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19. Razones

Capítulo 19.
Razones

"La empatía reside en la habilidad de estar presente sin opinión."— Marshall Rosenberg.

.

Podía sentir unos pequeños ruidos provenientes de una máquina no muy lejos de ella. Sus párpados pesaban demasiado como para querer abrir los ojos de golpe. Aunque suponía que pronto aquel sonido dejaría de molestarla.

¿Era esa su alarma?

No.

Con toda la flojera del mundo abrió sus ojos con lentitud, lastimándose un poco la vista al sentir tanta luz en el exterior.

Y de pronto, una habitación blanca se visualizaba. No era la suya.

Los recuerdos llegaron de golpe:

Un incendio.

Atrapada en un baño.

Pasillos y pasillos formando un laberinto.

Hiccup encontrándola. Y después...

Un salto desde el segundo piso.

— ¡Hiccup!— Exclamó asustada sentándose de golpe. Lo último que recordaba era haber perdido el conocimiento. Se quitó la mascarilla que tenía en su boca dispuesta a salir de allí en busca del castaño.

No quería esperar más para ver cómo se encontraba. Tenía que buscarlo.

— ¡Astrid, me alegra que hayas despertado!— Saludó su abuela junto con el señor Stoick entrando por la puerta. Ambos estaban muy felices de verla consciente nuevamente. Pues llevaba un día sin despertar.— ¡Pero Astrid...

— ¿¡Dónde está Hiccup?!— Preguntó ignorando el futuro regaño por salirse de la cama.

No quería perder más tiempo.

— En la habitación continua, ¿Por qué?— Preguntó el pelirrojo confundido. Se supone que cuando uno despierta debería permanecer en la camilla descansando un poco más. No cabía duda que la novia de su hijo era una guerrera. O una persona muy terca.— Deberías descansar mejor Astrid...

— Astrid, espera... Apenas acabas de despertar y...— Intentó detenerla su abuela, pero la rubia no estaba dispuesta a escuchar.

— No. Tengo que verlo.— Interrumpió decidida.

Su abuela dejó de insistir.

— Cuando mi nieta se mete una idea en la cabeza es difícil hacerla cambiar de opinión.— Suspiró en compañía del padre del novio de su nieta.

— No cabe duda, mi hijo también es así. Son tal para cual.— Compartió con una sonrisa.— Cuando tengan hijos van a batallar y yo me burlaré consintiendo a mis nietos.

— Oh, creeme. La vida se los cobrará de esa manera si es que no aprenden a dejar de ser tan tercos.— Comentó burlona imaginándose a su nieta junto a su novio con un par de chiquillos tercos. Salió de la habitación para ver a su nieta indecisa por cómo abrir la puerta.— ¡Astrid, antes de que entres tengo que contarte que...

— ¡Más tarde abuela!— Abrió la puerta de golpe para quedarse petrificada con lo que veía.

Hiccup se encontraba en una camilla con una mascarilla en su rostro mientras tenía una piel pálida. Podía divisar algunos moretones en su cara acompañado con varias cortadas en la longitud de sus brazos. Algunas profundas y otras superficiales. El castaño se veía completamente débil, y lo pausado que se escuchaban los latidos en la máquina de su lado la hacían ver que había sufrido la peor de las consecuencias.

¿Y ella? Ella sólo había estado inconsciente por un tiempo que aún no sabía. Se miró en un espejo. Ni siquiera tenía una sola herida. Más que la de su brazo que se había lastimado en el interior del edificio.

¡Hiccup había arriesgado su vida por protegerla!

Caminó con lentitud hacia él mientras sentía sus lágrimas resbalar por sus mejillas. No podía creer la estupidez que había hecho el castaño. Estaba segura que existieron otras maneras de poder escapar y sobrevivir de allí.

Eso la molestó más.

— ¡ERES UN ESTÚPIDO!— Golpeó con fuerza su estómago.— ¡¡¿CÓMO SE TE OCURRE HACER TAL TONTERÍA!!?

— Astrid, Hiccup...— Trató calmar su abuela al ver la furia de su nieta.

