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Instant Crush

Me resulta bastante difícil aceptar por completo la razón pero, aquella noche, sentada en el lugar del copiloto, fue increíblemente raro no percibir algo de tensión en el ambiente. No quiero caer en pretensiones exageradas pero, el hecho de que Yoongi haya tomando la iniciativa de llevarme a casa cuando bien pudo solicitarlo directamente a uno de sus empleados, hizo surgir en mí una pizca de... ¿Esperanza?

Así que limitarme a clavar la vista hacia las luces nocturnas de la ciudad después de ingresar mi dirección en el GPS, fue mi plan inicial. Por lo menos lo fue durante los primeros diez minutos de viaje.

Había hecho mi trabajo de investigación bastante bien... tanto como para saber que la canción que sonaba en la radio, era una de las que los posicionó en la cima de las listas de popularidad nacionales. Incluso, llegó un punto en el que inconscientemente, comencé a tararear el pegajoso coro de Hoseok imitando en pequeño, algunos movimientos de manos.

Sin embargo, toda esta escena llegó a incomodarlo. Las miradas por el rabillo del ojo entre cada alto, no cesarían y,en cuanto tuvo la oportunidad, Yoongi cambió de estación y posteriormente, bajó el volumen.

— Eh... — Reclamé, poniendo fin al momento incómodo que reinaba en la camioneta desde que comencé a musitar su parte en la letra de la canción. — Me gusta esa... — Dije volviendo a subir un poco el volumen, pero ya había pasado mi parte favorita. — ¿Por qué la quitaste?

Suspiró hondo antes de contestar. Pareció como si fuese a recitar algo que ya tenía escrito por si alguien hacía un comentario o pregunta en una situación similar.

— No me gusta escuchar nuestra música si no es en el estudio.

— ¿Por? 

 Dirigí la mirada hacia la ventana, como si quisiera pretender que no me importaba mucho lo poco que dijera.

— Me incomoda. — Respondió pisando el acelerador, rebasando ágilmente un Lamborghini. El primer Lamborghini que había visto en mi vida.

¿Mencioné ya lo atractivo que lucía conduciendo a velocidad alta y con una sola mano en el volante? Bueno, solo para dejarlo en claro: Lucía irrealmente atractivo conduciendo a velocidad alta y con una sola mano en el volante.

 — ¿Por?

— Haces muchas preguntas. 

— Y tú das respuestas muy cortas. — Encogí los hombros. — Bueno... ¿Por?

Me ignoró por completo. 

Escuché el chasqueó de su lengua enfatizarse con mayor irritación. Era bastante evidente que, manejar a esa velocidad y constantemente espejear aunque la cantidad de autos a más de media noche era nula, era el resultado de querer apresurar el camino, ignorarme y que así todo acabara pronto.

Pero... Si Yoongi pretendía llevarme a casa en total silencio y tranquilidad, seguramente estaría muy decepcionado. Algo pasaba dentro de mi poco razonamiento que, incluso en los momentos más incómodos e inconvenientes, muy lejos de ser sigilosa y velar por la poca dignidad que me quedaba después del incidente con la usb en su estudio, mi lengua soltaba oraciones al azar como refugio a tanta frustración acumulada. 

— Es una linda camioneta. — Musité. 

— No es mía. 

— ¿De quién es? 

— Namjoon. 

— Namjoon no sabe conducir. 

— Es lo mismo que yo me pregunto. 

Reí solo porque fueron las primeras palabras medianamente cordiales que intercambiaba con él. Ni siquiera sé si fue gracioso o no pero, sentí un alivio agradable besar mis hombros cuando Yoongi aprovechó una vuelta en "U" para levantar sus comisuras sutilmente. 

— ¿Recuerdas cuando tu madre comenzó a enseñarme los videos de tu último recital de ballet? — Continuó. Arqueó una ceja tras dar su último suspiro cargado de frustración sin dejar de ver el camino y yo, me limité a respingar tímidamente la nariz entregándole toda mi atención. — Fue... Mmm... aquella tarde donde te recogí de la academia de danza en el auto tu hermano por primera vez.

—¿Cuando comimos helado de vainilla en la cocina?

Yoongi se limitó a asentir en silencio y, quizá fue mi imaginación pero, recuerdo haber notado una sonrisa más pronunciada escaparse de sus labios.

