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03 ꒰ OH! ‣ minayeon.

adaptación autorizada chan-chan-chaaaan

(Mina g!p) funny smut, referencias a canciones de camila cabello

- Ay, mi amor, deja de ser tan brusca que me vas a romper los dientes. -Mina habló, entrando a la habitación, con sus brazos enrollados en la cintura de su novia, quien no dejaba de besarla mientras se abrazaba de su cuello para mantenerla cerca. La cercanía y las pisadas no dejaba que se besaran bien, por lo que Mina sentía que en cualquier momento se le caería un diente.

- ¿Ahora te molesta? -Preguntó sarcástica, dándole otro beso.- Apostemos; estoy completamente segura de que te mueres sin uno de mis besotes, chiquita. -Mina quiso cerrar la puerta, pero Nayeon no la dejó y la lanzó a la cama, arrepintiéndose al segundo.- ¡Mina, estúpida, ya reventaste la pizza! -Suspiró, pegándole. Mina rió suavemente, esquivándola.- Maldición, yo sabía que el ingeniero gringo de ojos azules que me coqueteaba antes de conocerte era mejor que tú.

Mina la ignoró, rodando los ojos y sacando la caja de pizza sin aplastar de su espalda.- Cierra la puerta, por favor... -Pidió, amable. Nayeon no hizo caso, sólo se quedó mirando la caja con las manos temblorosas, temiendo hacer un movimiento en falso.- Sueles decirme que soy dramática y llorona, pero tú definitivamente eres peor. Ahora cierra la puerta.

- Por las barbas de mi tía Petunia, Mina. -Lloriqueó, abriendo la caja.- Mataste lo único que amaba en esta vida.

Mina alzó una ceja. Luego, hizo un gesto desinteresado, queriendo restarle importancia, aunque obviamente fue incapaz de hacerlo.

- Era atea hasta que no supe a quién agradecerle por tampoco amarte. -Se cruzó de brazos, volteando su cara y bufando como una niña berrinchuda. En realidad, le daba igual lo que dijese Nayeon con tal de que, durante sus períodos, se volviese empalagosa a un nivel inaguantable.

Cuatro días al mes, su novia le declaraba amor eterno pero con la condición de soportarla el resto de sus días.

Mina aseguraba que esa era una oferta imperdible.

- Mira, Mina, seamos honestas, ¿Quién está en mis peores momentos? ¡La pizza! -Suspiró, feliz.- La amo tanto. -Sacó un trozo de pizza y se sentó al lado de Mina, pegando la mejilla a su hombro, y removiéndose como un gatito en busca de cariño, aunque sin dejar de comer.- Mentira, mi cielito hermoso, sabes que estás primero que todo. Me encantas mucho. -Besó sus labios con tiernos picos, y rápidamente se alejó por la cara de culo que puso.- ¿Vas a estar todo el día así de insoportable? -Por un momento, Mina casi se atragantó con su saliva. ¿Ella, insoportable? ¿Desde cuándo los roles habían cambiado? Nayeon era una completa insoportable, la peor de todas.- Ugh, eres un puente cortado.

Mina la miró con curiosidad.- ¿Puente cortado?

- Nadie lo pasa. Antipática.

- Vas mejorando con los chistes. -Nayeon le pegó una mordida a su pizza antes de darle otro beso. Mina se lo siguió un par de segundos y luego se alejó con los labios fruncidos.- Si vas a besarme mientras hayas comido esa asquerosa pizza con piña, mejor aléjate de mí y lávate los dientes.

Nayeon rodó los ojos.- Como quieras, ni que me gustara tanto besarte. -Mina casi suelta una carcajada, pero decidió callarse y dejar que prosiguiera.- Tus labios son muy rellenos, no son atractivos. -Se sentó en la cama lejos de ella, e inmediatamente la escuchó reír como perro resfriado.- Y ahora resulta que te ríes sola. Mi novia, aparte de inservible, también está loca y tiene complejos de tetera.

