Pressure
Los sábados libres eran considerados un privilegio.
Después de lavar toda la ropa acumulada de dos semanas, dejar salir a mi ama de casa interna y hacer una limpieza profunda de todo mi departamento, aproveché el tiempo restante para usar la tina de baño, la cual no había estrenado desde que regresé a Seúl.
Una botella de mi vino Malbec favorito, el libro de John Katzenbach que no había podido terminar hace más de 6 meses y toda la tarde libre sin escuchar el molesto ruido de las notificaciones del chat del trabajo, era todo lo que necesitaba. Planeé quedarme hundida entre las burbujas toda la tarde, incluso si eso significaba el molesto efecto de la piel arrugada sobre la yema de los dedos al salir del cuarto de baño.
Y así fue, no sé en qué momento me quedé completamente dormida. Cuando desperté, el vapor había penetrado en cada centímetro de las hojas de mi libro provocando que este estuviese hinchado y amarillo, cual libro viejo. No esperé mucho para levantarme, dejar correr el agua y envolverme en la bata rosa de baño que compré en una rebaja de verano, en el centro comercial mas cercano a Itaewon. Confiada en que no tendría que salir esa noche por algún asunto del trabajo, ni siquiera tomé la molestia de secarme el cabello, peinarme y maquillarme. Leggins negros, una playera negra oversize de mi banda de rock favorita y los calcetines más cómodos que pude encontrar en el supermercado, fueron mi primera opción. Pedí pizza de queso y ya una vez acurrucada en el sofá, pensé en reproducir cualquier película aleatoria en Netflix mientras veía mi celular sin razón aparente.
Cuando revisaba, tal vez por tercera vez, el catálogo de películas sin convencerme por alguna, el timbre sonó unas dos veces y maldiciendo en voz baja, me dirigí hacia la puerta.
— ¡Miah! — Festejó Junkook en voz bajita en cuanto abrí la puerta. A sus espaldas, esperaban Jimin y Taehyung quienes sonriendo de par en par, levantaron unas bolsas color amarillo de plástico en el aire.
No recuerdo muy bien el sentimiento que tuve en aquel momento, pero sí recuerdo verme en un tercer plano, temiendo más por ellos que por mí. Tan solo aquella mañana, cuando fui a recoger algunos sacos a la tintorería, sobre la avenida grande, pude ver una imagen promocional gigantesca de esas mismas tres personas anunciando una marca de bebidas sabor limón.
Parecía ¿Irreal? Simplemente me costaba hacerme a la idea de que estaban frente a mi puerta.
Automáticamente me hice a un lado para dejarlos pasar, y una vez que me aseguré nadie los hubiera visto, cerré la puerta y la persiana que daba hacia el pasillo.
Parecía que habían regresado de filmar aquel programa de tres semanas en el extranjero porque, las suaves ojeras bajo los grandes y brillantes ojos de Jungkook denotaban bastante cansancio, Taehyung, con el cabello más ondulado, se encontraba un poco más bronceado y Jimin había dejado crecer su barba.
— Es una bonita casa, Miah. — Dijo Taehyung educadamente mientras me sonreía y colocaba las bolsas en la isla de la cocina.
Aquella frase con tanta elocuencia, me hizo sentir un poco especial. Es decir ¿Ellos caerían en cuenta de lo hermosa que era la mansión donde vivían? ¿Cómo es que podía compararse mi pequeño loft ubicado a una calle de Itaewon con la imponente obra arquitectónica en Hannam? No tenía sentido, así que, apostando hizo aquel comentario por educación, agradecí y le sonreí penosa de regreso.
— ¿"Miah"? ¡Habla con respeto! Es mayor que tú... — Reprimió Jimin, quien ahora estrenaba un hermoso color de cabello rubio claro.
— Solo por unos meses. ¡Tú también habla formal! — Taehyung dio un pequeño golpe en el brazo de Jimin mientras este lo miraba con recelo.
— Soy mayor que ella ¿Verdad, Miah? — Alardeó orgulloso Jimin.
