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02 ꒰ synchrony ‣ minayeon.

adaptación autorizada chan-chan-chaaaan

(Mina g!p)

Pov Nayeon

No podía creer que mi novio me hubiese engañado. Peor aún, no podía creer que no me estuviese ofendiendo siquiera un poquito.

Me sentía libre de cualquier compromiso con él. Al contrario de lo que creí, con esto pude darme cuenta de lo idiota que siempre fue. Ya lo sabía, pero no podía predicar sin tener pruebas, y gracias a Diosito, estoy aquí, terminando con él y rompiendo todo vínculo que tuviesen mis padres con su dinero y ese tonto matrimonio.

- P-pero, Nayeon...

- Ya basta, Yuta, no me vengas con excusas ridículas y déjalo así. -Tomé una gran respiración, él seguía mirándome asustado. Cobarde, ni siquiera podía chocar sus ojos con los míos sin temblar pero bien que mientras se la metía le contaba cómo yo no estaba tan preciosa como ella y sus grandes tetas operadas. Asco.- El tema se acaba aquí. Si cuando cuente tres sigues aquí, prometo quemar toda tu ropa.

Qué materialista suena eso pero él era así. Más fan de la ropa y del dinero que de su novia.

- Nayeon...

- Uno.

Su ojos se abrieron grandemente cuando supo que hablaba completamente en serio, y quise reír. Por supuesto que no lo hice, pero quería, sentía esa risilla casi comprimida en el pecho.

Tal y como pensé, en menos de dos segundos mi casa estaba vacía.

Puedo decir felizmente que la estoy pasando mejor que nunca. Primero, estuve horas en la bañera hasta casi quedar arrugada, luego vi más series de las que he visto en toda mi vida, y después me digiturbé porque estaba aburrida y no sabía qué hacer. Los orgasmos fueron asombrosos, y eso me hizo pensar en cómo Yuta podía quejarse de mis tetas pequeñas si a él con frío o sin frío se le veía igual y duraba menos cada vez. En mi memoria no existe ni un solo orgasmo que me haya regalado.

Ahora me encontraba acostada en el sofá, preguntándome qué debería hacer. Las contracciones musculares por culpa del hambre sólo me hacían querer comer y comer como una cerda. Me levanté rápidamente y salí directo a la tiendita que estaba a unos minutos de mi casa. Ni idea de si había cena, pero era mejor prevenir que lamentar. Así era el dicho, ¿verdad?

Estaba abierto. Terminé con mi novio y ahora tendré comida, ¿por qué debo ser tan suertuda?

La campanita que hacía la puerta al abrirse hizo que la tipa que atendía levantase la cabeza. Definitivamente era nueva porque nunca la había visto.

- Hola, soy Mina, buenas tardes.

Sonreí en su dirección.- Buenas tardes.

Tomé por inercia unas bolsas de dulces, patatas, bebidas, y todo lo que se me pasase por la cabeza como si fuera una embarazada con antojos, y volví a ella.

- Creí que era la única que comía como cerdo. -Suspiró como si realmente estuviese aliviada y yo reí ante su comentario confianzudo.

Mientras sacaba el precio de las compras, la miré detenidamente y le sonreí. Qué preciosa. Deberían tener más empleados como ella, de mi tipo, yo sería feliz. Así más que dispuesta gasto mi dinero comprando todos los días, sin falta.

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Llevaba dos semanas de soltería y me sentía como nueva, hasta podría decir que me puse más buena. Sí, puedo hacer maravillas en dos semamas.

Hoy día había pensado ir al gimnasio con Momo y Sana sólo porque, a pesar de tener un buen cuerpo, no tenía resistencia para un trote de dos minutos. Eso me preocupaba bastante.

- Nay. -Miré a Momo apenas entramos al gimnasio.- La entrenadora está para chuparse los dedos, quedas advertida.

Reí, negando.- Sospecho que sí, no estarías tan emocionada de venir a sudar por casi dos horas por nada.

- Tú sí que me conoces, tienes razón. -Lancé mi pelo hacia atrás como una diva. Ya lo sabía, siempre la tengo.- Pero no. Tengo el culito de Sana en casa, no necesito otro.

Comencé a trotar en la máquina con Momo a mi lado mientras Sana hacía unas pesas. No había podido ver a la entrenadora durante toda la media hora que llevábamos allí y no puedo negar que la curiosidad me pica en todo el cuerpo porque, vamos, si estaba buena, entonces me motivaba el doble venir a sudar durante todo el día.

- Señoritas. -Dejé de trotar y me quité los auriculares. Momo hizo lo mismo. Me giré en dirección a la voz y mis ojos se abrieron grandemente. Era Mina. La tipa de la tiendita esa... Ella se llamaba Mina, ¿verdad? Debería ser pecado que lleve esos pantalones de chándal y un top negro que deja a la vista todos sus preciosos abdominales marcados. Con esa pinta, tendré que ir a confesarme todos los días.- ¿Necesitan ayuda en algo? -Todas alzaron la mano con una coordinación mística. Hasta Momo con Sana, por Dios. Mina rió.- ¿Alguna nueva? -Ignoró a Momo que me señaló y comenzó a ver una por una, deteniéndose en mí y alzando una de sus cejas. Creo que también sabe quién soy. Hola.- Ustedes. -Indicó a las que levantaron la mano.- Ya tienen una rutina completa, así que, a no ser que les duela algo o intenten usar más kilos en las pesas, tendrán que esperarme hasta que hable unos segunditos con esta señorita. -Ahora sí me señaló. Ay, esperen, me señaló porque va a dejar a todas esas para hablar conmigo. Me sentí como famosa, como una celebridad.

Momo me golpeó el brazo juguetonamente y se fue con Sana a no sé qué. ¿Qué hago aquí si ni siquiera sé el nombre de las máquinas? ¿Para qué sirven? ¿Dónde estoy? ¿Quién soy?- Aprovecha que nunca más verás un manjar así.

Quise reír, pero Mina ya estaba frente a mí, alzando una ceja.- Nayeon. -Me presenté antes de empezar cualquier cosa.

- Nayeon. -Repitió. Es la primera persona que lo pronuncia tan bien, creo que la amo.- Muy bien, Nayeon, soy Mina. -Asentí, haciéndole entender que ya lo sabía.- ¿Tienes una rutina por tu cuenta o quieres que yo haga una por ti?