Y cuando por fin fui capaz de recordar la escena completa, reí por unos segundos mientras tapaba mi rostro con las manos. Definitivamente, esa tarde, estaba en el top 5 de momentos que quería borrar de mi memoria.

— Ahg sí. — Rodeé los ojos, procurando pensar rápidamente en cualquier otra cosa qué decir.

— En ese momento creí que fuiste genial, pero a ti te dio mucha pena. — Suspiró agotado. — Es algo parecido a lo que siento. Me incomoda. Suena muy estúpido pero siento todos voltearán a verme y comenzarán a hacer preguntas y... — Pasó saliva con dificultad mientras sacudía levemente su cabeza. — No me gusta.

No recordaba ese detalle de Yoongi. Gran idea convertirse en un famoso cantante, modelo, productor y bailarín cuando se tiene Trastorno de Ansiedad y rasgos de fobia social ¿No?

— Pues creo que es buena. — Afirmé, tal vez traté de ser amable... por los viejos tiempos. — No tienes que sentirte inseguro al respecto. Es una gran canción-

— No dije que fuera inseguridad... — Interrumpió. — Por su puesto que es genial. Yo ayudé escribirla. 

No tuve la suficiente confianza para responder a eso, pero logré entrecerrar los ojos a tiempo y de esa forma, él pudiera ver lo petulante que me había resultado el último comentario; odiaba la forma arrogante en la que, muy justificadamente, hablaba de sus dotes musicales. Pero de pronto, recordé algo para ganar puntos en esa conversación. Por lo visto, Min Yoongi no había cambiado demasiado, y si estaba en lo correcto, una simple oración bastaría para ponerlo un poco incómodo.

¿Y la razón?

Solo porque sí. Mi instinto más bajo e infantil así lo exigía. 

— Y tiene una vibra bastante... ¿Peculiar? — Sonreí triunfante. Estaba segura de que con ese argumento, podría lograr se avergonzara lo suficiente. — No sabía que podías bailar tan bien. Déjame decirte que ese conjunto rosado le iba muy bien a tu piel. 10000 puntos para tu estilista.

Inmediatamente estiró su mano e importándole muy poco que ahora se escuchase en la radio otra de sus canciones, subió el volumen lo suficiente como para interrumpirme y evitar que siguiera hablando de algo que seguramente le parecía pervertido y vergonzoso. Lo supe en cuanto ví el video musical en Youtube y posteriormente las presentaciones en vivo: Sería su canción menos preferida en el mundo.

—¿Sigues usando calzoncillos de pandas? — Preguntó vengativo sin despegar la vista de la carretera.

Reí volteando hacia la ventana. Fue un gran error porque pude ver reflejada la cara de tonta que tenía en ese mismo instante.
Yoongi ahora quería jugar a tirar directas sobre momentos embarazosos y para mi mala fortuna, él tenía en su memoria un gran repertorio de mis peores momentos y yo no tenía mucho más que algunos tropiezos mientras caminaba o el regaño de algún profesor cuando solía quedarse dormido en medio de la clase.

— Ya no uso calzoncillos de pandas. —  Fue lo único que pude decir antes de que mi rostro quedara rojo de vergüenza. — Lo recuerdas bastante bien, según noto.

— Evidentemente. ¿Te dije que tengo estrés postraumático? — Dijo victorioso. Al mirarme, rodeé los ojos y procuré mirar hacia cualquier otro lado. — En mi defensa, pensé que era la habitación de Minhyuk. — Soltó como si se tratara de un comentario casual sin algo relevante. Sonreía de la manera más brillante de lo que podía recordar.

— ¿Con un unicornio en la puerta, Yoongi?

Comenzó a reír pero ahora de una forma en la parecía más avergonzado que divertido, y yo... Yo me culpé un poco por haberme permitido olvidar espectáculo que significaba su sonrisa. 

— Minhyuk era algo singular en aquella época. 

— Prestaste demasiada atención ahora que lo pienso. ¿Seguro que estás hablando de estrés postraumático? Yo lo estoy interpretando como otra cosa.

— Tenía 17 años, Miah. Era un niño, verte bailar en ropa interior por accidente pudo ocasionar secuelas para toda mi vida. Da gracias que no desarrollé otra personalidad para defenderme de la realidad. — Resopló con cierta diversión.

Y me sentí cómoda: Justamente como no imaginé podría llegar a sentirme cerca de él. Por un momento, en medio de las leves risas y rostros sonrojados, deseé que el camino de regreso a casa se extendiera muchos kilómetros más.