Y es que expectante ante aquella curiosa escena, me encontraba perdida en alguna parte de mis pensamientos, intentando descifrar cómo habían llegado ahí, cómo es mi dirección era algo tan sencillo de saber y sobre todo: ¿Por qué no tenían al cuerpo de seguridad asignado rodeando el perímetro de mi cuadra?
— Un mes para ser exactos... — Balbuceé. — No es por ser grosera pero qué...
Mientras trataba de procesar el hecho de que tres de las personas más buscadas en Naver estuvieran en mi casa, Jimin sacaba un cartón de cervezas, Taehyung llevaba las bolsas a la mesita de centro de la sala y Jungkook simplemente se ponía cómodo mientras buscaba un canal de música en el televisor.
— Tenemos unos días sin algo en la agenda... — Comenzó a hablar Jungkook. — Yo estaba en casa y recordé que la última vez que hablamos, dijiste querer comer pollo frito... Y pensé: "Mmm llamaré a Miah para ver si quiere comer algo", cuando iba de salida, estos dos se me pegaron. — Señaló a los chicos que ahora estaban sentados a su lado.
— Tenemos pollo frito y cervezas. — Sonrió tímidamente Jimin.
A pesar de que su compañía me agradaba, mi semblante reflejó inseguridad. El mundo de las reglas, limitaciones, sanciones y consecuencias, era totalmente nuevo para mí.
— No tenemos mucho tiempo para salir... En sí ni siquiera podemos salir sin tener que avisar a media compañía. —Taehyung bufó un poco exhausto, casi disculpándose conmigo por querer pasar un momento casual y tranquilo, molesto, antes de darle un gran trago a su cerveza de lata. — Pensamos que sería divertido venir con Jungkook. Lamento si esto te pone en una situación complicada, Miah.
Lo entendí muy bien; alguna vez, en alguna plática con Namjoon, comentó que ser conocido era mucho más difícil de lo que parecía. Al ser jóvenes adultos, tenían todo el dinero para gastar a lo grande, pero pocas veces podían darse pequeños y simples gustos como salir una noche a un bar, comer comida callejera, pedir su propio café o emborracharse mientras comían pollo frito en cualquier local de Hongdae. Así que guardé los pensamientos de las consecuencias futuras solo para mí y alcé las manos en el aire para disipar cualquier malentendido.
—¿No estábamos a dieta? — Levanté una ceja mientras me sentaba al lado de Jungkook y comenzaba a añorar por la comida.
Jimin soltó una pequeña carcajada a la par que sorbía su cerveza y tomaba una pieza de pollo. De un momento a otro, todo fue más fluido y sencillo. Se sintió como una tarde con amigos en algún bar o aquellas noches de estudio grupal antes de los exámenes finales en la facultad.
Por unos instantes, dejaron de ser aquellas figuras supremas inalcanzables que veía desde mi anonimato en los reflectores y pasaron a ser personas de mi edad, simplemente platicando, riendo y existiendo.
Fue rara la sensación incluso de no verlos juntos y aunque lo pensé demasiado, no pude evitar preguntar.
— ¿Y los demás? — Pregunté atenta a mi pierna de pollo, sin querer sonar demasiado obvia o interesada.
Sin embargo eso iba a resultar increíblemente complicado. Al escuchar mi oración, Jungkook abrió un poco más los ojos, sonrió e intentó limpiar con prisa, las gotas se cerveza que escurrían por su barbilla.
— Quisiste decir "¿Y Min Yoongi"? — Escupió inspeccionando mi rostro, esperando se tornara rojo, como de costumbre.
Y lo logró. Poco a poco el rostro me delató.
Sí, tenía curiosidad por todos, pero el hecho de que relacionaran aún a Yoongi conmigo, me causó bastante conflicto. Y lo cierto es que mi pregunta si estuvo total y completamente enfocada en él.
