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Who Do U Love?

Miah 



Geum había llamado hace algunas horas para invitarme a una boda, justo esa tarde.

No quise que esa acción me tomara por sorpresa pero, después de nuestra pequeña tregua a lo que sea que tuviéramos - o no- me fue imposible no hacerme mil ideas respecto nosotros. Yo no estaba lista para atravesar una relación amorosa y sobre todo, el hecho de no tener las agallas suficientes para negarme a él, me alarmaba. Creo que el principal motivo era porque realmente me gustaba, realmente me agradaba y constantemente se encargaba de, inconscientemente, darme un montón de material mental que reflejaba al hombre y novio perfecto.

Al parecer, era su mejor amigo de la infancia quien contraía matrimonio y eso implicaba la forzosa aparición de su familia tanto como la presencia de Yorim, la chica con la que estuvo a punto de casarse cuando era más joven pero dejó ir a costa de su felicidad y el cariño de su padre. Finalmente terminé aceptando porque Geum era una persona que se reservaba muchos sentimientos y el hecho de pedirme asistir, significaba que de alguna forma necesitaba apoyo emocional ante la conmoción que se avecinaba.

Así que después de colgar la llamada, salí corriendo a mi closet buscando el atuendo indicado.

Agradecía que la apariencia de los invitados en las bodas en esa parte del mundo no fuera tan importante como suele hacerlo en las fiestas de noche occidentales. Gracias a esto, elegí el vestido liso hasta arriba de la rodilla color gris que había usado para presentarme a mi primera junta con el director ejecutivo de la agencia y lo acompañé con un par de tacones t-strap negros.
También, tuve la suficiente confianza como para ondular mi cabello y dejarlo suelto porque para ser sincera, el uso constante de la plancha comenzaba a aburrirme. 

Para cuando salí de casa, el precioso galán de telenovela ya se encontraba recargado en la puerta del copiloto de su audi blanco, luciendo un traje negro Armani, radiante e impecablemente guapo, como siempre.

— Hola. — Musité acercándome a él. Puedo apostar lo que sea a que, en cuanto sonrió para mí abriendo la puerta del copiloto, mi rostro pareció tener un episodio de rosácea descontrolada.

— Gracias por aceptar acompañarme, Miah. — Dijo tras encender el auto y avanzar hasta la avenida grande, sin apartar la vista del camino. — Seguro tenías algo más divertido qué hacer en tu día libre. 

Tal vez fue mi imaginación pero... Estaba tan nervioso que, manejaba un poco más rápido que de costumbre.

— Para nada. Gracias por invitarme. — Dije intentando enfocar la vista en otro lado que no fuera su bello perfil y silueta al tomar firmemente el volante. — Hace mucho que no voy a una boda. Seguro es divertido. Además ¿Cómo no aceptaría salir contigo? 

Había dejado crecer su cabello y por alguna razón, aunque no encajaba con la etiqueta del lugar al que nos dirigíamos, optó por no recoger los mechones más largos que caían sobre su cara y el resto peinarlo con una media coleta desinteresada. Era sencillamente increíble que alguien pudiera verse tan relajado y elegante al mismo tiempo.

Él pareció captar el objetivo de mi último comentario así que se limitó a asentir con una baja sonrisa conmovida y siguió conduciendo por la ruta que marcaba el GPS en la pantalla táctil del tablero del Audi.

— Seguramente... — Musitó tras unos minutos de silencio de nuestra parte, escuchando reiteradamente a The Clash. Mordió suavemente su labio inferior, tomó con fuerza el volante y dudó un poco antes de continuar. — Seguramente mis padres preguntarán sobre nosotros. No te sientas incómoda si insinúan algo fuera de lugar, por favor. 

Entorné la mirada, imaginando la posible respuesta. 

¿Nosotros? Creo que nosotros éramos un par de amigos que se habían dado un tremendo beso meses atrás, hicieron una tregua y después de ello, hasta esa tarde, comenzaron a mirarse por el rabillo del ojo de nuevo. Tal vez mis principios estaban mal pero, no se limitaba a una simple amistad.

— ¿Cómo qué?

Carraspeó un poco antes de continuar. Aprovechó la señal de alto para acomodar su corbata y dar un pesado suspiro.