- Una desgracia que tu novia sea la mismísima Afrodita. -Dijo, levantándose y yendo directo a la televisión.- ¿Qué película quieres ver? -Nayeon la ignoró, metiéndose toda la pizza a la boca para no responderle y demostrarle que no se iba a lavar los dientes porque no iba a parar de comer. Mina se forzó a sí misma a parecer molesta.- Im Nayeon, no tengo todo el día.

- Ah, disculpa, ¿me hablabas a mí? -Puso la mano en su pecho.- No sabía que una mortal como tú quería hablar con una verdadera diosa como yo.

- De acuerdo, señorita Park Jihyo. -Lo dijo con toda la intención de ponerla ardida, y a su vez, devolverle todas esas veces en las que había dicho que prefería a Momo antes que verle la cara.- ¿Qué película quie...

- Vuelves a decir el nombre de esa maldita desgraciada y te juro por esta pizza con piña que voy y te perforo una teta. -Mina rodó los ojos y le hizo un gesto neutral con la mano. Nayeon abrió la boca, descreída. Más que molesta, estaba pasmada.

¿Es que acaso su NOVIA la estaba ignorando? No había problema, porque le pagaría con la misma moneda y ni siquiera una miradita le daría. Si tenía una pizza para consolarse, ¿para qué necesitar a esa japonesa de cabellos azabaches?

Mina, una vez terminó de poner la película que desconocía, se fue a acostar al lado de Nayeon, colocando sus manos por detrás de su cabeza y respirando tranquilamente.

Si Nayeon se había molestado, era un mero problema de ella. Ahora esperaba disfrutar de la película sin interrupciones.

Nayeon devoró el último pedazo de pizza para luego cruzarse de brazos, bufando.

Necesitaba abrazar a Mina.

La miró sin disimular, notando lo sería que estaba y su mirada fija en la televisión. Lentamente, se abrazó a ella, desabrochando su pantalón y metiendo la mano por dentro del ajustado bóxer. Mina exhaló profundamente, sin moverse y casi pareciendo que no sentía nada.

Nayeon tenía la manía de hacer eso, sin necesidad de buscar sexo o calentarla. Sólo lo hacía, y en ocasiones eso le perturbaba.

Siempre terminaban teniendo sexo igualmente, pero eso no era realmente importante.

- Menos mal que esta vez no tengo que comprarte sushi para que se te quite el enojo. -Nayeon parpadeó, sin poder creer lo que oyó, y en un par de segundos, retiró la mano y volvió a recostarse lejos de ella.

- Vaya, de pronto me siento más furiosa que nunca.

- Eres una interesada. -Nayeon rodó los ojos, pero se volvió a abrazar a su cintura. Con Mina ya no se podía ni bromear porque, sino, ya se andaba enojando también. Le dio un besito en su mejilla como muestra de que no tenía que comprarle sushi para quererla siempre, y su mano volvió a escabullirse por sus pantalones.

- Mentira, mi Cuchurrumín, con tu corazoncito y tu amiguito estoy más que satisfecha.

- ¿Con mis besos no, Shmutsi Boo? -Hizo un puchero, Nayeon se pegó más a su cuerpo con ganas de besarla hasta cansarse, pero no lo hizo. En cambio, la ignoró y se puso a ver la película.

- Ya te dije que tus labios están muy suaves, Mina, por favor, respeta.

- Bien. -Habló, un tanto pesada.- Eran sólo tuyos y los vas a dejar ir como si nada. -Nayeon se alzó para mirarla con una pequeña sonrisa.- Bueno, yo también tendré que dejar ir tus tetas, aunque tenemos casi lo mismo.

- Bien que te gustan. -Se estiró para besarla y esta vez a Mina no le importó si se había comido otro trozo de pizza con piña hace menos de diez segundos.