- Estoy bien con mis ejercicios. -Ella entrecerró los ojos, dudosa.- Lo digo en serio, yo...

- Haz diez sentadillas.

Cerré la boca algo brusco, y la miré unos segundos antes de aceptar.- De acuerdo...

Me puse de lado en posición recta y estiré las brazos frente a mí. Hice la primera sentadilla y ella se agachó, dándome un golpecito en la rodilla.

- No. -Alcé mi ceja. ¿Primer ejercicio y ya está mal? Fracasando siempre.- Abre las piernas. -Volví ponerme recta y lo hice.- Tus piernas tienen que estar a la altura de tus hombros, y cuando vayas descendiendo, intenta que tus rodillas no pasen la punta de tus pies. ¿Me entiendes? -Asentí, poniéndome en posición.- Vuelve a intentarlo... Y esta vez intenta tirar el culo un poco más hacia atrás para bajar con la espalda recta.

Tomó la región anterior al tobillo para afirmarme y tomó mi cadera para mantenerme recta, haciéndome bajar con cuidado tal y como me dijo. Para la segunda sentadilla ya sentía mis piernas doler junto con mi abdomen, y por mi cabeza pasó el pequeño pensamiento de que probablemente nunca supe hacer una sentadilla.

Una extraña corriente de satisfacción recorrió todo mi cuerpo cuando veía a las otras chicas mirarme con una furia incontrolable, estaban celosas. Momo se reía mientras Sana me sonreía con sus dedos pulgares alzados.

Esas perras están locas.

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Otra semana más y creo que voy a renunciar a este trabajo.

Desde el fondo de mi corazón, creo que no me hace para nada feliz tener que mantener el culo en un escritorio (casi quebrado, por cierto) y ver la cara de simio de mi jefe coqueteando con cualquier tipa que se le cruce. Prefiero mil veces vender heladitos. Probablemente me divertiría y haría sonreír a más de uno. ¡Oh, también daría heladitos gratis!

Me aparqué fuera del puesto de comida rápida y solté un pesado suspiro. Abrí la puerta para bajarme pero exactamente allí mismo estaba Mina bajándose de su auto también. Me estaban enfermando este tipo de coincidencias o sincronía, no sé y me da igual, lo importante es que no sabía si eso era algo malo o bueno.

¿Tendría que bajarme y saludarla? No suficiente con verla en la tienda y en el gimnasio cada vez que abro los ojos, ahora también tendría que "soportarla" (entre comillas porque era muy agradable hablar con ella como para usar ese término) por los estacionamientos.

Decidí no salir aunque ella ya me hubiese visto y saludado con la mano a la lejanía. Sí, le correspondí, y después, cuando nuevamente estaba sentada en ese escritorio de mierda, me arrepentí de no salir y hablarle para que fuésemos a comer a ese puesto de comida rápida. Era el doble, el triple mejor que estar soportando al jefe. Al menos Mina era mucho más caballerosa, tenía una risa de bebé muy tierna y agradable de oír, y su mente era maravillosa. Podría escucharla semanas. Haré una marcha para que existan jefes y presidentes como Mina.

- ¿Cómo una mujer tan hermosa como tú pudo ser engañada de esa manera? Tu exnovio no sabe lo que se pierde. -Los rumores vuelan y ahora podía corroborarlo sin problemas. Me levanté de mi asiento, y tiré con fuerza los papeles que venía a entregarle al escritorio de su asquerosa oficina.

- Renuncio.

Ahora iba por la carretera en un tráfico de mierda más largo que todo mi futuro junto. No quería estar frustrada, tenía que estar feliz, ¡Al fin me despedí de ese trabajo!

Por inercia dejé caer mi cabeza en el volante y esa bocina inservible en momentos como estos, comenzó a sonar.

Mejor no lo hubiese hecho porque todos los otros seres al volante comenzaron a hacerla sonar también. Podría estar felizmente durmiendo esperando a que el tráfico avance, pero no, los otros tienen que hacer ruido para desesperarme más. Chicos, el tráfico no va a avanzar más rápido por tocar la bocina. Al contrario, están alborotando al gallinero.

- ¡Para de tocar la bocina! -Miré a mi lado sin despegar la mejilla del volante y abrí mis ojos. Mina me miraba con una sonrisa juguetona y yo me posicioné bien en mi asiento casi tan rápido como el susto que me dio verla en el auto de la otra fila.

- ¿Mina?

- ¿Quién más? -Preguntó, mirando hacia el frente antes de volver a mirarme.- Puedes avanzar unos metros, nos vemos allí.

Ella comenzó a avanzar lento pero seguro. Sentía envidia de su fila porque avanzaba más rápido. Suspiré. Hasta en medio del tráfico tengo que toparme con ella.

Tal y como dijo, avancé un par de metros y para mi cansancio eso no fue suficiente. Quería llegar a mi casa y ver netflix acostadita en mi cama. Bufé ante la grandiosa idea que no pondría a prueba hasta en un par de horas, repiqueteando la punta de mis dedos en el volante.

Dos horas. ¿Cómo no morí en ese tráfico de dos horas? Ni idea, aún me lo pregunto.

Ahora iba llegando a mi casa, una dimnuta sonrisa se hizo presente en mí. No pude despedirme de Mina porque salió unos quince minutos antes que yo la suertuda esa, pero bueno, ahora debe estar viendo netflix en su casa. Sólo así se pasa una buena tarde.

Salí del auto y me apoyé unos segundos en la puerta, intentando no caerme o perder la razón por falta de comida. No puedo rendirme ahora que estoy a menos de tres metros de mi casa, por favor. Negué con la cabeza y me fui a la parte trasera del auto, sacando bolsas con mis cosas.

Sí que estaban pesadas, pero eso no importa cuando está llena de comida y mis reliquias del trabajo.

Aguanté la respiración y antes de poder levantar la primera, una mano se apoyó en mi cadera. Mi cuerpo entero tembló.

- ¿No quieres que te ayude?

Por alguna extraña razón ya sabía que era Mina. Instinto que sólo desarrollan los homosexuales supongo.

- Me negaría a tu ayuda, pero realmente estoy demasiado cansada como para llevar todo esto yo sola.