— ¿Lo ven? ¡Es tan adorable, se pone roja cuando menciono Yoongi! — Sonrió. De nuevo, la carcajada de Jungkook envolvió la habitación.
— Ah, vamos, deja a Miah en paz. — Me salvó Jimin. — Algún día ambos aceptarán que se gustan mucho mucho mucho. — Me traicionó Jimin.
— No hay algo entre nosotros. Supongo que es solo... ¿Tensión? Tal vez no le caigo bien.
— Tengo la hipótesis de que ustedes ya se conocían. — Intervino Taehyung mientras me señalaba con una alita de pollo bañada en salsa dulce.
No supe de qué forma podría reaccionar a tal argumento. ¿Y si sí lo sabían? ¿Y si ahora Yoongi había hablado con ellos al respecto? Solo pude limitarme beber mi cerveza, esperando lo mejor.
—¿Ah sí? ¿Por qué? —Rodeé los ojos restándole importancia, era imposible encontrar algún nexo entre nosotros. —Te escucho.
Jimin y Jungkook dirigieron su atención hacia Taehyung y éste, aclaró su garganta para comenzar su narrativa.
— Te llamas Ahn Miah y recuerdo que hace unos meses nos platicaste que tienes un hermano mayor ¿No?
— Es verdad. — Asentí.
Fruncí el ceño no muy segura de lo que querría decir.
— ¿Sería mucha coincidencia que tu hermano se llame Ahn Minhyuk al igual que uno de los mejores amigos de Yoongi? — Levantó ambas cejas una y otra vez, definitivamente victorioso.
Me dejó sin palabra alguna. ¿Mi hermano y Yoongi habían seguido en contacto después de tantos años?
Claro que sí, por supuesto que sí.
¿Por qué demonios Minhyuk me lo había ocultado?
Pensé entonces que, mostrando sorpresa ante ello, únicamente lograría sabotearme. Preguntas como "¿Cómo es posible que tu hermano te lo haya ocultado?" Solo reforzarían la idea de que algo muy malo había sucedido entre Min Yoongi y yo. Así que tuve que improvisar.
— Ok. — Levanté las manos en el aire, fingiendo sorpresa. — Lo descubriste. Íbamos juntos a la preparatoria en Daegu. Mi hermano y él siempre fueron muy unidos pero Min Yoongi y yo jamás nos caímos bien. — Mentí.
— ¡Lo sabía! — Festejó Jimin, abrazándose con entusiasmo.
De pronto, un montón de preguntas me bombardearon al azar, sin darme si quiera la oportunidad de respirar entre cada una.
— ¿Cómo era Yoongi en la preparatoria? ¿Era genial?
— S-sí, eso creo. Era-
— ¿Era tan bueno en basquetbol como dice?
— Lo era, sí-
— ¿Tenía novia? Nunca habla de eso. ¿La conociste?
El vino que había tomado anteriormente y las dos botellas de cerveza que llevaba hasta el momento, comenzaban a hacer efecto. Me sentí un poco mejor cuando noté que a los tres, el efecto también les estaba cobrando.
— ¿Y entonces los demás se han quedado en casa? — Desvié la atención aprovechando los efectos de la cerveza. — ¿Cómo conseguiste mi dirección, Jota Ka?
— Ah, muy fácil, Miah. — Sonrió. — Una llamada rápida a Recursos Humanos fingiendo la voz del presidente de la agencia lo soluciona todo.
¿En dónde había quedado el respeto?
— Los cuatro se han quedado en casa, cuando escriben y producen se encierran en sus estudios y todo se vuelve aburrido. — Interrumpió Taehyung, mientras balanceaba su cuerpo al ritmo de You Know I'm not good de Amy Winehouse.
— ¿Ya tienen algo? ¿Algún avance? No se escucha sencillo. — Me relajé mientras imitaba a Jungkook a mi lado, quien estiraba las piernas. Y ahora lo sabía. No me sorprendió nada el hecho de que Yoongi estuviera trabajando un sábado por la noche.