- Iugh, qué asco... -Dijo, una vez sintió el sabor a piña. Nayeon quiso golpearla por arruinar el momento.- A ver, otra vez. -Sacó una mano de su cabeza para tomar su cuello y acercarla un poco más, logrando un beso más apasionado y dulce.

Nayeon, sin intención, movía la mano sobre el miembro de Mina, sintiendo cómo comenzaba a endurecerse. Se alejó con pequeños besos y la miró.- ¿No puedes mantenerlo dormido una hora al menos?

- Si lo quiere dormidito, entonces no le mueva la cuna al niño.

Nayeon rodó los ojos, volviendo a atacar sus labios. Sacó la mano de su bóxer haciendo un camino hasta su abdomen, y cuando rozó una de sus costillas, pasó una pierna a cada lado de su cadera, aún sin sentarse. Mina sacó su otra mano de su cabeza, y las posó en su diminuta cintura, halándola hacia bajo para que se sentase sobre ella y la sintiese por completo.

Tenían que apurarse. Las dos sabían que nunca debieron terminar así, pero no era como si obedeciesen mucho de todos modos. Seguramente ninguna quedaría satisfecha con esto, pero ya no iban a detenerse ni aunque les cayese un elefante encima. Estaban tan acostumbradas a demorar horas eternas durante el sexo, que el hecho de que los padres de Nayeon llegaran en cualquier momento, les bajaba la calentura, pero no lo suficiente.

Mina, sin esperar más, tomó el borde del crop top y lo sacó de un tirón, lanzándolo lejos. Nayeon quedó con su torso desnudo, ya que no llevaba brasier, y por una inseguridad repentina, hizo el atisbo de taparse, aunque no desconfiase para nada de Mina.- ¿No pudiste sacármelo más romántico? Pudiste acostarme en la camita y darme besitos tiernos antes de sacarme la ropa como si me fuese a romper, pero no, la estúpida casi me arranca los brazos.

- No exageres, amor. -Rió, sentándose en la cama con ella, aún sobre su regazo. Alzó los brazos y no tardó en sentir cómo Nayeon le sacaba la remera y el sostén deportivo.- ¿Recuerdas tu primera vez? Te traté con todo el amor del mundo y tú por poco me pides que te azote como Christian Grey.

- Mhmm... Ya, puede que sea cierto. -Soltó una risita, dándole un pequeño beso.- Pero por lo que veo, simulas que no recuerdas mi segunda vez.

- Oh, no, ya va a empezar. -Nayeon soltó una carcajada, poniendo las manos detrás de su cuello.

- Amor, fue la primera y única vez de nuestra relación en la que te creí impotente. -Mina abrió sus ojos exageradamente.

- ¡¿Impotente?! -Dijo, incrédula.- Nayeon, nosotras no tuvimos tu segunda ni tercera vez, me diste una ronda de once folladas después de tu primera vez, ¿esperabas que mi pobre cosita siguiese vivita y coleando? ¡MALDITA NINFÓMANA, LO DRENASTE!

- Sí, sí, ahora cállate y métemela porque lo siento menos impotente que nunca. -Mina rodó los ojos, aunque sin negar que sentía su erección durísima contra su culo. Nayeon tomó ese silencio como si le estuviese otorgando el siguiente paso, atrapando sus labios una vez más, pero ahora, un poco más codiciosa. Mina sumergió la lengua en su boca con dulzura, Nayeon enrollándola con la suya y soltando un suave y diminuto jadeo.

Mina escaló sus manos hasta la curva de sus senos, acariciando antes de subir un poco más y poner sus pezones entre sus dedos, tratando de estimularlos con sus pulgares. Mina atrapó un gemido de Nayeon, y tomó esa oportunidad de vulnerabilidad para comenzar a bajar por su mandíbula y cuello con húmedos y tranquilos besos.

- Tienes las picaduras de mosquito más hermosas que he visto, Yeonnie.

