Trivia 轉: Seesaw
Después de dos interminables meses de no poder estar a solas con él -ni siquiera unos cuantos minutos durante el trabajo- por fin podría verlo. Dos meses donde nuestro único tipo de comunicación eran los mensajes que Yoongi llegaba a responder cada 24 horas o las llamadas que hacía ocasionalmente a las 3:30 am, cuando por fin se podía dar un descanso para comer y reponer unas cuantas horas de energía.
Nuestras agendas nunca encajaban. Más de cuatro veces me quedé hasta tarde en la oficina con la esperanza de verlo y en ninguna de ellas resulté victoriosa. Creo que lo más cerca que estuve de él fue cuando llegué de McDonald's con un montón de hamburguesas y Namjoon pasó - sospechosamente tarde- a mi lado y se ofreció a subir la bolsa con comida al piso de producción. Más tarde, Yoongi me envió el emoji de una hamburguesa con un corazón negro al lado.
Para mí fue suficiente.
A eso se refería. De los treinta días que tiene un mes, dos de ellos dormía en su propia cama y sin embargo, estando completamente en contra de cualquier mal pronóstico, esperaba con ansias, como niña a la cual se le ha prometido un regalo, esa pequeña parte que me tocaba de él. Ensayos, largas jornadas devastadoras de grabación, promociones, procesos de producción... En pocas palabras su día estaba planeado de principio a fin sin poder perder ni unos minutos de su valioso tiempo. Y sí, prácticamente todo lo que alguna vez Jiaer quiso advertir durante ese paseo nocturno por Central Park estaba haciéndose realidad, la única diferencia es que yo quería a Yoongi lo suficiente como para entenderlo y esperar por él hasta que llegara el momento... O por lo menos eso quería creer.
Pero en ese momento, sentada en aquel balcón al lado de Hyuk y de la Sra. Min quien platicaba entusiasmada con el hermano de Yoongi, esperando por ellos, aquellos cortos dos meses de ausencia se sintieron como años. Como si fuesen ocho años.
Quisiera poder decir que puse atención a cada uno de los movimientos de los otros miembros con sus familiares, pero en cuanto entraron, mi único objetivo fue él.
Vestían algún tipo de uniforme militar con detalles en dorado el cual en otra época, Yoongi hubiera estado totalmente aterrado de usar y yo terminaría recordando aquel atuendito para burlarme el resto de nuestras vidas, pero ocurrió todo lo contrario.
Todo lo que podía procesar era el rostro de Yoongi, el cual acaparó toda mi visión e invadió mi mente; su perfecto rostro parecía serio y severo como de costumbre, pero en cuanto su mirada se topó con la mía, la sonrisa en sus labios solo terminó de confirmarme que, si él quería esperar un millón de años para estar juntos, entonces un millón de años esperaría por él.
— Bajaste de peso, Yoongi. — Fue lo primero que dijo la señora Min al tenerlo cerca. Hyuk y yo volteamos a verla como si no estuviéramos acostumbrados a ese tipo de comentarios tan directos y Yoongi, simplemente se limitó a farfullar algo y darle un beso en la mejilla. — Eso es bueno, las cámaras te suben algunos kilos.
— Sí, madre, sí. — Suspiró rendido. En sí nuestras madres no eran tan diferentes después de todo; la Sra. Ahn tenía la bonita costumbre de hacer comentarios incómodos sin procurar medirse ante lo directa que pudiera ser. — Hyung. — Abrazó a su hermano mayor con un poco más de esmero del que podría haber esperado de él.
Cuando llegó a nosotros dos, sabiendo que en ese lugar ocupaba el papel de su mejor amiga, dio una pequeña palmada en mi brazo. La mayoría en aquella gran habitación percibió esa acción limitada como algo infantil debido a que solo faltaba una persona- y creo que la más importante- para saber lo que realmente sucedía entre él y yo.
Pero ese pequeño contacto me fue suficiente para saber que mi mundo, el cual había estado de cabeza durante mucho tiempo, pareció dirigirse en la decisión correcta.
Nos miramos fugazmente antes de que Hyuk le tendiera la mano en una extraña señal que solo yo pude entender como ofrenda de paz entre ambos. Yoongi la miró por unos segundos y justo cuando pensé no sería capaz de arreglar la tensión en ese momento, estrechó su mano con la de Hyuk, como si se tratara del reencuentro de toda una vida. Se dedicaron una sonrisa ladina al momento de darse un abrazo rápido y ruidoso, de esos suelen hacer los hombres dando una palmada fuerte en la espalda del otro.
— Cada vez te superas más, Yoongi. — Sonrió mi hermano hacia Yoongi y después señaló con la barbilla el impresionante aforo que yacía bajo el palco principal del lugar.