— ¡¡ESTÚPIDO, ESTÚPIDO, ESTÚPIDO!!— Chilló con más fuerza.— ¡YO NO QUERÍA QUE TE PASARA ESTO!, ¡NO DEBISTE HACER ESTO POR MI!

— ¿Le decimos que mi primo está bien tío?— Preguntó Itzel preocupada por los golpes que estaba recibiendo el castaño sin dar aún señales de vida.

— Si no le decimos, ahora sí que estará muerto.— Comentó la abuela preocupada ante la furia de su nieta.

— No, dejen que se desahogue. Lo necesita.— Habló Stoick disfrutando de todo. Su hijo necesitaba lecciones y no de la vida, si no de las personas.

— Que en paz descanse mi primo.— Suspiró Itzel apiadada de la situación.

— ¿¡Y AHORA QUÉ?!— Preguntó aterrada mientras sus lágrimas continuaban cayendo.— ¡¿QUIÉN LIMPIARÁ MI CASA POR UNA SEMANA SI TE VAS A MORIR?!— Recostó su cabeza finalmente en el estómago de él para continuar llorando.

No quería hacerse la idea de que él moriría pronto. O quizás ya estaba muerto.

Hiccup era una persona estúpida.

— Nadie dijo que voy a morir.— Escuchó de repente haciendo que levantara su cabeza impresionada. Hiccup estaba abriendo los ojos con una mueca de dolor.— ¿Cuántas veces te he dicho que eres toda una agresiva?— Se quejó acariciando sus brazos que habían sido golpeados.— ¡Auch!— Recibió un enorme puñetazo en su pecho.— ¡Oye!

— ¡Esto es por ser un imbécil!— Reclamó enojada pero ahora con una enorme sonrisa.— ¡Oh, por Dios, gracias al cielo que estás bien!— Agradeció completamente feliz mientras lo abrazaba con fuerza en el cuello.

— ¿Y dónde quedó mi beso?— Preguntó en forma de burla esperando recibir la siguiente parte.

— No hay ninguno esta vez.— Golpeó nuevamente su brazo. Seguía estando muy enfadada por la estupidez. Pudo haber muerto en esa caída y más si la había sufrido con ella encima de él.

— Oye, creeme que me vas a causar más moretones que los que me causó la caída.— Se quejó sin dejar de abrazarla.

Él estaba feliz de verla con su carácter.

— Es mejor golpearte a tratar de matarte.— Respondió risueña. Estaba feliz de que él estuviera bien.

— ¿No estabas tratando de matarme ahora?

— Aún no.— Besó su mejilla relajada.

— Por supuesto que ninguno de los dos puede morir aún. Tienen que dejarme a mis nietos primero antes de que decidan matarse uno al otro.— Comentó Stoick haciéndose notar. Habían olvidado que no estaban solos en la habitación.

— ¡Papá!

— ¿Cómo te sientes Hiccup?— Preguntó Itzel ahora un poco más tranquila.

— Bien, aunque estaba más preocupado por Astrid.— Confesó.

— ¿Por mí?, ¿Ya te has visto en un espejo?— Cuestionó.— ¡Pareces un muerto viviente!, ¡Y además, eres el que más sufrió con tal de protegerme!

— Te dije que confiaras en mi. Además, te había dicho que haría todo por protegerte...

— ¡AWWW!— Suspiraron los demás ante la escena.

— Si siguen de esa manera, dentro de nueve meses tendremos al primer nuevo integrante de la familia Haddock.— Relató su padre con emoción.

— ¡Papá!— Hiccup no podía creer lo que estaba diciendo. ¿No era suficiente con que ambos ya estuvieran rojos por tales comentarios?— ¿Pueden dejarnos un momento a solas a Astrid y a mí?

— Bien, será mejor dejarlos solos por si se les ocurre hacer una alianza para formar un nuevo humano.— El señor Stoick estaba sacando impaciente a todo el mundo.— ¿Quieren algo de comer?, ¡Qué va, ¿Para qué pregunto?!, Si se van a comer entre ustedes.

— ¡PAPÁ!

Hiccup y Astrid fueron dejados en paz para que pudieran hablar a solas entre ellos dos.

La habitación volvió a quedar en silencio.