Nayeon golpeó su hombro sin mucha fuerza, sin estar molesta, y provocando que Mina soltase una carcajada.- Cuando llegue mi turno, me pondré a hablar de lo hermosas que son tus tetas más separadas que los ojos de ese meme del perro bizco.

- Separadas, sí, bizcas como sus ojos, nunca. -Nayeon sonrió, sintiendo las manos de Mina, desesperadas por desabrochar su pantalón. Como si casi quisiese arrancar el botón.

Nayeon alejó sus manos y se paró sobre la cama, bajándose los pantalones frente a su cara algo atrevida. Mina apenas vio sus caderas descubiertas, las agarró, lamiéndose los labios y besando el interior de sus muslos, comenzando a subir por su abdomen. Nayeon botó un tembloroso suspiro, agarrando su cabello y viendo cómo se levantaba frente a ella. Era su turno de retirarse los pantalones.

Rápidamente, tiró sus pantalones lejos, y se agachó para alejar las manos de Mina. Ella quería hacer el trabajo y retrasarlo, así sentía más la necesidad de sentirla. Porque sí, su cuerpo ya estaba ardiendo, pero no quería demostrarlo porque luego a su novia se le subía el ego y, ugh, qué feo caso.

Depositó un húmedo beso en su abdomen marcado para luego tomar la cremallera del pantalón y bajarlo. Sin embargo, no le sacó los pantalones de un tirón; se tomó el tiempo de acariciar por sobre la tela, besando la cinturilla del bóxer que se hacía visible. Mina mordía ligeramente su labio, queriendo que se dejara de juegos y le arrancara todo de una sola vez, pero se contuvo. Dejó que siguiera con lo que hacía porque no podía mentirse, le gustaba que Nayeon la quisiera desesperar.

Nayeon tomó el borde del pantalón y lo deslizó por sus pálidas piernas sin esperar más. Al segundo de lanzar la prenda por el cuarto y volver su mirada hacia Mina, sintió cómo la boca se le hizo agua al ver el tamaño de su miembro marcado por la fina tela del bóxer. Y es que era precioso, según ella, era simplemente maravillosa ver esa cosa.

Comenzó a depositar besos a lo largo de su extensión, mordisqueando ligeramente su bajo abdomen. Mina la tomó del cabello y lo acarició, suspirando. Ahora sí podía decir que estaba completamente en llamas.

- Y pensar que mi mamá me jura virgen. Espero que no tenga cámaras en mi cuarto porque se llevará el trauma de su vida. -Mina asintió de acuerdo, aunque le restó total importancia.

También le restó total importancia al hecho de que su suegra, quizás, ya hubiese llegado a la casa.

- Te haré una entrevista. -Soltó de forma repentina, sin parar de acariciar su cabello.- Tú imagina que mi polla es un micrófono. -Aclaró su garganta, pensando en su primera pregunta. Nayeon la miró, subiendo los besos por su abdomen con una ceja alzada, divertida.- Cuénteme, Im Nayeon, ¿por qué usted es tan- ¡Auch, Shmutsi Boo! -Nayeon le había pegado un mordisco para que se callase.

- Déjame sacarte la ropa que falta y cuando termines de follarme, me haces todas las entrevistas que quieras. -Y sin decir más, bajó su bóxer. La polla de Mina saliendo de un brinco.- Controla ese monstruo, por favor, casi me pica un ojo.

Mina rió, sacándose el bóxer que quedaron en sus tobillos para luego sentarse en la cama, tomando a Nayeon por la cintura y sentándola sobre ella. Cada vez que la tenía piel contra piel, podía entender como nunca el deseo incontrolable de tenerla contra ella. Su calor abrazador la hacía necesitarla de forma bestial. Podían bromear durante todo el tiempo, pero sólo si estaban en constante contacto, porque si no, el ser "bromistas" era lo que menos tenían en la sangre.

