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Nerves

Las fotos y los artículos no demoraron ni treinta minutos en infestar la sección de noticias. Para su fortuna, el hecho de que Yoongi regresara a hacer personalmente un donativo a su vieja escuela y de paso mostrarse un rato en la feria que habían organizado para el evento, únicamente subió un poco más su reputación como una persona amable, humilde y de buen corazón.

El director de la escuela apareció de un momento a otro. Algunos profesores de esos años también. Llegaron más estudiantes, más personas y por ello, de igual forma creció la seguridad: Al principio solo pude visualizar a Dani vestido de civil y después, reconocí cinco sujetos más proporcionados tácticamente alrededor de Yoongi.

Volvimos a ser ese pequeño grupo de tres pero él y yo no cruzamos más de cinco palabras. Después de todo, debía entender que ese era mi lugar si no quería causarle problemas.
Durante toda la tarde, para la mayoría de las personas Minhyuk era recordado como el mejor amigo de Yoongi en aquellos años y yo... Una que otra persona lograba describirme como "Ah.. ¿No eres tú la chica que se paseaba con ellos?". Y no lo malinterpreté, a esas alturas, mi peor miedo era comenzar a ser relevante de alguna u otra forma.
Afortunadamente la madurez de las personas se denotaba en cuanto se acercaban a él, y muy lejos de hostigarlo, hacían un pequeño comentario agradable y se volvían a cualquier otra cosa menos a Yoongi.

Supongo que fue más consideración y autocontrol que otra cosa.

Y el mejor momento... El mejor momento fue cuando arrastramos a Minhyuk a la improvisada casa del terror que habían montado en el auditorio y Yoongi compró todos los boletos para que exclusivamente ingresáramos los tres. Mientras mi hermano caminaba casi acuclillándose frente a nosotros, Yoongi tomó mi mano de forma que no me quedara atrás. Creo que ese fue nuestro momento especial. Ambos lo notamos porque, los gritos, los lamentos y otros sonidos que salían más de Hyuk que de la misma casa, pasaron a segundo plano a cada mirada o sonrisa rápida que nos dábamos sabiendo perfectamente lo que significaba.

Cuando el día terminó, un pequeño cólico apareció en mi vientre. Me sentí totalmente absurda cuando caí en cuenta de que ese malestar era generado por Yoongi alejándose de nosotros. Sin embargo, cuando llegó a su camioneta estacionada a medio metro de la entrada posterior del recinto, justo cuando Dani le abrió la puerta y él alzaba un pie para ingresar, volteó el rostro hacia nosotros con cierta confusión y dijo:

— ¿No van a subir? Los llevo.

Minhyuk soltó una enorme sonrisa, dio un ligero golpe en mi brazo izquierdo y se apresuró a caminar bajo la lluvia mientras yo le seguía el paso. 

— Gracias. — Sonreí hacia Yoongi cuando la puerta se cerró a mis espaldas. 

Me senté en el lugar opuesto a él y Minhyuk. 

Jamás había subido a la parte trasera de las camionetas. Por lo general, el personal viajaba en vehículos más grandes y sencillos o cuando no había otra opción, mi lugar era como copiloto, nunca con ellos. Así que imagino, para Yoongi fue absurdo ver mi rostro fascinado ante las comodidades que brindaba el amplio espacio con asientos de piel, equipo de sonido y minibar con toda bebida a nuestra disposición.  No pasaron ni treinta segundos cuando la camioneta arrancó y Yoongi amablemente dio una instrucción:  

 — A casa de Miah, por favor. 

— ¿Cómo es que Dani sabe la dirección? 

— ¿Tú crees que la dirección de tu apartamento es lo único que investigan cuando entras a trabajar en la agencia? — Respondió

— Oye no la espantes. — Interrumpió mi hermano con una suave sonrisa. — Yo conocí a Dani hace unos cuatro años. Sabe que eres mi hermana. 

Mi mandíbula pudo clavarse en el piso pero la reacción mediata fue querer comprobarlo. Si era verdad, me sentiría como toda una estúpida porque por mucho tiempo había tratado de cuidar mi lenguaje y comportamiento con Yoongi cerca de Dani. A excepción de la noche que escapamos del hotel, claro. 

— ¿Eso es verdad Dani? — Dije en voz alta. 