— Ya sabes... — Vaciló bajando el volumen de la música mientras avanzaba de nuevo. — Cosas como... asumir que eres mi novia, mi pareja o incluso-

— ¿Tu prometida? — Interrumpí. Geum frenó poco a poco mientras se estacionaba en un acotamiento al lado de la carretera, sin poder entender de dónde provenía tanta ¿astucia? de mi parte. Yo mantuve la vista en su perfil, evitando dar tantos rodeos. — Bien... hagámoslo. 

— ¿Eh? — Balbuceó.

 Aún no lograba procesarlo.

— Bueno. — Suspiré recordando su historia. — Para tus padres era importante verte casado o comprometido ¿No?

Él asintió pensativo, dudando profundamente al respecto.

— Tal vez mi familia no sea de las más importantes de Seúl, pero creo se sentirán más tranquilos si saben que estás bien. — Continúe. Tenía toda su atención. — Si es lo que quieren, y realmente su preocupación es tu felicidad y no sus negocios, hay que dárselos. Quizás así se relajen un poco las cosas.

Él seguía mirándome como si mi propuesta fuera increíble.

No soy tan inocente como para no saber que, además del apoyo emocional, Geum me había invitado para poder aparentar frente a su familia, solo que era demasiado amable y reservado como para aceptarlo o incluso pedirlo directamente. ¿Qué podía perder? Había salido del país hace muchos años y mi familia, a pesar de en algún momento haber gozado de una excelente solvencia económica, no era conocida en tal círculo tan codiciado como el suyo. Y además ¿Quién en su sano juicio dejaría la oportunidad de por lo menos aparentar tener un prometido como él? Yo me encontraba totalmente encantada ante la idea. En algún momento, cuando las cosas mejoraran gracias a mi excelente actuación como la novia perfecta con estudios en el extranjero, Geum podría inventarse que no funcionábamos juntos y dejar el falso compromiso como un tema del pasado.

— ¿Estás segura? — Sonreía de lado, como si siguiera conmovido, incluso tan emocionado como yo. — Aunque no creo que sea tan sencillo. Mi madre es quisquillosa. No me malentiendas, seguramente te va a amar pero-

— No te preocupes. — Interrumpí. — Si es necesario... — Tomé el anillo de imitación zirconio que llevaba de accesorio en mi mano derecha y lo coloqué en el dedo anular de la otra. — Diremos que me lo propusiste hace poco y todo fue de imprevisto porque estás tan enamorado de mí, que no pudiste contenerte. — Reí exagerando mis pésimos dotes de actuación. — Ya veremos después cómo deshacer todo.

Él, aunque con una sonrisa, asintió nervioso y preocupado. No era una actitud natural en su personalidad y eso, admito, comenzaba a preocuparme.

Lo que restaba del camino, se dedicó a darme datos sobre su madre y mencionar cómo es que podría resarcirse conmigo por participar en la mentira, incluso si yo había sido la autora intelectual de ella y, al cabo de unos minutos, llegamos al salón donde sería la recepción.

The Shilla Seoul era un emblemático edificio con todo el aire de la modernidad oriental; a juzgar por el tipo de camionetas y autos formados para entrar al valet parking, ya no me era difícil hacerme una idea sobre la ostentosa vida de Geum antes de verse obligado dejar a su familia de lado.

En cuanto salió del lado del conductor, Geum se apresuró dar la vuelta al vehículo y me ayudó a bajar del asiento del copiloto. Pude haber tomado la iniciativa de bajar por mi cuenta pero ¿Por qué no darme ese gusto? En cuanto salí, abrió la cajuela, tomó mi abrigo y posó su brazo a la altura de las costillas para entrelazarlo con el mío. Debo aceptar que mi corazón estaba disparado por ese motivo. Una cosa fue el beso pero... jamás había estado tan cerca de él, no de una forma tan expuesta, y me agradaba muchísimo. 

— Me siento como la novia del protagonista multimillonario al que toda la familia odiará por ser de alguna provincia. — Susurré mientras caminábamos hacia la entrada.