Nayeon se quitó la última prenda, y volvió a ponerse sobre Mina, aferrándose a su cuello y meciendo sus caderas sobre ella con lentitud. Podía escuchar cómo jadeos se escapaban desde el fondo de su garganta, teniendo que besarla para que se callase. La urgencia de tenerla dentro lo percibía en sus paredes palpitando con fuerza, pero no quería hacer nada todavía; Mina tenía que rogarle, si no le rogaba, no habría acción.

Mina la agarró por el culo para sujetarla y por fin poder recostarse completamente en la cama. Una vez lo logró, hizo que Nayeon se recostara sobre ella, besando sus labios con cuidado, aunque sin dejar su lado pasional.- O te pones en cuatro por tu cuenta, o lo hago yo a la fuerza.

Mentira. Ni aunque Nayeon no quisiera, Mina no sería capaz de hacerle nada forzado. Sólo creía que sonaba seductora.

Nayeon rió, halando su labio inferior.- ¿De qué fuerza me hablas si ni siquiera puedes levantar una caja?

Mina sonrió de lado y las volteó con agilidad, quedando sobre ella.- Esa caja pesaba y estaba casi pegada al suelo, supéralo.

Se apoyó sobre sus codos y le regaló un beso húmedo, antes de tomar su polla y alinear el glande contra sus pliegues. Nayeon quiso gemir, pero se le escapó una carcajada.- Lo siento, lo siento. -Se disculpó al instante, mimando uno de sus brazos para hacerle saber que lo decía en serio.- Siempre me da cosquillas, a ti también te da cuando te toco las bolas.

Mina decidió callarse porque era cierto.

Ignorándola, aunque no del todo, decidió sumergirse en ella finalmente. Suficiente tortura llevaban como para seguir esperando y, además, Nayeon ya estaba lo suficientemente empapada como para querer estimularla más. Metió un par de centímetros, sintiendo las paredes apretadas estirarse para darle el paso. No se detuvo y siguió empujando con cuidado hasta que logró tocar un punto dulce, logrando que Nayeon soltara un quejido.- Aleluya. -Dijo en un suspiro, creyendo que había soltado ese quejido por satisfacción. Se enderezó un poco más para meter hasta el último centímetro. Nayeon pegó un salto, golpeándole el hombro.

- Estúpida, me quejé porque tus tres centímetros parecen más grandes ahora. Siento que me estás atravesando la vagina. -Soltó un tembloroso suspiro, mirando al techo mientras enterraba sus cortas uñas en el brazo de Mina, dramatizando su muerte.- Dios, ¿eres tú? Creo que ya puedo ver la luz.

Mina la penetró un par de veces de manera suave para estirarla y lograr que se relajase. Nayeon entonces jadeó con más calma. ¿Cuántas veces habían hecho esto y aún le costaba acostumbrarse a la primera embestida? Era una tortura, pero con ella, el dolor era casi imperceptible. Lo aguantaría una y mil veces sólo porque Mina hacía que ese dolor se transformara en dulzura.

Mina se paró en sus rodillas, acariciando su cintura.- Ya estás preparada, amor. Ahora, mueve ese culito y ponte en cuatro. -Nayeon hizo caso, apenas Mina se salió. Se giró, pero no se pondría tan sumisa, no le gustaba morder la almohada y estar boca abajo, así que sólo apoyó sus manos en la cabecera de la cama y tiró su culo hacia atrás. Mina lamió sus labios y no se contuvo de nalguearla con rudeza, sobando la zona luego. A Nayeon no le había dolido, al contrario, estaba segura de que si no hacía algo pronto, sus fluidos correrían por sus piernas.- El lunar que tienes en tu nalga izquierda es tan sexy, me pone como roca.

- Mina. -Gimió entre ese gruñido, dejando que su novia se acomodase y se deslizase por sus paredes con lentitud. Volvió a dar otro pequeño salto, pero esta vez no sintió molestia alguna. Sólo sintió una punzada y una corriente eléctrica en todo su cuerpo.