— Lamento los golpes.— Habló una vez que los dejaron a solas en la habitación del hospital.— Fui impulsiva y...

— Tranquila, los golpes no se comparan con...— Mejor calló. No quería hacerla sentir culpable.— Astrid, mírame.— Tomó de su barbilla para verla frente a frente. Aquellos ojos azules aún contenían unas pequeñas lágrimas en sus orbes.— Sé que lo que hice fue estúpido pero realmente no veía otra alternativa. No quería que sufrieras peores consecuencias a como la posibilidad de ya no vivir.

— Hiccup, aún podíamos estar bien si llegaban...

— ¿Y que tal si los bomberos no llegaban a tiempo?, ¿Qué tal si el fuego cruza con un tanque de gas y explota de peor forma?— Comentó con seriedad. Astrid no lo había pensado tan profundo como él.

Hiccup estaba informado sobre ese tipo de eventos. Sabía que cuando el fuego avanzaba, era muy probable que la muerte estuviera en la esquina. Siempre dónde había fuego existía la muerte si no se actuaba de inmediato en la búsqueda de una salida de esa área.

— ¿Por qué lo hiciste?— Se animó a preguntar.

— Te has convertido en alguien muy importante para mí Astrid.— Confesó con las mejillas encendidas.— Perderte no será una de mis opciones.

— Nueva regla Hiccup.— Sonrió encantada por su respuesta. Estaba sonrojada, pero ya no le importaba demostrarse de esa manera delante de él.— Quiero una relación de dos.

— ¿Qué?

— No quiero vivir la típica novela romántica dónde uno tiene que sacrificarse por el amor del otro.— Indicó con decisión.— Si tú saltarás, yo saltaré. Si vas a sufrir los golpes, los sufriré junto contigo. Más, no vuelvas a tratar de que la única que salga viva sea yo mientras que tú te estás muriendo. No lo permitiré Hiccup.

— Pero Astrid...

— ¡Ponte en mi lugar, por el amor a Dios!— Lo abrazó con ternura cerrando sus ojos. Las lágrimas volvían a estar presentes.— ¿Qué pasaría si la situación fuera al revés? En lugar de ti, soy yo la que estará a punto de morir con tal de protegerte.

— No... Eso no lo permitiría.

— De la misma manera que yo no lo permitiré Hiccup.— Declaró.— Ya perdí a mi madre, por favor. No me hagas pasar por ese dolor nuevamente. Te quiero conmigo. Sea lo que sea que tengamos que pasar.

— Astrid...

— Promételo.— Insistió.— Promete que nuestra relación será de dos.

— Lo prometo.— Aceptó. No podía dejarla vivir con ese dolor. No podía ser tan egoísta. Sabía lo que era perder a alguien. Y sabía lo que sentía estar perdiendo también a uno...— Astrid, hay algo que te quiero decir. Sobre mi padre...

— No te preocupes.— Se adelantó mirándolo a los ojos.— No me incomodan los comentarios de los nietos. A mí me gustaría que mi abuela fuera así. Ella pierde la fe en que alguien me ame antes de tenerlos. Lo cual es irónico porque lo que no tolero de mi abuela es su lista de 50 hombres.

Ambos rieron por el comentario.

— Bueno, es algo relacionado.

— ¿Qué sucede?— Preguntó preocupada. Hiccup había cambiado su rostro a una expresión demasiada seria.

— La razón por la que él está tan apurado con eso de los nietos y el motivo por el que estoy...

— Hiccup... ¿Qué sucede?— Preguntó un poco asustada.— Por favor, sin rodeos.

— Tiene cáncer Astrid.

Su sonrisa desapareció al instante.

¿El señor Stoick muriendo?

No, no podía ser posible. Ese hombre siempre estaba siempre activo, con personalidad fuerte y humorística. ¿Cómo era posible que él está muriendo?

No, no podía imaginarlo simplemente.

Era tan carismático, lleno de energía, siempre con las ganas de trabajar, no parecía en realidad en esos términos.

Observó con cuidado el rostro del castaño. Desearía que fuera una mentira, pues a pesar de que llevaba unos cuantos meses en la empresa, sentía al señor como parte de su familia. Casi como a un padre. No podía creerlo en verdad.