El hombre alto y corpulento acomodó el espejo retrovisor y me observó a través de él lanzando una sonrisa apenas perceptible. 

— Cuando sales en la madrugada de la oficina y tomas un taxi, tengo que avisar a Minhyuk y a Yoongi que llegaste a salvo a casa.  — Aunque al principio respondió muy seguro de sí, conforme cayó en cuenta de lo aterrador que se escuchó,  su voz arrastró tímidamente las últimas palabras. 

Mi cabeza giró robóticamente hacia Yoongi y él no supo cómo explicarlo. 

— Minhyuk me lo pidió. 

— No fui yo. 

— ¿Dani? — Musité esperando una respuesta. 

— Oye  — Interrumpió Yoongi desviando la atención hacia Minhyuk, sabiendo de sobra que en algún momento yo volvería a exigir una explicación. Mi hermano alzó inmediatamente las cejas hacia él y así dieron el asunto por perdido. —¿Por qué no nos dijiste que saldrías de tu unidad? Pudimos haber ido por ti.

Él tenía razón. Me dolió un poco el hecho de jamás haber visitado a Minhyuk durante su alistamiento en el ejército; únicamente guardé algunas fotos que mi padre me envió el día que fueron a dejarlo a su unidad, y nada más. 

— No le veo sentido a esas cosas.  — Contestó doblando su cintura para recargar la cabeza en el hombro de Yoongi. — Y además, tú y nos vimos dos veces durante mis descansos y hablábamos casi todo el tiempo. — Sin embargo, la tranquilidad de mi hermano no duró demasiado en cuanto posó los ojos en mi cuello y yo sentí que podría haberme aniquilado con la mirada. — Por cierto, animal... — Alzó la voz refiriéndose única y exclusivamente a mí. —  Vi el estado de cuenta de mi tarjeta de crédito. Tiffany's no cuenta como "muebles básicos". 

Yoongi alzó sutilmente la mirada hacia mí y entrecerró los párpados intentando reconocer el dije sobre las clavículas.  

— Ah... ¿Habla del dije que te ayudé a abrochar en mi cuarto de hotel? — Dijo sin algún tono específico. 

Yo asentí varias veces, notando cómo el rostro de Minhyuk comenzaba a preocuparse cada vez más. 

— Sí. Sobre tu cama.

— Cuando saliste del baño. — Continuó. 

— Y usé tu toalla. — Asentí descaradamente. — Muy suave por cierto. 

— ¿Verdad que sí? Robé un par de ellas. Puedo darte una si quie-

Pero fue demasiada innecesaria - y horrible- información para mi hermano mayor. Sacudió fugazmente la cabeza e intentó entender la malévola y descarada complicidad entre Yoongi y yo. 

— ¿Regresaron? 

Esas palabras hicieron eco en mis oídos, dejándome completamente vulnerable. Realmente jamás pensé que esa "broma" a Minhyuk llegaría tan lejos. No lo pensé porque evidentemente, para él,  las posibilidades que algún sentimiento romántico resurgiera entre Yoongi y yo eran casi nulas. Sin embargo Minhyuk debió tener sus razones para sospechar o creerlo posible y eso, debo aceptar, logró alarmarme un poco. 

¿O es que yo era demasiado obvia cerca de Yoongi? 

—  No me condenes así, Minhyuk. — Respondió Yoongi restableciendo el orden natural de las cosas. — Soy muy joven para acabar con mi vida de esa forma. 

El semblante de mi hermano pareció relajarse demasiado. 

— Ya quisieras tener el privilegio. — Arremetí. 

Yoongi y yo pudimos haber prolongado la discusión pero esta se detuvo justo cuando la camioneta se estacionaba frente a la casa de mis padres. 
El teléfono de Minhyuk sonó y este se apresuró a salir para, solo supongo, tener mayor privacidad. Le seguimos el paso cubriéndonos de la lluvia con los propios brazos y para cuando llegamos, había colgado. 

— ¿Dónde te quedas Yoongi? — Preguntó mi hermano introduciendo la llave en la cerradura de la entrada. 

Él rodeó la mirada con suspicacia y después habló. 

— En casa de mis padres. ¿Por?

— ¿Recuerdan a la chica hermosa de ojos grandes que saludé en el festival?

— ¿Con la que te perdiste por hora y media. — Completé coincidiendo con Yoongi. 

