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2.2 [Jimin]


¿He dicho ya que mi perfecta vida se ha ido al garete cuando el vecino empezó a fastidiarme? Porque, si lo he dicho, en ese momento no era consciente de hasta qué punto. Ahora lo multiplico por dos. No solo se ha ido al traste sino que encima no hay forma de arreglarlo. No se puede y no aguanto más.

Me ha ayudado con la gata, lo reconozco, y admito que, durante los escasos minutos que estuvo con ella, me ha llegado a gustar. A pesar de su aspecto descuidado y de su ropa mal avenida, como si su tarea más importante en la vida fuera dormir y desconociera lo que es un peine y un espejo, cuando mi mascota se escondió entre sus brazos y le vi sonreír, me pareció atractivo. ¡Atractivo! De verdad, no sé en qué estaba yo pensando para que la mirada se me perdiera en su imagen y después le invitara a cenar. ¿A qué aspiraba? ¿A que me dejara de considerar un presumido y me tomara en cuenta? Pero, ¿para qué quería yo que me tomara en cuenta? ¿Para intimar? ¿Yo? ¿Con él? Imposible.

Es un maleducado de aquí te espero y me rompió el jarrón. Y luego lo minimizó. ¡Y me llamó dramático! ¡Dramático! Con lo tranquilo y sosegado que soy. Para colmo, le dio un golpe a mi cuadro favorito antes de dedicarme un portazo que me dejó con un mal sabor de boca increíble. Ahora mi casa es el infierno en la tierra.

Sigue con la canción de More, eso ni qué decir, aunque ha añadido otras más al repertorio y, por si la destrucción acústica no fuera suficiente castigo, ahora ha empezado a mover muebles y a dar golpes en mi techo. Creo que lo hace con el palo de la escoba para que me dé cuenta de que limpia la cochambre que tiene por apartamento. Está loco, en todo en el sentido de la palabra, y el remate es que ha dejado a su gato en mi casa. Le he tenido que comprar un plato para que coma en un espacio propio y un cojín para que se eche a descansar y, aunque el animal se porta bien y no se separa del mío, me molesta que haya tenido la caradura de endosármelo solo porque le indigna que le haya dicho un par de verdades a la cara. Por eso, en cuanto he sentido las cuerdas de la ropa chirriar en el patio, me he lanzado de cabeza a confrontarle.

—¡Eh, tu! —Los nervios me hicieron perder toda educación al buscar la ventana sobre mi cabeza—. ¿Sabes que vas a terminar causando una avería en el edificio? ¡Vas a romperme el techo!

—Ah... —Se agachó un poco, lo suficiente para dejar a relucir sus ojos entrecerrados, cargados de sorna—. Usted disculpe, excelencia. Es que, como sabe, mi nivel de estudios no me alcanza para determinar la resistencia del suelo.

De verdad... Qué poca vergüenza...

—¿Algo, más, su excelencia? —siguió—. Porque, si no tiene más quejas, voy a proceder a terminar de tender mi ropa de barrio del extrarradio.

—Me has dejado aquí al gato.

—¿Ah, sí?

—¿Cómo que "ah, sí"? —me ofusqué—. Mi casa no es un albergue de animales.

—Sí, ya he visto más bien es un museo de cerámicas antiquísimas —recalcó, en clara alusión al jarrón.

—Lo que rompiste costaba una fortuna.

—Solo era una vasija.

—Pero era mi vasija. Ni con doce sueldos juntos podrías pagarla.

Cerró la ventana, sin más, y ahí me dejó, con la palabra en la boca y, por supuesto, sin arrepentirse de nada ni venir a por su gato. Increíble. No contento con tener a la mía embarazada ahora me tenía que hacer cargo también del padre de las crías. Ay, las crías... Ya me veía solo, rodeado de miaus y pises por todas partes. Pero esta vez sí que me las iba a pagar. Ya lo creo que lo iba a hacer. Lo había intentado por las buenas y no había querido colaborar. Allá él entonces.