Pero habíamos llegado, el GPS mostró la bandera que marcaba el destino a unos metros. Yoongi se detuvo frente al edificio y mientras aún maniobraba para estacionarse, mi mente dudaba si quedarse a platicar unos minutos más era una idea prudente o salir directo hacia mi departamento era lo correcto. Para ser sincera, mi corazón se aceleraba con la primera opción.

— No te pagan mal. — Arqueó una ceja, observando el edificio color blanco. — Alguna vez quise comprar un departamento en esta zona pero estaba muy lejos de mis posibilidades.

— Si te hace sentir mejor, solo rento. Minhyuk dio el depósito inicial y creo que se lo terminaré de pagar como en mil años. 

— ¿De verdad? Aún así, no creo que tu paga sea mala. No cualquiera se puede permitir rentar aquí.

Mi adolescente interior brincó triunfante al ver que Yoongi había roto el silencio y eso significaba otros 5 minutos hablando de cualquier cosa. No con el grupo interrumpiendo a cada segundo insistiendo en dirigirnos la palabra, no con sus diez guardaespaldas diarios escuchando hasta su más mínima respiración, sin aquella presión constante recordandome que ya no era el mismo chico que conocí muchos años atrás.

Solo eran cinco minutos más con Yoongi.

— No. La paga no es mala. — Reaccioné. — De hecho es muy buena para un recién egresado. Creo que tuve muchísima suerte. Y claro, como dije, mi padre y Minhyuk me ayudaron a pagar casi todos los muebles. Quedó bonito... Eso dijo Taehyung. Por cierto, hay que mantenerlo en secreto ¿Sí?

Pero no escuchó mi vómito verbal. 

Yoongi terminó de inspeccionar el perímetro a través de los espejos laterales y pareció poder relajarse. Presionó el botón para apagar la marcha del auto y posteriormente, reclinó el asiento para poder cambiar de dirección hacia mí.

— Aún tengo duda con eso... — Rascó su barbilla y pareció vacilar un poco antes de seguir. — Realmente ¿Por qué dejaste Nueva York? No eres tan idiota como para dejar un puesto seguro allá y regresar aquí para empezar desde cero.

Pensé un poco mi respuesta. ¿Cuál era la verdadera razón? ¿Cuál sería la que  yo querría escuchar si fuera él? ¿Por dónde comenzaba?

— Necesitaba el trabajo y ya sabes... ¿Nuevos horizontes? — Fruncí el ceño intentando convencerme de lo último.

— ¿A quién no le gustaría vivir en Manhattan, Miah?

No era la isla. Me agradaba mucho vivir allá. Es decir ¿Quién dijo que dejar la mitad de mi vida sería sencillo? La realidad estaba muy apartada de eso, sin embargo aún me costaba trabajo y me provocaba vergüenza tener que admitir el hecho de haber huido de ahí con el corazón roto. Evidentemente, mi excusa perfecta disfrazada de razones maduras y superación, fue la oportunidad de trabajar en la compañía. 

Una relación fatídica y la necesidad de huir de la dependencia habían sido las razones exactas. 

¿Cómo explicaba eso? ¿Cómo demonios se lo explicaba a la persona que posiblemente fue mi primer amor? ¿De qué forma podía hacerlo sin verme lamentable y absurda en el proceso?

— Digamos que las cosas con alguien comenzaron a ponerse algo tensas. — Me removí en el asiento, intentando inútilmente borrar lo que había confesado.

Él, quitando la gorra de su cabeza, peinando su cabello negro hacia atrás para colocarla nuevamente, pestañeó por unos momentos sin expresión alguna.

—¿Por qué siempre terminaste enredada con tipos problemáticos? — Frunció la frente, mirándome con curiosidad. 

— No lo sé, tú dime. — Reí ante la supuesta ironía de sus palabras, tratando de redirigir la conversación hacia un punto en el que yo no pudiese sentirme incómoda. — ¿Quieres hablar de "problemáticos", Yoongi?