No me puedo quejar. Ante la ausencia de Minhyuk, Yoongi quiso detenerse un momento para descansar y de paso comer algo que seguramente la agencia prohibía. 
Al final terminamos comprando banderillas de queso con más queso, papas en forma de espiral, té helado y nos adentramos en el desierto gimnasio, tomando asiento en las gradas y compartiendo sus audífonos mientras escuchábamos un viejo álbum de Simple Plan

— Me acaba de invitar a una fiesta. — Contestó balanceando el cuerpo de derecha a izquierda. —  Es en el centro. Ya no te da miedo quedarte sola ¿Verdad?

— Al contrario, siento menos presión no tener que cuidar que no te ahogues con tu propia saliva al dormir boca arriba, Minhyuk. 

— No me queda de paso. — Musitó Yoongi calculando las distancias entre la casa de los Min y el centro de la ciudad. — Pero puedo ir a dejarte. 

— No, tomaré un taxi. — Asintió con algo de prisa. Entonces apareció un breve silencio incómodo porque la puerta de la casa estaba abierta. Tal vez el plan de mi hermano era llamar al taxi hasta que yo ingresara, pero no lo hice. Yoongi tampoco se movió. — ¿Ya te vas? — Dijo impaciente después de unos segundos, alternando la vista entre Yoongi, la camioneta y mi rostro. 

— ¿Crees que le voy a hacer algo a tu hermana? — Resopló con bastante indignación. 

— No, temo por ti.

— Yoongi no es mi tipo. — Mentí inmediatamente.

Intenté fijar la vista en Minhyuk pero al mismo tiempo, sentí perfectamente los oscuros ojos de alguien más analizándome sin piedad.  

— Ni tú el mío. — Argumentó sin expresión. 

— Olvidé que te encantan las acosadoras. 

— Y a ti los sociópatas abusivos.  

Lo anterior pareció tranquilizar colosalmente a mi hermano porque incluso relajó su posición aferrada a la madera del piso. Con agilidad, tomó de nuevo el celular para pedir un taxi a domicilio y cuando este apareció a los pocos segundos dando vuelta en la esquina, rebuscó las llaves en su pantalón y bajó un par de escalones, pasando frente a Yoongi. 

— Entonces me voy. —  Dijo. — Recuerda poner-

— Todos los seguros de ventanas y puertas antes de ir a dormir. — Interrumpí. — Sí, lo sé.

Minhyuk se despidió de Yoongi con una muy fuerte palmada en la espalda, caminó con prisa hasta el auto negro que esperaba en la acera de enfrente y lo vimos desaparecer en algún punto de la calle. 

— ¿Quieres pasar? — Dije en cuanto nos quedamos en pleno silencio. — No te preocupes por mis padres y esas cosas. Están en Italia sin mí.

Él abrió levemente los labios inspeccionando el fondo oscuro tras de mí e hizo una pequeña seña con la mano a Dani en su camioneta, quien instantáneamente asintió y emprendió su marcha perdiéndose en la carretera abrumada por la lluvia y algún repentino trueno.
Jamás entendí la forma tan rápida en la que el personal de la agencia se movía para proporcionales cada una de las comodidades posibles. Es decir... ¿Una camioneta para dos días? En fin, supongo que algunas cosas que parecen extravagantes para una persona normal, son totalmente irrelevantes para personas como él.

— Tienes una fijación con Italia. — Pestañeó frunciendo la frente. — Un día te llevaré de vacaciones para que por lo menos salgas de Seúl.

Yoongi, tan lindo.

— Alguna vez ya hicimos esto. — Continuó mientras traspasando el marco de la puerta, dejaba sus tenis de lado. — Ahora me llevarás a la isla de cocina y me darás helado de vainilla.

Lo recuerdo. Fue la primera vez que Yoongi fue a recogerme a la escuela de baile en aquel viejo Mustang que Hyuk compró por $3000 USD en el lote de autos de la ciudad. Esa noche me sentí como toda una perdedora por invitarle helado de vainilla a alguien tan genial como él en ese entonces.

— Odias el helado de vainilla. — Aventé mi chamarra al sofá de la sala y pude notar de reojo cómo Yoongi desaprobaba mi desordenada forma de ser y él, retiraba elegantemente la suya para dejarla colgada en el perchero de la entrada.