Me volteé, ella me miraba con una pequeña sonrisita, sus ojitos miel brillando. Tiró un mechón de pelo por detrás de mi oreja antes de asentir.- No estoy diciendo que te ves demacrada, pero sí tienes cara de que te pisó un elefante.

- Gracias. -Ella rió, tomando las bolsas como si fueran plumas.

- De nada, para eso estamos.

Mientras ella caminaba a mi lado, una idea fugaz e inusual pasó por mi cabeza. Mina no necesitaba saberlo, no tenía porqué, pero por ahora no tenía con quién compartir lo que pensaba.

- Creo que me mudaré.

Vi su reacción y por un momento abrió la boca como si quisiera buscar palabras pero sin encontrarlas.- Wow. -Soltó para nada emocionada.- ¿Lo dices en serio? -Me miró, yo asentí. Parpadeó rápidamente y miró hacia adelante, haciendo una mueca. Odio no saber leer a la gente, no soy capaz de interpretar sus caras.- ¿Y por qué quieres mudarte?

Me encogí de hombros.- Mi exnovio me engañó y empecé de nuevo sin él, cambié un poco mi cuerpo, dejé mi trabajo, y más tarde me iré a cortar el pelo. No lo sé, si hago cambios quiero que sean unos grandes, que valgan la pena. -Abrí la puerta de mi casa y ella entró, dejando las cosas en la mesa.- Quiero empezar desde cero. ¿Crees que sólo estoy pensando estupideces?

- ¡No! -Chilló. Me reí y ella aclaró su garganta.- Digo, no, para nada. No es estúpido, yo haría lo mismo si pudiera. -Refregué uno de mis ojos como un bebé por culpa del sueño y sonrió.- ¿Quieres un abrazo?

Me paralicé un segundo, mirándola incrédula.- Disculpa, ¿qué?

- Que si quieres un abrazo. -Esta vez pareció más insegura de lo que decía. Seguramente pensaría que la iba a rechazar o la iba a sacar a patadas de mi casa.- Acabas de contarme eso, y no creas que lo digo por lástima, sólo quiero mostrarte que tienes mi apoyo o algo-

Me acerqué a ella y la abracé por el cuello. Ella envolvió sus brazos en mi cintura y se escondió como un lindo avestruz. Nunca había sentido su aroma tan de cerca y me arrepiento completamente. Es dulce, muy delicado y embriagador. No sé exactamente cómo describir un aroma, pero me encantó al segundo. Y quiero destacar que sus abrazos son como los de un osito, hasta me sentí calmada y entendida al segundo.

La oí gruñir y acarició la curva de mi cintura con una mano, la otra me sujetaba firmemente. Presionaba sus dedos pero no lo hacía fuerte, sólo los sentía hundiéndose en mi piel. Reí.- ¿Qué te pasó?

- Tu cintura es muy pequeña. -Dijo, alejándome sin aviso y botando un suspiro antes de carraspear.- Debo irme. -Abrí la boca para hablar pero ella me dio un beso en la frente antes de alejarse.- Avísame cuando confirmes que te vas a mudar y vendré a despedirme. -Tomó la manilla de la puerta, saliendo de la casa.- Que tengas un lindo día.

Y la cerró.

Me quedé allí, de pie, más confundida que nunca. Lo inicial era preguntarle qué hacía aquí, en mi calle, pero no alcancé a hablar más allá con ella. Miré a mi lado y recordé las bolsas. ¿Y si las ordeno mañana y hoy veo netflix mientras como?

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Giraba el popote dentro de la malteada, aburrida. Ya me había mudado hace dos meses. Momo lloró horas junto con Sana cuando les conté mi decisión, y no se lo tomaron como esperé. Ninguna me golpeó por no pensar en ellas, más bien, les preocupaba que sus trabajos no nos dejaran estar juntas al menos un día a la semana. Y yo... Bueno, yo no quería aprovecharme ni depender de alguien o algo, pero la familia de Yuta me amaba tanto que me había dado la cantidad de dinero suficiente para sobrevivir toda una vida. La rechacé en su tiempo pero nadie le dice que no a ellos. Ahora que vivía sola, me encontraba más que dispuesta a darme unas merecidas vacaciones con ese dinero.

En medio de un bostezo, doblé hacia mi calle para llegar a mi casa y dormir lo que quedaba del día. Mi bostezo se frenó de forma abrupta cuando vi un camión de mudanzas en frente. Esa casa estuvo vacía durante años, cualquiera que la habitara es porque amaba las telarañas.

Habían hombres más lindos que algunos modelos, tomando cajas y llevándolas adentro con rapidez. Si tan sólo no fuera lesbiana...

Antes de entrar a mi casa y dejar de verme como una intrusa en busca de su nuevo vecino o nueva vecina, una tipa vestida el doble de mejor que todos ellos, hizo que mis ojos se abrieran grandemente.

Mina.

La puta madre, es Mina.

Intenté abrir la puerta rápidamente. No es que no tenía ganas de verla, al contrario, más de alguna vez soñé que volvía a hacer ejercicios con ella, pero, ¿el destino no me quería lejos de ella más de dos meses o cómo?

Mierda, la llave no funciona, la llave, la llave, ¡LA LLAVE!

- ¿Nayeon?

Dejé caer mi cabeza en la puerta, botando un suspiro.

Me volteé con lentitud y ella me miraba como si estuviese arrepentida.- Oh, yo no quería molestarte. -Se rascó la nuca, mirando hacia el suelo. Agh, ahora yo la hice pensar eso.- Sólo quería comprobar que no estaba alucinando, lo siento.

- ¿Momo te dio mi dirección, por eso estás aquí?

Su cara se transformó.- ¿Crees que te persigo? -Sonó seca, su mano cayó, sus rasgos se endurecieron. Espera no, no quería que se enojara. Estaba bien viviendo en paz como para pelear con ella.

- No dije eso.

- Lo insinuaste. Sólo soy la entrenadora de Momo, ¿por qué me daría tu dirección?

Miré al cielo, rogándole a Dios que me tragara la tierra. Me siento como una idiota.

Me acerqué a ella para abrazarla, y aunque me alejase daba igual, ya atrapé su cuello. Tanto tiempo sin contacto físico me hizo sentir necesitada de abrazarla y sólo lo hice. Ni la conocía bien, pero bueno, creo que es una buena persona.

