24. Perdición
Capítulo 24.
Perdición
"Hay cicatrices que nadie puede ver. Hay heridas que no sangran. Hay lágrimas que no mojan y gritos que nadie escucha".
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Los 4 se encontraban reunidos en una mesa degustando de una deliciosa cena ofrecida por los anfitriones. El lugar tenía un ambiente ambiguo pero bastante elegante. Las personas eran cultas y todo parecía ser lo clasificado "fiesta de gala".
— Tienes una mancha de puré aquí.— Mencionó Hiccup mientras con una servilleta limpiaba el área ante una tímida Astrid. No era necesario que hiciera ese gesto, pero esa simple acción era lo que calentaba fervientemente su corazón.
— Gracias.— Respondió sonrojada. ¿Es que él no podía ser más atento como en este instante?
El clima era frío, pero no lo suficiente como para temblar ante tal temperatura. Estaban ubicados cerca de un gran ventanal que permitía ver toda la ciudad debajo de ellos. El lugar era espléndido sin duda.
Eran una de esas pocas veces que se dirigían a una fiesta elegante. Hiccup normalmente las evitaba y Astrid también. Ambos creían que era una perdida de tiempo compartir las horas con gente desconocida y aspirante a las riquezas como única meta en la vida. Pero en este momento, ya no solo eran ellos dos. Delante estaban Stormfly y Toothless disfrutando al parecer de la maravillosa vista que les ofrecía la ciudad debajo del manto oscuro de la noche.
— ¿Y bien Hiccup?— La voz de Astrid llamó a los presentes.
— ¡Eh!, ¿Qué?— Preguntó sin comprender. También se había perdido en sus propios pensamientos ante tal panorama.
— ¿Cuál fue tu peor oso?— Ahora era Toothless el que había hablado. Quería conocer a su "enemigo" después de todo, aunque su intuición le decía que Hiccup podía llegar a ser un gran amigo.
A diferencia de Stormfly, él miraba más allá de una mirada.
— Estar al lado de Astrid.— Respondió con sinceridad. Últimamente las cosas más vergonzosas ocurrían cuando los dos estaban juntos a solas.
— Cuando no esté a tu lado vas a extrañar una vida divertida e interesante que va mucho más allá del aburrimiento de itinerario que tienes Hiccup.— Mencionó Astrid como una sentencia.
— Ustedes dos sí que son extraños.— Rió Tooth al verlos comenzar una nueva discusión entre ellos dos.— No los entiendo a veces. ¿Que una relación no debería ser siempre besos y cariños? No son como las parejas que veo en la televisión.
— Bueno, cuando se trata de nosotros nada concuerda a una típica telenovela.— Explicó Astrid con una sonrisa besando la mejilla de su novio falso. Recordaba el papel que debía tomar ante la sociedad.
Aquello había interesado a Stormfly. Era hora de jugar. Necesitaba buscar más pistas de esa supuesta relación.
— Dime Astrid, ¿Qué fue lo que más te llamó de Hiccup?— Preguntó con interés.
— Su acoso.
— ¿¡Qué?!, ¿¡Acoso, es en serio?!— Reclamó el castaño ante su confesión.— ¡Jamás te acosé!
— Ay por Dios, ¡Después de nuestro primer encuentro te volví a ver varias veces después antes de saber que estaríamos juntos en el mismo trabajo!— Respondió con una risa divertida.— ¡Jamás he tenido tanta mala suerte para cruzarme más de 5 veces con un hombre que no deseaba volver a ver!
— ¡Pero no era acoso!— Debatió ante a su acusación.— Simplemente consideralo como...
— Destino.— Intervino Toothless emocionado. Siempre había leído historias así en novelas, pero escucharlo en persona era fantástico. Era muy fan de ese tipo de amor-odio. Tenía también la misma curiosidad sobre ellos.
Ambos se habían sonrojado por tal idea. Podía ser el destino. Quizás no.
— ¿Cuál fue la primera impresión que tuviste de él Astrid?— Preguntó Stormfly nuevamente.
— No lo sé la verdad. Había caído borracha sobre él.— Recordó un poco apenada a su casual encuentro.
— ¿¡Su primer encuentro fue estando borracha?!— Exclamó Tooth sorprendido. Esperaba algo romántico.— ¿Y en dónde fue?