Prendí las luces e intenté recordar mis modales. No es como si me importara demasiado, pero tuve esa extraña sensación de incomodidad al darme cuenta de que ya no se trataba de mi casa y por alguna razón necesitaba sentirme más adulta, madura y responsable que cualquier otro día. Y con urgencia.

— Esto está muy diferente a como lo recuerdo. — Volteaba hacia todos lados como si intentara reconocer algo en aquella sala, la cual, solo conservaba el piso de madera gris pulido. — Tu padre seguro se infartó al ver el precio del candelabro de cristal. — Señaló el techo con la mirada, prestando atención al parpadeo de las luces resultado de los truenos  averiando algún poste de luz. — Yo lo hubiera hecho.

Era bueno. Yoongi se mostraba más relajado de lo que habría esperado. 

Una parte muy inmadura de mí, aún seguía pensando en su mano tomada con la mía y en aquellas miradas que no eran tan comunes en un día normal. Así que el hecho de que Yoongi no se sintiera incómodo o quisiera mencionarlo, también me proporcionaba cierta calma. Por el momento.

— Siéntate. — Invité. Solté la coleta alta que después de unas horas comenzaba a darme dolor de cabeza. Me dirigí hacia la pequeña cantina que habían instalado para reemplazar el horrible mueble de vajillas del abuelo de mamá y abrí las puertas esperando encontrar alguna bebida que pudiera salvar la situación. — No tengo helado de vainilla, pero creo que papá tiene whisky o vino. ¿Quieres algo?

Posiblemente mamá me hubiera corregido en ese momento con su: "No se dice '¿Quieres?', se dice '¿Te ofrezco?'..." Cosas que solo las madres notan.

—¿Tú qué vas a tomar? — Dejó caer todo su cuerpo exhausto sobre el sofá grande, recargando el cuello sobre el respaldo y comenzando a cerrar los ojos.

— Pues vino. — Sonreí sabiendo que él escogería definitivamente el whisky. — Yo apreció mi esófago bastante. — Tomé la botella abierta de vino de la cava eléctrica y escogí el whisky menos empolvado del estante. No tenía ni idea si era bueno o no pero, serviría.

— Es porque no lo sabes tomar. — Musitó con una sonrisa leve mientras extendía su mano para tomar el vaso y la copa entre mis dedos y así ayudar a servirlos.

Tomé lugar a su lado con tanta naturalidad, que ni siquiera pudo ser perceptible mi ímpetu reprimido por sacar a relucir el tema de las manos, las miradas, ciertas indirectas y algunos hechos que aún no lograban dejarme tan tranquila. 

— Ah... creo que mejor no. —  Arrugué la nariz al descorchar de nuevo la botella de vino, en cuanto el olor del alcohol y específicamente el de las uvas combinadas con anís, inundo mis fosas nasales.

Él dio un pequeño sorbo a su vaso con whisky sin hacer ni una sola expresión. ¿Cómo alguien podría beber whisky de Malta puro de esa forma?
Tuvo la oportunidad de regocijarse en su lugar con el ego muy en alto, me hizo ver como una niña que jamás había tomado una gota de alcohol en su vida y él era todo un hombre docto, culto y experimentado.

— ¿Por? — Dijo mientras daba otro sorbo y dejaba el vaso a la mitad. Que rápido. En su lugar, debido a la gran concentración de alcohol en ese medio vaso, ya hubiera estado en el piso, llorando y pidiendo clemencia a la naturaleza o a Dios por dejar mi esófago y vesícula salir libres por última ocasión. 

Pero como si mi gesto de asco hacia el vino no hubiese sido suficientemente claro, vertió una cantidad considerable en la copa entre mis manos y con la mirada, me incitó a darle un sorbo. — Anda, no quiero verme como el único con problemas de alcoholismo.

Que fraternal.

Tomé un poco de aire -y valor- y di un trago grande de forma que no pudiese volver a señalarme la copa por un buen rato.

— Tengo una mala historia con el vino ahora que recuerdo el olor del Cabernet. — Dije comprobando que el olor era lo único que me hacía sentir un poco avergonzada, el sabor era otra historia.

Yoongi soltó una pequeña sonrisa curiosa a la par que volvía a examinar su vaso, como si estuviera evitando tener que hablar de cualquier otra cosa... O tal vez que cierto tema suscitara de repente.