Ella estaba tan rígida, y sus brazos se veían más tensos y fuertes de lo normal. Un hormigueo se hizo presente en mi bajo abdomen ante su aroma y suspiré. No me estaba abrazando de vuelta la maldita.

- Lo siento, ¿sí? -Dije, acariciando su cabello. Aw, era tan suave y olía a champú.- Es sólo que se me hace extraño que te encuentre en todos lados, no creo que seas una psicópata, sólo... -Sus brazos se envolvieron en mi cintura con cuidado, yo sonreí. Ya cayó en mis encantos, me amo.- Lo siento.

- Está bien, sólo me sentí atacada. -Alejé mi cara de su cuello, aunque sin dejar de abrazarla. Ella miró mis ojos, sabiendo que quería que me explicara porqué.- Yo venía con la mejor actitud de saludarte después de meses y lo único que recibí fue tu cabezazo contra la puerta y una pregunta ridícula. No esperes que reaccione bien.

Asentí, entendiéndola completamente. Me acerqué a su mejilla y planté un beso durante largos segundos.- Te pido disculpas otra vez, bienvenida.

Sus mejillas quemaron y me pareció escuchar a uno de esos tipos silbando con ese tono coqueto. Si supiera que Mina es sólo mi amiga.

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Me di cuenta de que iba atrasada a la reunión de mi nuevo trabajo y nada peor que caerme mientras intento que el pantalón me suba del culo. A veces lo odio. Sólo a veces.

Una vez terminé de vestirme, me miré al espejo y sentí que algo faltaba. Aros quizás.

Puede que me haya excedido con los aros.

No importa, ya no quedaba tiempo como para arreglarme, aunque eso no importaba mucho; iba a conseguir llegar a esa reunión sin un sólo regaño. Tengo habilidad con las palabras, créanme.

Salí casi corriendo de la casa, y una vez que cerré la puerta miré hacia la casa de Mina como reflejo.

Ella también venía saliendo con un traje.

Ni idea de a dónde iba con ese atuendo tan... ¿Escotado? No sé, pero si se dirige al trabajo y yo repentinamente me volviera su jefa, no me importaría que llegase sin camisa. Es más, que venga sin ropa si quiere.

Negué con la cabeza y caminé hacia mi auto, encendiendo el motor y saliendo casi disparada.

Apreté el volante con fuerza. Ya iba a llegar, lo sé, pero necesitaba con urgencia que ningún semáforo se colocara en rojo, ¡y es lo primero que pasa!

- ¿También vas atrasada?

Miré hacia un lado y retuve las ganas de rodar los ojos. Mina.

Velozmente dejé de sentir esas ganas cuando mis ojos se enfocaron en su pecho, exactamente dónde casi se le escapa un pezón, y sentí la necesidad de correrle el traje sólo por el morbo. Sería la mejor forma de desestresarme; viéndole el pezón a Mina. De eso estoy segura.

- Voy más tarde de lo que pensé. -Afirmé, apoyando un brazo en la ventana del auto como uno de esos típicos camioneros.- ¿A dónde vas tú?

- Una reunión de mi trabajo, nada importante.

Esto tiene que ser una broma.

Puede que esté loca y demasiado sugestionada. No vamos al mismo trabajo y eso se queda así.

El semáforo cambió a verde y ni siquiera me despedí. Si esta vez la veía allá, me resignaría completamente a soportarla cada día, donde sea.

Llegué a la empresa y bajé rápidamente. Para sorpresa mía (o no), Mina se bajó a unos autos de distancia. Apuré mi paso para entrar, llegar a esa reunión, y no verla más. Aceptaré que trabajemos en lo mismo, pero no que tengamos la misma reunión. Eso sería demasiado.

Saludé a la señora de recepción y entré al ascensor.

- Cierra, cierra, cierra. -Casi gruñí entre dientes, apretando el botón de mierda una y otra vez. Cuando las puertas se estaban cerrando y mi pecho comenzaba a calmarse, la mano de Mina apareció repentinamente y entró.

No gruñas, no gruñas, no gruñas.

- No te persigo, ni siquiera sabía que estabas aquí. -Aclara antes de acomodarse en una esquina.

No sabía qué decirle exactamente. Sólo quería llegar arriba, entrar a la oficina sin tener que excusarme por el atraso. Calma, Nayeon, calma.

Apenas se abrieron las puertas, volví a correr lejos de ella como si emanara una enfermedad terrible. Entré de forma silenciosa, nadie enfocándose en mí a excepción del que presentaba su idea. ¡Estoy salvada, bien!

Me senté dispuesta a escucharlo atenta y anotaría algunos apuntes para luego comentarlos. Siempre lo hago. Miré a un lado y casi abro los ojos a más no poder cuando vi a Mina sentándose a dos sillas de mí. ¡¿Ella trabaja aquí?! ¿Cómo mierda puedo estar tan ciega de no haberla visto ninguna de estas semanas en el trabajo?

Durante toda la reunión, no sé quién tenía más ganas de matar a la otra con miraditas duras y antipáticas. Y eso que al inicio le tenía unas ganas horribles y su aroma me sigue embriagando, pero ya me cansé, necesito mi espacio personal aunque ella ni siquiera me lo quite apropósito.

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Lo siguiente fue peor. Todas las mañanas salíamos a la misma puta hora. Qué estrés.

Como ahora, yo iba saliendo de mi casa y ella también. Me subo al auto, ella también. Arranco el auto, ella también. Comienza a enfermarme.

No tengo porqué decir que llegamos sincronizadas al trabajo, es más que obvio.

Lo inesperado era la poca tolerancia que teníamos con algunas ideas. El estrés nos tenía tan consumidas que peleábamos al segundo de vernos. No sé, no sé porqué, pero la extraño un poco. Al menos extraño saludarnos de forma correspondiente, aunque es irónico porque yo era la primera que no quería verla ni en pintura. Bufé molesta cuando la vi pasar frente a mi oficina y ni siquiera entró a saludarme.

Me conformaré con verla a la lejanía porque no soy capaz de acercarme, ¿y si después me manda a la verga? Esa tensión está pesada entre nosotras, no me arriesgaré a nada.

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- Im Nayeon. -Gruñí como una perra rabiosa hacia mi mamá. ¡Le he dicho que no me llame por mi nombre completo!- Ve a buscar a tu hermana, por favor.