Cuando sintió la primera y tosca embestida, supo que Mina no iba a callarse hasta que estuviera cerca de correrse.

- ¿Has visto tu culo? Es TAN blanco. Es precioso, la mismísima perfección, pero parece leche. -Gruñó, inclinándose un poco para besar su cuello, pasando la lengua por el largo de este. Cuando llegó al lóbulo de su oreja, lo haló entre sus dientes. Nayeon cerró los ojos, dejando que la sensación de ser estimulada la llevase hasta el cielo.

- ¿Tienes el descaro de preguntar por mi culo cuando el tuyo es igual de blanco, ridícula?

- Es distinto porque yo soy yo. Tú eres media pálida y me gusta eso, entonces es algo notorio. Precioso y perfecto, pero notorio. -Volvió a repetir. Le gustaba recordarle a Nayeon que esa parte de su cuerpo, junto con su carita de bebé, eran la primera maravilla del mundo.

- ¿Y qué? ¿Eso te molesta? Sabes que eres la única que lo ve. -Mina no respondió, y se dedicó a acariciar su cintura con una de sus manos y la otra lo hizo con sus senos, penetrándola con calma, pero duro.- M-Mina, respóndeme que te estoy hablando, insolente. -Dijo temblorosa, intentando esconder los gemidos que tanto querían escapar.

Mina volvió a ignorarla, agarrando sus caderas para darle una ruda y seca embestida.- Oh, por Dios, es como un algodoncito de azúcar blanco. -¿Eso existía?- Quiero comerlo. ¿Puedo comerlo? -Estaba tan hipnotizada, que sus ojos brillaban de emoción.

- Te lo has c-comido muchas veces. -Chilló entrecortado cuando sintió cómo sus penetraciones comenzaban a ponerse más íntimas, llegando profundo y acelerando el ritmo. Mina la estaba matando y ni siquiera se daba cuenta.

Mina decidió callarse sólo por ese tiempo. Sentía cómo las paredes de Nayeon la apretaban continuamente, lo que le daba la ligera impresión de que estaba a punto de llegar a su orgasmo. Dejó que sus instintos carnales la manejasen, y subió una de sus manos hasta su abdomen. Mimó con cuidado, idolatrando internamente esos relieves de sus abdominales bien tonificados. Quería besarla y dejar pequeños chupetones por todo su cuerpo, pero no la voltearía sólo para aquello. Sobre todo porque cada centímetro de su miembro estaba enterrado deliciosamente en esa posición. Cuando escuchó que Nayeon ya no podía contener los pequeños gemidos, la nalgueó, logrando que gritase y sus paredes no tardaron en contraerse con fuerza.

- Rebota como gelatina. Como un yoyo. -No lo dijo como burla ni como broma. Le fascinaba que se moviese así, pero Nayeon estuvo a nada de botarla de la cama.

- Tu abdomen a veces lo parece. -Las dos tenían claro que en eso no había nada de malo. Nayeon amaba sus lonjitas y Mina amaba que ella las amara. Aun así, Nayeon también amaba esos abdominales que se marcaban de repente de manera disimulada en el abdomen de la japonesa.

Mina frunció su ceño de gusto cuando bajó la mirada y vio su polla desapareciendo y reapareciendo en sus pliegues. Sentía cómo cada vez podía deslizarse con más facilidad por culpa de los fluidos de ambas, lo que sólo la excitaba en demasía. Podría correrse de sólo pensarlo, pero no lo haría todavía.

Comenzó a embestir con más rudeza y haló el pelo sé su novia hacia un lado, inclinándose para lamer su cuello con hambre. Nayeon apretó los ojos y tomó su mentón como pudo para que la besase. Mina comenzó a respirar agitado por la nariz, mientras sumergía la lengua en su boca con desesperación.

A este punto, ya le valía tres hectáreas de pito si el padre de Nayeon llegaba y se desmayaba o la sacaba a patadas de su casa.