— Tengo bastante tiempo. — Asintió corroborando la hora en el carísimo reloj adornando su muñeca. — Seguramente me voy a arrepentir pero-

— Es sobre sexo. — Interrumpí tras darle otro sorbo a la copa de vino. Por alguna razón el olor había pasado a segundo plano. ¿En qué momento terminé la copa? ¿Por qué saqué ese tema? Si lo pensaba mejor, prefería mil veces las manos y las miradas.

— No soy celoso. — Únicamente lo escuché decir porque ante esa frase, no tuve el valor para voltear a verlo y dejar en evidencia la completa sonrisa de idiota en mi rostro.

Él terminó con su vaso y volvió a servir otro haciendo lo mismo con mi copa. Una parte muy recatada de mí gritaba que había sido suficiente pero la otra giraba de emoción al ser la primera vez que lo notaba tan... él.
Mordí mi labio varías veces analizando rápidamente la forma correcta en la que explicaría aquella anécdota sin verme vulgar o llegar a demasiados detalles, como solía hacerlo con mis amigas o en dado caso con Seokjin, cuando ya éramos más confianzudos.

— Antes de conocer a Paul, salí con un chico de la facultad. — Comencé pronunciando y escogiendo bien las palabras. — Estaba bastante nerviosa porque acordamos salir exclusivamente para, ya sabes, procrear sin procrear. 

Creo que vi una pequeña e insignificante risa queriendo escapar de sus comisuras pero, fue más rápido para ocultarlo. 

— Entiendo. — Asintió pestañeando varias veces, supongo queriendo comprender el contexto liberal en la época universitaria de cualquier estudiante de intercambio. 

— Y bueno. — Traté de acortar las explicaciones. — Tomamos vino y creo que me acabé la botella.

— No suena tan mal, yo también he llegado a acabarme una botella en una noche.

— El problema es que recuerdo todo lo que sucedió y aunque él dice que fue tierno  y todo eso... — Suspiré profundamente arrugando la nariz por lo vergonzoso que me resultaba. — No me convence mi lado ebrio y desnudo quedándose dormido a medio acto.

Yoongi dio otro trago a su whisky evitando emitir algún juicio con la mirada, lo cual agradecí bastante. El único detalle que llamó mi atención fue cuando mantuvo el trago en la boca y alzó una ceja sin dejar de mirar el vaso. Era claro que le incomodó escuchar eso de mi parte y yo, no sabía si eso me agradaba o me alteraba un poco más de lo que ya habían logrado dos copas seguidas del vino, que supuestamente tanto me había rehusado a tomar.

— Y bueno, no es como si me importara. De hecho no pero... — Logró decir después de acomodarse de nuevo en el asiento. — Después del idiota de tu ex tú...

Solo podía referirse a un tema hablando tan específicamente. Un Yoongi un poco más sobrio, jamás hubiera sacado por sí solo una pregunta tan directa; al parecer, los tres vasos y medio de whisky habían hecho efecto dando por resultado esa mirada despreocupada y ciertamente interesada.

Evité totalmente el impulso por entrecerrar los ojos y lanzarle algún comentario absurdo. A pesar de que temía verme demasiado mojigata, iba a contestar con la verdad ¿Qué perdía?

— Pues ha pasado un tiempo. — Respondí finalmente intentando darle una sonrisa firme, sin titubeo alguno que dejara en evidencia lo incómodo que me resultaba hablar de ese tema. Con él. Y de pronto, casi de inmediato, sentí aquel impulso de estupidez que no pude frenar hasta el momento que arrastré las últimas palabras. — Es tu... turno. ¿Y tú? No es que me importe, aclaro. — ¿Qué era? ¿En qué momento tuve la increíble idea de convertirlo en un juego de pijamada?

Yoongi relajó sus hombros y despeinó su cabello negro hacia atrás, dejando de por medio una imagen digna de sesión fotográfica para el hombre más guapo del año.

— Ha pasado un tiempo. —Imitó mientras suavemente asentía con la cabeza.