- Mamá, cálmate, por favor. -Iba a explotar si me llamaba de nuevo por mi nombre completo otra vez.- ¿Va a estar lleno de pendejitos que chillan?

No me malentiendan, amo a los niños pero cuando son unos mañosos y mimados que gritan o lloran por todo, me ponen los pelos de punta y mi gran tolerancia se agota al segundo.

- Claro que no. Está en un taller, van unos pocos.

- ¿A qué hora sale? -Ella sonrió tímidamente, como jamás lo hace. Eso significa peligro.

- En quince minutos más.

- ¡Mamá, estoy en pijama! -Corrí escaleras arriba, buscando un vestido básico para llegar rápido donde mi hermana porque el viaje no era para nada corto. Por la mierda, llego tarde a todo.

¿Así estaba bien? Sí, creo que sí.

Me estacioné fuera de la escuela de mi hermana y boté un suspiro de alivio al darme cuenta de que aún no salían del taller.

Me bajé del auto con cuidado, mirando hacia todos lados del estacionamiento casi vacío. Debía prevenir si había alguien sospechoso, supongo.

Caminé hasta la entrada y vi a Mina apoyada en la pared, fumando quién sabe qué. Me da igual que fume, pero debería tomar en cuenta de que está en una escuela y no en su casa.

Espera... De que yo sepa, aquí nadie vive con ella. ¿Y si se vino a vivir acá porque tiene una hija o hijo? Quizás exagero y mi mente comienza a crear historias por adelantado, pero tampoco le encuentro el sentido que esté aquí cuando claramente no tiene un sólo niño viviendo con ella.

- ¿Mina? -Me acerqué lentamente. Si no hablaba con ella, estaría sola aquí y no quería eso. Podíamos estar enojadas pero me agradaba demasiado como para aguantar un día más sin hablarle.

Sus ojos se enfocaron en mí y me miró de pies a cabeza sin disimulo mientras se llevaba esa cosa a la boca. De acuerdo, no pensé que Mina sería tan descarada. Siempre la encontré caballerosa y demasiado correcta como para algo así, pero supongo que todos tenemos derecho a apreciar. Porque eso hacía, ¿verdad? Yo también le he mirado las tetas.

- Hola. -Saludó con la voz algo más rasposa y ronca de lo usual. Me acerqué un poco más y vi cómo sus ojos se oscurecieron al segundo. De acuerdo, me siento intimidada.

- Los ojos se te oscurecieron demasiado rápido, esa droga sí que es fuerte. -Ella negó, exhalando el humo tóxico.

- Es un simple cigarro... Y no creo que esto haya producido lo de mis ojos. -Mostró lo poco y nada que le quedaba y lo lanzó al suelo para luego pisarlo. No dejaba de mirarme y de forma inconsciente tragué pesado.

- Creo que yo debo irm-

- ¿Sabes de lo que estoy cansada, preciosa? -Agarró mi cintura con rudeza y me hizo quedar con la espalda pegada a la pared, su cuerpo se presionaba contra el mío, lo que me hizo respirar entrecortado. Nunca me había llamado preciosa ni tampoco me había tomado con posesividad, ¿es normal que sienta mi cuerpo comenzar a quemar por culpa de su toque bruto?

- ¿D-de qué estás can-cansada? -Tartamudeé sin querer, tragando sonoramente. Mis puños casi se aprietan por sí solos cuando noté algo familiar picando en mi bajo abdomen. Esa forma sólo la tenía una erección y me pregunté cómo nunca pude darme cuenta de que tenía algo entre las piernas si era tan obvio. El bulto que se le ve cuando usa pantalones no era por nada.

- De tener que verte todos los putos días sin poder follarte contra cada esquina que se me ocurra. -Si hubiera estado bebiendo, lo hubiera escupido en su cara. Pero como no estoy bebiendo, lo único que comienzo a sentir es cómo la humedad entre mis piernas es cada vez más intensa.- De no poder saber qué tan apretada estás ni poder tener tus pezones entre mis dedos.

- Mina, cálmate, por favor.

- ¿Te lo imaginas? -Acarició su nariz contra la mía, su pesado respirar chocando contra mis labios. Comienzo a sentir lo inmoral del asunto y eso sólo hace que mi temperatura vaya por más.- La sensación que me provoca pensar en cómo me cabalgarías, cómo mi polla alcanza rincones que nadie ha tocado. -La sentí pulsar contra mí fuertemente y me sentía de la misma forma, sin duda, es sólo que no iba a admitirlo.- Mi boca besando tus muslos con dulzura para luego saborear tu coño sin pudor, tus gemidos teniendo que ser ahogados para que nadie escuche. ¿Te imaginas?

Antes de que siguiera hablando la cacheteé. Ella me soltó con una ligera y juguetona sonrisa, y yo me alejé a pasos rápidos. No quería golpearla, sólo fue un método de defensa para calmar mi excitación. Siento que estoy más caliente que nunca y odio sentirme así ahora. ¿No pudo haberlo hecho antes? No sé, en el trabajo, en mi casa, pero no en una escuela.

Sentí cómo me atrapó desde atrás, sus brazos en mi cintura y su erección en mi culo. Eso sólo me hizo encender otra vez. Esa posición y sensación son mi fin, mierda, siempre le he tenido ganas pero no pensé que eran tantas ni tampoco que ese deseo era mutuo.

- Mina. -Me quejé, respirando pesado. Sentí dos dulces y húmedos besos en mi cuello, lo que me hizo encoger el hombro por culpa de las cosquillas.

- Prometo que me iré porque los niños ya van a salir... Y prometo que si vuelvo a encontrarte en cualquier lugar, no voy a dudar en tomarte y follarte en ese mismo instante. Estoy cansada de pelear contigo cuando sólo pienso en besarte y hacerte gritar, gemir cuantas veces quiera. -Besó mi cuello otra vez y esta vez sentí esa zona quemando, ninguna cosquilla.

Fóllame, por favor.

Se alejó y caminó hasta el baño. Supongo que iba a calmar esa prominente erección y la curiosidad de verlo y tocarlo me picaba en todo el cuerpo. Ya había visto penes en mi vida y no eran la gran cosa, pero que específicamente ella llevara uno y de un tamaño considerable, era completamente distinto.

