lovesick
Era la segunda turbulencia dentro de las primeras tres horas de vuelo.
Había desarrollado cierto miedo irracional a los aviones desde mi último vuelo de regreso a Seúl. El percance que, debido al clima terrible obligó a los pilotos a tener ciertos problemas con las turbinas y el combustible, había dejado secuelas en mi débil, ansiosa y pobre mente.
Odiaba la altura, la presión, la incertidumbre, ver el mar interminable desde la ventana, las zonas boscosas, las pocas probabilidades de sobrevivir si algo salía mal y el terrible catálogo de películas de los 90 en las pantallas táctiles.
Cuando sentí que el avión perdía estabilidad, me aferré al asiento. Inhalé y exhalé. Mi miedo era bastante evidente, y para mejorar todo aquel asunto, había olvidado esas preciadas píldoras que me hacían dormir durante casi 16 horas. La carga de trabajo incluso durante el vuelo — y la razón por la cual viajaba ahí — ayudaba un poco, pero no lo suficientemente como para calmar mi terrible y creciente ansiedad.
— ¿Es tu primera vez en avión, Miah? — Jungkook, quien estaba a mi lado repasando el guion que le había armado para una entrevista, respingó de repente con algo de diversión.
— ¿Te parece que viajó de Corea a Estados Unidos y de regreso en lancha? — La voz adormilada de Yoongi sonó desde el asiento tras nosotros.
Jungkook frunció los labios y le lanzó una mirada enternecedoramente punitiva cuando giró para encontrarse con él.
— Pero ¿Has traído algún tranquilizante, Miah? — Peguntó Namjoon desde su lugar, dejando a un lado su libro para dedicarme una mirada preocupada. — Creo que podrías pedir algo a las sobrecargo. Hace unos meses Taehyung se sentí fatal del estómago y una de ellas fue muy amable al conseguirle... ¿Cuál era el nombre? Ah... Sulfametoxazol
— Tae estaba que estallaba del dolor. — Musitó Jungkook, haciendo el mayor esfuerzo por no reírse.
— Gracias por decirlo en voz alta. — Interrumpió Taehyung. — Solo quiero aclarar que fueron mareos y no fue algo relacionado a lo que dice Jungkook, Miah.
— Está bien. — Le sonreí concentrándome demasiado en él para no volver a desestabilizarme. — A todos nos pasa y más seguido de lo que a las personas les gusta admitir.
— Gracias Miah. — Sonrió de regreso alardeando ante los demás.
Otro movimiento brusco sacudió mis esfuerzos por no hiperventilarme. Esta vez, me aferré al brazo de Jungkook quien emitió una mueca de dolor reprimido en cuanto mis uñas —con un precioso terminado francés rosado —se enterraron en su piel.
— Las pastillas... Las olvidé. — Fue lo único que pude musitar antes de sentir aquel zumbido agudo retumbar dentro de mis oídos. — Lo siento. — Susurré avergonzada, retirando mi mano de su brazo adolorido. Él, amablemente, solo negó sonriente con la intención de restarle importancia.
Podría parecer una estupidez, un miedo absurdo, pero para mí era el mismo temor que sienten algunas personas a los payasos, las arañas, a los lugares pequeños, o a un compromiso serio.
De verdad lo intentaba. Intentaba tranquilizarme y pensar que en... solo... 14 horas más, estaríamos en Nueva York. Vaya consuelo ¿No?
Comencé a morder la cutícula de mis dedos compulsivamente, mi mandíbula ya no era capaz de articular otro movimiento con éxito porque los dientes rechinaban entre sí. Era el viaje más largo y progresivamente aterrador de mi vida.
— ¿Tienes alguna duda sobre la entrevista, Jungkook? — Titubeé en un pobre esfuerzo por concentrarme en otro asunto. — Recuerda que si se llegan a salir del guión o alguna pregunta no te hace sentido, cede la palabra a Namjoon y él se encargará.
Pero Jungkook pareció no prestar atención a mis palabras. El chico apartó su iPad y preocupado, se deshizo del muro divisorio entre los dos asientos, se acercó a mí y me envolvió en un fuerte — y muy asfixiante— abrazo.