Todos asintieron al mismo tiempo,
— No le cuentes a nadie, ya está todo completo. — Musitó Jungkook ya desorientado por sus seis cervezas y contando.
Ah, sí claro, como si yo pudiera ir por la vida contando cosas acerca del trabajo sin recibir una demanda millonaria en consecuencia.
— Es genial, todo lo que hacen ellos es genial. — Taehyung seguía bailando el mismo ritmo de hace un rato, incluso si la música ahora había cambiado a rock de los 70.
Me alegró ver lo relajada y cómoda que se había vuelto la situación... Incluso si eso significaba tener que llamar a su mánager para recogerlos en caso de que Jungkook estuviera demasiado ebrio para manejar de regreso a casa.
— Lo que están haciendo ahora es otro proyecto, ya sabes, antes de irnos a Estados Unidos y esas cosas. — La torpe pronunciación de Jimin, lo hizo ver más adorable de lo común.
En ese momento fue cuando decidí dejar de tomar porque, si su mánager llegaba por ellos y me veía en la misma situación, muy lejos de comprender que para todos era un momento de des estrés, me calificaría como una empleada sin buen juicio.
Aunque las horas pasaron volando y no me percaté del momento en el que ya nos encontrábamos conversando como si nos hubiéramos conocido de toda la vida, ver la hora me alarmó un poco.
— Es hora de que llame al mánager. — Dije levantándome con dificultad. No, no fue por el alcohol, fue por mis rodillas y espalda entumidas. — Jungkook no puede manejar así.
— Claro que puedo. — Interrumpió luciendo bastante sobrio... Pero no lo suficiente como para confiarle la vida y reputación de tres artistas en sus 20. — Ellos dos son los que van a comenzar a llorar en cualquier momento. — Señaló a sus amigos, quienes platicaban fervientemente entre sí, alabándose el uno al otro. — Vamos... Si lo llamas, jamás nos quitarán el ojo de encima de nuevo. Yo me hago cargo.
Jungkook hizo un pequeño berrinche mientras luchaba consigo, para no delatarse.
Aunque parecía mucho más estable que los otros dos, mi consciencia me impidió dejarlos ir así. En el mejor de los peores escenarios, algún policía de tránsito los detendría y los medios estallarían en críticas horribles hacia todo el grupo... En el peor, bueno, ni siquiera quise imaginarlo demasiado.
— Entonces, yo los llevo ¿Estás de acuerdo? — Suspiré sabiendo que era la mejor opción antes de tener que llamar a alguien de la agencia y eso implicaría un interrogatorio seguro para los cuatro y en el cual, solo rodaría mi cabeza.
Jungkook hizo una mueca sutil, creo que se encontraba aferrado a querer demostrar tener el control de la situación pero, cuando notó mi rostro hundido en impotencia, despeinó mi cabello y finalmente, pareció comprenderme.
— Me hiere un poco ganarte por una cabeza y tengas que cuidarme. Pero, gracias Miah.
— ¿Qué auto traen? ¿La camioneta de la compañía? — Dije tomando mi sudadera del armario de la entrada.
Jimin y Taehyung siguieron a Jungkook hacia la entrada y musitaron algo para después reír con algo de culpa.
— Noup. El Mercedes de Jin. — Canturreó Jimin, mientras tapaba su rostro tímida y torpemente con ambas manos.
Perfecto, era mi primera vez conduciendo un Mercedes Benz... hurtado.
Recuerdo que, cuando saqué mi licencia de manejo en Estados Unidos, solía recibir halagos casi todo el tiempo debido a que aprendí a manejar en modo manual. Ya saben: Meter el clutch, prender el auto, quitar el freno de mano, poner primera, soltar despacio el clutch a la par de ir pisando el acelerador y listo.
Bueno, mi experticia en modo manual aquella noche sirvió para un carajo porque el Mercedes de Seokjin parecía la cabina de un jet privado por dentro. Un Jungkook medio mareado, inundado en carcajadas y aún comiendo una pierna de pollo, me asesoró durante todo el camino indicándome qué tanto debía pisar el freno, cómo demonios acomodaba el asiento eléctrico para una persona de mi bulleable estatura y cómo cerrar las ventanas de atrás procurando salvar la cabeza de Taehyung.