- ¡Nana! -Pegué un salto y miré hacia la primera sala, justo donde Dahyun venía corriendo hacia a mí. Gracias por aparecer porque las ganas de entrar a ese baño no me lo quita nadie.

𓄹 ⭒ ࣪ ˖ 𑑛 ☆

Había pasado días sin salir de mi casa. Más que nada porque sentía que apenas sacara un dedo por la puerta, Mina también lo haría y me tomaría para follarme con fuerza. No me molesta para nada la idea, pero tengo una sensación extraña por la anticipación, ya saben.

Pero ya no me quedaba de otra, no tenía más salida. Necesitaba tomar aire, caminar por la calles, ir a comer, necesitaba mostrar mi presencia al mundo de alguna forma, y encerrada aquí jamás lo haría.

Por si es que aparece Mina, ya estoy completamente lista para ella. Ya acepté que también lo quería, donde fuera. Aunque, claro, no creo que justo donde yo vaya a comer, ella también.

Tomé lo primero que encontré y me puse las botitas que se le quedaron a mi mami.

Me veo bien Daddy aunque sea bien pasiva, me amo.

Salí con cuidado de que la calle estuviera vacía y me metí las manos a los bolsillos, queriendo parecer interesante.

Llegué a la preciosa cafetería más grande que las tetas de Momo y me senté en los últimos puestos. Pasaba tan desapercibida pero me notaban igual, era genial.

- ¿Qué desea?

Literalmente no había llegado hace más de dos minutos. Estas cafeterías sí son rápidas.

Alcé la mirada de forma instantánea y vi a una chica hermosa, me enamoré.

Le pediré el número antes de irme de acá, seguro, ella no tuvo porqué venir a pedir mi orden si yo soy la que tiene que pararse a pedirlo. Seguro me ama como yo a ella y por eso se acercó. Qué gran estrategia.

- Sólo un frappuccino, gracias. -Sonreí dulcemente y sus mejillas quemaron, qué preciosa.

Mientras esperaba mi cafecito, me quedé pegada hablando con Momo por mensajes. Me contó cómo en una de sus sesiones sexuales, Sana se emocionó tanto que se quebró la pierna y ahora está en el hospital. Me reí demasiado y de forma ruidosa, no pude evitarlo.

La tipa me trajo el cafecito y yo le agradecí cortésmente, calentándome las manitos con el calor. Tenía las manos congeladas y no sabía porqué.

Apenas tomé un sorbo, lo escupí cuando vi a Mina entrar.

Tosí como estúpida, y ella parecía no haberse dado cuenta de nada por culpa de los auriculares. Gracias, Dios, ¿acaso me diste otra oportunidad? ¿Este es el momento en donde debo escapar?

Me tapé la boca para no hacer más ruido y ella se acercó a pedir no sé qué, pero me sentí completamente celosa cuando comenzó a coquetear con la chica que yo también había coqueteado. Eso realmente me daba igual, lo importante era que Mina tenía que follarme a mí, no a ella.

Desistí las ganas de levantarme y hacerme la posesiva porque no valía la pena y nunca he sido de ese tipo de gente, no iba a convertirme en lo que juré destruir.

La tipa le entregó un vasito a Mina, y lo siguiente pude notarlo todo en cámara lenta: Ella buscaba un lugar dónde sentarse, miró en mi dirección por accidente y sus cejas se alzaron de la impresión.

Estoy jodida. O estaré jodida, o ella me joderá, no lo sé. Muchas dudas, pocas respuestas.

Se acercó a mí con pasos lentos, haciendo que mi mente se torturase sola y mi corazón latiera desenfrenado.

Con cuidado dejó el vaso sobre mi mesa antes de mirarme con sus expresivos ojos y ofrecerme la mano.- Levántate, preciosa.

Tragué pesado y tomé su mano con algo de miedo y efusividad contenida. Apenas me levanté, sonrió de forma juguetona antes de arrastrarme a no sé dónde. Yo sólo la seguía dispuesta a escupir mi corazón.

Me hizo entrar al baño y la estancó rápidamente. Aún no entendía cómo ella no podía oír mis latidos y no notaba mi nerviosismo. O quizás lo hacía y lo ignoraba. De cualquier forma la pequeña distancia que nos dividía, fue cortada por ella y sus rápidos pasos. Tomó la parte trasera de mi cuello para besarme de forma necesitada, salvaje. Yo increíblemente le respondí de igual modo, aferrándome a su cadera. Oh, Dios, no sabía que esto podía ser tan bueno.

Casi me hizo sentar en el tocador, pero en vez de eso, tomó el borde de mi remera y me la sacó con rapidez, sus labios volviendo a conectarse con los míos una vez más. Esta vez se tomó el tiempo de acariciar mi mejilla mientras sumergía su lengua en mi boca con delicadeza, haciéndome suspirar.

Sentí su polla picando nuevamente en mi vientre y esta vez jadeé sin importarme nada. Gruñó antes de bajar a mi cuello y dar ligeras succiones, una de sus manos deslizándose hacia mi entrepierna con avidez, presionando la zona con dos de sus dedos.

- Mina. -Volví a jadear, enterrando mis uñas en su antebrazo. Ella simplemente me ignoró, mirándome un par de segundos antes de comenzar a acariciar con algo de fuerza. Al menos la suficiente para sentirla y excitarme de sobremanera. Sentí su mano volviendo a subir hasta mi abdomen, regalándome un diminuto mimo para luego bajar nuevamente y meter la mano dentro de mi pantalón y braga. Abrí la boca entre sorprendida y completamente cegada por el libido, apretando los ojos de forma instantánea al sentir sus dedos jugando con mi clítoris. Ella no estaba perdiendo el tiempo, para nada, ni siquiera dejaba que procesara sus toques.

- Estás muy mojada. -Dijo lo obvio. Mis mejillas quemaron algo avergonzada. Mi fogosidad se había acumulado desde que la había visto entrando y sólo aumentó cuando me hizo levantar de la mesa porque sabía lo que se venía. Mierda, hasta siento que podría correrme, ¿en qué momento me volví tan precoz?- ¿Quieres que te alce o te volteo?

La pregunta me hizo soltar un gemido. Cálmate. Aún no empiezan.

- Y-yo...

