darle por primer vez.
Si después de un golpe recibiría un beso como ese, estaba dispuesto a soportar todos los que ella quisiera darle.
Si esa era su recompensa.
—— 💙 ——
El frío pasaba por todo su cuerpo como un suave calambre en todas sus extremidades.
Se encontraba en el parque observando a varias personas pasar de un lado a otro disfrutando de la frescura que ofrecía la noche. Familia, amigos, conocidos, parejas amorosas...
Amorosas.
Aborrecía los asuntos relacionados al amor. ¿Es que éste realmente existía o eran la ilusión que las personas deseaban imaginar?
— Con que aquí es donde vienes a resignarte.— De nuevo ese idiota como compañero.
— ¿A resignarme?— Repitió con cierto enfado. Ella nunca se resignaba. En su mundo no existía la derrota.— Aún quedan dos meses y unos días para completar nuestra misión. Por lo que... ¡Deberías empezar a ayudarme en lugar de estarte haciendo amigo de Astrid!— Le reclamó.— No soy ciega Toothless. Te estás encariñando mucho con ella lo cual es un GRAN problema para nosotros.
— ¿Esos son celos Storm?, Ja ja, no pensé que...— Una botella de refresco hubiera chocado contra su rostro si no tuviera buenos reflejos. La había esquivado.— ¡Oye, al menos avisa que vas a lanzarme cosas!
— ¡Entonces deja de ser un idiota!— Replicó de igual manera cruzando de brazos y bajando la voz para calmar su interior y evitar llamar la atención de los demás. No olvidaba que existían personas en ese lugar.— Me hubieran puesto la misión sola.
— Stormflu...
— No, Toothless.— Negó antes de que pudiera continuar.— Sabes muy bien nuestra misión, tenemos que evitar que ellos dos continúen juntos para poder hacer nuestra entrada.— Le recordó una vez más.— De esta misión depende todo el mundo. ¿O qué, deseas fracasar como el único sucesor de tu empresa? Estás sólo Tooth, no te piden nada más que tu deber. Deja de jugar y empieza a ayudarme con los movimientos si es que quieres seguir que permanezca a tu lado. Sabes muy bien que puedo hacer las cosas sola.
Sintió aquellas palabras como un balde de agua helada sobre él. A diferencia de ella, Tooth tenía un gran aprecio por la única persona con la que había creado un lazo amistoso.
Llevaban conociéndose desde que tuvieron memoria. Sus padres eran los mejores amigos pero éstos habían muerto en un viaje de negocios dejándolos solos a los dos.
Si bien, ninguno estaba obligado a permanecer al lado del otro, ambos lo estaban porque entendían mutuamente sus sentimientos y experiencias. Después de todo, fueron huérfanos desde muy pequeños.
Perderla a ella era una situación que nunca le agradó imaginar. Stormfly era esa persona que él necesitaba para no caer en la soledad de la que tanto huía.
— No estoy jugando Stormfly.— Comentó en un suspiro. Sabía que quizás no había puesto todo su esfuerzo, pero realmente no creía necesario esa carta.— ¿En serio separarlos es la única solución para poder ayudar al mundo entero?
Por otra parte, Toothless se había encariñado también con las personas que eran su objetivo. Hiccup y Astrid no parecían en nada a aquellos terroristas de los que les habían comentado en su agencia.
— ¿Qué tratas de decir?— Preguntó cansada. Quería pelear más, pero ya estaba agotada para debatir. Era una noche tranquila y quería descansar. Sabía que aún tenía mucho por realizar, sin mencionar los planes fracasados.
— Es decir, podemos buscar más métodos antes de intentar simplemente separarlos.— Propuso.
— Toothless, tenemos el tiempo contado. Si fallamos esta misión, no solo seremos desterrados de nuestras compañías; no nos volverán a tomar en cuenta.— Insistió. Podía sentir alguna visión borrosa de sus ojos pero no le tomó importancia a esas lágrimas.— Tú y yo seremos nada en este estúpido mundo.
— ¿Sabes que veo Storm? Necesitas liberarte. Has aguantado mucho y...