Al final, después de diez desafortunados semáforos en rojo — los cuales me parecieron una eternidad— llegamos sanos y salvos. Tal vez los asientos terminarían oliendo a pollo frito, pero conservaría mi empleo.
El único inconveniente fue la caseta de seguridad del residencial, ya que para el guardia fue extremadamente inusual encontrarse con una empleada de la compañía queriendo ingresar a altas horas de la noche. Para nuestra fortuna, bastó un saludo rápido de Jungkook desde el asiento del copiloto para que el hombre pudiera relajar sus hombros y, con una sonrisa, desactivara el cercado de circulación pendiente arriba.
Está por demás decir que, aunque el Mercedes Benz deportivo contaba con la función de aparcamiento automático, tardé cerca de cinco minutos intentando estacionar el auto justo en medio de un aparatoso Volvo gris deportivo y una camioneta Audi blanca que posiblemente costaba más que mi vida propia.
Al abrir la puerta de su casa, practiqué por última vez el discurso que daría en el caso de encontrarme con alguien en los pasillos. Los más chicos del grupo estaban en ese punto de borrachera, en el que aparentemente se encontraban bien pero sus movimientos torpes los delatan significativamente; no era conveniente que alguien los viera así y no lo pensaba por ellos, sino por mí. Podrían haberme corrido si se enteraban que les permití llegar en ese estado y sin haber avisado al manager o a alguien de la compañía. O peor aún, que en mi no cupo la prudencia necesaria para negar rotundamente embriagarme con ellos y conducir un auto deportivo llamativo ajeno por media ciudad hasta Hannam.
— Ahn Miahhhhh — Dijo Taehyung, arrastrándose por las escaleras. — Vamos a mi habitación. Juguemos Gears of War... No creas no noté el Xbox en el mueble de tu televisión.
— Tal vez otro día, Tae. — Sostuve su espalda, empujándola sutilmente. — Debes dormir.
— Ahhh, cierto. — Alzó la voz, indicutiblemente provocándome un infarto. — De todas formas si lo hago, Yoongi se va enojar. — Susurró con dirección a Jimin, quien intercambió una mirada insinuante conmigo y después, se echó a reír.
— ¿Por qué Yoongi se enojaría?
— Por nada, por nada. — Balbuceó manteniéndose despierto por puro milagro. — "Kim Taehyung, metete en tus propios asuntos"... Eso es lo que... Lo que dirá.
— Suena a algo que él diría. — Reí teniendo como límite el pasillo que dirigía a los cuartos principales, esperando que cada uno pudiera entrar a su respectiva habitación sin tropezar, vomitar o quedarse dormido a medio camino.
Después aguardar impacientemente al pie del último escalón, asegurarme que los tres habían entrado exitosamente, sin llamar la atención, caminé en silencio hacia el recibidor para dejar las llaves del auto de Seokjin en la mesita de la entrada y pedirme un taxi de vuelta a casa.
Pero nada podía ser tan divertido y sigiloso al mismo tiempo...
— Alguien va a tener problemas. — Su voz burlona se escuchó desde una de las esquinas, justo cuando estaba a punto de abrir la puerta.
Después de la discusión inmadura que habíamos tenido hace un mes y sin dirigirnos la mirada posteriormente, no estaba muy segura si me alegraba escucharlo o en realidad tenía miedo. De cualquier forma... sentí algo en el estómago.
Giré lentamente rodeando los ojos para buscarlo. Y ahí estaba él, sentado en uno de los taburetes de la pequeña cantina al fondo del salón principal; tenía una botella de agua helada en sus manos y vestía de negro y deportivo, como casi siempre. Yoongi sonrió levemente, se levantó del asiento y caminó hacia mí.