— En un bar.— Respondió Hiccup.— Fui a tocar por una noche como un favor a mi mejor amigo. Estaba a punto de hacerlo cuando Astrid me chocó por la espalda haciendo que los dos cayéramos al piso.
— Por alguna razón, puedo decir que... ¡Fue todo preparado por el poder del amor en el destino!— Comentó emocionado. Ellos no eran la típica novela.— Es como si un ángel cayera en tu mundo.
— Bueno, es irónico. Porque sí fue mi primera impresión. Pensar que era un ángel caído para mí.— Confesó sonrojado recordando aún aquella escena como si fuera hace un segundo.— Pero su carácter me hizo pensar que quizás el diablo la había corrido del infierno para castigarme a mí.
— ¡Idiota!— Reclamó Astrid igual de sonrojada golpeando su hombro.
— Entonces, ¿si tuvieras la oportunidad de poder cambiar dos cosas de la personalidad de Astrid, que sería Hiccup?— Stormfly insistía con más información. Necesitaba verlos pelear.
— Uff, desearía que dejara de ser una chica ruda y una cabezota.— Hiccup no dudó ante su respuesta.
— ¿¡Cabezota?!— Exclamó Astrid con enojo.— ¡Tú eres el doble de cabezota más que yo!, No me hagas recordarte los primeros días que conviví a tu lado.— Mencionó disgustada.— Y además... Mi rudeza espanta a personas con las que no se me antoja convivir. Y si no te gusta, puedes buscarte una chica mimosa y cursi.
— También te quiero M'Lady.— Comentó con sarcasmo. Astrid jamás perdía el toque de ser explosiva. ¿Alguna vez había sido tierna? No importaba, quería a Astrid de todas maneras.— Pero hablando sinceramente, me gusta con cada detalle y defecto.— Tomó su mano para llevarla hasta sus labios y depositar un beso suave provocando que su enojo se esfumara.
Ella no podía enojarse con él por más que quisiese.
La música instrumental llamó la atención de todos. En el escenario se habían dirigido varias parejas al centro para bailar. Esta podía ser la oportunidad que la vida le ofrecía a Hiccup para arreglar de mejor forma su situación con Astrid.
— M'Lady, ¿Me concede esta pieza?— Ella dudó un poco en si ir con él, que fuera tierno no le quitaban las palabras que había declarado minutos antes.
Sin embargo, no podía rechazarlo. Y menos con esa expresión de niño bueno.
Se despidieron de sus amigos y se adentraron a la pista. Él tomó posesión de su cintura con delicadeza y ella depositó su mano sobre su hombro. Con las manos que quedaron libres Hiccup se encargó de entrelazar sus dedos entre sí.
Bailaron en silencio, ella disfrutando de la ligera música resonando sobre sus oídos, y él admirando su expresión tranquila. ¿Cómo podía ignorar a un ángel como ella?
— Realmente...— Astrid no encontraba las palabras para iniciar aquella conversación. No sabía si era porque no era buena en sus elecciones o porque temía de la respuesta que él le daría.
Sin darse cuenta, había permitido que Hiccup dominara sobre su estado de ánimo. Incluso él podía destruirla con tan solo unas palabras. Debería estar más enojada por eso, pero de todas maneras no podía sentir alguna emoción negativa hacia él. No después de todo lo que ha hecho por ella.
Sentía aquella quemazón en su corazón y sin darse cuenta su expresión relató la pregunta que no pudo relatar.
— No.— Mencionó al darse cuenta.— No cambiaría nada de ti.— Informó para su sorpresa. Él obtuvo su mirada y en respuesta le sonrió con sinceridad.— No me gustas sólo porque tienes tus cualidades, me gustas porque eres solamente tú Astrid. Eres tan clara, aunque a veces admito que me es difícil entenderte pero nada ha provocado que te vea de una manera diferente a la que te he estado viendo desde hace meses. Mentiría si dijese que me sigues gustando igual que desde el primer mes.
Ella lo miró expectante.
— Ahora me gustas mucho más.— Besó su mejilla con cariño y ella relajó su sonrisa tensa para colocar su cabeza en su pecho mientras continuaban bailando. Hiccup podía ser ese complemento que ella no lograba ser. A Astrid siempre se le dificultaba su comunicación, mientras que Hiccup parecía encontrar siempre las palabras correctas.