Dejando únicamente el sonido de la lluvia como fondo, un trueno sacudió en nuestros oídos dejando un apagaron de luces a su paso.
Sin las ganas de mover algún músculo fuera del sofá, y sabiendo que no había otra opción más que esperar a que las luces regresaran solas, como si ese fuera el único método para sobrevivir, tomé el pequeño encendedor en la mesa y prendí el juego de velas color azul en el centro de cristal.

Le di un enorme sorbo a la copa. Se me permitía estar aún más incómoda que antes.

Tiempo después me di cuenta de que "incómoda" no era la palabra correcta para describirme en ese entonces.

— ¿Estás nerviosa? — Preguntó riendo al percatarse de mi torpeza tirando la cera sobre mis dedos.

Lo estaba. Muchísimo. Ya había perdido la cuenta de las razones: Yoongi, sus manos con las mías, las miradas, el alcohol, las preguntas, el tema del sexo, su aparente interés, el apagón... Me encontraba en aquella primer fase de negación del duelo, y aparentemente, debido al hormigueo en mis mejillas y la exaltación en mi pecho, iba a saltar a la aceptación en cualquier momento.

— Tú madre, la Sra. Min debe estar preocupada. — Evadí aclarando mi garganta. Desafortunadamente Yoongi pudo percatarse al instante y acto seguido, volvió a acomodarse en el asiento pero ahora un poco más cerca de mí.

— ¿Me estás corriendo? — Bastante cerca. El Yoongi pasados los tres vasos de whisky ¿Me agradaba o me asustaba?

— No. Intento ser considerada.

— Pues no tengo prisa. — Se alejó con una sonrisa oculta al percatarse de lo cerca que se encontraba. —  Está lloviendo y voy a quedarme hasta que vuelva la electricidad o llegue Min Hyuk.

— Ambos sabemos que la segunda no sucederá. — Respondí. Y es que no había que ser muy inteligente para asumir que él definitivamente no llegaría. —  Entonces gracias.

Necesitaba alejarme un poco de él y de su inesperada personalidad -más - intimidante. Me preguntaba si es que él sabría o tan siquiera notaría me seguía gustando; absolutamente todo lo nuevo, todas las señas e impulsos de cercanía aparentes eran justificadas bajo la amistad que Yoongi había decidido marcar entre nosotros. Constantemente debatía la posibilidad de que ese objetivo por ser amigos de nuevo, fuera realmente alguna pauta suya para volver a ser más cercanos y finalmente llegar a algo más. O si es que sus palabras eran verdaderas: únicamente quería una amistad.
Pero me encontraba en un campo completamente desconocido, me encontraba ahí, con el rostro y los labios adormecidos debido al alcohol, con muchas preguntas por hacer, con todos mis sentidos inhibidos y los sentimientos corriendo por el otro extremo, totalmente sola con la persona que me gustaba y que jamás dejó de hacerlo. 

Fue cuando mi vista se encontró con una caja de chocolates belgas que Hyuk dijo trajo de la fiesta de salida del ejército organizada por sus amigos. Sentarme en la alfombra y comenzar a comer uno a uno con la esperanza de que algo dulce redujera la desinhibición y de paso poder evitar abalanzarme en un beso que seguramente él rechazaría porque es Yoongi, parecía ser mi única opción medianamente razonable.

— Lamento no haberte dicho que vendría. — Terminó por dejar su vaso y sentarse a mi lado en la alfombra. Me agradó imaginar que el también necesitaba parar.

 —¿Por qué? — Dije tomando un chocolate para después ponerlo frente a sus labios. Él no dudó en comerlo. — Fue divertido. Muy extraño, pero lindo.

Supuse que alguien jamás terminaría por acostumbrarse por completo a ese estilo de apariciones en público; a pesar de que por un momento me sentí totalmente observada y señalada, él hacía las cosas más sencillas con su sola presencia. Era... extraño.

— ¿De verdad? Creí que estabas incómoda-

— Yoongi... —Interrumpí de tajo provocando un respingo de su parte. Ah... Ahí venía de nuevo ese completamente estúpido impulso por preguntar cosas cuya respuesta podría herirme si no era lo que esperaba. — La razón por la que quisiste venir fue para ver a Hyuk ¿Verdad?

Él, con rostro perfecto iluminado por los truenos que seguían apareciendo entre la lluvia, se limitó a sonreír dejando en claro que esperaba eso de mi parte.

— No.

— ¿No? — Entorné la mirada, sumamente encantada. Y muy ansiosa.