Cuando terminaron de hablar de baseball - porque parece que así los hombres arreglan sus diferencias y altercados- Yoongi llegó hasta mí ya un poco apresurado por el personal de apoyo que comenzaba a gritar la cuenta regresiva para irse.
Sonrió en cuanto lo miré de arriba hacia abajo alzando una ceja de forma insinuante. Más bien, no sé muy bien cómo fue que lo interpretó.
— No hables. — Dijo apenado, mientras cerraba su saco negro cruzado a su pecho. — Búrlate luego.
— No, no, no. — Pestañeé consternada. Estábamos tan destinados el uno al otro que él daba por hecho que me burlaría de su atuendo. Y sí... Pero no quise hacerlo. — Te ves muy guapo. — Musité sabiendo dejaba al lado todo mi autoestima y orgullo al soltar tal halago.
— Gracias. — Mordió su labio inferior y después dejó salir un leve suspiro, como si fuera algún tipo de alivio. — Se lo diré en cuanto acabe todo esto. ¿Irás conmigo?
Jamás en la vida, ni siquiera por mi primer amor, el chico delgado y de piel pálida en Daegu que iba de aquí a allá intentado encontrar y perseguir sus sueños y que solía ser mi novio a los 16, llegué a sentir tal euforia. Vi sus ojos brillantes, su sonrisa serena y segura, lo alto que era, su piel, los lunares a penas perceptibles en su rostro. Nada importaba, la persona que tenía frente a mí era con quien me sentía completamente a salvo, como si una pieza de mí hubiera estado con él todos estos años y por fin se acercaba el momento de recuperarla.
Yo podía vivir sin él, definitivamente, pero ya no quería hacerlo. Pensar en las consecuencias de nuestras decisiones siempre sería un tema controversial; siempre habrían "peros", peligros, situaciones dolorosamente decepcionantes. Yo sabía que la vida a su lado no sería normal pero ¿No él lo valía? Ni siquiera era un tema a discusión. Pasar por todo eso no implicaba un sacrificio para mí.
— Hasta donde vayas. — Asentí con una sonrisa, con los ojos vibrantes desbordando miel por él.
Ambos fruncimos el ceño asqueados ante mis últimas palabras.
— Ew. — Continué, arrepintiéndome de la cursilería que acababa de soltar.
— Eso fue-
— Ahora tú no hables. — Musité a punto de estallar en una carcajada, burlándome de mí.
— "Hasta donde vayas" le gana a mi atuendito de Pearl Habor. — Dijo cubriendo su sonrisa y el rostro rosado ante la contención de la risa.
Pero no pudimos evitar reír al punto de llamar la atención de varias personas en la habitación.
Cuando terminamos y por fin pude controlar aquel ataque de risa combinado con la emoción e histeria del momento, unos segundos después de que el chico pasante fuera a gritar "Chicos, deben salir ahora", él aprovechó la distracción del momento para acercarse un poco más.
— Miah... Hay algo que vas a notar. — Dijo en voz baja, casi imperceptible a mi oído.
— ¿Qué?
— Lo verás en un rato. — Agregó asegurando un apuntador al borde su pantalón, bajo el saco negro. — Te veo luego. — Casi gritó, saliendo a prisa de la habitación.
— ¡Oye Yoongi! — Alcé la voz, creyendo se había ido.
Pero no. Él regresó la mitad del cuerpo sobre el borde la puerta y con su mirada, también obtuve la de su madre, los padres de Jimin y la Hyuk.
— Y ella dijo que no. — Lo imité.
— Don't touch him. — Respondió ante de desaparecer.
Absolutamente nadie comprendió nuestro chiste personal.
Tuvieron que transcurrir unos diez minutos desde que se fueron hasta que las luces en todo el lugar se apagaron por completo, y después de verlo sonriendo frente a mí, pasé a admirarlo desde la lejanía del lugar cuando ya se encontraba en medio de aquel enorme escenario oscuro con luces amarillas al fondo, haciéndolos lucir como si acabaran de bajar del mismo Olimpo. Todo el trabajo de meses atrás se veía totalmente reflejado en aquella escena acompañado de las interminables olas de aplausos y gritos ensordecedores que juntos, llegaban a formar una ovación imponente y majestuosa.
¿Quién sería capaz de querer renunciar a todo eso? Pude jurar que era muchísimo más de lo que él había atrevido a soñar algún día.
Y vaya que ellos podían hacer que casi dos horas de amplio repertorio se sintieran como tan solo treinta minutos; sin embargo, justo antes de que terminara la segunda parte de tres, una melodía bastante familiar me hizo olvidar mis ganas de beber algo de agua.
Cuando se prendieron las luces con halos morados y sutiles toques de color azul, él se encontraba recostado en el sofá blanco de utilería al centro del lugar; vestía un traje rojo escarlata como si este fuese hecho exactamente a su medida por la más prestigiosa casa de moda en el mundo.