— También me gustas más, Babe.— Informó relajada. Estiraron sus brazos conforme la canción comenzaba a aumentar su ritmo pero algo salió mal.
Astrid sintió su vestido desprenderse provocando que la parte superior estuviese cayendo. Rápidamente se cubrió sus pechos tratando de mantener el vestido en su lugar. Pero éste había roto desde su lateral izquierdo.
Sin dudarlo, Hiccup se quitó su saco para colocarlo encima de su cuerpo y evitar que se viera su vestido rasgado. Tenían suerte que el lugar estaba oscuro por lo que no llamaron la atención.
— Hiccup, necesito tu ayuda.— Confesó. No podía quedarse mucho tiempo allí, sentía que si se movía un poco más el vestido la soltaría.
— Está bien, está bien.— Respondió Hiccup tratando de pensar en alguna solución sin pasar llamando la atención del resto.
— ¡Oigan!— Llamó Toothless desde la distancia.
— ¡Sigan sin nosotros, luego los alcanzamos!— Gritó lo suficientemente neutral para no llamar tanto la atención.
Se enfocó por completo en el problema de Astrid. El vestido parecía desprenderse de su cuerpo y no tenía nada más con qué cubrirla.
— Bien. Te abrazaré y te ubicarás justamente entre mis brazos.— Indicó con rápidez colocándola delante de él para hacer lo dicho.— Quiero que parezcas tranquila.
— E-Está bien.— Titubeó nerviosa al sentirlo completamente sobre ella.
— De acuerdo, hagámoslo.
—— 💙 ——
— Parece que tú plan C no funcionó.— Sonrió Toothless complacido.— Y parece que Hiccup disfrutará mucho más la cercanía de Astrid. Así que... Astrid 4, Stormfly 0.
— ¡Cállate!— Exclamó tratando de calmar su enojo. Era increíble que cada plan que realizaba terminaba uniéndolos más.— Quizás no pude hacer que Astrid se quedara sola y alejarla de Hiccup pero... Tengo el plan D.
— ¿Y cuál es?
— Lo conocerás. La perseverancia será uno de mis métodos.
—— 💙 ——
Lograron evitar el interrogatorio por parte de sus amigos. La buena noticia es que el incidente con el vestido había pasado por desapercibido. Hiccup había actuado de una manera tan rápida y silenciosa que estaban seguros que nadie más los había seguido.
Se habían adentrado a un salón que tenía una piscina techada dónde nadie más estaba más que ellos dos.
— Wow, sí eres inteligente Hiccup.— Comentó Astrid mientras sentía aún los fuertes brazos del castaño abrazarla con firmeza. Pero cuando él se alejó sintió el frío recorrer todo su cuerpo provocando estremecimientos leves.
— ¿Acaso me creías tonto?— Preguntó divertido mientras que ella había asentido.— ¿Tienes algún cambio?
— No.— Respondió.— Creeme que si supiera que mi vestido saldría de mala manera me hubiese preparado con uno más sencillo y con menos detalles. Parece que la mala suerte me acompaña. Lamento que la fiesta no la estés disfrutando en este momento.— Suspiró tomando asiento en una silla de ahí mientras bajaba la mirada. Se supone que ésta sería una noche para relajarse y despejarse de los últimos problemas que habían tenido.
— Ey, no te sientas mal.— Pidió con suavidad mientras levantaba su mirada para admirar aquellas destellantes pupilas azules.— Si hablamos de pésima suerte, creo que entonces se debe a mí. No olvides que al que están buscando para matar es a mí. Lamento si esta noche no es como quieres. Quizás... Cuando termine el proyecto podamos... Darnos un tiempo juntos.
Astrid sonrió conmovida ante sus dulces palabras. Estaba emocionada para que ese día llegase al presente. Aunque después de todo se había dado cuenta que no importaba nada si él estaba a su lado.
— ¿Ahora qué hago?— Cuestionó después de unos segundos. Aún era muy temprano para irse de la fiesta. No podían ser tan mal educados para dejar a sus dos amigos solos.
— Iré a comprar un vestido nuevo para ti.— Comentó tomando una de sus manos entre las suyas.— Sólo espérame aquí. Dudo que alguien venga a este lugar, por lo que veo está lo suficientemente apartado y se ve vacío.