- Mejor fóllate tú, hazlo. -Exigió Mina, tensándose y quitando las manos de su cuerpo. Nayeon bufó con molestia ante la falta de contacto.

Miró por sobre su hombro, provocativa, y sumisa tiró sus caderas hacia atrás, abriendo un poco más sus piernas para sentirla en todo su esplendor.- O-oh... Mina. -Gimoteó, aumentando ligeramente sus movimientos.

Mina se sentía en el mismísimo paraíso infernal, admirando a su novia que tenía la boca entreabierta y sus ojos oscurecidos gracias al líbido.

Nayeon sentía sus piernas, comenzando a debilitarse con cada impacto. Ya no podía contenerse, no quería hacerlo. Su abdomen bajo se extendía de un calor abrazador y estaba lista para dejarlo ir. Mina, en cambio, no quería dejar de follarla.

Mina logró sentir sus paredes aferrándose a su miembro, y esa fue su señal para tomarla con firmeza, posesiva, tal y como quería, para luego comenzar a penetrarla de manera bestial, tocando rincones que probablemente nadie nunca llegaría.

Nayeon creyó que ese era su fin. Su orgasmo parecía hacerse inminente y se sorprendió gratamente cuando Mina la abrazó por la cintura, colocándola en posición recta y dejando que sus pechos quedasen apretados contra su espalda.

Nayeon no supo de dónde sujetarse y Mina la salvó, volteando su cara y forzándola a que se sujetase de la parte trasera de su cuello. El beso era húmedo, rico y devastador, por lo que si en un inicio Mina se quejó por chocar sus dientes, ahora le daba igual.- Estás más mojada que el río Nilo. -Nayeon bufó ante su comentario, pero una risita incontenible se escapó de su garganta.

Le causaba gracia, porque ella era muchísimo peor siendo mata pasiones. No podía quejarse.

- Te callas o me siento en tu cara.

Mina creyó que esa era una idea maravillosa.

Aun así, se calló, sin detener sus estocadas.

Los senos de Nayeon rebotaban en una completa imagen erótica y Mina deseó con toda su corazón haberla dejado que la cabalgase, porque entonces podía haber apreciado mucho mejor su cuerpo en éxtasis.- ¡Ah! -Mina gritó por primera vez, escondiéndose en el hueco de su cuello para tratar de ahogar sus gemidos. Nayeon amaba escucharla. Amaba ese toque tan dulce de su voz, pero tan característicamente ronco y grave.
- Si la gente te oyese gemir, jurarían que eres una pasiva. -Mina rió, dando un pequeño mordisco en la curva de su mandíbula.

- Me da igual, puedo ser tu pasiva si no dices nada. -A ninguna realmente le importaba eso, pero era divertido para ellas molestarse con lo que fuese.- Aunque no me voy a poner en cuatro, eso olvídalo. -Nayeon rió.

- Yo creo que- ¡M-Mina!

- Eso, say my name, Nayeon, say my name. -Nayeon soltó una carcajada entrecortada por los jadeos, sintiendo unos cálidos besos en su mejilla y en la comisura de su labio.

Mina aceleró una última vez sus embestidas, anhelando y suplicando porque Nayeon dejase que por fin sus altos gemidos se hiciesen escuchar. Sus ojos no perdieron de vista sus hermosas expresiones, satisfaciéndose a más no poder cuando Nayeon no pudo aguantar más y gritó sin vergüenza alguna:- ¡Ah, ah, ah! -Algo en su pecho la asfixiaba y necesitaba dejarse ir.- ¡Oh, Mina!

- Me gustan tus gemidos.-Dijo, rasposa, tratando de besar sin éxito su boca. Nayeon no podía seguirle el ritmo porque sólo jadeaba.

- Quiero que me llenes de ingenieros, Mina. -Sollozó en súplica, haciéndole saber implícitamente que quería que se corriese dentro sin importar qué.