Él soltó una risita casi silenciosa que pudo controlar en cuanto un empleado del hotel, al lado de la entrada principal, extendía la mano para solicitar la bella invitación color crema adornada con encaje blanco y detalles dorados.

— Bueno. — Continuó una vez que tomaron los boletos y seguíamos el camino de flores blancas. — Ambos vamos a actuar hoy ¿No?  — Dijo con voz muy baja, tal vez con una sonrisa menos preocupada y más sincera que hace unos minutos atrás, cuando lo propuse. — Te ves muy bonita, por cierto. Bueno... Siempre solo que, bueno. Yo...

— Gracias, Geum. — Interrumpí, antes de que sus nervios nos consumieran.

Durante el camino hacia el salón principal, más de diez personas se detuvieron a saludarlo y preguntar por su padre. Los conté. En contraste, nadie se detenía a preguntar por mi nombre o hacer algún comentario sobre mí, todo quedaba más que claro en cuanto resbalan rápidamente su mirada hacia mi mano izquierda para ver un anillo y yo no hacía movimiento alguno para ocultarlo, al contrario, por momentos, cuando la euforia del momento llegaba a apoderarse de mi juicio, posaba la mano sobre su pecho mientras sonreía discretamente y él acariciaba mi muñeca con cierto cariño.
Por un momento, entre las presentaciones, las risas, las sonrisas y las conversaciones de temas que yo difícilmente podía comprender, me pareció entender que aquellas personas, dueños de grandes monopolios y empresas, no tenían ni la más mínima idea de la separación de la familia Park... y era entendible, los arrastraría a un escándalo tremendo.

Caminamos un poco más hasta que el cuerpo alto y estilizado de Geum comenzó a querer dejar de avanzar. La próxima pareja al frente era de mayor edad, pero estaban acompañados de una mujer preciosa, alta, de piel tersa y blanca, cabello perfectamente cuidado teñido de rojo y labios rosas que combinaban a la perfección con el tono de sus mejillas. El rostro de aquella chica se iluminó en cuanto vio hacia nuestra dirección e, importándole muy poco mi presencia o lo que podría significar, caminó con paso rápido hacia nosotros. Mientras lo hacía, mi mente solo podía colocarla en una pasarela iluminada estilo Seoul Fashion Week, haciéndome sentir en cambio, cada vez más pequeña e insignificante. 

Geum lanzó una mirada fugaz hacia mí y retrocedió unos pasos, pero yo, imaginando la identidad de aquella chica de sublime presencia, me planté en el piso, esperando por ella.

Aun no logró entender cómo es que hice eso si en el fondo sentía un poco de celos. Había intentado no emocionarme ante el teatro del galán, el anillo, los halagos y las sonrisas, pero en algún momento se llegó a sentir tan real, que casi lo proclamaba mío.

— Vas a hacer un charco de baba. — Susurré, girándome hacia su espalda.

Estaba petrificado, embobado y aún perdido en la mirada sonriente de quien venía hacia nosotros. Y era de esperarse, de no ser porque me sentía irremediablemente celosa, yo también hubiese estado en la misma situación. Ella era un ángel de Victoria's Secret y no había la menor duda.

— ¡Oppa! — La chica resplandeciente llegó hasta nosotros mientras se abalanzaba al cuello recto y delgado de Geum. 

"¿Oppa? ¿Quién mierda hablaba así?"  pensé dejando a los celos controlarme. Quise lanzar una mirada suspicaz en dirección Geum, pero sería imposible que me notara, el hombre estaba tan sumergido en sus pensamientos y en ella, que seguramente las campanas del paraíso susurraban a sus oídos mientras la mujer se embarraba contra su cuerpo.

— Yorim... — Susurró él sin tocarla, aún petrificado. Pero en cuanto me oculté tras su espalda, pareció reaccionar y, lejos de ocultarme, tomó con cuidado mis brazos y me colocó de nuevo a su lado. — Tanto tiempo. — Sonrió. — Lamento el abrazo, Miah. — Dijo con voz dulce hacia mí. Tuve la oportunidad para regocijarme al escucharlo darme "mi lugar" y, en cuanto terminó de pronunciar esas palabras, Yorim y yo intercambiamos una tensa sonrisa. — Yorim, ella es Miah.