Hiccup por su parte tenía la mirada perdida en algún punto de la habitación. Era la primera vez que confesaba a alguien fuera del núcleo familiar acerca de la situación de su padre. Ni siquiera sus mejores amigos lo sabían. Ni siquiera Camicazi, quien había creído como amor verdadero.

Pero por alguna razón, sentía que podía contárselo a ella. Quería soltar por primera vez lo que guardaba en silencio y compartir aquello.

— Pe-Pero... Tiene una gran barba...— Mencionó sin creerlo aún.

— Es falsa Astrid.— Confesó.— Lo que tiene encima de la cabeza es una peluca. Tratamos de buscar a los mejores peluqueros y estéticos para ayudarnos a conseguirle una imagen similar para que no se notara.

— Dime que es una broma... Te la aceptaré sin golpearte.

— También me gustaría creerlo.— Suspiró con tristeza.— Digamos que en una exploración que tuvo fuera de este país hacia una de las fábricas que ayudarían con nuevos proyectos de la empresa, explotó. Él por salvar a la mayoría del personal, se incrustó en su cuerpo una gran cantidad de plomo. Eso le provocó el cáncer.

— ¿Y cuánto...

— Es indefinido.— Se adelantó a la pregunta.

— Por eso él...

— Tiene el deseo de todo un padre. Ver a su hijo crecer, triunfar, conseguir una novia, y ver al menos... Al primer hijo, ya que todos tememos que no soporte más de 10 años.— Notificó sin expresión.— Es por eso que le preocupa mucho verme con una novia tan siquiera y su nieto en camino. Te seré sincero, perdí la esperanza en el amor una vez que terminé con Camicazi. Así que estaba planeando contratar a una mujer que fingiera todo por mí y se atreviera a darme un hijo para cumplir su deseo.

— Hiccup...

— Estoy dispuesto a hacer todo por él Astrid. Cumplirle su deseo es lo menos que puedo hacer por todo lo que hace por mi.— Confesó.— No te voy a presionar. Realmente me gustas y quiero que nuestra relación funcione. Tardate el tiempo que necesites, estoy dispuesto a esperarte. Y con lo de respecto a mi papá, voy a cumplirle al menos 9/10 deseos para que se sienta orgulloso y se vaya feliz. Es por eso que me sobreexigo mucho en el trabajo y la razón por la que rara vez descanso. Quiero triunfar para él y tomar el puesto de jefe.

— Hiccup, pero también es mucho trabajo para ti.— Comentó con empatía.— Sé que tú padre desea que tengas éxito, pero lo primordial que desea un padre es ver a su hijo esforzándose en la vida y siendo feliz. Puedes trabajar, esforzarte será suficiente. Pero no trates de llegar a la cima en un salto. Porque creeme, caerás. Lo he intentado y lo digo con experiencia.

— Siempre sabes qué decir.— Besó su frente con ternura.— Por ese motivo más, me gustas.

Hace un tiempo ambos eran unos simples conocidos, y ahora se encontraban de esta forma.

— Hiccup...— Susurró sonrojada. Nunca había sido tan directo con ella. Y eso le encantaba. Una nueva faceta de él.

— Te digo esto para que no te sientas molesta u ofendida con tanta insistencia de mi padre. No quisiera que lo juzgues.— Finalizó.

— Jamás me atrevería.— Lo abrazó nuevamente enterrando su rostro en su pecho.— Gracias...

— ¿Por qué?

— Por confiar en mí. Sé que no debió ser fácil decirme algo tan íntimo.— Agradeció.

— Astrid, te he encontrado. No quiero perderte.— Informó tocando su cintura para corresponder a su abrazo.

— No me perderás.— Levantó su mirada para cruzarse con la de él.— Confía en mí. Además...— Sintió el sonroje crecer.— También me estás gustando, mucho más que desde el principio.

— Me alegra saber eso.

Un beso.

Un beso fue lo suficiente para cerrar el asunto.

Ella estaba segura de una cosa, no dejaría a Hiccup.

E Hiccup estaba seguro de algo más...

Tampoco la dejaría ir. No mientras ella quiera continuar.

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