— De acuerdo.— Aceptó.— Te esperaré aquí.
¿Cuánto podría tardar? Unos minutos quizás. ¿Qué podía pasar? Por lo que habían pasado en ese rato, no imaginaba nada más. Pero aún insistía ese mal presentimiento dentro de ella.
Por alguna razón sus sentidos estaban activos y aferraba el vestido dañado contra ella.
—— 💙 ——
El aproximar de unos pasos la volvió a la realidad, esperanzada a que fuera el castaño.
Pero no, volvía a tener su maldita suerte.
Un hombre regordete se había adentrado al lugar. Por su uniforme intuía que era un policía de seguridad en ese edificio. Pero por su expresión también intuía que no era lo que su traje le daba el poder.
Sus inseguridades fueron abriéndose conforme aquel hombre se acercaba a ella con una de las peores miradas morbosas y relamiéndose sus labios dispuesto a cortar la distancia que existía entre ellos.
Astrid quería darle una patada para defenderse y salir de allí a la velocidad de la luz, pero no podía permitir que viera su cuerpo expuesto. Sería el colmo de su día.
Al no poder usar sus brazos, era muy difícil usar sus piernas con libertad. Podía pasar corriendo al lado de él, pero lo malo es que usaba casi todo el ancho del pasillo, si lo hacía, había gran posibilidad de que la atrapara.
— Que hermosa mujer.—
Odiaba los comentarios soltados sin confianza de por medio.
Sin pensarlo mucho más, se dió un impulso para correr y apartarlo de su camino empujándolo con fuerza.
Pero aquel el sujeto la había tomado con fuerza provocando que se regresara tras sus pasos y su vestido cayera contra el suelo.
— ¿No quieres ver el pene que cargo?
Era un cerdo degenerado.
— ¡Suelteme!, ¡Le ordeno que lo haga o si no...
— Grita todo lo que quieras. Nadie vendrá por ti.— Se burló en una carcajada para pegarla contra el a pesar de estar inquieta. Astrid podía sentir "eso" a poca distancia de ella. No quería imaginarse que en serio la tocaría.
— Pero yo sí.—Hiccup entró en la escena, golpeando su rostro con fuerza.
Estaba cerca cuando la había escuchado gritar.
Sin pensarlo dos veces, y sin reaccionar mucho, le había dado el golpe de gracia. El hombre intentó defenderse, pero el castaño era más veloz. Atrapó su brazo, y con una fuerza tremenda lo levantó para arrojarlo contra el suelo. Nadie debía tomarse la libertad de tocarla. No sin su consentimiento.
— Ey hermano, ¿Qué tal si mejor la compartimos? Nos puede complacer...— Un golpe en el estómago fue suficiente para sacarle el aire y dejarlo sin habla. No quería seguir escuchando tales estupideces. Se giró hacia Astrid quién tenía la boca abierta por tal acción.
— ¿Estás bien?— Preguntó preocupado entregándole el vestido en una caja.
— S-Sí.— Respondió aún sin creer la escena.— Gr-Gracias.
— No es nada. Harías lo mismo por mí.
— Sí, si fuera una mujer la que te violara.— Se burló con una pequeña risa juguetona ignorando el asunto pasado.
— Puede suceder...— Mencionó sonrojado ante sus palabras. Aunque muy en el fondo dudaba sobre esa clase de mujeres, pero así como había hombres no había duda que también habían del sexo opuesto.
— Si lo intentan, no volverán a querer a hacerlo después.— Prometió mientras que él se giraba para darle su espacio. No tenían problema contra aquel oficial, había caído inconsciente segundos después. Aunque Hiccup de todas maneras checó sus pulsaciones para asegurarse de sus latidos.
Astrid fue la primera en salir del lugar, pero Hiccup decidió quedarse para dar seguimiento contra aquel oficial que se había osado a tocarla.
— Me quedaré contigo entonces.— Mencionó mientras le mandaba un mensaje de texto a Toothless.
—— 💙 ——
— ¿Podrás quedarte aquí mientras hablo con ellos?— Cuestionó Hiccup dudoso de dejarla sola nuevamente.
— ¿Después del gran golpe que le diste crees que despierte?— Cuestionó desinteresada.— Tranquilo Hiccup, me quedaré aquí mientras que vas por el resto. Tenemos qué investigar quién es y si está detrás de lo que te ha sucedido.