— Hola. — Sonreí. Incluso si me pareció poco educada la forma en la que se abalanzó a los brazos de alguien que claramente iba acompañado, algo dentro de mi consciencia me impidió querer mostrar el anillo. Así que solo incliné la cabeza un poco y mantuve la vista en ella. — Mucho gusto.

— Soy Yorim, Miah, mucho gusto. — Asintió ruborizándose por completo. — Lamento eso. Es que hace años que no lo veo... 

Ese gesto me dejó en claro que yo había sido totalmente invisible para ella segundos atrás. Y como siempre, debido a mi estúpida permisiva personalidad, hubo algo en Yorim, una luz que emanaba desde el interior, que me impidió odiarla.

— Esta bien. — Dije hacía ella, volteando a ver la reacción de Geum, quien mantenía los ojos en  Yorim. Solo en Yorim. 

— Estás... Aquí. Oppa, yo-

Me aparté sin pensarlo demasiado. Habíamos contemplado la reacción de sus padres, pero me olvidé por completo de ella. ¿Y si Gum no quería que ella entrara en el inocente engaño?
Yorim ni siquiera me había notado, él ni siquiera se acordaba de mí cuando se trataba de ella... Así que pensé tal vez, debería darles algo de espacio. Al final, nuestra relación era una farsa y sobre cualquier cosa, comprendía totalmente que después de tanto tiempo, quisieras hablar con alguien que fue importante en el pasado.

Caminé sin un rumbo en específico hasta que cruzó por mi mente el único refugio seguro para aquellos que desean mantenerse desapercibidos: El baño. Una vez que lo encontré pase unos minutos sentada en la tapa de váter viendo la sección de noticias en Facebook, actualicé una foto en Instagram y respondí aleatoriamente a los comentarios en mis fotos de semanas o incluso meses atrás. Perdí el tiempo visitando los perfiles de la familia Kardashian y al final, cuando mi trasero comenzó a entumecerse, salí del cubículo para lavar mis manos, retocar el maquillaje que tardé mucho en hacer —y nadie había notado — y salí de ahí esperando encontrar a Geum libre.

Pero de camino al mismo lugar donde nos encontramos con Yorim, noté seguían platicando y él ni siquiera parecía percatarse de mi ausencia.

Regresé a la recepción sin algún plan concreto. Tal vez perdiendo el tiempo en otro lugar y haciéndome la que no comprendía, lograría hacer las cosas menos vergonzosas y difíciles... por lo menos para él.

Después visitar el segundo tocador de damas que encontré en mi viaje sin rumbo y comenzar perder —ó ganar— por lo menos diez minutos más leyendo folletos en la recepción acerca de paquetes de bodas y lunas de miel, una voz muy familiar apareció en el ambiente.

— ¿Planeas casarte pronto, pequeña Miah? — Comentó esa voz a mis espaldas.

Volteé de inmediato porque solo una persona en el mundo se atrevería a me llamarme "pequeña Miah" en voz alta.

Kim Seokjin se encontraba parado a mi lado, sin entender muy bien mi presencia en ese lugar.

— Jamás. ¿Y tú? — Pregunté admirándolo. — ¿Hay alguien? 

— Eso es un secreto, pequeña Miah. 

— ¿Qué haces aquí? — Sonreí al ver su atractivo rostro conocido. No entiendo por qué, pero inmediatamente pude sentirme más segura.

Seokjin vestía un traje negro con corbata que lo hacía lucir como el segundo protagonista de mi drama improvisado. Dejó de ver su teléfono, lo guardó y se recargó sobre el mostrador, como todo un galán de películas antiguas, de esas que veía mi abuela cuando se quedaba a cargo de nosotros. 

— ¿Yo? Pues mi prima se casa hoy. — Lanzó una sonrisa en mi dirección. — Vinimos porque estábamos libres y además mi familia me mataría sin no asisto. ¿Y-y tú? — Preguntó, repasándome de arriba a abajo con gentileza. — ¡Te ves increíble! Me encanta tu cabello. 

Quise ruborizarme por el halago que venía de una persona extremadamente guapa, pero una de sus palabras logró llamar mi atención sobre cualquier otro asunto.