— Una vez vi en la tele que esto llega a tranquilizar cuando estás ansioso.
Aunque su amable gesto no me servía en lo absoluto para tranquilizarme, permanecí así por unos segundos. Porque... Es decir ¿Quién no?
— No es una vaca, Jungkook. Eso lo hacen cuando son enviadas al matadero y las aprehenden para tranquilizarlas. — Interrumpió Yoongi con la misma voz de hace unos instantes.
— ¿Sí?... — Frunció la frente. — Entonces ¿Deberías venir a intentar algo, Yoongi? — Respondió algo ofendido.
Tras unos segundos intercambiando miradas, Yoongi se levantó a regañadientes del asiento para ocupar el lugar de Jungkook a mi lado. Volteó por sus pertenencias y colocó su cinturón de nuevo.
— Hola Yoongi. — Vocalicé con muchísimo esfuerzo.
— Hola de nuevo, Miah. — Susurró rebuscando entre sus pertenencias. — No te ves bien.
— Me la estoy pasando de maravilla. — Contesté. — ¿Te ofrezco un café?
Yoongi sonrió negando suavemente con la cabeza. Supongo que una parte de él se preguntó cómo carajos podía estar bromeado incluso cuando moría de miedo. Pero resulta que ese es mi don.
— Ten. — Alzó un pequeño frasco anaranjado hacia mí.
— ¿Y esto es...? — Musité.
— Solo tómalo. — Respondió sin querer darle mucha importancia. — ¿No lo vas a tomar? Se cansa mi mano. — Sacudió el frasco con impaciencia.
Fruncí los labios más curiosa por saber de qué fármaco se trataba que por estar hundida en el miedo por la turbulencia. Tomé el aparente medicamento que me ofrecía y leí con cuidado la etiqueta inscrita: Bromazepam.
—¿C-cómo...?
— No es la gran cosa. — Bostezó. — A veces también las tomo. Me ayudan en casos muy extremos.
Yoongi lo había recordado. Y no, yo sabía perfectamente que no era una coincidencia que él tomara el mismo ansiolítico prescrito al que yo solía recurrir cuando, a los 16 años, comenzaron a aparecer los primeros síntomas en pequeños cuadros de ansiedad.
Así que, sin decir una palabra más, tomé media pastilla y la ingerí con un trago grande de jugo de manzana que la sobrecargo puso frente a mí tras la señal de Yoongi.
— Gracias. — Sonreí. — Lo recordaste...
Él me observaba de reojo y aunque intentara ocultarlo, dibujó una pequeña sonrisa de satisfacción en sus labios.
— No. — Respondió. — Ya te dije que también las uso cuando me siento muy muy mal.
— ¿Desde cuándo usas medicamento, Yoongi? — Cuestionó Jin, a un lado de Namjoon, abrazando una manta de viaje color azul cielo y levantando su antifaz para dormir.
— Que atento estás. — Yoongi rodó los ojos con escepticismo. Volteó hacia mi dirección tras saber que nadie más nos ponía atención. Vaciló por unos momentos antes de continuar. — Hablé con Hyuk hace unos días y mencionó lo del incidente del avión. — Dijo en voz baja, con algo de orgullo en las palabras. — No te las di antes porque esperaba que lo controlaras sola, tomar esto seguido no es bueno. Es cierto que ayuda pero, sé que te hace sentir que flotas en la nada y hacia ningún lado.
Fue entonces cuando mi corazón decidió explotar de nuevo, como si mi evidente cara de idiota perdida en sus ojos y sus atenciones conmigo no fueran suficientes.
— Ay... Que romántico eres. —Emití en un susurro meloso sobreactuado con toda la intención de arruinar el momento. Porque claramente, esa era nuestra naturaleza.
— ¿Romántico por qué? Son 15 dólares. — Se encogió de hombros. — Incluso la hago de dealer contigo.
Aunque el tema de las drogas y adicciones no era gracioso para la mayoría, por lo menos en nuestra pequeña burbuja de irreverencia y cosas políticamente incorrectas, sí lo era. Así que reí muy levemente y eso pareció reconfortarlo un poco. No sabía si era el medicamento o su presencia lo que provocaba el efecto pacífico y acogedor en mí... Me atrevo a pensar que tal vez, era un poco de ambas.