Pareció tener un pequeño flashback; por supuesto que él era "problemático". Y no me refiero al tipo de la escuela que hace apuestas, va al billar y tiene un auto a los 17 años. Él era más bien el tipo que simplemente era indolente por nacimiento y eso le ocasionaba mala reputación entre los pasillos del instituto. Evidentemente como todo era un cliché, al parecer, holgazanear e ir a la escuela solo para no perder el año, era directamente proporcional a ser el matón de la zona. Los rumores más convencionales sobre él decían que vendía droga, era protegido de los matones en el club nocturno de la región, coqueteaba con una de las profesoras por buenas notas, era un sicario a cambio de favores, entre otras cosas sin sentido. Obviamente nada de eso era verdad. A él le gustaba comer ositos de gomita color verde, dormir hasta que el hambre le hiciera recobrar la consciencia y tirarse sobre mis piernas mientras escuchábamos a Coldplay las gradas del gimnasio. 
Sí, se metía en peleas solo para separar a los problemáticos, se llegó a embriagar cuando tenía problemas y la mayoría de las veces estaba en la oficina del director por bajo rendimiento... Pero era la adolescencia, se trataba de esa lucha interna pegada al ser humano por ir en contra de las reglas o lo que te es imposible controlar.

— No era el tipo raro con problemas mentales que vendía heroína para vivir y esperaba que la nerd asocial de buena familia intentara salvarme con su amor.

— No he dicho algo de eso. — Defendí. — Mira dónde estás ahora. — Reí. — Y... y me recordaste. Una vez pedí que te acordarás de mí cuando fueras más famoso que Eminem y lo cumpliste. 

Realmente no soy capaz de aceptar los sentimientos en aquel momento porque, en un instante, mi corazón irradiaba felicidad al verlo conquistando sus más absurdos e inalcanzables sueños y al otro, una pequeña sensación de tristeza y apatía absorbían la vibra positiva que habría logrado mostrar.

Él suspiró cansado, sin dejar de contraer la mandíbula ni apartar ambas manos de los bolsillos delanteros en su pantalón. Se veía irritado. No supe si fue por la hora, por el tema o por mí.

— Ambos sabemos que si comenzamos a hablar de eso, terminaremos peleando. — Musitó, volteando a ver la hora en el tablero aún encendido de la camioneta. — No lo arruines, estoy comenzado a soportarte de nuevo.

Tal vez me había leído la memoria porque, en cuanto acabase esa pequeña "retroalimentación" del pasado, planeaba preguntarle acerca de Minhyuk. Aún no olvidaba que mi hermano mayor me había ocultado el hecho de seguir siendo amigo de Yoongi durante estos años, tenía muchas dudas en la mente y dudaba mucho que Hyuk quisiera responderlas.
Sin embargo no era el lugar ni la situación adecuada; probablemente la respuesta de Yoongi, con el objetivo de rodear toda la situación, se limitarían a un simple:"¿Tanto me extrañaste?".

Y no, ese no era el caso.

Agradecí el hecho de que poco a poco, se fuera desviando la atención a su inicial pregunta, porque siendo sincera, aún no estaba lista para afrontar hablar sobre mi repentino regreso a Corea. No con él.

— Por cierto... — Continuó. Relamió sus labios sutilmente, como si se tratara de cierto apoyo emocional para lo que tuviera en mente. — Te debo una disculpa. 

— ¿Por? 

— La usb. 

— Ah... No te preocupes.

— Sí lo hago. — Musitó. — Debió doler y de verdad pensé que la atraparías. Lo siento. 

¿Confesarle que lloré por veinte minutos en la ducha habría sido muy dramático? Seguramente sí. 

Pero el sonido hueco de unos gruñidos provenientes del estómago de Min Yoongi, apartaron cualquier idea de mi mente.

—¿Hace cuánto no salías de tu estudio? — Enarqué la ceja, preparándome para una respuesta.

 Hizo un rápido cálculo mental mirando hacia el quema-cocos del auto. — Si no contamos las veces que salí para tomar un baño...  ¿Tres días?

— ¿No habías comido algo?

— Canciones tan geniales merecen un sacrificio, Miah. — Bostezó. — Pero Taehyung me ha traído cereal... — Rodeó la mirada, buscando en su memoria algún dato relevante. — Ah, y la Sra. Kang me hizo beber un horrible batido de verduras.

— ¿Y eso cuándo fue?

— ¿A-ayer?

Sabía de sobra que cuando se trataba de escribir o producir, Yoongi podría aislarse por completo incluso si eso implicaba no comer y limitarse a las botellas de agua y bebidas energéticas que mantiene en su frigobar y que, si no fuera por la amabilidad de Hoseok o de quien se escapara al supermercado a una aventura de mortales, jamás sería abastecido voluntariamente.