— ¿Puedes hacer que no has visto esto? ¿Por favor? — Me adelanté a cualquier situación. Dejé mi orgullo mil metros bajo tierra y fui la que abordó primero.
Aunque Yoongi no era el más alto del grupo, si era mucho más alto que yo. Mi corazón estaba hecho un concierto de percusiones cuando lo sentí tan cerca. Habían pasado muchos años desde que vi los lunares de su rostro por última vez.
— ¿Y yo qué gano con esto? Incluso, ahora que lo pienso, sería mejor para mí si te despiden. — Sonreía hipócritamente. Después de alardear en voz alta, abrió su botella de agua, dio un trago y, tal vez en una especie de burla, la tendió hacia mí.
Yo la rechacé en silencio, intentando fijar la vista en otra cosa que no fuera su rostro.
— La satisfacción de saber que hay un poco de amabilidad en tu corazón y que no eres tan mala persona.— Pestañeé con una sonrisa, en un intento -no muy bien ejecutado- de ser linda y convencerlo.
Yoongi frunció el ceño con cierto repudio y negó con la cabeza.
— No hagas aegyo, por el bien de la humanidad.
Imbécil.
— Haré lo que quieras.
— ¿Lo que sea? — Entrecerró los ojos, evaluando sin cuidado nuestra situación.
—Lo que sea. — Troné las falanges de mis manos. Realmente estaba nerviosa... No sé si por él, por la hora, por el lugar, por mi empleo o por mí. O tal vez todas esas opciones juntas.
— Renuncia.
Imbécil.
— Cualquier otra cosa. — Rodeé los ojos.
— Que molesta eres cuando haces eso.
— ¿Qué? — Rodeé los ojos de nuevo.
— Ahg. ¡Eso!
Entonces solté un suspiro, cansada de llegar a ningún sitio.
— ¿Puedes ayudarme solo por esta vez? — Solté con amargura.
Recuerdo el movimiento de mi mano alzándose hasta mis labios, mordiendo la cutícula de los dedos involuntariamente.
— ¿Sigues haciendo eso? — Apartó mis dedos de mi rostro con fugaz movimiento. —Tendrás manos feas, deja de hacerlo.
Mi corazón explotó, o por lo menos creo que así describiría lo que sucedió dentro de mí. Yoongi recordaba mis malas mañas y por si fuese poco, después de tanto tiempo, volví a sentir por unos pocos segundos, la sensación de su piel con la mía. No puedo afirmar que se trató acto de cariño, pero sí aseguro que fue recuerdo grato para mi memoria corporal.
No obstante, muchas cosas también sucedían en mi cabeza; la más importante de ellas, era intentar salir intacta de esa situación. Así que, muy lejos de experimentar flashbacks de nuestros momentos juntos, en contraste, me quedé en silencio tratando de imaginar cómo arreglaría la situación después de que Yoongi dijera todo lo que había visto.
— Vamos.
— ¿Qué?
Se dirigió hacia la puerta tomando una chaqueta de mezclilla, un cubre bocas, una gorra negra y las llaves de algún auto al azar.
— ¿Te vas a quedar ahí?
—¿Eh? — Hice una mueca, aún con otras cosas en la mente.
—Te llevaré a casa. — Respondió. — Los trajiste en el auto de Seokjin ¿No? Son las 12:30 pm, no debes salir sola.
— ¿Te estás preocupando por mí? — Sonreí como una niña pequeña, balanceando mi cadera de derecha a izquierda de forma victoriosa.
Yoongi soltó todo el aire que contenía en las mejillas.
— No, estoy evitando que mañana aparezca en las noticias "Idiota empleada de empresa de entretenimiento sale por la noche y es encontrada muerta."
Sonreí de lado sin intentar ocultarle lo feliz que me hacía esa situación porque probablemente, muy muy muy en el fondo, de alguna forma, se preocupaba aún por mí.
Y para cuando salimos, Yoongi volvió a suspirar con desaprobación cerrando la puerta a sus espaldas.
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