Poco a poco sentía los párpados más pesados. Únicamente podía escuchar el ruido lejano de las turbinas y percibir el aroma del perfume de Yoongi, sentado a mi lado, atento a su computadora y sin la intención de dejar a un lado sus audífonos.
No sé y no recuerdo cuánto tiempo dormí. Tal vez estaba saliendo de alguna etapa del sueño pero mis sentidos comenzaron a agudizarse conforme pasaban los lejanos segundos.
Mi nariz estaba fría y hasta ese momento, pude sentir un leve ardor en mi cuello debido a la posición del asiento.
—Yoongi, es ella. — El hilo de voz de Jimin fue bastante perceptible. Aún no podía abrir los ojos en su totalidad.
Atribuí esa oración alguna parte de mi sueño y decidí no prestar atención. Me removí en el asiento e intenté volver a dormir.
— ¿Cómo pudo- ¿Qué hicieron? — Susurró Yoongi, desorientado. Por su voz ronca, supuse que también le habrían despertado de un largo sueño.
— No vayas, solo le darás lo que quiere, Yoongi. — Escuché pronunciar a Namjoon. No era común escucharlo en ese tono tan grave y colérico. Incluso intimidaba. No sabía de qué hablaban pero si yo fuera Yoongi, le hubiera hecho caso sin objetar.
— Esto ya llegó muy lejos, mierda.
A partir de ese momento, comencé a sentir que el letargo cesaba. Únicamente permanecí unos minutos más sentada con los ojos cerrados pero atenta a lo que ocurría a mi alrededor. Las personas se movían y desplazaban en un inquietante desbalance. Abundaban susurros y un aparente alboroto contenido. La zona de turbulencias había pasado; de un momento a otro, solo el sonido de las turbinas y el aire en la cabina eran perceptibles. Eso definitivamente, no me hacía sentir mucho más segura.
Cuando decidí abrir los ojos y mirar a mi alrededor, Yoongi ya no estaba a mi lado. Los únicos rostros familiares que reconocí fueron el de la guapísima azafata, Hoseok mirando su celular y el de Taehyung, sumergido profundamente en su sueño, cubierto con una manta de viaje café con verde profundo.
Tomé un respiro. Estiré mis brazos, aparté una manta con aroma a Invictus que por alguna razón cubría mi torso y me encaminé con la intención de encontrar el sanitario. El temblor en mi cuerpo, afortunadamente había terminado.
— Uhmmm ¿Miah? — Hoseok levantó la mirada hacia mí en cuanto recorrí la puerta para ingresar a la estación de servicio de las azafatas y pasar a primera clase.
Volteé al escuchar su voz.
— ¿Sí?
— Creo que debemos permanecer en esta área por lo mientras. — Sugirió amablemente, entornando la mirada.
Retrocedí unos pasos hasta su nivel y me senté en algún lugar vació por casualidad.
— ¿Dónde están los demás?
Hoseok rascó su nuca emitiendo una mueca de inseguridad. Vaciló unos segundos antes de hacerlo pero, terminó palpando el asiento a su lado para que me sentara con él.
— Primero ¿ya estás mejor? — Sonreía con serenidad. — Por un momento creí que necesitarías la máscara de oxígeno.
— Mucho mejor. Gracias. — Devolví el gesto. — Pero ¿Pasó algo? Hace unos minutos escuché...
El chico de pelo castaño claro mordió su labio inferior como si debatiera demasiado consigo para comenzar a hablar. Por su expresión, comencé a dudar que fuera algo sin relevancia.
— ¿Están todos bien? — Fruncí la frente ejerciendo cierta presión a una respuesta, preocupada.
— Han... Han encontrado a alguien que no debería estar aquí. — Dijo finalmente, tras elegir sus palabras con precisión. — Pero ¡no te preocupes! Ya todo está bajo control. — Trató de sonreír lo más que pudo para ocultar se encontraba sumamente inquieto e inseguro por algo.