Era mi canción.
No era la misma letra, definitivamente no, pero era ella. No recuerdo cuando dejé de tararearla hasta cansarme y tampoco sabía en qué caja de mis cosas en el ático de mis padres se encontraba el reproductor que la guardaba el día de mi cumpleaños.
Y él... él se veía tan diferente pero a la vez siendo el mismo de siempre. ¿En qué momento habrá decidido usar aquella vieja canción para convertirla en algo adictivo de ver y escuchar?
Era impresionante, incluso tenía una suave coreografía que, al observarla con detalle, pude tener pequeños flashbacks de él, mientras ensayaba aleatoriamente algunas partes que se le dificultaban.
No podía respirar con facilidad. Tampoco me di cuenta de que estaba llorando hasta que llegó el momento de escuchar la última parte de la canción.
Volteé a mi alrededor. Hyuk sonreía espléndidamente mientras grababa el escenario con su celular, el hermano de Yoongi seguía el ritmo de la canción balanceando sus pies, y su madre, quien juré jamás aceptaría ser parte de las ambiciones de su hijo, sonreía maravillada.
Él desapareció en cuanto las luces se apagaron y la última parte de todo comenzaba.
Tuve que esperar una hora más después de que todo finalizó. Hyuk accedió a irse sin mí siendo completamente consciente de cuáles eran nuestras intenciones al quedarnos.
— Suerte. — Dijo mientras despeinaba mi cabello y se apresuraba a seguir los pasos de la hermana mayor de Hoseok, de quien quedó totalmente flechado al verla por primera vez.
Rodeé la mirada sabiendo que mi hermano jamás tendría la intención de cambiar; simplemente imaginarlo comprometido, era imposible y absurdo.
Tomé mi bolso y la chaqueta de mezclilla que llevaba puesta esa noche.
Tuve la necesidad de pasar al baño para retocar el maquillaje y de paso peinar de nuevo el desastre que tenía el cabello después de casi tres horas; cepillé mis dientes, coloqué un poco más de mi perfume favorito y me quedé plantada frente al espejo, dándome ánimos, convenciéndome de que lo siguiente por hacer sería lo correcto y que por fin, todo marcharía bien para nosotros.
Pensé mil veces en lo que diría y también fatalicé los posibles escenarios en el caso de que el hasta ese momento amable presidente de la agencia, no accediera a lo que nosotros calificábamos como una relación seria.
— Tranquila, tranquila. Todo saldrá bien. — Intenté convencerme mientras subía las escaleras de regreso a donde me habían indicado él ya se encontraba esperando, después de una entrevista o algo por el estilo.
Al llegar al lugar, noté que aún se escuchan ruidos de varias voces que no lograba reconocer dentro de la habitación que los resguardaba; una de las chicas que se encargaba del vestuario, al ver el gafete de "personal autorizado" colgando de mi cuello, ofreció amablemente acceder conmigo para no sentirme tan intrusiva.
Y así lo hicimos, en cuanto entré, mis ojos fueron directamente hacia ellos, quienes se veían rodeados de un montón de cámaras apuntando al más mínimo movimiento que hicieran.
Esperé por unos minutos hasta él notó mi presencia. Sonrió despacio en mi dirección y en cuanto las luces y las cámaras cesaron, caminó apresuradamente hacia mí con cierta felicidad que se veía más reflejada en sus ojos brillantes que en los labios.
— ¿Lo notaste? — Musitó con una sonrisita orgullosa pero también apenada. — Cambie la letra-
— Es la mejor canción del mundo. — Aseguré mirando sobre su hombro por miedo a que algún extraño comenzara a hacer suposiciones antes de tiempo.
Volví la atención hacia él y contuve las ganas de llorar y refugiarme entre sus brazos de nuevo.
— Está allá arriba con Geum, creo que habla con los organizadores del evento. — Suspiró dando aires de seguridad y firmeza en sus acciones. — ¿Vamos ahora?
Asentí intentando aparentar la misma seguridad que él pero por dentro, mi corazón estaba a punto de detenerse.
Cuando la habitación se quedó completamente vacía a excepción de nosotros dos y las seis personas más que nos miraban una que otra vez intentando descifrar lo que sucedía, Yoongi tomó sutilmente mi mano entre la suya.
— Creo que también están algo nerviosos. — Murmuró intuyendo de lo que trataban mis pensamientos. — Hablé con ellos antes sobre esto... Tuve que tomarlos en cuenta también. Esto puede afectarlos si no fun-
— Encontraremos la forma. — Asentí tomando valor de alguna parte muy recóndita en mi alma. — Y si no... Quiero que sepas que después de lo que vi hoy, que sé plenamente lo importante que es para ti y de todo el trabajo que te ha costado llegar hasta aquí, si por alguna razón esto no funciona ahora... Voy a esperar, Yoongi. No tengo prisa.