- ¿Así que quieres mis ingenieros dentro? -Preguntó, mordiendo su piel y llevando dos de sus dedos hasta su clítoris para hacerla acabar.

- Maldición, ¡Mina! -Gritó una última vez, sintiendo y adorando una ola de satisfacción, recorriéndole toda la espina dorsal. Sus piernas temblaron, su cuerpo colisionó y su centro se contrajo en un intenso orgasmo. Mina agarró su labio inferior entre los suyos y chupó, enterrándose profundamente para sentir por completo sus apretones.

Empujó una vez más y no pudo evitar no desmoronarse, provocando que su eyaculación estuviese en la punta de su glande.

- N-Nayeon... -Gimió, cegada por el placer. Nayeon enloquecía cada vez que su voz sonaba así de débil y necesitada, y esta vez no fue distinto. Sonrió contra sus labios, acariciando su boca con la suya.- Ahí van tus ingenieros, amorcito.

Una embestida más bastó para que su tronco se tensara y comenzara a soltar incontables chorros de esperma, llenando y pintando cada esquina del interior de Nayeon. Nayeon sonrió abiertamente, besando sus mejillas al verla con los ojos apretados, la vena de su cuello resaltando por el esfuerzo.- Me encanta cuando pones esa carita toda preciosa, mi Cuchurrumín. -Mina soltó una carcajada, abriendo los ojos con pereza.

Nayeon se apoyó sobre el respaldo de la cama, inhalando denso un intento de recuperar el aire perdido. Mina tomó esa oportunidad para comenzar a dejar húmedos besos en su espalda.- Estás toda sudada y salada. -Soltó, no deteniendo sus besos.- Eres como una bolita de sal.

Nayeon rodó los ojos.

- Así es el sudor, Mina. ¿Quieres que sepa a azúcar?

- No, pero no eres a la única que beso mientras suda. Y definitivamente tú eres la más salada. -Era mentira, Mina solía ser una puberta que todo le daba vergüenza, pero luego llegó Nayeon. Quizás se molestase con lo que había dicho y esa era la excusa perfecta para invitarla a comer.

Nayeon lejos de indignarse por pensar en que más de alguna vez estuvo así con alguna otra chica, se volteó para mirarla asqueada.- ¿Quién en su sano juicio prueba sudores? ¡Wakala, Mina! No vuelvas a besarme.

- No seas dramática. -Rió.- Ahora escondámonos bajo las sabanitas y déjame comerte la boca el resto del día... Antes de que lleguen tus padres, por supuesto.

Nayeon sintió una pequeña punzada en su pecho al recordar la primera vez que hicieron aquello. Se sofocaron después de la media hora bajo la cama, pero fue asombroso. Sonrió, mirándola.- Diría que sí, pero yo no me acuesto con personas que comen sudores, lo siento. -Mina carcajeó y tomó su cintura para voltearlas, acostándose y colocándola sobre su pecho.

Nayeon no lo iba a aceptar nunca, pero a pesar de todas las posiciones sexuales que existían, estar sobre su pecho, abrazadas, era su posición favorita.

- ¿Sabes? Para la otra ronda se me ocurre buscar posiciones en el kamasutra para que nos volvamos contorsionistas. -Nayeon siseó divertida, subiéndose a horcajadas sobre ella.

- Mi nena tan rarita, pero yo la amo. -Mina rodó los ojos ante el comentario, posando sus manos sobre su gran atributo para sujetarla.

- Yo también te amo, ahora dame un besito. -Hizo un puchero. Nayeon casi casi se lanza a besarla.

- No, jaja, saludos. -Mina tomó eso como un sí y no le importó nada, sentándose para atrapar sus labios en un brusco beso.- Ay, Mina, mis dientes, por la mierda.

- Mueres por uno de mis besotes, chiquita. -Repitió sus propias palabras.- Ahora quiero que hagamos la entrevista.

- ¿Siquiera sabes si llegaron mis padres?

- Entonces hacemos un karaoke luego para disimular.

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