Inspeccioné una vez más el lugar. Intenté imaginar qué tan grave había sido el asunto como para que los dos managers y cinco de los miembros del grupo, estuviesen ausentes. Ni siquiera estaban presentes las sobrecargo y lo más extraño, tampoco se encontraban los custodios asignados por la compañía.
— ¿Me podrías explicar mejor? — Sonreí con la intención de tranquilizarlo. — No es algo grave ¿Verdad?
Hoseok titubeó. Frotó las palmas de las manos sobre sus rodillas y finalmente decidió acomodarse en una mejor posición hacia mí.
— Una persona muy muy muy entusiasmada está aquí. — Respondió sin el aura vibrante que lo caracteriza.
Mi rostro denotando excesiva confusión debió notarse demasiado porque a continuación, hizo un esfuerzo por explicarse mejor, aclarando la garganta.
— Así prefiero llamarles. — Dijo derrotado. — Una seguidora muy entusiasta, demasiado dedicada y con exceso de amor hacia un miembro, está aquí... Sin permiso. — Vaciló con algo de frustración.
En ese momento comprendí que Hoseok era demasiado agradecido, educado y caballeroso como para referirse a aquellas personas que irrumpían en su privacidad como lo que eran.
Es evidente que, como una persona con ansiedad generalizada diagnosticada y controlada, la invasión a la intimidad, me parecía algo atroz y sumamente terrorífico. Mi mente simplemente no podía concebir que alguien era capaz de atreverse a tanto con tal de respirar el mismo aire que otro ser humano que idolatra.
Pero había algo en Hoseok que me seguía inquietando.
— ¿A qué miembro te refieres? — Intuí lo peor, al recordar las palabras de Jimin hacia Yoongi.
Hoseok intentó omitir la pregunta pero tardó demasiado en formular otra oración como para esquivarme. Insistí varias veces con la mirada expectante hacia él.
— ¿Te has preguntado por qué no hay grupos de mujeres ni aprendices en la compañía?
Parpadeé un par de veces, analizando lo que musitó con cautela.
Y era cierto. A diferencia de las otras grandes empresas, la compañía sólo contaba con el grupo, otro artista en solitario y un reducido grupo de aprendices masculinos. Al principio me había parecido raro, sin embargo con el tiempo dejé de indagar suponiendo que con ellos era más que suficiente, pues prácticamente, la compañía comenzaba a liderar la industria en aquel momento.
— Escuché rumores... — Parpadeé, ciertamente confundida.
— ¿Qué... rumores? — Hoseok entrecerró la mirada.
Verlo tan serio no era común.
— Bueno... Que no hay mujeres porque ustedes pueden distraerse y comenzar a salir. — Respondí. — Lo cual... es una tontería porque ustedes pueden salir con quien quieran. ¿No?
No pude evitar soltar una pequeña sonrisa tras recordar las pequeñas salidas con Yoongi y la explicación que me había dado esa noche por ello.
— Es... medio cierto. — Asintió.
— ¿Cómo?
— Es que, bueno, se trata de Yoongi. Por eso no creo que sea yo quien deba contarlo. Ya sabes... Ustedes eran amigos desde antes y-
Oh, Yoongi. De todas las personas en ese grupo ¿Por qué tenía que tratarse de él?
— Pero él no me lo contaría si es algo malo. — Respondí al instante.
El chico dio un largo suspiro y eso supuse le sirvió para aclarar sus ideas. — Supongo que tienes razón.
—¿ Y bien? — Insistí buscando más explicaciones en su mirada.
— Esto pasó hace unos 5 años, ni siquiera recuerdo bien... Había un grupo de chicas que entrenaban. Y todo marchaba bien... Hasta que Yoongi comenzó a salir con una de ellas. — Respiró con esfuerzo no muy convencido de seguir y al final, peinó su cabello hacia atrás dejando la frente al descubierto.
Alguna vez imaginé me sentiría herida al conocer sobre las relaciones de Yoongi, pero sorprendentemente, no movió demasiado mis sentimientos.
Meses atrás, durante la primera plática informal que tuve con Namjoon, me había alertado sobre algo similar; él se había referido a Yoongi como alguien que podría salir fácilmente herido y quería evitar eso. ¿Por qué otra razón más sería?