— Miah, no me hagas decirlo.

—¿Decir qué? — Claro, podía casi estructurar la respuesta en mi imaginación pero necesitaba escucharlo de su voz, solo así podría asegurarme de una vez por todas, que yo no era la única cobarde.

— Haces muchas preguntas, como siempre. — Comenzó a jugar con sus dedos, como si encontrara algún tipo de apoyo emocional en ello. — Y creo que te aprovechas de mi amor por el whisky para obtener respuestas que sabes me cuesta mucho trabajo darte.

No pude hacer otra cosas mas que asentir en completo silencio acompañando a una sonrisa triunfante. Él lo sabía, era plenamente consciente de ello, quería evitarlo pero a esas alturas hubiera sido inútil. Solo hacía falta una cosa.

Aceptación.

— Quería pasar más tiempo contigo. Aquí. — Continuó. Dejé de prestar atención a los truenos, a la lluvia, a los chocolates y mi tensión instintiva. — Hyuk no me interesa, lo tuve conmigo seis años más. — Hizo una pequeña pausa para fruncir los labios. Amaba al Yoongi desinhibido. — Pero eso es más que obvio. Solo querías escucharlo y ya está. Creo que perdí.

El juego del orgullo tal vez había comenzado a ceder. Yo no consideraba a Yoongi como el primero en perder porque muchas veces fui yo quien lo buscaba y de alguna forma, encontraba la excusa perfecta para estar cerca de él. Como esa noche. Como la noche que lo invité a cenar, como la vez que lo obligué a pagar una cena carísima, quedarme con él en la mesa durante una boda, la noche que escapamos al bar... Creo que cedí más veces de las que me gusta admitir. 
¿Y eso era todo? Ya había aceptado quería estar cerca. ¿Qué seguía? Mi lado romántico exigía intentar un beso y la parte de la "oscura Miah" aún se negaba a dar otro paso si no dejaba el pasado esclarecido de una vez por todas.

— Yoongi... ¿Puedo hacerte otra pregunta? — Dije con la intención palpitante de retractarme, haciendo caso a mi lado romántico.

— Vas a hacerla de igual modo. — Lo escuché musitar. ¿Por qué amaba tanto su voz ronca y profunda? Era tortuoso.

Suspiré de la forma más honda y extensa que mis pulmones lo permitieron. Era tiempo.

— ¿Qué sucedió cuando me fui?

Yoongi dejó pasar por lo menos un minuto de agonizante silencio. Imaginé que tal vez estaba escogiendo sus palabras o tal vez los detalles; también pude retractarme mentalmente porque aquel tema podía aún ser incómodo. Sabía de Yoongi antes de irme, sabía de Yoongi siete meses atrás que regresé a casa, pero desconocía completamente a Yoongi durante esos casi nueve años en los que únicamente podía verlo y anhelarlo a través de fotos y videos.

— No voy a decirte que quedé devastado porque no fue así. — Comenzó con voz neutra, sin algún sentimiento perceptible.— Una parte de mí quería convencerse que fue lo mejor... Para ambos. Incluso, creo que tu partida fue el impulso que necesitaba para salir de aquí.

— ¿De verdad?

— No estaba tan convencido, Miah. — Frotó el puente de su nariz y después regresó la mirada gélida hacia mí. — Estaba cegado por esas cosas del amor... Tenía 18 años. Todo fue un poco más doloroso para mí.

¿Por qué eso sonaba como una completa victimización?
Al principio, me encontraba cargada de culpa por el hecho de haberme ido sin algún tipo de explicación, pero que no haya regresado fue en parte culpa suya. Él jamás respondió, él jamás mostró alguna señal que pudiera darme pauta a considerar regresar cuando tuve dinero y conciencia suficientes como para tomar mis propias decisiones.

"Todo fue más doloroso para mí."

— ¿Y crees que no lo fue para mí? — Respondí tajante sin darle mucha oportunidad de seguir explicando. — ¿Crees que no me dolió?

— Pues no. — Asintió al instante. Su voz sonaba confundida, ahora bastante insegura. — La Sra. Ahn dijo que... bueno, tú sabes.

— No, no lo sé, Yoongi. — Pude vocalizar antes de entrar en algún tipo de bloqueo mental. — ¿Exactamente qué dijo mi madre?

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