- Te demoras demasiado. -Me hizo voltear, nuestros ojos chocando en el espejo. Me gustaría ver de cerca su cara cuando me follara, pero me conformo con esto.- Tienes un culo... -Jadeé al sentir su palma acariciando la zona, luego grité cuando la impactó con rudeza. No había dolido lo suficiente gracias al pantalón, pero había podido sentir el hormigueo sin duda.

Friccionó su polla con mi culo como si simulase follarme. Me recosté casi por completo en el tocador por su culpa. O mi culpa. Lo único que tenía claro es que ya había perdido fuerza y ni siquiera había tenido un orgasmo. Estúpida y sensual Mina.

Pude ver cómo mordió su labio antes de deslizar mis pantalones y mis bragas, no lo suficiente para dejarlo hasta mis rodillas, pero sí para dejar mi culo expuesto en su totalidad.

La vi desabrochando su pantalón algo desesperada, volviendo a gruñir cuando casi deja a su polla fuera del bóxer. Podía ver cómo se le marcaba lo más grande que había visto en mi vida y un temor se hizo presente en mí. Hoy terminaba partida en dos.

Frotó por sobre la tela antes de tomar la cinturilla y bajarlo, la gran parte de su cuerpo dando un salto. Era enorme, no, no, no.

- Mina. -Dije asustada, ella se agachó para dar dulces besos en mi cuello y espalda, mi cuerpo calmándose un poco aunque no lo suficiente. Su trato me hacía sentir bien a pesar de ser cuidadosamente brusca, pero su polla probablemente me haría daño y eso me ponía tensa.

- No te haré daño, tranquila. -Abrió un poco mis piernas para alinear la punta en mi entrada. Gimió de forma sincronizada conmigo cuando sentí el contacto caliente.- Podría correrme de sólo sentir lo mojada que estás, pero no lo haré. Quiero disfrutarlo y no arruinarlo.

Menos bla, bla, y más acción, gracias.

Metió la cabeza y pude sentir ese ligero dolor de mis paredes estirándose para darle el paso. Nada que no pudiera soportar, pero mi largo tiempo de abstinencia hizo que estuviera más apretada de lo que debería. Sentí dos de sus dedos volviendo a mi clítoris y mis piernas se debilitaron, mis paredes se apretaron ligeramente, lo que la hizo suspirar fascinada.

Otros par de centímetros y gemí ante la sensación de ser llenada. No recordaba qué tan bien se sentía, pero siendo ella y, reitero, con el cuidado en el que lo hacía, lograba que me sintiera en el cielo.

Se mantuvo deslizándose en mí con esmero hasta que su cadera chocó con mi culo. Mi punto dulce estaba siendo más que sensitivo y no pude evitar el calor de mi abdomen bajo comenzando a regalarme pequeños espasmos.- ¡Mina! -Casi grité, mi orgasmo cayendo de golpe, mis paredes apretándose con fuerza.

- Oh, Nayeon. -Jadeó, apretando mis caderas y regalándome una embestida que sólo hizo aumentar las pulsaciones de mi coño. Juro que no estaba lista para esto.- No pensé que serías tan apretada, ¡ah! -Impulsé mis caderas hacia atrás, buscando más de sus penetraciones.

Es como si hubiese desatado a una bestia interna de ella porque no dudó en comenzar a embestirme duramente. Yo era un lío de jadeos y gemidos, mientras que ella parecía contenerse con facilidad. Cuando volví a mirarla por el espejo, noté su ceño fruncido y su mandíbula apretada, viéndome.

Yo sólo pensaba en cómo pude haberme corrido tan rápido; mi cuerpo jamás había reaccionado de ese modo con nadie, de hecho, estaba casi segura de que era frígida. En este momento sólo me molesta el hecho de que no haya tenido una "advertencia" de cuándo iba a correrme, sólo lo hice y por culpa de eso quedé como una precoz. Aunque a ella no pareciese molestarle en lo absoluto.

Me dio una repentina y profunda embestida, seguida por unas rápidas que me hicieron casi ahogar por falta de aire. Mi boca se abrió por cuenta propia y gemí alto, disfrutando del sonido húmedo y de su cadera chocando con mi culo. No sabía de dónde aferrarme, y no me quedó de otra que tirar la mano hacia atrás para agarrarme de su cadera.

Acarició mi cintura con dulzura, inclinándose para correr mi cara y besarme pasional. Su escurridiza lengua no se hizo esperar y fue afortunada de sentir mis gemidos en su boca. Eso demostraba lo dejada que estaba ante ella y nadie más.

- Vas a matarme. -Ella soltó una suave risita, dándome una seca y profunda embestida, intentando que la punta de su polla tocase todo a su paso. Lo que acababa de decirle era en serio, pero ella simplemente me ignoró. Ella quería matarme.

Comenzó con lentas penetraciones y bien sabía que sólo lo hacía para que le rogase. Ella no podía ser tan cruel. Amaba que su mirada estuviese fija en esa parte de su cuerpo que entraba y salía pero me hacía casi lloriquear para que fuese más rápido. No me gusta rogar. Soy pasiva pero sumisa jamás.

- ¿Qué quieres, preciosa? -Hija de puta. No le respondí. Si pensaba que lo haría, estaba muy equivocada. Lancé mis caderas hacia atrás, follándome sola. Ella jadeó, abriendo ligeramente la boca, buscando aire.- Oh, Nayeon.

Enterró sus dedos en mi cadera fuertemente, como si quisiera contenerse de algo. Me dejaría hematomas, lo sentía, pero lo último que percibía era el dolor. Sólo podía concentrarme en el placer de todo lo que me hacía.

Con rapidez salió de mí, alejándose un poco. Casi chillo de la rabia, pero ella se adelantó y me volteó para besarme. Sus manos se encajaron a mi culo de inmediato, amasándolo y apretándome más a su cuerpo. Podía sentir su polla picando en mi abdomen y mi mano no tardó en tomarlo por la base, haciendo un vaivén de arriba hacia abajo. La sentía palpitar, húmedo, y su respiración se volvía cada vez más inestable.- ¿Te gusta? -Ahora yo se lo pregunté. Quería que sintiera lo horrible que era intentar responder esas preguntas con total naturalidad.