 ¿"Vinimos"? — Repetí en voz alta. Mi corazón se tensó. — ¿Viniste con tus padres? ¿Con tu hermano? 

— Sí. — Respondió. — Mi prima es productora en la industria y también conoce bien a Hobi y Min Suga, ha trabajado con ellos... Continuó hablando pero yo dejé de prestar atención en cuanto mencionó su nombre. — ¿Y tú? — Alcancé a escuchar al final.

Mis ojos solo se dedicaban a vagar de un lado a otro, intentando identificar dónde es que estaba él. Porque, a pesar de que ya todo el grupo sabía que Yoongi y yo nos conocíamos y comenzábamos a ser cercanos de nuevo, aún no me armaba de valor para contar la verdad completa, y preguntar por él.

Sobretodo esto último.

— Ah, sí. — Reaccioné, intentando controlar mi acelerado corazón. — Geum-

— ¡Um! — Gritó Jin al ver que el mencionado se acercaba a nosotros con pasos seguros. — ¿Vinieron juntos? — Preguntó en mi dirección, alzando una ceja mientras sonreía de forma insinuante.

— Sí. 

— Que interesante triángulo voy a presenciar, pequeña Miah.   

— No es lo que piensas. 

— Ajá...

— Perdón por dejarte sola.— Musitó Geum con culpa, una vez que estuvo lo suficientemente cerca para entrelazar su mano con la mía.

Sin embargo, ahora lo único que taladraba mis pensamientos eran los ojos de Seokjin posados en el enlace de nuestras manos.

— ¿E-Estás bien? — Dudé en relación a la aparición de Yorim. Mis celos casi habían desaparecido.

— No te preocupes. — Añadió tranquilo. — ¿Has venido solo tú Kim Seokjin? — Preguntó en cuanto comenzamos a caminar hacia el salón nuevamente. 

— Nop. — Respondió. — También han venido Hobi y Yoongi. A mi prima Yunjoo le pareció educado invitarlos incluso si nuestra agenda está al tope, pero no sé dónde estén. ¿Ya tienen mesa? Puedo arreglar todo para quedar juntos. La hermana de Hobi también ha venido, está de visita en la ciudad.

Geum asintió en silencio mientras yo sonreía conteniendo la guerra civil que atravesaba mi cuerpo.

Bogum. Anillo. Yoongi. Yo. Boda.

Nada podía salir peor.

Llegamos a las puertas del salón donde, a los costados, los padres de los novios recibían a los invitados de forma tradicional. Geum y Seokjin parecían ser bastante conocidos por todo mundo y daban la impresión de estar totalmente acostumbrados a ese tipo de protocolos. Hasta cierto punto, podría imaginarlo de Geum, pero ver a Seokjin comportándose como todo un heredero, era bastante extraño...es decir, ¿Cómo podrías visualizar a Jin sin hacer bromas sin sentido o reírse todo el tiempo sin pena o recato alguno? Incluso si se mantenía humilde ante la idea de pertenecer a una familia adinerada, parecía estar en su zona de confort.

Justo después, al cruzar el pequeño pasillo que conducía al salón, las mesas para los invitados se veían afiladas y perfectamente decoradas con mantelería blanca adornadas con tulipanes de color rosa y blanco. Las copas de cristal abundaban con vino blanco y en la pared principal, eran proyectadas fotos de los novios desde su niñez hasta la fecha. Era adorable, era el momento perfecto para una escena romántica de los dramas que veía mi madre cuando yo era pequeña y ahora, ya que lo pensaba, mi drama de cinco horas hubiera sido perfecto...

Hubiera.

Tras caminar al lado de Geum y Seokjin, en la parte frontal del lugar, al costado, el rostro apuesto y afilado de Hoseok sobresalía de todo lo demás. Estaba riendo discretamente.
En cuanto vio a Jin, volteó a la izquierda para avisar a la persona a su lado. Entonces, Yoongi levantó un poco la cabeza buscando a Seokjin y, con rapidez y una sonrisa, alzó la mano para llamar su atención... Pero bajó inmediatamente el brazo y cambió su radiante expresión en cuanto Geum volvió a entrelazar su brazo con el mío.



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