—¿No te parece que te estás pasando un poco? —Tae Hyung, mi amigo y también el contacto experimentado que me había introducido en el mundo de los fraudes, se acomodó en el sofá y cruzó las piernas, con esa presencia tan elegante que le hacía destacar en todas partes—. Es decir, ¿vas a hackear a un pobre chaval por una simple afrenta doméstica?

—Di lo que quieras, se lo merece. —No retiré la atención del ordenador. Me había dado a la tarea de entrar en su equipo y, despues de una hora dando vueltas, ya casi había conseguido acceder a sus archivos—. No me deja dormir ni ver mis series a gusto, no puedo concentrarme en nada, estoy perdiendo clientes y me rompe las cosas. —Levanté una mano del teclado y señalé el cubo de la basura—. He tenido que tirar el jarrón.

—Jimin, no quiero ofenderte, pero esa cerámica ni siquiera la compraste.

Ya. Me la había regalado un cliente como agradecimiento por uno de mis impecables trabajos pero eso tanto daba. El hecho no cambiaba.

—Además, le estás tratando mal.

Retiré la cabeza de los códigos, anonadado.

—Yo no le he tratado mal —negué—. Al revés, he intentado razonar.

—Eso te parece a ti —replicó—. Entre medias le has dicho que es un indigente, que tiene pésimo gusto, que su casa da asco y que no tiene estudios ni cultura para valorar las cosas.

Me quedé en suspenso, procesando la información. Era cierto que mi talante no había sido el mejor pero el suyo tampoco.

—A mis ojos, Yoon Gi no debe tener dinero para afrontar excentricidades como, por ejemplo, lo de la ecografía que le hiciste a la gata —siguió mi amigo—. Aún así se tragó la primera parte de tus exigencias y vino a ayudarte con ella. —Me miró, muy serio—. Deberías pedirle perdón en vez de pretender entrar en su cuenta del banco y quitarle los pocos wones que tiene.

—No le voy a robar, solo quiero darle un susto —maticé, mientras las siglas de mi firma, Kaos, tomaban forma en el acceso—. Hablar es imposible.

—Quizás porque no te has esforzado en ponerte en su lugar —insistió Tae Hyung—. Bájate del pedestal. No le mires por encima del hombro.

Iba a decir que yo jamás en la vida me comportaría con superioridad sin motivo pero en ese momento una alarma saltó en mi ordenador y acaparó toda mi atención. Mi entrada se había visto bloqueada por un... ¿Virus? ¡Un virus! ¡Pero qué diantres! Me aceleré y me dispuse a neutralizarlo, algo que, para mi disgusto, me llevó un buen rato. Y entonces, lo recibí. Un mensaje. Escrito desde las notas de mi propio ordenador.

"Qué bueno verte, Kaos".

¿Me conocía?

"¿Qué ocurre para que hayas cometido la torpeza de tratar de hackear a la policía informática?"

¿Policía? La saliva se me espesó.

"Me has ahorrado un trabajo increíble" continuó. "Ahora puedo obtener tu ubicación. En cinco minutos me tendrás en tu puerta para ponerte las esposas".

—¡Desenchúfalo! —La recomendación de Tae Hyung sonó agobiada—. ¡Todo! ¡Desenchúfalo todo ya!

Obedecí, sin terminar de creerlo. ¿Yoon Gi pertenecía a la división policial de delitos informáticos? Eso significaba que no era ningún torpón, como yo había creído, y que tenía estudios más que de sobra. También significaba que trabajaba sin horario y que por eso le sentía cada día moverse a una hora diferente. Y que me perseguía. A mí, o más bien a Kaos, mi yo virtual. No se podía tener peor suerte. De verdad que...

El timbre de la puerta me dejó sin respiración.

—Esto te pasa por no hacer las cosas bien y disculparte como correspondía. —Tae Hyung me dedicó una mueca de disgusto y se acercó a la mirilla—. Llámalo karma. Tu vecinito está aquí.


N/A: 18/01/2025
Se masca ls tragedia... ¿Lo notan? ¿Qué hará Jimin ahora?

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