Negó suavemente con la cabeza, cerrando los ojos y sonriendo de forma enternecedoramente segura. Soltó un leve suspiro y sin detenerse a pensarlo, me besó con ternura, con anhelo y yo... fui capaz de olvidar a las personas, el lugar, el mundo y cualquier propósito. Únicamente era consciente de que lo quería y él a mí. No supe del momento en que me colgué de él haciendo caso omiso a las risitas nada disimuladas al fondo. Por último, él tuvo que apartar sutilmente mi cuerpo del suyo para mirarme con una sonrisa fugaz, antes de salir de la habitación.
— Vamos. — Dijo jalando de mi mano mientras yo me aferraba aún tambaleante a la realidad.
Llegamos a dar unos cuantos pasos fuera del lugar cuando, muy cerca de la escalera, la voz de Namjoon sonó a nuestras espaldas ganándose los murmullos quejosos de Yoongi.
— ¡Yoongi! — Dijo en voz medianamente alta. Volteamos en su dirección y al parecer, lucía un poco apenado al ser consciente de tener que posponer- más- nuestros planes. — Lo siento Miah — Reía nerviosamente, casi sonrojado ante la pena. — Nos van tomar algunas fotos. Solo serán cinco minutos. ¿Me lo regresas?
Yoongi tronó las cervicales del cuello para después darme una mirada en busca de perdón o algo por el estilo. Sonreí hacia Namjoon y alcé ambas manos en el aire dando a entender que, si esperé casi nueve años... cinco minutos más no harían la diferencia.
— Te veo arriba. — Asentí.
— Gracias. — Depositó un suave beso en mi mejilla justo antes de echarse a correr en dirección a Namjoon y perderse en el pasillo de los vestidores.
Subí las escaleras con pesadez intentando hacer tiempo y así esperarlo. En cuanto me detuve para observar la iluminación de la ciudad de noche a través del gran ventanal de cristal en el muro más grande, la sensación de no estar sola me trajo un repentino escalofrío.
Volteé en todas direcciones.
A lo lejos, casi llegando a la sección de los cuartos donde eran almacenados los pesados equipos de sonido, pude percatar una figura acercándose con lentitud extrañamente inquietante hacia mí.
Intenté enfocar a aquella persona pero, gracias a la gradual pérdida de la agudeza visual como resultado de las pastillas anticonceptivas que tomaba desde meses atrás, me fue imposible reconocer su hermoso rostro sino hasta que llegó a un escaso metro de mí.
La piel blanca y como de porcelana, el cabello largo perfectamente arreglado en ondas majestuosas teñido de castaño claro, las mejillas con rubor durazno, los labios degradados en color cereza con un brillo angelical y la vestimenta adornada en colores pastel y encajes con holanes- justamente como yo jamás llegaría a lucir- me hicieron recordar perfectamente a la chica del ascensor en el viejo apartamento oculto de Yoongi, aquella mañana en la que desperté apresurada con el fin de llegar a casa.
Era ella. La misma que me hizo cumplidos lindos durante el tiempo en el ascensor y que, a pesar de ser algo raro al principio, lo tomé como mera amabilidad de su parte.
— Hola. — Dijo con su voz angelical, en tono suavemente agradable. Incluso, por un momento, llegué a sentir celos hacia ella. Esa chica era absolutamente todo lo contrario a mí. — ¿Me recuerdas?
Asentí dándole una sonrisa.
— Claro. — Miré alrededor intentando obtener respuesta de su presencia ahí. Bajé la mirada y me percaté del gafete que colgaba de su cuello. Sin embargo, contrario al mío, la palabra "Personal autorizado" resaltaba en letras rojas, arruinando completamente su estilo de muñeca. — ¿Trabajas aquí? ¿O en la compañía? — Me dirigí hacia ella intentando atacar cabos sueltos.
Tenía algo de sentido, quizás aquella mañana que la vi, era la encargada de la compañía en resguardar el departamento, limpiarlo o transportar algo que Yoongi hubiera omitido. ¿Qué otra explicación tendría si no?
La chica negó suavemente con la cabeza y, tras cerrar los ojos y abrirlos de golpe para barrerme de arriba a abajo, cambiando completamente su dulce, hermoso y angelical semblante, emitió unas palabras que se quedaron clavadas en el comienzo de mi espina dorsal, erizando por completo cada centímetro de mi piel y que por alguna razón, dentro de la oscuridad que apareció tajantemente, se convirtieron en un tortuoso y frenético dolor físico.
— ¿Qué tienes tú que no tenga yo?
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