Posteriormente, en alguna conversación, Jin había comentado algo como "No sería la primera vez que pasa" en el contexto de las salidas y, Jimin, un poco alertado, le reprendió por haberlo mencionado. Todo eso me dio pauta a suponer algo similar. Seguramente Yoongi habría salido con otras personas y evidentemente no hubo un buen desenlace.
— ¿Y qué pasó? — Insistí.
— El problema fue cuando ella comenzó a hacer públicas fotos de su relación. — Lamentó. — Afortunadamente ni siquiera éramos relevantes en esos años, muy pocos medios nos tomaban en cuenta y por esa razón no fue un escándalo, pero él... él tuvo muchos problemas debido a eso. El jefe casi lo cancela y a ella, bueno, a ella sí la expulsaron.
— ¿Y Yoongi qué hizo? ¿Estaba enamorado?
— La quería mucho. — Dio un fuerte suspiro reflexivo. — Salió con ella en secreto por un tiempo, pero descubrió que seguía filtrando fotos y hasta información a un grupo pequeño de chicas y la dejó. Fue... difícil para él.
— Si ella de verdad lo hubiese querido, no habría hecho algo que pudiera afectarlo. — Me escuché resoplar con indignación.
Hoseok levantó la mirada curiosa hacia mí y sonrió levemente. —Justamente fue lo que dijo Yoongi.
Internamente, me alegré y regocijé con aquella afirmación, sin embargo, parece fui demasiado obvia porque la expresión de Hoseok se volvió incluso más curiosa. Entrecerró la mirada como si tratara de procesar o entender algo.
— ¿Acaso ustedes...?
— ¿Y qué pasó después? — Intervine. — ¿Qué pasó con ella? ¿Es la que está aquí?
— No no no. Ahn Miah. — Tomó mis hombros y fijó la mirada en la mía. — Ustedes... Ustedes — Vaciló expectante. Tragué saliva con dificultad. — ¿Qué sucede?
— Nada. — Traté de mantenerme serena. — ¿De qué hablas?
Las comisuras de la sonrisa de Hoseok comenzaron a ascender gradualmente al punto de mostrar una icónica sonrisa.
— Sí, sí pasa. — Aclaró su garganta. — ¿Sabes? Yo intuía algo así. Pensé que la actitud tan familiar de Yoongi hacia ti era normal por ser amigos de muchos años... Pero, hay algo más ¿Verdad?
— Hoseok... — Traté de razonar desesperadamente. — Aún no me has dicho qué sucede con la chica-
— Prioridades, Miah. Prioridades. — Enfatizó. — ¡Te responde los mensajes! ¿Sabes cuántos mensajes he recibido de él en estos años? ¡TRES! Y uno de ellos fue para pedirme papel de baño. — Quiso soltar una carcajada pero sus prioridades volvieron de inmediato. — Debe haber algo...
Dudé muchísimo debatiendo conmigo. A pesar del momento y de lo que estuviera sucediendo con Yoongi, algo me pedía compartir todo lo que sentía. Ya no podía reprimirlo mucho más. ¿En realidad iba a hablar de ello?
— ¿De verdad me vas ocultar algo? ¿A mí? — Se palpó el corazón exagerando la expresión de sufrimiento.
Mordí mi labio con la intención de contenerme. Tal vez, contar a detalle lo que había sucedido, era algo que debía comentar con Yoongi. Pero ¿Qué podría pasar? Hoseok ya había indagado demasiado y hasta ese punto, lo sentía lo bastante cercano y confiable como para sincerarme.
Por otro lado... No puedo negar que amaba recordar las partes bonitas de aquella historia.
— Hubo. Hubo algo. — Sonreí.
Hoseok terminó por agradar su sonrisa al máximo esplendor posible. Aplaudió rápidamente y se acomodó para escuchar lo que tenía que decir.
Por un momento, parecía que el asunto de la ex novia de Yoongi había pasado a segundo plano y la prioridad ahora era otra.
— Vamos. Vamos. — Alzó ambas cejas animándome a hablar.
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