— ¡Sí!, ¡He aguantado mucho!, ¡Porque a diferencia de ti, yo sí tomo en cuenta y en serio mi trabajo, no ando perdiendo el tiempo como tú!— Le reprochó con furia. Odiaba estarse matando sola.— Si no vas a ayudarme, puedes mejor hacer tus maletas e irte. Se supone que éramos un equipo.
Y claro que Tooth la consideraba como su mayor compañera, más que eso, ella era la única amiga que tenía en ese mundo. Pero gracias a Hiccup y Astrid, comenzaba a conocer otros mundos. Aún así, Stormfly siempre era la mujer a la que podía confiar en todo. Igual que ella debía confiar en él. Él siempre intentaba esforzarse en esa amistad.
Desde la muerte de sus padres si Stormfly antes era fría, ahora era mucho más. Era cerrada al mundo, al único que conocía era a su compañero desde infancia. Le costaba confiar en él, pero Toothless era el primer ser humano al que ella había intentado socializar.
Admitía que sin él, su mundo sería mucho más solitario y tenue de lo que llega a pensar. Toothless sí era importante para ella.
— Y lo somos.— Aceptó.— Pero Stormfly, desde que hemos llegado aquí no has hecho nada más que seguir lo que crees que te ayudará fácilmente. Ni siquiera me has tomado en cuenta para las decisiones. Simplemente vas y atacas; y ese es tu problema.
— Oye, escucha...
— ¡No, ahora escúchame tú a mi!— Denegó.— Si quieres algo, no te lo darán en plato de oro como estás acostumbrada a vivir. Deja de pensar que todo lo que planeas va a salir como quieres. La vida no está para complacerte Stormfly...
Ella lo tenía muy en claro.
La vida parecía una ruleta al azar para sentenciar la siguiente pena por experimentar. Estaba muy consciente que no todo saldría como ella lo imaginaba.
Los golpes de la realidad siempre la habían derrumbado una y otra vez.
Aquellas palabras simplemente la hicieron molestar.
— ¡Vete al carajo!... ¿¡Es que acaso tienes algún plan?!
— Ya que estás dispuesta a escucharme... sí.— Asintió.— Mira, ya intentaste el tuyo cientos de veces. Fracasaste...
— Ve al grano Toothless.
— Intentemos algo nuevo.— Mencionó.— Mira, la razón por la que has estado fracasando constantemente, es porque eres bien impulsiva. Nunca piensas en nada y crees que siendo directa yendo a pelear, ganarás la batalla. Tienes que aprender el otro lado: el analítico.
— ¿Qué estás tratando de sugerir entonces?
— No sabemos nada de ellos Celine. Sólo que son pareja. Eso como único dato no nos ayudará en nada. Si quieres atacarlos, tienes que aprender los pensamientos de tu enemigo, analizarlos.— Explicó.— Tenemos que conocerlos antes de dar el siguiente paso, en este caso, tienes que aprender a ser amiga de los dos y tratar de sacar información para buscar un punto sensible y quebrarlo.
— ¿Acaso es lo que estás haciendo tu?
— Ya estás aprendiendo a analizar.— Felicitó.— Aunque te ayudaré un poco en eso.
— Suelta tu consejo.
— Intenta no parecerte a la bruja de las pesadillas de todos.— Opinó divertido al verla con su ceño fruncido y un puño al aire cerca de su rostro.
— ¡Estúpido!— Le dió un golpe en su cachete con fuerza mientras que el pelinegro se sobaba. Tenía que tener a la Stormfly verdadera junto con él.
— Bien, como primer paso: desahógate Storm, y déjate ser libre aunque sean estos dos meses.— Pidió esperanzado.— Yo más que nadie conozco claramente tus sentimientos y tus experiencias. Las vivimos juntos y eso nos hizo la relación que tenemos. No estás sola. Puede que en tu mente estén el resto de los siguientes planes...
Stormfly iba a decir algo pero se silenció.
— Lo sé. No nos conocemos desde ayer.— Mencionó con una sonrisa.— Podemos tratar de relajarnos juntos. Claro, no vamos a alejar la misión que tenemos. Solo confía en nosotros. Últimamente sé que te estás perdiendo por el estrés.