- N-Nayeon. -Por primera vez dejó que un gemido dulce y casi sumiso se escapara de su boca. Por poco sonrío de oreja a oreja. Ahora ella es la que se siente torturada ante mi tacto y eso me hace sentir más segura en todo aspecto. Alejó mi mano con cuidado, me sacó los pantalones sin hacerme esperar más. Se volvió a alzar, pero esta vez tomando la parte trasera de mis muslos y alzándome como si fuese una pluma.- No juegues conmigo.

Enrollé mis piernas en su cintura y me apoyó sobre las frías baldosas de la pared, empujando la punta en mi entrada nuevamente. Esta vez no esperó a que me acostumbrara a su tamaño, simplemente se sumergió de una sola estocada. El aire se me fue de los pulmones, y supe que no iba a recuperarlo desde que comenzó a hacerme saltar, sus ojos mirándome fijamente, intimidándome.

Me afirmé de su cuello como pude y me escondí allí, mordiendo la piel ligeramente. Era la única forma de callarme. Sentía que en cualquier momento alguien entraría por la puerta y nos vería así. De sólo imaginarlo mis mejillas comenzaron a quemar de la vergüenza, pero eso rápidamente se fue por donde vino. Mi punto dulce estaba siendo restregado sin piedad y la sensación me hizo olvidar cada pensamiento. - ¡Ah, Mina! -Iba a desmayarme. Otro devastador orgasmo se estaba formando mi abdomen bajo.

Una, dos, tres embestidas, y justo cuando creí que obtendría lo que quería, la puerta rechinó.

Mina con rapidez nos llevó hasta dentro del cubículo y me apoyó sobre la pared nuevamente. Comenzó a follarme como una desquiciada, haciendo mis senos rebotar y nuestra piel resonar con si fueran cachetadas.- D-detente. -Pedí en suplica, sacando voz de donde no había.

Ella me obedeció, quedándose enterrada. Me miró, dudosa.- ¿Te hice daño?

- Mina, entró alguien y mi ropa quedó afuera. -Ella parpadeó un par de veces, como si no supiera porqué le dije eso.

- Pero no te hice daño, ¿verdad? -Negué, y ella se encogió de hombros antes de volver a sus penetraciones duras, rápidas y fuertes. El sonido típico no se hizo esperar y yo sólo pensaba en cómo esa pobre persona que estaba afuera no se daba cuenta de nada.

- ¡Mierda, Mina!

O quizás esa persona lo sabía perfectamente pero no quería interrumpirnos.

Y es mejor que no lo hiciera porque toda esa inspiración que se había ido cuando entró, volvió por el poco respeto que tenía Mina con que nos escucharan. Ahora de nuevo estaba al borde del orgasmo y mi boca no se podía mantener cerrada.

Sentí que tocaron la puerta de nuestro cubículo y Mina soltó una silenciosa risa. Yo aunque quisiera, ya no podía detener la presión de mi abdomen bajo. Quería correrme e iba a hacerlo, ya me daba igual todo, me sentía cegada por la complacencia.

- Disculpen, ¿podrían salir? -Mina aumentó sus embestidas y sentía que las yemas de mis dedos estaban rozando el cielo.

- ¡MINA! -Grité, dejando que mi cuerpo se apoderara de espasmos. Mis paredes apretándose a su alrededor sólo me hacían lloriquear de placer. Sus brazos me salvaron de que no cayera al suelo y no dejó que mi orgasmo fuera en descenso, al contrario, no paraba de follarme.

- ¡Un segundo, por fis! -Gritó hacia afuera. Su respiración estaba entrecortada, iba acorrerse. Quería que lo hiciera dentro sin importar si eso trae consecuencias.- Voy a correrme. -Afirmó, escondiéndose en mi cuello. Yo me dediqué a sacarla de allí y besarla con sensualidad, provocándola para que su orgasmo la azotara con más rapidez y con la misma fuerza que a mí.- Nayeon. Oh, Nayeon. -Jadeó una última vez antes de apreciar cómo cuerdas de semen pintaban mis paredes de blanco una y otra vez. Sentía cómo su polla palpitaba duramente, regalándole a ella y a mí una sensación agradable. Me dio cortos picos en la boca y en la mejilla antes de bajarme y retirarse con cuidado. Al segundo sentí cómo nuestros fluidos corrían por mis muslos y eso extrañamente volvió a encenderme, pero ya no quedaba tiempo.

Intentamos limpiarnos y arreglarnos sin saber realmente cómo sacar esa erección de su entrepierna y el ambiente sexual que había entre nosotras era peor. La persona que estaba detrás seguramente también lo había notado y cuando nos vea, lo corroborará completamente.

Abrimos la puerta y me sorprendió ver a la misma chica que Mina y yo le habíamos coqueteado, no sé cómo no noté la voz femenina pero bueno, estaba en otro asunto como para preocuparme si su voz era grave como la de un hombre o no. Por lo que pude notar, ella también se impresionó de vernos, y ahora que la miraba con otros ojos, prefería la belleza de Mina. Ni idea de porqué quería pedirle el número, estaba necesitada seguramente.

- Les tendré que pedir que se retiren.

Mina se encogió de hombros y tomó mi mano para sacarme lejos de ella. Tomó mi ropa e hizo que me la pusiera rápidamente. De hecho, le tapó los ojos a esa tipa para que no me viera cambiarme de ropa.

Luego de que el gerente de la cafetería nos hiciera un escándalo y que todos los que estaban allí supieran lo que estábamos haciendo en el baño, Mina no hacía más que restarle importancia y encogerse de hombros. Esta tipa no sentía vergüenza de nada. Yo en cambio estaba roja de pies a cabeza, sólo quería llegar a mi casa y no salir hasta que esto se olvide.

Antes de irnos, Mina me frenó en la puerta para ir a buscar los cafecitos que compramos y dejamos en la mesa. Otra vez, Mina se puso a pelear con el gerente porque nosotras los habíamos comprado y querían que lo devolviéramos.

Si tan sólo ella supiera que ni siquiera pagué mi cafecito y ahora me siento como una delincuente.

- ¿Tienes la casa sola? -La miré y asentí con lentitud. ¿Su pregunta es algo bueno o algo malo? O peor, ¿mi respuesta estuvo bien o estuvo mal? No estaba mintiendo, pero...- ¿Lista para otra ronda?

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