— Bien.— Hiccup se acercó a ella para besar su frente.— Me mandas un mensaje de inmediato si necesitas algo, no dudes en gritar o simplemente no lo enfrentes. Quiero que...
— Estaré bien esta vez.— Respondió para darle un pequeño beso en los labios que él recibió con una enorme sonrisa mientras se sonrojaba.
Salió apurado, mientras menos tiempo se quedara sola con aquella persona podía estar tranquilo. Él también tenía un muy mal presentimiento respecto a todo esto.
Astrid se relajó tomando nuevamente asiento en aquel lugar. Se puso a pensar en todo lo que habían trabajado ella y Hiccup. Ambos ya parecían más una pareja real tanto por fuera como por dentro, aunque aún seguían teniendo el título de amigos.
Existían días, donde solo abrir los ojos para observarlo dormir a su lado, claro ella en su cama y él en un sillón. Aún no tenían la suficiente confianza como para compartir la misma cama todos los días a pesar de que debían aparentar ser la pareja ideal delante de aquellas personas.
Gracias a Hiccup, Astrid podía darse una idea de lo maravilloso que sería tener a una persona que te apoye, te levante, te extienda la mano y te muestre que más allá de una vista, puedes ver los nuevos horizontes que ofrece la vida.
— Pe-rra...— Escuchó la voz de aquel hombre que Hiccup había derrumbado.
Trató de dejarlo ahí en el suelo, no creía que tuviera la capacidad de levantarse. Hiccup le había hecho unos nudos para evitar su flexibilidad.
Lo ignoró, pero él volvió a hablar.
— No importa qué tan persistente seas... Eres la perdición de Hiccup Haddock.— Aquellas palabras la dejaron muda.
Eran firmes.
— Hagas lo que hagas, él va a perder.— Mencionó con burla al ver su expresión.— ¿Has escuchado que con el amor viene la derrota? He visto cómo te mira, y es claro saber que él perdería todo por ti.
Astrid analizó aquellas palabras. Hiccup era esa clase de personas que era capaz de arriesgar su propia vida si quería a la otra persona. Lo sabía claramente desde varias veces que nunca la dejó sola o que intentó todo por mantenerla a salvo a pesar de su propia vida.
¿Y qué pasaba si ella no lograba consigo misma y él terminaba arriesgando todo?
— Te tengo.— No tuvo tiempo de reaccionar cuando la tomó entre sus brazos y la lanzó contra la alberca sumergiéndose por igual con ella.
Astrid intentó alejarse y salir de la alberca pero no podía. Era muy diferente moverse en la superficie que en el agua. Intentaba patalear para alejarlo de ella, pero éste hombre tomaba su cabello para hundirla nuevamente contra el agua.
Ella intentaba respirar pero le fue completamente imposible.
Ajena ante toda la escena y la imposibilidad de respirar bien, un miedo profundo despertó.
Como si un recuerdo que su memoria había decidido guardar en lo más profundo de su mente haya sido activado para volver a revivirlo.
Miedo.
Pánico.
Terror.
"Perdóname Hiccup... No quiero ser tu perdición". Pronunció en su mente por última vez antes de perderse en el manto oscuro.
E
l agua era lo único que la rodeaba.
El impacto de la fuerza que tenía ese hombre no había sido suficiente para hundirla. Si no su propia mente recordándole sus miedos más intensos.
Su intuición le decía que debía evitar haber ido a como diera lugar. Ella no estaba tan familiarizada con los mal presentimientos, pero últimamente éstos eran constantes y parecían premoniciones. Entonces, ¿Por qué estaba allí? Quizás para darse una nueva oportunidad y demostrar qué tanta fuerza tenía enfrentando lo que le deparara el presente.
Pero por más tiempo que pasaba, más se daba cuenta que todo había sido un error. Un maldito error. ¿Quién le había hecho creer que podía enfrentar los problemas de la vida sola?
Dejó de luchar contra aquel hombre aceptando la falta de oxígeno y renunciando a tratar de salvarse por sí misma. Ya era suficiente.
Estaba dispuesta a aceptarlo así de fácil. Sus ganas por luchar se habían desvanecido. ¿Y entonces, quién era el que nadaba hacia ella? Esos ojos verdes.
Sería lo único que pediría a los dioses recordar por siempre.
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