— Pff... No sé a que te refieres.
— Stormfly, no eres así. Todo este trabajo sé que te tiene estresada. Puedes engañar a todo el mundo fingiendo que todo está bien, pero a mí no. Te conozco desde que fuimos compañeros en la cuna al nacer.— Le recordó.— Últimamente estás siendo una persona muy tosca y fría.
— Sabes que así soy.
— Así eres desde aquel accidente.— Indicó dando un paso hacia ella. Se atrevió a acariciar su rostro con ternura.— Tienes esas lágrimas que tanto reprimes. Déjalas salir algún día. Todos merecemos un momento.
— No.— Negó. Sabía que esas lágrimas seguían allí, pero se negaba a dejarlas salir. Ella no podía permitirse ese momento que cualquier persona se daba. Su misión era seguir adelante.— No lloré ni en la muerte de mis padres, ni cuando los enterraron. Tampoco lloré cuando la única persona que me daba el amor, resultó ser un farsante más detrás de mí dinero y a sus propios intereses.— Le recordó con reproche.— Si no lloré en todos estos 13 años, no lloraré ahora por unos simples fracasos.— Tomó su mano para alejarla de su rostro. No necesitaba este tipo de muestras de afecto.
— Pero esta no eres tú Stormfly.— La miró frente a frente.— Simplemente estás siendo la que te quieres forzar a ser. Sé que aun existe aquella maravillosa persona que conocí hasta los 7 años.
— Esa Stormfly murió junto a ese accidente. No insistas, Toothless.— Le reprimió.— No busques dónde ya solo quedan cenizas.
El pelinegro iba a decir algo más, pero era mejor dejarla tranquila. No necesitaban esos recuerdos en esa misión. No era el tiempo correcto.
— Usaremos la nueva carta.— Pronunció la rubia de mechones azules.
— ¿Cuál?
— Por Dios, nunca se te quitará eso.— Bufó molesta.— La tuya. Vamos a ser sus amigos y a analizar sus puntos débiles para encontrar su área de sensibilidad y quebrarlos.
— Si lo mencionas así me haces ver que el verdadero malvado soy yo.— Mencionó no muy convencido de ese plan. Pero era suyo después de todo. Era una manera más fácil de entrar al área enemiga.
— Es que ahora lo eres.— Sonrió al verlo asustado.— El día de mañana aplicaremos todo. Ahora creo que mejor hay que descansar.
— Oye Stormfly...— Habló con timidez antes de que se fuera.— ¿Crees que podamos compartir cama? El sillón no es de mi altura y ya me duele el cuello por la posición incómoda.
— ¿Por qué en la misma cama?
— Bueno, dormimos en la misma cuna. No le veo la diferencia ahora en una cama.
— Mmm.. supongo que ese sillón sí es incómodo. Está bien, esta noche no dormirás allí.
—— 💙 ——
En la comodidad de un edificio, específicamente en un cuarto donde dormía cómodamente en una cama Stormfly. Y más adentro, en un área de baño, yacía un pelinegro con una expresión disgustada, tratando de buscar una buena posición en la bañera que tenían.
— Estúpida Stormfly.
Sin embargo, la posición en la bañera no era lo que más ocupaba sus pensamientos. Si no ahora la decisión que habían tomado.
El corazón de Toothless seguía teniendo una mala espina respecto a la carta que iban a utilizar. ¿Y si estaban equivocados?, ¿Por qué seguía con la incertidumbre de saber si eran ellos o no?
Sabía que hablarlo con su mejor amiga iba a ser un lío, ella estaba segura de sus decisiones y no dudaba en dar paso al frente. Mientras que él...
— Debo de pensar mejor sobre Hiccup y Astrid. Tengo que investigar más.— Se mencionó por último tratando de cerrar sus ojos para dejarse vencer por el sueño.
Pero la posición volvió a ser uno de sus problemas.
Les dejo una imagen de cómo me imagino en seres humanos a Toothless y a Stormfly<3
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