«No lo digas Miah.»

— Creo que pediré algo cuando llegue a casa. — Continuó. Tomó el celular del bolsillo de su pantalón y comenzó mover los dedos ágilmente sobre la pantalla, tal vez buscando qué restaurante entregaría comida las 24hrs. — ¿La Sra. Kang se enojaría demasiado si le pido algo de comer a esta hora? — Susurró casi para sí solo. — No recuerdo que hayan abastecido la despensa con fideos. 

«Detente, Miah

— Aún hay pollo frito arriba. — Solté estúpida e inconscientemente. — ¿Quieres pasar a cenar? —Dije con un hilo de voz. Estaba bastante segura de que me arrepentiría más adelante. — Ya no hay gente cerca y creo que puedes salir.

«Vaya, que romántica, Miah. Punto para ti. Invitarlo a cenar pollo frito. Toda una devora hombres. »

Yoongi pareció pensarlo un poco y pude notar el leve puchero marcado en la línea de sus labios.

— ¿Tú lo preparaste? — Rascó su nuca, ladeando la cabeza.

— No.

— Entonces sí quiero.

No sabía cómo manejaría mis nervios durante el camino de cinco metros hasta la entrada de mi casa. Una parte de mí rogaba porque me rechazara, pero inusualmente aceptó. ¿No era algo fuera de lugar? Eso de invitar a cenar a tu departamento a tu ex novio de la adolescencia que ahora era famoso... pasaba todos los días ¿No? Muy casual.
Y sí, no me tomó mucho tiempo llegar a la conclusión de que utilicé la cena como una estúpida excusa para pasar más rato con él. Después de todo, no es como que Yoongi no estuviese al tanto de eso.

Abrí la puerta del auto antes de arrepentirme e inventarle que tenía alguna rommie fan de él y seguro gritaría hasta infartarse en cuanto lo viera.
Yoongi tomó su celular y salió al mismo tiempo, cerró las puertas a distancia y caminó unos pasos atrás de mí dirigiéndonos hacia la entrada del edificio.

Tal vez esa fue la escena más incómoda posible que cualquier ex pareja podría vivir. Mientras yo intentaba recobrar el aliento y de una maldita vez estabilizar mi pulso para marcar los dígitos correctos de la cerradura, Yoongi se limitaba a mirar por encima de mi hombro. Así que mis nervios eran evidentes antes sus ojos y yo no tenía otro lugar de escape mental mas que argumentar estúpidamente hacía falta cambiar el sistema de seguridad... Cuando evidentemente, todo en aquel lugar era nuevo.

— ¿Te ayudo?— Musitó sobre mi hombro.

— No. Esto suele ser así. — Respondí sin atreverme a respirar.

— Relájate. —Escuché su pequeña risa silenciosa llenar el silencio de la calle. — Lo único que puede suceder es que alguien me reconozca, tome alguna fotografía y arruine nuestras vidas.

— ¡Listo! — Alcé la voz victoriosa, en cuanto mis dedos fueron capaces de evitar marcar 8 en vez de 0.

Yoongi musitó algo que fui incapaz de escuchar y, un segundo más tarde, ya se encontraba al pie de las escaleras ubicadas al costado de la diminuta sección de la correspondencia.

— ¿Tu novio no tiene problema con que esté aquí? — Escuché su voz grave hacer eco en el hueco de las escaleras, mientras subíamos al segundo piso.

— ¿Quién?

— Don Perfecto Geum, tu novio.

— Geum no es mi novio-

— "Somos amigos". — Anticipó a lo que yo diría, con voz chillona. — Ajá, claro. Los amigos no se sonríen como idiotas cada vez que se ven si trabajan juntos. — Yoongi se recargó en la pared continua a mi puerta, mientras esperaba a que ingresara el código.

— Vaya, me has puesto mucha atención. — Sonreí triunfante mientras entraba.

Yoongi no siguió con la conversación. Ni siquiera era una pelea, incluso podría decir que por un momento se sintió como si fuéramos viejos amigos hablando de cualquier tema sin importancia.

Al voltear, se encontraba recargado con los brazos cruzados en el umbral de la puerta. Le sonreí de la forma más agradable y paciente que pude, haciéndole una seña con la cabeza para que pasara, sin embargo no recibí o hubo respuesta.

Había regresado aquella neutralidad agobiante en su rostro.


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